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INTRODUCCIÓN A LOS SERVICIOS SOCIALES

FUNDAMENTOS DE SERVICIOS SOCIALES

CAPÍTULO 3 – DE LA ASISTENCIA SOCIAL A LOS SERVICIOS SOCIALES: EL SIGLO XIX

1. DEL SIGLO XVIII AL SIGLO XIX: LOS ORÍGENES DE LOS SERVICIOS SOCIALES

En este periodo es donde es preciso situar el impulso definitivo hacia la aparición de los servicios sociales,
debido al cambio de la sociedad moderna, que transformará los problemas sociales y la forma de
abordarlos.

Las viejas concepciones sobre la responsabilidad eclesiástica y la beneficencia privada van a entrar en una
irremediable decadencia.

1.1. La Revolución Industrial

Con su aparición, la miseria y la pobreza se agravan, impulsando el intervencionismo público. Constituye


uno de los acontecimientos capitales de la historia de la humanidad. Supone una profunda transformación
de las condiciones de vida y, en particular, del trabajo (insalubridad en fábricas, elevada mortalidad laboral,
jornadas de trabajo extenuantes).

Esta nueva situación social afecta a clases que no se habían visto afectadas hasta ahora (artesanos,
agricultores), que pasan a engrosar las filas de nuevos pobres.

Además, es preciso mencionar otra consecuencia de la industrialización: la visibilidad y concentración de la


pobreza. Se concentró la pobreza en los suburbios de las ciudades. Se provocó hacinamiento, insalubridad.
Por ello, se planteó el problema social de la pobreza desde una órbita colectiva y social. Estas condiciones
de vida supusieron un riesgo para la estabilidad política.

1.2. La Revolución Democrática

Coincide en el tiempo con la Revolución Industrial, a finales del siglo XVIII. Sus principales consecuencias
fueron la de transformar la naturaleza de la vida política, anteriormente asunto de minorías y que pasa a
ser un asunto de masas, todo ello al ir contando políticamente con los pobres y obreros, hasta conseguir el
derecho al voto a finales del siglo XIX.

La aparición de los partidos políticos de masas (influyendo en la vida social y haciéndose portavoces de las
necesidades de los marginados e impulsando medidas legales a favor de obreros y pobres) así como de los
movimientos sindicales (vinculados a la defensa de la clase obrera, proponiendo la imitación en la jornada
de trabajo, entre otras propuestas) fueron dos cambios decisivos en la naciente sociedad democrática.

De los propios principios revolucionarios (libertad, igualdad, fraternidad) se deduce la consideración del
pobre como ciudadano, siendo el Estado el responsable de su función protectora. La concepción de
persona como ciudadano implica la superación de la fase de beneficencia pública y el nacimiento de la

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asistencia social. Con la Revolución Francesa ya no se trata de mendigar limosna, sino de reclamar los
legítimos derechos inherentes del ser humano.

Las primeras medidas sobre la protección a la vejez, la regularización de las incapacidades transitorias o
permanentes, las ayudas por accidentes de trabajo, la protección a la infancia, las normas sobre seguridad
e higiene en el trabajo, la protección por el paro, etc., son medidas decisivas del intervencionismo público
en esa época, que impulsarán a los servicios sociales.

1.3. Cambios de mentalidad: de súbditos a ciudadanos

Las respuestas a los grandes cambios sociales que se están produciendo llevan al nacimiento del
movimiento obrero, del derecho al trabajo, al nacimiento de la sociología, al intervencionismo estatal.
Desde el punto de vista del intervencionismo estatal, surgen puestos de trabajo como los inspectores de
fábrica o de trabajo, los cuales describen las condiciones de vida dentro y fuera de los puestos de trabajo,
del proletariado, realizando estudios que favorecieron la concienciación colectiva ante estos problemas.

Con este paso de súbditos a ciudadanos es donde los servicios sociales se consideran racionalizadores,
críticos y participativos de la vida colectiva, corrigiendo los desequilibrios generados por la dinámica social.

El bienestar social será la traducción política de la noción de “felicidad”, idea clave en el pensamiento de la
Ilustración.

1.4. El caso concreto de España: razones de un retraso

1) El peso de la Iglesia en la vida social y política española

Ha sido más prolongada y acusada que en otros países. Desde el punto de vista constitucional (en
otros países europeos la separación Iglesia-Estado se producía a finales del siglo XVIII) en España, la
Constitución de Cádiz de 1812 consignaban la confesionalidad católica del Estado.

2) El retraso económico de España

La Revolución Industrial se produce más tarde y concentrada en algunas regiones. La población


trabajaba en la agricultura, era población rural. Ello retrasó la aparición de respuestas públicas
propias de las sociedades industriales. En el siglo XIX, la cuestión social en España era la agraria, no
la industrial.

3) El escaso desarrollo del movimiento obrero

Ocasionado por el retraso en la industrialización, hasta finales del siglo XIX no comienza a tener
fuerza en España (como ejemplo, la UGT se funda en 1888).

2. LA SECULARIZACIÓN DE LA ASISTENCIA: LA BENEFICENCIA EN EL XIX

2.1. Principios ideológicos y crisis económicas: la necesaria participación del Estado en el ámbito
de la asistencia social

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La caridad va a ser uno de los territorios afectados por los profundos cambios generados por la Revolución
Francesa. La noción cristiana de la caridad va a ser sustituida por la laica de justicia y beneficencia y
asistencia social. La beneficencia será siempre considerada pública, al ser una obligación de la sociedad.

Igualmente, las crisis económicas llevaron a la intervención estatal, más que nada para evitar la agitación
urbana, sobre todo en España, ya que aquí la beneficencia ha estado ligada al Ministerio de Gobernación.

En resumen, la participación estatal vino abocada por los siguientes factores:

las crisis de subsistencia de comienzos del siglo XIX que, al coincidir con la transformación de las
instituciones asistenciales del XVIII, provoca la destrucción de todo el modelo asistencial tradicional
las desamortizaciones del XIX, que debilitan la economía de las fundaciones

2.2. Acciones jurídico-institucionales

La Constitución de Cádiz de 1812

La beneficencia queda regulada en esta primera constitución, asumiendo el Estado las actividades
de la asistencia social y la beneficencia pública.

Se confía a los Ayuntamientos “cuidar de hospitales, hospicios y casas de expósitos”, siendo las
Diputaciones provinciales las encargadas de su inspección, refrendado esto por la primera Ley
sobre Instrucción. La municipalización de la pobreza es debida a que ésta es cada vez más urbana y
menos rural.

La Ley de Beneficencia de 1822

Con sus 8 títulos y 38 artículos, constituye el primer plan organizativo de la beneficencia pública.
Ponía todos los fondos disponibles bajo la autoridad municipal (siendo éste unos de los aspectos
más revolucionarios y polémicos), creando Junta municipales de beneficencia, consideradas como
resorte principal del sistema de beneficencia.

Su composición será: El Alcalde, un regidor del Ayuntamiento, el cura párroco más antiguo, cuatro
vecinos ilustrados y caritativos, un médico y un cirujano. Su misión era cuidar de la colecta de
limosnas, las suscripciones voluntarias, la hospitalidad y socorros domiciliarios, la primera
enseñanza, la vacunación de los niños pobres, recoger a los expósitos y desamparados, etc.

Su principio básico es el fomento de la beneficencia domiciliaria, dejando para las casas de socorro
los que no puedan ser socorridos por otro medio. Estos socorros eran económicos, materiales para
el trabajo o alimentos. Otra de las novedades es la asistencia sanitaria a domicilio, que será una
constante en la legislación de todo el siglo XIX.

Los tres tipos de establecimientos de beneficencia que regula esta Ley son:

a) Las casas de maternidad. Constaban de 3 departamentos: para embarazadas y paridas, otro


para la lactancia y otro para educar a los niños hasta los 6 años.

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b) Las casas de socorro. Acogían a los huérfanos desamparados y niñas de las casas de
maternidad de más de 6 años, así como a los impedidos y demás pobres sin recursos. Se
constituyen en centros de trabajo y estudio.
c) La Hospitalidad Pública. Existirán en todas la capitales de provincia (pero no más de 4 en las
mayores)

La Ley de Beneficencia de 1849

Se crean las Juntas de Beneficencia a nivel estatal, provincial y municipal. Todas las instituciones de
beneficencia (privada y pública) quedan bajo la vigilancia de los Subdelegados de Fomento, que son
nombrados presidentes de las Juntas, en detrimento de los nobles o eclesiásticos.

Se incrementa el papel público de control en el patrimonio de la beneficencia particular, estando


los patronos de estos establecimientos obligados a rendir cuentas de su administración a la
autoridad competente.

Se declaran públicos a todos los establecimientos de beneficencia, salvo aquellos que se financien
con fondos propios, donados o legados. Igualmente, se pierde el carácter de particular y se
adquiere el de estatal en el momento que se acepta una subvención estatal.

Lo más relevante de esta Ley es la pérdida de poder del municipio en favor de la provincia y la
administración central, diferenciando los establecimientos en: Generales (financiados por el
Estado, satisfacen necesidades permanentes), Provinciales (casas de maternidad y expósitos, las de
huérfanos y desamparados) y Municipales (casas de refugio y hospitalidad pasajera y la
beneficencia domiciliaria)

Evolución posterior del sistema de beneficencia

Durante el sexenio democrático se acrecienta el intervencionismo administrativo directo, suprimiendo las


Juntas de Beneficencia General, Provinciales y Municipales, transfiriendo sus competencias a la Dirección
General de Beneficencia, a las Diputaciones y a los Municipios. Del control público se pasa a la gestión
directa de la beneficencia.

Durante la I República se intenta descentralizar y favorecer la beneficencia particular (religiosa),


principalmente por razones presupuestarias.

El sistema asistencial del Antiguo Régimen va a quedar transformado por el influjo de la desamortización, el
control de la beneficencia particular, de la municipalización y la provincialización.

En último término, se conduce a la uniformidad de las instituciones y a su control desde las instancias
administrativas provinciales. La Revolución Liberal influyó para que los Montes de Piedad (de vocación
religiosa y asistencial) pasaran a ser Cajas de Ahorro (con vocación secular y crediticia), extendiéndose por
Real Decreto a todas las capitales y sometiéndolas a la tutela del Gobierno.

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3. EL REFORMISMO DE LA RESTAURACIÓN: LA COMISIÓN DE REFORMAS SOCIALES (1883)

3.1. Orígenes

Nace con la Restauración Borbónica, con la caída de Cánovas. La cuestión social se convierte en tema
central en el último tercio del siglo XIX, involucrando a toda la sociedad. Entre los años 50 y 60 del siglo XIX
quedaron plasmadas las condiciones de vida, la salubridad en el trabajo y la vivienda, la agotadora jornada
de trabajo, los salarios, etc., lo que abocó a la primera huelga general en 1855.

Son los propios afectados los primeros en articular respuestas a la situación. Una de ellas es la creación de
la Comisión de Reformas Sociales. Otras son el auge del movimiento obrero y del socialismo, la
implantación por Bismark de las primeras medidas legislativas que otorgaban un seguro de enfermedad y
accidentes, la aparición de la encíclica Rerum Novarum, etc.

3.2. Creación

Es iniciativa del Presidente del Gobierno Posada Herrera y del Ministro de Gobernación Segismundo Moret.
Nace el 5-12-1883, con el fin de “estudiar las cuestiones que directamente interesan a la mayoría y
bienestar de las clases obreras y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo”.

Se recogió información de corporaciones públicas, sindicatos, agrupaciones patronales, cámaras de


comercio y todas aquellas personas que pudieran aportar datos sobre la cuestión social. Con estos datos, la
Comisión debería presentar como proyectos de ley los que creyera convenientes para someterlos a la
aprobación de las Cortes.

3.3. Finalidad

Es clara: servir de instrumento a una legislación más próxima a las necesidades de los colectivos a quienes
se destina y que cuente, al mismo tiempo, con mayor grado de aceptación. Constituye todo un programa
de política social. Aparece por primera vez el término Trabajo Social, aunque con un sentido algo diferente
al actual.

3.4. Importancia y Efectos

La importancia es su propia existencia y el hecho de atribuir su presidencia a Cánovas, líder de la oposición.


La cuestión social es considerada un problema de Estado. Las condiciones de vida de los trabajadores son
responsabilidad del Estado, quebrando así las viejas concepciones de inhibicionismo estatal del liberalismo,
lo que resultó ser una posición ideológica innovadora y avanzada en la sociedad española.

Toda la obra de la Comisión fue editada: estudios sobre la limitación de horas de trabajo, situación del
campo, trabajo de las mujeres y niños, inválidos en el trabajo, descanso en domingos y festivos, niños
mendigos, accidentes de trabajo, etc.

La Comisión fue uno de los puntos de partida del posterior desarrollo de la legislación social, junto con el
asociacionismo obrero (la UGT nace en 1888). Fue el núcleo donde surgió, ya en el siglo XX, el Instituto de
Reformas Sociales, organismo básico de nuestra historia.

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