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“El Buen Vivir es la defensa de lo comunitario”

Ramón Pérez Almodóvar 21/10/2021

FERNANDO HUANACUNI / EXCANCILLER DE BOLIVIA EN EL ÚLTIMO GOBIERNO DE


EVO MORALES.

“La tierra del siervo es de la hacienda, por tanto, el siervo es de la hacienda, a vida y
muerte. En tiempos del rey español, la tierra era del rey español y también la vida, al menos
en los escritos. Desde la república, cada hacendado era un rey español. Ellos dictaban las
leyes y la ley se cumplía únicamente en lo que al señor le convenía” (José María Arguedas,
Todas las Sangres)

Fernando Huanacuni (La Paz, 1966) fue canciller en el último mandato del presidente
Evo Morales. Hombre de origen aymara, Huanacuni es también conocido por su trabajo
teórico en torno al Sumak Kawsay o Suma Qamaña, concepto que se ha dado en traducir
como Buen Vivir o Vivir Bien. En torno al contenido de su último libro, Vivir Bien/Buen
Vivir. Filosofía, políticas, estrategias y experiencias de los pueblos ancestrales (2015)
hablamos en esta entrevista, realizada a principios de este año en La Paz, en la sede del
colegio infantil donde trabaja.

¿Cómo surge el concepto de Buen Vivir o Vivir en plenitud, que parece es la


traducción más correcta?

No hay una traducción correcta. Porque en el idioma ancestral, hay palabras que no
existen (en otros). Es otro paradigma. El occidental tiene una forma de entender y el
paradigma ancestral indígena tiene otra, distinta. Lo digo esto no por lectura, sino por
afirmación, por experiencia propia. Mi origen es el aymara, mi idioma materno es el
aymara y pienso en aymara. Desde los 14 o 15 años me encuentro en este mundo, desde la
década de los ochenta, después del golpe de Estado de Luis García Mesa que nos expulsa
de nuestros territorios. Empezamos a aprender el idioma occidental, es decir, el inglés y
el español. Ahí nos damos cuenta de que son dos lógicas distintas, de pensar, de sentir,
es una estructuración diferente, es una concepción totalmente distinta. El mundo
occidental tiene un antropocentrismo arraigado. El antropocentrismo es el parámetro de
pensar, de diálogo y de concebir el mundo. En cambio, en los pueblos indígenas
originarios, y en particular en el aymara, es lo comunitario. Por ejemplo, para mí que uno
diga que las montañas hablan o que el árbol habla es natural, pero en el pensamiento
occidental no, porque el arraigo del antropocentrismo es tan fuerte que niega la
existencia alrededor; más aún, niega alguna interrelación en el sentido de pensar o sentir.
Por eso, cuando queremos traducir el Buen Vivir o el Vivir Bien, o el Suma Qamaña, no se
va a poder traducir. Inicialmente, en Ecuador se tradujo como Buen Vivir y en Bolivia
como Vivir Bien. Se armó un pequeño debate, insulso, porque tampoco ninguno de los
dos reflejaba el paradigma. Después se introdujo la Vida en Plenitud. Tampoco. El Vivir
Bien o Buen Vivir, en realidad el Suma Qamaña en aymara o Sumaq Kawsayen quechua o
kichwa, es un paradigma: emerge de una cosmovisión, es decir, es una forma de sentir,
de percibir y de comprender, incluso de proyectar, el mundo, la vida. Es un paradigma,
que no se puede traducir en dos o tres palabras.

¿Cuáles son los principios de ese paradigma?

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Bueno, lo primero es que hay una lógica: la comunitaria, diferente de la individual. La
lógica comunitaria no solamente describe la relación social humana, sino que explica la
relación con todo, por ejemplo, con las montañas. Por eso celebramos ceremonias
rituales y ahí hay una infección de ese abismo que todavía existe entre lo occidental y lo
indígena. Para mí, y para los pueblos indígenas, hacer una ceremonia es algo profundo,
tiene una connotación trascendente para nuestras vidas. El occidental se aproxima, con
un simbolismo y una expresión folclórica, digamos, como un recuerdo del pasado, una
cosa así… Nos acompañan, por respeto… Pero no nos acompañan, en realidad, en el
sentimiento. Para nosotros sí es un profundo sentimiento, hacemos ceremonias en un
diálogo con la Pachamama, con los ancestros… Hay una connotación profunda del
ancestro. Cada día hacemos una reverencia al ancestro, cada día para nosotros está aquí
el ancestro. Si bien yo puedo aportar como en el libro, con una sistematización, de donde
emerge esa sabiduría es de la práctica cotidiana y generacional que han tenido nuestros
abuelos. Viví con mi abuelo y mi abuela. Ellos vivían plenamente lo que llaman Suma
Qamaña, Vivir bien, en sus vidas. Se resistieron a hablar el español.

Le iba decir eso, que fueron colonizados, pero que la lengua la han mantenido.

Sí, porque en el idioma está la lógica. Por eso la gente me dice, ¿cómo no va a
haber graciasen tu idioma? Es que no hay. Es una actitud distinta, la estructura
paradigmática comunitaria: simplemente cumples tu rol. No te tienen por qué dar las
gracias, solo cumples tu rol. En cambio, por cómo se ha estructurado en el paradigma
individual pareciera que es como hacerle un favor a otro. Porque se piensa, se siente y se
concibe diferente el mundo. En cambio, en el nuestro, no: no esperas un “gracias”,
simplemente lo haces, es tu rol. Como lo hace el sol, la lluvia… se complementan las
fuerzas. Entonces, en el idioma está la lógica: la lógica comunitaria y la forma de
concepción. Por eso, nuestra resistencia, por ejemplo, en el Estado Plurinacional (de
Bolivia) de mantener los idiomas ancestrales. Todos. Los 36 que existen acá, por lo
menos registrados, son oficiales. Hay muchos más.

¿Y el Buen Vivir?

El Buen Vivir/Vivir Bien emerge de la práctica de los abuelos, está ahí. Muchas cosas de
las que uno quiere reconstituir están ahí, en lo cotidiano. Por ejemplo, mi abuela ¿qué
recomendaba? En aymara, siempre decía: “Wawa janiw armtasitati, suma qamañataqija
sumankañawa, suma sarnakañawa... (vas a recordar que para vivir bien hay que estar
bien, hay que caminar bien)”. Es algo continuo. Siempre ha estado ahí la frase, desde
niño la recuerdo. Como también te dice que la lluvia cae, etc. Está ahí, en lo cotidiano.
No dice este es el precepto más alto, no. Está en lo cotidiano. Hasta que, en 1992, a
propósito de que España invita a celebrar los 500 años (ríe), despiertan al cóndor, al
puma, al jaguar, al águila, al oso… Despiertan y dicen: ¿cómo? ¿Cómo que celebrar? Más
bien deberíamos reflexionar sobre los 500 años.

Los amautas, los guías espirituales, llaman a una reunión en Tiwanaku. Hay una reunión
de amautas, de ancianos, de líderes y guías espirituales, que se realiza del 17 al 21 de junio
de 1992, aquí en la localidad de Tiwanaku. Ahí, y ya cuento también por experiencia
propia, observamos el diálogo de diferenciar el Buen Vivir del Vivir Bien, porque el
idioma en que nos comunicábamos era el español. Hablábamos de todo. Algunos
pensaban que la reconstitución era una cuestión de tener más trabajo, tener más
oportunidades en el Estado, tener una infraestructura educativa, más maestros, tener

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espacios dónde danzar… Es decir, se decía de todo. Pero los abuelos escucharon y,
volvieron a preguntar, después de que cada joven, cada líder (estaban aquí de México, de
África, de muchos sitios), hubiera hablado: “¿Es decir, que ustedes solo quieren
incorporarse a la estructura colonial?”. Los jóvenes dijeron no. “Entonces, ¿por qué
ustedes nos están diciendo esto?”. Toda una incorporación, además. Es decir, que en esa
estructura vamos a tener “más derechos”, que la reconstitución de nuestra identidad
cultural simplemente es tener más derechos. Entonces, los abuelos empezaron a
diferenciar. Esta lógica, este camino, no es nuestro. Incorporarnos no nos va a dar la
respuesta. Nuestro camino es diferente. Entonces, ya se tradujo como una estructura,
que tenemos que cambiar. Esa estructura económica, política, jurídica y social no es un
espacio que permita recuperar tu camino, tu identidad cultural.

Se habló de cómo podemos transformar, cómo podemos retornar a nuestro camino. Se


habló en diferentes dimensiones y ahí es donde surge el Estado Plurinacional como una
posibilidad de transformar nuestra estructura colonial. Y el pueblo mapuche
preguntó: “¿Cómo vamos a potenciar la estructura? ¿Cómo vamos a adecuarnos a una
estructura que es colonial?”. Entonces los abuelos, los amautas, respondieron que no era
potenciar estructuras, sino crear un espacio favorable para reconstituir nuestra identidad
cultural. Porque, más allá de eso, está la reconstitución de los territorios ancestrales,
mucho más allá de los Estados. Está en ese camino, en ese rumbo. Eso va a llevar mucho
tiempo.

¿Eso cómo encaja con el capitalismo?

El capitalismo, definitivamente, está cuestionado. Ahí diferenciamos el Vivir Bien del


consumismo, el hecho de creer que la felicidad está ligado a tener más. Todo se vende.
Hasta nuestra cultura la venden, nuestras danzas, nuestras ceremonias, como con la
ayahuasca, todo está a la venta (ríe). Entonces, ¿cómo empezamos a generar esa
soberanía, nuestro propio camino, nuestra identidad cultural, lo que pensaban y sentían
nuestros abuelos? Ahí, emerge el Vivir Bien, primero como una frase, diferenciada
de Buen Vivir.

¿Surge en 1992, en ese contexto?

Para explicar aquí, entre nosotros y al mundo, empieza a usarse, pero ¿cuál es la
diferencia entre Buen Vivir y Vivir Bien? Puede ser un debate interesante, parece lo
mismo, pero poco a poco se fueron explicando las diferencias. Sirvió mucho y sirve
todavía para explicar los paradigmas. Hay que explicarlo al mundo.

¿Se puede decir que Vivir Bien es la defensa de lo comunitario, partiendo de su


lógica y su idioma?

Claro.

¿Pero sin unos pasos o fases que cumplir? ¿O eso forma parte de lo que se está
teorizando?

Sí existen unos principios, que los abuelos los viven cotidianamente. Nosotros, ahora, tal
vez por la necesidad de explicar a este lado (Occidente) tenemos que sistematizarlos.
Aquí con los abuelos es como comer, no se necesita explicación. Hemos sistematizado

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los trece principios, desde el comer, caminar, dormir bien, etc., y muchos otros aspectos,
como explicación para los de afuera. Pero los abuelos lo hacen naturalmente, como que
el sol sale por el Este. Es decir, el Vivir Bien o Buen Vivir, más los Derechos de la Madre
Tierra, más el Estado Plurinacional de Bolivia, etc., empezó a emerger como una
propuesta de debate interno, de diálogo. Los hemos debatido mucho internamente.

Lo llevaron a sus comunidades a Ecuador, Colombia, México, en todos los países. Y


tuvimos un segundo encuentro, el 21 de diciembre de 1992, en Teotihuacán (México),
pero no solo para el debate. Además, se juntaron todos los cetros, las varas (de mando)
de cada comunidad, desde Alaska hasta la Patagonia. Se juntaron las varas, las
amarraron, para que el espíritu retorne otra vez a ese camino del Abya Yala. Ahí surge
también ese concepto, Abya Yala. La recuperación… Todos los pueblos buscamos el
término del continente, no había. Cuando decimos acá el Collasuyo o el Tahuantinsuyo,
es solo una franja. No había nada que nombrara al continente.

¿Cómo surge el término Abya Yala? ¿Es en la reunión de Teotihuacán?

Sí. En Teotihuacán y en los diálogos en Mesoamérica.

¿Qué significa Abya Yala?

Tiene varias acepciones, ojo. Tampoco se puede traducir literalmente. Es


multidimensional. Es una palabra de origen kuna, un pueblo originario (donde ahora
están Panamá y Colombia). Cuando los maestros se ponen a buscar (el nombre para
definir al continente), lo encuentran en el pueblo kuna, durante esos diálogos. Ellos
tomaban la palabra y decían siempre: “En el Abya Yala…” y todos escuchábamos sin saber
qué estaban diciendo. Entonces ellos dicen, porque tienen unas 300 islas en el Caribe:
“En el Kuna Yala”, en el territorio kuna. Y Abya Yala es todo lo que no es el territorio
kuna. Desde el Caribe se puede ver todo, centro, norte, el sur, todo lo que no es territorio
kuna, el continente. Entonces, ahí se recupera primero políticamente y después ya hoy
tiene una trascendencia, una propuesta. Decimos: “Cuando Abya Yala despierta, América
tiembla”. Tiene la connotación de una articulación desde lo indígena, desde lo
comunitario.

En estos momentos históricos que estamos viviendo, como un cambio paradigmático, de


propuesta, al mundo, así lo estamos viendo. Sabemos que sí, que, en mi comunidad, yo
tengo mi comunidad, pero no cambia nada nada al final, porque alrededor está el
deterioro. Ya no es cuestión de un país o de un continente, sino de un paradigma que
está sumergido en el mundo. Así lo vemos y así lo estamos enfocando. Sabemos también
que no es algo que se haga en diez ni veinte años. Sabemos que va a ser generacional.

¿Se puede decir que el Sumak Qamaña o Sumak Kawsay está más vinculado al
mundo rural que al urbano?

No, en absoluto. Está vinculado a todo. Es un paradigma. Ahorita, por ejemplo, vivimos
aquí, en la ciudad, y eso no implica que no puedas Vivir Bien. Eso te va a llevar a tu
transformación personal y de lo que está a tu alrededor. Es una transformación
comunitaria, principalmente, no concebimos solo una transformación individual. No
existe en nuestra concepción paradigmática. Es comunitario. No solo reflexionas tú; la
Madre Tierra te habla, estás conectado…

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En países como Perú ha pasado que mucha gente se avergonzaba, incluso en la
actualidad, de hablar en su lengua materna, ya fuera quechua o aymara. Eso sería
incompatible con la práctica del Vivir Bien, ¿no? ¿O todos practican el Vivir Bien?

El idioma es una puerta, pero no es todo. Hay otros parámetros, como la ritualidad, las
danzas, es una articulación. Ahora, lo que tú dices… no es que el indígena renunció a su
lengua porque sí. Fue obligado.

¿La Iglesia Católica que tiene que ver en esta situación?

Pues mucho. Durante la colonia, los símbolos más visibles son la cruz y la espada, eso
está claro. La cruz y la espada. Hoy día, si está sumergido el paradigma, es a través de
estos dos símbolos. Creer que solo hay una verdad, que el mundo se mide según la visión
occidental, eso es lo que nos ha destrozado.

En países que son muy católicos en teoría, como Perú o la misma Bolivia, ¿esto
dificulta la realización del Buen Vivir?

Al final, el centro del Buen Vivir es espiritual, pero no en los términos de la concepción
occidental. Es una forma de vida y emerge de nuestra concepción sagrada de la vida.

Hablar con las montañas, con los Apus, con los ríos, con los árboles…

Claro. Esa concepción es una relación, por eso es que hacemos ofrendas, subimos a la
montaña y les danzamos… los árboles, las aves, las hormigas. Está arraigada
profundamente esa interrelación de respeto. Para los occidentales, solo son objetos.

La espiritualidad es el centro y por eso la colonia atacó al corazón mismo, con el


cristianismo, en sus diferentes ramas. Detrás del cristianismo hay mucha sangre, no solo
aquí, en el mundo. Aquí llegó la Inquisición. Las grandes cruzadas llegaron aquí,
arrasaron pueblos y ciudades. Por tanto, tratar de preservar una espiritualidad producto
de una concepción, que es una cosmovisión, y vivirla, ha sido dificultoso para nuestros
abuelos, pero lo supieron esconder y después ya nosotros de alguna manera tratamos de
llevarlo adelante. Lo sentimos como una responsabilidad generacional, no es para
escribir libros.

En la actualidad, con un poderoso capitalismo financiero y la robotización de las


sociedades, ¿van a poder resistir más tiempo, después de más de 500 años?
¿Creen que la gente se va a asimilar al mundo occidental?

Existe tecnología en el pasado. Nosotros tenemos tecnología, por ejemplo, de cultivos, de


construcción. Entendemos que la tecnología que articula lo comunitario es útil. Pero la
desechable, que es la de hoy día por cuestiones del mercado, destroza nuestra forma de
entenderlo. La tecnología tiene que ser perdurable, que articule el paradigma
comunitario, el encuentro no solo social, sino de vida, con todo. Es posible porque el
ingenio del ser humano tiene esa capacidad. La estructura política del capitalismo genera
una tecnología desechable y eso es lo que cuestionamos.

El punto real que viene fuerte, a través de la tecnología, eso lo vivo con mis niños, es el
impacto que tiene en ellos. Pero también veo y siento en el niño la sensibilidad del niño,

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natural. No lo digo solo por niños aquí en Bolivia, sino en Portugal, en China… tienen un
respeto natural por lo que está alrededor. Si el sistema educativo siguiera ese lineamiento
natural, tendríamos todo un proceso de reconstitución de lo que nosotros
llamamos Buen Vivir o Vivir Bien.

En armonía con la naturaleza…

Claro. Y relacionarte.

Pero ahí parece que existe una contradicción con lo realizado por los gobiernos
de los presidentes Morales y Correa, desde el punto de vista de seguir con las
industrias extractivas.

El extractivismo surge desde la colonia, no es una práctica nuestra. Cuando vinieron los
europeos, no vinieron para generar interculturalidad, ni para un encuentro de dos
mundos: vinieron para buscar riquezas. A saquear. Entonces el 12 de octubre de 1492
empezó la invasión. Fue una invasión, un genocidio y un saqueo… que continúa, no ha
parado. Porque ha generado, a través del paradigma, la visión racista, porque esa es la
visión hegemónica. Utiliza el racismo para desmerecer a las culturas ancestrales, a los
pueblos originarios y afrodescendientes. Hay discursos que se han suavizado un poco,
pero ahí están Trump, Bolsonaro… Como canciller he visto un racismo terrible en el
Parlamento Europeo, existe. Existe en Francia, en Alemania, en España. Entonces, ese
paradigma mantiene también el sistema colonial del saqueo mental. Hay un monocultivo
con eso: el saqueo persiste.

Esos Gobiernos justifican la concesión de proyectos mineros porque con los


ingresos podrían atender las necesidades de la población más pobre.

Cambiar un paradigma no es sencillo, ni migrar de un Estado nación, porque la


propuesta que acompaña al Vivir Bien implica el Estado plurinacional. Así lo hemos
diseñado en nuestra estrategia: el Estado plurinacional. Ahora, por eso nuestro momento
político, que nosotros denominamos proceso de cambio, también es pasar del Estado
nación a la estructura plurinacional. Eso no va a ser sencillo. Tiene sus pasos, incluso,
reitero, generacionales.

Es decir, aunque se haya aprobado una nueva Constitución en 2009, que enterró a
la república colonial y consagra el Estado Plurinacional, aún no se ha cambiado el
paradigma…

Claro, ni siquiera se ha completado la nueva estructura del Estado Plurinacional, nos


mentiríamos a nosotros mismos. El Estado nación surge desde la Revolución Francesa.
Pregunto: ¿se perfeccionó el Estado nación? Si no, Trump no estaría denunciando que
hubo fraude en su democracia. No se ha perfeccionado. Desde 2009 hasta 2021 son pocos
años de experiencia con el Estado plurinacional. Entonces, no es justificación,
simplemente describo la realidad.

Constitucionalmente tenemos un nuevo pacto social. Nosotros queríamos definirlo como


un Pacto de Vida, pero la visión antropocentrista solamente lo define como Pacto Social,
la nueva Constitución. Pero el Vivir Bien no es solo un Pacto Social; es un Pacto de Vida.

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¿Qué consecuencias implica?

Muchísimas, muchísimas. Por eso es que el Pacto Social simplemente va a dirimir, a


resolver, solamente lo social-humano. El Pacto de Vida es con todo: con la montaña, con
los ríos, con los árboles, con las demás formas de existencia. Solo por venta, aquí, en
Bolivia, los caimanes están siendo depredados. Solo por comercio. Y no hay ley que… tal
vez hay una ley de protección medioambiental, que no es lo mismo que un Pacto de
Vida. Entonces, podríamos haber tenido una constitución política del Estado inédita en
el mundo, porque todas las constituciones son ‘pactos sociales humanos’. Podíamos
haber tenido un Pacto de Vida que genere, promueva y cuide esta interrelación que
existe en la vida. No solo lo humano necesita protección o una buena administración,
sino la vida. Y quién se da cuenta de esto tiene aún mayor responsabilidad en su deber de
tener una buena administración. Entonces, eso no lo hemos logrado por la limitación del
paradigma de quienes estuvieron presentes en la Asamblea, tanto en Sucre como en
Montecristi (Ecuador). Sí lo querían promover, pero no entendían el espíritu. Esas
limitaciones paradigmáticas no permitieron eso, pero se logró por lo menos cambiar las
constituciones.

La Constitución no es todo. Las estructuras están en los diferentes niveles de Gobierno:


central, departamental, municipal, provincial, lo que en Ecuador llaman parroquia. No se
han transformado todavía. Se requiere otra Asamblea Constituyente para una
transformación orgánica y articulada. Porque hasta ahorita son pequeños feudos los
ministerios, los viceministerios, las direcciones, las secretarías, etc. Son simplemente
feudos del sistema anterior, el Estado nación.

¿La misma división político-administrativa no es una herencia colonial?

Correcto, correcto.

Ustedes se organizaban en ayllus, ¿no?

Claro, claro. Por eso es que nosotros recién logramos algunos avances. La lucha indígena
es por tierra, por territorios. Eso significa la reconstitución de nuestros territorios
ancestrales, que va más allá de la división político-administrativa… incluso de Estados.

Fueron los países colonialistas los que han trazado las fronteras, aquí y en
África…

Por ejemplo, los pueblos kichwa o quechua, que vienen desde Colombia, Ecuador, Perú…
Los aymaras, hasta el norte de Argentina y Chile y en el sur del Perú. El pueblo kuna,
entre Colombia y Panamá. El pueblo maya, entre Guatemala, Honduras y México, o los
mapuches, entre Chile y Argentina.

¿Esa contradicción es indisoluble?

Para nada. No hay nada inamovible. Tal vez simplemente es producto del monocultivo
militar del que vive el capitalismo, que ha detenido procesos de transformación,
naturales, como dicen los abuelos. Nada es inamovible; estamos trabajando para esa
reconstitución de los territorios ancestrales.

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Llama la atención que, en Perú, rodeado por Ecuador y Bolivia, apenas se hable
del Buen Vivir o Vivir Bien, tampoco en las organizaciones políticas.

La parte del sur del Perú está inmersa en el debate con Bolivia. Juliaca, Puno, Cusco…
hasta Arequipa. Esto nos permite dialogar y tener una conexión muy directa. Tenemos
ese diálogo. Pero sabemos que, en otras partes como Lima, para nada. Esa es otra
historia.

Fue el Virreinato…

Sí, es Virreinato, esa es la palabra correcta. No se han sumergido en esos debates como
nosotros o como en Ecuador. También en Colombia están sumergidos en los espacios
académicos y en los espacios indígenas, un poco permeando la visión de las izquierdas.
Ahora, ¿por qué Ecuador y Bolivia no caminaron más allá de lo que lo hicieron? Es que
está la izquierda. El pensamiento de la izquierda que todavía no tiene esa visión sobre el
extractivismo. Entonces, el movimiento indígena tiene su paradigma y avanza paso a
paso: la estrategia es migrar del Estado nación al Estado Plurinacional. Pero después del
Estado Plurinacional viene la reconstitución de nuestros territorios ancestrales.

Es decir, Estado Plurinacional, derechos de la Madre Tierra y reconstitución de


los territorios ancestrales…

Nosotros a los territorios los llamamos ayllus, marka, suyu… incluso la forma de
gobernarnos, que es distinta. En las comunidades no se lucha por el poder, porque ya
sabemos a quién le va tocar cada gestión.

Hay un mallku, ¿no?

Hay un mallku y una mamacta’lla que asumen con carácter rotatorio, normalmente un
año solar, y después asume otra familia. No hay votación, es por unanimidad. No hay
lucha por el poder. En Bolivia está bastante extendido, ha permeado a los ayllus o al
mundo sindical, como en el Trópico (de Cochabamba).

Puede decirse que en Bolivia convive una parte de la población que es


colonialista, que se representa con la imagen de Jeanine Áñez con la biblia y la
cruz entrando al Palacio de Gobierno después de un golpe de Estado, y que están
en minoría frente a una inmensa mayoría indígena.

Absolutamente. Describe bien el golpe de Estado: utilizando los mismos símbolos


coloniales de la cruz y la espada.

Y que se avergüenza de lo indio…

Absolutamente. El Estado nación que se configura con la República es racista: el


principio que lo estructura y lo mueve es el racismo.

Entonces, la lucha es continua

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Es permanente, no acaba. Ahora, la estrategia de este tiempo es el Buen Vivir o Vivir Bien,
construcción del Estado plurinacional, derechos de la Madre Tierra y reconstitución de
los territorios ancestrales y de nuestra identidad cultural.

¿La pandemia de la covid les da la razón a ustedes, de alguna manera?

Claro, absolutamente. La pandemia, como alguien dijo, implicará también una forma de
reestructuración de los Estados; es una forma de dominio. Mira ahorita, por ejemplo, con
las vacunas, el monopolio que hay.

El ser humano tiene debilidades no solo mentales sino corporales y físicas por la forma
de vida que tiene ahora. Obviamente, el hacinamiento, el destrozo de las formas de vida
que son necesarias no solo en la vida del ser humano, sino de todo, está demostrando la
fragilidad en que se encuentra esta humanidad. Por eso es que, como decía al principio,
la propuesta del Vivir Bien o Buen Vivir ya no solo se vuelve la lucha de los pueblos
indígenas, sino que se propone como una respuesta a la crisis global, la crisis de vida que
tiene Occidente. Les decimos: miren, lo pueden solucionar con esto. El abismo al que va
la humanidad, a través del antropocentrismo y del individualismo… Para nosotros está
clara la estrategia de recuperación de nuestra identidad cultural, pero cuando hablamos
de los Derechos de la Madre Tierra es una invitación global para resolver esto.

Sé que puede interpretarlo como visión occidental, pero ¿cómo encaja el


feminismo en el mundo indígena, la igualdad entre hombres y mujeres en el
marco del Buen Vivir? Porque estos son países muy machistas, como Perú o
Ecuador, no sé si Bolivia porque no lo conozco tanto.

Es machista, Bolivia.

Quizás tenga que ver también con la influencia de la tradición católica

Es machista, sí. Desde que está el cristianismo es machista.

¿Pero los indígenas no son machistas?

El principio generador de lo indígena es la paridad, hombre-mujer. Por eso nuestras


autoridades (en las comunidades) son un hombre y una mujer, el mallku y la
mamact’alla. Ahora, en esta gestión, han sido elegidos un primo y una prima mía en mi
comunidad. Eligieron a mi prima como mamact’alla y su esposo, que es policía, está
obligado a acompañarla, porque no se concibe que una autoridad vaya sola. Desde que le
colocan el poncho, tiene que cumplir. La paridad ha cobrado mayor fuerza con el Estado
Plurinacional. En estos catorce años se ha logrado algo muy grande: devolver la sonrisa a
lo indígena, sentir el orgullo de la identidad cultural. Tal vez no conocías que antes de
2006 no se podía entrar con nuestras vestimentas originarias a lugares llamados Palacio
de Gobierno, ni a las plazas públicas. Incluso, en la Ley municipal, una ley del período
republicano (antes de 2009), no está ni derogado ni menos abrogado, la prohibición de
entrar con vestimenta indígena en esos espacios. Está en el olvido, pero mantiene ese
espíritu de negación de lo indígena.

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Cuando en 2006 Evo Morales juró como primer presidente indígena de Bolivia y entró a
Palacio de Gobierno también entró la multitud. En un canal muy polémico aquí, Unitel,
colocaron en los rótulos: “Trajes elegantes se confundieron con polleras y ponchos” (ríe).

Es extraño ver en los programas matutinos de televisión a muchachas blancas y


rubias y no ver a mujeres, ni hombres, indígenas.

Promueven todo el día el estereotipo del hombre blanco.

A propósito, ¿cuentan ustedes con medios de comunicación, por ejemplo,


comunitarios?

Tenemos varias radios comunitarias, pero televisiones no. Recién están migrando
algunos canales a la tecnología digital, en redes sociales, pero no tenemos en señal
abierta. Las radios están en todas las comunidades, pero el Gobierno del golpe de Estado
derogó y destrozó algunos de nuestros medios de comunicación. Recién estamos
migrando a la televisión digital, no hemos hecho el apagón analógico, que se tuvo que
hacer en 2014. Esperábamos que cambiara, pero los propios empresarios privados lo
detuvieron, porque si se cambia, todas las comunidades hubiéramos tenido la
posibilidad. Todas. No se dio y los empresarios privados se beneficiaron, en desmedro de
las comunidades. Así que lo esperamos pronto. Tenemos una radio emblemática,
Kausachum Coca, por ejemplo, que a través de redes sociales lideró la articulación en
defensa de la democracia y la lucha durante el golpe de Estado.

Porque está claro que para la batalla cultural que están dando, necesitan medios
de comunicación.

Así es. Todos los medios, como has visto y no necesita explicación, se dedican a la
promoción de lo blanco, con algún “aditamento colateral” de lo indígena por ahí, que
más o menos se enmarca en los rasgos blancos. Existe aún esa hegemonía.

AUTOR >Ramón Pérez Almodóvar

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