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MANUEL OLIVENCIA
CARLOS FERNÁNDEZ-NOVOA
RAFAEL JIMÉNEZ DE PARGA
(Directores)
GUILLERMO JIMÉNEZ SANCHEZ
(Coordinador)
LA COI\TRATACION MERCANTIL.
DISPOSrcIONES GENERALES.
PROTECCIÓN DE LOS
CONSTJMTDORES
L
Entre los distintos instrumentos que el Derecho pone a disposición de
los particulares par? hacer posible la circulación de valores patrimoniales,
esto es, el tráfico'ebonómico y jurídico, el contrato ocupa un lugar desta-
cado y fundamental. Cabría incluso aftrmar, sin necesidad de mayores cir-
cunloquios, que el contrato ha sido y es el principal cauce jurídico de inter-
26 LUIS MARÍA MIRANDA SERRANO
LA coNTRATACtó¡¡ N¡eRceNTIL EN GENERAL... 27
.;i '
M. LA UNIFICACIÓN DEL DERECHO DE OBLIGACIONES rc.,. devienen generales por aplicarse de un modo indiferente a toda
otJa
Y CONTRATOS: POSIBILIDADES Y LÍMITES de ser normas especiales y en este sentido mer-
;ñJá" personas, hejangene.ules,
Irntif"r, pasando a sót esto es, civiles o comunes. Fue a partir
El tema de lege data de la mercantilidad del contrato remite a otra cues- il"ntoni". cuando el sistema de los actos objetivos-de comercio entró en
tión de lege ferenda de mayor alcance, cual es la conveniencia o no de una interna que provocó que_algunos Ordenamientos jurídi-
Iiu ronou¿icción (Codiie
unificación del Derecho privado y, en particular, de la parte de éste relativa io, "o*o el italiano civile de 1942) o el suizo (Code des obliga-
a las obligaciones y los contratos. comoquiera que de esa cuestión se ocupa ii""i de 1881) [a los que más tarde se han sumado
ampliamente el primer tomo del presente Tratado (donde se analizan ús -Onlíg,ationenrecht-
el holandés: v. M¡nrÍNez seRRlÓN, RJC, 1992, passim; DB I-OS
ooo5
relaciones entre los Derechos civil y mercantil), aquí sólo nos limitaremos "oro
üoár, RDp, lgg1, passimf procedieran a unificar su Derecho privado.
a realizar unas breves consideraciones. Para ello nos referiremos en primer il; "ó puede afirmárse tajantemente que en tales Ordenamientos haya
lugar al caso español y a continuación al europeo, dada la existencia en j"ruput""i¿o el Derecho mercantil, como lo demuestra la existencia en sus
Europa, sobre todo en el ámbito académico ci'profesoral pero también con noirur específicai dirigidas a regular el tráfico comercial.
ff;í;;i;;;t á"
claros apoyos institucionales, de un fuerte movimiento en favor.del esta- éí1" d""ir, más bien, que en los países en que se ha procedido a una uni-
más formal que
blecimiento de un Derecho uniforme de contratos en la UE. frlaciOn total del Dereóho privado, ésta posee un carácter
maieriat [Bnosrra, La empresa, p. 2I0; Ds EzeculRRE, D' mercantil
en
Est' Menén-
Cia¡firoi¡an,p. I78; GoNoRa, D. mercantil, p. 50; Duque, en
A) El caso español dé2,I, p. 275; entre otrosl.
Es sabido que en las últimas décadas la vida En cuanto al Derecho español, puede afirmarse que las tendencias uni-
civil ha sido objeto de una
innegable comercialización o mercantilización. Principios nacidos en el ficadoras han tenido una débil repercusión hasta el momento presente, al
seno del Derecho mercantil se han generalizado, pasando a ser utilizados ¡¡"nor en términos comparativos con lo que ha sucedido en otros Ordena-
por la sociedad civil en general. Este fenómeno, que GeRRrcuBs baatizí mientos. Bien es cierto que ya se han consumado algunas unificaciones
relevantes, como la acontécida recientemente en el ámbito concursal; y
que
como exportación invisible de las normas del Derecho mercantil al Dere- dirección para las que no existen
no faltan propuestas doctrinales en dicha
cho civil fen Temas Derecho vivo, p. l20l y que otros autores incluso han
especiales diiicultades que se opongan a su realización de.sde,un puntg 99
llegado a calificar como invasión del ámbito civil por las normas mercan-
tiles [FIca FaunA, AAMN, núm.28,1985, p. 189], lleva a plantearse la con- vista de lege ferenda fVlceur, RdP, núm. 2, 1999, passim; loev, RDM,
veniencia de mantener la dicotomía Derecho civil-Derecho mercantil en núm. 139,19iA, passim; BeRCovItz, A., en Est. de Castro, passim; BYt-
general y, en particular, en lo relativo al Derecho de obligaciones y con- rxAu, Unifícacíói D. privado, passimf . Así, en materia contractual ha lle-
gado a .o.t"n".t" qué las disposiciones generales sobre los contratos de
tratos [así, ad ex., Gouone, D. mercantil, p. 66; BRosrrA, La empresa,
p. 189; SuÁnrz-LleNos, en AA.VV., Reforma, p. ZB7l. óomercio contenidai en los arts. 50 y ss. CCo podrían refundirse fácilmente
en una normativa común de obligaciones. Es rnás, cabe decir que la mayo-
Según la communis opinio, el tema de la unificación del Derecho pri- ría de la doctrina española propugna la unificación del Derecho de obliga-
vado se ha suscitado fundamentalmente a partir de la codifi cación, al c^on- ciones en un único Código [Polo, en Est. Uría, p.571; MENÉNDEZ, en
sagrarse en ella la existencia separada de una regulación especial frente a AA.VV., Centenario CCo, p.57; SANcnez CALERo, en AA.VV., Centena-
la común o general. A decir verdad, dicho tema surgió esencialmente como rio CCo, pp. 253-257; Bnncovmz, A., en Est' de Castro,p. 153;BnlrnÁu,
una fórmula de superación de la contradicción interna en que había caído U nifi c a c iZ n D . p r iv ado, pp. 57 - 62; B noserA/M¿RrÍluez, M anual, lI, pp' 3 !-
el sistema objetivo de los actos de comercio. Aplicar el Derecho mercantil 35ll si bien no faltan quién"s, pese a manifestarse conformes con la refe-
a un acto aislado de comercio rearizado por un no comerciante podía care- ridi unificación, entienden qué ésta habría de realizarse mediante leyes
cer de sentido, pero era una opción defendible desde un punto de vista valo- especiales y no a través de un Código lGÓrvrpz SEGADE, en Est. Uría,
rativo. Ahora bien, cuando determinados actos de comercio comenzaron a p.'2O9; GrnóN, Tendencias, p. 129). En lo atinente a los contratos especiales
realizarse por no comerciantes no de un modo ocasional o aislado, sino de iecogidos en el Libro II CCb, se ha mantenido igualmente qu€ la situación
un modo habitual o permanente, ya no tenía sentido continuar calificándo- tamp-oco sería diflcil de superar, todavezque en muchas ocasiones la doble
los como objetivamente mercantiles. si el Derecho mercantil es un Dere- regülación ni siquiera se traduce en excepciones o regímenes*diferentes,
cho especial, las normas que lo integran no pueden ser sino especiares. una daáa la existencia en el fondo de una mayor uniformidad del Derecho de
{
,
^1 LUIS MARÍA MIRANDA SERRANO LA CONTRMACIÓN MERCANTIL EN GENERAL... 43
contl'atos de lo que a primera vista muestran los códigos cle Derecho pri,
ri.lir como hechos previsibles: n) la disolución del Derecho mercantil (en
vado_ [VrcrNt, CompendLo, II, p. 4; SuÁnrz-LLANos, e'Aa.VV., Refor)na, expresión cle NussseuM) en cuanto Derecho privado especial
p. 2871. De hecho, un iinportante ejernplo de unificación sectorial en el ""nnr;¿u
ámbito contractual lo constituye la LCS de 1980, que puso fin a la doble
il'col" mercéd a la unificación total del Derecho privado ya realizada en
regulación (civil y mercanfil) dei contrato de seguro hastá entonces existente
.u"fror países y proyectada en otros; á) la subsistencia de un CC regula-
c) la pro-
áni ¿"t Derecho patrirnonial, incluido el Derecho de obligaciones;
[aun cuando justo es reconocer que se trata de una unificación incornpleta, leyes especiales para la regulación de determinadas materias;
toda vez que junto a la LCS subsisten normas del cc y del cco aplicibles
tiera"iOn de
n"n"rol-"nte leyes generales con voluntad sistematizadora del Ordena-
a ciertos problemas que la LCS no llega a resolver, de modo que en rela-
í.'i"nro aplicable a un determinado sector: d) la ampliación de la materia
ción con tales extremos sigue abierta la cuestión de si el contratb cle seguro objetos (bienes i¡ma-
áe estudió a nuevos sujetos (profesioirales titulados),
es civil o mercantil: v. VrcENr, RdP, núm.2,1999, p. 4jl. valores representados por anotacioues en cuentas) y relacionesjurí-
teriales,
dicas (en especial, la competencia en el inercado); e) y, por último, la sus-
sobre la base dc cstos postulados, GaRnTGUES lrlanr.eó una unificación
titución de la preocupación por la subsisiencia cle un Derecho mercantil
parcial de nuestro Derecho privado articulada en trés distintos códigos: un
colt-lo Der€uhu privado especial, pof su subsistcncia y contenido como área
código civi] que contendría las normas sobre personaiidad, familia ru""-
!
siones; un código de las obligaciones en el que se incluirían los contratos de conocimiento científica y docente [VtceNr en Esl. Broseta,III, p. 4052;
que pueden ser efectuados tanto por comerciantes como por no comer- v. tanibién de este autor: R¿lP, núm.2, 1999, passinl, donde desa¡rolla estas
ciantes; y, por último, un código de comercio que recogeríá las institucio- ideasl. Así, a juicio de Vlc¡Nr CHui-lÁ, hasta que no se unifique el Dere-
nes típicamente mercantiles y aquellos contra.toi que no pueclen concebirse cho español en lnateria de obligaciones y contratos, el intérprete de los
sin la participación de una empresa [Gannrcues , RDM , i,im. ] I, 1959 pp. Códigós de Derecho privado debe proceder intentando reducir todo 1o posi-
,
56-591. Ahora bien, la tesis de GenRlcuES, pese a ser asumida por un sector ble tánto las diferencias existentes entl'e eiios, habida cuenta de la homo-
doctrinal lad ex., por Bnosere, La, empresa, p. 2501, no ha iesultado ser geneidad de la economía actual, como el ámbito de aplicación de las nolmas
convincente fv., ad ex.,la crítica de SuÁnsz-LLANos, en AA.VV., Reforma, éspeciales mercantiles, nlelced al principio de protección del contratante
pp.292-2931. sobre todo, ha sido criticada por establecer un diferente trafo débil (consumidor o cliente) que choca en lluchas ocasiones con el mayor
jurídico entre contratos que pueden ser realizados por comerciantes y no rigor de las normas mercantiles. Según sus palabras, las normas tnercanti-
com,erciantes, y contratos que sólo pueden ser realizados por comercian- les sobre contratos no deben extenderse más allá de los supuestos en que
tes. Y es que, desde un punto de vista ontológico, palece que en nada se son estrictamente aplicables; debiendo considerarse su aplicación como un
diferencia la relación jurídica entablada entre una étnpresa-dedicacla a la mal rnenor e inevitable en las hipótesis en que los Tribunales no puedan
ve¡ta de muebles y su cliente comprador, y el préstamo bancario que ese fundar (con el auxilio de la doctrina) una interpretación unificadora de los
mismo cliente debe celebrar para pagar el importe rre la compra. Dé modo regímenes civil y mercantil [v. VtcsNr, Introtürct:ión, p. 759; Ior'v, R¿1P,
que no se alcanza a comprender por qué el primer negocio, esto es, la compra núm.2, 1999, passinr; tarnbién en este senticlo, prupugtraudo el acerca-
de mobiliario, habría de. somererse al régimen dei cooigo de las obliga- miento (más que el distanciamicnto) entre los Derechos civil y mercantil:
ciones, y el segundo, es decir, el préstamo bancario, ar régimen del códlgo BeRCovItz, A., en Est. de Castro,I, p. 161; MuRILLAS, en http:www.uni-
dc comercio. se dice así que, pese á la reputación de su autor, la tesis áe rioja,es; Bnosera/N4eRTÍNEZ, Manusl, II, pp. 34-351.
G¿RRrcuss no es aceptable por proponer una solución ya superada cuya En sirnilar clirección que Vlcerur CsullÁ se ha manifestado también
realización entraña, además, una innegable complejidad nónnativa que deLe Bet-rnÁN SÁ¡¡csez. En su opinión, e1 Derecho melcantil debería desapare-
rcchazarse por cornplicada e innecesaria: nada menos qu" pro*uigar tres cer para fundirse dentro del Derecho civil, toda Yez que han desaparecido
códigos, ¡como si no tuviéramos ya bastante con dos! [vrcelr, RdF, núm. las óircunstancias que notivaron su nacimiento como rama especial del
2, 1999, p.291. Derecho privado. A su j¡icio, esta pfopuesta unificadora (por con-Jusión)
se revela especialmente idónea para el Derecho de obligaciones y contra-
Entre las últimas pt'opuerjtu3 rculizadas por nuestra doctrirra ¡rerua¡ti-
tos, que constituye la ptedra de toque de la unificación. Asl, en relacióii
lista en esta materia, cabe destacar la efectuada por vlceNr cnur_rÁ que,
con este específico sector del Derecho privado, pfopone Bei-rnÁN la con-
distanciándose de la solución propugnacla por G,+ñzucues (a la que califrca
veniencia de acometer dos tareas principales: de una parte, la eliminación
de optirttisnto nortnativislrz), sostiene que la verdaclera noción dál Derecho
del CCo de los pfeceptos generales sobre obligaciones y contl'atos, cuyos
mercantil definido por la materia debe tomar los siguienfes puntos de par-
contenidos debeiían llevarse al CC; y, de otra, el sometirniento al Derecho
I
:a
-
.?
minación de la normativa aplicable) [Roro, CDC, lgg9, pp. 19-23]. De ahí fisonomía y al que cabría llamar, en expresión de FON1 GnlÁn,
,cu actual
que pueda decirse que la multiplicación de estos contratos
álpicos en amplios "rr¡rit decadencia de la concepción o modelo liberal de contrafo consa-
o
sectores del tráfico pone a prueba la función del jurista que, como inge- Derecho contractual codfficado fv. Constitución económica,
lrado en el
niero, social, ha de aportar su esfuerzo para contribuia junto con los eóo- "o,. +A, Veamos a qué quiere aludirse cuando se habla de esta crisis
nomistas y otr-os ingenieros, a la viabilidad de determinadas operaciones ".511.
económicas [Vrceur, I ntroducción, p. 7 49]. o decadencia:
Mas el moderno Derecho de contratos no sólo se caracteriza por el sur-
gimiento de estos nuevos tipos contractuales. paralelamente ali irrupción l. Los nuevos hechos
de estos contratos atípicos (e incluso, a veces, innominados) y al cornpás
de los avances acaecidos en los ámbitos de la industria y de la tecnología, ;,, Con anterioridad no hemos dudado en calificar el modelo de contrato
Itan ido apareciendo nuevos sistemas o modos.de contraiación ignorado's o codificado como liberal por su clara y dccidida opción de situar en el centro
desconocidos por el legislador decimonónico que finalmente el-legislador del Derecho de contratos el principio de la autonomía de la voluntad y de
contemporáneo se ha visto obligado a regular. Entre ellos ha de citarse, en ¡o exigir requisitos formales para la válida celebración de los contratos. El
primer lugar, la contratación a través de condicianes generales que es una modelo de contrato codificado es supra- un modelo liberal-
-decíamos
técnica de contratación muy utilizada en el t¡áfico negócial contemporáneo individualista por cuanto que en él la autonomíadela voluntad domina por
por su utilidad para satisfacer necesidades de racionalización de lá activi- entero el contrato Y, a la postre, asume un papel protagonista en la confor-
dad contractual de empresarios y profesionáles, toda vez que su empleo mación del tráfico empresarial. Ni que deci¡ tiene que para que ese modelo
(sobre todo por empresas y entidades que se ven obrigadas a afrontai un liberal (o liberal-individualista) funcione correctamente y sin disfunciones
considerable volumen de actividad negocial) permite ahor¡ar tiempo y dinero eó necesario que los sujetos contratantes estén sifuados en un plano de igual-
y optimizar así la organización interna y la utilización de los recur,sos dis- dad.De hecho, esa es la idea de la que parte, a modo de presupuesto, el
ponibles lv., ad ex.,Lóevz SÁNcurz, EC, wim.16, 1999, pp. 5g-59; pece_ legislador decimonónico, que concibe el contrato como el resultado de un
DoR, Curso consumidores, p. 167 e infra, cap. VIl. En segundo lugar, tam_ acuerdo de voluntades libres entre dos partes en igualdad de condiciones.
bién es necesario mencionar los nuevos sistemas de dist¡ibución cómercial En efecto, pese a que en ningún precepto de los Códigos se diga expresa-
y, al cabo, de contratación que desde hace ya algunas décadas los empre- mente que los contratantes son iguales para contratar y tienen idéntica capa-
sarios se han decidido a poner práctica en el meicado con vistas a conse- cidad económica para llevar a cabo la negociación patrimonial inherente a
guir sus metas económicas y lograr así la colocación de sus bienes y ser- todo contrato, es evidente que tales ideas constituyen la nervadura de la
vicios. Se Íata, en particular, de los contratos celebrados fuera de los regulación de los Códigos [Lase.nrn, Principios,III, pp. 71-72;Ioorvr,Com-
establecimientos mercantiles y a distancia y, dentro de estoi últimos, de pendio, p.2I4; OssoRro Monems/OssoRlo SERRaNo, en AA.VV., Curso,
Ios celebrados por víatelemática o electrón\ca (contratos electrónicos). Al pp. 207 -208; LACRUz, D. oblígaciones, Il, p. 330; MEZQune, EC, núm. 22,
igual que ocurrió con la técnica de contratar a través de condiciones gene- 1991, p. 251. En la doctrina mercantilista así lo pone de manifiesto, entre
rales, estos nuevos sistemas de cont¡atación fampoco fueron reguladó por otros, FoNt G¡rÁ¡¡, cuando señala que el Derecho de contratos codificado,
el legislador decimonónico. No obstánte, a la vista de su progresTva implan- de caráctet preponderantemente dispositivo y asentado en la defensa a
taciónen el tráfico y de la problemática jurídica que enciérrá, también han tltranzade la autonomía de la voluntad, sólo puede estar pensado para hom-
sido_ objeto de regulación por el legislador aetaal bres igualmente libres e idénficamente iguales [FoNr GelÁN, en Esl. Loring,
lsobre esta regulación
v. MmeNoa, Ccfem: caracterización, passim; ÍoeM, en AA .yy., Cóm. elec_ pp. 153-1541.
trónico, passim, y la exposición que realizamos infra, caps.IV y V]. Ahora bien, esa igualdad sustancial entre los contratantes no siempre
existe. Empieza, sobre todo, a resquebrajarse y, por tanto, a tener un carác-
ter cada vez más ficticio e irreal, cuando a la fase de inicio o despegue del
c) La crisis del modelo de contrato codificado sistema económico libe¡al sucede la de su consolidación. Es entonces, cier-
tamente, cuando nuevos hechos propiciados por la proclamación del prin-
Pero la irrupción y consolidación de nuevos tipos contractuales y nuevos
.
sistemas de contratación no es el único perfil qué presenta el contrato mer-
cipio de libertad de industria y comercio y conectados todos ellos con la
llamada Revolución industrial (el maquinismo, las invenciones tecnológi-
cantil contemporáneo. Junto a él hay otro rasgo filndamental que conforma cas, la fusión y movilización de capitales, etc.), conducen a un grado con-
58 LUIS MARÍA MIRANDA SERRANO LA coNTRATACIóN NaeRcaNTIL EN cENERAL... 59
siderable de concentración económica en los mercados que termina, final- el llamado Derecho del consumidor
mente, por romper de modo irreversible la idea de la igualdad de la que res (contratos de consumo). Nace así
n de:l consuma que cabe ser considerado como el principal fenómeno que
partieron los códigos de Derecho privado. Es a partir?e ese momento,
ha inumpido y sacudido el ámbito de la contrataciín en el último
cuarto
dicho en otros términos, cuando un iapitarismo de-ótomos,esto es, de ope- XX Manual,II, p. 36].
radores económicos de pequeña o mediana dimensión, empieza a ser sus- áel siglo [BnosnraMenrÍNlez,
tituido por un capitalismo molecular de grandes empresas, és decir, de ope- A este Derecho de faz completamente nueva [FoNr GelÁm, RDM, n(tm' 717,
radores económicos de dimensiones relevantes en cuyas manos acaban por 7985, passim) que se ha dado en denominar Derecho del consumidor prestaremos
concentrarse los bienes deproducción y el capital financiero, lo que se tra_ . atención más adelante con el detenimiento que el asunto requiere fv. infra, cap. IIII.
duce en el plano de las relaciones contractuáles (que es lo que áquí inte- En ¡elación con él conviene, no obstante,yaavanzar que se integra por un con-
resa) en una ruptura o quiebra de la igualdad de ios sujetos conffatantes junto de nornas heterogéneas, muchas de ellas jurídico-privadas y de naturaleza
[SuÁnEz-Lr-ANos, en AA.vv., Reforma, pp. 299 -300: GÁncÍ¿-pr rA, I n.rrrt- imperativa (ius cogens), encaminadas a proteger al consumidor en diferentes
ducción,lI, pp. 355-356; DÍsz-ptco.zolbuLvéN, Sistema, lI, pp. 30_32; momentos conectados todos ellos con el contrato, toda vez que es el contrato el
LecRu', D. II, pp. 331-332t MezqunR, EC, núm. 22, lgg l', vehículo esencial que permite al consumidor participar en el mercado adquiriendo
-obligaciottes,
pp. 25-26; Gerp-Alolso, bienes o contratando servicios: a) En primer lugar, en la fase previa a la celebra-
en AA.VV., Manual, p. 5371.
ción del contrato (fase precontractual), para lo cual impone ai empresario o pro-
A partir de entonces, en efecto, cuando la igualdad de los sujetos del fesional determinados deberes de información preconffactuales, a7 tiempo que
mercado comienza a cede¡ terreno a una situacién de desiguatdaá o dese- consagra eI principio de integración publicitaría del contrato, según el cual el
quilibrio de carácter institucional, muchos de los contratoJ que se conclu- contenido de las ofertas publicitarias es exigible por los consumidores aun cuando
yen en t¡áfico dejan de celebrarse ya por sujetos en igualbad de condi- no figure en el documento contractual. b) En segundo lugar, en e1 momento de
_el
ciones. Y cuando esto ocuffe, es decir, cuándo en una relición negocial hay celebración del contrato (fase contractual), estableciendo un doble control (formal
desigualdad o asimetría entre las partes contratantes, es frecuerit,e que loi y material) de los contratos celebrados a través de condiciones generales de la
sujetos que ocupan la posición económica fuerte cometan abusos en detri- contatación, e imponiendo en muchos casos a los empresarios o profesionales
mento de los más débiles. El contrato se convierte así en instrumento o ciertos deberes formales que suponen la quiebra del principio espiritualista o de
libertad de forma consagrado en los Códigos del siglo XIX (en particular, los debe-
cauce de abuso del contratante débil, sobre todo (aunque no exclusivamente)
res de redactar el contrato en documento privado y entlegar una copia de él al con-
cuando_ se celebra según la técnica de las condicionés generales de la
con- sumidor con vistas a que pueda estar convenientemente informado del contenido
tratación, esto es, mediante clausulados predispuestoJe impuestos a una dei contrato celebrado) c) Finalmente, en el momento de ejecución del contrato
generalidad de clientes; pues en tales casos la aütonomía deiavoluntad de (fase postcontractual), confiriendo al consumidor que participa en determinados
éstos se ve considerablemente mermada o limitada: a decir verdad, sólo son sistemas de contratación (como la contratación celebrada fuera de los estableci-
libres para decidir si quieren contratar o no, pero no para intervenir en la mientos mercantiles o a distancia) o en ciertas figuras contractuales (como los
fijación del contenido negocial [UBÍA, RDM, núm. 62, 1956, pp.221_227; contratos de venta de bienes muebles a plazos o de aprovechamiento por tumo de
fgroj Est. Polo, pp. 825-826: Í¡eu, protección contrataiti débil, pp. bienes inmuebles) un derecho de desistimiento negocial que le faculta para desli-
25-35; "f
FoNr GelÁN, enAA.VV. , Curso D. consumidor,p, 17;Íosw, Rt;M, . garse libremente de la relación negocial entablada con el empresario o profesio-
17-22; GoNona, RDM, núm. L27, 1973, passiml. De modo qu" áo es erré-
neo afi.rmar que la autonomía de la voluntad sigue hoy dominando el con-
trato en el contexto internacional; o, en otros términos, que en este ámbito
la autonomía dela voluntad disfruta aún en nuestros díás de una posición
3. Conclusión y final
dominante [Dn ros Mozos, en Est. Menéndez,IV, pp. 4ggg]. Se ffata, no
A la vista de todo lo expuesto, cabría afirmar con Vtcnnt CrruLIÁ que
obstante, de una autonomía de la voluntad unilateral, en el séntido de que
el principio de la autonomía de la voluntad ha atravesado tres distintas
no 9s_ sino producto y reflejo de las efectivas posiciones de dominio (en etapas: a) una primbra de apogeo, que coincide con el momento de la Codi-
sentido propio, esto es,,antitrust) de que gozan en el mercado mundial gran- ficación y, en suma, con las fases de inicio y consolidación del sistema eco-
des grupos empresariales; 1o que les permite imponer su ley en el meriado
nómico liberal que, como es bien sabido, se caractetizó en lo político e
66 LUIS MARÍA MIRANDA SERRANO
LA coNTRATAcIóN ueRc¿.NTIL EN GENERAL... 67