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ANÉCDOTA: EXPLICANDO ALGUNAS FORMAS DE ENTENDER LA INTERCULTURALIDAD

La primera vez que escuché la palabra interculturalidad, fue en el colegio, recuerdo que el profesor del
curso de matemáticas, comentando un artículo del periódico de un diario local, que decía: “al Perú le
hace falta un ejercicio de interculturalidad”, no dudó en hacer un sesudo análisis de la realidad
nacional. El profesor detuvo su clase con el diario en mano, y dijo fuertemente: “bueno alumnos este
comentario del periódico que tengo en la mano, representa la intolerancia de cómo nos vemos los
peruanos, unos a otros, porque hablar de interculturalidad es hablar de algo que solo entiende la gente
culta, porque interculturalidad viene de las palabras latinas: ¿inter (que es entre) y de cultural (que es
culto), es decir interculturalidad es una cosa entre personas cultas… alguna pregunta? concluyó.
Obviamente, ante tales argumentos y ante un público que estaba dejando de ser adolescente, el
silencio fue interpretado como señal de aplauso. Desde ese entonces me quedó claro que la ignorancia
es atrevida, solo así se explica que el profesor de matemáticas durante el recreo, no dudaba en
vociferar entre sus colegas su tremenda hazaña semántica, haciendo los siguientes comentarios: “les
he dado una cátedra a los alumnos, sinceramente creo que los he iluminado, debían ser conscientes
que gracias a mi, ellos ahora son más inteligentes”. La única conclusión que pude sacar con el tiempo
no fue que en el reino de los ciegos el tuerto es rey; sino que, en el mundo de los ciegos, los ciegos
menores siempre escuchan atentos al ciego mayor, más aún si esta alza la voz.

La segunda forma de entender la interculturalidad, la escuché por boca de un respetable sacerdote


misionero, algo avanzado en edad, pero que tenía sobre sí un rosario de títulos: doctor en teología,
doctor en filosofía, doctor en psicopedagogía y para cerrar con broche de oro, tenía además un PHD en
Interpretación de las sagradas escrituras para prácticas del Santo Oficio. Siempre nos llamó la atención
que este sacerdote en vez de estar enseñando en una universidad, prefiriera estar de misionero
evangelizando pobladores de la selva del río Urubamba. Una vez, mientras estábamos en una reunión
de despedida ante su siguiente incursión a la selva, nos dijo a voz en cuello: “entender la
interculturalidad es bien importante porque gracias a ella los misioneros podemos quitar la ignorancia
a los chunchos, y hacerlos que no crean en tonterías, la idea es convertirnos temporalmente en ellos
para enseñarles el camino verdadero”. Cuando pensé que había terminado de hablar, el sacerdote con
mística misionera, empezó a hacer una apología cerrada de los misioneros católicos frente a los
misioneros protestantes, todo en torno a la interculturalidad, comenzó a decir: “gracias a la
interculturalidad nuestras ceremonias de los sacramentos son mejores que la de los hermanos
protestantes, gracias a la interculturalidad nuestras traducciones de la biblia son mejores que la de
ellos… etc. Llegó a un punto que ya no sabíamos si nos estaba hablando de su experiencia de
misionero, o del ingrediente secreto que marca la diferencia entre un ceviche peruano y un ceviche
hecho fuera del Perú”. Una sola cosa quedó clara, que mediante la interculturalidad uno podría tener
ventaja sobre el otro.

La tercera forma de plasmar la interculturalidad la escuché en el primer ciclo de la universidad, quien


tocó el tema fue un respetable catedrático experto en esa temática, la definición que él dio en clase fue
más a menos la siguiente: “que cuando se habla de interculturalidad, se trata de una interacción
intersubjetiva, entre dos cosmovisiones por no decir cosmogonías incongruentes, de manera que el
respeto no de paso a la insubstantividad de ambos lugares unidinámicos, favoreciendo en todo
momento la integración y la co-existencia espacial entre grupos con ethos y cosmos diferenciado”. Tal
definición en el contexto universitario, se asemejaba mucho a decir que uno entre infinito es igual a
cero, o también hablar de la importancia de la gramática generativa transformacional, o quizá el
planteamiento de Heidagger de la lectura ontoteológica de la historia de la filosofía. Obviamente el
entorno del catedrático en cuestión, era estrictamente académico, totalmente aséptico del mundo,
muy diferente al del sacerdote misionero, pero con la clara convicción que la mayor riqueza de la
interculturalidad era el concepto mismo, mientras más abstracto mejor, mientras más ininteligible más
sofisticado, mientras más incomprensible más intelectual, más exquisito. El esquema era claro, el
catedrático enseñaba y los estudiantes universitarios aprendían, no se trataba de aplicación del
concepto en lo concreto, sino el concepto por el concepto mismo.

Una última forma de entender la interculturalidad, la escuché de un dirigente awajun, bastante joven,
muy vivaz, su apodo awajun era katip, que significa rata en el idioma awajun. A él lo conocí por la
frontera con Ecuador de manera circunstancial, unos años más tarde pudimos trabajar juntos por el
valle del Alto Mayo. Allá en la frontera con el Ecuador, por el río Marañón, son muy comunes los
pongos en los ríos, los cuales son zonas caudalosas, torrentosas y muchas veces con remolinos. Me
instalé en una comunidad cerca al Pongo de Manseriche, ahí Katip solo durante algunas noches me
decía: “escucha como silba el pongo, es la boa que vive en el pongo, el silbido anuncia que tiene
hambre, mañana va a comer gente, es mejor no navegar por esa parte del río”. Para sorpresa mía, al
día siguiente, las dos únicas embarcaciones que navegaron por esa zona del río (una canoa y un bote
de carga), fueron sorprendidas por la embestida del agua, naufragaron, se hundieron y nunca
encontraron a los cuerpos. Al ver mi desconcierto y preocupación por lo ocurrido con las
embarcaciones, katip me dijo: “si hicieras un ejercicio de interculturalidad, entenderías mejor, que allá
en el pongo de Manseriche cada vez que se escucha el silbido, por la noche sabes que al día siguiente
van aparecer remolinos gigantes, porque en ese pongo vive una boa gigante, un día te voy a enseñar la
relación que existe entre el remolino de agua en forma de ronda, y la presencia de la boa”. Por cosas
del destino ese día llegó, fue unos años después, por el valle del Alto Mayo, donde junto con Katip y un
equipo de catastro tuvimos que internarnos en la selva por varios días para georreferenciar unos
límites de tierras de dos comunidades en conflicto. Recuerdo, que mientras íbamos en la lancha todos
queríamos pescar, pero extrañamente había bastantes grupos dispersos de espumas de agua que se
movían en círculo alrededor de la lancha. “no pesques por ahí Javier”, exclamó Katip,” tienes que
acordarte de la imagen del remolino, ahí viven boas, no las fastidies, pesca por otro lado”, concluyó.
Días después, cuando estábamos en medio de una quebrada después de caminar tres días, yo buscaba
una pequeña fuente de agua, y en eso encontré como un ojo de agua, en una pequeña gruta natural
con una estanque adentro, me llamó la atención ver dentro de la gruta, a unos diez pequeños peces
haciendo un círculo nadando como si hicieran un ronda infantil, cuando ya me estaba acercando a los
peces que estaban en ronda, sentí que un machete frio tocaba mi cuello, era Katip que me hacia una
señal de silencio con la mano, y luego me decía en voz muy baja, “a eso que usted quiere acercarse, es
la danza de la muerte de los peces, la boa los hipnotiza y los obliga a bailar en círculo, antes de
comérselos, o hasta que alguna presa más grande por curiosa, se acerque a la ronda de peces, sino me
cree, haga un ejercicio de interculturalidad y aléjese”, concluyó Katip.

Los meses siguientes, Katip y yo estuvimos conversando acerca de la interculturalidad, él coincidió


conmigo lo que le dije sobre mis tres experiencias anteriores sobre el tema: que así como el profesor
de matemáticas hay gente que habla sin saber de qué se trata realmente; que al igual que el sacerdote
misionero hay quienes saben de que se trata pero lo utilizan como instrumento de dominación; y que
de la misma forma que el catedrático universitario hay personas que hablan y disfrutan del tema sólo
en el mundo de las ideas. Coincidimos ambos que interculturalidad se refiere a la interacción entre
culturas, de una forma respetuosa, donde se concibe que ningún grupo cultural esté por encima del
otro, favoreciendo en todo momento la integración y convivencia entre culturas. Pero por sobre todo
que la interculturalidad es uno de esos conceptos que las personas “tienen que vivirlo para
entenderlo”. Cuando terminó el proyecto en Alto Mayo, Katip se quedó en Alto Mayo, y yo me fui a
vivir a otra zona de la selva; los años siguientes nos comunicábamos por internet y algunas veces por
celular, ahí él me empezó a detallar como se estaba gestando lo que unos meses después sería el
Baguazo. Luego del Baguazo le perdí el rastro a katip, no supe más de él, hasta unos meses después
donde recibí un mensaje suyo por facebook diciendo “Oye Javier, esto que ha ocurrido en Bagua, no
tiene nadita de intercultural”.

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