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Ondas Electromagnéticas y Ecuaciones de Maxwell

El conflicto se desarrolla

En la última parte del siglo XIX, Maxwell y Hertz propusieron la concepción de


la luz como radiación electromagnética. Desde entonces, los físicos han
investigado las muchas propiedades de la luz. Una vez se supo que la luz tenía
propiedades ondulatorias, los físicos juzgaron natural proponer un medio que
propagara este movimiento ondulatorio, o sea, algo en lo que viajaran las
ondas de luz. Este medio se conoció generalmente como éter luminífero.

Para calificarlo como portador de las ondas de luz, era necesario que dicho éter
poseyera algunas propiedades muy extrañas. Se postuló que el éter era una
sustancia más ligera que cualquier gas o vapor, y al mismo tiempo tenía una
rigidez comparable a la del acero.

En 1887 ALBERT A. MICHELSON y E. W. MORLEY idearon y ejecutaron un


experimento para probar la naturaleza del éter luminífero y para intentar
determinar la velocidad de la luz con respecto al éter. Los físicos se dieron
cuenta de que si este éter existía, debía llenar todo el espacio y debía ser el
sistema de referencia primario y absoluto para la luz. Concluyeron que la tierra
debía o estar en reposo o moviéndose con respecto al éter, y que
consecuentemente el marco de referencia inercial para la luz estaba o en
reposo o moviéndose con respecto a la tierra.

Cuando Míchelson y Morley decidieron efectuar un experimento para probar las


propiedades del éter, pensaron que un interferómetro serviría sus propósitos.
Querían diseñar un experimento que determinara de hecho si existía el éter y si
se movía con respecto a la tierra. Como las ondas en la superficie de un río, las
ondas de luz debían aparecer moviéndose a diferentes velocidades con
respecto a un observador, dependiendo de si las ondas se movían o no a favor
de la corriente del éter, en contra o perpendicularmente. Si la tierra se mueve a
través del éter (o, lo que es lo mismo, si el éter fluye a través de la tierra) un
observador debería poder detectar una diferencia en la velocidad de la luz en
distintas direcciones. Para lograrlo, Michel son y Morley construyeron un gran
interferómetro, que hicieron flotar sobre una piscina de mercurio. Entonces
trataron de observar cambios en la velocidad de la luz a lo largo. de la
trayectoria 1 con respecto a la 2, a medida que cambiaban la dirección del
interferómetro haciéndolo girar en su piscina de mercurio. Una diferencia
relativa en la velocidad de la luz sería indicada por cambios en la brillantez de
las franjas al final del haz.

Repitamos el experimento en nuestra imaginación, pero eliminando las muchas


dificultades que tuvieron que vencer Michelson y Morley. Construyamos un
gran interferómetro con las trayectorias M M1 (no. 1) = M M2 (no. 2) = L y
hagamos flotar el aparato en mercurio, orientando el eje SM1 en la dirección en
que la tierra viaja con respecto a las estrellas fijas distantes. Elegimos esta
orientación como un supuesto razonable de la dirección en que viajamos a
través del éter (si es que ella existe).

Z
Y

X
Figura 1

La velocidad de la luz con respecto al éter es c, y gracias a las


transformaciones Galileanas deducimos que la velocidad de la luz con respecto
a la tierra a lo largo del brazo del interferómetro paralelo a la velocidad v de la
tierra, es

𝑐 − 𝑣 𝑑𝑒 𝑀 𝑎 𝑀1 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 1

𝑐 + 𝑣 𝑑𝑒 𝑀1 𝑎 𝑀 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 2
El tiempo implicado para cada viaje de una onda de luz será

𝐿
𝑡𝑀𝑀1 = 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 3
𝑐−𝑣

𝐿
𝑡𝑀1 𝑀 = 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 4
𝑐+𝑣
De modo que el tiempo para el viaje redondo, MM1 M, en dirección paralela al
movimiento de la tierra, es:

𝐿 𝐿 2𝐿/𝑐
𝑡|| = + = 𝑣 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 5
𝑐−𝑣 𝑐+𝑣 1 − ( )2
𝑐
El tiempo para que la luz haga el viaje redondo, M M2 M, en dirección
perpendicular al movimiento de la tierra, es
𝐿 𝐿 2𝐿 2𝐿/𝑐
𝑡┴ = + = = 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 6
√𝑐 2 − 𝑣 2 √𝑐 2 − 𝑣 2 √𝑐 2 − 𝑣 2 √1 − (𝑣/𝑐)2
Estas ecuaciones resultan de la composición clásica de velocidades como se
muestra en la figura 1. Si c es la velocidad de la luz con respecto al éter en el
marco de referencia S 1, entonces la velocidad de la luz con respecto a la tierra
(marco de referencia S2) en ambos viajes MM2 y M2M es siempre:

√𝑐 2 − 𝑣 2 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 7

Las ecuaciones (5) y (6) dan los tiempos de viaje MM1 M y MM2 M medidos
por nosotros, los observadores terrestres. Notemos que ya que hemos
analizado el experimento usando las transformaciones Galileanas clásicas,
estos tiempos deben ser independientes de nuestro movimiento ( del
movimiento del observador). Partiendo de las ecuaciones (5) y (6),

2𝑙
𝑡|| ( )/(√1 − (𝑣/𝑐)2) 1
= 𝑐 = 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 8
𝑡┴ 2𝐿 2 √1 − (𝑣/𝑐) 2
( )/(1 − (𝑣/𝑐) )
𝑐
Así 𝑡|| > 𝑡┴ y las dos porciones del haz coherente deberían producir un
patrón de interferencia al juntarse.

Cuando Michelson y Morley efectuaron muy cuidadosamente este experimento


en 1887, esperaban observar un corrimiento de al menos 0.40 de banda. Sin
embargo, sus esfuerzos mostraron que, a lo más, el corrimiento era de 0.005
de banda. Por ende, se preguntaron si había, de hecho, un efecto que pudiera
ser observado. Desde entonces se han realizado muchos otros experimentos
cuidadosos para medir la velocidad relativa de la luz, pero ninguno ha servido
para demostrar la existencia del éter luminífero. El resultado experimental
siempre dio

𝑡|| = 𝑡┴ 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 9

En otras palabras, la ecuación (9) es la respuesta experimental de la naturaleza


a la pregunta de si existe o no el éter, pregunta que Michelson y Morley
intentaron responder con su experimento.

Un conflicto surge, sin embargo, puesto que de acuerdo con el análisis


Galileano, un observador que efectúa este experimento debería observar que
𝑡|| > 𝑡┴ , y esto no se observó. Por otro lado, si se rechaza la composición
Galileana de velocidades, y aceptamos que la velocidad de la luz es la misma
para ambos sistemas inerciales S1 y S2, tendremos que se cumple la ecuación
9.
Este resultado concuerda con los resultados de muchos experimentos. Por lo
tanto, los resultados del experimento de Michelson-Morley forzaron a los físicos
a aceptar la invariancia de la velocidad de la luz. De lo cual concluimos que la
velocidad de la luz es la misma, sin importar que esta velocidad sea medida por
un observador en un sistema estacionario o por un observador en un sistema
que se mueve a una velocidad constante con respecto a la fuente de luz.

Las conclusiones, particularmente la invariancia de la velocidad de la luz,


resultantes del experimento de Michelson - Morley, constituyeron la base
experimental para la teoría de la relatividad de Einstein. Los resultados de este
experimento y el trabajo de Einstein originaron una tendencia orientada hacia la
investigación de las propiedades de transformación de toda la naturaleza. El
esfuerzo de los científicos por comprender mejor la naturaleza del espacio y del
tiempo todavía se encuentra a la vanguardia de la física. Esta empresa fue
firmemente establecida con las ecuaciones de movimiento de Galileo y Newton
y empezó a expandirse aún más con las transformadas de Lorentz.

Maxwell y el éter
La idea del “éter lumínico”, medio por el que se propagaban las ondas de luz,
aparece en el siglo XVII con Christian Huygens, desaparece en el XVIII y
resurge en el XIX cuando los experimentos de Young y Fresnel apuntan a la
naturaleza ondulatoria de la luz. Maxwell también pensó que el éter podría
considerarse un medio para la transmisión de las fuerzas eléctricas y
magnéticas. Más tarde se daría cuenta de que podía olvidarse completamente
de este modelo concreto del éter si se centraba en la forma matemática de la
teoría. Sin embargo, justo antes de su muerte, en 1879, Maxwell escribió un
artículo sobre el éter para la Enciclopedia Británica (1878) en el que aparece
como convencido defensor del concepto:

“Sean las que fueren las dificultades que tengamos a la hora de formar una
idea consistente de la constitución del éter, no puede haber duda de que los
espacios interplanetarios e interestelares no están vacíos, sino que están
ocupados por una sustancia o cuerpo material, que es ciertamente el más
grande, y probablemente el más uniforme del que tengamos alguna noticia.”

Maxwell era consciente de los fallos que presentaban los modelos anteriores
del éter. En la primera parte del mismo artículo decía:

“Los éteres se inventaron para que los planetas nadaran en ellos, para
constituir atmósferas eléctricas y efluvios magnéticos, para comunicar
sensaciones de una parte de nuestros cuerpos a otra, y así, hasta que todo el
espacio había sido ocupado tres o cuatro veces con éteres. Solo cuando
recordamos la gran y maliciosa influencia que las hipótesis acerca de los éteres
solían ejercer, podemos apreciar el horror a los éteres que los hombres de
mente seria tuvieron durante el siglo XVIII.”
Maxwell había formulado su teoría electromagnética matemáticamente,
independientemente de cualquier modelo concreto de éter. ¿Por qué, entonces,
continuaba hablando del “gran océano de éter” que llena todo el espacio?
Porque para Maxwell era impensable que pudiesen existir vibraciones sin que
exista algo que vibre, u ondas sin un medio. Por otra parte estaba el hecho de
que el concepto de “acción a distancia”, presente en Newton y en la
electrodinámica de Àmpere, era algo que para los físicos de la segunda mitad
del XIX era absurdo. ¿Cómo podía un objeto ejercer una fuerza sobre otro
alejado de él si no había algo que transmitiese esa fuerza? Un cuerpo se dice
que actúa sobre otro, y la palabra sobre incluye la idea de contacto. De forma
sutil, el lenguaje común hacía la idea de éter poco menos que necesaria.

Con todo, pocas décadas después de la muerte de Maxwell el concepto de éter


había perdido mucho de su apoyo. Para la segunda década del siglo XX había
desaparecido del catálogo de conceptos útiles en buena medida gracias a los
experimentos de Michelson-Morley y a las ideas tal Albert Einstein. Sin
embargo, la principal fuente de desgaste de la hipótesis del éter fue la propia
teoría electromagnética de Maxwell, simplemente porque sus ecuaciones no
necesitaban esa hipótesis para explicar completamente los cambios y
relaciones entre los campos eléctricos y magnéticos en el espacio.

Ecuaciones de Maxwell

Ecuaciones de Maxwell que describen fenómenos Electromagnéticos


Nombre Ecuación Descripción
Ley de Gauss El flujo eléctrico neto a
para campos 𝒒𝒆𝒏𝒄 través de una superficie
∬ 𝑬. 𝒅𝑨 =
eléctricos 𝝐𝟎 cerrada es proporcional
a la carga eléctrica neta
encerrada.
Ley de Gauss El flujo magnético neto a
para campos través de una superficie
∬ 𝑩. 𝒅𝑨 = 𝟎
magnéticos cerrada es cero (no
existen los monopolos).
Ley de inducción Un flujo magnético
de Faraday 𝒅∅𝑩 variable induce un
∮ 𝑬. 𝒅𝒔 = − campo eléctrico.
𝒅𝒕
Ley de Maxwell- Un flujo eléctrico
Ampère 𝒅∅𝑩 variable o una corriente
∮ 𝑩. 𝒅𝒔 = 𝝁𝟎 𝝐𝟎 + 𝝁𝟎 𝑰𝒆𝒏𝒄
𝒅𝒕 induce un campo
magnético.
(Como recordatorio, la integral en las dos primeras
ecuaciones representa la integración sobre una superficie
cerrada y la integral en las dos últimas ecuaciones indica
integración sobre una curva cerrada.)

La ley de Maxwell-Ampère completa el conjunto de cuatro ecuaciones conocido


como ecuaciones de Maxwell, que describen las interacciones entre cargas
eléctricas, corrientes, campos eléctricos y campos magnéticos. Estas
ecuaciones consideran la electricidad y el magnetismo como dos aspectos de
una fuerza unificada denominada electromagnetismo. Todos los resultados
antes descritos para la electricidad y el magnetismo siguen siendo válidos,
aunque estas ecuaciones muestran cómo los campos eléctrico y magnético
interactúan entre sí, dando origen a un amplio rango de fenómenos
electromagnéticos.

Un breve análisis de las soluciones de la ecuación de onda para los campos


eléctricos y magnéticos

Suponemos que las siguientes ecuaciones expresan los campos eléctrico y


magnético en una onda electromagnética en particular que se desplaza en la
dirección x positiva:

⃗⃗⃗ (𝑟, 𝑡) = 𝐸𝑚𝑎𝑥 𝑠𝑒𝑛(𝑘𝑥 − 𝑤𝑡)𝑦̂


𝐸 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 10

⃗⃗⃗ (𝑟, 𝑡) = 𝐵𝑚𝑎𝑥 𝑠𝑒𝑛(𝑘𝑥 − 𝑤𝑡)𝑧̂ 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 11


𝐵

Donde k = 2π/λ, es el numero de onda y w = 2πf, es la frecuencia angular de


una onda con longitud de onda λ y frecuencia f. Observe que la magnitud de
ambos campos no depende de las coordenadas y o z, sino sólo de la
coordenada x y del tiempo. Este tipo de onda, en el que los vectores del campo
eléctrico y del campo magnético están en un plano, se denomina onda plana.

La ecuación anterior indica que esta onda electromagnética en particular se


desplaza en la dirección x positiva porque, conforme el tiempo t crece, la
coordenada x debe crecer a fin de mantener el mismo valor para los campos.
La onda descrita por la ecuación se muestra en la figura siguiente.

En el caso particular ilustrado en la figura mostrada, el campo eléctrico está


completamente en la dirección y y el campo magnético está completamente en
la dirección z; es decir, ambos campos son perpendiculares a la dirección de
propagación de la onda.
Resulta que el campo eléctrico siempre es perpendicular a la dirección en la
que se desplaza la onda y siempre es perpendicular al campo magnético. No
obstante, en general, para una onda electromagnética que se propaga a lo
largo del eje x, el campo eléctrico puede
apuntar hacia cualquier parte en el plano xy.
La representación de la onda en la figura es
una abstracción instantánea. Los vectores
mostrados representan la magnitud y dirección
de los campos eléctrico y magnético; sin
embargo, usted debe percatarse de que estos campos no son objetos sólidos.
Nada hecho de materia se mueve realmente hacia la izquierda y hacia derecha,
hacia arriba y hacia abajo cuando la onda se desplaza. Los vectores que
apuntan hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia arriba y hacia abajo
representan los campos eléctrico y magnético.

Podemos ver que

𝐸𝑚𝑎𝑥 𝑤
= = 𝑐, 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑧. 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 12
𝐵𝑚𝑎𝑥 𝑘
Ademas si dividimos E sobre B tenemos

𝐸 ⃗⃗⃗
𝐸 (𝑟,⃗⃗ 𝑡) 𝐸𝑚𝑎𝑥 𝑠𝑒𝑛(𝑘𝑥 − 𝑤𝑡)
= = = 𝑐, 𝑙𝑎 𝑣𝑒𝑙𝑜𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑙𝑢𝑧
𝐵 ⃗ (𝑟,
𝐵 ⃗⃗ 𝑡) 𝐵𝑚𝑎𝑥 𝑠𝑒𝑛(𝑘𝑥 − 𝑤𝑡)

Por lo tanto, el cociente cumple la ley de inducción de Faraday, si la razón de


las magnitudes de los campos eléctrico y magnético es c.

Las ecuaciones (10) y (11) también satisfacen la ecuación de Maxwell –


Ampere

𝐸𝑚𝑎𝑥 κ 1
= = 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ç𝑜𝑛 13
𝐵𝑚𝑎𝑥 𝜇 0 𝜖0 𝑤 𝜇 0 𝜖0 𝑐
Podemos expresar esta ecuación en términos de las magnitudes de los
campos eléctrico y magnético como antes:

𝐸 1
= = 𝑐 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 15
𝐵 𝜇 0 𝜖0 𝑐

Lo que conduce a
1
= 𝑐 2 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 16
𝜇 0 𝜖0
1
𝑐= 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 17
√𝜇0 𝜖0

Por lo tanto, la velocidad de una onda electromagnética puede expresarse en


términos de dos constantes fundamentales relacionadas con los campos
eléctrico y magnético: la permeabilidad magnética y la permitividad del espacio
libre (en el vacío). Al escribir los valores aceptados de estas constantes en la
ecuación (17), se obtiene

1 𝑚
𝑐= = 3.00𝑥108 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 18
𝑠
√(4𝜋𝑥10−7 𝐻 ) (8.85𝑥10−12 𝐹 )
𝑚 𝑚
Esta velocidad calculada es igual a la velocidad medida de la luz. Esta igualdad
significa que todas las ondas electromagnéticas se desplazan (en el vacío) a la
velocidad de la luz y sugiere que la luz es una onda electromagnética.

La ecuación (12) establece que E/B = c. Aunque c es un número muy grande,


la ecuación (12) no significa que la magnitud del campo eléctrico es mucho
mayor que la magnitud del campo magnético. De hecho, los campos eléctrico y
magnético se miden en unidades diferentes, por lo que una comparación
directa no es posible.

La velocidad de la luz desempeña un papel importante en la teoría de la


relatividad especial, que analizaremos en esta unidad. La velocidad de la luz
siempre es la misma en cualquier marco de referencia. Por lo tanto, si usted
envía una onda electromagnética en una dirección específica, cualquier
observador, sin importar si se mueve hacia usted o se aleja de usted o en otra
dirección, verá que la onda se mueve a la velocidad de la luz. Este
impresionante resultado, junto con el postulado admisible de que las leyes
físicas son las mismas para todos los observadores inerciales, lleva a la teoría
de la relatividad especial.

Todas las ondas electromagnéticas viajan a la velocidad de la luz. No obstante,


la longitud de onda y la frecuencia de las ondas electromagnéticas varían
drásticamente. La velocidad de la luz, c, la longitud de onda, , y la frecuencia,
f, están relacionadas por

𝑐 = 𝜆𝑓 𝐸𝑐𝑢𝑎𝑐𝑖ó𝑛 19

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