Está en la página 1de 31

I.

INTRODUCCIÓN

La cultura Wari sería el resultado de la fusión de las culturas como la Tiahuanaco


(altiplano), Nazca (costa sur, Ica) y Huarpa (Ayacucho), este se habría dado
aproximadamente hacia los finales de los 600 años d.C. en la que empieza a producirse
un fenómeno más o menos homogéneo con el surgimiento de la cultura Wari la cual
corresponde al Período del Horizonte Medio (800 a 1,200 d.C), y aunque no se ha
precisado el tipo de control e influencia que ejerció sobre otras culturas regionales,
logró cierta unificación y expansión de una cultura propia.

En la actualidad la mayoría de los investigadores coinciden ahora que el surgimiento de


un estado en Ayacucho estuvo relacionado al menos en parte, con los cambios culturales
que impactaron muchas partes del Perú durante el Horizonte Medio. Sin embargo, los
lazos políticos, económicos y sociales que conectaron al Estado Wari con regiones
particulares, permanecen aún poco claros. La compleja variedad de perspectivas
presentadas en este volumen subrayan lo poco que conocemos sobre las relaciones que
dieron forma al Horizonte Medio. Nuestra frustrante ignorancia de muchas de las
dinámicas más críticas de este periodo, solo puede ser superada con más años de trabajo
de campo y laboratorio.

II. DESARROLLO

2.1. Cronología

El periodo denominado Horizonte Medio o Imperio Wari ha sido denominado por


varios investigadores a partir de sus trabajos, en cuanto al tiempo cronológico presenta
una varianza la más prolongada desde 500 – 1100 dc. A continuación se indica las
propuestas cronológicas de los distintos autores.
2.2. Etapas de desarrollo cultural
Para explicar las etapas de desarrollo cultural de la cultura Wari debemos abordar las
propuestas de Lumbreras quien dividió en 4 etapas: primera etapa, segunda etapa,
tercera etapa, cuarta etapa y Menzel, quien dividió a la cultura Wari en seis etapas: 1A,
1B, 2A, 2B, 3 y 4.

La propuesta de lumbreras:
Primera etapa: (550 d.C - 680 d.C aprox.): Aparece el Estado y la ciudad y hay
presencia de imágenes Tiahuanaco en la cerámica (cabe recordar que la influencia de la
cultura Tiahuanaco es bien importante en el sentido que aporta religión y tecnología, lo
que viene a transformar en cierto sentido la expansión Huari, originándose un fenómeno
parecido a lo que es la globalización).

Segunda etapa: Desarrollo (680 d.C - 770 d.C): Durante la segunda fase los cambios
son más bruscos, la ciudad la ciudad crece vertiginosamente y el Estado Huari se
expande hacia la sierra norte hasta el Callejón de Huaylas, hacia la sierra sur hasta
Cuzco y en la costa central y sur.

Tercera etapa: Nuevo surgimiento y expansión (770 d.C - 900 d.C): En la tercera fase
entra a un periodo de reestructuración política y realizó una segunda expansión en la
zona central andina, además que la ciudad de Huari alcanzó su máxima extensión y
población
Cuarta etapa: Caída (900 d.C - 1000 d.C aprox.): Hacia la cuarta y última fase se
expandirían las fronteras hasta Cajamarca, La Libertad, Moquegua y Sicuani. Huari se
despoblaría por un fenómeno climático que afectaron la producción de alimentos,
asimismo colapsan los centros provinciales, desapareciendo la administración Huari y
su proyecto.

La propuesta de Menzel:

La etapa 1A: En la etapa 1A surge la ciudad capital denominada Wari, que dio el


nombre a esta cultura. En este periodo se nota una elevada influencia de la mitología
tiahuanacota deducida de las vasijas halladas en Qonchopata (Ayacucho), en donde se
representa repetitivamente el tema plasmado en la Portada del Sol de Tiwanaku.

Existen dos estilos alfareros Wari representativos de este periodo, denominados


«qonchopata» y «chakipampa A». La influencia tiahuanacota se evidencia también en el
templete semisubterráneo encontrado en la ciudad de Wari. También durante este
periodo destacan enclaves en la costa de Ica y Moquegua.

La etapa 1B: En esta etapa la característica principal son los grandes cambios en la
estructura sociopolítica wari. La ciudad de Wari crece debido a la migración procedente
de las zonas rurales. En el campo político, el Estado wari se fortalece y se expande; se
desarrollan los centros provinciales de Honqo pampa y Willcawaín, en el callejón de
Huaylas; Wiracochapampa y Marcahuamachuco en La Libertad y Pikillaqta en
el Cuzco. Evidencias arqueológicas afirman el posicionamiento wari en la costa central
y sur; y algunas evidencias arqueológicas en el valle del Santa.

Asimismo se fundan sitios como Wariwilca, Jincamoco y Waywaka, todos estos sitios


estuvieron interconectados por redes viales.

Los sitios al norte de Wari evidencian la adaptación de los estilos arquitectónicos de los


waris a los estilos locales, alterando algunos conceptos y asimilando otros.

En la alfarería destacan los estilos denominados «Robles moqo», «Chakipampa B» y


«Pacheco», este último asociado a un sitio arqueológico de importancia en la zona
de Nazca.
Las etapas 2A y 2B: Durante la etapa 2A existen evidencias de una reestructuración
política y una última expansión; destacando por centralizar aún más el poder en la
ciudad de Wari. Esto origina que la ciudad alcance su máxima extensión y su mayor
índice demográfico, naciendo nuevas urbes periféricas como Jargampata y Azángaro
en San Miguel y Huanta respectivamente.

Los estilos alfareros predominantes durante el periodo 2A fueron «viñaque», «atarque»


y «pachacamac». Surgen además los sitios costeños de Socos (en el valle del río
Chillón) y Conoche (en Topará).

En la época 2B, la cultura wari se expande hasta la ciudad de Cajamarca, se consolida


en la serranía de La Libertad y Moquegua, y avanza hasta Sicuani.

En cuanto a religión, sitio de Pachacamac gana prestigio durante el periodo 2A, y para


el periodo 2B propaga su influencia estilística hacia la zona de Ica y Huancayo.

Etapas 3 y 4: Estas son las etapas de la decadencia de la cultura wari. En la etapa 3 se


inicia la decadencia de la ciudad de Wari; sin embargo el sitio de Pachacámac mantiene
su prestigio religioso, además de surgir en Huarmey un sitio influenciado en la
arquitectura por los waris.

En la etapa 4 se inicia un periodo de desecamiento de la sierra, un cambio climático que


perduraría por un largo espacio de tiempo y que posiblemente sea la causa del colapso
del Estado panandino wari.

2.3 Cerámica Wari


Según las evidencias, la cerámica de la cultura Wari estuvo marcada por diferentes
influencias. Los investigadores, en función de la época y el lugar en que se desarrolló y
las características que presenta, han dividido la cerámica de la cultura Wari en diversas
fases o estilos, entre los que destacan Chaquipampa, Conchopata y Robles Moqo. Los
habitantes de la cultura Wari fabricaron cerámica fina que estuvo orientada al uso de la
élite, además de servir para la difusión de las ideas religiosas. También hicieron otra de
uso doméstico.
Las principales características destacan por su policromía en las que destacan los
colores negro, crema, rojo, marrón; además presenta engobado. En una primera fase, la
alfarería Huari era de gran tamaño que eran enterradas como ofrendas, con influencia de
los Tiahuanaco
Su cerámica se va transformando, de grandes vasijas votivas a tipos de cerámica más
pequeños.

Las formas más características de sus vasijas son:


- Botellas con cuello, cuerpo ovoide y base plana
- Cántaros con cuello cilíndrico
- Cántaros con cuello efigie
- Botellas con pico
- Botellas con dos picos cónicos
- Botellas con un solo pico y asa cintada
- Botellas con doble cámara.

Los motivos característicos de la cerámica Huari son biomorfos, e incluyen elementos


simbólicos trazados con pincel. Los más característicos son las representaciones de
seres míticos con cabeza felínica.

A. Estilos de cerámica Wari de la región de Ayacucho.

Estilo Conchopata

Es un tipo nuevo de cerámica que aparece en la zona de Ayacucho durante el Horizonte


Medio 1A (Menzel 1964) como consecuencia de la influencia de la cultura Tiahuanaco.
Corresponde a grandes urnas tronco-cónicas de aproximadamente 80 cm. de alto por 90
cm. de diámetro, las cuales estaban destinadas a servir como depósitos de ofrendas.
La parte externa superior está decorada con una banda en la cual se pintan personajes
semejantes a los de la Portada del Sol de Tiahuanaco. Otra forma es la de grandes
cántaros con cara-gollete en cuyo cuerpo se representan los mismos motivos. Los
colores empleados son el rojo, gris, negro, crema, blanco y púrpura (Ravines 2011).

Estilo Robles Moqo


Procede de sitios como Wari y Chaquipampa (Menzel 1964) en la zona de Ayacucho.
También ha sido encontrada en Pacheco, Nazca. Corresponde a la fase 1B del Horizonte
Medio.
Se encuentran grandes vasijas ceremoniales, tales como urnas, cántaros cara-gollete,
vasos y figuras de llama. Sus alturas varían entre los 66 cm. y los 50 cm. Hay otras
formas más pequeñas: animales modelados, vasos escultóricos, vasijas en forma de
cabezas humanas y otros.

En las vasijas ceremoniales se representa a los personajes de la iconografía Tiahuanaco


acompañados frecuentemente por elementos fitomorfos, como por ejemplo, mazorcas
de maíz. En otros casos se incluye decoración geométrica y naturalista. Se usa el rojo,
gris, blanco, púrpura, crema y negro (Ravines 2011).

Estilo Chaquipampa

Es cerámica de uso ordinario pues no tiene el carácter ceremonial de los estilos


anteriores. En ella se puede notar una gran influencia del estilo Nazca, sobre todo de su
fase 9.
Se distribuye por la zona de Acuchimay (Ayacucho). Aparece en la fase 1A del
Horizonte Medio y se prolonga hasta la fase B. Sus formas comunes son cuencos
parecidos a los de Nazca 9, botellas pequeñas, vasijas modeladas como tubérculos o
como figuras humanas. Se decora generalmente con motivos biomorfos y geométricos.
Se emplean los colores blanco, crema, púrpura y gris.

Entre sus formas destacan vasijas abiertas: 1. escudillas con borde recto expandido y 2.
Cuencos similares a los de Nasca 9. Además, botellas pequeñas; cántaros con cuello alto
estrecho, vasijas modeladas en forma de aves, tubérculos o figuras humanas. En el estilo
Chaquipampa B, son características la taza lira y la escudilla tosca o cuenco tosco
(Ravines 2011).
B. Estilos de cerámica Wari de la costa central

Estilo Viñaque
Procede del sitio de Wari. Incorpora rasgos de Robles Moqo y Chaquipampa B.
Corresponde a la época 2, en sus fases A y B. Junto con los estilos Atarco (de la zona de
Nazca) y Pachacamac (de la costa central) es considerado como expresión de la
expansión Wari, llegando a encontrársele en zonas como Cajamarca, Sicuani, Ocoña y
el Valle de Moche.
Entre sus formas principales están los vasos, los cuencos semiesféricos, pequeños
cántaros con cuello-efigie y botellas de dos cuerpos. Algunos de sus motivos
decorativos se asemejan a los de Conchopata y Robles Moqo. Se pintan cabezas
geométricas de felinos vistas de perfil. En otros casos pintan plantas estilizadas, bandas
de grecas, cráneos y otros.

Estilo Atarco.
Definido por Menzel (1964). Corresponde al estilo regional de Nasca de la época 2, del
Horizonte Medio. Está constituido por rasgos derivados de los estilos Conchopata,
Robles Moqo, Nasca 9 y Chaquipampa.
Entre las formas características de sus vasijas figuran: 1. botellas con cuello, cuerpo
ovoide invertido, base plana y ocasionalmente con un pequeño lóbulo en el cuello; 2.
cántaros con cuello cilíndrico; 3. cántaros con cuello efigie, en alguno casos la cara es
reemplazada por un cráneo; 4. botellas con pico; 5. botellas de cuerpo ovoide invertido,
con dos picos cónicos, algunos muy divergentes; 6. botellas de un solo pico y asa cinta-
da; 7. botellas silbadoras con doble cámara (Ravines 2011).

Los motivos característicos son bioformos e incluyen elementos simbólicos estilizados,


los más característicos son representaciones de cuerpo entero de seres míticos con
cabeza felínica, entre las que destaca el “ángel Atarco”, con cabeza felínica, un solo
brazo y cola emplumada, sin atributos humanos y sin rasgos míticos; y el “felino
mítico” con alas o sin ellas.

Estilo Pachacamac.
Incluye rasgos derivados de los estilos Conchopata, Robles Mogo y Nievería.
Ravines (2011) define las formas características de sus vasijas incluyen: 1. cántaros con
cuello cilíndrico; 2. botellas con cuello efigie; 3. botellas con pico cónico, cuerpo tron-
cocónico invertido de lados convexos y base plana; 4. botellas con pico y asa puente que
conecta figuras modeladas; 5. botellas de doble cámara con pico cónico, siendo una de
las cámaras la representación de la cabeza modelada de un personaje, felino o águila, o
la representación de animales marinos como delfines, grandes peces o conchas; 6. vasos
cubilete; 7. escudillas hondas con borde expandido, ligeramente convexos y base
discoidal; 8. “teteras”.

Los motivos pictóricos diagnósticos corresponden a la representación de seres míticas


de cuerpo entero con cabezas de felino o águila, variantes del estilo Atarco. La figura
más significativa es el “grifo alado”, con cuerpo de felino y cabeza de águila, con un
báculo a la espalda que culmina en un “motivo cola emplumada”. Igualmente, motivos
diagnósticos singulares son dos elementos llenadores de espacio: una especie de “S” y
un círculo de tamaño medio, con una curva negra y un punto central (Ravines 2011).
C. Cerámica Wari en la costa norte

San jose de Moro

La interacción entre la sociedad Mochica Tardía y la sociedad Wari y sus derivados se


expresa de manera más elocuente en la presencia de artefactos cerámicos de origen
foráneo y en artefactos producidos localmente pero imitando formas, colores y diseños
iconográficos asociados con la tradición Wari.

Se ha encontrado en el sitio ejemplos de cerámica pertenecientes al Horizonte Medio 1


de los estilos Nievería, Robles Moqo (Pacheco), así como diseños de clara influencia
Chakipampa. Para el Horizonte Medio 2 se han ubicado especimenes de estilo Viñaque,
Pachacamac, Atarco.

Adicionalmente, y representando el conjunto numéricamente mayor, es frecuente


encontrar artefactos de forma mochica en los que se han incluido motivos, colores o
formas de cerámica característicos del Horizonte Medio.

En San Jose de Moro durante el Horizonte Medio 1 comprende de 3 etapas: en el


primero el momento en el que aparecen los primeros ceramios importados (Wari y
Cajamarca) que son incorporados a las tumbas Mochica Tardías de élite y una segunda
etapa donde se inicia la producción de ceramios con estilos híbridos (combinación entre
Moche Tardío, Wari – Nieveria y Cajamarca) y la producción de copias locales de
ceramios de estilo foráneo (Wari y Cajamarca). En el tercer momento desaparece la
cerámica de línea fina, pero subsisten las copias locales de piezas de estilo importado y
se afianza un estilo cerámico híbrido en el que se combinan rasgos de la iconografía
mochica y las formas, colores y diseños venidos de fuera.

Al combinar las dos líneas de influencia se definen ocho combinaciones, en cuyos


extremos están: a) lo estrictamente Mochica, representado por los ceramios de asa
estribo, decoración bícroma, y motivos clásicos de su iconografía (Donnan y
McClelland 1999) y b) lo estrictamente Wari, representados por botellas de doble pico y
puente, policromía, y diseños geométricos (ver Castillo y Donnan 1994b).

Combinatoria de formas, colores e iconografía mochica y wari en San José de Moro.

Los motivos Wari, corresponden a tres motivos de la Iconografía asociada a Wari


aparecen con frecuencia en artefactos producidos en San José de Moro: los chebrones,
la serpiente Chakipampa, y un motivo al que llamaremos el rombo de San José de
Moro. Estos motivos, generalmente polícromos, se presentan tanto en piezas de formas
Mochicas como foráneas, aunque la mayoría de los casos corresponden a la botellas de
doble pico y puente u otra forma exógena.

Los Chebrones son los motivos importados más frecuentes, puesto que aparecen tanto
en artefactos producidos por artesanos Mochicas que imitan a piezas Wari o derivadas,
y en artefactos de forma y decoración Mochica Tardía
La Serpiente Chakipampa es un diseño claramente importado del repertorio Wari que
aparecen con mucha frecuencia en artefactos producidos en San José de Moro
(Ochatoma y Cabrera 2001:192 y 193). Por lo general se trata de una banda sinuosa que
presenta dos protuberancias, que pueden incluir pequeños ojos, en los extremos y que
está decorada con volutas que salen del cuerpo.

El Rombo de San José de Moro es el motivo más complejo el repertorio Wari


incorporado a la iconografía de San José de Moro en la Fase Mochica Tardía B. Se trata
de un motivo generalmente compuesto de dos partes: el cuerpo romboidal, y las cabezas
circulares que aparecen en los extremos, a los que se agregan volutas y bandas sinuosas
en los márgenes. El cuerpo romboidal de la figura aparece, en los caso más complejos,
dividido en dos por una línea o un chebrón.

Dibujos de cerámica de estilos Wari o derivado encontrada en San José de Moro (Castillo, )
Cerámica de estilos Wari o derivado encontrada en San José de Moro.
Nuevas formas de inspiración Wari típicas para la Fase Mochica Tardía C.
Cerámica Mochica Wari con diseños de la Serpiente Chakipampa

Cerámica Mochica Wari con diseños del Rombo de San José de Moro.
Castillo de Huarmey
De unos 1600 fragmentos de cerámica recolectados de la superficie del Castillo de
Huarmey, un 90% pertenece a la cerámica moldeada, que, por ende, debe ser
considerada como la cerámica típica del lugar. Solo 3% de los fragmentos corresponden
a cerámica policroma de diversos estilos c1asicos huari (Horizonte Medio IB y 2, Fig.
5) y los demás correspondían a las culturas de estilos Nazca 9 (Horizonte Medio IB,
Fig. 5,2), Moche, Huari Norteno B (Horizonte Medio 4), Cajamarca 3-4 (Horizonte
Medio 2), Pacanga (Horizonte Medio 4), y Sican Medio (Horizonte Medio 4).

Cerámica de varias estilas Huari de las fases 1 By 2.


Cerámica del estilo Huari Norteño B (Horizonte Medio 3 0 4).

Cerámica Wari en la región de Cajamarca

Se han reportado piezas importantes del estilo Wari se encuentran en una colecci6n
privada; según su dueño, la mayoría de ellas procede de la zona de Miraflores. De
acuerdo a esta información, se puede sostener que los materiales Wari se limitan
alrededor de la zona de Miraflores, incluidos EI Palacio, Kolguitin y Chondorko
(Watanabe 2001).

Las colecciones privadas reportan evidencia de un conjunto de ceramica Wari


(Watanabe 2001), entre las que destacan:
1. Fragmentos de una vasija globular con cuello corto, en el cuello de una botella
se observan chevrones correspondientes al estilo Chakipampa.
2. Botella de dos cuerpos, conectados por un tubo que sale de la parte baja. Uno de
los cuerpos está perdido; el otro representa a un personaje antropomorfo. Su
mejilla izquierda tiene un diseño de meandro escalonado correspondiente al
Estilo Robles Moqo.
3. Cuenco de base convexa, procedente de Koiguitin. Tiene una decoración de
cráneos pintados de color blanco y naranja. En la parte baja presenta motivos en
forma de «S». Corresponde al estilo Viñaque.
4. Plato con paredes evertidas y de base plana. Tiene decoración pintada en las
paredes, cada una de las cuales se compone de un perfil humano mirando hacia
la izquierda, un ala y una banda de chevrones pertenecientes al Estilo Atarco.
5. Vaso con paredes en «S», sus motivos se componen de cuatro bandas de
chevrones verticales y cuatro cabezas de perfil, dos de color beige y dos de color
rojo, dentro de paneles cuadrangulares correspondientes al Estilo Atarco.
6. Fragmento de vasija grande antropomorfa, tiene otro diseño tipo collar alrededor
del cuello. Así mismo vaso que representa una cabeza humana modelada y
botella de cuello largo y cónico con una protuberancia para pasar un cordel en la
parte posterior, corresponden al Estilo Pachacamac.
7. Algunos ejemplos de figurillas de color verde.

Vasijas Wari en la región Cajamarca, colección privada (Watanabe 2001).


En las excavaciones en el sitio El Palacio de la fase constructiva 4: Al interior de los
escombros que cubrían el lado interior de la cámara funeraria se recuperó un fragmento
de cerámica de estilo Wari Polícromo (Watanabe 2010)

Cerámica de estilo Wari Polícromo encontrado en el sitio el Palacio (Watanabe 2010)

2.4 La arquitectura Wari

A. El sitio de Huari
El sitio arqueológico de Wari se encuentra enclavado en la región de Ayacucho, y se
sitúa a unos 2,700 msnm localizándose en una planicie elevada que separa las cuencas
de Huanta al norte y la de Huamanga al sur.

Es uno de los centros urbanos más grandes del antiguo Perú. Sus edificaciones retan al
tiempo y son una muestra del avance tecnológico de la cultura Wari, ocupa un área
aproximada de 2.200 hectáreas. El complejo está dividido en sectores conformados por
construcciones en piedra y barro, revestidos de un fino enlucido y cuenta con un sistema
de drenaje subterráneo.

El núcleo arquitectónico incluye estructuras ceremoniales y probablemente algunas


plazas abiertas, pero la mayor parte del sitio se caracteriza por un volumen sustancial de
arquitectura cuidadosamente planificada. Gran parte de esta arquitectura incluye
grandes complejos rectangulares, subdivididos en grupos de patios, de manera muy
similar a la arquitectura planificada observada tan claramente en las provincias. En
contraste con los sitios provinciales, donde tales complejos representan construcciones
intrusivas aisladas, en Huari tienen una distribución mucho más orgánica. Si bien hay
muchos complejos grandes subdivididos, estos están más adaptados al paisaje, y los
espacios entre ellos están llenos de formas irregulares, pero son formas que aun así
intentan adecuarse al plan básico de los grupos de patios (Schreiber 2012).

El gran templo en forma de «D» en Vegachayoq Moqo está situado justo al norte de las
galerías con lajas de piedra en Monqachayoq. Otro gran templo en forma de «D» se
encuentra justo al noreste del primero, y un tercer templo más pequeño se encuentra
adyacente a Monqachayoq. Un poco más al sur-sureste se encuentra Moradochayoq,
lugar del antiguo patio hundido, e inmediatamente al sur-sureste de esta estructura se
encuentran las cámaras con lajas de piedra de Cheqo Wasi.

La zona central o nuclear del asentamiento (que abarca 18 kilómetros cuadrados) está
dividido en 13 diferentes sectores, a continuación se indica los principales:

1. Cheqo Wasi. Lugar caracterizado por la presencia de múltiples cámaras de


piedra finamente labradas de forma rectangular y tamaño variado.
Probablemente fueron cámaras funerarias.
2. Monqachayoc. En este sector se encuentran galerías subterráneas con techos
formados por grandes bloques de piedra de una sola pieza y paredes recubiertas
con lajas alargadas a manera de enchape, además de unos tubos labrados en
piedras que se sospecha fueron usados para el transporte de agua a la ciudad.
3. Capilla Pata. Sector formado por grandes muros dobles de entre 8 y 12 metros
de altura. En la base tiene un ancho de 3 metros y en la cima entre 0,80 y 1,20
m, alcanzando 400 m de largo. Estos muros forman grandes cercados o
‘canchones’.
4. Turquesayoc. Llamado así por la presencia de restos de turquesa, sea en cuentas
de collar o pequeñas esculturas. Debido a la alta concentración de este material
se cree que en este sector estuvieron los talleres dedicados al trabajo de este
material.
5. Yanapunta. Por toda el área se encuentran desperdigados abundantes restos de
artefactos líticos, como puntas de proyectil, punzones y pedernales. La principal
materia prima fue la obsidiana y el pedernal.
6. Canterón. Llamado así porque se presume que este sector fue usado como
cantera.
7. Ushpa Qoto. Edificios diversos cercanos a una plaza. Tres murallas grandes
corren de forma paralela, estructuras semicirculares y ambientes subterráneos.
8. Robles Moqo. Esta área presenta una fuerte presencia de tiestos de cerámica y
artefactos líticos fragmentados. Se supone que fue el barrio de los artesanos. Un
estilo de cerámica característico de Wari toma el nombre de Robles Moqo, ya
que fue aislado tomando en cuenta los fragmentos hallados en este sector por un
guía local de apellido Robles.
9. Campanayoq. Recintos circulares y trapezoidales. Están en mal estado de
conservación, totalmente derruidos, solo se pueden identificar los cimientos.
10. Trankaqasa. 16 petroglifos grabados en piedra. Se labraron surcos sobre
superficies planas que luego fueron ligeramente pulimentadas. Se representan
líneas concéntricas, volutas, serpientes, círculos y figuras geométricas.
11. Ushpa. En el que se han encontrado figuras humanas moldeadas que delatarían
áreas específicas de servicios, talleres y almacenes.
12. Gálvezchayoq. Cavidad circular de 11 metros de diámetro y 10 de profundidad
excavada intencionalmente. En el interior dos túneles cuidadosamente
excavados tienen orientación norte y sur respectivamente.
13. Churucana. Muros similares a los de Capillapata forman recintos trapezoidales y
rectangulares.
B. Pikillacta
Esta se ubica en la confluencia de las cuencas del Huatanay con la de Lucre, las que a su
vez confluyen hacia la del Vilcanota a través de un paso natural de unos 4 km de largo.
De manera que desde esta posición privilegiada se tuvo acceso directo a tierras fértiles y
a los recursos variados del entorno, en el cual se debe incluir la laguna de Huacarpay.

Canziani (2009) basada en la planta cuadrangular de la ciudad dividio en 3 sectores que,


simplificando su orientación, denominados Sector Este, Sector Central y Sector Oeste, y
un cuarto seria el sector Norte. Por otra parte McEwan (1985) dividió en 4 sectores,
denominados sector 1, 2, 3 y 4. A continuación se detalla la propuesta de Canziani:

El Sector Este, el más elevado topográficamente, presenta una trama generada


por su subdivisión en 6 líneas con 14 hileras, de modo tal que se definen 84
módulos o bloques espaciales cuadrangulares de 35 a 40 m de lado. Estas
unidades modulares presentan distintos arreglos arquitectónicos interiores
propios de las kanchas wari, con el clásico patio central y las estructuras en
galería en el perímetro (Canziani 2009, p. 308).

El Sector Central está separado del Sector Este por una calle que corre de norte a sur.
Este sector concentra la arquitectura más importante de la ciudad y su planeamiento
revela también una mayor complejidad (Canziani 2009, p. 309).
El Sector Oeste está separado del anterior por una larga avenida que se
conectaba con los caminos que ingresaban a la ciudad desde el norte y el sur. Se
diferencia claramente de los dos sectores anteriores por cuanto presenta una gran
explanada abierta, que estaba limitada en sus extremos norte y sur por grandes
recintos con una modulación espacial cuadrangular. Por sus características
espaciales y grandes dimensiones, que alcanzan 410 m de norte a sur y 180 m de
este a oeste, esta explanada debe de haber correspondido funcionalmente a una
gran plaza (Canziani 2009, p. 310).

Sector Norte donde, además de la presencia de grandes recintos abiertos,


destaca la concentración de estructuras organizadas rígidamente en hileras
separadas por largos corredores. Las excavaciones conducidas en algunas de
estas estructuras del sector por McEwan (1991) y otros investigadores,
registraron contextos con fogones, ollas con hollín y cerámica utilitaria, además
de basura con restos de alimentación, lo que daría pie a sostener que en estas se
desarrollaron actividades domésticas o, por lo menos, asociadas a la preparación
y consumo de alimentos (Canziani 2009, p. 310).
Espíritu pampa

El complejo arqueológico de Espíritu Pampa ubicado en el distrito de Vilcabamba,


provincia de Convención, departamento de Cusco. Se extiende sobre una pequeña en la
margen derecha de río Chontamayo, tributario del río San Miguel, que a su vez es
tributario del río Urubamba en la vertiente oriental de la cordillera de Vilcabamba, en
medio de una densa vegetación, subtropical, propia de la selva alta.

Está conformado por diez unidades arquitectónicas de diferentes comisiones, formas, así
tenemos recintos en D, triangulares, cuadrangulares con ángulos cóncavos, asociados o
patios, o plaza, con sus respectivos canales de drenaje. En este sector se pusieron al
descubierto numerosas estructuras que corresponden a ofrendas de diferentes tamaños y
formas, además de estructuras mortuorias, entre estas destaca una tumba hallada en su
contexto original que es denominado como el señor de Vilcabamba y como tal tiene
mucho significado.
III. DISCUSIÓN

Schreiber (1987/2012) hace un análisis del área nuclear Wari antes y durante el
Horizonte Medio, y sostiene que el tipo de organización sociopolítica y los tipos de
relaciones interregionales que surgen durante este periodo, reflejan estrategias
expansionistas complejas, que configuran el accionar de un imperialismo incipiente en
los Andes. Schreiber sostiene que solo una visión holística que integre el análisis tanto
del núcleo como la periferia y los centros regionales de Wari, es el mejor camino para
un buen entendimiento de la naturaleza del fenómeno Wari y del Horizonte Medio.

Lau (2000) por su parte, explora el Horizonte Medio desde la región de Áncash y
analiza los cambios sociales, políticos, económicos y religiosos que se dan en esta
región. Lau emplea los términos conceptuales «bundling» y «vector» como alternativas
a términos como «control» y «dominación», para explicar los intensos intercambios
culturales que caracterizaron el Horizonte Medio en esta región, entre los cuales se
incluye la presencia de Wari. Dentro de este contexto, factores económicos, rituales y de
prestigio parecen explicar la naturaleza de las relaciones de Wari en Áncash.

Castillo et al (2000) analizan las múltiples dimensiones de la relaciones entre Moche y


Wari y sostienen que, en el caso particular del sitio San José de Moro, fue la sociedad
mochica quien atrajo a Wari y Cajamarca para tener acceso a bienes rituales de alta
calidad, producidos por otras sociedades contemporáneas. Eventualmente, esta
interacción parece haber llevado al debilitamiento la presencia de las élites locales y su
posterior caída.

Swenson (2008) discute el Horizonte Medio desde la perspectiva de las comunidades


costeras del valle de Jequetepeque durante el Periodo Mochica Tardío, y propone que la
«popularización» de la ideología moche y la expansión de los ceremoniales de
comensalismo entre elites de diverso estatus, que caracterizaron este periodo, así como
la ascensión del culto de la Sacerdotisa Mochica, tuvieron sus raíces en fenómenos
sociopolíticos serranos, entre ellos Wari, que fueron asimilados por las comunidades
mochica, dentro del escenario de fragmentación política que caracterizó el Periodo
Mochica Tardío en el valle del Jequetepeque.

Watanabe (2001) discute las dinámicas sociales y políticas del Horizonte Medio en la
región de Cajamarca, a través del análisis de los materiales y contextos arqueológicos
recuperados de los sitios El Palacio y Paredones, y reconstruye una presencia de
imperialista Wari en esta región, estableciendo paralelismos entre el accionar de Wari y
el del Imperio inca en Cajamarca. Para Watanabe, la naturaleza segmentaria y flexible
de los Cajamarca les permitió coexistir con otros grupos sociales a través de su historia,
sin perder su identidad, reflejada en parte por la ubicuidad de su cerámica de caolín. De
esta manera, al igual que con los incas, los Wari no necesitaron implantar una
infraestructura imperial, ya que el poder se ejercía desde pocos establecimientos clave,
como fue el caso de El Palacio.
Tschauner e Isbell (2012), presentan una perspectiva desde la periferia urbana de la
zona de Ayacucho donde, a través de un análisis cuantitativo exhaustivo, cuestionan el
modelo de distribución centralizada de la cerámica wari, del núcleo a la periferia, por
poblaciones urbanas especializadas asentadas en Conchopata, abogando más bien por
una probable producción para consumo local. El cuestionamiento del modelo, no solo
abre un debate sobre la naturaleza de las interacciones interregionales de Wari con las
sociedades del Horizonte Medio, sino que cuestiona también el carácter y grado de
especialización de las poblaciones que habitaron sitios como Conchopata.

Jennings (2012) discute la presencia Wari en el contexto del Horizonte Medio en la


región de Arequipa, y plantea que, a la luz de la evidencia recuperada en la región, no es
posible hablar de un imperialismo wari al estilo del Imperio inca. Jennings plantea que
los cambios sociopolíticos que caracterizaron el Horizonte Medio en la región, parecen
ser el resultado de respuestas locales a fenómenos locales y externos, donde Nasca
habría jugado un papel clave en la difusión de la influencia Wari en Arequipa, debido a
sus antiguos vínculos con esta sociedad costera. Dentro de esta visión, Wari habría
representado una ideología y un sistema propicios para el desarrollo de las comunidades
emergentes y las élites locales. Una visión opuesta es la que presenta Glowacki (2012)
cuando analiza la presencia Wari en la región Cuzco. La autora se apoya en evidencia
material como cerámica y arquitectura de filiación Wari, para sostener que esta región
estuvo bajo el control directo de la capital ayacuchana, siendo la razón principal de esta
relación el interés de Wari en los recursos naturales de los valles de Cuzco.

Por su parte Earle y Jennings parten del «modelo de mosaico» de control imperial,
propuesto por
Schreiber —que entiende a Wari como un imperialismo incipiente, cuyas relaciones
interregionales tuvieron diversos grados de integración y control—, y proponen un
modelo de política económica imperial para Wari, caracterizado por la ausencia de
mercados, la producción y movilización de productos de primera necesidad para llevar a
cabo las empresas del estado —aunque en mucho menor grado que el Imperico inca—,
y la producción de bienes de lujo, encargados de portar la ideología Wari, lo cual pudo
haber sido más importante que el poder militar para expandir la hegemonía imperial —
pudiendo haber tenido más importancia en el Horizonte Medio que durante el Imperio
de los incas.
Knappett (2012) nos lleva de los Andes al Mediterráneo, para discutir los paralelos entre
«warificación» y «minoanisación». El autor sugiere que los investigadores de ambas
regiones han hecho interpretaciones basadas en preconcepciones de cómo ideas,
tecnologías y artefactos debieron haberse esparcido a través de grandes distancias.
Knappett argumenta que un mejor entendimiento del fenómeno Wari requiere una mejor
comprensión de la variabilidad temporal y espacial durante el Horizonte Medio, así
como también de una apreciación más matizada sobre transmisión cultural.

IV. CONCLUSIONES

V. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

Schreiber, K.

(2012). Una aproximación a las investigaciones sobre Wari: Paradigmas y


perspectivas sobre el Horizonte Medio. BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA
PUCP / N.° 16 / 2012, 11-22 / ISSN 1029-2004.

(1992). Wari Imperialism in Middle Horizon Peru. Museum of Anthropology,


Anthropology Papers, 42, University of Michigan, Ann Arbor.

Swenson, E. (2008). Festines competitivos, pluralismo y religioso y poder


descentralizado en el periodo moche tardío. Revista del museo de arqueología,
antropología e historia, N° 10. Lima.

Canziani, J. (2009). Ciudad y territorio en los andes, Contribuciones a la historia del


urbanismo prehispánico. Pontificia Universidad Católica Del Perú, Centro de
Investigación de la Arquitectura y la Ciudad – CIAC. Lima.

Watanabe, S.
(2010). Continuidad cultural y elementos foráneos en Cajamarca, sierra norte del
Perú: el caso del Horizonte Medio. BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA PUCP / N.°
14 / 2010, 221-238 / ISSN 1029-2004. Lima.
(2001). Wari y Cajamarca. Boletín DE Arqueología PUCP, No 5, 2001, 531-
541. Lima
Castillo, L. (2000). La presencia de Wari en san José de Moro. Boletín DE Arqueología
PUCP, No 4, 2000, 143-179. Lima.

Glowacki, M. (2012). Imperialismo en el Horizonte Medio: Una reevaluación del


paradigma clásico, Cuzco, Perú. BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA PUCP / N.° 16 /
2012, 189-207 / ISSN 1029-2004. Lima.

Jennings, J. (2012). Reevaluando el Horizonte Medio en Arequipa. Boletín DE


ARQUEOLOGIA PUCP / N.° 16 / 2012, 165-188 / ISSN 1029-2004. Lima.

Knappett, C. (2012).Warification and minoanisation. BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA


PUCP / N.° 16 / 2012, 227-237 / ISSN 1029-2004. Lima.

ANEXOS

También podría gustarte