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Investigación/ Tarea: Análisis de casos.

Nombre de los integrantes:


 Daniel Guzmán Cruz.
 Belén Saraí Santos Sánchez
 Sebastián Bueno Pérez
Carrera: Psicología.
Análisis de Anorexia Nerviosa: Informe de tres
casos
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son una gran preocupación
actualmente y un reto especial para las ciencias que trabajan por la salud mental.
Estos trastornos engloban no sólo una patología psiquiátrica sino que también
abarcan un gran nivel sociocultural al poseer variables propias de la sociedad y de
los estereotipos que la rigen, teniendo consecuencias en las dimensiones
biopsicosociales de la persona que padece un TCA y de sus círculos cercanos.

Con frecuencia, estos trastornos aparecen desde la adolescencia o los primeros


años de la adultez, aunque desgraciadamente se han manifestado en personas
desde los 7 hasta los 52 años (J. Reyes, 1986), lo cual, denota la gravedad de
este trastorno y el gran rango de edad que abarcan los TCA, siendo imperativo el
verificar los indicadores principales que los Trastornos de la Conducta Alimentaria
poseen con el fin de identificar conductas y variables importantes para elaborar un
diagnóstico adecuado.

El artículo elaborado por J. Reyes (1986) muestra un gran análisis de los TCA,
específicamente de la anorexia nerviosa, mostrando al lector que existen diversos
indicadores que denotan la presencia y gravedad de un Trastorno de la Conducta
Alimentaria, uno de ellos y de los más importantes es la alteración de la imagen
corporal y la percepción de la misma, ya que los pacientes que padecen de
anorexia consideran que su cuerpo no recude medidas y que incluso, aumentan la
masa corporal, generando en ellos pensamientos de menosprecio, ansiedad,
depresión y un autoconcepto pobre debido a que la percepción sobre el tamaño
del cuerpo cambia desde una perspectiva irreal.

Otro aspecto general y sumamente significativo para denotar la presencia de un


TCA como la anorexia nerviosa es la pérdida de peso, la cual en palabras de J.
Reyes (1986) puede afectar de sobremanera al paciente haciendo que pierda por
lo menos un 25% de su peso normal o esperado para su edad, teniendo
precisamente, una gran resistencia a comer y temor por aumentar de peso,
generando malnutrición, mostrando diversos signos físicos como la piel pálida, el
aumento de vello corporal, la caída del cabello, presión arterial baja, ritmo cardiaco
irregular, intolerancia al frío, ausencia de menstruación, piel seca, fatiga, y
erosiones dentales, teniendo incluso, deterioro en el aparato digestivo por la
presencia de bulimia y marcas en los nudillos por la provocación del vómito.
Llegando a consecuencias fatales como eventos cerebrovasculares y el estado de
coma.

Estos síntomas e indicadores físicos se conjuntan con aspectos psicológicos y


conductuales, los cuales de igual forma son una variable determinante para el
diagnóstico e identificación de un TCA; como indicadores psicológicos podemos
apreciar que el autor, hace referencia a la baja autoestima, la percepción
inadecuada del cuerpo, preocupación y temor por subir de peso, cambios de
humor e irritabilidad, lo cual genera que el paciente afectado muestre conductas
como el retraimiento social, saltar comidas, no comer en público, cubrir su cuerpo
con ropa más amplia y con diversas capas, mirarse frecuentemente al espejo y
mencionar los defectos que percibe en su cuerpo, mentir sobre la cantidad de
comida que ingiere y desarrollar rituales con respecto a los alimentos, como picar
la comida en pequeñas partes o escupir la comida después de masticarla.

Además, la química sanguínea cambia, presentando niveles bajos de nutrientes e


incluso, deficiencia de hormonas como la tiroxina, indicando un mal
funcionamiento de la tiroides, provocando cambios en el desarrollo y
funcionamiento corporal, lo cual es muy interesante de analizar, pero también
confirma que estos TCA afectan hasta la raíz más profunda del ser humano,
generando cambios en sus células y estructuras cerebrales.

J. Reyes (1986) en su artículo, expone tres casos referentes a la anorexia


nerviosa, donde los principales signos e indicadores se encuentran girando en
torno a la imagen corporal, aunque si bien todos los casos se presentan en
mujeres en la etapa de la adolescencia o en los primeros años de adultez, cada
una muestra variables significativas que confirman, la presencia de un TCA:
Para fines explicativos de este análisis se adjunta cuadro de los valores de masa
corporal obtenidos de Texas Healt (2023).

Cuadro 1: Valores de IMC

1. Paciente mujer de 14 años, quien voluntariamente hace dieta muy extrema


a pesar de que tuviera una estatura de 1.62 metros y pesar 52 kilos,
poseyendo un índice de masa corporal de 19.8 (obtenido mediante la
calculadora de IMC Texas Heart, 2023). Este índice de masa corporal la
sitúa en niveles normales, por lo cual se puede inferir que era una
adolescente que no presenta obesidad, quien raciona la comida de forma
muy extrema y bajo su propio juicio.
A lo largo de la evolución de la enfermedad ella presenta estados de
tristeza, desinterés por estudiar, rechazo al contacto social, insomnio,
enuresis e incluso, intentos de suicido. Teniendo cambios físicos como
variaciones químicas en el cuerpo y un peso de 38 kilogramos, es decir 14
kilos menos, situándola en un índice de masa corporal de 14.5
considerándola como un peso inferior a lo normal, llegando a extremos
como el uso de yeso que cubre su tórax y abdomen para brindar sostén al
cuerpo y aparentar más masa corporal de la que tiene. Como antecedentes
(muy importantes) se denota que la adolescente no posee un vínculo
adecuado con su padre y que disfruta desde los 11 años de que le digan
que está delgada.
Ella recibe tratamiento con altos y bajos en su recuperación, pero la parte
más significativa en su mejora es el hecho de que su madre se embaraza
inesperadamente, generando en ella posibles deseos de afectividad,
esperanza y la pérdida de temor a subir de peso. Lo cual puede ser
analizado de forma muy existencialista, ya que ella puede descubrir un
nuevo propósito en la vida, el ser hermana.
2. El segundo caso muestra a una mujer de 19 años, quien en repetidas
ocasiones ha ingresado al hospital por vómitos y pérdida de peso. Con casi
1.70 de altura y un peso de 41 kilos se puede denotar que tiene un estado
físico sumamente delgado y con afecciones como irregularidades cardiacas
y baja temperatura corporal.
Consideramos que un indicador significativo es el hecho de que ella posee
como antecedentes por parte de la familia materna la presencia de
enfermedades afectivas graves y un rechazo a los alimentos desde los 3
años de edad, lo cual es impactante y deja una gran responsabilidad en sus
padres que pudieron prevenir este tipo de trastornos de la mano con
profesionales.
Además, de las conductas propias de la anorexia, la paciente muestra
signos de bulimia, como los vómitos provocados y los atracones de comida.
Lo cual necesitó de tratamiento psicoterapéutico, nutricional y psiquiátrico
para su mejora. Teniendo un descenso en su progreso al ser ingresada al
hospital por un intento de suicidio por sobredosis de tranquilizantes, debido
a que sus padres creaban en ella mucho estrés por comer. De igual forma,
los padres pudieron tener asesorías para manejar estas situaciones de una
mejor forma y apoyar a su hija.
Finalmente, ella se embaraza y con ello, la enfermedad ha disminuido
considerablemente. De nuevo podemos notar una connotación positiva a la
creación de una nueva vida. Generando en ella, posible motivación y
responsabilidad sobre su persona.
3. El tercer caso muestra la historia de una mujer de 21 años, quien se
considera alta de peso a pesar de medir 1.72 y 55 kg, teniendo un IMC de
18.8, siendo considerada como un peso normal o saludable. Posteriormente
baja a 49 kilos tras un diagnóstico de hepatitis, bajando su IMC a 16.8, lo
cual es bajo y poco saludable.
Como indicadores ella posee pensamientos de poca autoestima y bajo
amor propio, trastorno depresivo mayor, rasgos histriónicos y antecedentes
de drogodependencia y alcoholismo, además de que como indicador
significativo se encuentra el suicido de su madre hace 5 años. Considera
que al perder peso ella se libera de “lo sucio y lo malo” de su cuerpo, lo cual
se pudiera trabajar de forma multidisciplinaria y de la mano con una terapia
racional emotiva, con el fin de cuestionar esas creencias irracionales, las
cuales pueden ser consecuencia de la drogadicción que padeció y los
deseos de ver a su familia unida.
Ella necesitó de hospitalizaciones y psicoterapia. Tristemente ella se suicida
después de su último ingreso al hospital, posiblemente por la falta de apoyo
familiar, falta de tratamiento multidisciplinario e incluso, un posible trato
“frio” o poco empático de quienes la trataban, incluyendo negligencia del
personal que brindó tratamiento, ya que si bien fue hospitalizada por
cuestiones de salud física, pudo haber entrado a una clínica especial en
TCA que brindara monitoreo, empatía y cuidados para una recuperación
biopsicosocial.

Los casos tienen en común variables como los pensamientos en torno a la imagen
física, un IMC por debajo de lo saludable y conductas restrictivas, pero las
variables que sostienen y refuerzan estos TCA son diferentes en cada caso, como
por ejemplo la madre que se suicida, los antecedentes heredofamiliares o la poca
cohesión como familia.

Estos cambios realmente son impactantes, lo cual deja una misión en los
profesionales de la salud mental y también en la sociedad en general, ya que a lo
largo de nuestra vida podemos encontrarnos con casos donde personas
conocidas y queridas experimental algunos de estos síntomas, mostrando
indicadores desde edades muy tempranas; por lo tanto el estar atentos a estos
signos no sólo beneficia nuestra esfera profesional, sino que también, brinda
herramientas para verificar que nuestra esfera social y personal se encuentre lo
más sana posible.

El poder leer sobre casos reales donde algunas pacientes se recuperaron brinda
gran esperanza y un buen pronóstico para quienes poseen un TCA como la
anorexia nerviosa o la bulimia. Pero, también al leer sobre el caso de la mujer de
21 años que después de muchas hospitalizaciones muere por suicidio, brinda un
detalle impactante y es el de la ética al actuar, la sensibilidad, la objetividad y la
profesionalidad de los médicos, psicólogos y nutriólogos que tratan este tipo de
trastornos, incluyendo que la familia debe de también recibir tratamiento, con el fin
de crear redes de apoyo, ya que un TCA, como otros padecimientos psiquiátricos
no solo afecta al paciente, sino a todo su medio.

Consideramos importante el leer y desarrollar este tipo de análisis con base a


textos como el de J. Reyes (1986), ya que brindan datos importantes que
refuerzan nuestro aprendizaje ya que podemos identificar que existen grandes
variables como la genética y la sociedad que rigen los estereotipos, no solo en
mujeres, también en hombres, arrojando más preocupación y más esfuerzos para
prevenir y tratar los Trastornos de la Conducta Alimentaria.

Referencias:

 J. Reyes (1986) “ANOREXIA NERVIOSA: Informe de tres casos” Revista


Médica Hondureña VOL-54.
 Texas Healt (2023) “Calculadora del índice de masa corporal (IMC)” Texas
Healt Institute. Recuperado de:
https://www.texasheart.org/heart-health/heart-information-center/topics/
calculadora-del-indice-de-masa-corporal-imc/

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