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ÍNDICE
REFERENCIAS DE ÍCONOS:
Actividad en el Foro.
Actividad Grupal.
Actividad Individual.
Atención.
Audio
Glosario.
Sugerencia.
Video.
5
PRESENTACIÓN DE LA MATERIA
Esta materia puede definirse como un sistema normativo que propende a la solución justa de los casos
iusprivatistas multinacionales. Comprende en consecuencia la coordinación de las normas en conflicto
con las normas materiales que crean una solución directa y especialmente aplicable al caso multinacio-
nal y con las normas de policía que da al caso multinacional el tratamiento previsto por el derecho in-
terno de cada país.
Uno de los temas más trascendentes es el análisis de la jurisdicción internacional argentina, ya que ella
determina el derecho aplicable y las posibilidades de jurisdicciones concurrentes. Se trata igualmente de
las diversas teorías de las normas en conflicto, el punto de conexión y las diversas situaciones que ge-
neran en el ámbito del Derecho Internacional Privado el examen de los casos Jusprivatistas en las di-
versas ramas del Derecho Civil: Obligaciones; Contratos: Derechos Reales y Familia y Sucesiones. En
el ámbito propio del Derecho Comercial: especialmente los temas referidos a las Sociedades Comercia-
les; Transporte; Seguros; Cheque; Letra de Cambio; Concursos y Quiebras.
La complejidad y la dispersión de la materia "magre lui" del deseo de hacerla comprensible, no admite
un tratamiento concesivo y superficial de la misma.
ATENCIÓN
El presente módulo representa sólo una guía de estudio cuya orientación está dada
por el programa inserto en el mismo, el que responde en su totalidad, a los contenidos
desarrollados en el texto:
Los alumnos deben remitirse a él como material BÁSICO de estudio, amén de otras
alternativas bibliográficas que serán sugeridas por el titular de la Cátedra.
7
Cada Estado, en ejercicio de su soberanía, dicta las normas que estime convenientes
para regir a las personas, a los bienes o a los actos que se encuentren sometidos a su
jurisdicción.
Los ordenamientos así formados son múltiples, por cuanto reflejan la pluralidad de los
Estados que forman la comunidad internacional; y son distintos entre sí, debido a que
constituyen la expresión jurídica de pueblos diferentes.
Si todas las relaciones jurídicas fueran internas, sin elementos extranjeros, bastarían
los respectivos ordenamientos estatales para regularlas.
Sin embargo, desde muy antiguo, los hombres han viajado y se han relacionado, como
simples particulares, a través de las fronteras.
Este fenómeno ha adquirido una gran intensidad en nuestra época, debido a la explo-
sión demográfica, y a los extraordinarios avances en los medios de comunicación y de
transporte; estos factores han llevado a la interdependencia que caracteriza al mundo
actual.
Nuestra rama no es internacional, en el sentido que tiene dicha palabra, y que se utili-
za cuando estudiamos el derecho de gentes.
Así por ejemplo, en la sucesión de un chileno que fallezca teniendo su último domicilio
político en España, y con bienes en Argentina, la nacionalidad del causante, su domici-
lio y la situación de sus bienes, se encuentran conectados con ordenamiento jurídicos
1
León Steffens, Avelino: Documento de Presentación del programa para su Curso de Derecho Internacional Privado de 1994,
Pág. 2.
8
Pero no basta con que haya elementos internacionales para que entremos en nuestra
disciplina; es necesario que ese elemento sea relevante, esto es, que comprometa
efectivamente a otra legislación, como sucede en el caso propuesto.
Este derecho tiene cabida incluso en los contratos internacionales, que generalmente
los vemos con un criterio privatista, porque a menudo presentan problemas tributarios,
de régimen de cambio monetario, de legislación antimonopolios, o de otros aspectos
que interesan al Estado como Poder.
El carácter privado de esta rama del Derecho Civil no depende entonces de las mate-
rias de que trate, por cuanto muchas de ellas son de derecho público, sino del hecho
que los agentes actúen a título particular.
4. DENOMINACIÓN Y DEFINICIÓN
Don Andrés Bello lo definía como “el conjunto de reglas que sirven para dirimir los con-
flictos de leyes”.
Por este motivo, se ha tenido en general una concepción más extensiva del ramo. Así
Albónico, invocando las ideas de los profesores Duncker, Varas y Correa, la concebía
como
“aquella rama de las ciencias jurídicas que, en los casos en que existan varias legisla-
ciones concurrentes o divergentes aplicables, determina la ley competente para resol-
ver el conflicto y el tribunal llamado a conocer de él”. 3
León Steffens comparte también la idea que los conflictos de jurisdicción forman parte
del ramo; desde este punto de vista, recoge la definición que dan Raymond Van der
Elst y Martha Weser, quienes lo consideran como
“el conjunto de reglas que, respecto de las relaciones de derecho privado con elemen-
tos extranjeros, reparten las competencias jurisdiccionales y legislativas de sistemas
jurídicos aceptados como tales por la ley del foro”. 4
Diego Guzmán define el ramo señalando las diversas materias que se le han asigna-
do: Nacionalidad, condición jurídica de los extranjeros, solución de los conflictos de
leyes, respeto de los derechos adquiridos y conflictos de jurisdicción. 5
En los últimos años, ha habido una tendencia creciente a utilizar las llamadas normas
sustantivas de Derecho Internacional Privado, especialmente como respuesta a las
necesidades del comercio internacional. 6
Para nosotros, entonces, el Derecho Internacional Privado es la rama del Derecho que
se preocupa de las relaciones jurídicas entre particulares, cuando éstas contienen
elementos internacionales relevantes.
2
Cheshire y North: “Private International Law” 10º Edición, Butterworths, Londres, 1979, Pág. 7
3
Albónico V. Fernando: “El Derecho Internacional Privado ante la Jurisprudencia Chilena”, Ed. Nacimiento, Santiago, 1943,
Pág. 3.
4
León S., Avelino: “Nuevas Normas de Derecho Internacional Privado”, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1986, Pág. 12.
5
Guzmán L., Diego: “Tratado de Derecho Internacional Privado”, Editorial Jurídica de Chile, 1989, Pág. 9.
6
Sobre este tema, volveremos en el capítulo siguiente, relativo a los métodos que utiliza el ramo.
10
Se caracteriza este método por utilizar normas atributivas, que no resuelven la materia
de que se trate, sino que atribuyen competencia, para ello, a una legislación determi-
nada.
Así, por ejemplo, si un argentino fallece teniendo su último domicilio en España, even-
tualmente pueden regir la sucesión, o la española, del último domicilio o la argentina
que es coincidente en que la ley aplicable es la del último domicilio.
Entre ellas, el artículo 3283 del Código Civil elige a la última al disponer lo siguiente:
"Art. 3283.- El derecho de sucesión al patrimonio del difunto, es regido por el derecho
local del domicilio que el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o
extranjeros".
De esta manera, el artículo 3283 no establece quiénes son los herederos, o cuáles son
los derechos de cada uno de ellos, como lo hacen las normas directas, sustantivas o
materiales: Se limita a escoger la legislación que debe regir a la sucesión.
El método de elección de ley es el que tiene una mayor aplicación práctica, puesto que
constituye una respuesta lógica al dilema que plantea la pluralidad de legislaciones
eventualmente aplicables.
Sin embargo, este método adolece del primer y grave defecto de entregar las relacio-
nes transnacionales a la regulación de los ordenamientos estatales, que son concebi-
dos para las situaciones internas, de acuerdo con los conceptos e intereses de cada
país.
“Desde este punto de vista, el drama del Derecho Internacional Privado, así como su
más profunda limitación, radican en su aspiración de llevar a cabo una tarea suprana-
cional, con medios predominantemente internos, estatales”. 7
El segundo defecto lo constituyen las dificultades que presenta la aplicación de una ley
extranjera, hecho que inclina a los jueces a preferir su propia ley, la lex fori.
7
Carrillo Salcedo, J.A.: “Derecho Internacional Privado”, Tecnos. Madrid, 1983, Pág. 54.
11
Entre estas normas se encuentran aquellas con las cuales se crea un derecho unifor-
me, válidos para todos los países y que eliminaría los conflictos de leyes.
“A primera vista, la unificación del derecho privado material tiene como efecto indirecto
la supresión de los conflictos de leyes. Este resultado se alacanzaría si la unificación
fuera general (respecto a todas las materias), y universal (respecto a todos los países).
“A falta de este doble carácter, el método de los conflictos de leyes conserva su fun-
ción para todas aquellas materias a las que no alcanza la unificación del derecho, y
respecto a las relaciones que escapan al ámbito territorial de este derecho.
“No sólo la unificación del derecho se ha limitado a ciertas materias, sino que respecto
de todas las cuestiones suscitadas por esas materias, los negociadores del convenio
(que establezca un derecho uniforme), no han podido siempre ponerse de acuerdo
sobre una solución común de derecho privado material. Al no hacerlo, han recurrido a
veces a la adopción de una norma de conflicto de leyes común.
“Así, las leyes uniformes sobre letras de cambio y pagarés a la orden y sobre cheques
no contienen ninguna disposición material común ni sobre la capacidad para compro-
meterse ni sobre la forma del instrumento, siendo objeto estas cuestiones de normas
de conflicto de leyes uniformes incluidas en cada uno de los convenios anexos”. 8
Este método está teniendo cada día mayor importancia, razón por la cual debemos
analizarlo con algún detenimiento.
“Ya no puede seguir reducida a los conflictos de leyes, confundida e identificada con
uno de sus métodos: el de atribución; hoy, y sobre todo mañana, el Derecho Interna-
cional Privado tiene que tomar mayor conciencia de la pluralidad de métodos de solu-
ción que puede emplear para realizar su misión de regular el tráfico externo, y su más
importante problema acaso consista en a cada uno de dichos métodos la parte que le
corresponde, resolviendo así las dificultades nacidas de su concurrencia y conflicto”. 9
8
Rigaux, Francois: “Derecho Internacional Privado. Parte General”, Ed. Civitas, Madrid, 1985, Pág. 237.
9
Carrillo Salcedo, J.S., Op. Cit., Pág. 123.
12
a) Reglas nacionales
Con esta modalidad, se evitan los problemas de aplicación de una ley extranjera a que
lleva el método o atributivo; pero las soluciones siguen siendo locales, a pesar que los
problemas que intentan resolver, sean transnacionales.
Un ejemplo de estas normas lo encontramos en los artículos del Código Civil 159;
160; 161 y 166 (T.O. por ley 23.515).
b) Reglas convencionales
Este ideal tropieza, en la práctica, con la diversidad legislativa, la que a su vez se basa
en las diferencias culturales que existen entre los diversos países del mundo.
Por esta razón, se han podido celebrar tratados que contienen las llamadas reglas
convencionales sustantivas del Derecho Internacional Privado.
Por iniciativa del Gobierno holandés, después de la guerra se llamó a una conferencia
que creó una nueva comisión para reelaborar el proyecto; ésta presentó el resultado
de su trabajo en 1956 y luego, después de recibir la sugerencia de los distintos go-
biernos, propuso un nuevo texto, en 1963, que se refería solamente a las obligaciones
y derechos del comprador y del vendedor.
El Gobierno holandés convocó a una nueva conferencia que aprobó, en 1964, dos
convenciones: una ley uniforme sobre la formación de contratos para la venta interna-
cional de mercaderías, y otra ley uniforme sobre venta internacional de mercaderías;
ambas entraron en vigor en 1972, entre los nueve Estados que las ratificaron.
Chile ratificó este tratado, llamado Convención de las Naciones Unidas sobre los Con-
tratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, en el año 1990.
Los trámites que hemos bosquejado, demuestran las dificultades que presenta el es-
tablecimiento de un derecho uniforme por la vía de los tratados, aunque sea en mate-
rias comerciales y en relación con un solo contrato.
Por otra parte, el art. 9º deja a salvo los usos del comercio internacional, que constitu-
yen el derecho espontáneo, o lex mercatoria, que veremos más adelante.
Los usos y costumbres mercantiles han adquirido una gran importancia en el mundo
actual; este fenómeno se ha producido como consecuencia del poder económico de
los agentes del comercio internacional, y de la insuficiencia de las legislaciones estata-
les para regular el tráfico transnacional del presente.
“Lejos de apoyarse en el derecho estatal..., los compromisos mutuos asumidos por los
contratantes se rigen por el medio que ellos mismos han constituido y cuya fuerza de-
riva de un dominio efectivamente ejercido en este espacio llamado transnacional por-
que está exento de toda soberanía real de los Estados”.
El derecho transnacional posee sus propias formas de coacción, como son el boycott o
la “falta de credibilidad”, que pueden transformar al infractor en un paria en el mundo
del comercio; sin perjuicio de que pueda utilizar, según el caso, los mecanismos coer-
citivos del país en donde se ventile algún asunto relacionado con aquel derecho.
10
León S., Avelino: “Nuevas Normas de Derecho Internacional Privado”, Ed. Jurídica de Chile, 1986, Págs. 30 y 31.
11
Rigaux, F., Op. Cit., Págs. 84 y 85.
15
Sigla Significado
EXW Ex works (comprador retira de planta industrial).
FCA Free carrier named point.
FAS Free alongside ship.
FOB Fee on board.
OFR Cost and freight.
CIF Cost, insurance and freight.
CPT Carriage paid to.
CIP Carriage and insurance paid.
DAF Delivered at frontier.
DEX Delivered ex ship.
DEQ Deliverd es quay.
DDU Delivered dut unpaid.
DDP Delivered duty paid.
En cada sistema legal interno, existen normas que se refieren a la organización fun-
damental del Estado y que, por la importancia que tienen para éste, se aplican en for-
ma obligatoria, aunque eventualmente puedan afectar las relaciones jurídicas que con-
tenga elementos internacionales relevantes.
Entre ellas se encuentran las normas de derecho público, las que se refieren a la fami-
lia y a la infancia, las que rigen la vida económica y, en general, las que regulan el
orden interno del país.
Se vinculan estrechamente con el orden público, pero éste no opera de inmediato sino
a posteriori.
12
Francescakis, Ph.: “Algunas precisiones sobre la ley de aplicación inmediata y sus relaciones con las reglas de conflicto de
leyes”. En Revue Critique de Droit International Privé, Sirey, París, año 1966, Págs. 13 y 2.
16
“cada vez que la ley extranjera (previamente declarada aplicable) sea contraria a cier-
tos principios fundamentales (y por consiguiente no necesariamente escritos), del or-
denamiento jurídico del foro”. 13
Las normas de aplicación inmediata o necesaria regulan, sin distinción alguna, las re-
laciones internas o internacionales.
En la medida que afecten a estas últimas, son consideradas como alternativa para
regular el tráfico internacional; y es por ello que se acostumbra considerarlas como
otro de los mecanismos o métodos de que se vale el Derecho Internacional Privado.
Sin embargo, la definición y estructura de estas normas no están todavía bien deter-
minadas por la doctrina.
Según Holleaux, Foyer y la Pradelle, son normas materiales que resuelven directa-
mente el problema jurídico. En cambio para Carrillo Salcedo, comprenderán incluso a
las normas de conflicto unilaterales, que son de naturaleza distinta de las materiales
(ver Nº 23).
La falta de definición nos puede conducir a darle alcances muy amplios a las catego-
rías de las normas de aplicación inmediata.
“...de ahí que haya insistido en que deben ser interpretadas restrictivamente, y haya
afirmado la conveniencia de que sea el legislador quien, de modo inequívoco, determi-
ne qué normas de su sistema jurídico son de aplicación necesaria e inmediata, cual-
quiera que fuesen los elementos extranjeros que pudieran existir en su supuesto; de
no ser así, los Tribunales y los funcionarios podrían tender al más radical de los nacio-
nalismos jurídicos, en una actitud reprochable por injusta y por ir en contra de una ex-
periencia de varios siglos de la que no es posible prescindir a la ligera”. 14
13
Francescakis, Ph: "Algunas precisiones sobre la ley de aplicación inmediata y sus relaciones con las reglas de conflicto de
leyes". En Revue Critique de Droit International Privé, Sirey, Paris, año 1966, Págs. 13 y 2.
14
Carrillo, J.A.: Op. Cit., Pág. 109.
17
CAPITULO TERCERO
FUENTES DEL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO
Las fuentes del Derecho Internacional Privado son: la ley positiva, los tratados interna-
cionales, la costumbre, la jurisprudencia y la doctrina; a ellas se acostumbra agregar la
voluntad de las partes que pueden convenir, en el contrato que celebren, una cláusula
sobre legislación aplicable o ley de la autonomía.
Estas fuentes han sido objeto de numerosas clasificaciones; la más aceptada de ellas
es la que distingue entre fuentes internas y fuentes internacionales, cuyas principales
expresiones son la ley y los tratados, respectivamente.
La idea que se tenga sobre cuáles deben predominar sobre las otras, divide a los auto-
res en particularistas y universalistas.
Los primeros estiman que los problemas que debe resolver el Derecho Internacional
Privado, en su gran mayoría, son propios de cada país, por lo que su solución normal
debe encontrarse en las fuentes internas.
Los universalistas, por el contrario, piensan que esos problemas, por afectar a la Co-
munidad Internacional, y por ser de naturaleza internacional, deben tener soluciones
universales.
El derecho estatal posee una estructura y un poder de coerción bien regulados, lo que
no pasa, aún, con el Derecho Internacional. Desde el punto de vista de su efectividad,
prima entonces el primero sobre el segundo.
“Los Estados modernos se inscriben desde su origen en lo que debe llamarse un or-
den internacional. Los poderes territoriales habrían sido incapaces de constituirse en
Estados si las relaciones internacionales no hubieren obedecido a un mínimo de reglas
comunes, reglas que se han robustecido en el mundo interrelacionado del presente”.
Pero ambas conclusiones, por ser contrarias, no pueden ser válidas a la vez, además
de que es inoficioso buscar supremacía entre ordenamientos distintos.
15
Rigaux, Op. Cit., Pág. 53.
18
terno puede eventualmente renunciar a una regla que estime útil a su propia cohesión,
en la medida que este sacrificio dé sus frutos en un orden internacional suficientemen-
te definido y constituido”. 16
Ambas materias tienen relevancia para el Derecho Internacional Privado, por cuanto
los Derechos Humanos interesan a nacionales y extranjeros; y los imperativos ecológi-
cos por su parte, cuestionan la soberanía absoluta, de los Estados, para usar y abusar
de los recursos naturales que se encuentren en su territorio.
9. LA LEY POSITIVA
Los diversos sistemas jurídicos contienen muy pocas disposiciones de Derecho Inter-
nacional Privado. Además, éstas se encuentran dispersas a lo largo de las respectivas
legislaciones.
Como ejemplos de sistematización podemos citar, entre otras, las leyes especiales
sobre Derecho Internacional Privado que se han dictado en Corea del Sur (1962), en
Australia (1978), a en Hungría (1979) y en Turquía (1982); o las modificaciones que se
han hecho, con el mismo propósito, en el Código civil de Portugal (1967), de España
(1974) y de Argelia (1975).
A. En general
Por medio de los tratados internacionales, los Estados pueden conseguir dos objetivos
que interesan a nuestro ramo: Convenir en un derecho uniforme por medio de normas
sustantivas, u obtener soluciones atributivas iguales para los distintos ordenamientos
jurídicos.
16
Batiffol, H. y Lagarde, P.: “Droit International Privé”, Tomo 1, Librería General de Derecho y de Jurisprudencia, París, 1981,
Pág. 25.
17
Ver Ramírez Necochea, Mario: “Temas para un Derecho de la Humanidad”, Aletia Libros, 1992.
19
La tarea de uniformar las normas de conflicto, ha sido asumida especialmente por dos
organizaciones: La Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado, y la
Organización de Estados Americanos, OEA, sin perjuicio de los esfuerzos que se ha-
cen, en el mismo sentido, con la Comunidad Económica Europea.
18
León S., Avelino: “Nuevas Normas de Derecho Internacional Privado”, Ed. Jurídica de Chile, Stgo., 1986, Pág. 52, 53 y 54.
20
“4. En materia del Comercio Jurídico Internacional, las siguientes Convenciones Inter-
americanas:
“Estas convenciones fueron suscritas por Chile en CIDIP I y han sido también ratifica-
das por nuestro país.
“d) Sobre Conflictos de Leyes en Materia de Cheques, suscrita por Chile en CIDIP II.
“e) Sobre Conflictos de Leyes en Materia de Sociedades Mercantiles, precedentemen-
te citada.
“Estas Convenciones fueron suscritas por Chile en CIDIP I. Nuestro país no suscribió
en esa misma ocasión un Protocolo Adicional a la Convención Interamericana sobre
Exhortos o Cartas Rogatorias.
B. Código de Bustamente
2º. Respecto de los países que no lo han ratificado, constituye fuente de principios del
Derecho Internacional; y los principios tienen especial validez cuando la ley se remite a
ellos, como sucede en materias de domicilio político, de inmunidades de jurisdicción o
de extradición.
“Para el ejercicio de los derechos civiles y para el goce de las garantías individuales
idénticas, las leyes y reglas vigentes en cada Estado contratante se estiman divididas
en las tres clases siguientes:
II. Las que obligan por igual a cuantos residen en el territorio, sean o no nacionales,
denominadas territoriales, locales o de orden público internacional.
Las definiciones contenidas en este artículo, permiten determinar, por ejemplo, el al-
cance del artículo 27, que entrega la regulación de la capacidad de las personas indi-
viduales a la “ley personal”; o del artículo 68, que considera “de orden público interna-
cional” las disposiciones que establecen el deber de prestar alimentos, su cuantía, etc.
11. LA COSTUMBRE
“Pero este alumbramiento del derecho por la voluntad colectiva puede ser más o me-
nos directo, más o menos espontáneo; de ahí la distinción, tradicional y necesaria, de
las fuentes del derecho en dos categorías: la costumbre y la ley, tomando estos nom-
bres en su más amplia acepción. 19
Dentro de este esquema tan amplio, el derecho consuetudinario es aquel que se basa
en la costumbre, entendiéndose por tal a “...toda fuente de derecho distinta a la ley” 20;
y la jurisprudencia no es más que un aspecto de la costumbres, “... no es otra cosa
que el derecho consuetudinario moderno”. 21
19
Josserand, Louis: “Derecho Civil”, T. 1º. Vol 1º E.J.E.A. Boschi y Cía., Editores, Buenos Aires, 1950, Págs. 23, 99 y 103.
20
Josserand, Luis: “Derecho Civil”, T. 1º E.J.E.A. Bosch y Cía., Editores, Buenos Aires, 1950, Págs. 23, 99 y 103.
21
Josserand, Luis: “Derecho Civil”, T. 1º E.J.E.A. Bosch y Cía., Editores, Buenos Aires, 1950, Págs. 23, 99 y 103.
22
Pillet, Antonio: “Principios de Derecho Internacional Privado”, Madrid, 1923, Tomo I, Pág. 155.
22
12. LA JURISPRUDENCIA
La jurisprudencia no constituye una fuente del derecho debido a que, como señala el
artículo 17 de nuestro Código Civil:
"Art. 17.- Los usos y costumbres no pueden crear derechos sino cuando las leyes se
refieran a ellos o en situaciones no regladas legalmente. (T.O. por la Ley 17.711)".
Esta discusión no alcanza a los países regidos por el common law, en donde el dere-
cho está constituido por los precedentes judiciales. El derecho lo hace el juez.
Es cierto que en los países de derecho escrito, las sentencias judiciales sólo tienen
fuerza obligatoria respecto de las causas respectivas. Sin embargo.
“El carácter fragmentario e insuficiente (de los textos legales) hace que sea necesaria
una jurisprudencia abundante y constructiva. De hecho, la fuente esencial del Derecho
Internacional Privado francés se encuentra aún hoy en la jurisprudencia de la Corte de
Casación y de las jurisdicciones sometidas a su control”. 23
13. LA DOCTRINA
A. En general
Las ideas y opiniones de los juristas sólo intervienen, por lo general, en forma mediata
o indirecta, en la labor formativa del derecho.
23
Batiffol, H.Y Lagardde, P., Op. Cit., Pág. 19.
23
Desde este punto de vista, podemos decir que la doctrina, es, aunque en forma indi-
recta, la fuente más importante de nuestra disciplina.
B. Principios doctrinarios
Sin perjuicio de aceptar plenamente la idea que el Derecho debe ser guiado por los
valores de la justicia y de la seguridad jurídica, la doctrina de nuestro ramo postula
principios específicos del Derecho Internacional Privado.
Esta preocupación se ha centrado en la parte atributiva del ramo, debido a que ésta,
por su esencia, plantea problemas que le son exclusivos y que requieren, por lo mis-
mo, de orientaciones teóricas especiales.
De acuerdo con este principio, una ley extranjera no puede aplicarse, cuando sus dis-
posiciones sean contrarias a ciertas normas de lex fori que se consideren fundamenta-
les.
Este principio obedece a la idea de conseguir la unidad de las soluciones que den,
para un mismo asunto, los distintos ordenamientos que sea consideren competentes.
“Es inútil buscarla con el Derecho Internacional privado de un solo Estado, pues no se
sabe lo que hace o harán los demás. Según las circunstancias, se puede buscar la
armonía con otro Estado o con varios, muy rara vez con todos. Ante eso, hay que aspi-
rar cuando menos a construir el Derecho Internacional Privado propio de la manera
más justa posible, que si con ellos se logran soluciones convincentes, éstas pueden
irradiar y fructificar en posteriores unificaciones del Derecho Internacional Privado".
24
Albónico Valenzuela, Fernando: “El Derecho Internacional Privado, ante la jurisprudencia chilena”, Edit. Nacimiento, Santia-
go, 1943, Pág. 12.
25
Kegel, Gerhard: “Derecho Internacional Privado”, Ediciones Rosaristas, Bogotá, 1982, Pág. 80.
24
Este principio se encuentra muy vinculado con el anterior; sin embargo, por su impor-
tancia, lo estudiaremos en forma especial en el número 29.
Para Pillet, representa “la piedra angular del edificio del Derecho Internacional Priva-
do”; para Arminjon, en cambio, constituye un pseudo principio que no da ninguna solu-
ción.
En Estados Unidos, el principio de los “vested rights” tuvo una gran acogida, y sirvió de
inspiración al Primer Restatement, de Conflicto de Leyes, que se publicó en 1934.
Este principio, llamado del centro de gravedad de la relación jurídica por Von Gierke,
ofrece algunas variantes.
“que, para cada relación de derecho, se busque el territorio jurídico al que ella perte-
nece o está sometida según su propia naturaleza, en el cual tiene ella su asiento”.
De este principio, Savigny deriva los siguientes: El derecho de las personas debe ser
conectado con la ley de su domicilio; los bienes corporales, muebles o inmuebles, con
la lex rei sitae; la forma de los actos, con la lex locus; las obligaciones, con la ley del
lugar de su cumplimiento; el procedimiento, con la lex fori; el delito, con la ley del lugar
donde se cometió, etc.
El segundo Restatement, que fue publicado por el American Law Institute en 1971, y
cuyo redactor principal fue Willis Reese, acoge la idea de la relación más significativa,
the most significant relationship, entre el problema a resolver y la legislación aplicable.
De acuerdo con este principio, hay que ajustarse a la legislación que esté en mejor
posición para imponer su punto de vista,
"Así, deben evitarse las decisiones que no pueden hacerse efectivas. Por ejemplo, en
Alemania no se pronunciará condena de restitución de un automotor que se halla en
Nueva York, cuando según el derecho de éste, el demandante no puede obtenerla y,
por tanto, probablemente la sentencia alemana no sea reconocida en ese Estado nor-
teamericano".
“El ya mencionado -y no laudable- espíritu casero de los jueces también cuida en parte
de este mismo interés: Preferible el derecho propio aplicado acertadamente, que uno
extranjero aplicado tal vez en forma completamente equivocada”. 26
26
Kegel, Op, Cit., Págs. 83 y 84.
25
El Derecho trata de impedir las antinomias, esto es, las reglas que dan soluciones con-
tradictorias para un mismo asunto.
Pillet sostenía que si la finalidad social perseguida por la ley sustantiva del foro requie-
re su aplicación a un caso dado, debe atenderse a ella y no a alguna extranjera que
también pueda ser aplicable.
Si esto ocurre, la limitación del orden público opera con preferencia sobre los otros
principios, en beneficio de los conceptos básicos de la lex fori.
En seguida,
“el principio rector del Derecho Internacional Privado es el de la conexión más estre-
cha, el que debería conducir, si este principio fuere reconocido por todos, a un acer-
camiento de las reglas de conexión existentes y, por consecuencia, a la armonía inter-
nacional de las soluciones”. 28
Por último, y en general, se debe aplicar el principio que cumpla en mejor forma, para
el caso concreto, los requerimientos de la justicia y de la seguridad jurídica.
27
Kegel, G., Op. Cit., Pág. 82.
28
Van Hecke, Georges: “Principios y métodos de solución de los Conflicto de Leyes”, Recuelil de Corus, 1969, A.W. Sijthoff,
Ley de, 1970, Pág. 445.
26
14. ANTIGÜEDAD
Debido a diversos factores económicos, culturales y religiosas que han sido analizados
por los historiadores, la ciudad antigua era hostil para los extranjeros; a éstos gene-
ralmente no se les permitía gozar de las leyes de la ciudad, e incluso se les negaba la
condición de sujetos de derecho.
Sin embargo, las relaciones pacíficas se facilitaron con el desarrollo del comercio, de-
bido al interés de compradores y de vendedores, sin distinción basada en la extranje-
ría, por concurrir a los mercados.
De ahí que en el mundo mercantil de los fenicios y de los griegos, se bosquejara una
especie de lex mercatoria, de una legislación mercantil común, basada en los usos y
costumbres de los comerciantes.
También era natural que se relacionaran con frecuencia los individuos de una misma
raza, lengua o cultura, aunque pertenecieran a comunidades políticas distintas.
Así por ejemplo, en una inscripción del año 100 A. de C., aparece una tratado entre
Efeso y Sardes, que determina la competencia de los jueces de la ciudad del victimario
para conocer de los reclamos de éste con motivo de algún hecho ilícito, y dispone que
el asunto sea resuelto con la ley del tribunal. 29
Del mismo modo, existía tratados entre los reinos hebreos de Israel y de Judá, que se
referían a problemas de competencia judicial, de procedimiento y aun de legislación
aplicable.
Como el jus civile era privativo de los ciudadanos romanos, fue necesario elaborar un
derecho común a todos los hombres, el jus gentium, fundado en la equidad natural;
además, en el año 242 A. de C., fue creado un pretor especial encargado de aplicar
las leyes de los peregrinos.
La unidad política del imperio llevó progresivamente a la unidad legislativa, lo que vino
a solucionar los problemas que planteaban las relaciones jurídicas mixtas, que se ha-
cían cada día más frecuentes. Por último, el edicto de Caracalla, derribó las bases
mismas de la diferenciación legislativa.
29
Ver Lewald, H. “Conflictos de Leyes en el mundo griego y romano”, Rev, Crit, de D.I. Priv., 1968, 419-440; 615-639.
30
La noción de la hospitalidad aparece también entre los hebreos, como mandato bíblico, en Génesis 23,9.
27
Al formarse los reinos germanos-romanos, los antiguos habitantes del imperio siguie-
ron sometidos al derecho romano común; pero cada uno de los grupos germanos,
vencedores, continuó con sus propias costumbres.
Con el transcurso del tiempo, las diferencias fueron paulatinamente eliminándose; así,
ya en el siglo X, encontramos cierta uniformidad legislativa, aunque en sentido diverso
según las regiones: Mientras en el sur se generaliza el derecho romano, en el norte,
donde había mayoría germánica, termina por imponerse el derecho consuetudinario.
En el fondo, la teoría de los conflictos de leyes gira en torno a estos dos sistemas.
En los últimos siglos de la Edad Media, las ciudades del Norte de Italia como Bolonia,
Florencia, Génova, Milán, Padua y Venecia, ejercían un activo comercio.
Cada una se regía por sus propias reglas, llamadas estatutos, sin perjuicio que el de-
recho romano constituyera una especie de derecho supletorio general.
De ahí que fuera necesario definir qué estatuto sería aplicable a las relaciones jurídi-
cas que se producían entre los súbditos de las distintas ciudades.
De este problema se preocuparon, entre los siglos XIII y XV, los “estatutarios” de la
Escuela de Bolonia.
Los primeros estatutarios buscaron sus soluciones glosando el derecho romano; entre
éstos destacaron, en el siglo XIII, Jacobo Baldini y Acurcio. Sus continuadores fueron
los post-glosadores o comentadores, quienes expusieron sus ideas entre los siglos
28
Como los problemas que originan los conflictos de leyes eran, y son, variados y com-
plejos, no fue posible resolverlos con reglas más o menos generales, de ahí que los
estatutarios analizaran las distintas materias buscando, para cada una de ellas, una
regla especial.
Baldini, alrededor del año 1235, distinguió entre las leyes del procedimiento y las leyes
de fondo.
Las primera las entregó a la lex fori, aceptando la posibilidad de que el fondo del asun-
to controvertido, fuera resuelto por otra ley.
Esta división de las leyes, que también es básica para el Derecho Internacional Priva-
do, fue más tarde analizada y comentada por Bartolo.
Los estatutarios indicaron que la ley aplicable a los contratos, debía ser la del lugar de
su conclusión, de acuerdo con la fórmula de que la ley del lugar rige el acto. (lex locus
regit actum).
Bartolo aceptó la lex locus para regir los efectos directos del contrato, como la obliga-
ción de entregar la cosa vendida o pagar el precio; pero las perturbaciones posteriores
que pudieran producirse por culpa o mora del deudor, las sometió a la ley del lugar
convenido para el cumplimiento o, en subsidio, a la lex fori.
Belleperche sometió las sucesiones a la ley de situación de los bienes, porque estimó
que conciernen a los bienes y no a las personas; de esta manera aceptó explícitamen-
te la existencia de dos tipos de leyes: las que conciernen a las personas y a las cosas,
respectivamente.
Siguiendo esta idea, Bartolo distinguió el estatuto personal del estatuto real, aunque
puso demasiado énfasis, para diferenciarlos, en la redacción del estatuto. Así, por
ejemplo:
31
Citado pro Kegel, G.: Op. Cit., Pág. 103.
29
Se ha censurado mucho a Bartolo su forma, para algunos ilógica, de recurrir a los ma-
tices del texto, sin embargo, es perfectamente legítimo utilizar este método, por cuanto
dichos matices reflejan, frecuentemente, las distintas variaciones de la voluntad.
Curtius dio una razón por la cual el estatuto personal debe aplicarse en forma extrate-
rritorial: “la razón es que el estatuto sería ilusorio si, saliendo de la ciudad, fuera permi-
tido contravenirlo”, es necesario, entonces, que se aplique en forma permanente.
Los delitos fueron sometidos a la ley del lugar en que se cometieron; aunque algunos
autores, especialmente Bartolo, exigían que si se trataba de un extranjero, había que
probar que conocía el estatuto local que tipificara el hecho ilícito.
Entre los siglos XIII y XV, las costumbres se habían uniformado al interior de cada pro-
vincia francesa, y ya en el siglo XVI, las relaciones interprovinciales habían adquirido
cierto desarrollo.
Como consecuencia, nació la Escuela Estatutaria Francesa del siglo XVI, cuyos princi-
pales exponentes fueron Dumoulin (1500-1566) y D’Argentré (1519-1590).
b) Fundamentar la aplicación de la ley de la autonomía, esto es, la ley elegida por las
partes para regular un contrato; en efecto, complementando las ideas de Curtius, esti-
mó que si la ley del lugar de conclusión del contrato se aplica porque así lo han queri-
do las partes, éstas igualmente pueden someterse a otra ley.
Para afianzarla, sostuvo que el objetivo primordial del legislador, es regular la vida de
la comunidad material de los habitantes de su territorio.
Las primeras son personales, puesto que siguen a las personas donde quiera que va-
yan; pero como son excepcionales, su contenido se reduce sólo al estado y a la capa-
cidad general de las personas.
32
Ver Nº 26.
30
Las leyes que se refieren tanto a las personas como a las cosas, o leyes mixtas, si-
guen necesariamente la regla general de la territorialidad.
Esta clasificación de las leyes no es científica, por cuanto en ella no cabe la ley del
delito, del procedimiento o del contrato; y su objetivo es más político que jurídico, por
cuanto persigue solamente la primacía de la ley territorial.
De esta manera, existía la necesidad de un derecho de relación, pero que fuera mar-
cadamente territorial; de ahí que acogieran las doctrinas de D’ Argentré, que satisfacía
los requerimientos expuestos.
Sin embargo, las soluciones localistas de éste fueron proyectadas al plano internacio-
nal, debido a las relaciones intensas que mantenía Holanda, con países de otras lati-
tudes.
Este principio ha sido objetado por ser un principio tan vago e incierto que, según es-
cribe Duncker,
“conduce frecuentemente a dejar al arbitrio del juez la elección de la ley que le agrade
aplicar. Esto es enteramente inadmisible, ya que el derecho y la justicia no pueden
quedar subordinados a un acto de capricho, de gracia o de favor”. 33
Ulric Huber (1636-1694) contestó la segunda interrogante: Aceptó que por razones de
cortesía y para favorecer al comercio internacional, cada Estado debe aceptar los de-
rechos adquiridos en el extranjero, pero siempre que no atenten contra el orden básico
local.
33
Duncker, F.: “Derecho Internacional Privado Parte General”, Ed. Jurídica de Chile, 1950, Pág. 361.
31
El activo comercio internacional que ejercía Francia obligó a sus juristas, en el siglo
XVIII, a ampliar la aplicación extraterritorial de la ley.
Froland, fallecido en 1746, sostuvo que las personas son más importantes que los
bienes, razón por la cual deben primar sobre éstos al determinarse la aplicación de las
leyes.
Sin embargo, esta presunción favorable a la ley personal no tuvo mucha acogida; de
ahí que:
"El Repertorio de Guyot, continuado por Merlín, que fue la fuente esencial de informa-
ción de los jueces a comienzos del siglo XIX, declarara que, en general, las costum-
bres son reales". 34
El interés de la Escuela Estatutaria Francesa del siglo XVIII consiste en que es una
escuela de transición entre las viejas e insuficientes doctrinas del siglo XVI, y las visio-
nes modernas de ésta rama del Derecho.
34
Batiffol, H.: Op.Cit., Pág. 272.
32
CAPITULO SEGUNDO
EL DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO CONTEMPORÁNEO
A. Visión General
La necesidad de cada Estado de tener sus normas de conflicto, coincidió con el movi-
miento codificador de la época. Así fue como los diversos códigos, que se fueron dic-
tando, contemplaron disposiciones específicamente atributivas.
"Friedrich-Carl Von Savigny, que trató los problemas de los conflictos de leyes, en el
tomo 8º de su “Tratado de Derecho Romano” (1849), y
El mérito de la obra de Story fue haber hecho, por primera vez, una exposición de con-
junto de las teorías que se habían enunciado hasta la fecha, tratando sistemáticamen-
te todas las materias del ramo.
“No es exagerado decir que impuso orden en un casi inimaginable caos. En la lengua
inglesa, no se había publicado antes ningún tratado comparable a éste, sobre la mate-
ria. No había más que un conjunto de decisiones inglesas. Sus únicas fuentes de ins-
piración, eran confusas y contradictorias disquisiciones con las cuales los estatutarios
continentales habían trabajado. Sin embargo su libro es una exposición tan completa
de los principios básicos enunciados por estos escritores continentales, que presenta,
al lector interesado, una recopilación adecuada del tan poco atrayente material. Pero
el verdadero servicio que prestó Story al Derecho Internacional Privado fue que, al
elaborar un conjunto de principios concordantes con el espíritu del common law, pro-
dujo lo que sólo puede ser descrito como el renacimiento del ramo”. 35
La base fundamental de las soluciones propiciadas por Story, descansan en los princi-
pios de la Escuela Estatutaria Holandesa. Este hecho se explica no sólo por los víncu-
los históricos entre Inglaterra y Holanda, sino también por el hecho de que el common
law tradicional posee un carácter tan marcadamente territorialistas, como el sustenta-
do por los holandeses; por otro lado, el espíritu de independencia y el desarrollo del
35
Cheshire, G.C.: “Private International Law”, Oxford at the Clarenden Press, 1961, Pág. 37.
33
Sin embargo, Story no sólo tuvo importancia en los países angloamericanos, sino tam-
bién en el continente europeo, puesto que sus comentarios constituyeron la única sín-
tesis doctrinaria de los autores del pasado.
La doctrina jurídica romanista, concibe el derecho como la razón escrita, como un sis-
tema basado en la lógica; por este motivo, Savigny y los autores modernos del Dere-
cho Internacional Privado en Europa Continental y en América Latina, han tratado de
construir un sistema racional de conflictos de leyes, deduciéndolo de ciertos principios
fundamentales.
“Nuestra concepción inglesa del derecho, nos librera del fantástico sofisma adoptado
en parte del continente, que el Derecho Internacional Privado puede ser encuadrado
en un sistema uniforme, deducido a través de la meditación de los juristas, e impues-
to, en virtud de su consistencia lógica, a los diversos tribunales de Europa”. 36
Sin embargo, aunque es cierto que la base del common law no es la deducción lógica
sino el análisis de la experiencia, el método adoptado en la práctica por los tribunales
angloamericanos corresponde, en el fondo, al sugerido por Savigny: Observando las
circunstancias determinantes, intentan decidir el caso de acuerdo con la legislación
que esté más de acuerdo con la naturaleza de los vínculos en juego.
“Los jueces ingleses nunca aplican otra ley que la propia, y cuando vulgarmente se
dice que aplican una ley extranjera, lo que hacen es sólo aplicar un derecho adquirido
bajo la ley de un país extranjero”. 37
Para los segundo, el tribunal ni siquiera reconocería los derechos adquiridos en el ex-
tranjero, por cuanto un derecho sería sólo una mera expectativa, mientras el juez no le
haya dado el carácter de tal. Por consiguiente, no sería la ley extranjera, sino la ley
local o lex fori, la que consideraría las situaciones creadas en el extranjero, para darle
o no el carácter de derechos adquiridos.
36
Harrison Frederick: “Jurisprudene and the Conflicts of Law”, Pág. 123. Citado por Cheshire, Op. Cit. Pág. 30.
37
Dicey: Conflicts of Laws” (5th. ed.) Pág. 18, citado por Cheshire, Op. Cit. pág. 31.
34
Las teorías expuestas constituyen elaboraciones artificiosas, que sólo pretenden de-
mostrar que la única ley aplicable, por un juez angloamericano, es la lex fori.
Esta concepción tan estrecha, es rechazada en la actualidad por los autores y por la
jurisprudencia, que no ven en la aplicación de la ley extranjera, una abdicación de la
soberanía.
“Las reglas atributivas inglesas son parte de la ley de Inglaterra, y cuando, por ejem-
plo, un tribunal estudia, mediante la ley francesa, la validez de un contrato celebrado
por dos extranjeros en París, está aplicando una regla impuesta por la soberanía in-
glesa, que es parte de la ley territorial de Inglaterra”. 38
La territorialidad del derecho no tiene ya, para los angloamericanos, el significado loca-
lista que le dieron Dº Argentré, Huber y Story. Por otro lado, existe una tendencia ha-
cia el universalismo, que encontramos resumida en la siguiente cita:
“Vivimos en una civilización donde las fronteras estatales, y aun nacionales, no tienen
mucho que ver con nuestra vida diaria. Conducimos nuestros asuntos, comerciales o
sociales, sin considerarlas. Pero esas fronteras tienen significado legal. Cada nación y,
en este país, cada estado, tiene su propia maquinaria legislativa y judicial. Esta conti-
nuará siendo la situación, a menos que haya un cambio revolucionario, cuyos signos
aparentes no se han expresado aún. Pero debemos esperar que el futuro, junto con el
mayor desarrollo y facilidades de las comunicaciones, disminuya el sistema de las
fronteras, en los asuntos concernientes a la vida privada de las personas. Es la tarea
de los profesionales del derecho, hacer que la vida del siglo XX calce en las estructu-
ras políticas, con un máximo de justicia y un mínimo de fricción. Nosotros debemos
clarificar los principios que determinen la elección de la ley que gobierne un asunto
vinculado con lugares diferentes. La solución debe ser justa para las partes; debe ser
tan clara, como sea necesario para que sea fácilmente comprendida y aplicada”. 39
Una de las consecuencias del principio de la soberanía de los pueblos, fue el senti-
miento nacionalista que animó las revoluciones europeas de 1848.
38
Cheshire, Op. Cit., Pág. 32.
39
Cheatham, Goodrich, Griswold and Reese, Op. Cit., Pág. 344.
35
Jurídicamente, la construcción de Mancini fue impugnada, por cuanto las leyes territo-
riales constituyen la regla general, y no la excepción a un predominio hipotético de las
leyes personales.
Además, las leyes se dictan para las personas, pero viviendo en sociedad, en tal forma
que el objeto básico del legislador es la colectividad que habita un territorio determina-
do; este cambio de perspectiva, permitió regresar a una concepción más territorialista
del derecho.
Sin embargo, la personalidad de la ley fue todavía defendida por Antoine Pillet (1857-
1926), profesor de la Universidad de París.
Para los efectos de la aplicación extraterritorial del derecho, cuya fuerza obligatoria
emanaría del respeto a la soberanía extranjera. 40 Pillet distingue dos clases de leyes
según su finalidad:
1. Leyes Permanentes, que se han dictado para proteger al individuo, y que deben
seguirlo en el espacio para que no se desvirtúen; serían las leyes personales.
2. Leyes Generales, que garantizan el orden y la paz pública; serían las leyes territo-
riales.
Niboyet (1886-1952), discípulo de Pillet, adhirió a las ideas de su maestro; pero más
tarde las abandonó al constatar que la gran mayoría de las leyes son generales, afir-
mando así el territorialismo tradicional.
40
Para Pillet, el Derecho Internacional Privado no es sino una rama del Derecho Internacional Público, por cuanto los conflictos
de leyes no serían sino conflictos de soberanía.
36
c) Los estatutarios partían del estudio y clasificación de las normas jurídicas, para de-
terminar, qué relaciones debían ser regidas por cada una de ellas.
Savigny consideró que estos conceptos eran confusos y ambiguos; en su lugar, centró
el problema en la relación jurídica ara luego buscarle, a cada una, la legislación más
adecuada a su naturaleza.
Al hacerlo así, invirtiendo la perspectiva que tuvieron los estatutarios, no necesitó ha-
cer nuevas clasificaciones de las leyes sino que, simplemente, siguió el esquema del
derecho romano.
De esta manera consideró que las personas deben seguir la ley del Estado donde ten-
gan su domicilio político, porque “la experiencia secular del derecho romano demues-
tra que ese es el factor real de conexión de una persona”; los bienes deben seguir la
ley de su situación porque, como ocupan un lugar y los percibimos en un espacio de-
terminado, el lugar en que se encuentren es, al mismo tiempo, el asiento de la relación
jurídica que los afecta; y así, razonadamente determinó que la legislación aplicable a
las obligaciones debe ser la del lugar donde deban cumplirse, salvo acuerdo en con-
trario; el delito debe regirse por la ley del lugar en que se cometió, etc.
La aspiración universalista de Savigny fue exagerada por von Bar, quien llegó a soste-
ner en su “Theorie und Praxies des Privates Internacionales Rechs” (1862), que el
derecho interno contrario al orden internacional, no es derecho.
Anzilotti enseñó que las reglas de Derecho Internacional Privado son sustancialmente
internacionales, pero propias de cada Estado, con lo cual la doctrina italiana rompió
definitivamente con Mancini.
La tesis particularista olvida que el Estado, a través del Derecho Internacional Privado,
puede perseguir objetivos que no podría alcanzar con su derecho interno. Así, por
ejemplo, la adopción de un sistema uniforme de conflictos, puede corresponder a una
política de integración que escapa a las posibilidades de la legislación sustantiva loca.
Recordemos también que la ley personal, basada en la nacionalidad, fue enunciada
por Mancini para cumplir con finalidades específicas, y que la basada en el domicilio,
por su parte, corresponde a las necesidades de un país de inmigración.
Las consideraciones anteriores han llevado a un análisis más objetivo de las tenden-
cias particularistas y universalista. En Francia, esta posición es sostenida por Lere-
bours Piggeonniére, en su obra “Précis de Droit Int. Privé” (1928, 6ª edición, 1954).
En esa época, y hasta mediados del siglo XX, se utilizó especialmente el método atri-
butivo, haciéndose uso de las normas de conflicto contenidas en las leyes internas,
para regular el tráfico internacional.
Este hecho se explica porque las relaciones jurídicas internacionales eran, en general,
semejantes a las del derecho interno: compraventa, matrimonio, divorcio, sucesión por
causa de muerte, etc., y sólo diferían en la circunstancia de que aquellas se realizaban
a través de las fronteras.
En este período, que puede llamarse clásico para el ramo, se utilizaron sin embargo
normas sustantivas, para regular la condición jurídica de los extranjeros y para fijar la
competencia jurisdiccional; además, ya existían las normas de aplicación inmediata,
que aún no recibían este nombre doctrinario, pero que han regido desde antiguo los
aranceles e impuestos, y otras materias que puedan incidir, también, en la actividad
internacional.
Pero estas normas se utilizaron en forma tan excepcional respecto de las atributivas,
que el ramo se identificaba, en la práctica, con los conflictos de leyes.
41
Batiffol, Henri: Op. Cit., Pág. 292.
38
"Por otra parte, tienden a salirse del cuadro estatal: no buscan solamente escapar a
ese cuadro, sustituyendo sistemáticamente, por ejemplo, la jurisdicción por el arbitraje;
tienen también la tendencia a utilizar al servicio de sus intereses, la fragmentación del
mundo en sistemas jurídicos distintos, jugando con la diversidad de condiciones de
trabajo, de niveles salarios y de precios, de políticas monetarias, fiscales, económi-
cas...". 42
1. Ha aumentado el uso del método sustantivo para la regulación de los negocios in-
ternacionales. La lex mercatoria, en particular, ha adquirido un gran desarrollo, de-
bido a que la vida de los negocios evoluciona mucho más rápido que el lento proce-
so de modernización de los ordenamientos estatales.
2. Existe una zona gris del derecho, que no regula debidamente los negocios interna-
cionales; el caso CODELCO constituye un ejemplo dramático de esta falencia.
3. Los actores principales del comercio internacional son las empresas transnaciona-
les, que tienen una gran importancia para el progreso económico.
Es necesario preocuparse con mayor énfasis de las técnicas de los conflictos de leyes:
calificación y consagración de las nuevas figuras jurídicas del comercio internacional,
sus relaciones con las teorías del orden público y de los conflictos móviles, extranjería
de las empresas, etc. Pero además, deben estudiarse los métodos de regulación di-
recta de las relaciones jurídicas internacionales, y las normas de aplicación inmediata
que deban dictarse para que esas relaciones eran limpias y provechosas para la co-
munidad.
42
Holleaux, D., Foyer J. y de La Pradella, G.: Droit International Privé, Masson, París, 1987, Pág. 167.
39
TERCERA PARTE
TEORÍA DE LOS CONFLICTOS DE LEYES
Para determinar qué es una norma de conflicto de leyes, y fijar su contenido, debemos
recordar las nociones generales del Derecho Internacional Privado, especialmente en
cuanto a su definición y a los métodos que utiliza.
El Derecho Internacional Privado es la rama del derecho que se refiere a las relacio-
nes jurídicas entre particulares cuando intervienen, en ellas, elementos internacionales
relevantes.
a) Método directo, que consiste en regular las relaciones jurídicas a través de normas
sustantivas, o
b) Método indirecto, que consiste no en regular, sino en determinar la legislación que
va a regir la materia.
La norma de conflicto de leyes es, entonces, aquella que determina la legislación apli-
cable a una relación jurídica de Derecho Internacional Privado.
Las normas de conflicto que se limitan a ordenar cuándo se aplica el derecho material
nacional, se denominan unilaterales, imperfectas o incompletas.
“Art. 10.- Los bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por
las leyes del país, respecto a su cálida de tales, a los derechos de las partes, a la ca-
pacidad de adquirirlos, a los modos de transferirlos, y a las solemnidades que deben
acompañar esos actos. El título, por lo tanto, a una propiedad raíz, sólo puede ser ad-
quirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la República".
Art. 11.- Los bienes muebles que tiene situación permanente y que se conservan sin
intención de transportarlos, son regidos por las leyes del lugar en que están situados;
pero los muebles que el propietario lleva siempre consigo, o que son de uso personal,
esté o no en su domicilio, como también los que se tienen para ser vendidos o trans-
portados a otro lugar, son regidos por las leyes del domicilio del dueño.
43
Llamadas también atributivas o de colisión.
40
Las normas de conflictos bilaterales, perfectos o completas son aquellas que determi-
nan la legislación aplicable, sea ésta nacional o extranjera.
El art. 3283 del Código Civil señala que la sucesión se rige por la ley del último domici-
lio del causante.
Es bilateral porque, en virtud de ella, puede aplicarse la ley nacional o una ley extran-
jera.
Es perfecta porque siempre se sabrá qué legislación va a regir a la sucesión, una vez
determinado el último domicilio.
Esta diferencia no sólo obedece a un criterio técnico, de sistemas distintos para elegirá
la ley aplicable, sino a otro más profundo, ligado a la razón de ser de la norma de con-
flicto.
El dilema aparente es considerar que ésta sólo debe delimitar el ámbito territorial o
personal de ordenamiento nacional a que pertenece, o debe determinar el derecho
aplicable, sea nacional o extranjero, a una relación jurídica que contenga elementos
internacionales.
Estos autores se basan en que el ámbito de aplicación de una ley no puede ser limita-
do más que por los criterios del ordenamiento jurídico al cual pertenece y que, por
consiguiente, sería atacar la soberanía de los Estados extranjeros si se pretendiera
fijar, con normas bilaterales de la lex fori, la aplicación de la ley de alguno de estos
Estados.
Así, por ejemplo, si el causante tuvo su último domicilio en Alemania, la ley argentina
estaría determinando la competencia de la ley alemana, sin facultad para ello.
Este razonamiento va muy lejos por cuanto se trata sólo de utilizar disposiciones ex-
tranjeras en un asunto entre particulares, y no de medir los poderes del Estado extran-
jero que las ha dictado. No hay envuelto, en ello, ningún problema de soberanías.
“En el marco del método de atribución, por tanto, en el que lo genuino es el respeto al
elemento extranjero y la eventual referencia a un Derecho extranjero para la regula-
ción del supuesto de tráfico externo, todo aboga por la mayor conveniencia de la bila-
terialidad de las normas de conflicto. Mayor conveniencia tan solo, sin embargo, por-
que es indudable que una solución de equilibrio se impone en este complejo problema:
equilibrio entre una irreductible unilateralidad, pues en definitiva la función primaria y la
primera obligación de todo sistema jurídico es delimitar su ámbito de aplicación perso-
nal y territorial, y una conveniente bilateralidad pues, sin llegar a una total equiparación
entre el Derecho del foro y el Derecho extranjero, el método de atribución aspira a una
igualdad funcional entre ambos, a una neutralización de la lex fori y a una puesta en
común de los ordenamientos jurídicos a fin de organizar su convivencia.
sobre regulación del matrimonio, a pesar de que en uno y en otra predominen las so-
luciones bilaterales”. 44
Del mismo modo, y aunque los Códigos recientes sean bilaterales, la ley francesa del
11 de julio de 1975 ha adoptado en materia de divorcio una regla de conflicto de tipo
unilateral.
La unilateral, en cambio, da énfasis a la coherencia del derecho interno; por tal motivo,
sólo puede contemplarse en las legislaciones internas de cada país.
Este elemento se denomina factor de conexión o localizador, que varía según la cate-
goría de las materias de que se trate.
44
Carrillo, J.A., Op. Cit. Pág. 143.
42
"A las leyes patrias que reglan las obligaciones y derechos civiles, permanecerán suje-
tos los chilenos, no obstante su residencia o domicilio en país extranjero".
"1. En lo relativo al estado de las personas y a su capacidad para ejecutar ciertos ac-
tos, que hayan de tener efecto en Chile";
“2. En las obligaciones y derechos que nacen de las relaciones de familia; pero sólo
respecto de sus cónyuges y parientes chilenos”.
En otras palabras, el chileno se encuentra sujeto a las leyes patrias que regulan las
materias indicadas en el artículo 15, aunque se encuentre en el extranjero, debido a su
nacionalidad.
"El derecho de sucesión al patrimonio del difunto, es regido por el derecho local del
domicilio que el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o extranje-
ros".
De acuerdo con esta disposición, el juez debe aplicar una ley extranjera, respecto a la
sucesión de un causante, chileno o extranjero, que haya tenido su último domicilio
fuera del país; esto se entiende sin perjuicio de las excepciones legales que veremos
en su oportunidad.
"Las leyes son obligatorias para todos los que habitan el territorio de la República,
sean ciudadanos o extranjeros, domiciliados o transeúntes".
"Art. 10.- Los bienes raíces situados en la República son exclusivamente regidos por
las leyes del país, respecto a su calidad de tales, a los derechos de las partes, a la
capacidad de adquirirlos, a los modos de transferirlos, y a las solemnidades que deben
acompañar esos actos. El título, por lo tanto, a una propiedad raíz, sólo puede ser ad-
quirido, transferido o perdido de conformidad con las leyes de la República".
"Art. 11.- Los bienes muebles que tienen situación permanente y que se conservan sin
intención de transportarlos, son regidos por las leyes del lugar en que están situados:
pero los muebles que el propietario lleva siempre consigo, o que son de su uso perso-
nal, esté o no en su domicilio. Como también los que se tienen para ser vendidos o
transportados a otro lugar, son regidos por las leyes del domicilio del dueño".
“Las formas y solemnidades de los contratos y de todo instrumento público, son regi-
das por las leyes del país donde se hubieren otorgado".
43
Este artículo, que aplica el principio de que la ley del lugar rige al acto -"lex locut regit
actum"-, contempla, como factor de conexión, el lugar donde el instrumento público se
otorgue.
44
CAPITULO SEGUNDO
RELACIONES DE LOS SISTEMAS DE SOLUCIÓN
Las grandes categorías jurídicas son las mismas en todos los sistemas modernos:
personas, bienes, forma de los actos, contratos, sucesión por causa de muerte, proce-
dimiento, delitos, cuasidelitos, etc.
Sin embargo, el contenido de estas categorías puede variar de un país a otro; así, la
ruptura de los esponsales puede ser considerada como delito, como infracción de un
contrato, o como un simple hecho privado que no produce obligación legal alguna; o
una mina puede ser considerada como bien inmueble para una legislación, o como
mueble para otra.
Por otra parte, los factores de conexión que utilice un Estado para cada categoría jurí-
dica, pueden ser distintos a los que utilice otro Estado.
Así, por ejemplo, el estatuto personal se conecta en algunos países a la ley nacional, y
en otros a la ley del domicilio.
Las diferencias que se producen entre los factores de conexión ocasionan los proble-
mas del reenvío, y de la llamada cuestión preliminar.
A. La calificación
Como resultado de la operación indicada, el juez que conoce de un asunto sabrá, por
ejemplo, si éste debe ser resuelto con las normas propias de los contratos, del dere-
cho de familia o del régimen sucesorio.
Se trata, como vemos, de una cuestión previa al de solución del problema de fondo
que se plantee.
En el campo del derecho comercial internacional actual ha surgido una gran cantidad
de problemas de esta especie, por cuanto las nuevas figuras jurídicas que se utilizan
(joint ventures, franchising, factoring, etc.), no concuerdan exactamente con los es-
quemas conocidos en los ordenamientos estatales.
B. Conflictos de calificación
Uno de los ejemplos clásicos de este tipo de conflictos, es el de un holandés que ex-
tiende un testamento ológrafo en Francia.
Holanda prohíbe a sus nacionales testar en esa forma, para asegurar la expresión
auténtica de su voluntad; por este motivo, dicha norma forma parte de la ley personal
del testador.
Francia y Holanda concuerdan en que la ley personal se rige por la ley nacional, y que
la forma de los actos se rige por la ley del lugar de celebración.
Las normas de conflictos son iguales, pero las calificaciones son distintas.
Si el juez francés califica son iguales, pero las claudicaciones son distintas.
Si el juez francés califica el asunto por su ley, como cuestión de forma, se aplica la ley
francesa y el testamento es válido.
Si lo califica por la ley holandesa, como asunto de ley personal, se aplica la ley holan-
desa y el testamento es nulo.
El estudio del problema de las calificaciones nación con Bartin, en Francia, con motivo
del caso del matrimonio anglomaltés Bartholo. Este caso fue resuelto por la Corte de
Apelaciones de Argelia, en 1889.
Las reglas de Derecho Internacional Privado francesas e inglesas eran las mismas:
Los derechos sucesorios sobre los bienes raíces se regían por la lex situ, y el régimen
matrimonial por la ley del domicilio de los cónyuges, al momento de casarse.
Sin embargo, el derecho invocado era sucesorio para la ley francesa, y propio del ré-
gimen matrimonial para la anglomaltesa, de tal manera que si el juez calificaba según
una u otra ley, la demanda de la viuda sería rechazada o acogida.
46
Como vemos, los conflictos entre las calificaciones que dona dos legislaciones distin-
tas sobre un mismo vínculo jurídico, se traduce en que la legislación aplicable al pro-
blema de fondo, o lex causae, varía según la ley que escoja el juez para calificarlo.
El caso de los malteses, sirvió a Bartin 45 para fundamentar el particularismo del Dere-
cho Internacional Privado, llegando a afirmar la imposibilidad de supresión de los con-
flictos de leyes. Sus conclusiones fueron semejantes a las que había enunciado Kahn,
en su obra “Jherings Jahrbücher”. 46
Bartin y Kahn consideraron que la calificación debía ser hecha de acuerdo con la lex
fori; esta solución ha sido aceptada por la mayoría de los autores contemporáneos,
quienes invocan los siguientes argumentos:
“En todos los casos no previstos por este Código cada uno de los Estados contratan-
tes aplicará su propia calificación a las instituciones o relaciones jurídica que hayan de
corresponder a los grupos de leyes mencionados en el artículo 3º”.
“la calificación para determinar la norma de conflicto aplicada se hará siempre con
arreglo a la ley española”.
Algunos autores como Despagnet, Wolff y Quintín Alfonsín, estiman que la lex causae
es indivisible y que, por tanto, debe regir la calificación de las materias que caigan bajo
su competencia.
45
Artículo publicado en el Clunet, en 1897.
46
En su obra publicada en 1891, Kahn llamó a estos conflictos, “Conflictos Latentes”.
47
Si la regla de conflicto del juez ordena la aplicación de una ley extranjera para regular
una materia determinada, es a esta ley a quien corresponde fijar el contenido de esa
materia; de otra manera, se estaría aplicando una ley extranjera ficticia, desfigurada
por los conceptos de la lex fori.
"Esta adaptación es, a todas luces, perjudicial, especialmente cuando el cuadro nacio-
nal carece, por ignorar un instituto, de categoría para la relación y nacionalizar la rela-
ción extranacional supone, en segundo lugar, que cada Estado la nacionalizaría a su
modo; de tal manera que si una misma relación por vicisitudes de su vida es llevada
ante los estrados judiciales en varios países, sería aquí una cosa y allá otra, según las
calificaciones que deba padecer".
"¿Es posible, por ejemplo, que la norma francesa de derecho privado internacional
declare que so mobiliarias las rentas inglesas, bajo pretexto de que, según el sistema
jurídico francés, las rentas son mobiliarias?"
Desde luego, la calificación por la lex fori puede ser imposible, cuando ésta no conoz-
ca la institución que se invoque en el juicio, como sucedió con la “cuarta del cónyuge
pobre”, en el caso Bartholo.
En seguida, si calificamos por la lex fori, pueden darse situaciones carentes de lógica:
Los partidarios de la calificación por la lex fori reconocen este contrasentido; pero lo
consideran un caso excepcional, en el cual la calificación no sigue la regla general de
la lex fori, sino que debe ajustarse a la ley de la situación del bien.
Sin embargo, en otros campos del derecho, también se producen dificultades al califi-
car por la lex fori:
47
Citado por Guzmán, D., Op. Cit., Pág. 299.
48
cuanto el matrimonio se celebró “con conformidad a las leyes del mismo país”; tal sería
el resultado si calificamos al matrimonio por la lex causae.
Pero si calificamos el acto por la lex fori, según la cual “el matrimonio es un contrato
solemne...” (artículo 102 del Código Civil), el acto celebrado en Arizona no sería ma-
trimonio, por ser consensual y no solemne.
Haciéndose cargo de las objeciones que merecen las teorías anteriores, los autores
han buscado otras formas de resolver los conflictos de calificación: Utilizando el dere-
cho comparado, distinguiendo entre calificación primaria y secundaria, o aplicando un
criterio internacional.
Rabel, en 1931, expuso la idea que los vínculos de Derecho Internacional Privado no
pueden encasillarse en las categorías estatales; debe buscarse en consecuencia, con
la ayuda del Derecho Comparado, una síntesis de las diferentes legislaciones, inde-
pendiente del Derecho de foro y que tenga un valor universal.
“la tarea valiosa de clasificar, de repartir los fenómenos jurídicos de acuerdo con el
Derecho Comparado entre los supuestos de hecho de las normas de colisión".
“Qué tan apropiados para ello sean los supuestos de hecho existentes o por construir,
lo enseñará el futuro”. 48
La tesis de Rabel es sin duda interesante; pero se ve muy lejana la posibilidad de que
se elabore una síntesis de esa especie, considerando las diferencias que existen entre
los distintos ordenamientos locales.
De acuerdo con otra teoría, enunciada por Robertson en 1940, el conflicto se resuelve
distinguiendo entre una calificación de competencia o primera, que se efectuaría con la
lex fori, y una calificación de fondo o secundaria, que se entregaría a la lex causae.
Esta teoría intenta conciliar las dos primeras que señalábamos. Pero ha sido criticada
por cuanto sus defensores
48
Citado por Kegel, G., Op. Cit. Pág. 186.
49
Morris, J.H.C., Op. Cit., Pág. 485.
49
En general, los argumentos en favor de la calificación por la lex fori, son los más aten-
dibles.
Desde un punto de vista práctico, resulta incluso conveniente que el juez califique se-
gún su propia ley, que conoce mejor que cualquiera otra extranjera.
Sin embargo, debe aplicar en ello un criterio internacional, evitando proyectar íntegra-
mente sus localismos jurídicos, a situaciones que no son locales.
“Por otra parte, forzosamente debe observarse que los tribunales no parecen haber
experimentado, en la práctica, tantas dificultades para calificar las instituciones desco-
nocidas por su propio derecho. No han titubeado en considerar la poligamia, como una
forma de matrimonio (v. Civ. 28 de enero de 1958, R. 1958.110)...; se trata, como en
toda materia, de profundizar la noción genérica, para saber si ella engloba o no el caso
considerado. Puede observarse así que todo sistema positivo no es más que una so-
lución particular a problemas que, en el fondo, son universales”. 51
27. EL REENVÍO
Dijimos que la utilización de factores de conexión distintos, por parte de dos legislacio-
nes, puede dar origen al problema del reenvío.
50
Cheshire, Op.Cit. Pág. 44.
51
Batiffol, Op. Cit. Pág. 348.
50
La segunda hipótesis plantea un conflicto negativo, puesto que las reglas de conflicto
de A y de B consideran que la lex causae, decisoria del fondo del litigo, no es la pro-
pia, sino la del otro país. En otras palabras, hay un envío de competencia de la lex fori
a la ley extranjera, y una evolución o reenvío que hace la última, a la primera.
La solución del conflicto positivo no admite discusión, puesto que el juez estará obliga-
do a aplicar su propia ley interna, por mandato categórico de la regla de Derecho In-
ternacional Privado de su país.
Según si haya o no una legislación que acepte la competencia, el recurso puede ser:
El análisis doctrinario del problema del reenvío sólo comenzó a raíz del caso Forgo,
resuelto en 1878 por la corte de Casación francesa.
Franz Forgo era un hijo natural, bávaro, nacido en 1801; a la edad de 5 años fue lleva-
do a Francia, donde vivió hasta su muerte, acaecida en 1869 sin haber logrado obte-
ner su domicilio de derecho en ese país.
La Corte de Burdeos acogió la petición, pero la Corte de Casación anuló el fallo, sobre
la base que el derecho bávaro sometía la sucesión de los bienes muebles a la ley del
domicilio de hecho, que Forgo lo tuvo en Francia.
Las principales soluciones que se han dado al problema del reenvío son:
Según esta posición que es seguida entre otros por Bartin y Pillet, el reenvío vulnera la
soberanía del Estado juzgador, cuya legislación ordena aplicar una legislación extran-
jera y no la propia ni la de un tercer país; por otra parte, el reenvío puede conducir a
un círculo vicioso, que no daría la solución final sobre la legislación aplicable.
Esta doctrina, aceptada por Rabel, Colin, Weiss, etc., se basa en la legislación A,
cuando se remite a la B, no distingue entre la legislación sustantiva y atributiva, razón
por la cual es arbitrario desconocer la norma de B que reenvía la competencia; por
otra parte, su aceptación produce una mayor coordinación de legislaciones, facilitando
el cumplimiento de los fallos extranjeros.
Esta coordinación se ve muy bien en el siguiente caso propuesto por Raape, y que
designa como roca de bronce en contra de los adversarios del reenvío.
El Código Civil suizo prohíbe ese matrimonio, y el Código Civil ruso lo autoriza, pero
ambos declaran competente para regularlo a la legislación del lugar de celebración.
Los suizos se trasladan a Alemania, donde se discute la validez del vínculo; la legisla-
ción alemana considera que éste un problema de capacidad y lo somete a la ley na-
cional de los cónyuges que en este caso es la ley suiza. Pero como la ley suiza entre-
ga la validez del matrimonio a la ley de Rusia, del país de celebración, se produce un
reenvío de 2º grado: la legislación alemana envía la competencia a la ley suiza, y ésta
la reenvía a la rusa.
Si el juez alemán acepta el reenvío, aplica la ley de fondo rusa y declara válido el ma-
trimonio; con esta solución hay una coordinación entre las tres legislaciones, lo que
hace que el fallo sea idéntico al que dictaría un juez suizo o uno ruso.
Por el contrario, si rechaza el reenvío, aplicará la ley de fondo suiza y declarará el ma-
trimonio nulo, violentando de esta manera la legislación atributiva de Suiza y de Rusia.
El absurdo de esta solución queda de manifiesto con el hecho que tanto el juez suizo,
nacional de los cónyuges, como el ruso, del lugar de celebración del matrimonio, con-
siderarían el matrimonio válido; y el de un tercer país, vinculado circunstancialmente el
problema, llegaría a la solución contraria, debido al rechazo del reenvío.
52
“El tribunal debe aplicar en un circuito de reenvíos el derecho material del sistema jurí-
dico del cual ya se aplicó su regla de conflicto debido a que, en el caso dado, la regla
de conflicto ha sido agotada, es decir, ya se aplicó al caso dado y produjo las conse-
cuencias jurídicas propias de ella”. 52
En verdad, esta teoría no es más que una variante de la doctrina de la aceptación del
reenvío, que da una fórmula lógica para evitar el círculo vicioso que se produce con
motivo de esa aceptación.
Por último, el Código de Bustamente no contiene norma alguna sobre reenvío. Sin
embargo, su autor sostiene que el problema queda resuelto con la fórmula del art. 7º,
que expresa:
“Cada Estado contratante aplicará como leyes personales las del domicilio, las de la
nacionalidad o las que haya adoptado o adopte en adelante su legislación interior”.
Explicando los alcances de este artículo, Sánchez de Bustamente expresa:
Este sistema excluye, además, todo reenvío y hace innecesarias las complicadas y
confusas distinciones que de esta innovación reciente se han originado para la juris-
prudencia y la doctrina. Ninguna ley se refiere a otra porque es siempre una y la mis-
ma, la del domicilio para los ciudadanos del país que la sigue; la nacional para aque-
llos Estados que la prefieren. Nuevo motivo de sencillez y claridad, que tanto valen
para la realidad práctica del derecho”. 53
El jurista cubano, en esta materia, cayó en un error manifiesto. El problema del reenvío
se plantea, precisamente, cuando dos legislaciones en juego utilizan distintos factores
de conexión para una misma relación jurídica, posibilidad que ampara el artículo 7º
citado.
52
Navarrete, Jaime: “Derecho Internacional Privado. Parte General”. Apuntes de Clases, Fac. de Derecho U. de Chile, 1985,
Pág. 82.
53
Sánchez de Bustamante, Antonio: “La nacionalidad y el domicilio”, La Habana, Imp. Siglo XX, 1972, Pág. 60.
53
En un juicio cuya cuestión principal deba resolverse por medio de una ley extranjera,
puede plantearse una cuestión previa que contenga elementos internacionales.
Surge así la llamada cuestión preliminar, previa o incidental, que consiste en saber si a
ésta se le va a aplicar la regla de atributiva que contempla la ley extranjera aplicable a
la cuestión principal.
Pero, como cuestión previa, debía resolver la validez del divorcio en Italia.
La regla de conflicto canadiense entrega el asunto a la ley del domicilio, en este caso a
la húngara, según la cual el divorcio no tenía validez.
El dilema era entonces resolver la cuestión preliminar, sobre validez del divorcio, me-
diante la ley competente según la norma de conflicto de la lex fori, o por la que decla-
rara competente la regla de conflicto de la lex cusae, que era la ley aplicable a la cues-
tión de fondo sobre la capacidad de la demandada.
“La armonía interna de las decisiones exige que la cuestión preliminar se someta al
Derecho Internacional Privado del foro”. 54
"parece más lógico aplicar las reglas de conflictos de leyes de la lex causae que aque-
lla de la lex fori para la cuestión incidental”. 55
Esta solución parece más justa para el caso de la señora Ungar. Su capacidad para
contraer el segundo matrimonio, estaba regida por su ley nacional, la de Israel; y a la
54
Kegel, G., Op., Cit., Pág. 212.
55
Castel, J.G.: “Conflicto of Laws” Butterworths, Toronto, 1984, Págs. 2, 88.
54
El divorcio no tenía ningún contacto con la ley de Canadá, y las partes debían confiar
razonablemente en la situación personal legítima al momento de contraer el segundo
matrimonio; sería absurdo aplicar la ley de Israel a la capacidad, y dejar de aplicarla
para regir el divorcio, ajeno a la ley de tribunal, y que determina precisamente la capa-
cidad.
Esta solución se basó en que el problema del divorcio no era un problema abstracto,
sino que aparecía inserto en un problema real de capacidad para contraer un nuevo
matrimonio, problema que la ley de Canadá entrega a la ley de Israel; y es ésta la que
debe fijar los presupuestos de dicha capacidad.
Por otra parte, no es aceptable que la capacidad de una persona para casarse, adqui-
rida por la ley de su nacionalidad y de su domicilio, pueda quedar sujeta a que terceras
legislaciones consideren que el divorcio previo es válido o nulo.
Este acto celebrado civilmente en Inglaterra, era válido según la legislación inglesa,
que era competente de acuerdo con la ley atributiva inglesa que consagra el principio
de que la ley del lugar rige al acto (lex locus regit actum).
Pero el matrimonio era nulo para la ley griega, que obligaba a sus nacionales a casar-
se, aun en el extranjero, mediante una ceremonia religiosa.
El juez inglés debía resolver el problema sucesorio de fondo aplicando la ley griega.
De acuerdo con el sistema inglés, en este caso el juez debe resolver como resolvería
un juez griego; pero éste, aplicando al matrimonio la ley nacional griega que le impone
su sistema atributivo, resolvería que el matrimonio es nulo, en circunstancias que se-
gún la ley atributiva inglesa, la ley aplicable a la validez del matrimonio es la ley del
lugar de celebración, según la cual es válido.
No obstante, el juez inglés debe fallar, como la haría el juez griego, que el matrimonio
es nulo.
La cuestión preliminar queda resuelta, así, con la ley competente según la regla de
conflicto de Grecia, porque la legislación de este país era aplicable al problema suce-
sorio, que era la cuestión principal. Y en este caso, la validez del matrimonio se plan-
teaba como determinante de un problema sucesorio.
Estos casos demuestran que son muy discutibles las doctrinas y los fallos relativos a la
cuestión preliminar.
55
“no es susceptible de una solución mecánica, puesto que cada caso puede depender
de los factores particulares envueltos. No existe el problema de la cuestión incidental,
sino tantos problemas como casos en los cuales surja la cuestión incidental”. 56
Para evitar equívocos y saber si estamos frente a una cuestión preliminar en el sentido
del Derecho Internacional Privado, debemos recordar los elementos o condiciones que
señala Morris para considerarla como tal:
"Segundo, que surja una cuestión incidental que contenga elementos internacionales,
que pueda plantearse en otro contexto en forma independiente, y para la cual existan
normas propias de conflicto"; y
“Tercero, que la regla de conflicto del tribunal para determinar la ley que deba regir la
cuestión incidental, conduzca a un resultado diferente del que daría la regla de conflic-
to del país cuyas leyes gobiernen la cuestión principal”. 58
Una misma relación jurídica puede vincularse, sucesivamente, a leyes distintas, dando
origen a los llamados conflictos en el tiempo.
56
Morris, J.H.C.: Op. Cit., Pág. 492.
57
Sobre este punto, ver Kegel, G., Op. Cit. Pág. 209.
58
Morris, J.H.C.: Op. Cit., Pág. 489.
56
Por ejemplo, se cambia el factor nacionalidad por el domicilio, en los artículos 6 y 7 del
Código Civil, referente al estado y a la capacidad.
c) Los interesados cambian el factor conexión de tal manera que sus vínculos jurídi-
cos, originalmente regulados por una legislación determinada, quedan sometidos a las
leyes de otro país.
En los primeros casos, se ha debido dictar una ley que modifica a la anterior, dentro de
un mismo Estado.
Debido a que hay un conflicto entre leyes internas de un mismo país, y a que, con el
tiempo, tienden a terminarse las relaciones regidas por la ley antigua, se llama, a este
problema, conflicto transitorio interno.
En el último caso, se cambia el elemento vinculante, de tal modo que debe determi-
narse el campo de aplicación de los sistemas jurídicos que eran competentes antes y
después de dicho cambio.
También en éste juego el factor tiempo, porque hay una conexión anterior, y otros pos-
terior al desplazamiento; pero el conflicto móvil es principalmente un conflicto en el
espacio, porque los sistemas jurídicos aplicables no se suceden en el tiempo sino que,
por el contrario, se mantienen simultáneamente vigentes.
Esta circunstancia, unida al carácter internacional de los conflictos móviles, han hecho
necesaria la búsqueda de soluciones diferentes a las que se dan para los conflicto
transitorios internos.
“Art. 3.-A partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplicarán aún a las consecuen-
cias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. No tiene efecto retroactivo
sean o no de orden público, salvo disposición en contrario. La retroactividad estableci-
da por la ley en ningún caso podrá afectar derechos amparados por garantías consti-
tucionales.
A los contratos en curso de ejecución no son aplicables las nuevas leyes supletorias.
(T.O. por la Ley 17.711)".
57
La doctrina imperante considera que una ley tiene efecto retroactivo, cuando altera
algún derecho adquirido bajo el imperio de una ley anterior; y que no lo tiene, cuando
afecta sólo a meras expectativas.
Sin embargo, esta teoría resulta insuficiente en su aplicación práctica, debido a que el
concepto de derecho adquirido es impreciso, como se aprecia en los siguientes ejem-
plos:
a) Si se aumenta de 60 a 65 años la edad para jubilar, los que jubilaron con 65 años
durante la vigencia de la ley antigua, tienen indudablemente un derecho adquirido
que no puede ser afectado por la nueva.
Pero, respecto de los que habían cumplido 60 años antes de la vigencia de la nueva
ley, que no había jubilado y que aún no tenían 65 años, se plantea la duda.
¿Tenían el derecho adquirido a jubilar, por el hecho de haber cumplir 65 años durante
la vigencia de la ley antigua? ¿O es que sólo tenía una facultad que no ejercitaron y
que, por lo mismo, sólo tenían la mera expectativa de jubilar?
b) Un matrimonio casado bajo una ley que no acepte el divorcio vincular, ¿tiene un
derecho adquirido a la indisolubilidad, frente a un cambio de criterio del legislador?
Paul Roubier, en su obra, “Les Conflicts de Lois dans le temps” (2 tomos, París 1929-
1933), desarrolló una teoría más lógica y moderna sobre retroactividad.
Toda situación jurídica, según este autor, debe encontrarse en el estado de constituir-
se, producir sus efectos o extinguirse, al momento de la reforma legal.
El efecto retroactivo de las Leyes se inspira, para muchos, en la doctrina clásica de los
derechos adquiridos. 59
3. Conflictos móviles
Así, por ejemplo, si un matrimonio argentino se nacionaliza alemán, ¿podrá uno de los
cónyuges oponerse a la demanda de divorcio del otro, acción basada en la ley alema-
na, porque se casó bajo el régimen de indisolubilidad que contemplar la ley chilena? o,
en forma más amplia, ¿en qué medida se aplicará la ley alemana, a los actos que fue-
ron realizados bajo la ley chilena?
59
Borda, Guillermo, "Tratado de Derecho Civil" - Parte General T. 1.
58
Esta solución la dio Pillet, con su doctrina del respeto internacional de los derechos
adquiridos.
Los requisitos que debería reunir un derecho, para merecer su respeto internacional,
serían los siguientes:
1. Que se haya adquirido en virtud de una ley competente, según el Derecho Interna-
cional Privado del juez, y
2. Que se hayan cumplido todas las condiciones exigidas por la ley competente, para
la adquisición del derecho.
Estas circunstancias constituyen las llamadas excepciones al principio del respeto in-
ternacional de los derechos adquiridos.
Según Pillet, “las cuestiones relativas al efecto internacional de los derechos adquiri-
dos son independientes por completo” de los eventuales conflictos de leyes relativas al
nacimiento de esos derechos.
Siguiendo con estas ideas, se ha sostenido que hay “un abismo teórico que separa a
estos dos problemas; el de los conflictos de leyes propiamente dichos, y el del respeto
de los derechos adquiridos”.
Sin embargo, el respeto internacional de los derechos adquiridos supone, como condi-
ción ineludible, que estos se hayan adquirido en virtud de la ley declarada competente
por las normas de conflicto; de donde se deduce, como señala Batiffol, que
“el respeto de los derechos adquiridos no plantea un problema distinto del de conflicto
de leyes; no es más que una ocasión para su puesto en ejercicio”. 60
Por este motivo, Savigny sostenía que no puede fundamentarse la aplicación de una
ley extranjera en el respeto de los derechos válidamente adquiridos en el extranjero,
60
Batiffol, H., Op. Cit., Pág. 372.
59
“Artículo 8º. - Los derechos adquiridos al amparo de las reglas de este Código tienen
plena eficacia extraterritorial en los Estados contratantes, salvo que se opusiera a al-
guno de sus efectos o consecuencias, una regla de orden público internacional”.
Según el art. 3º del Código, las leyes de Orden Público Internacional, son las denomi-
nadas territoriales o locales.
El Derecho Internacional privado trata de dar seguridad, a las personas, de que sus
derechos serán reconocidos en el extranjero. Sin embargo, el principio del respeto
internacional de los derechos adquiridos, que se invoca con este fin, carece de la pre-
cisión necesaria para que sea siempre eficaz, se ha indispensable, entonces, buscar
nuevas fórmulas que aseguren el carácter de permanente que deben tener algunos
derechos, cualquiera que sea el lugar en que se encuentren los titulares de ellos.
b) Doctrina contemporáneas
Las doctrinas contemporáneas consideran que los conflicto móvil, por su carácter in-
ternacional, difieren de los conflictos transitorios internos.
En consecuencia, estiman que las soluciones de ambos conflictos deben ser diferen-
tes; y en particular, tienden a desechar la teoría del respeto internacional de los dere-
chos adquiridos, que presentaría los siguientes defectos:
De acuerdo con estas ideas, las orientaciones actuales serían las siguientes:
"Así en materia de estatuto personal y de estatuto real, los objetivos de las reglas de
conflicto (asumir las consecuencias de la integración de una persona a una comunidad
determinada, de la ubicación de un bien en un territorio), orientarán en general hacia la
aplicación no retroactiva sino inmediata de la nueva ley personal, o de la ley de la si-
tuación actual del bien". 62
61
Holleaux, Foyer y La Pradelle: "Droit International Privé", Masson, París, 1987, Pág. 230.
62
Holleaux, Foyer y La Pradelle: “Droit International Privé”, Masson, París, 1987, Pág. 231.
60
La solución del caso Schwebel con Ungar parece estar en esta línea.
Rigaux presenta diversos casos en los cuales sería impropia la congelación de un de-
recho adquirido, en circunstancias que la situación no sólo se conectó a otro sistema
sino que, además, se modificó la legislación originalmente aplicable.
3. Las ideas anteriores no obstan a que deba fallarse según las circunstancias de ca-
da caso.
“De todas maneras, no hay más que directivas generales que piden ser precisadas
analizando materia por materia”. 64
63
Rigaux, F., Op. Cit. Pág. 418.
64
Rigaux, F., Op. Cit. Pág. 418.
61
CAPÍTULO TERCERO
PROBLEMAS EN LA APLICACIÓN
DE LA LEY EXTRANJERA
La teoría más aceptada en la práctica, es que la ley extranjera no es más que un he-
cho del juicio, por cuanto no emana de la soberanía nacional, ni se dicta ni se presume
conocida, sino en su país de origen.
Otros autores italianos sostienen que la ley extranjera aplicable constituye derecho;
pero conciliando esta idea con el exclusivismo que señalaba Ago, consideran que la
ley extranjera que deba aplicar el juez no adquiere ese carácter, sino mediante su in-
corporación a la lex fori.
Esta segunda teoría, del derecho nacionalizado o incorporado, puede ser entendida de
dos maneras:
“La posición menos reciente sostenía que el llamado al derecho extranjero de parte de
las normas en conflicto tendría características puramente formales”.
Tenemos así que, para la doctrina italiana, la incorporación del derecho extranjero
puede ser formal o material.
65
Vitta, E: “Diritto Internazionales Privato e Processuale”. UTET, Torino, 1983, Pág. 126.
62
“la ley del foro adopta, para las necesidades de la causa, una regla semejante a la ley
extranjera”. 66
La consecuencia más importante de esta distinción sería que la norma extranjera, in-
corporada sólo formalmente a la lex fori, tendría que ser interpretada de acuerdo con
sus propias normas, en su propio contexto.
Una tercera teoría considera que la ley extranjera es, simplemente, derecho extranje-
ro.
“la aplicación del derecho extranjero no origina ni la recepción de este derecho -pues
de modo alguno queda asimilado al Derecho nacional-, ni la transformación del Dere-
cho extranjero en mero hecho, pues permanece regla y norma a ser aplicada por los
tribunales del foro, con el fin de establecer un régimen jurídico adecuado para el su-
puesto del tráfico externo que se considere.
“La ley extranjera, por tanto, es derecho aunque extranjero, esto es, algo distinto de
los hechos y del Derecho nacional; y el tratamiento procesal que recibe, además de
venir impuesto por exigencias prácticas, no hace sino poner de manifiesto su peculiar
naturaleza”. 67
Agregamos, por nuestra parte, que la teoría del derecho incorporado es muy artificial;
creemos que se ajusta más a la realidad, la teoría que considera la ley extranjera co-
mo lo que efectivamente es: Derecho extranjero.
El artículo 13 del Código Civil faculta a las partes a realizar prueba del Derecho Ex-
tranjero.
Art. 13.- La aplicación de las leyes extranjeras, en los casos en que este Código la
autoriza, nunca tendrá lugar sino a solicitud de parte interesada, a cuyo cargo será la
prueba de la existencia de dichas leyes. Exceptuándose las leyes extranjeras que se
hicieren obligatorias en la República por convenciones diplomáticas, o en virtud de la
ley especial.
66
Batiffol, H., Op. Cit., Pág. 380.
67
Carrillo, J.A., Op. Cit. Pág. 259.
68
Gesche, Espinoza y Ritter Laussen: “Jurisprudencia y Tratados en Derecho Internacional Privado Chileno”. Edit. Jurídica,
Stgo., 1982, Pág. 236.
63
Esta interpretación excede el texto legal, cuyo claro sentido se orienta sólo a dar la
facultad al juez para oír informe de perito sobre una ley que debe aplicar pero que, por
ser extranjera, puede no conocer en su verdadero alcance.
En otras palabras, la prueba de la ley extranjera no se debe a que ésta no sea dere-
cho, sino al desconocimiento que puede tener el juez de una ley que le es ajena.
El capítulo II del Título VII del Libro IV del Código de Bustamente, “Reglas especiales
sobre la Prueba de Leyes Extranjeras”, permite la utilización de los siguientes medios:
2º Informe oficial emanado del Estado extranjero, sobre el texto, sentido y vigencia del
derecho aplicable (art. 410). Este informe puede ser solicitado de oficio por el juez,
cuando estime que la Prueba que se haya rendido sobre el punto sea insuficiente.
Existe todavía la posibilidad que ni el juez ni las partes puedan tomar conocimiento de
la ley extranjera aplicable; el problema es más teórico que práctico puesto que, en la
Comunidad Internacional en que vivimos, se han facilitado enormemente las relacio-
nes de todo orden, entre los diversos Estados.
Los que conciben la ley extranjera como un hecho de la causa, estiman que, ante su
falta de prueba, el juez no debe aplicarla. En este sentido, hay varios fallos de nues-
tros tribunales que sostienen lo siguiente:
“la ley extranjera debe ser probada y para que sea hecho de la causa se necesita que
lo acepte como tal la sentencia recurrida”. 69
Los autores que consideran la ley extranjera como verdadero derecho, proponen las
siguientes soluciones:
a) Aplicar el derecho análogo más próximo. Así, por ejemplo, si no se conoce el com-
mon law norteamericano aplicable, podría recurrirse al common law inglés que rija
la materia.
b) Aplicar la lex fori, que recupera la plenitud de su competencia. Esta solución es vá-
lida también, y aun con mayor propiedad, para el caso en que falle el factor de co-
nexión, como sería, por ejemplo, si la lex fori se remitiera a la ley nacional, y el afec-
tado resaltara ser apátrida.
69
R. D. J., año 1954, Secc. 1º, Pág. 531.
64
La ley extranjera aplicable puede estar en pugna con los preceptos de la constitución
política de la nación a que pertenezca el juez.
Si la lex fori nada dice al respecto, el tribunal debe abstenerse de aplicar la ley extran-
jera, por cuanto las disposiciones de su constitución política son de orden público.
La conclusión indicada no quiere decir que el juez deba aplicar la ley extranjera contra-
riar a la Constitución; por el contrario, está en la obligación de rechazarla, por cuanto
la Constitución Política es la ley suprema de la nación, y sus disposiciones son de or-
den público.
Por último, en el caso en que la ley extranjera sea contraria a su propia constitución,
deberemos analizar armónicamente los preceptos legales del sistema jurídico respec-
tivo, que solucionen el problema.
Así, por ejemplo, la Corte Suprema de Estados Unidos puede invalidar una ley que
sea contraria a la Constitución de ese país. Si el juez argentino se encuentra frente a
una ley norteamericana contraria a su Constitución (la de EE.UU.), deberá aplicarla
mientras conserve su aparente validez, o sea, mientras la Corte Suprema de Estados
Unidos no la declare invalidada.
Para los que estiman que el derecho extranjero es un simple hecho de la causa, la
respuesta negativa es obvia, puesto que el recurso no procede por violación de un
hecho. En cambio, para los que estiman que es derecho nacionalizado, la solución
positiva no ofrecería dificultades.
Siguiendo el razonamiento anterior, debemos concluir que el recurso procede sólo por
infracción de ley argentina; la infracción de ley extranjera daría lugar al recurso extra-
ordinario, cuando su aplicación haya sido ordenada por una ley nacional, debiendo
entenderse, dentro de ésta, a la ley formal, al tratado internacional a la ley del contrato,
y a la costumbre, cuando ésta constituye derecho.
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“Artículo 4º - Todos los recursos otorgados por la ley procesal del lugar del juicio serán
igualmente admitidos para los casos de aplicación de la ley de cualquiera de los otros
Estados Partes que haya resultado aplicable”.
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CAPITULO CUARTO
LIMITACIONES A LA APLICACIÓN
DE LA LEY EXTRANJERA
1. Es localista, puesto que cada país tiene su propio concepto de orden público.
2. Es variable, puesto que su contenido evoluciona con la época, y
3. Es impreciso; por tal motivo, como decía Pillet, el acuerdo unánime acerca del prin-
cipio de orden público cesa desde el momento que es necesario precisarlo.
Nuestra legislación sólo contiene algunas referencias genéricas al orden público, sin
definirlo ni fijar su contenido; los tribunales, por su parte, han tenido ocasión de invo-
carlo para rechazar la aplicación de sentencias pronunciadas en el extranjero, soste-
niendo lo siguiente:
Por este motivo, se le ha llamado “cláusula de reserva”, por cuanto la norma de con-
flicto es un salto al vació que debe hacerse tomando los debidos resguardos para pro-
teger las leyes fundamentales del foro.
En efecto, las disposiciones de la ley extranjera que resulte aplicable no son conocidas
a priori, y pueden tener inspiraciones
“muy distintas a las que primitivamente pudo tener en cuenta el legislador, que indicó
como justa esa legislación para resolver el caso. Todo esto obliga a tomar medidas
de garantía y explica que en el fondo de toda norma de Derecho Internacional Privado
se halla implícita una cláusula de reserva, porque la norma extranjera declarada com-
petente por la regla de conflictos puede hallarse en abierta pugna con principios mora-
les, sociales o jurídicos esenciales para el Estado en cuyo territorio ha de recibir apli-
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cación. En tales cosos, el Estado pone una valla a la aplicación de la ley extranjera: El
orden público”. 70
Entre ellas podemos citar el art. 33 del Código Civil Griego: el art. 21 del Código Civil
Italiano; el art. 12 del Código Civil Español; el art. 30 de la Ley de Introducción al Códi-
go Civil Alemán; el art. 30 de la Ley Civil Japonesa, la Sección I de la Ley Federal Aus-
tria de 15 de junio de 1978, etc.
El art. 14 del Código Civil Argentino es aún explícito, por cuanto enumera los casos en
que las leyes extranjeras no son aplicables.
Muchos autores piensan que el Orden Público sería una noción unitaria, válida de la
misma manera para el derecho sustantivo interno y para el derecho internacional pri-
vado.
En primer lugar, la función que cumple el orden público en el plano interno, es limitar la
autonomía de la voluntad en forma imperativa. En cambio, en el derecho internacional
privado, limita la aplicación de la ley extranjera.
“Sin duda, no se trata exactamente de los mismo modelos: las autoridades (de un Es-
tado) no pretenden imponer integralmente su visión de la Sociedad al universo entero.
En esas condiciones, las manifestaciones del orden público interno no coinciden siem-
pre con aquellas del orden público internacional. Es así que las reglas imperativas de
derecho interno no son necesariamente aplicables a las relaciones que interesan al
Derecho Internacional Privado”. 71
Estas diferencias se expresan usando la idea orden público internacional como opues-
ta al orden público interno.
70
Vico, Carlos: “Curso de Derecho Internacional Privado”, Buenos Aires, 1967, Tomo I, Pág. 198.
71
Holleaux, D. Foyer, J. y La Pradelle, G., Op. Cit., Pág. 299.
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“La terminología más segura, cuando la especificación parezca útil, consiste en nom-
brar al orden público en el sentido del Derecho Internacional Privado, o al orden públi-
co, en el sentido del derecho civil interno”. 72
El art. 3º del Código de Bustamante acogió la división entre normas de orden público
interno o personales, a las que da efectos extraterritoriales, y de orden público Interna-
cional, territoriales o locales.
Por nuestra parte, aceptamos la idea del orden público en el sentido del Derecho In-
ternacional Privado, evitando así los equívocos que plantea la expresión orden público
internacional.
Por último, en la medida en que se limite la aplicación de la ley extranjera, deberá apli-
carse la lex fori para resolver el asunto de que se trate.
Una persona puede cambiar voluntariamente los factores de conexión, haciendo va-
riar, con ello, la legislación aplicable a los actos que realice.
Así, por ejemplo, ejerciendo sus facultades legales, un chileno puede nacionalizarse
en Uruguay o establecer su domicilio político en dicho país. O puede transportar al
extranjero, un bien que le pertenezca.
Los casos más frecuentes en que existen fraudes son los cambios de nacionalidad
para obtener el divorcio, cuando el país originario no lo acepta. O los cambios de do-
micilio político, para someterse a un régimen tributario más favorable.
1º. Cambio efectivo de localizaron. Si este cambio se realiza sólo en apariencias, esta-
remos en presencia de una simulación y no de un fraude a la ley.
2º. Intención de burlar las disposiciones imperativas o prohibitivas de una legislación
determinada. Si no ha existido el ánimo de burlar la ley, el cambio de legislación
aplicable no puede ser estimado fraudulento, sino legítima consecuencia del juego
de las reglas de Derecho Internacional Privado.
3º. Que el fraude afecte a la lex fori. La función del tribunal es proteger la autoridad de
su propia ley y no la de un país extranjero. En consecuencia, sólo podrá alegarse
el fraude que atente contra la lex fori.
4º. Que el cambio de localizador determine la aplicación de una ley extranjera. Si el
fraude no produce este efecto, su estudio será propio del derecho interno, pero no
del internacional privado.
72
Batiffol, H. Y Lagarde, P., Cit., Pág. 424.
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La doctrina aparece dividida entre los partidarios de la existencia del fraude a la ley,
como limitativo de la aplicación de la ley extranjera, y los que la rechazan.
1º. El hombre es libre para escoger la ley que más convenga a sus intereses.
2º. La prueba de fraude es muy difícil, por cuanto las razones del cambio pertenecen
al fuero interno de las personas.
3º. La noción de orden público bastaría para rechazar la ley extranjera, cuya compe-
tencia emane de un fraude a la lex fori.
“Las reglas del Código Orgánico de Tribunales, relativas a los abogados, son de Orden
Público, por lo cual si el solicitante ha sido condenado, perdió definitivamente la aptitud
o capacidad para obtener en Chile el Título de Abogado. En estas condiciones el Con-
venio de Reconocimiento de Títulos y Grados vigente entre Chile y Ecuador, no surge
efectos dado que lo autoriza para ejercer en Chile la profesión de abogado, por obte-
ner el título en Ecuador y sería amparar el Fraude de la Ley, ya que se burlarían las
normas mencionadas de orden público mediante el arbitrio de acogerse a los benefi-
cios que establece el Convenio citado”. 73
73
R.D. J., año 1960. Secc. 1º Pág. 52.
70
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