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Los poemas estimulan la empatía

y el desarrollo del pensamiento


abstracto
1 A propósito del Día Mundial de la Poesía, 21 de marzo, científicos
monitorearon a voluntarios mientras leían poesía, y comprobaron que las
áreas del cerebro correspondientes a las emociones y sensaciones se
activaban como si estuvieran viviendo lo expresado en los versos.

Tilsa Otta

Actualizado el 21/03/2020 a las 08:00

“Yo solía decirle a mi personal que me trajera poetas como


directivos porque los poetas son nuestros pensadores
sistémicos originales. Miran los entornos más complejos y
reducen la complejidad a algo que pueden entender”. Cuando
leí que un empresario afirmaba en The New York Times que
todo alto mando debería ser un poeta, me llené de
optimismo. ¿Acaso al fin la gente está comprendiendo que la
poesía es el más completo suplemento vitamínico para el
organismo humano ávido de significado?
Es obvio. El Perú es la última rueda del coche en comprensión
lectora en Latinoamérica y hay demasiada gente que no está
leyendo poesía en el Metropolitano. Asumo que quien lee estas
líneas está preocupado por el presente y el futuro de sus hijos. En
un sistema oscurantista, la realidad está escrita entre líneas. Los
últimos gobiernos sabotearon el sentido de comunidad, movieron
cielo y tierra para vender el cielo y la tierra, mientras los peruanos
cubríamos nuestras escasas posesiones con rejas y ventanas
reflectantes. Nos acostumbraron a la corrupción y quisieron
hacernos indiferentes al dolor ajeno. “No es mi problema. Que
ellos se arreglen. Yo cuido lo mío”. Cada vez estoy más segura de
que la misión de los poetas en este planeta es estimular
la empatía a través de la poesía; por ello, esta palabra va a
repetirse en esta página, como una lluvia que fecunda el desierto.

2 Una lectura múltiple de la realidad


Está probado que la poesía modifica nuestra estructura de
pensamiento, como la religión o el Facebook, pero para bien:
expande nuestra comprensión y multiplica nuestra lectura de la
realidad. Como todo, la realidad es un texto que puede ser leído, y
la poesía nos permite leerla en varios sentidos, con imagen y
sonido.
No hay duda de que el lenguaje estructura nuestro mundo,
entonces ¿por qué leerlo al pie de la
letra? Científicos monitorearon a voluntarios mientras leían
poesía, y comprobaron que las áreas del cerebro correspondientes
a las emociones y sensaciones se activaban como si estuvieran
viviendo lo expresado en los versos. Y esta transferencia de
experiencias ejercita la empatía. A mí la poesía me transformó y
no hay vuelta atrás: me sensibilizó al punto de sentir que todo es
alegre y triste en el fondo, que todo está vivo, y pierdo mucho
tiempo evacuando hormigas. “Hombre soy; nada humano me es
ajeno” es una frase que repite mi padre y a mí me suena a
invocación. La “gran transformación”, el respeto y la tolerancia
requieren ponerse en los zapatos del otro, sobre todo del que no
tiene zapatos. Eso es posible gracias a las neuronas espejo, las
artífices de la empatía y la buena onda. Todos las tenemos, pero
algunos las reprimen.
Y, para los pequeños de la casa, la imaginación descontrolada es el
atajo para comprenderlo todo, para descubrir, encontrar, inventar.
La lectura de poesía en los primeros años estimula el desarrollo
del pensamiento abstracto, nos induce a percibir las conexiones
invisibles y las relaciones posibles entre hechos, ideas y seres. La
tecnología nos permite ver imágenes de alta fidelidad del espacio y
la naturaleza, pero la visión humana es cada vez menos fiel a la
naturaleza y más limitada.
Cuando un niño comprende que el tiempo es oro y el Perú un
mendigo sentado en un banco de tiempo, el mundo se descubre
pleno de significados, y su subjetividad e imaginación, claves para
desentrañarlo. Cuando Novalis escribió que “la poesía es la
religión natural de la humanidad”, no solo se refería a que la
conciencia encarna en el lenguaje, sino también a que cada ser
humano es portador de una verdad y un misterio, y puede escribir
su propio evangelio, regalarnos su visión del universo.

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