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DECADENCIA MENTAL

CLARA

Diciembre 18, 2019

Muy temprano en la mañana, me encontraba por la calle la cual diariamente recorría para ir a trabajar.
Antes de seguir contándoles, déjenme explicarles un poquito quien soy. Me llamo Clara, tengo 28 años y
no me he independizado gracias a mis ataques de pánico, los cuales en mi caso son demasiado difíciles
de calmar por mi propia cuenta, y por esta razón, mi madre no me ha dejado ir, y la verdad no me quejo,
vivir con mis padres me resulta bastante agradable, ya que no me siento bien cuando estoy sola.

Al llegar al trabajo, me senté en mi escritorio y me puse a ver el reloj que estaba al lado de un estuche
color azul oscuro que había comprado el día de ayer junto a varios libros y cuadernos para anotar lo que
tenía que hacer, porque soy una persona muy despistada y luego se me olvida todo. El reloj marcaba las
6:30am y me di cuenta de que estaba muy temprano todavía, y nadie había llegado al trabajo,
únicamente se encontraba Jennifer en el lugar, que era parte del personal del aseo. Tenía 30 años
aproximadamente, si soy sincera, nunca le pregunté su edad.

Me encontraba mirando por la ventana, en ese momento estaba en mi propio mundo cuando de un
momento a otro, pegué un salto porque había empezado a sonar el timbre de un celular, Jennifer se
apresuró a contestar, yo seguí cada uno de sus movimientos. Al contestar, su cara cambió de un
momento a otro por completo. Preocupada me levanté de mi silla, y me acerqué donde ella. A esa
distancia alcancé a escuchar en el teléfono una voz masculina que se encontraba hablando con un tono
de voz fuerte. Jennifer estaba paralizada, no podía hablar, frente a esto, le quité el teléfono de sus
manos y escuché lo que el hombre decía, y de un momento a otro Jennifer salió corriendo. No sabía que
estaba pasando, entonces escuché que el hombre había dicho una dirección. La verdad yo no sabía
dónde quedaba eso, así que me volví hacia mi escritorio y busqué dicha dirección. Lo que apareció
fueron imágenes de un pequeño bosque situado a las afueras de la ciudad. Me pregunté porque el
hombre, que aún estaba en línea gritando que diera una respuesta, había dado esa dirección.
Desesperada, colgué la llamada y salí de las oficinas. El lugar que aquel hombre había dicho, luego de ver
las fotos, me empezaba a resultar un poco familiar. Cabe aclarar que mi trabajo queda en el centro de la
ciudad, así que tenía un largo viaje para descubrir que estaba pasando, porque ir de allí a esa dirección,
resultaba un poco lejos. Intenté tomar un taxi, pero todos estaban ocupados, y los autobuses no
llegaban hasta esa parte de la ciudad. No me quedó de otra que correr, y mientras lo hacia intenté
contactarme con Jennifer, pero luego me di cuenta que yo tenia su celular porque ella había salido
corriendo. No estaba de ánimos para correr, pero la intriga de saber que estaba pasando con Jennifer
me estaba matando. Luego de una hora o más, llegue a una calle solitaria, silenciosa y estrecha. Las
paredes de esa calle se encontraban con grafitis y una que otra publicidad de política, probablemente de
hace mucho años, ya que el papel se veía muy desgastado. Entré por esa calle y empecé a sentirme un
poco mal, ya que como dije al principio, no me la paso muy bien cuando estoy sola. Tenía mucho miedo,
a pesar de que era de día, mi corazón se aceleraba cada vez más con el miedo de que alguien me hiciera
daño, o simplemente que me diera un ataque de pánico el cual yo no pueda controlar. Luego de un rato
caminando en medio del silencio, salí a una carretera por la cual no transitaba ningún carro y al otro
lado, estaba ese bosque, lo sabia porque cuando busque esa dirección, aparecía un letrero amarillo sin
nada escrito, y ahí estaba. Antes de pasar la calle me percaté de que no viniera ningún carro, y pasé la
carretera. Iba muy cansada como para correr, entonces pasé caminando, cuando de un momento a otro
escucho unas carcajadas las cuales hacen que me voltee a ver que pasaba. Me olvidé que estaba
pasando atravesando la vía y cuando me di la vuelta de nuevo para seguir con mi camino hacia aquel
bosque, veo un carro que apareció de la nada literalmente. En ese momento, todo ocurrió en cámara
lenta. Básicamente lo que hice fue agacharme, cerrar los ojos y gritar, fue lo único que se me ocurrió
hacer en ese momento. Luego que los abrí, me encontraba tumbada en medio de la carretera y ya era
de noche. Lo primero que hice fue pararme y correr hacia la entrada de ese bosque. Me revise las
manos, mis piernas y mis brazos a ver si todo estaba bien y no me había fracturado. Y efectivamente,
todo estaba en orden, no me dolia absolutamente nada. Ignorando lo que había acabado de pasar, entré
en el bosque. Todo estaba oscuro, era de noche, por supuesto iba a estar oscuro. Y agarré mi celular y
prendí la linterna de mi celular. La verdad estaba preocupada por Jennifer, porque la cara que puso al
contestar la llamada, decía que nada estaba bien. Jennifer es digamos la única “amiga” que tengo, no
soy muy sociable para ser sincera. Pero ella desde el primer día se ganó mi confianza. Sentí una gran
conexión con ella, y siempre estuvo ahí para ayudarme cuando me daban mis ataques de pánico cuando
estaba trabajando, siempre estaré muy agradecida con ella y por eso es que estoy aquí caminando en
medio del bosque, porque no me quería quedar con la duda de lo que le pasaba, ella sabia que podía
contar conmigo, pero esto se me hacia extraño, muy extraño.

Caminé unos minutos y a lo lejos logré ver la silueta de un hombre, creo que nunca en mi vida había
sentido tanto miedo como en ese momento. Me quedé quieta, paralizada, no podía mover ni un solo
dedo. Creo que me estaba empezando a arrepentir de haber llegado hasta ahí, y sobre todo de noche.
No sé cuánto tiempo estuve parada mirando fijamente a esa silueta, incluso ni me pestañee un solo
segundo.

Era demasiado tarde, aproximadamente la 1:00 am, estaba exhausta, desfallecida, reventada, molida,
cualquier sinónimo de cansada se ajustaba a lo que sentía en ese momento.

Me tumbé en el piso, ya no podía más, resignada a que cualquier cosa me podía pasar, me quedé
dormida en medio del bosque, frente a alguien el cual probablemente era un psicópata, porque, ¿quien
en su sano juicio va a un bosque en la madrugada?, o sea, yo estaba ahí, pero yo no soy una persona
psicópata.

Me desperté, y seguía en ese mismo lugar, pero ya era de día, rápidamente me puse de pie e intenté
buscar a ese hombre misterioso. Pararme muy rápido luego de haber estado acostada por unas horas,
no me sentó muy bien. Me empecé a sentir mareada y creo que esa siesta no fue suficiente, todavía
estaba muy cansada. Me dolía mucho la cabeza, pero igual, intenté caminar un poco rápido para buscar
a ese misterioso hombre. Llegué a un lugar el cual estaba oscuro porque habían muchos arboles
demasiado grandes. De repente empecé a escuchar voces. Miré hacia todos los lados y no veía a nadie,
así que caminé con cautela intentando acercarme a esas voces, y a unos cuantos pasos, la silueta volvió
a aparecer, esta vez, se empezó a acercar hacia donde yo estaba. Llegó un punto en el que pude ver su
sonrisa siniestra. No entendía porque sonreía, pero me daba miedo.

Intenté ahuyentarlo diciéndole que parara, pero creo que soy muy ingenua, y pues obviamente no lo
hizo, siguió acercándose hasta que quedó a una distancia prudente, aproximadamente a unos 5 metros.
Me miró de pies a cabeza y se me quedó mirando. Yo aproveché y empecé a examinar su cara. Se me
hacia familiar, y eso me daba miedo.

Cuando de repente, rompe el silencio y dice mi nombre.

- Clara, cuanto tiempo.

Lo profunda que era su voz hizo que luego de haber estado en silencio un buen rato, se me hiciera raro
que de un momento a otro dijera mi nombre. La verdadera pregunta aquí es, ¿cómo se sabe mi
nombre? ¿Será el hombre con el que Jennifer estaba hablando?

No entendía que estaba pasando. Empecé a mirarlo a ver si encontraba una respuesta.

Christopher.

Cuando me di cuenta quien era, todo empezó a tomar sentido. Mis ojos se abrieron como platos y creo
que él pareció notarlo ya que su cara, que ahora mantenía un semblante serio, se estirara con una
sonrisa, una gran sonrisa.

Ahí fue cuando empecé a recordar lo que había pasado el día de ayer, todo fue culpa de él.

Christopher, mi hermanastro, nunca me llevé bien con él.

Le gustaba, o bueno, creo que le gusta mucho hacer bromas pesadas a las personas. Nunca entendí el
porqué. Él sabía sobre mis ataques de pánico, entonces creo que cuando hizo que casi un carro me
atropellara, fue para que me desmayara y poder hacerme entrar en duda sobre que era lo que estaba
pasando.

Me acerqué a él y le dije:

- ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Es otra de tus bromas? ¿O porque me has traído hasta acá?
- Yo no te traje hasta aquí, tu solita viniste, no es culpa mía que seas tan ingenua de haberle
creído a Jennifer.

¿De qué estaba hablando? ¿Cómo que “haberle creído a Jennifer?

- ¿No te lo dijo? Jennifer y yo llevamos saliendo aproximadamente 4 meses, y ella me dijo que
estaba cansada de tus ataques, que según ella tu los fingías. Cabe aclarar de que en ningún
momento supe que eras tu hasta que te vi por ese callejón, y decidí jugarte una pequeña broma,
ya que Jennifer quería acabar contigo. Estaba dispuesto a hacerlo, bueno, si fueras otra chica.

Mucha información para mi cabeza. Básicamente Jennifer estaba cansada de mí y no me quería volver a
ver y por eso le dijo a su novio (que es mi hermanastro por suerte, creo), que me trajera a un bosque
para matarme. Luego de procesar lo que estaba pasando, empecé a sentirme muy mareada, pero no era
algo normal, de verdad estaba mal. Incluso logré ver la cara de preocupación de Christopher, el cual se
acercaba cada vez más intentando calmarme.

Después de eso, no vi nada ni escuché nada.

Silencio.
Era lo único que podía escuchar.

¿Qué estaba pasando conmigo? Creo que esto nunca me había pasado.

Podía sentir que estaba como en una calle, podía sentir el pavimento. Probablemente Christopher me
dejó ahí con miedo de que, si me llevaba a algún hospital, lo metieran a la cárcel por otros antecedentes
que tenía.

Para decir verdad, esos días no me sentí muy bien. Y todo lo que acababa de ocurrir, me tenía
demasiado confundida y preocupada, y creo que esto que me pasaba era consecuencia de todo.

Ahogada en mis pensamientos, lo mejor que pude hacer fue descansar.

Resignarme a encontrar una respuesta a lo que me pasaba.

Decadencia mental.

Eso sentía.

Era un concepto el cual Jennifer me había hablado hace tiempo, pero yo no le prestaba atención.

Ella también se sentía así, y yo no me preocupaba por ella.

Ella no se veía mal.

Ella solo se preocupaba por mí, pero por dentro se estaba ahogando y estaba necesitando de mi ayuda.

Creo que al final de todo, la culpable soy yo. Nunca me tomé el tiempo para hablar de verdad con ella.
Ya es tarde para hacerlo.

Tomé un largo respiro, y cerré los ojos, queriendo nunca más volver encontrarme con estos
pensamientos que me hacían la cabeza un caos.

Creo que aquí estaba mejor.

FIN.

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