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El artículo elaborado por J. Reyes (1986) muestra un gran análisis de los TCA,
específicamente de la anorexia nerviosa, mostrando al lector que existen diversos
indicadores que denotan la presencia y gravedad de un Trastorno de la Conducta
Alimentaria, uno de ellos y de los más importantes es la alteración de la imagen
corporal y la percepción de la misma, ya que los pacientes que padecen de
anorexia consideran que su cuerpo no recude medidas y que incluso, aumentan la
masa corporal, generando en ellos pensamientos de menosprecio, ansiedad,
depresión y un autoconcepto pobre debido a que la percepción sobre el tamaño
del cuerpo cambia desde una perspectiva irreal.
Los casos tienen en común variables como los pensamientos en torno a la imagen
física, un IMC por debajo de lo saludable y conductas restrictivas, pero las
variables que sostienen y refuerzan estos TCA son diferentes en cada caso, como
por ejemplo la madre que se suicida, los antecedentes heredofamiliares o la poca
cohesión como familia.
Estos cambios realmente son impactantes, lo cual deja una misión en los
profesionales de la salud mental y también en la sociedad en general, ya que a lo
largo de nuestra vida podemos encontrarnos con casos donde personas
conocidas y queridas experimental algunos de estos síntomas, mostrando
indicadores desde edades muy tempranas; por lo tanto el estar atentos a estos
signos no sólo beneficia nuestra esfera profesional, sino que también, brinda
herramientas para verificar que nuestra esfera social y personal se encuentre lo
más sana posible.
El poder leer sobre casos reales donde algunas pacientes se recuperaron brinda
gran esperanza y un buen pronóstico para quienes poseen un TCA como la
anorexia nerviosa o la bulimia. Pero, también al leer sobre el caso de la mujer de
21 años que después de muchas hospitalizaciones muere por suicidio, brinda un
detalle impactante y es el de la ética al actuar, la sensibilidad, la objetividad y la
profesionalidad de los médicos, psicólogos y nutriólogos que tratan este tipo de
trastornos, incluyendo que la familia debe de también recibir tratamiento, con el fin
de crear redes de apoyo, ya que un TCA, como otros padecimientos psiquiátricos
no solo afecta al paciente, sino a todo su medio.
Referencias: