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La dedicatoria:

Escribía desde muy joven y muchos lo juzgaban, como el mismo decía: “porque la gente
tiene poca inclinación a todo lo que tiene alguna luz de ingenio o de valor”, no obstante,
era una persona de perfil bajo y no creía que sus obras salieran a la luz, creía que
quedarían escondidas, por lo tanto, no se mataba estudiando sino que escribía lo que le
nacía, sin mucho empeño. Luego, habla de las 3 partes de su libro y acerca del arte de la
traducción por quienes lo juzgan; en la primera parte van sus composiciones propias; en
la segunda va lo profano y lo sagrado va en la tercera. Defiende el castellano, que no es
una lengua ni dura ni pobre, sino que de cera abundante para los que la saben tratar.

Estructura externa
Nos encontramos ante ocho liras, estrofa característica de la obra luisiana, (estrofas
formadas por versos heptasílabos y endecasílabos, cuyas estructuras métricas son
aBabB) ajustadas a la habitual estructura: 7a, 11B, 7a, 7b, 11B de rima consonante. Las
liras, introducidas por Garcilaso de la Vega, entrados en la segunda mitad de siglo, han
quedado asentadas en las composiciones de Luis de León.
Estructura interna de Alma región luciente
Por lo que corresponde al contenido, se trata de un poema religioso. De hecho, el más
místico, ya que presenta el deseo del alma por alcanzar la unión con Dios. Puede
dividirse en tres partes: las dos primeras estrofas, las cuatro siguientes y las dos últimas.
La primera parte nos describe el prado, como símbolo del paraíso terrenal, así como que
se centra también en la figura del Buen Pastor y de su rebaño, que simboliza al hombre.
Destaca la primera palabra que inicia el poema ALMA, la pura verdad y sencillez de la luz
de Dios, una luz que destaca con su carácter de luciente.  El prado de bienandanza es
una metáfora que representa el paraíso terrenal, es una representación simbólica de
un jardín ameno (paraíso) representado como fértil suelo. El alma se traslada del Paraíso
a la región luciente, y es aquí donde lleva el pastor a sus ovejas. Se destaca el
cromatismo de estas estrofas (luciente, púrpura, nieve-verso parecido al de Garcilaso
de rosas y azucenas), y los elementos positivos que representan a la naturaleza, típico
del Renacimiento. El hecho de mover el Buen Pastor su rebaño amado puede referirse a
la otra vida, en el paraíso celestial.
Por su parte, la segunda parte muestra de modo alegórico el cuidado y los alimentos que
da el pastor a sus ovejas. Las inmortales rosas son flores que cortadas rebrotan, igual que
en el Paraíso. Se observa la utilización de adjetivos con valor positivo (alto bien, gozo fiel,
mesa llena). Todos son símbolos de la felicidad de las ovejas bien conducidas por el
pastor. Se respira un gozo celestial (Con dulce son deleita el santo oído). El gozo recae
en el mismo Cristo, cercado de su rebaño, suena en los oídos de él mismo.  El Pastor
se describe como pastor y pasto él solo, o sea, como guía y sustento del alma, ya que el
alimenta a sus ovejas, símbolo de la eucaristía. 
Por otro lado, el tono del poema va adquiriendo un ritmo ascendente. En las primeras
estrofas describía un prado, en estas la montaña, después hablará de la cumbre, parte
más elevada, y por último se centrará en el sol.
Fray Luís de León encarna el abandono del ser frente a la inmensidad y belleza de lo
eterno. Ante ello, la fama, el dinero o el poder no dejan de ser efímeros y pasajeros
(envilece el oro, bien libre de tasa).
Las dos últimas estrofas se inician con una serie de exclamaciones donde se muestra el
deseo del alma por unirse con el Esposo, representando así la unión con Dios, que sería
el punto culminante de la unión mística. Se pronuncia el éxtasis místico, la suspensión
momentánea de los sentidos (con un lenguaje limitado porque no hay palabras para
explicar esta experiencia indescriptible porque trasciende nuestra propia naturaleza).
En estas, la amada representa al alma y el Esposo a Cristo. El alma está atada y
supeditada al mundo de los sentidos que le impiden ascender a la montaña. Su condición
de encarcelamiento (prisión adonde padece) es un obstáculo para la unión con Dios
porque es un mundo de preocupaciones (el oro, la falsedad…). El poeta ansía que llegue
cuanto antes ese encuentro con la divinidad. De ahí que las metáforas utilizadas para
describir este anhelo de unión estén relacionas con palabras como “reposo, dulce, alegre,
descansado”. No se describe un lugar concreto, sino un estado anímico.
Conclusión
Se trata de un poema de estructura ascendente, puesto que nos conduce hacia un final
que esconde la máxima intensidad poética. Es una composición que nos muestra al Fray
Luis de León del dolor, de la frustración por no poder alcanzar esa última vía de los
místicos, que no es otra que la vía unitiva. Es en sí un poema que se constituye casi en
una antítesis: presencia de la armonía espiritual en las seis liras primeras y su
desarmónica consecuencia para las dos últimas.

Para desarrollar su composición, el autor se ha valido de la simbología de la religión; del


léxico propio de la Biblia, en especial, del libro, El cantar de los cantares; de los tratados
religiosos y del misticismo: «Pastor», «hato», «ovejas», «Esposo»…

La pasión por la libertad y la verdad


“De la vida del cielo” el estudiaba astronomía y era astrólogo, teólogo, humanista,
La dedicatoria está en las fotos del grupo (volver a leer y resumir bien)
En otras odas que se suelen considerar tardías puede pensarse que hay alguna huella del
encarcelamiento.
Última estrofa
el alma
conocería donde
sesteas, dulce esposo, y desatada
de esta prisión adonde
padece…
Sí, ya sé: el empleo de las voces prisión, cárcel, etc., para designar el mundo, o el mismo
cuerpo del hombre, es decir, todo lo que impide el vuelo del alma hacia su centro de
atracción, es un uso tradicional, un tópico constante en la literatura cristiana; pero no deja
de llamar la atención que exactamente en las tres odas en que con más intensidad se
expresa el deseo de vuelo del alma de Fray Luis, surja invariablemente la imagen de la
prisión. ¿No se diría, acaso, que esa imagen estaba grabada con una fuerza especial en
el espíritu del poeta? Cada vez que aquel hombre pensara o escribiera o simplemente
oyera esa palabra, se estremecería aún, al avivarse sus recuerdos.
CLIVETI: De la vida del cielo muestran que nuestro autor recrea los clásicos y usa
conceptos e imágenes de la Biblia y de la teología espiritual en la medida en que concibe
una contemplación superior a las actividades racionales.
Pabón Núñez:
Por toda su obra encontramos resplandores de su viviente catolicismo como por ejemplo
en De la vida del cielo, en que suspira por hacer parte del rebaño que se embriaga con el
"rabel sonoro" del Pastor celestial. En De la vida del cielo hay simientes de la oda A
Salinas.
Sobre la prosa de León: "Sabemos que tenía un vivo amor a los colores... Evidentemente
sus sentidos se deleitaban con la hermosura del color".

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