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1. DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XIX: LOS ORÍGENES DE LOS SERVICIOS SOCIALES
En este periodo es donde es preciso situar el impulso definitivo hacia la aparición de los servicios sociales,
debido al cambio de la sociedad moderna, que transformará los problemas sociales y la forma de
abordarlos.
Las viejas concepciones sobre la responsabilidad eclesiástica y la beneficencia privada van a entrar en una
irremediable decadencia.
Esta nueva situación social afecta a clases que no se habían visto afectadas hasta ahora (artesanos,
agricultores), que pasan a engrosar las filas de nuevos pobres.
Coincide en el tiempo con la Revolución Industrial, a finales del siglo XVIII. Sus principales consecuencias
fueron la de transformar la naturaleza de la vida política, anteriormente asunto de minorías y que pasa a
ser un asunto de masas, todo ello al ir contando políticamente con los pobres y obreros, hasta conseguir el
derecho al voto a finales del siglo XIX.
La aparición de los partidos políticos de masas (influyendo en la vida social y haciéndose portavoces de las
necesidades de los marginados e impulsando medidas legales a favor de obreros y pobres) así como de los
movimientos sindicales (vinculados a la defensa de la clase obrera, proponiendo la imitación en la jornada
de trabajo, entre otras propuestas) fueron dos cambios decisivos en la naciente sociedad democrática.
De los propios principios revolucionarios (libertad, igualdad, fraternidad) se deduce la consideración del
pobre como ciudadano, siendo el Estado el responsable de su función protectora. La concepción de
persona como ciudadano implica la superación de la fase de beneficencia pública y el nacimiento de la
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asistencia social. Con la Revolución Francesa ya no se trata de mendigar limosna, sino de reclamar los
legítimos derechos inherentes del ser humano.
Las primeras medidas sobre la protección a la vejez, la regularización de las incapacidades transitorias o
permanentes, las ayudas por accidentes de trabajo, la protección a la infancia, las normas sobre seguridad
e higiene en el trabajo, la protección por el paro, etc., son medidas decisivas del intervencionismo público
en esa época, que impulsarán a los servicios sociales.
Las respuestas a los grandes cambios sociales que se están produciendo llevan al nacimiento del
movimiento obrero, del derecho al trabajo, al nacimiento de la sociología, al intervencionismo estatal.
Desde el punto de vista del intervencionismo estatal, surgen puestos de trabajo como los inspectores de
fábrica o de trabajo, los cuales describen las condiciones de vida dentro y fuera de los puestos de trabajo,
del proletariado, realizando estudios que favorecieron la concienciación colectiva ante estos problemas.
Con este paso de súbditos a ciudadanos es donde los servicios sociales se consideran racionalizadores,
críticos y participativos de la vida colectiva, corrigiendo los desequilibrios generados por la dinámica social.
El bienestar social será la traducción política de la noción de “felicidad”, idea clave en el pensamiento de la
Ilustración.
Ha sido más prolongada y acusada que en otros países. Desde el punto de vista constitucional (en
otros países europeos la separación Iglesia-Estado se producía a finales del siglo XVIII) en España, la
Constitución de Cádiz de 1812 consignaban la confesionalidad católica del Estado.
Ocasionado por el retraso en la industrialización, hasta finales del siglo XIX no comienza a tener
fuerza en España (como ejemplo, la UGT se funda en 1888).
2.1. Principios ideológicos y crisis económicas: la necesaria participación del Estado en el ámbito
de la asistencia social
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La caridad va a ser uno de los territorios afectados por los profundos cambios generados por la Revolución
Francesa. La noción cristiana de la caridad va a ser sustituida por la laica de justicia y beneficencia y
asistencia social. La beneficencia será siempre considerada pública, al ser una obligación de la sociedad.
Igualmente, las crisis económicas llevaron a la intervención estatal, más que nada para evitar la agitación
urbana, sobre todo en España, ya que aquí la beneficencia ha estado ligada al Ministerio de Gobernación.
las crisis de subsistencia de comienzos del siglo XIX que, al coincidir con la transformación de las
instituciones asistenciales del XVIII, provoca la destrucción de todo el modelo asistencial tradicional
las desamortizaciones del XIX, que debilitan la economía de las fundaciones
La beneficencia queda regulada en esta primera constitución, asumiendo el Estado las actividades
de la asistencia social y la beneficencia pública.
Se confía a los Ayuntamientos “cuidar de hospitales, hospicios y casas de expósitos”, siendo las
Diputaciones provinciales las encargadas de su inspección, refrendado esto por la primera Ley
sobre Instrucción. La municipalización de la pobreza es debida a que ésta es cada vez más urbana y
menos rural.
Con sus 8 títulos y 38 artículos, constituye el primer plan organizativo de la beneficencia pública.
Ponía todos los fondos disponibles bajo la autoridad municipal (siendo éste unos de los aspectos
más revolucionarios y polémicos), creando Junta municipales de beneficencia, consideradas como
resorte principal del sistema de beneficencia.
Su composición será: El Alcalde, un regidor del Ayuntamiento, el cura párroco más antiguo, cuatro
vecinos ilustrados y caritativos, un médico y un cirujano. Su misión era cuidar de la colecta de
limosnas, las suscripciones voluntarias, la hospitalidad y socorros domiciliarios, la primera
enseñanza, la vacunación de los niños pobres, recoger a los expósitos y desamparados, etc.
Su principio básico es el fomento de la beneficencia domiciliaria, dejando para las casas de socorro
los que no puedan ser socorridos por otro medio. Estos socorros eran económicos, materiales para
el trabajo o alimentos. Otra de las novedades es la asistencia sanitaria a domicilio, que será una
constante en la legislación de todo el siglo XIX.
Los tres tipos de establecimientos de beneficencia que regula esta Ley son:
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b) Las casas de socorro. Acogían a los huérfanos desamparados y niñas de las casas de
maternidad de más de 6 años, así como a los impedidos y demás pobres sin recursos. Se
constituyen en centros de trabajo y estudio.
c) La Hospitalidad Pública. Existirán en todas la capitales de provincia (pero no más de 4 en las
mayores)
Se crean las Juntas de Beneficencia a nivel estatal, provincial y municipal. Todas las instituciones de
beneficencia (privada y pública) quedan bajo la vigilancia de los Subdelegados de Fomento, que son
nombrados presidentes de las Juntas, en detrimento de los nobles o eclesiásticos.
Se declaran públicos a todos los establecimientos de beneficencia, salvo aquellos que se financien
con fondos propios, donados o legados. Igualmente, se pierde el carácter de particular y se
adquiere el de estatal en el momento que se acepta una subvención estatal.
Lo más relevante de esta Ley es la pérdida de poder del municipio en favor de la provincia y la
administración central, diferenciando los establecimientos en: Generales (financiados por el
Estado, satisfacen necesidades permanentes), Provinciales (casas de maternidad y expósitos, las de
huérfanos y desamparados) y Municipales (casas de refugio y hospitalidad pasajera y la
beneficencia domiciliaria)
El sistema asistencial del Antiguo Régimen va a quedar transformado por el influjo de la desamortización, el
control de la beneficencia particular, de la municipalización y la provincialización.
En último término, se conduce a la uniformidad de las instituciones y a su control desde las instancias
administrativas provinciales. La Revolución Liberal influyó para que los Montes de Piedad (de vocación
religiosa y asistencial) pasaran a ser Cajas de Ahorro (con vocación secular y crediticia), extendiéndose por
Real Decreto a todas las capitales y sometiéndolas a la tutela del Gobierno.
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3. EL REFORMISMO DE LA RESTAURACIÓN: LA COMISIÓN DE REFORMAS SOCIALES (1883)
3.1. Orígenes
Nace con la Restauración Borbónica, con la caída de Cánovas. La cuestión social se convierte en tema
central en el último tercio del siglo XIX, involucrando a toda la sociedad. Entre los años 50 y 60 del siglo XIX
quedaron plasmadas las condiciones de vida, la salubridad en el trabajo y la vivienda, la agotadora jornada
de trabajo, los salarios, etc., lo que abocó a la primera huelga general en 1855.
Son los propios afectados los primeros en articular respuestas a la situación. Una de ellas es la creación de
la Comisión de Reformas Sociales. Otras son el auge del movimiento obrero y del socialismo, la
implantación por Bismark de las primeras medidas legislativas que otorgaban un seguro de enfermedad y
accidentes, la aparición de la encíclica Rerum Novarum, etc.
3.2. Creación
Es iniciativa del Presidente del Gobierno Posada Herrera y del Ministro de Gobernación Segismundo Moret.
Nace el 5-12-1883, con el fin de “estudiar las cuestiones que directamente interesan a la mayoría y
bienestar de las clases obreras y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo”.
3.3. Finalidad
Es clara: servir de instrumento a una legislación más próxima a las necesidades de los colectivos a quienes
se destina y que cuente, al mismo tiempo, con mayor grado de aceptación. Constituye todo un programa
de política social. Aparece por primera vez el término Trabajo Social, aunque con un sentido algo diferente
al actual.
Toda la obra de la Comisión fue editada: estudios sobre la limitación de horas de trabajo, situación del
campo, trabajo de las mujeres y niños, inválidos en el trabajo, descanso en domingos y festivos, niños
mendigos, accidentes de trabajo, etc.
La Comisión fue uno de los puntos de partida del posterior desarrollo de la legislación social, junto con el
asociacionismo obrero (la UGT nace en 1888). Fue el núcleo donde surgió, ya en el siglo XX, el Instituto de
Reformas Sociales, organismo básico de nuestra historia.