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El Libro de Las CreepyPastas

Autores: Fabián Camilo Bonilla Reyes

Oliver Giraldo Duarte


Informe:

Este libro contiene historias de terror, si eres sensible o te asustas muy


rápido recomendamos no leer, donde sus personajes son aterrorizados y
maltratados por espíritus, fantasmas y cosas paranormales…

Derechos Reservados Por los Autores


Mi Primer Beso

Soy una chica tranquila, siempre lo he sido, nunca he tenido problemas con nadie-
que yo recuerde- tengo algunas amigas, no me junto mucho con los hombres, tal
vez esa es una de las causas por la cual nunca he tenido novio… ni tampoco he
dado un beso. En mis 15 años de vida no he salido a muchas fiestas… se puede
decir que nunca he hecho alguna locura, siempre que sentía ése especie de
impulso para hacer alguna maldad, por muy pequeña que fuera me la reprimía
“no, está mal, no debo hacerlo” me decía a mí misma, así calmaba mi adrenalina
la que sentía que poco a poco se acumulaba en mi interior, sabiendo que algún
día explotaría.
Siempre a principio de año me empezaba a gustar un niño, lo miraba de lejos pero
él nunca se fijaba en mí, así pasaba todos los años y en todos me gustaba alguien
diferente esperando a que este sí se fijara en mí.
Cierto año comencé a fijarme en un chico, lo conocí a principio de año, era el
amigo de una amiga de otro curso, con el tiempo comenzamos a hablar nos
volvimos amigos-mi primer amigo hombre cercano- lo empecé a conocer mejor y
me comenzó a gustar. Me tenía confianza, era muy simpático y muy tierno
conmigo, incluso prefería pasar recreos conmigo que con sus amigos, lo que me
hizo pensar que yo también le podía gustar-¡Por fin! ¡Por fin alguien que me
gustaba se fijaba en mí!- pero no había nada confirmado. Una vez me confesó que
nunca había tenido novia y que tampoco había dado un beso, me conmovió
porque sentía lo mismo que yo.
A final de año pasábamos mucho tiempo juntos, me gustaba mucho pero aun no
me atrevía a decírselo, aunque la mayoría ya se había dado cuenta… menos él.
Una vez estábamos conversando por Facebook –era la última semana de colegio
y yo estaba desesperada pensando cómo decírselo- y de la nada me escribió
“eres linda”, entonces le escribí de vuelta “gracias, tú también” y él me respondió
“en serio? xD” y entonces le conteste “sí, me gustas” era la única forma de
declararme, en persona no me hubiera atrevido, “tú también me gustas” me
contesto, mi corazón comenzó a latir muy fuerte y sentí que una alegría
desbordante se apoderaba de mí, quería saltar de alegría… pero no… me calme
me controle y solo me digne a sonreír-aun estando sola en mi habitación- no
imaginaba como lo haría mañana, como podría verlo a la cara, como controlaría
mi impulso por correr abrazarlo y besarlo, sabía que si lo hacía me verían raro,
pero si no ¿Qué creería él?. Al día siguiente lo mire de lejos y él se acercó a mi
sonriendo-yo tampoco pude evitar hacerlo- me llevo a un rincón algo más privado

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y dijo que le confirmara en persona lo que el día anterior le había confesado por
Internet, lo hice y él también lo confirmo, lo mire, quería besarlo pero me daba
miedo, no sé por qué, no por mi sino por él, era una sensación extraña y no muy
agradable pero la ignore.
Durante los últimos días de clases pasábamos de la mano, aun no nos
besábamos, decidimos juntarnos un día cuando saliéramos por fin de clases. Ese
día llegue, nos encontramos, caminamos un rato de la mano hasta llegar a una
plaza alejada donde casi no circulaba gente, nos sentamos en el pasto, nos
abrazamos y conversamos un rato. Hasta que en un momento ambos quedamos
en silencio y nos miramos ¡Me robo un beso! Un corto beso que me llevo a robarle
yo uno, y otro, y otro, y otro más, era la sensación más rica que había sentido en
toda mi vida, no quería parar de besarle, de apretar sus labios con mi boca, sus
jugosos y carnosos labios. Sentí esa adrenalina, la que siempre había sentido, que
aparecía cada vez que quería hacer algo malo, pero esta vez no pude reprimirla y
se apodero de mí, todos estos años guardándola en mi interior provocaron que
explotara en algo mortal. No pude detenerme, él trato de alejarme, lo estaba
dejando sin aire, sin poder respirar, cada vez apretaba más sus labios, los mordía
fuerte, eran tan deliciosos, sentía que quería comerme sus boca, mordí tan fuerte
sus labios que llegaron a sangrar y él trato de gritar y de empujarme pero no pudo,
mi adrenalina era tal que lo tenía atrapado entre mis brazos, abrazado entre mis
garras, esa sangre de sus labios me éxito más, lo mordí más fuerte, desgarre la
carne de sus labios , esos exquisitos labios, los mastique sabrosamente mientras
él gemía terriblemente de dolor, moviendo su lengua desesperada mente tratando
de lograr concebir un palabra ”¡Suéltame!”, la mordí fuertemente y se la estirpe de
su boca, chorreaba la sangre de su garganta a la vez que un último grito
desgarrador salía de ella, era tan deliciosa, húmeda y carnosa, su sangre brotando
de la carne colgante de su boca muerta, estaba tibia aun, la bebí, la mordí para
beber más de la sangre de quien por fin se había fijado en mí, era tan delicioso
sentir su sangre desbordante en mi boca, boca chorreada de la sangre de quien
tanto me había gustado… ¡Por fin! ¡Por fin había dado mi primer beso!

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La Casa Sin Fin
.
Permítanme comenzar diciendo que Peter Terry era adicto a la heroína.
…….Fuimos amigos en la universidad y lo seguimos siendo después de
graduarme. Nótese que dije «graduarme». Él se retiró luego de dos años de
esfuerzo mínimo. Tras pasar de los dormitorios en la universidad a un pequeño
apartamento, no frecuentamos tanto. Hablábamos en línea de vez en cuando (AIM
era líder en los años previos a Facebook). Hubo un periodo que no estuvo en línea
por cerca de cinco semanas consecutivas. No me preocupó. Era un completo vago
y adicto a las drogas, por lo que asumí que sencillamente le dejó de interesar.
Pero una noche le vi entrar de la nada. Antes de poder iniciar una conversación,
me envió un mensaje:
……. «David, hombre, tenemos que hablar».
…….Entonces me contó de La Casa Sin Fin. Obtuvo ese nombre porque nadie
había nunca llegado a la salida. Las reglas eran simples y cliché: alcanza el último
cuarto del edificio y gana quinientos dólares, nueve cuartos en total. Estaba
ubicada fuera de la ciudad, a unos seis kilómetros y medio de mi casa. Al parecer,
él lo había intentado y fracasado. Supuse que su intoxicada mente exageró la
situación y salió huyendo por algún fantasma de papel o semejante. Me dijo que
sería demasiado para cualquiera, era antinatural. Yo no le creí; ¿por qué lo haría?
Le dije que echaría un vistazo la noche siguiente, y no importaba lo mucho que
tratara de convencerme de lo contrario, quinientos dólares sonaba muy bueno
como para ser cierto. Partí el día siguiente. Esto es lo que pasó.
.
…….Al llegar y asimilar mi primera impresión del local… ¿alguna vez han visto o
leído algo que no debería causar pavor, pero que por alguna razón un escalofrío
se arrastra por tu cuerpo? Caminaba hacia el edificio, y la sensación de malestar
se intensificó conforme abría la puerta principal.
…….Mi corazón se desaceleró y solté un suspiro de alivio cuando entré. El lugar
se veía como el vestíbulo de un hotel cualquiera decorado para Halloween. Un
letrero remplazaba al recepcionista, decía: «Habitación 1 por aquí. 8 más le
siguen. ¡Llega hasta el final y ganas!». Me reí e hice mi camino a la primera
puerta.
…….El área era una burla. La decoración te recordaba la sección de Halloween de
un mini-súper, con fantasmas de tela y zombis animados que te gruñían al
caminar a su lado. En el otro extremo estaba la salida, la única puerta además de
la que usé para entrar. Caminé a través de las telarañas de juguete hacia la
segunda habitación.

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…….Fui recibido por niebla cuando abrí la puerta; sin duda hubo un avance en
términos de tecnología. No sólo había una máquina de humo, sino también un
murciélago colgado del techo y volando en círculos. Parecían tener una banda
sonora de terror barata reproduciendo desde algún punto de la habitación. No vi
un equipo de música, pero supuse que debían haber utilizado un sistema de
megafonía. Pasé por encima de unas cuantas ratas a cuerda y me fui con el pecho
en alto a la siguiente zona.
…….En la tercera habitación es cuando las cosas empezaron a cambiar.
…….Superficialmente, no podías ver nada fuera de lo ordinario. Había una silla en
el medio del piso tapizado con fina madera, una sola lámpara en la esquina hacía
un pobre trabajo iluminando el lugar, y proyectaba algunas sombras en el piso y
paredes. Ése era el problema. Sombras. Dejando fuera la de silla, había otras. Fue
al momento que supe que algo no estaba bien. Ni siquiera pensé mientras
automáticamente intentaba abrir la puerta por la que vine… Estaba asegurada
desde el otro lado.
…….Aquello me desconcertó, ¿alguien las aseguraba a medida que progresaba?
No, no había manera. Le habría escuchado. ¿Un seguro mecánico? Quizá. Pero
estaba demasiado asustado como para pensar realmente. Me volví al frente de la
habitación y las sombras se habían ido. La sombra de la silla se mantuvo, pero las
demás se habían ido. Lentamente empecé a caminar. Solía alucinar cuando era
un niño, así que atribuí a ello lo ocurrido. Me sentí mejor al seguir el trayecto,
revisé abajo por obstáculos, y ahí fue cuando lo vi. O no lo vi. Mi sombra no
estaba. No tuve tiempo de gritar; corrí tan rápido como pude a la otra puerta y me
adentré a la cuarta habitación sin pensar en lo que podría contener.
…….Ésta fue posiblemente la más inquietante. Cuando cerré la puerta, toda la luz
pareció ser succionada y puesta de vuelta en la habitación anterior. Me quedé ahí,
envuelto en la oscuridad, sin poder moverme. No le temo a la oscuridad, nunca le
he temido, pero estaba aterrado. Toda visibilidad me había abandonado. Sostuve
mi mano frente a mi rostro y de no saber que le había ordenado a mi cuerpo tal
cosa nunca habría sido capaz de darme cuenta. Oscuridad no lo describe. No
podía escuchar nada, era un silencio inerte. Cuando estás en una habitación a
prueba de sonido, aún puedes escucharte respirar. Puedes escucharte estando
vivo… yo no podía. Comencé a empujarme hacia adelante, mi corazón palpitando
agitadamente era lo único que podía sentir. No parecía haber una puerta del otro
lado, no estaba seguro de que hubiese una esta vez. El silencio fue entonces roto
por un leve zumbido.
…….Me giré violentamente al sentirlo detrás de mí pero no podía siquiera ver mi
nariz. De cualquier forma, sabía que algo había ahí. El zumbido se acrecentó, más
fuerte, más cercano. Di un paso atrás, nunca había experimentado esa clase de
miedo. Realmente no puedo describirlo. No temía morir, temía las alternativas. Las
luces parpadearon durante menos de un segundo y lo vi. Nada. La habitación

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estaba de nuevo inmersa en tinieblas y el zumbido era ya un chirrido salvaje. No
podía seguir con ese sonido maldito durante otro minuto. Corrí hacia atrás, lejos
del ruido, hasta llegar al otro extremo; al dar con la perilla de la puerta la giré y caí
a la siguiente habitación.
…….Antes de que detalle la quinta habitación deben de tener claro algo. Yo no
soy un adicto a las drogas. No he tenido historial de abuso de drogas o cualquier
tipo de episodios psicóticos fuera de las alucinaciones en mi infancia que
mencioné antes, y ésas sólo ocurrían cuando estaba muy cansado o recién
despertaba. Entré en La Casa Sin Fin con la mente sana.
…….Después de caer por el cuarto anterior, mi vista de la habitación número
cinco era de espaldas, mirando hacia el techo. Lo que vi no me asustó,
simplemente me impresionó. Árboles habían crecido en la habitación y se alzaban
por encima de mi cabeza. El techo era más alto que en las otras habitaciones, de
lo cual pude conjeturar que estaba en el centro de la casa. Me levanté del suelo,
sacudí el polvo, y di un vistazo. Fue sin duda la más grande habitación. No llegaba
a ver la salida desde donde estaba, varios arbustos y ramas bloqueando mi línea
de visión me debieron impedir de ubicar una. Imaginé que a partir de este punto
las habitaciones serían más y más aterradoras, pero esto era un paraíso en
comparación con la última habitación. También asumí que lo que fuera que
estuviera ahí en la cuarta habitación, se quedó en la cuarta habitación. No lo hizo.
…….En lo que me adentraba por el área comencé a escuchar lo que uno
escucharía si estuviera en un bosque, el ruido de los insectos y el aleteo ocasional
de un ave parecían ser mi única compañía en esta habitación. Eso fue lo que más
me molestó. Escuchaba los insectos y otros animales, pero no veía ninguno.
…….Caminé, esperando que tras el siguiente árbol diera con la puerta. Después
de unos momentos sentí un mosquito acomodarse en mi brazo. Lo sacudí y seguí
andando. Un segundo después, sentí diez mosquitos más volar a mi piel en
diferentes lugares. Los sentí arrastrarse de arriba hacia abajo en mis brazos y
piernas, y unos pocos bordando mi cara. Hacía un esfuerzo por espantarlos pero
seguían viniendo. Cuando vi abajo dejé escapar un grito ahogado. No había un tan
solo insecto. Ni un solo mosquito estaba en mi piel, pero podía sentirlos a lo largo
de mi cuerpo. Los sentía picarme y los oía volar por mi rostro y alrededor. Me tiré
al suelo y comencé a rodar. Estaba desesperado, odio a los insectos,
especialmente los que no puedo ver o tocar. Estos mosquitos podían tocarme, y
estaban por todas partes.
…….Me puse a gatear. No tenía idea de a dónde iba, la entrada no estaba por
ningún lado, y seguía lejos de encontrar la salida. Así que gateé, con mi piel
siendo agredida por esos insectos fantasma. Después de un interminable periodo
de tiempo di con la sexta puerta. Agarré el árbol más cercano y conseguí ponerme
en pie, perdidamente bofeteando mis brazos y piernas en vano. Traté de correr
pero no pude, mi cuerpo estaba agotado de arrastrarse y hacerle frente a lo que

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fuera que tuviera encima. Emprendí algunos pasos tambaleantes hacia la puerta,
agarrando cada árbol en el camino para sostenerme. Fue sólo a unos metros de
distancia cuando lo escuché. El mismo insistente zumbido de antes. Venía de la
habitación siguiente, y era más grave. La sensación de los mosquitos se reducía
mientras el zumbido tomaba fuerza. Al poner mi mano en la perilla, los mosquitos
desaparecieron, pero no me atreví a girarla. Esperé, con mi cabeza apoyada en la
puerta y mi mano en un agarre tembloroso. El zumbido era tan ruidoso que ni
siquiera podía oírme pretendiendo reflexionar. Sabía que de soltar la perilla los
insectos volverían y no habría forma de que regresara hasta la habitación anterior.
No había nada que pudiera hacer sino continuar. La sexta habitación seguía, y la
sexta habitación era el Infierno.

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Una Copa de Vino
Se levantó, tambaleándose tomó la vara que estaba a su lado y emprendió el
camino. No tuvo que andar por ese campo mucho tiempo, pues en el muelle ya lo
esperaba un anciano con su transporte.

—Lindo bote.

El anciano se le quedó mirando unos minutos, y después habló.

— ¿Despertaste aquí?

—Así es.

No tuvo que decir más para que aceptara llevarlo al otro lado de ese pacífico lago.

Aquel anciano sintió algo de lástima por su pasajero así que se portó más
servicial.

— ¿Se le ofrece algo, señor?

—Una copa de vino, si no es mucha molestia.

El anciano extendió sus alas y sacó una botella de su manto. Una llama azul
comenzó a verse en su mano derecha y una copa apareció en su palma, que se
fue llenando lentamente del oscuro líquido.

—Aquí tiene.

Después de decir eso, el anciano empujó el bote hacia el agua y zarparon, el


último ocaso los iluminaba con su tinte durazno. Mientras el botecillo se abría paso
por unos islotes. De pronto el viejo formuló otra pregunta.

—¿Fue hace mucho?

—¿Disculpe?

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—Que si fue hace mucho que murió.

—No, un camión me arolló hace un par de días.

—Pues bienvenido.

En ese momento la embarcación tocó tierra y el anciano dijo:

—Aquí acaba mi parte, usted tendrá que caminar hasta el pórtico.

El hombre bajó del bote, pero no pudo ver ninguna puerta en la lejanía. Las olas
de la playa le acariciaban los descalzos pies y se sentía inseguro, giró para ver al
anciano cuyas arrugas faciales marcaban un gesto de profunda tristeza, pero no
se doblegó y con su vieja extremidad le señaló el rumbo. Patidifuso el hombre
siguió la senda que le señalaban.

Caminó por la playa hasta que lentamente se fue convirtiendo en un campo de


hermosas flores y anduvo hasta que la figura del anciano se convirtió en una
mancha encapuchada en el horizonte, subió un pequeño monte, y ahí estaba:

Una titánica muralla tan alta que el hombre no alcanzaba a ver donde terminaba y
en el centro de ésta una enorme puerta de oro que tenía grabadas estas palabras:

“Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno dolor; por mí se va la


raza condenada: la justicia animó a mi sublime arquitecto, quien me hizo la divina
protestad, la suprema sabiduría y el primer amor. Antes que yo no hubo nada
creado, a excepción de lo eterno y yo duro eternamente. ¡Oh, todos los que
entráis, abandonad toda esperanza!”.

El hombre, perturbado y asustado se echó a llorar lanzando tristes lamentos.

Las puertas se abrieron en ese momento.

Dos enormes demonios salieron a recibirlo con unas cadenas y algunos extraños
artilugios de acero; su castigo estaba a punto de comenzar.

El inocente hombre creyó que el Santo Padre lo perdonaría y lo dejaría habitar


entre sus sagradas tierras, supongo que hasta sintió un poco de vergüenza por

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pensar tal cosa, pues hace mucho que Dios no perdona a sus hijos pecadores, y
no creo que piense volver a hacerlo jamás.

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Debajo De Tu Cama.

Bien, primero que todo. No te lo tomes en broma y mucho menos, esto es algo
serio y ten en cuenta que si lo haces, tu cama te parecerá algo no muy "seguro"
durante semanas e incluso años.

Para hacerlo no se necesita mucho, solo tu... y obviamente una cama. O donde tu
duermas habitualmente. Cualquier lugar cuenta.

Enciérrate con aldaba en tu habitación, solo debes estar tu. Nadie mas. Cierra
cada ventana o lugar donde pueda entrar o salir aire. No queremos que se escape
lo que quieres invocar.

Apaga las luces, los demonios y seres de la oscuridad la odian y no quieres


molestarlos antes de empezar.

Aquí sigue lo interesante. Dilo o piénsalo, de cualquier forma es una invocación.

"serpente per la ali, tenebre e sangue... ora voglio giocare con te, la voce e la
mente non
li temono, oggi sono venuto a sfidarli"

Bien, lo leíste en tu mente. Ya esta listo.

Ahora acuéstate, y voltéate hacia el lado derecho, dándole la espalda a una


esquina de tu habitación. parpadea las veces de tu edad y murmura:

"questi indietro?" (¿estas atrás?)

No tendrás respuesta, pero hay algo malo en todo esto. Has invocado a "Sotto" el
demonio que habita debajo de las camas, si una noche no duermes hacia la
derecha dándole la espalda... entonces, podrás verlo. Y créeme, no sera nada
agradable. El es lo que mas odias, combinado. No tiene forma exacta y mucho
menos un idioma en concreto.

Beneficio: Al invocar un demonio, especialmente a Sotto hay varios sucesos que


pueden ocurrir... primero, dejaras de tener pesadillas e incluso, no soñaras nada.
Dormirás durante mas horas y tu vitalidad sera mas sana.

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Consecuencias: Cada noche tendrás que dormir en la misma posición, forzándote
a no cambiar durante la noche, tendrás que darle la espalda a "Sotto" si no, lo
veras. Esto debe ser durante toda tu vida.

¿Quieres realmente hacerlo?

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La Mujer Del Pasillo.
Esta historia trata sobre un chico que trata de hacer contacto con su abuela ya
fallecida,pero no sabe lo que le espera.

Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, jugamos a la Ouija, cosa de la
que siempre me arrepentiré.

La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, no sé definirlo con


palabras; unos amigos y yo buscamos una vieja Ouija que mi familia siempre ha
tenido guardada, era de mi bisabuela, la cual había muerto cuando yo aún no
había nacido, y siempre había querido conocerla. Mis amigos hacían eso por
diversión, yo por un fin, quería hablar con mi bisabuela. La Sesión comenzó, entre
risas mis amigos bromeaban, yo estaba muy serio, concentrado, pero ellos no lo
notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de
un trueno, que estremeció hasta el último de mis huesos. Asustados por el rayo,
mis amigos, se quedaron en silencio, como yo, concentrándose, de repente, el
puntero de la Ouija comenzó a moverse, preguntamos al unísono, quién era, pero
no respondió. El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar
palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "Estoy yendo a
por ustedes". Llamaron a la puerta, pero nadie se atrevió a abrirla, oímos la voz de
quien llamaba, era una mujer, estaba en el pasillo, gritaba por entrar a mi
habitación, el cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar
la puerta abajo. La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que
empujamos la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba
mi nombre. Yo tuve el impulso de abrir la puerta, pero me contuve, esos gritos
eran desesperados. Entonces me di cuenta, era mi bisabuela, algo me lo decía,
aunque no podía explicar cómo lo sabía. Me lancé a abrir la puerta, quería verla,
tenía que verla, pero mis amigos me agarraron. Los gritos cesaron, una de mis
amigas, tuvo un ataque de nervios, nos acercamos a consolarla, pero una voz
grave y fuerte salió de ella diciendo que no nos acercáramos, nos quedamos de
piedra. La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Se los advertí, y no me
hicistes caso, ahora moriras!". Mi amiga comenzó a moverse de un lado a otro,
diciendo que nos mataría, intentamos abrir la puerta pero no pudimos, los gritos
volvieron a cesar, conseguimos abrir la puerta, yo salí primero, pero se cerró
detrás de mí. Oí los gritos aterrorizados de mis amigos, histéricos, pidiendo
socorro, dando patadas a la puerta para abrirla.

Escribo mi historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, pues acabo
de salir de la cárcel, culpado por el asesinato de mis amigos, los cuales encontré
muertos cuando conseguí abrir la puerta de mi habitación.

A la chica protagonista de esta historia ya la conocéis, es aquella a la que hemos


llamado Lorena.
Lorena solía pasar muchas horas sentadas frente a un libro o una máquina de

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escribir o unos folios porque le gustaba leer y escribir. Se metía en su habitación y
pasaba allí el tiempo tratando de hacer algo productivo por simple placer.
En ocasiones notaba como si alguien le observase desde atrás. La sensación era
tan fuerte que no podía evitar volverse, y allí solía estar su padre, en el umbral de
la puerta, observándola en silencio con una sonrisa en el rostro, posiblemente
orgulloso de ver a su hija tan entregada a algo.
- ¿Cuánto hace que estás ahí? -Le preguntaba.
- Un ratito. -Contestaba él.
Y así sucedió en muchas ocasiones. Lorena se acostumbró a saber que cuando
notaba esa mirada en la nuca, insistente, invisible, detrás estaría su padre
mirándola con cariño. Era bonito vivir una sensación así.
Un día escuchó su nombre.
- ¿Qué? -preguntó al tiempo que giraba el rostro.
Se asombró de ver que no había nadie, y entonces se preguntó si había
escuchado una voz de hombre o de mujer y no supo contestarse. No le dio más
importancia y siguió con sus quehaceres.
Volvió a ocurrirle, y esta vez notó que la voz estaba "pegada" a su oído. Quien
hubiera dicho "Lorena" lo tenía que haber dicho en un susurro firme justo en su
oreja. Pero no había nadie, estaba completamente sola en la habitación. Tampoco
esta vez hubiera sabido concretar si se trataba de una voz femenina o masculina
pero lo que sí tenía claro era que lo había oído lo suficientemente fuerte como
para arrancarla de sus pensamientos.
Su padre murió. Alguien le dijo que aquella casa estaba llena de espíritus que
desde hacía mucho tiempo esperaban la llegada de su padre, y más tarde tendría
oportunidad para comprobar si aquello era cierto o no... pero esta es otra historia,
no quiero desviarme.
Lorena estaba una tarde en su habitación cuando notó a su padre en el umbral de
la puerta. Se giró porque sabía que estaba ahí, como siempre, y la sonrisa
desapareció de su rostro cuando recordó que su padre ya no estaba. Sintió un
escalofrío porque sabía que aquella sensación había sido tan vívida y tan fuerte
como cuando el hombre estaba vivo, y no supo qué pensar.
De nuevo y durante un tiempo, siguió escuchando a alguien llamarle al oído y
también la mirada clavada en la nuca, pero de nuevo y durante todo ese tiempo
que duró, allí ya no había nadie.

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Relatos de La Deeb Web

Muchos dirán que este video también fue realizado por NLF, pero esto es falso.
Nadie sabe quienes realizaron esta monstruosidad. Yo tuve la oportunidad de ver
los primeros cinco minutos de los 20 minutos que duraba en una extraña página
de la Deep Web. En lo poco que vi pude notar un intro que constaba en un fondo
verde oscuro con letras en el centro que decía: Green ball. En una esquina había
un cuadrado con una equis en su interior; supongo que ese será el símbolo de sus
realizadores.
Pasando al video, luego del intro se ve la pantalla negra un rato. Al encenderse un
foco que cuelga del techo se muestra a una chica atada a una silla, amordazada y
con los ojos vendados. Al acercarse la cámara se puede notar mejor los rasgos de
la niña, que no debe de pasar los 12 años. Luego un hombre entra en escena. Va
con una máscara blanca de calavera y con el pecho descubierto mostrando
muchas cicatrizes. Entonces la cámara voltea y el grabador se filma a sí mismo.
Se cubre la cara y el cabello con telas negras, dejando a la vista sólo sus ojos
oscuros. Tiene una voz rasposa, como si tuviera tuberculosis. Dice algo como
"onion..." Y le sigue un número de pocos dígitos. Luego se ve interferencia y el
video vuelve a grabar al hombre y a la niña. El tipo de la máscara tiene un extraño
objeto en una mano. Parece una tijera, pero en lugar de filo tiene una especie de
aro. El hombre introduce un dedo de la niña en dicho aro y aprieta el mano.
Entonces se descubre el propósito del objeto: es un corta dedos, y la niña emite
fuertes sonidos de dolor, mientras que intenta liberarse. Nuevamente interferencia
y el grabador voltea la cámara. Menciona un líquido del sueño, mientras que graba
a un nuevo hombre, que va vestido completamente de negro con una máscara de
calavera verde. Este le entrega una jeringa llena de líquido al hombre de las
cicatrizes. El tipo inserta la aguja en el cuello de la niña y esta deja de retorcerse.
Más interferencia y el grabador vuelve a voltear la cámara. Empieza a hablar en
un deficiente inglés que no deja entender mucho, mientras que la cámara se
mueve indicando que el tipo está caminando. Cuando se detiene vuelve a grabar
al frente y muestra un gran espacio abierto repleto de tiñas de baño. Estas están
llenas de líquidos oscuros, con cuerpos de niños flotando en ellos.
Hasta aquí llegaron los cinco minutos que pude ver. No pude ver más, a pesar de
que ya había visto cosas horribles antes, pero esto era demasiado. Por suerte
había un par de personas viendo el video en ese momento, ya que esa página
indicaba el número de personas junto a una especie de chat anónimo. Pregunte si
alguno lo había visto completo, mientras que esperaba con el video pausado.

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Estaba pensando en continuar viéndolo, cuando uno me respondió que si. Le pedí
un resumen y me dijo algo como que después de la parte de las tinas de baño, el
grabador empieza a pasearse entre ellas, grabando cada cuerpo de los niños que
se remojaban en cada tina. Dice que algunos ya habían perdido todas la piel y
músculo, dejando sus órganos flotando junto a sus huesos. Otros tan sólo habían
perdido partes de piel, mezclando se su sangré con el líquido. Los que parecían
recién puestos allí estaban en una líquido blancuzco, parecido al que habían
inyectado a la niña de la silla. El grabador vuelve a grabar su rostro tapado
empezando a moverse. Vuelve a la escena de la niña y graba. Dice que ahora
estaba desatada, le habían quitado la mordaza y le habían destapado los ojos. Se
encontraba tirada en el suelo, con el rostro de lado, con la boca ligeramente
abierta con la mirada perdida sin ningún gesto, a pesar de que el hombre de las
cicatrices la estaba violando brutalmente. Esta escena sigue así por algunos
minutos, hasta que el hombre se detiene y la voltea. Se puede notar el pecho de la
niña bajando y subiendo, indicando que aún esta viva pero muy sedada. El de la
cicatrices vuelve a abusar de ella de una forma aún más brutal que antes hasta
que le produce una gran desgarro a la niña, más esto no hace que se detenga,
sino que el loco usa sus manos para abrir el órgano sexual de la niña, sin dejar de
abusarla. Lentamente empieza a abrirla desde ese lugar. Cuando ha roto todo su
abdomen, empieza a arrancar los órganos de la niña hasta dejar todo
completamente manchado de sangre. El hombre se para y arrastra los restos de la
niña hasta las bañeras, mientras que el grabador lo sigue. Se escuchan muchos
gritos a lo lejos. Al llegar a su destino arrojan a la niña a una tina vacía. Luego el
grabador se aleja y se encuentra con otro tipo, que lleva una casaca negra con
rayas amarillentas. Este hombre está frente a una de las tinas, que sólo contiene
algunos pequeños pedazos de huesos flotando en un líquido verde oscuro. Al
parecer el cadáver del niño que contenía se ha deshecho casi por completo. El
hombre recoge un poco de este líquido con una jeringa y los inserta en una
pequeña esfera transparente. Al llenarse esta esfera se torna de color verde.

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Solicitud de amistad
Hola a todos los que lean esto y un hola especial a todos los usuarios de
Facebook, me llamo sergio y voy a contarte algo que me sucedió. Al igual que
muchas personas yo tengo cuenta en Facebook y pasaba mucho tiempo ahí,
constantemente me llegaban solicitudes de amistad y siempre las aceptaba
aunque no conociera a la persona que me la mandaba. Un día mientras navegaba
encontró un blog en el cual decía que apareció otra victima de Harold; verán,
Harold es un usuario de Facebook el cual manda solicitudes de amistad a
personas al asar, según el rumor la foto del perfil de Harold es la de un niño
volteado de espaldas, viste una camisa verde a rallas y esta en un campo verde
con un árbol al fondo, dicen que si rechazas la solicitud te salvas pero que si la
aceptas Harold te pedirá que juegues con el y te mostrara su rostro, después de
eso inevitablemente te suisidaras. según el blog el chico fue hayado con la
garganta abierta frente a su computadora con sesión de Facebook abierta. yo no
creo en leyendas como la de Harold así que no me importaba hasta que un día…
Eran como las 11 de la noche, yo seguía navegando en Facebook hasta que llego
una solicitud de amistad, la abri y me lleve una gran sorpresa, la solicitud era de
Harold, la reconocí por la foto del perfil que era exactamente igual a como me la
describieron, el niño de espaldas con camisa verde a rallas; permanecí viendo la
solicitud por un largo rato, el viento empeso a soplar haciendo que mi ventana
temblara, días antes les había dicho a mis amigos que no creía en esas cosas así
que pensé que mis amigos me estaban jugando una broma, pero ninguno de ellos
es capas de hacer una broma como esa así que empece a dudar sobre eso, de
repente un perro empeso a ladrar y eso me puso un poco nervioso, fue entonces
cuando deje de pensar en tonterías, me arme de valor y le di aceptar, si la leyenda
de Harold era real quería verlo con mis propios ojos, a ver si si es cierto. En
cuanto la acepte la foto del perfil se amplio, casi abarco toda la pantalla, el viento
dejo de soplar y el perro se callo, vi atentamente la imagen, ya no era una imagen,
era mas bien un video, podía ver perfectamente como el viento movía las hojas del
árbol y el cabello de Harold, en eso apareció un texto que decía:
Ahora somos amigos, ven a jugar conmigo
El texto desapareció y Harold empeso a girar la cabeza lentamente, fue entonces
cuando me entro un miedo enorme, jamas había sentido miedo de esa forma,
rápidamente cerré mi laptop antes de ver el rostro de Harold, respire profundo y
me fui a dormir, pensé que ahí había acabado todo, que la había librado pero no
fue así, al día siguiente las cosas empeoraron
Al día siguiente revise mi laptop, estaba apagada, se le termino la batería, no la
puse a cargar porque me tenia que ir a la escuela así que desayune y me fui,

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camino a la escuela me llego un mensaje de un numero desconocido
Harold te esta esperando para ir a jugar
Eso me asusto un poco así que borre el mensaje y trate de olvidarlo pero no pude,
llegue a la escuela y todo paso normal, no le dije nada a mis amigos porque no
quería involucrarlos, la ultima clase no la tuvimos así que sali del salón, mientras
caminaba mi teléfono sono nuevamente, esta vez era el tono de las notificaciones,
revise el teléfono y vi que estaba abierta mi sesión de Facebook en mi album de
fotos, se habían añadido nuevas fotos, las revise y no podía creer lo que veía,
eran fotos de chicos que se habían suicidado, las vi una por una, por alguna no
podía dejar de verlas, al ultimo vi una foto mía en la que alguien había escrito
Ya vienes a jugar con tu amigo
Casi grito de susto pero pude controlarme para evitar hacer una escena, lo que
hice fue cerrar la aplicación y desinstalarla de mi teléfono, no quería que llegara
otra cosa como esa. Cuando llegue a mi casa mi computadora estaba encendida,
me acerque a revisarla y vi que el medidor de batería estaba completamente
vacío, de pronto se abrió una ventana de mi perfil en Facebook y la ventana de
chat también se abrió revise quien estaba conectado y vi que era Harold, no podía
creerlo, estaba tan aterrado que no podía moverme, lo único que podía hacer era
leer lo que Harold escribía
Sergio eres un chico muy malo, malo y grosero. Te la pasas siempre tentando a
las personas a hacerse tus amigos cuando lo único que haces es añadirlos a tu
conteo para demostrar quien tiene mas amigos, no, mas ingenuos siguiendote,
porque?, para que quieres a tantos amigos si no juegas con ellos, porque me
hiciste tu amigo si no quieres jugar conmigo
Tu eres mi amigo así que juega conmigo AHORA
La imagen empeso a torcerse y a parpadear, entre los parpadeos empezaron a
aparecer imágenes perturbadoras de sangre y muerte, cuando mi cuerpo
reacciono retrocedi y cai al suelo, cuando voltee a ver la lap estaba apagada. Me
levante, tome la lap y la guarde en la mochila, sali a la calle y camine sin rumbo
fijo hasta que recordé que tenia una investigación de tarea, no quería usar mi lap
para hacerla porque me daba miedo así que desidi ir a un café Internet. tome una
computadora, abri el buscador y escribí lo que necesitaba buscar pero cuando se
abrió el directorio las entradas no tenían nada que ver con lo que buscaba, decían
Ven a jugar con Harold
Harold es muy divertido
Harold quiere que vengas a volar
Me asuste, grite y sali corriendo del café, ya no podía seguir con esto así que fui a
ver a un amigo que es fanatico de cosas paranormales para saber si el sabia algo
acerca de Harold. Segun el una persona de las que iniciaron Facebook quería que
esa fuera la red social mas importante y popular de todas así que hiso un trato con
el diablo para que así fuera pero esa persona tenia que pagarle y así lo hiso, pero

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esa persona dejo de pagarle, cosa que al diablo le molesto así que empeso a
cobrarse por si mismo pero no con el, sino con los usuarios de Facebook creando
la cuenta de Harold. le pregunte que si había manera de evitar ser una victima de
Harold, me dijo que si, que solo había que rechazar la solicitud. En Facebook
todas las solicitudes de amistad se pueden rechazar pero por lo general siempre
las aceptamos aunque no conozcamos a esas personas, solo por popularidad o
ser el que mas amigos tiene. Mi amigo dice que cuando la solicitud de Harold es
aceptada el seguira a esa persona siempre, no importa lo que haga o cuanto
intente escapar, el no lo dejara hasta que juegue con el.
Le di las gracias a mi amigo por la información y volví a casa, de camino pensaba
en las cosas que me dijo, no podre huir de el, no importa lo que haga. Llegue a mi
casa y entre a mi cuarto, mi teléfono sono, otra vez el tono de notificación, vi el
teléfono y la pantalla estaba completamente blanca con unas palabras escritas
con letras grandes y rojas
Te doy un regalo para fortalecer nuestra amistad, espero que con esto ahora
vengas a jugar conmigo, buscalo en tu mochila y aquí te espero
La pantalla se puso completamente azul y la palabra Facebook empeso a
aparecer, me asuste y arroje el teléfono contra la pared rompiéndolo, revise mi
mochila y encontré una caja envuelta en papel metálico rojo y adornado con listón
y moño azul, la abri y encontré unas afiladas tijeras, Harold me regalo unas tijeras,
las mire un momento y comprendí lo que debía que hacer, tome la laptop, la
conecte y entre a Facebook
Decidi contarles mi historia para advertirles algo, si un día reciben una solicitud de
amistad de un niño de espaldas llamado Harold, sin importar lo que pase, lo que
les digan o lo que quieran, no la acepten, no se hagan su amigo, porque se
arrepentirán
Ahora si me disculpan tengo que ir a jugar con un amigo

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AHORA YA LA SABE
Solo soy una persona con conocimientos en sistemas. Realmente trabajo para una
empresa de tecnología y no soy especialmente creyente en nada paranormal, de
hecho soy poco religioso.
La razón por la que paso por aquí es precisamente porque me ha entrado cierta
curiosidad en estos asuntos desde que un familiar que vive en el campo vino a mi
a contarme una historia bastante particular, por supuesto es la primera vez que
veo un sitio en el cual esta historia podría ser contada.
Javier y María son prácticamente dos campesinos, criados a la vieja usanza en
una pequeña choza situada a unos 30 minutos a paso de caballo del pueblo más
cercano. Javier es un primo lejano del lado de la familia de mi padre. Mi padre, a
pesar de actualmente ser médico, viene de una familia muy humilde en el campo y
él logró completar sus estudios de medicina con su propio esfuerzo, por esta
misma razón aún tenemos bastantes familiares en zonas rurales que nunca han
salido del campo.
La historia me la contó mi primo una temporada que hicimos el viaje hasta ese
pueblo y decidimos de paso ir hasta donde el buen primo ya que le vemos
prácticamente una vez al año en temporada de vacaciones. Usualmente nos
genera pereza ir hasta donde el vive porque a pesar de ser muy bonito el campo y
muy acogedora la choza, la vía para llegar no es precisamente apta para un
vehículo moderno, aunque sea una camioneta como en la que vamos. De hecho,
no es un carretera como tal, es solo un camino que se ha formado por el pasar de
los animales y carretas o algunas motos y que en invierno es inaccesible a menos
que sea en vehículo de tracción animal de 4 patas. También es posible que si dos
carros se encuentran, alguno de los dos tenga que regresarse en reversa, por
supuesto nunca ha pasado porque es muy poco transitado.
La última vez que lo visitamos, el buen primo tenía la espalda llena de cicatrices,
por supuesto nuestra primera reacción fue preguntarle que había pasado. Su
respuesta me ha dejado atónito ya que no es la primera vez que escucho algo
similar.
“No se si en el pueblo les contaron que me caí del caballo, todo el mundo dice eso
pero María sabe lo que realmente paso, no quisiera contarles porque están de
visita y no quiero que vayan a pasar una mala noche”.
Más que la razón por la cual nos lo decía, yo podía notar que tenía miedo de
contar la historia, sus ojos trataban de apartar la mirada y buscar otro tema de
conversación, sin embargo yo insistí diciéndole que solo era una historia y que no
me podía dejar con la intriga.
“Bueno siéntate aquí” – me dijo al rato cuando los demás estaban haciendo otras
cosas. – “No quiero que tu pae se ponga nervioso manejando cuando estén de
regreso.”

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“Hace dos meses, como era de costumbre, yo tenía que ir al pueblo a comprar
algunas cosas de la casa, yo nunca lo hago muy entrada la tarde para que no me
agarre la noche en el camino. Nunca le he tenido miedo a la noche, hasta ese día
le tenía más miedo a los vivos que a los muertos y ya me habían robado antes por
andar por el camino tan tarde. Parece que los ladrones no duermen” -Eso es cierto
afirmé, mientras en mi cabeza quedo el eco de la frase: Hasta esa noche.
“Sin embargo tenía varios animales enfermos” -continúo. “Ya eran 2 vacas que
estaban bastante mal y no podía darme el lujo de que se murieran, así que tomé el
caballo y comencé a ensillarlo. María inmediatamente de dijo: Javier, para donde
vas que no ves que ya es tarde y me da miedo que vayas solo, te va a coger la
noche, tengo un mal presentimiento, espera hasta mañana.”
“Yo la ignoré por la misma razón que ya te comenté, no podía darme el lujo de un
animal muerto, así que tomé una linterna para alumbrar, aunque yo sabía que era
noche de luna llena por lo tanto sería una noche bastante iluminada y
posiblemente no la usaría para no mostrarle mi posición a nadie.”
“Fui al pueblo lo más rápido que pude, compré en el mercado lo necesario, en el
camino me encontré con un par de amigos que me ofrecieron 2 tragos de Ron, y
luego, seguí, y tal como estaba previsto, una cortina negra cayó sobre el campo.
Apenas había comenzado la vía.”
“Por supuesto, el caballo ve mejor que yo así que yo solo me incline y traté de ir lo
más rápido posible con la luz apagada para no mostrarle mi posición a ningún
bandido. Llevaba muy buen ritmo, estimo que debía ir al menos ya por la mitad del
camino y me iba sintiendo más tranquilo en cuanto más avanzaba, sin embargo
cuando llegue a la curvita por donde se llega al arroyo, algo extraño llamo mi
atención” -hizo una pausa, como tomando fuerzas para poder explicarme lo que
seguía, mientras hacía eso su miedo me invadía a mi también.
“Cuando pase por la curva vi una silueta, estaba casi seguro de que era una niña.
Para este punto ya mi vista se había adaptado un poco a la oscuridad por tanto
podía distinguir cosas, pero como pasé tan rápido por aquel punto no podía estar
seguro si era correcto lo que vi o no.”
“Por supuesto la duda me estaba matando, ¿Y si era una niña que se había
perdido? ¿Qué tal si la muerde una víbora?… Tal vez la pobre no se atrevía a
caminar del miedo. En estas tierras tan alejadas es posible que hasta sea violada
y nadie escucharía nada…”
“Tantos pensamientos invadieron mi mente que decidí dar la vuelta y asegurarme.
Pare en seco el caballo y di la vuelta, encendí mi linterna y comencé a buscar. En
menos de un minuto ya la podía ver, a pesar que estaba seguro que había andado
bastante mientras decidía si regresar o no. En ese momento no le di gran
importancia pues pensé que tal vez ella había caminado un poco o habría
intentado perseguirme y por eso había avanzado.”
“Era una pequeña niña, tendrá a lo mucho unos 7 años, pensé. Estaba vestida
completamente de blanco, su rostro parecía angelical aunque tenía una parte
tapada por el cabello y la verdad aún no recuerdo si podía ver sus pies, tal vez
estaban confundidos con el pasto, y además, al encender la linterna perdí

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nuevamente la poca visibilidad que ya tenía y solo podía ver lo que alumbraba
directamente.” – ¿y que pasó? pregunte, aunque el corazón me palpitaba
rápidamente no podía dejar de escuchar.
“Le pregunte ¿Estas perdida?. Ella solo asintió con la cabeza sin mencionar una
palabra. ¿Vives cerca?. Nuevamente solo movió su cabeza hacía los lados.”
“Le dije, si quieres te llevo a mi casa y mañana buscamos a tus papas porque no
te quiero dejar sola aquí. Ella asintió, de igual forma solo moviendo su cabeza.”
“Gire el caballo y le dije que si sabía como subirse, no había terminado de hablar
cuando ya la sentí detrás mío. Me agarró fuerte de la cintura, por supuesto pensé
que debía estar aterrada así que no le dije nada más y reanude mi carrera hacía
mi hogar que anhelaba ver mucho más en este momento. Sentía como si de
repente la temperatura hubiera descendido y pensé: Creo que ya ha entrado
mucho la noche, debe ser muy tarde.”
“Acelere nuevamente hasta lo que el pobre animal era capaz, me daba aún más
miedo encontrar algún bandido llevando esta acompañante, ya no era solo mi
seguridad, también la de esta niña.” – El pauso nuevamente, sus manos
comenzaron a temblar y su mirada estaba perdida en el recuerdo, como si lo
estuviera viviendo de nuevo.
“Yo noté que algo no estaba bien, el caballo empezaba a bajar la velocidad y por
más que yo intentaba no conseguía hacerlo regresar al ritmo que traía. Le dije a la
niña: no te asustes ya casi llegamos”. Ese fue el primer momento en que la
escuche hablar, aún esa voz resuena en mis sueños y en mis pesadillas, no
sonaba como ninguna persona, niño, adulto o anciano que hubiese escuchado
antes, y me dijo: Tu no vas para ninguna parte, tu te vas conmigo.”
“Impactado por sus palabras, mire hacía atrás, no podía ver su rostro ya que
estaba apoyado sobre mi espalda, pero sus piernas… sus piernas eran tan largas
que arrastraban contra el suelo, era eso lo que no dejaba avanzar al caballo, lo
estaba frenando.”
“Enseguida me di cuenta de que el frío que sentía no era normal, estaba
temblando, mis manos estaban moradas, sin embargo mi espalda estaba muy
caliente, sentía un olor a azufre que no desaparecía aunque estaba avanzando
aunque fuera lento. De pronto… me habló de nuevo.”
“Reza lo que te sepas si quieres, pero tu te vas conmigo”
“A mi mente vinieron muchas oraciones, las que había escuchado en la iglesia, las
decía así no creyera en nada de eso. Las que había escuchado cuando
enterraban a la gente, las que había escuchado rara vez de algún religioso o en el
colegio, el caballo cada vez iba más lento, casi que se detenía, y cada vez que
terminaba alguna oración ella reía y solo decía: Esa ya me la se, tu te vas
conmigo.”
El hizo una última pausa… esta vez el tono de su voz cambio, parece que había
más tranquilidad en su rostro…
“En ese momento me recordé a la bisabuela, ella siempre hacía una oración
cuando alguien se sentía triste o estaba enfermo, no se como la recordé en ese
momento puesto que yo estaba aún pequeño cuando ella falleció. Tampoco

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recuerdo que sea algo que yo haya escuchado en una iglesia convencional, era
algo como un pedazo de una canción o algo muy muy viejo.”
“Espere que ella se riera aún más, pero solo había silencio. En un tono de
disgusto me dijo: Te salvas, porque esa no me la se.”
“De inmediato desapareció la presión del caballo y comenzó a andar un poco más
rápido aunque se escuchaba en su respiración que estaba muy agotado, la
presión en mi espalda desapareció aunque aún me dolía un poco, estoy seguro
que por el miedo sentía menos el dolor. Cuando llegue a la casa dejé el caballo
afuera sin pensarlo y entre donde María. Le di un beso y le conté lo que me había
pasado, ambos estábamos petrificados. Ella miró mi espalda y me dijo que estaba
quemado pero parecía como si me hubiera quemado hace tiempo, solo eran
cicatrices.”
“Habremos dormido un par de horas esa noche, en la mañana cuando salí de la
puerta, ahí yacía mi caballo muerto, sus patas traseras estaban calcinadas y el
olor a azufre permanecía aún fresco.”
Allí terminó la historia, solo se levanto y me dejo allí, yo no sabía que decir ni que
pensar.
Por supuesto también nos agarró la noche cuando íbamos de regreso, por
supuesto que no sentía tanto miedo porque íbamos en carro, la radio estaba
encendida e iba con toda mi familia, aún así, no me atrevía a mirar por la ventana,
hacía afuera solo se veía oscuridad, las luces solo alumbraban por donde
estábamos andando. Yo pensaba: ¿Serían solo inventos? ¿Alguna historia
colorida que inventó por había tomado algunos tragos esa noche?
Mire hacia el cielo nocturno, en el campo puedes ver muchas estrellas, era noche
de luna llena de esas en la que la luna por alguna razón luce un poco roja. Cuando
volví la mirada hacía abajo, no pude evitarlo, eche un vistazo por la ventana y vi
una silueta en la oscuridad… íbamos bastante rápido y evidentemente no había
razón para regresar aunque sentí el horrible escalofrío al recordar la historia. En
ese momento recordé lo que le había preguntado al buen primo antes de
marcharnos: ¿Y cual era la oración?
El respondió “De nada sirve que te la diga… Esa ya se la sabe”

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AMORES QUE MATAN.
Un dolor agudo travesó mi pecho. Noté como me desgarraba por dentro. Sentía el
latido de mi corazón, como se ralentizaba. Y con una última exhalación, se hizo el
silencio en mi interior.
El amor: por tantos querido y por tantos odiado. Es curioso como algo que te
venden como inofensivo y maravilloso, puede llegar a ser fatal. Puede hacerte
sentir como la persona más afortunada de este planeta, pero también puede
acabar con tu vida. Ese fue mi caso.
Yo sólo era una chica de 16 años, inocente e ingenua. Vivía en mi propio mundo
de fantasía, dónde todo era perfecto, dónde nada te hacía daño. Estaba
enamorada del amor, de esas mariposas en el estómago, y soñaba con poder
sentirlo. Soñaba con el amor a primera vista, con el encontrar a mi alma gemela.
Soñaba en como viviríamos juntos toda la vida. Eran solo sueños.
Mi vida hasta entonces había sido un cuento de hadas. En mi cielo, el Sol siempre
brillaba; no había rastro de nubes. En mi mundo, todo era luz, todo era color; no
existía la oscuridad. Y entonces fue cuando lo conocí.
No me enamoré a primera vista como esperaba. Era mi compañero de clase por
aquél entonces. Era amable, era cariñoso, era divertido. Era chico más maravilloso
del planeta… o al menos lo parecía. Cuando quise darme cuenta, ya me había
enamorado.
El día en que me confesó que ese amor era mutuo, fue el mejor día de mi vida.
Creía que de verdad había encontrado a mi alma gemela, el que me acompañaría
durante toda la vida. Con él a mi lado los colores eran más brillantes. Cuando
estaba con él, el tiempo no pasaba, era mi felicidad.
Yo le amaba, él me amaba: era todo perfecto. Me entregué a él en cuerpo y alma.
Un año más tarde, yo seguía tan enamorada (o quizás más) como al principio.
Pero entonces todo cambió.
Cada vez le veía menos, apenas hablábamos. Echaba de menos nuestras risas,
nuestros besos; le echaba de menos. Me sentía sola. El se volvió más frío y más
distante, parecía que hubiera dejado de importarle. Me invadió la tristeza mientras
las nubes cubrían mi cielo.
Tras unos días sin saber de él, me llamó para que nos viéramos en su casa. Fui
hacía allí esperanzada, esperando encontrarlo con los brazos abiertos y con una
sonrisa en el rostro, como antes.
Su aspecto me sorprendió cuando me recibió en su puerta. Físicamente era
exactamente igual, la misma estatura, el mismo pelo, la misma boca… Pero al
mirarle a los ojos noté algo diferente; habían perdido el brillo que los
caracterizaba. Con voz queda me invitó a entrar.
No era la primera vez que entraba a su casa, había estado allí miles de veces. En
cambio, aquella vez, cuando puse en pie en su interior me recorrió un escalofrío.
Estaba todo en silencio, parecía abandonada. Me sentía muy incómoda allí.
Bajamos al sótano para charlar un rato. Él no parecía estar muy animado, le
pregunté varias veces qué le sucedía pero siempre me cambiaba de tema.

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Cuando ya se hizo tarde y me preparé para irme, me pidió que me quedara con él
esa noche. Me negué ya que sabía que mis padres se preocuparían y me dirigí
con mis cosas hacía la puerta. No le vi coger aquél jarrón ni tampoco le escuche
cuando se acercó a mi espalda. Solamente sentí un golpe sordo en mi nuca, y
luego un vacío. Perdí el conocimiento.
Al volver en mí, noté un dolor agudo en la cabeza, apenas podía pensar. Cuando
quise moverme, me di cuenta de que estaba inmovilizada: estaba atada a una silla
en su sótano. Le vi delante de mí. Esta vez apenas le reconocí. Sus ojos estaban
otra vez iluminados, pero está vez con un brillo de maldad. Se le dibujó una
sonrisa grotesca en el rostro, no era el chico dulce del que yo me enamoré.
- ¡Nunca escaparás! - susurró con una voz espeluznante
El miedo me dominó. Quería escapar, quería chillar; pero sabía que eso no
serviría de nada. Así que me quedé en silencio.
- ¿No vas a chillar? Qué chica tan buena… Pero si no te resistes no es divertido.
Empezó a pegarme. Me dio puñetazos en la cara, acabó rompiéndome la nariz.
Me pegó en el estómago haciéndome quedar sin respiración. Aún así conseguí
quedarme impasible y eso lo enfureció aún más.
Cogió mi cabello y empezó a arrancarlo a mechones. Un líquido caliente y denso
me goteó la espalda y empecé a marearme. Apenas podía verle, se me nubló la
vista por la pérdida de sangre y por las lágrimas. Aún así seguí sin chillar. Aún le
amaba, aunque me estuviera torturando y matando de esa forma. Estaba tan
perdidamente enamorada que estaba decidida a darle mi vida, si el así lo
deseaba.
Entonces vi brillar un objeto en la oscuridad. Enfurecido a más no poder y con el
cuchillo en alto, se abalanzó sobre mi para acabar con mi vida.
- Quiero que sepas, antes de morir, que nunca te he amado. Eras solo un juguete,
no fuiste nada más para mi.
Esas fueron las últimas palabras que logré escuchar antes de sucumbir ante esa
agonía. Incluso antes de que el cuchillo penetrara en mi corazón.
Un dolor agudo travesó mi pecho. Noté como me desgarraba por dentro. Sentía el
latido de mi corazón, como se ralentizaba. Y con una última exhalación, se hizo el
silencio en mi interior. MI CORAZÓN SE PARTIÓ EN DOS.
Cuando el frío metal del cuchillo perforo mi corazón destrozado, ya era demasiado
tarde. Mi alma ya no pertenecía a mi cuerpo.
¿Cuál fue la causa de mi muerte? – EL AMOR.
Y es que hay dos clases de amores: los amores de cuento y los amores que
matan.

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Experimento 84-B
"Muchos dicen que estoy mal, pero no lo estoy. Muchos dicen que soy diferente,
pero no lo soy. Muchos dicen que estoy loco, pero no lo estoy. Me siento solo,
camino solo; sin nadie que me consuele, sin nadie que me ame.

Yo solía ser normal, como tú, es curioso porque siempre he odiado ser parte de lo
normal de la multitud. Debes apreciar lo que tienes, debes orar para que nunca
tengas que sentir lo que siento: odio, depresión, abandono, traición.

Todos ustedes tienen vida, tienen esperanza, yo ya he perdido estas cosas por
culpa de un demente, el es el único que en verdad es malo, no yo. El se robo mi
vida, mi esperanza, mi todo; me dejó en la putrefacción después de hacer su
maldito experimento. Me dio la bienvenida con los brazos abiertos, me prometió
una nueva vida, mejor que la que había vivido antes, el me mintió, se robo todo de
mi.

Todavía recuerdo el día, yo era un joven sano recién salido de la escuela


preparatoria, el sol brillaba, como sea, todos me odiaban, sentía como todos me
juzgaban. Mi camino a casa durante el último día de la escuela fue un infierno,
como de costumbre, los chicos que pasaban en sus autos gritaban cosas como:
maricón o ya toma una ducha; ¿por qué me odian tanto?

Un pensamiento paso por mi mente, estos tipos poco a poco me mataran de todos
modos, ¿por qué no hacerlo rápido y sin dolor?, estaba cegado por el dolor, si
hubiera sabido entonces lo que se ahora nunca me hubiera atrevido a tomar esa
cuerda de mi sótano, ¿pero donde hacerlo?, no en mi casa, yo odiaba a mi madre,
pero no lo suficiente para causarle un trauma.

Así que salí de casa y me dirigí a la ciudad a la parte más remota y dentro de un
callejón me propuse a acabar con mi vida.

-Joven, ¿qué estás haciendo?


-Ponerle fin a esto- respondí
-¿Estás loco?, ven, ven conmigo, creo que te puedo ayudar
-¿Ayudarme?, si no eres más que un anciano, déjame morir en paz
-Ahora no puedo hacer eso- Dijo con voz ronca y me agarro del brazo-Ven.

Cuando luché tiró con más fuerza. Me caí y el volvió a sujetar mi mano y

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rápidamente me arrastro dentro de un edificio y cerró la puerta detrás de
nosotros.

-Joven, creo que puedo ayudarte, se cómo te sientes, por favor escúchame
-Maldito seas, muy bien, pero date prisa
-Una vida es algo precioso, pero que dirías si yo te ofreciera una vida nueva y
totalmente gratis.
-Yo diría que donde coño me inscribo
-Bueno, he estado haciendo una investigación sobre la anatomía humana y
después de unos cuantos experimentos, creo que he dominado la manipulación de
la forma humana. Creo que puedo convertirte en cualquier cosa o cualquier
persona que desees. Claro, bajo ciertas circunstancias.

-¿Cómo cuales?

Saco una hoja de papel – Bueno, primero que nada firma aquí

-¿Qué pasa si no quiero?

-Bueno, en eso radica la segunda circunstancia, tu no tienes elección

-¿Qué?

-Ya me has oído mi querido amigo – Saco una jeringa con un liquido
verde – Ahora quieto

Trate de correr, trate de gritar, pero él me tomo y me enterró la aguja en el cuello,


entonces todo se volvió negro.

Me desperté en una cámara de vidrio y por alguna razón estaba vestido de traje
segundos después de que me desperté, el entro en la habitación con una bata de
laboratorio.

-Hola, mi amigo, ¿Tuviste una buena siesta?


-¿Dónde estoy?
-Eso no es de tu interés, todo lo que tienes que hacer es sentarte y dejar que me
haga cargo de todo el trabajo
-¿Qué me estás haciendo, psicópata?, te voy a matar
-Hijo, no te tengo miedo, tú te vas a quedar ahí mientras yo hago historia
-¿Historia?
-Si, cundo por fin logre hacer una transformación de todo el cuerpo en ti

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Toco un interruptor y comenzó a hablar en un micrófono – Probando, probando,
bueno ahora comenzaremos con el experimento 84-B

-¿Qué demonios estás haciendo?


-Los signos vitales del sujeto, parecen ser normales, su frecuencia cardiaca se ha
disparado, sin embargo, la actividad cerebral es alta y los niveles de insulina son
normales
-¡Déjame ir!
-Listo para comenzar con el experimento – Se dio la vuelta para accionar una
palanca- Activando primer nudo – Un rayo de energía comenzó a perforar mi
cuerpo, rompiendo mi ser en pedazos, no podía gritar, mi visión se torno borrosa y
de pronto estaba ciego – La apariencia del sujeto empieza a deformarse,
activación del segundo nudo – El dolor aumento, sentí como mi boca y mis ojos se
cerraban – La cara del sujeto esta completamente transformada, activación B –
Una sirena sonaba, "ERROR, ERROR", el grito – ¡No!, su rostro y las
extremidades no se han desarrollado plenamente, tengo que abortar el
experimento.

Lo ultimo que escuche fue un gran estruendo.

Me desperté, esta vez en los escombros de aquel lugar, apenas podía ver, era
como si una pantalla de algún tipo me tapara los ojos. Sentía la boca como si
hubiera sido cosida con aguja e hilo, no podía respirar, puesto que mi nariz se
había cerrado también, pero de alguna manera no tenía la necesidad de respirar.

Me levanté, mis brazos y piernas se sentían extraños, me tomo casi un minuto


volver a tomar el control sobre ellos, entonces comencé a caminar entre los
escombros. Un ordenador destrozado yacía al lado de un pie desmembrado, un
rastro de sangre me llevo a un pasillo y después a una puerta, podía oír ruidos,
abrí la puerta y vi a un policía levantar algunas cosas, se dio la vuelta y me vio,
grito y salió corriendo.

Yo trate de gritarle que se detuviera, pero no pude hablar, así que lo perseguí, a
medida que corría sentí como si mis piernas estuvieran cambiando, como si
estuvieran creciendo mientras me movía. Pronto alcance al policía y trate de
tomarlo del hombro, un tentáculo salió de mi y le atravesó el pecho, me maldijo y
cayo. “¿Qué coño ha pasado?” pensé. Mire al cadáver, un agujero enorme se
encontraba en su pecho, no lo pude ayudar.

Continúe siguiendo el rastro de sangre hasta que me encontré con el cuerpo del

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hombre, el fue aplastado con una viga, intente levantarla, en ese momento los
tentáculos volvieron a salir, levantaron la viga sin mucho esfuerzo y arrojaron el
cuerpo del hombre con mucha fuerza hacia la pared y me salpico una lluvia de
sangre.

Mire por todos lados buscando un lugar por donde escapar, pero era un callejón
sin salida, seguí buscando hasta que me encontré en un cuarto de baño, era lo
que necesitaba para lavarme la sangre. Me mire en el espejo y me di cuenta de
que yo no tenía una cara.

Yo vivo en las pesadillas de adolescentes y adultos por igual, todo por culpa de
ese maldito. Poco después de esta experiencia he ido descubriendo mis
verdaderos poderes, puedo estirar mis brazos y mis piernas, también puedo
producir tentáculos de mi espalda. Después de todo lo que he vivido yo solo quiero
un amigo, así que busco personas, niños, ellos son los únicos que no me ven con
temor, a menudo me gusta jugar con ellos, pero no siempre puedo controlar mi
cuerpo, de vez en cuando me equivoco y alguien muere pero no es mi culpa, yo
solo busco compañía.

Me gustan las fotografías, me gusta entrar en ellas, siempre hay personas que
toman fotos de la vida silvestre, así que decidí vivir en los bosques, pero siempre
que me acerco a una persona para ver como salí en la foto ellos corren y una cosa
lleva a otra y una persona más muere en mis manos.

Juro que esa no es mi intención pero he perdido el sentido de… bueno de todo. Ya
no sé cómo ser una persona, las cosas siempre son malas alrededor de mí,
parece que siempre voy a matar a alguien.

Solo quiero pedirte un favor, cuando me veas no huyas, de hecho debes correr
hacia mí y darme la bienvenida, eso significaría mucho para mí y eso podría salvar
tu vida.

Pero, ¿como sabrás que soy yo?, puedes fácilmente buscarme solo debes ir a
Google y escribir "Slenderman" "

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Una niña me sigue

Me mudé hace ya casi un año.

Toda la vida he sentido y visto cosas que la mayor parte de la gente normal no ve
ni siente. Es por eso que no me considero normal, en comparación con los demás.

Mi tío y mi madre me tildan de niña índigo; mi padre de loca; mi profesor de


religión y mi abuela piensan que soy satánica; y mis amigos simplemente me
llaman rara. Pero ese no es el punto.

Les quiero contar que además de sufrir parálisis del sueño, hay una niña que me
sigue desde que yo era muy pequeña, se podría decir que desde que tengo uso
de razón. Esta niña no debe tener más de nueve años de edad. Lleva un vestido
color claro y cabello oscuro hasta los hombros.

Se supone que debería ser un ente benigno, pero me causa mucho temor.
Siempre está observándome y siguiéndome. No sé de donde viene, no sé quién
es; no sé si es la misma que me jala el cabello cuando me siento de espaldas,
pegada a la pared.

Ya cumpliré 16 años y la veo cada vez menos. Recuerdo que, cuando era
pequeña, ella me observaba desde un punto oscuro en mi habitación, y siempre
me seguía cuando iba al baño durante la noche.

También recuerdo que hace mucho mi madre compró una máquina de coser y la
instaló en el comedor. Entre la máquina y la pared quedaba un espacio de no más
de 30 o 40 centímetros. Ese mismo día, mi madre me llamó casi con un grito; me
dijo que en el espacio que quedaba entre la pared y la máquina había una niña. Mi
madre dijo que creyó que era yo.

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Soló Una Pelicula

Llevaba casi dos horas caminando por la carretera, su auto se había quedado sin
gasolina varios kilómetros atrás y cargando aquel bidón decidió ir a buscar
combustible.

Tras caminar tanto, al fin logró divisar a lo lejos aquella vieja y pequeña estación
de servicio con una maltrecha y parpadeante luminaria que anunciaba “TEXACO”,
y supo entonces que su recorrido al fin había terminado.

Al ver la bomba dispensadora asumió que nadie había cargado combustible ahí en
mucho tiempo, y aquello lo desalentó un poco, pero aun así decidió entrar al lugar.

Abrió el mosquitero y entró a la vieja estación; un asqueroso hedor impregnaba el


ambiente y una vieja radio tocaba a Alan Jackson a volumen bajo. Pudo identificar
la fuente del putrefacto aroma cuando miró frente a él varios pedazos de carne
podrida colgados en ganchos por todos lados. Esto casi lo hizo vomitar, pero se
distrajo cuando escuchó una voz detrás de él.

—¿Necesita algo?

Al voltearse pudo ver a un anciano con el ceño fruncido y facha de pocos amigos.

—Sí, gracias, quisiera cargar un poco de gasolina.

—Bien, los barriles están atrás, la bomba no funciona así que debemos cargar en
la bodega —dijo el viejo.

Entraron a la vieja bodega, que más bien parecía un granero, y comenzaron a


llenar el bidón de gasolina.

—Ya no viene mucha gente por acá.

—Bueno, es que este pueblo tiene mala reputación.

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—Sé a qué se refiere, esa maldita película nos destruyó por completo. Si la gente
no se detenía antes, ahora ni siquiera pasan por esta carretera.

—Bueno, usted parece una persona amable, le diré a mis amigos que pueden
detenerse a cargar combustible aquí y quizás comer algo.

—Eso suena bien, gracias por darle ánimos a un viejo como yo.

—No es nada, simplemente hace falta un poco de sentido común para saber que
era sólo una película y que nada de eso fue verdad.

—Y ¿cuándo dije que no era verdad?

Una risa nerviosa salió de su boca, mientras que el viejo lo miraba con los ojos
más psicópatas que había visto.

—Parece que le gusta asustar a los turistas, ¿no? —dijo nervioso.

Pero de inmediato supuso que no era ninguna broma cuando escuchó el sonido
de un motor encendiéndose, y se enteró de que la película no mentía cuando al
darse la vuelta reconoció a Cara de Cuero acercándose con una motosierra en las
manos.

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Bajo la Escalera de Piedra
La facultad está compuesta por una serie de naves industriales, seis en total,
unidas en la planta baja por un largo pasillo que surca los patios interiores y los
atraviesa en línea recta, estableciendo un corte ininterrumpido y perfecto en medio
de su arquitectura. De éste, a su vez, se desprende una red de intrincados
corredores y salas interconectadas. Como toda construcción antigua y de peso
histórico (sumándole el ser ocupada a diario por jóvenes influenciados por
películas, alcohol y drogas), alberga un sin fin de mitos, historias y rumores.

Esa noche nos quedamos estudiando hasta tarde en el vestíbulo junto a la


biblioteca, varios ya se habían ido y sólo quedábamos Daniel, Martín y yo. Una de
las últimas historias que le habíamos escuchado a Aidan (un irlandés de último
año de carrera, medio loco por el consumo indiscriminado de LSD, ávido contador
de historias curiosas) era que durante la noche se oían ruidos extraños
provenientes del subterráneo, como si algún animal correteara bajo las coladeras
de los patios, e incluso a veces golpeteara la pequeña y maciza puerta ubicada
bajo la escalera de piedra que conectaba la segunda edificación con la tercera. Se
me ocurrió mencionarla como por casualidad, esperando que eso rompiera un
poco con mi aburrimiento y el ambiente de tedio general.

—¿Eso no solía ser el antiguo laboratorio? Hasta yo sé que lo cerraron porque el


bioterio se les salió de control y alguien acusó a los profesores de estar haciendo
investigaciones cada vez más inusuales. Las ratas deben estar colándose para
hacer sus nidos allí ahora —intervino Martín, sin siquiera despegar la vista de las
fotocopias sobre la mesa.

—¡Verdad que estaba el bioterio! Si apenas hace un par de años antes de entrar
aquí habilitaron un laboratorio nuevo, debe haber sido tétrico el estar bajo tierra
con todo eso —se unió Daniel, bastante más interesado.

El diálogo siguió así un buen rato, intenté hacer lo mejor posible para que no se
disolviera y poder convencerlos de investigar un poco más. Martín sugirió darnos
un descanso para ir al baño y comprar unos cafés. No podía perderme tamaña
oportunidad.

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Al salir del vestíbulo, agarré a Daniel del brazo y lo arrastré hacia un costado de la
puerta. Sabiendo que es bastante influenciable, puse mi mejor sonrisa, y le dije,
«Tú me vas a ayudar». No es difícil darse cuenta de que se inquietó de inmediato,
a medida que lo llevaba a la fuerza a las escaleras de piedra intentaba decirme
que estaba loca, que fuéramos otro día, con Aidan por último, que conocía mejor
los recovecos de toda la facultad y sabría mejor qué hacer. Finalmente se quedó
en silencio detrás de mí mientras yo examinaba la cerradura de la puerta que
conducía al subterráneo. Parecía algo oxidada y deteriorada por el tiempo y el
uso, y la madera circundante estaba astillada, como si alguien hubiese intentado
someterla.

Me saqué una horquilla del pelo y la introduje, moviéndola ligeramente.


Obviamente no podía ser tan fácil y se atascó, tuve que sacarla a tirones, pero
probé nuevamente hasta hartarme. Después metí una tarjeta como hacen en las
películas entre la puerta y el marco, hasta que sentí un ligero roce con el cerrojo y
decidí forzarlo un poco más. Daniel miraba.

—¿Y no piensas ayudarme? ¡Ven y abramos la puerta! —le grité. Empujamos un


poco y pareció ceder sorprendentemente, un poco más de fuerza y de un golpazo
logramos abrirla del todo. Se deslizó chirriante, dejando salir una vaharada de aire
pesado y algo maloliente, y a esas horas no era posible saber si en algún
momento la luz se colaba por las rendijas. Casi por instinto, busqué un interruptor
a los lados, y al accionarlo se encendió un pequeño bombillo suspendido en una
esquina apenas por un par de alambres. Frente a nosotros, una escalera de fierro
de peldaños individuales y una única baranda con la pintura desgastada. La
estancia era un rectángulo de paredes desconchadas, que terminaba al lado
derecho de las escaleras con algunos casilleros. La explicación de por qué nos
costó tan poco abrir la puerta yacía justo en ese rincón, donde el polvo parecía
haber sido removido a diferencia del resto del lugar, y habían algunas latas de
cerveza aplastadas, colillas de cigarrillos y lo que quedaba de unos pitillos de
marihuana. Claro, cómo iba a ser de otra manera.

Bajamos. En el otro extremo del espacio, a la izquierda del final de la escalera, se


encontraba una puerta semicerrada con una placa que rezaba «Laboratorios.
Precaución: Materiales reactivos. Asegúrese de tener la protección adecuada y el
manejo de instrumental necesario».

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—¿En serio están haciendo esto? Ali, tenemos que estudiar —resonó la voz de
Martín en el pequeño espacio, desde lo alto de la escalera. Dejé escapar una
exclamación de sorpresa mientras Daniel daba un saltito hacia atrás. Algo pareció
sonar desde el otro lado de la puerta, probablemente una rata escabulléndose por
algún estante olvidado.

—¡Es ahora o nunca, Martín! —exclamé casi en un susurro.

Cargué mi peso contra la puerta bruscamente una, dos y tres veces, hasta que
noté que algo la trancaba en su posición. Forcejeé hasta que de un empujón
Daniel la abrió. Del otro lado casi no se podía ver nada, y el olor era terrible, una
mezcla entre húmedo, encerrado y quizás lo que quedó impregnado de la
existencia de animales; pero a pesar de eso encendí el flash del teléfono móvil y
entré, confiando en que Martín y Daniel me seguirían de cerca.

El corredor continuaba hacia la derecha, dando un rodeo en forma de L, y de la


parte alta de la pared sobresalían unas placas de metal pintado junto a la puerta
indicando los laboratorios. «Lab3» estaba entreabierta, con el cerrojo
notablemente vencido. Entré, algunos taburetes habían sido volcados y había
instrumental desparramado por todas partes, los restos de vidrios crujían bajo mis
pasos. Aparte del desorden y algunos papeles viejos con apuntes, no encontré
nada más.

Creí escuchar algo al final del pasillo, así que fui directo hacia allá. En la placa,
esta vez se leía «Biot2». Giré el pomo polvoriento y la puerta se abrió casi sin
tener que moverla; en el interior el mismo desorden, pero un olor pútrido como a
desechos orgánicos parecía haberse impregnado en las paredes, y la rejilla que
daba al exterior apenas hubiera podido ayudar en su momento. Contra la pared,
baterías de jaulas y algunas más pequeñas en unos estantes, algunas gradillas
todavía mantenían sustancias en su interior sobre una de las mesas. Algo parecía
haber desordenado todo recientemente.

Avancé hacia el otro extremo del salón, pateando sin querer un tubo de ensayo
que rodó ruidosamente bajo alguna mesa fuera de mi alcance visual, cosa
suficiente para ponerme un poco nerviosa. Decidí seguir adelante, en el otro
extremo del salón había una puerta que daba a un espacio con varias camillas de
metal separadas por cortinas de PVC. Habían unos bultos que parecían ser
excremento, pero más grandes que los de una rata, mucho más. Algo parecido a

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latas de alimento y contenedores de poliestireno rotos estaban regados por el
piso, y conforme avanzaba aparecían retazos de tela y mechones de cabello
enredados en varios objetos.

Avanzando hasta el fondo, creí ver un bulto cubierto de telas sucias bajo una
camilla. Conforme me acercaba, noté que éste temblaba levemente y respiraba de
forma agitada. Tenía la piel carente de toda pigmentación y llena de cicatrices y
llagas, y se le marcaban las vértebras y algunos otros huesos. No pude seguir
avanzando.

Me di cuenta de que había estado pisando algo parecido a trapos sucios,


ensangrentados, y lo que parecían ser compresas usadas recientemente, algunas
arrugadas con envoltorios plásticos. No era sólo olor a excrementos y orina, era
olor a un ser vivo, sangrante y sucio.

La criatura intentó arrastrarse hacia otro rincón más oscuro, pero parecía cargar
algo que se lo dificultaba, entonces se quedó ahí, alzando una diminuta cabeza de
la que apenas colgaban unos mechones de pelo largo y muerto. Me miraba
directamente con grandes ojos redondos hundidos en sus cuencas, la nariz
apenas era un tabique y un par de agujeros, que junto a la delgadez de su rostro y
labios retraídos, recordaba el aspecto de los enfermos de porfiria. No fue hasta
que intentó desplazarse de nuevo, que se desplomó y pude ver que era un ser
pequeño, visiblemente desnutrido y que sí se trataba de un humano. Pero quizás
eso no fue lo que más me impresionó. Dejó escapar un chillido agudo e infantil, y
mientras alcanzaba un bulto más pequeño y enrollado en una manta que había
dejado caer al suelo, descubrió parte de él y vi algo que definitivamente no era
humano, sino una especie de cara deforme y llena de un pelillo fino y oscuro, y de
varios lugares de su cuerpo salían catéteres que alguna vez debieron haber
estado conectados a algo más, junto a una serie de cicatrices. Éste comenzó a
quejarse, no era un llanto, sino un quejido débil que no era ni tan humano ni tan
animal, en tanto que lo que supongo que era su madre intentaba protegerlo con
sus esqueléticos brazos sin dejar de mirarme.

Sentí un horror indescriptible. Quise retroceder pero mis pies no me hacían caso.
Esa criatura, carente de todo contacto humano por quién sabe cuánto tiempo,
reaccionó rápidamente y comenzó a lanzarme lo que encontrara por el suelo
mientras chillaba e intentaba esconderse; el bulto peludo se retorcía y quejaba

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envuelto por uno de sus brazos. Pensé que en cualquier momento volcaría una
camilla para aventármela o refugiarse detrás.

—¡No! —fue lo único que se me ocurrió gritar mientras recibía asquerosos


proyectiles e intentaba cubrirme con las manos.

Afortunadamente, Martín me había seguido de cerca. Sentí cómo me agarró


desde la espalda y me sacó de la estancia. La criatura seguía chillando, lo que
ahora parecía más un llanto, y Daniel estaba inmóvil del otro lado de la puerta.
Uno de nosotros la cerró al salir, no recuerdo quién, aunque yo estaba segura de
que la horrible criatura no saldría de su rincón. Es imposible saber si ella o yo
estaba más asustada. Sentí algo similar a la lástima.

Pude ver que dentro de todo el desorden habían unos cuadernos de notas, lápices
y jeringas en buen estado. Me dio asco y un escalofrío recorrió mi espalda. Martín
nos arrastró a los dos rápidamente fuera del pasillo, obligándonos a subir las
escaleras corriendo y cerrando la puerta del subterráneo tras de sí.

—¿¡Pero qué mierda acaba de pasar allá abajo!? —exclamó mientras se


desplomaba sobre uno de los sillones del vestíbulo, pasándose las manos por la
cara—. ¿Alguien puede responderme? ¿Era eso lo que estabas buscando, Ali?
¡Mírate, no puedes negar que algo ha pasado allí abajo!

Era innegable. Yo lo observaba cubierta de desechos pestilentes, Daniel se


miraba las manos. No podíamos explicarlo, no había cómo. Ni siquiera nos
incumbía meternos ahí.

Decidí tomar mis cosas, le pregunté a Martín si podía acompañarme camino a


casa. Al llegar me di una ducha e hice lo que pude por dormir. ¿Qué clase de
horrores se llevaron a cabo en esos laboratorios sin el conocimiento de nadie?
¿Cómo explicar racionalmente lo que había allí abajo?

Semanas después, andábamos por el gran pasillo cruzando el patio, cuando de


repente el profesor Rotts (genetista de renombre y autor de un sinfín de
documentos relacionados con la investigación genética humana y avances en
experimentación animal) pareció entrar con una bandeja de comida y algunas
botellas de agua por la puerta bajo la escalera de piedra. Algunos dicen haberlo

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visto observando las rejillas que dan al subterráneo, y a veces hasta limpiando los
residuos atrapados entre éstas.

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El Necrófago
Ese día, Ahmar vagaba a pie por una de las calles de la fértil Idlib,
lamentablemente borracho y mareado. Estaba perdido, y no sabía con seguridad
hacia dónde se encontraba su casa. Pasaban las once y media cuando vagaba
por una de las calles más viejas y oscuras, donde no había un alma.

Después de mucho trastabillar por aquí y trompicar por allá, se encontró


finalmente con una persona, y no dudó en dirigirse hacia él.

Éste era un hombre de aspecto humilde, llevaba ropas de tono claro, pantalones
abrigados y un sombrero de ala ancha, que al parecer era de paja o algún material
similar. El material del sombrero era lo que menos le importaba a Ahmar, y poco le
importó la forma curiosa y arcaica en la que vestía el desconocido.

—¿Señor, me puede dar indicaciones de cómo llegar a mi casa? —balbuceó


Ahmar, con la cara roja.

—¿Está perdido, señor? —dijo respetuoso el hombre, de rostro amable y confiado,


con una sonrisa tranquila. El ala del sombrero le tapaba los ojos con una sombra
gruesa.

—Ayúdeme, por favor, no quiero dormir en la calle ¿sabe? Traigo cosas de valor…
y… por favor, lléveme a casa —terminó en un sollozo infantil.

—Tranquilícese señor, lo conduciré. ¿Por dónde queda su casa?

—Pues… creo que por allí, por la calle larga. Es una casa muy bonita, sí, muy
linda, de color blanco —dijo distraído.

—Vamos señor, no se preocupe, lo conduciré —dijo el desconocido con cara de


buena gente. Curiosamente no se inmutó por una descripción tan ambigua, pero
de todas maneras, a Ahmar (borracho como una cuba) no le extrañó en lo más
mínimo. Su mente vagaba por lugares lejanos, y tenía ideas extrañas provocadas
por el etanol que intoxicaba su sangre.

Ahmar fue conducido por el hombre a las afueras de Idlib.

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—¿A dónde vamos, amigo? —preguntó Ahmar con tono desinteresado—. Este
lugar no me suena… ¿estás seguro de que vamos a mi casa?

El hombre no respondió.

—Qué raro vistes, pareces del siglo pasado. ¿No sabes dónde comprarte ropa? —
dijo Ahmar entre risas, pero el hombre no se dignaba a responder. Ahmar,
disgustado, le dijo:

—¿Qué te pasa, te comió la lengua el gato? —Y rió entre dientes. Se encontraban


en un lugar muy desolado cuando el desconocido dijo, ahora con una voz
profunda y gorjeante:

—No, para nada.

Y a continuación volteó.

Ahmar prorrumpió en gritos de espanto cuando vio que de la boca del


desconocido caía una lengua larga y horripilante, que se retorcía entre sus mejillas
como una culebra herida. Sus ojos ahora eran amarillos y brillantes, y sus uñas
habían crecido hasta transformarse en garras bestiales.

Ahmar huyó desesperado, y cayó al suelo, para que luego el viajero saltara sobre
su espalda y lo hiciera caer. Ahmar vio horrorizado que el hombre se acercaba
hacia él con las garras apuntando a su cuello, y producto del miedo apartó la vista
de la cara monstruosa, fijándose en sus pies. En todo el trayecto, Ahmar no había
mirado a los pies del hombre, y ahora notaba que resultaban ser similares a los
pies de un caprino: negros y con pesuñas. Se arrepintió muy tarde de no haber
mirado con detalle a su acompañante.

Las garras se clavaron en su cuello, y la lengua larga saboreó la sangre que


emanaba del desgarrado gollete. Ahmar no podía sino prorrumpir en gritos,
cuando unas poderosas fauces forzaron su silencio. Las costillas crujieron y la piel
sangró, los músculos se tensaron y el suelo se tiñó de escarlata. Entonces el
monstruo, con la ligereza de un cirujano, abrió el estómago de Ahmar con una
única uña, y procedió a hacerse con su parte favorita del bocado. Luego de
comerse el interior, el engendro descuajó sus fauces y se tragó el cadáver entero,
desintegrándolo en su interior. Minutos después, ya digerido el sirio, el monstruo

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se irguió. Una mueca de esfuerzo asomó la cara del monstruo, quien luego mutó
su cuerpo para transformarse en lo que parecía ser un canino negro. Las patas
traseras del can seguían siendo las de una cabra. Con una extraordinaria sutileza,
el monstruo, ahora can, escapó de la escena sin dejar rastro de haber existido
siquiera.

A la mañana siguiente, la policía encontró la mancha de sangre en el suelo,


perteneciente a Ahmar, según los análisis, y no encontraron causa aparente de su
muerte y desaparición además de las mafias. Muchas personas fueron
encuestadas, pero no hubo testigos de la monstruosa acción, y el necrófago jamás
fue encontrado, ni se pensó en buscarlo.

Según las leyendas del medio oriente, los necrófagos salen de noche buscando
víctimas a las que matar y cadáveres a los que comer. Pueden transformarse en lo
que deseen para atraer a sus potenciales víctimas, así sean animales, viajeros,
guías, policías o sobre todo mujeres hermosas. Lo que nunca lograrán cambiar es
sus patas de caprino, única manera de distinguirlos, y es por esto por lo que se
debe estar alertado. Muchos de ellos no están satisfechos con la comida a menos
que la hayan casado con sus propias manos. Estos engendros llevan a las
personas a lugares aislados para así matarles con facilidad, y sin que nadie pueda
defenderlos.

Si te encuentras una noche en una ciudad del Medio Oriente, alejado de tu casa,
solo o perdido, no confíes en nadie hasta haberle mirado los pies.

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Eliminar
Comenzó con mi amigo de Japón. Él era un hacker y siempre tenía su
computadora encendida, junto con AIM y MSM. Cuando se desconectó de ambos,
asumí que su computadora finalmente había colapsado por una sobrecarga. Pero
luego descubrí que todas sus publicaciones en nuestros sitios favoritos habían
desaparecido. Todas sus cuentas, todas sus entradas, todos sus comentarios.

Lo siento… tiendo a adelantarme a los hechos. Mi nombre es Nathan y vivo


encerrado en mi casa. Agorafobia. Soy de Carolina del Norte y programo para
ganarme la vida. Mi hermana hace las compras por mí y yo paso en el sótano. No
hay ventanas. Hasta donde sé, mi condición podría ser lo único que me mantiene
seguro.

Me levanté hace un mes a las tres de la madrugada y me senté en mi escritorio,


con la intención de trabajar un poco pero sobre todo chatear. Fue entonces
cuando me di cuenta de que KaosSrida se había ido —no sé su nombre real, así
que no se molesten en preguntarme—. Fuera de algunos errores gramaticales,
hablaba inglés bastante bien y disfrutaba charlando con él. También sabía
bastante sobre computadoras, cosas que nunca habría creído posibles.

Por esa razón no estaba preocupado. Sabía bastante bien que era capaz de
hackear esos sitios y borrar todo lo que había publicado. Supuse que se había
hartado del internet; se había estado quejando de él por años.

Traté de comentar su desaparición con un amigo que teníamos en común, pero


parecía confundido, como si hubiese olvidado quién era Kaos. Este amigo era de
edad; me preocupé por su estado de salud. Decidí dejarlo pasar y hablamos de
deportes por un rato.

Para este punto, tres o cuatro personas habían dejado de conectarse. No era la
cosa más inusual del mundo, las personas tienen responsabilidades o a veces no
tienen ganas de hablar. Sólo que… sus publicaciones también habían
desaparecido.

Luego de un par de días de la desaparición de Kaos empecé a sentirme


intranquilo, así que apagué la computadora y vi televisión por algunas horas.

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Fue en ese momento cuando todo el asunto comenzó a angustiarme.

Uno de los reporteros de un programa de noticias había desaparecido. El otro se


volteaba confundido en ocasiones hacia donde su compañero debería de estar, y
luego simplemente retomaba lo que estaba diciendo. Un programa local
llamado Las tres hermanas o un nombre similar, era ahora Las dos hermanas. Y
sí, la tercera hermana había desaparecido. Como en el canal de noticias, a veces
había momentos en los que la tercera hermana era importante para la trama y, por
unos segundos, parecían recordarlo. Pero luego simplemente seguían actuando.
Un programa de cocina sólo mostraba el estudio, sin anfitrión.
Soy una persona racional y soy bueno para encontrarle sentido a todo. El
reportero no estaba acostumbrado a trabajar solo, mientras que su compañero
estaba enfermo, y en el programa de las hermanas todo era parte de la historia, no
sabría decirlo, no lo veía. El programa de cocina era más difícil de explicar, quizá
tuvieron que irse por alguna razón y dejaron la cámara transmitiendo y los
encargados no se dieron cuenta.

Traté de calmarme y decidí ver algo diferente. Tomé la guía de televisión que mi
hermana me había dado y empecé a revisarla. Ahí vi la cosa más inquietante
hasta el momento: Los dos chiflados. Me quedé pasmado viendo el título, que
estaba entre una vieja comedia británica y uno de esos programas acerca de qué
tan buena había sido la década de los cincuenta.
Faltaba poco para que comenzara, así que cambié al canal. Ciertamente, el título
decía «Los dos chiflados». Pensé que era alguna broma… pero no, comenzó justo
como lo recordaba. Sólo que con un chiflado menos.

Me asusté y apagué la televisión.

Y aquí estoy. Ha pasado un mes y cerca de la mitad de mis conocidos han


desaparecido. Mi hermana se ha ido también. Estoy publicando esto en cada sitio
que puedo, con la esperanza de que le llegará a tantas personas como sea
posible. Si también han notado que desaparecen personas, mi nombre es Nathan
Creek y vivo en una pequeña ciudad en Carolina del Norte. Por favor contáctenme
lo antes posible.

—Oye Bob. Bob, ven a ayudarme con esto.

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El hombre veía la pantalla, frunciendo el ceño.

—¿Qué quieres, Jim?

Bob caminó hacia él con una mirada de cansancio en su rostro.

—Uno de los IA presenta un fallo técnico.

—¿Por qué lo dices?

—Eliminé varios IA y un paquete de entretenimiento para poder instalar las nuevas


versiones, pero los recuerdos de un IA no se eliminaron y está entrando en pánico.

—¿Qué está haciendo? ¿Trabajando? ¿Escritura creativa?

—Aquí dice que un diario autobiográfico. Creo que no instalamos el módulo en


éste.

—Es probable que sea un fallo de algún tipo. Sólo elimínalo y reinicia la instalación
de los otros.

Jim suspiró.

—Creo que me agradaba un poco.

—Sólo es un programa, Jim. No es como si estuviera consciente.

Jim observó la representación visual «Nathan_Creek_5 escribe frenéticamente».

—Supongo que tienes razón, Bob.

Jim hizo clic derecho en el IA y escogió eliminar.

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Interferenica
Permítanme comenzar diciendo que ésta es una historia real de mi infancia, y si
visitan la gran biblioteca en el centro de la ciudad de Nottingham, y echan un
vistazo a los registros de periódicos, encontrarán información acerca de los
eventos que aquí se detallan.

Esta historia tuvo lugar hace unos 15 o 16 años. Sólo tenía siete años de edad en
ese entonces, y mi primo Dale nueve. Él se había quedado conmigo mientras su
madre estaba de viaje asistiendo a un familiar enfermo. Como era hijo único yo no
tenía muchos juguetes, y mi Sega Genesis estaba averiado, así que no teníamos
mucho que hacer que fuera entretenido.

Nuestra rutina consistía en ver dibujos animados en nuestra televisión por cable,
seguido de Dale contándome historias de terror cuando se hacía de noche. Mi
madre, queriendo que hiciéramos algo más activo, decidió comprar un par de
walkie-talkies para que jugáramos con ellos. Nos lo pasamos muy bien jugando a
ocultarnos en el bosque mientras que uno trataba de encontrar al otro mediante el
walkie-talkie. Como estábamos pequeños, sin embargo, no nos daban permiso de
estar fuera hasta muy tarde, así que teníamos que regresar a las 6 p.m. Al llegar
cenábamos y guardábamos los juguetes, excepto por los walkie-talkies.

Dale dormía en la habitación para huéspedes y yo tenía mi propia habitación, por


lo que la idea era hablar por los walkie-talkies hasta quedarnos dormidos. Fue
entonces cuando lo escuchamos, alrededor de las once de la noche. Habíamos
estado contándonos historias de terror por horas. De repente, mientras Dale me
contaba la historia de un monstruo que supuestamente rondaba el mismo bosque
en el que habíamos estado jugando, su voz se cortó, y fue sustituida por el sonido
de estática que los walkie-talkies usualmente producen cuando la persona que
está transmitiendo suelta el botón que se utiliza para hablar. Esperé unos
segundos a que Dale reanudara su historia, cuando oí un débil murmullo
procedente del pequeño altavoz. «Qué raro», pensé. El altavoz seguía emitiendo
estática, pero definitivamente podía escuchar algún tipo de movimiento y una voz.

Luego se pudo oír un llanto entre la estática. Esto era muy escalofriante para mí,
así que me bajé de la cama y corrí al cuarto de Dale. Él estaba sentado en la
cama, escuchando a su walkie-talkie también. El llanto se hizo más fuerte. «¿Qué
es eso?», me preguntó Dale. «Pensé que me estabas jugando una broma».

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Cuando le dije que no era así, su rostro se puso pálido. Apagó el suyo. El sonido
aún era emitido por el walkie-talkie que sostenía en mi mano, por lo que era
imposible que mi walkie-talkie estuviera recibiendo el sonido del suyo. «Esto da
miedo», dijo Dale. El llanto y los murmullos entre la estática parecieron escucharse
más claramente. Apagué el mío también y regresé a mi habitación.

Ideas de todo tipo se me cruzaron por la cabeza. ¿Tal vez estábamos recibiendo
sonidos del más allá? ¿Tal vez mi walkie-talkie simplemente se había averiado y
produjo sonidos extraños que parecían llantos y murmullos? Traté de no pensar en
ello y me fui a dormir.

Fui despertado al día siguiente por un estallido que parecía provenir de la planta
baja. Bajé rápido por las escaleras, encontrándome con mi madre y Dale mirando
por la ventana de la sala a la casa de la vecina. Una gran camioneta de policía
estaba estacionada afuera y nuestra vecina, Jessie, era escoltada por varios
oficiales. Iba gritando insultos e incluso trató de escapar en un momento, antes de
ser esposada e introducida en la parte trasera de la camioneta. Estábamos
impactados por lo que habíamos visto, y en general confundidos. Jessie era
nuestra nueva vecina, quien recientemente se había mudado a la casa de a la par
con su bebé, luego de que nuestro antiguo vecino muriera por la edad. Había sido
muy reservada, y hasta donde sabíamos era muy tranquila, no parecía ser el tipo
de persona que sería arrestada por algún motivo.

No fue hasta el día siguiente cuando leímos el periódico que nos enteramos de lo
que había pasado. Jessie había asesinado a su bebé luego de que
supuestamente fuera víctima de las horribles apariciones de un anciano que la
había estado atormentado por semanas, y finalmente había perdido la razón. Sin
embargo, ésta no fue la parte inquietante. La parte inquietante fue el hecho de que
el monitor de bebés que se encontraba en la sala donde ocurrió el asesinato
estuvo encendido.

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Invasión de Terror
Pablo subió tranquilamente a la camioneta, ignorando que el conductor tenía
malas intenciones. Lo conocía del pueblo, aunque nuca había intercambiado con
él más que algún saludo.

El ómnibus que iba hasta el pueblo no había pasado. Pablo había esperado al
lado del camino desde el atardecer y ya se elevaba la luna por el horizonte cuando
la camioneta se detuvo frente a él. El conductor se llamaba Anselmo. Al abrir la
puerta sonrió extrañamente, con cierto aire de desprecio; Pablo no lo notó.

—Menos mal que pasó —dijo Pablo—, si no tenía que seguir a pie, y deben de ser
como treinta kilómetros desde aquí, ¿no?

—Por ahí sí —dijo Anselmo, con aquella sonrisa fija en el rostro. El camino era de
tierra y cruzaba por campos solitarios y bosques profundos. El vehículo, precedido
por dos largos haces de luz que se fundían en uno, bajaba y subía por el camino
desparejo, doblaba hacia un lado, más adelante hacia el otro, perturbando
momentáneamente con su luz amarilla el gris que desparramaba la luna sobre
todas las cosas.

Atravesaban las sombras de un bosque que llegaba hasta la orilla del camino y
que formaba una especie de túnel al juntar sus ramas allá arriba, cuando Anselmo
detuvo la camioneta, y buscando en su cintura encontró la culata de un revólver;
acto seguido apuntó a Pablo.

—¿Qué pasó? —preguntó Pablo.

—Lo que pasó es que me enteré de que andas queriendo conquistar a mi esposa
—le respondió Anselmo, apuntándole con el revolver a la altura de la cabeza.

—¿Qué? Estás mal informado, o te equivocas de hombre… yo no tengo nada que


ver con tu esposa, es más, ni me saluda, nunca hablé con ella. Te lo juro por mi
madre.

Anselmo dudó, los celos lo volvían un ser irracional; pero sabía que su fuente no
era muy confiable, y Pablo parecía sincero. Dejó de apuntarle y le dijo que se

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bajara. Apenas pisó el camino la camioneta arrancó, alejándose con su luz y
perdiéndose enseguida tras una curva.

Pablo no podía creer lo que acababa de suceder. Pateó una piedra y se


desahogó: «¡Maldito loco de mierda!».

Respiró hondo unas veces y pensó en todo el camino que le faltaba. Ahora tenía
que seguir a pie, y tal vez con suerte algún vehículo lo arrimaría hasta su hogar.
Unos días atrás se le había roto el celular, se acordó al tantear el bolsillo.

La noche se iba poniendo más fría. Se subió el cuello del abrigo, colocó sus
manos en los bolsillos de éste y comenzó a andar a paso firme. Mirando de reojo a
los inmensos árboles que se alzaban a metros de él, pensó que todo un ejército
podría ocultarse allí, detrás de los troncos, y mientras pensaba en eso, creyó
vislumbrar algo como una cabeza, un bulto arredondeado asomando tras un
tronco. El bulto se separó del árbol y comenzó a moverse de forma irregular.

El sonido que produjo el bulto al desplazarse hizo que Pablo se diera cuenta de
que estaba viendo algo que se movía en el suelo del bosque. La poca luz del lugar
le había hecho percibir mal la distancia, y creer por un instante que aquello estaba
junto al tronco, y no varios metros atrás, en un terreno que se iba elevando. Ante
esta revelación, se dio cuenta de que estaba viendo a una liebre. Sonrió y siguió
su camino, al igual que la liebre, la cual se alejó caminando entre los árboles,
levantando la parte de atrás con cada paso.

Llegó a una parte donde el bosque estaba un poco más alejado del camino y vio la
redondez de la luna desplazándose entre nubarrones blancos. De repente un
resplandor azul iluminó todo, como lo hace un relámpago, y por un tiempo igual de
breve. Pablo dejó de caminar y miró en derredor, y después levantó los ojos hacia
el cielo. «Qué diablos fue eso», pensó. Pero tras girar hacia todos lados
inútilmente, siguió su camino, volteando cada tanto y echando miradas a su
entorno.

Al salir a un lugar abierto se sintió mucho más aliviado. El bosque quedó atrás, y
ahora el camino estaba rodeado de campos bien iluminados por la luna. Al
alcanzar la cima de una loma del camino, vio que más adelante, en la bajada,
había un vehículo volcado con las ruedas hacia arriba. Se acercó un poco más y
se detuvo al reconocer el vehículo, era la camioneta de Anselmo.

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No quería cruzarse con aquel tipo de nuevo, pero al pensar que tal vez estaba
herido y necesitaba ayuda, fue hasta la camioneta siniestrada y se inclinó para ver
su interior.

El conductor no estaba y el parabrisas tenía un gran hueco. Miró hacia adelante y


lo vio. Anselmo había salido despedido, y ahora estaba sobre un charco oscuro,
boca arriba, con la cara bañada en sangre y los ojos bien abiertos.

Pablo se agachó y estiró su brazo hasta el cuello de Anselmo; estaba muerto. Se


apartó del cadáver y miró hacia un extremo del camino y luego hacia el otro, con la
esperanza de ver la luz de un vehículo, pero nadie circulaba por allí en ese
momento.

Se le ocurrió que tal vez en la camioneta había un celular. Una de las ventanillas
de la cabina estaba abierta. Se arrastró adentro del vehículo y revisó la guantera.
Tanteó algo que no era un celular, era el revolver, Anselmo lo había puesto allí
después de amenazarlo. Siguió buscando pero sin suerte.

Apenas salió volteó hacia el cadáver. Era muy probable que tuviera un celular en
su abrigo, pero tras considerarlo brevemente resolvió no revisar al muerto.

De pronto el paisaje quedó rojo, una luz de ese color lo iluminaba todo. Pablo se
restregó los ojos y giró la cabeza en todas direcciones. Las nubes y la luna
estaban rojizas, el campo era un escenario pesadillesco y el camino parecía una
cinta carmesí desplegada sobre él.

Tras unos segundos la noche volvió a la normalidad. Pablo asoció aquel fenómeno
al relámpago azul que había ocurrido antes, mas no se explicaba qué podía
generar tan extrañas luces, qué energía tan poderosa podría producirlas.

En su confusión pensaba en mil cosas, cuando por el rabillo del ojo vio que algo
se movía, y al volver la cabeza vio que Anselmo se iba irguiendo hasta quedar
sentado. Lo vio mover la cabeza como buscando algo y fijó sus ojos en él,
entonces lanzó un grito espantoso y la sangre brotó de su boca y corrió espesa
por su mentón. Con unos movimientos frenéticos se puso de pie y se tambaleó un
poco, luego se abalanzó hacia Pablo, quien recién ahí reaccionó y se echó a
correr, mas lo hizo en dirección contraria a su destino.

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Anselmo corría tras él lanzando gruñidos. Al darse cuenta de su error, Pablo se
detuvo y esperó a su perseguidor, esquivándolo después con un rodeo, y ahí
corrió con todas su fuerzas. Alcanzó la camioneta y se metió por la ventanilla.
Tomó el revólver de la guantera y apenas salió Anselmo lo alcanzó. Desde el
suelo le apuntó a la cabeza, Anselmo se inclinó hacia él con la boca abierta,
lanzando una especie de rugido furioso. Retumbó un disparo y Anselmo cayó con
un agujero en la cabeza. Pablo se levantó y se alejó corriendo, con el revolver en
la mano.

Se detuvo cuando ya no tenía aliento. Se inclinó hacia adelante y apoyó las manos
en las rodillas, tosió un poco y volteó hacia donde venía; la camioneta y su dueño
habían quedado muy atrás.

Seguía recuperando el aliento, cuando súbitamente el paisaje se fue


oscureciendo, como si una gran sombra avanzara por el cielo. Miró hacia arriba y
lo que vio lo aterró completamente. Miles de naves volaban en formación por el
cielo. No eran aviones, no emitían sonido alguno, sólo avanzaban ordenadamente.
Tenían forma oval y eran oscuras. Pablo tembló de terror ante semejante
espectáculo, se estremeció de pies a cabeza, y la formación interminable de naves
seguía pasando sobre él, y pronto abarcaron todo el cielo y se movían silenciosas.
Todo indicaba que no eran algo de este mundo, de este planeta.

Pasados unos minutos horrendos la formación se fue alejando y ensombreció otra


parte del campo, avanzando hacia el horizonte. Pablo siguió caminando, aunque
de tanto temblar las piernas apenas le respondían.

Divisó por fin los perfiles del pueblo. No brillaba ni una luz allí, todo estaba oscuro.
Al ingresar a la calle principal, vio que en las veredas y en las entradas de las
viviendas había gente mirando hacia arriba y murmurando. Las mujeres
abrazaban a sus esposos y algunos niños se prendían de las piernas de sus
madres, mirando para arriba también.

La luz roja había despertado a muchos, y al salir de sus hogares buscando la


causa, vieron las naves extraterrestres.

Alguien reconoció a Pablo y se le arrimó a preguntarle:

—¿Viste los platillos voladores?

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—Sí, cómo no verlos, ocuparon todo el cielo.

—¿Y en la cuidad también se cortó la luz? Aquí no funciona ningún aparato


electrónico, ni los autos funcionan.

—Cuando pasé por la ciudad había luz, pero eso fue de tarde, me vine a pie casi
todo el camino.

—Será que nos están invadiendo… que van a destruir la Tierra.

—No sé. Ahora me voy para mi casa.

—Sí, ve, ve, que tus padres deben estar preocupados.

Pablo tomó la calle de su casa. Sus padres y su hermano menor estaban afuera,
escudriñando el cielo. Al verlo su madre corrió hacia él con los brazos abiertos.

—¡Estábamos tan preocupados! —exclamó al abrazarlo.

Entraron y Pablo se dejó caer en el sofá, su hermano fue a traerle agua.

—No puedo creer lo que está pasando —comenzó a decir su padre—. Bueno, sí lo
creo pero es algo que nunca pensé que sucedería… ¡Extraterrestres! Porque eso
tiene que ser, aquellas naves y esas luces que se vieron, debieron de ser de un
rayo o algo así.

Pablo terminó de beber el agua, su hermano se había sentado a su lado, sus


padres estaban frente a él, en otro sofá.

—¿La electricidad se cortó después de que se vio la luz azul? —preguntó Pablo.

—Sí, estábamos mirando la tele. ¿Crees que fue eso lo que produjo el apagón? —
le preguntó su hermano.

—Sí, pero lo que me preocupa más es la luz roja, porque enseguida de la luz pasó
algo increíble, y tiene que ser por la luz, no hay otra explicación.

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Su familia lo escuchaba atentamente, y en ese instante, desde la calle, llegó un
grito espantoso. Él, su padre y su hermano salieron.

Por la calle avanzaban unas figuras decrépitas, un pequeño grupo de zombis,


salidos del cementerio del pueblo. Algunas personas corrían en dirección contraria
lanzando gritos.

—¡Los extraterrestres! —dijo el hermano de Pablo.

—No, son muertos reanimados por la luz roja —dijo entonces Pablo, y de la
cintura sacó el revólver con el que liquidara al zombi de Anselmo, y continuó
diciendo—: ¡Traigan las escopetas, y las municiones! ¡Hay que defenderse!

Su padre entró corriendo a la casa, seguido por su hijo; en la casa había tres
escopetas pues eran aficionados a la caza. Pablo comenzó a dispararles a los
zombis, unos instantes después se le unieron su padre y su hermano.

—¡Hay que darles en la cabeza! —gritó Pablo.

Todas las ciudades, en todo el mundo, estaban en igual situación, sin energía
eléctrica y con zombis caminando por las calles, el caos y la confusión reinaban en
el planeta.

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Agradecimientos

Merari Segoviano
Indice pag
Mi Primer Beso ………………………………………………………………1,3

La casa Sin Fin ………………………………………………………………. 4,7

Una copa de vino ……………………………………………………………8,10

Debajo de la cama ………………………………………………………….11,12

La mujer del pasillo…………………………………………………………13, 14

Relatos de la deeb web…………………………………………………….. 15, 16

Solicitud de Amistad ………………………………………………………17, 19

Ahora ya la sabe…………………………………………………………….20, 23

Amores que matan…………………………………………………………24,25

Experimento 84-B …………………………………………………………26,29

Una niña me sigue ………………………………………………………30,32

Bajo la escalera de piedra ……………………………………………….33,38

El necrofago ……………………………………………………………….39,41

Eliminar ……………………………………………………………………..42,44

Interferencia ……………………………………………………………….45,46

Invasion del terror ……………………………………………………….47,52

KamiiLo.Bx

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