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2° CUATRIMESTRE DE ESPACIO DE PRÁCTICOS

DESGRABACIONES:
SEMANA 1
CLC – SEMANA 1 – Martín Mogaburu

Síntoma, inconsciente y cuerpo


El eje estará puesto en el síntoma neurótico. Sin embargo, antes, se ubicaran
algunas coordenadas introductorias.
Terminamos el cuatrimestre pasado viendo el fenómeno psicótico y su
mecanismo. Hablamos de la desarticulación del sentido sin punto de capitón;
por ejemplo, cuando trabajamos el caso Marrana y el Esquema L, donde Lacan
mencionaba que se generaba una suerte de ping-pong donde no podemos
ubicar el lugar de donde salió el primer saque. Tener en cuenta esto es
fundamental, porque a partir de ahora vamos a hablar de localización: la idea
de dónde se localiza y cómo se constituye el síntoma es lo que nos va a
orientar en este primer tramo.
Un texto muy orientador es el de Fabián Naparstek (2014) “Los tres tiempos
en Freud”. Allí explica los tres momentos de la teoría freudiana respecto del
concepto de inconsciente, el tratamiento posible y el trauma (a partir del cual se
leen las vivencias traumáticas, la cuestión de la tesis energética: cómo se
tramita un afecto y como ese afecto se desplaza). Es muy interesante que
podamos remitirnos a este texto leyéndolo desde otra perspectiva, y no dejarlos
allí como algo concluido.
El cuatrimestre pasado, se abordaron las primeras elaboraciones de Freud,
nos habla de lesión psíquica para distinguirla de lesión orgánica. En este primer
tiempo de Freud, donde todavía no está elaborado el concepto de inconsciente,
la idea de lesión psíquica implica ya una localización. Por ejemplo,
respecto a las parálisis histéricas las remite a “representaciones especiales”
que forman un grupo psíquico separado que no entra en conexión con el
otro.
También se trabajó el “Manuscrito H” el concepto de defensa, donde
ubicamos que tanto representación como afecto son expulsados al exterior, por
ser inconciliables con el yo. Allí hay un cuadro comparativo donde Freud ubica
lo que ocurre con la histeria: el afecto es tramitado por conversión y la
representación se encuentra ausente de la conciencia. Es decir, se
encuentra localizada en este segundo grupo psíquico. Este segundo grupo
psíquico separado dará lugar al concepto de inconsciente y, a su vez, da la
idea de realidad psíquica y aparato psíquico. Esto nos permite deducir que la
modalidad de retorno no será desde el exterior (lo real, lo forcluido), sino
desde lo reprimido; como retorno en el cuerpo y el pensamiento. Como el
retorno no es desde el exterior, nos permitimos hacer el pasaje desde la
Psicosis a la Neurosis.
En un segundo tiempo, Freud ubica las leyes de condensación y
desplazamiento, realidad psíquica, aparato psíquico, como conceptos que dan
marco a lo que, en un primer tiempo denominaba “lesión psíquica” y “grupo
psíquico separado”. Recordemos que sin contar aún con la denominación de
icc, hablaba de “representaciones especiales”; por las cuales advierte que la
representación del cuerpo, que existía en las parálisis histéricas, se sostenía en
una concepción popular del cuerpo. Entonces, si el brazo estaba paralizado se
adormecía desde el hombro y no desde las otras partes anatómicas que lo
componen.  Esto se debe a que hay un cuerpo hecho de representaciones,
hecho de palabras. La representación anatómica del cuerpo no tiene mucho
que ver para la histérica, porque ella se paraliza de acuerdo a la inscripción de
su representación del cuerpo. 

Perturbaciones psicógenas de la visión (1910)

Aquí Freud añade la cuestión pulsional y la cuestión libidinal. Hay una


caracterización del inconsciente más elaborada, y es posible encontrar: la idea
del síntoma como formación sustitutiva, el mecanismo de representación que lo
produce en la histeria, entre otros. Aquí Freud menciona por primera vez las
pulsiones yoicas asimilándolas a la función de autoconservación y el papel
fundamental que esto tiene en la represión (la cual se produce como una
defensa ante lo inconciliable). 
El texto inicia hablando de la sugestión, motivo por el cual se ubicaron las
coordenadas el texto sobre las parálisis; ya que Freud, va a retomar las
investigaciones de Janet y Charcot sobre la histeria y la sugestión que
utilizaban sobre sus pacientes, en ese momento pre-psicoanalítico.
Inicia preguntándose cómo es posible influir sobre alguien hasta el punto de
producir una ceguera (otra vez, la importancia de las representaciones, las
palabras, el cuerpo relacionado a la palabra). Afirma que en la histeria ocurre
algo análogo, que denomina autosugestión (no por vía de la hipnosis). En
este sentido, se pregunta cómo es posible que una representación pueda
causar en alguien tal intensidad como para producir, por ejemplo, una ceguera.
Dice que no es posible responder a esto sin el concepto de inconsciente.
Menciona que “los ciegos histéricos lo son para la consciencia, pero para el
inconsciente son videntes”, y menciona la separación entre procesos anímicos
conscientes e inconscientes.
En la página 210 dice “la ceguera histérica no es consecuencia de la
representación autogestiva de que no ve, sino por la disociación entre
procesos icc y cc en el acto de ver. Su representación de no ver es la
expresión justificada del estado psíquico de cosas y no su causa”. ¿Qué quiere
decir con esto? Quiere decir que la ceguera histérica es el efecto de una
tensión subyacente, la cual se conoce como “síntoma neurótico” como
resultado de un conflicto. Habla de fuerzas que se promueven y se inhiben
unas a otras; en donde la acción de la represión brinda la fuerza de desalojo,
que aísla estas representaciones otorgándoles la condición de inconscientes.
Freud mantiene la pregunta sobre qué es lo que promueve la represión y que
es lo que produce. Aquí incluye la acción de las pulsiones. Opone las
pulsiones yoicas, cuya función es la autoconservación, a las pulsiones
sexuales que pujan por la ganancia de placer, “pulsiones parciales que se
adhieren a excitaciones corporales”. Esta cuestión es muy importante: Freud
subraya que, estos órganos, afectados por la pulsión, son aquellos sobre
los cuales la represión y su fracaso van a producir el síntoma. Va a hablar
de la doble función de los órganos ya que:
♦ Son requeridos por las funciones del yo conscientes, para el uso de sus
funciones de autoconservación.
♦ Son también requeridos por la satisfacción sexual reprimida.
Entonces, podemos ubicar que estas afecciones son producto del fracaso de
la represión y de su retorno.
En la página 213 refiere esto a la condición neurótica y dice: “Las afecciones
de los seres humanos designadas «neurosis», han de reconducirse a los
múltiples modos de fracasos de estos procesos de replasmación emprendidos
en las pulsiones sexuales parciales. El «yo» se siente amenazado por las
exigencias de las pulsiones sexuales y se defiende de ellas mediante unas
represiones que, empero, no siempre alcanzan el éxito deseado, sino que
tienen por consecuencia amenazadoras formaciones sustitutivas de lo
reprimido y penosas formaciones reactivas del yo. Lo que llamamos
«síntomas de las neurosis» se componen de estas dos clases de
fenómenos”.
Continúa hablando de esta doble función de los órganos: “puesto que no es
sencillo servir a dos amos hay un conflicto sostenido que, con el fracaso de la
represión, implica que el yo ha perdido su imperio sobre el órgano, que ahora
se pone por entero a disposición de la pulsión sexual reprimida” (p. 214).
En relación con la perturbación psicógena de la visión, Freud menciona la
cuestión del “placer de ver” reprimido y una puja de resarcimiento de las
pulsiones que han sido reprimidas. Estas se localizarían en el órgano donde se
halla esa satisfacción sobre la cual sobreviene el síntoma. Dice: “puesto que
quieres abusar de tu órgano para un maligno placer sensual, te está bien
empleado que no veas nada más” (p. 214).
En este aspecto, es importante destacar que la pulsión parcial es la
satisfacción de un órgano del cuerpo que cumple una doble función. En la
página 213 dice: “Son los mismos órganos y sistemas de órganos los que
están al servicio tanto de las pulsiones sexuales como de las yoicas. El placer
sexual no se anuda meramente a la función de los genitales; la boca sirve
para besar tanto como para la acción de comer y la de la comunicación
lingüística, y los ojos no solo perciben las alteraciones del mundo exterior
importantes para las propiedades de los objetos por medio de las cuales estos
son elevados a la condición de objetos de la elección amorosa: sus
«encantos»”. Los ojos no sirven solo para mirar, sino también está
emparentado con el placer sexual de ver.
En el último párrafo del texto, Freud dice: “Es posible plantearse esta
pregunta: La sofocación de pulsiones sexuales parciales, producida por obra
de los influjos vitales, ¿Basta por si sola para provocar las perturbaciones
funcionales de los órganos?, ¿O bien deben preexistir constelaciones
constitucionales?, ¿las únicas que moverían a los órganos a exagerar su papel
erógeno y de ese modo provocarían la represión de las pulsiones? (...) Y en
esas constelaciones veríamos la parte constitucional de la predisposición
a contraer perturbaciones psicógenas y neuróticas. Se trata de aquel
factor que con relación a la histeria he designado provisionalmente como
«solicitación somática» de los órganos” (p. 216). Este párrafo hay una nota
al pie de página que nos remite al historial de Dora. 
Por los motivos previamente descriptos, debemos considerar este texto como
bisagra que permite pasar del análisis de la psicosis a la formación de síntomas
neuróticos.
En la Conferencia 23º se verán los distintos componentes que hacen a la
formación del síntoma (“síntoma como compuesto”).

SEMANA 2
17/08/2020 – El síntoma en el caso Dora.
El caso Dora es un historial paradigmático en Freud, y lo que vamos a trabajar
en esta ocasión es qué nos enseña Freud sobre el síntoma en este caso.
Antes de comenzar, realizaremos una breve contextualización sobre el texto.
Lo escribe en 1901 y lo publica en 1905, siendo intermedio entre La interpretación de
los sueños (1900) y Tres ensayos de teoría sexual (1905). Se corresponde con el
comienzo del 2º tiempo en Freud (1900-1920), donde ya está conceptualizado el
inconsciente y empieza a poner en práctica la técnica de la interpretación junto con su
complemento, del lado del paciente, de la asociación libre. La idea de Freud era que,
haciendo consciente lo inconsciente mediante la interpretación, se iban a eliminar los
síntomas. Sin embargo, se encuentra en la clínica con que los síntomas no ceden, y
algo de ello va a ubicar en este caso.
El motivo por el que Freud publica este caso es para intentar demostrar la
teoría de que mediante la interpretación se puede acceder a eso reprimido
inconsciente, y de esta forma, accederíamos al determinismo de los síntomas, a saber,
qué hay detrás de los síntomas. En este sentido, explica que los síntomas quieren
decir algo y los va a ir a descifrar tal como lo hace con los sueños. Por otro lado, va a
postular una hipótesis central en el epílogo, página 100: “La sexualidad (…) es la que
presta la fuerza impulsora para cada síntoma singular y para cada expresión singular
del síntoma. Los fenómenos patológicos son, dicho llanamente, la práctica sexual de
los enfermos”. Se debe entender la sexualidad en términos de trauma, es decir, en
relación a lo energético, a lo excesivo para el aparato que no se puede terminar de
tramitar; esa energía que irrumpe en el aparato y no puede descargarse. Es
interesante esta referencia porque Freud dice que lo traumático va a ser la fuerza
impulsora, aquello que va a impulsar a la formación de síntomas. También
hacemos hincapié en lo que conocemos como la psicopatología de lo singular, ya que
Freud en este texto menciona que el síntoma es lo más singular de cada quien.
Para comenzar a trabajar sobre lo que nos enseña el síntoma en este caso, es
importante poder situar cuatro ejes orientadores. El primer eje, el más importante, va a
ser que toma al síntoma como un compuesto de elementos heterogéneos, pero
esto lo menciona como tal en 1917 en “Nuevos caminos de la terapia analítica”, y en el
presente historial de Dora es que sienta el precedente. Ahora bien, Freud se pregunta
si el síntoma histérico tiene un origen psíquico o somático, y, en la página 37 dice:
“Todo síntoma histérico requiere de la contribución de dos partes. No puede
producirse sin cierta solicitación {transacción} somática brindada por un proceso
normal o patológico en el interior de un órgano del cuerpo”. Acá lo que postula es que
hay una parte del síntoma que se corresponde con una cuestión somática, del
cuerpo, y dice que esto sólo se produce una sola vez, porque es la parte más fija del
síntoma. Por otro lado, plantea que los sentidos, es decir, el valor psíquico de ese
síntoma, no están de entrada: “El síntoma histérico no trae consigo este sentido, sino
que le es prestado, es soldado con él, por así decir, y en cada caso puede ser diverso
de acuerdo con la naturaleza de los pensamientos sofocados que pugnan por
expresarse” (p. 37). En resumen, el síntoma está compuesto por un elemento
somático y por un sentido. El elemento somático tiene que ver con una zona del
cuerpo, con un órgano; refiere a esa zona erógena que va a ser la condición para la
salida a lo corporal. En cambio, los sentidos van a ser soldados por un elemento
fundamental: la fantasía. Es decir, hay dos elementos heterogéneos que se sueldan
por medio de la fantasía.
El segundo eje se ubica en la página 39, y plantea al síntoma como solución.
Explica que en el síntoma hay una ganancia, pero esa ganancia, esa solución, no lo es
para el yo. En un principio, el síntoma es un huésped mal recibido, lo tiene todo en
contra. Luego, en un segundo momento, puede verse si hay una ganancia secundaria
y el sujeto puede servirse de su propio síntoma para obtener un beneficio en el mejor
de los casos. Empero, en la nota al pie de esta página (la cual escribe años después, cuando
ya tiene la conceptualización de ganancia primaria y secundaria) Freud dice:

“El enfermarse ahorra, ante todo, una operación psíquica; se presenta como la
solución económicamente más cómoda en caso de conflicto psíquico (refugio de la
enfermedad), por más que la mayoría de las veces se revele después
inequívocamente el carácter inadecuado de esa salida. Esta parte de la ganancia
primaria de la enfermedad puede llamarse interna, psicológica; es, por así decir,
constante”.
Esta solución económicamente más cómoda no lo es para el sujeto, sino que lo que se
soluciona con el síntoma es el conflicto psíquico, y lo que se satisface y la ganancia
que hay es para la pulsión. En el síntoma hay una satisfacción sustitutiva de la
pulsión, entonces, en este sentido, es una solución.
El tercer eje tiene que ver con los sentidos. En la página 42 Freud plantea que
el síntoma tiene múltiples sentidos, puede tener más de un significado, pero, por lo
menos uno de esos sentidos es de carácter sexual: “va a figurar una fantasía
sexual”. Esto va a introducirlo con la metáfora de odres viejos y vinos nuevos: la parte
de los sentidos es lo más mudable del síntoma, en cambio, la parte somática es lo
más fijo (el odre viejo vendría a referencias lo somático por su fijeza, y el vino nuevo referencia los
sentidos del síntoma como aquello que va cambiando).

El cuarto eje es lo que Freud introduce a partir del síntoma de Dora: existe una
precondición somática. ¿A qué se refiere con esto? Explica que hay una intensa
activación de la zona erógena que va a ser la condición, lo previo, para la posterior
solicitación somática, y es sobre esta precondición somática que se va a montar luego
la fantasía como elemento intermedio que une sentidos y lo somático. Con estos
cuatro ejes ya planteados nos interiorizaremos en el historial propuesto para
descomponer los síntomas de la paciente.
Dora es una muchacha de 18 años, que fue llevada por su padre a analizarse
con Freud luego de haber encontrado una carta de ella en donde expresa no soportar
más la vida, y, prácticamente, se despide. Freud plantea que ya desde niña
presentaba síntomas neuróticos, principalmente, desde los 8 años que sufre disnea. A
los 12 años comienza con una tos nerviosa que va variando, y hasta pasa por
momentos de una afonía total. Esta tos nerviosa es el síntoma prínceps de Dora.
Con respecto a la familia de Dora y su situación: tenía un hermano, a su madre
y su padre. Su padre había sufrido de distintas enfermedades, por lo cual se ve
incrementada la ternura hacia su padre. A causa de una de estas enfermedades, se
mudan a la ciudad B., donde conocen y contraen amistad con el matrimonio del señor
y la señora K, al punto de que Dora cuida de sus hijos. Lo que más le preocupa es la
relación de la señora K con su padre. Por otra parte, Freud interpreta y sostiene que
hay un enamoramiento de Dora por el señor K. Sin embargo, trataremos de abocarnos
a los síntomas de Dora y no a todas las interpretaciones del historial.
Naparstek, en el teórico propuesto para esta semana, se pregunta si estos
diferentes síntomas que tiene Dora se tratan, justamente, de distintos síntomas, o de
múltiples sentidos de un mismo síntoma (distintos disfraces psíquicos de un mismo
síntoma). Retomamos esto para comenzar a descomponer el síntoma de Dora.
Respecto de los sentidos, Freud ubica el determinismo de los síntomas y los
distintos sentidos en los síntomas de Dora, al mismo tiempo en que ubica las
identificaciones en juego. Por otro lado –recordemos-, dice que uno de esos sentidos
tiene un significado sexual: es un sentido que refiere a una fantasía sexual y que
encuentra en el síntoma de la tos nerviosa. ¿Cómo lo encuentra? A partir de una
palabra que suelta Dora en la entrevista; cada vez que habla de su padre toce de una
manera particular y, en un encuentro dice que la señora K está con su padre porque
es un hombre con recursos. En esta palabra -por un parecido en la lengua alemana-
Freud interpreta que dice que su padre es un hombre sin recursos. Dora toma esta
intervención y explica que ella sabía de la impotencia sexual de su padre. A ello, Freud
le repregunta cómo es que tiene relaciones con la señora K, por lo que Dora responde
que hay otras formas de satisfacción sexual, haciendo referencia a la zona oral. En
este sentido, Freud toma este síntoma como aquel donde se representa la escena
sexual entre la señora K y su padre vía sexo oral. Empero, con esta tos espasmódica
Dora responde a un estímulo, que es un cosquilleo en la garganta: representa la
escena fantaseada y responde a un estímulo corporal. Con esto Freud quiere decir
que, en todos los síntomas, en la base está la solicitación somática (cosquilleo en la
garganta). 

Para que exista una solicitación somática es necesario un condicionamiento


previo, que sea la condición para que la solicitación somática se de en un lugar
determinado… ¿Cuál es la precondición somática en el caso Dora? La paciente decía
que ella había sido una chupeteadora de chica, y que había sido el padre quien la
obligo a dejar esta costumbre hacia el cuarto o quinto año de vida. Freud ubica en este
chupeteo esa zona intensamente activada, erogenizada, que fue la condición
previa para la posterior solicitación somática en esa zona: allí se aloja la fijación
pulsional.
En la página 73, Freud dice:
“Debajo de todo en la estratificación cabe suponer un estímulo de tos real,
orgánicamente condicionado, vale decir, el grano de arena en torno del cual el
molusco forma la perla. Este estímulo es susceptible de fijación porque afecta a una
región del cuerpo que conservo en alto grado en la muchacha la significación de una
zona erógena. Por lo tanto, es apto para dar expresión a la libido excitada”.
En este extracto, Freud explica que hubo una fijación en la zona oral por el
chupeteo, por esa autosatisfacción o satisfacción autoerótica, y que, a partir de ahí,
esa es la condición para que esa zona, ese cosquilleo en la garganta, se presente.
Recalculando: hay un primer tiempo lógico, que es la cuestión somática como
lo pulsional. Como la pulsión es muda, no tiene un sentido, y para que esto quiera
decir algo se le tiene que agregar un sentido. A este primer tiempo le sucede un
segundo tiempo lógico, que va a ser lo que enmarca a la pulsión, lo que empieza a
agregarle un sentido y va a tener que ver con una escena en tanto ficción. Así como la
pulsión es muda, la escena de un sentido. Pensémoslo como el trauma: por un lado
tenemos el trauma, y por otro lado tenemos la escena traumática, la cual le agrega un
sentido, el poder decir algo de…
Ahora bien, ¿cuál es la escena en el caso Dora que le va a dar un marco a
lo traumático? La escena es una que tiene con el hermano, donde ella se está
chupando el pulgar al tiempo en que le da tironcitos de la oreja del hermano. Hay una
escena porque hay otro; hay una autosatisfacción por el chupeteo en esa zona
erógena intensamente activada, pero se le agrega otro, ya no es Dora sola, por lo que
va a tomar el marco de la fantasía. Esta escena con el hermano va a ser la matriz
sobre la cual se van a montar luego los sentidos, las distintas fantasías: va a ser lo
primero que suelde lo pulsional mudo con los sentidos que van a venir luego.
A modo de resumen, podríamos pensar el caso de la siguiente manera: habría
un primer tiempo en el cual tienen lugar las satisfacciones autoeróticas (Dora con el
chupeteo activa la zona erógena) y un segundo momento donde a eso pulsional puro, mudo,
autoerótico, se le suma una escena, una fantasía que suelda esto que se enmarca a lo
pulsional, donde ya hay una elaboración psíquica sobre esa satisfacción pulsional y
luego va a devenir el síntoma. En Fantasías histéricas y su relación con la
bisexualidad (1908) Freud va a agrega que tiene que haber una renuncia a la
satisfacción onanista; el sujeto tiene que estar en abstinencia para que quede esta
energía libre y pueda buscar una vía de descarga mediante el síntoma.
Es importante remarcar que la fantasía le da un marco a la pulsión, le va a poder
dar un sentido; después esa fantasía se va a reprimir, pero va a ser lo que sostiene los
sentidos del síntoma.

SEMANA 3

SEMANA 3 – El síntoma en el hombre de las ratas


La clínica de Freud es la clínica del conflicto, entendiendo sencillamente al
conflicto como dos instancias que se encuentran en oposición por intereses opuestos.
El neurótico es entendido como aquel individuo que ha renunciado a la posibilidad de
asumir ese conflicto, de resolverlo. Sin embargo, cabe preguntarnos ¿conflicto ante
qué? El conflicto es ante una representación intolerable para el Yo. ¿Por qué es
intolerable? Porque esta representación se caracteriza por ser hiperintensa, por tener
grandes sumas de excitaciones, por tener montos de afecto. Freud dirá que este
monto de afecto es lo que es intolerable para el Yo.
Cabe recordar que, desde el comienzo, Freud se ocupa de un aparato psíquico
entendido como un aparato de manejo de cargas. Los diversos sistemas consisten en
mantener el estado energético de las cargas en el nivel más bajo posible. Por lo tanto,
el neurótico es aquel que prefiere enfermar antes de enfrentarse a esa dificultad.
Lo que sucede es que esa representación intolerable no desaparece, sino que deja
una marca y esa marca es imborrable.
Entonces, a partir de la hipótesis auxiliar de Freud, sabemos que el mismo
aparato psíquico realiza este movimiento intrapsíquico que consiste en separar el
afecto de la representación: en esto consiste el mecanismo de represión, mecanismo
que debilita a una representación que será desalojada de la conciencia {esfuerzo de
desalojo}. Freud desde el inicio de su obra se preguntará cuál será el destino del
afecto.
Ahora bien, el síntoma es el retorno de lo reprimido. Un modo de retornar lo
reprimido con síntoma es la conversión, donde el afecto va al cuerpo. Otro modo, que
ubicamos en el historial del Hombre de las Ratas, es a través del pensamiento como
falso enlace, de representación en representación. Por lo tanto, según la forma en
que retorne lo reprimido, tendremos coordenadas, indicadores, que nos ayuden a
diferenciar los tipos clínicos. 
La represión en el obsesivo es menos lograda que en la histeria, para lo cual se
necesita constantemente reforzarla, sostenerla, con defensas. En la presente clase,
trataremos de dilucidar el hilo o pasos lógicos de la construcción del síntoma para,
finalmente, desembarcar en el historial que nos compete esta semana.
En un primer período, Freud ubica en el obsesivo que hay una vivencia sexual
infantil activa y placentera. Ante esto, aparecerán síntomas primarios de defensa en
los cuales podemos encontrar los escrúpulos, la vergüenza, la desconfianza, que van
a constituir los rasgos del carácter del obsesivo. Estos escrúpulos, vergüenza y
desconfianza son ante las vivencias sexuales infantiles. Sin embargo, estos síntomas
primarios de defensa fallan, y en estas fallas encontramos el retorno de las vivencias
sexuales infantiles ya desfiguradas, transfiguradas, irreconocibles para el sujeto… ¿De
qué manera nos encontramos ante el retorno de los escrúpulos, la vergüenza y
desconfianza? Como recuerdos que implican ciertos reproches que el obsesivo se va
a realizar a sí mismo.
El reproche es lo que, en un segundo período, permite la entrada de los
síntomas secundarios de defensa, los cuales sí son síntomas de represión
propiamente dicho. Cabe subrayar en esta instancia las medidas preventivas del
obsesivo, donde, según Freud, es posible observa al síntoma como formación de
compromiso: el compromiso es entre estas dos instancias, ante el conflicto
mencionado al comienzo.
La neurosis obsesiva se apoya a nivel del pensamiento, y allí podemos ubicar
las acciones obsesivas, los rituales, los ceremoniales, los mandatos, las prohibiciones,
que dan cuenta que el conflicto avanza, que esa moción pulsional implica una tensión.
Esto se extiende a lo que Freud llama como la psicopatología de la vida cotidiana del
obsesivo. Es -casi- un modo de comportamiento, por eso el autor define al obsesivo
como la religión privada. Religión etimológicamente viene de re-ligar: religa una
representación a otra, por medio del cálculo, del control, del pensamiento.
Volviendo… Estos síntomas secundarios de defensa también fallan, y cuando
fallan, las medidas preventivas devienen compulsivas. Esta moción pulsional sigue
impulsando, empujando, e implica una fuerza constante que no es resuelta del trabajo
de la representación. Ahora, decíamos que estas medidas preventivas adquieren un
carácter compulsivo, pero, ¿qué quiere decir? Esto significa que el pensamiento
patológico del obsesivo refiere a la compulsión al pensar. Es decir, el obsesivo no ha
podido resolver por la conciencia el conflicto, y al no llegar a la solución del conflicto, el
conflicto no llegó a su disolución. En el capítulo V de Más allá del principio de placer
(1920), Freud dirá que la moción pulsional “acicatea, indomeñado, siempre hacia
adelante” (p.42), lo cual implica un constante trabajo, por lo que es un pensamiento de
curso psíquico forzoso.
Finalmente, retorna lo reprimido por falso enlace en esta compulsión del
pensamiento que se impuso. El pensamiento compulsivo nos muestra efectivamente el
síntoma definido ahora como una satisfacción sustitutiva, puesto que el quantum se
termina imponiendo, retornando de lo reprimido, por medio del síntoma obsesivo:
pensar compulsivamente. Esto le da lugar al síntoma propiamente dicho, que se
termina imponiendo, y es recién en este punto que el obsesivo consulta por un
tratamiento. Para el psicoanálisis, el síntoma es una autoevaluación que realiza el
paciente, desembarcando así ante el síntoma que nos dirige a la pregunta terapéutica
de cómo curarlo. 
Propuesto ya los hilos lógicos de formación del síntoma obsesivo, nos
abocaremos a un caso de 1909 acerca de un hombre de 30 años, inteligente, con
formación universitaria que Freud titula como el Hombre de las Ratas.
Para comenzar, retomamos una definición para orientar la arborización del
pensamiento, que es la definición de síntoma del texto un Proyecto de psicología para
neurólogos (1895), texto en donde se plantea el síntoma como algo incongruente,
incomprensible e insoluble mediante el trabajo de pensamiento. 
El paciente se presenta con un padecimiento a través de su pensamiento. El
contenido de su padecimiento tiene que ver con representaciones obsesivas que se
le imponen: “algo malo le puede pasar al padre o a la amada”. Estos pensamientos
que se le imponen, acompañados por temores supersticiosos (con la culpa que le
conlleva), son ideas que implican un raro sinsentido, pero que no puede impedírselas.
Esto demuestra el carácter compulsivo, que es ilimitado, irrefrenable e imposible de
detener por la voluntad de la conciencia (Yo); son representaciones que no puede
detener por su carácter compulsivo. Esto le genera un gran conflicto al paciente,
porque luchó contra estas ideas durante mucho tiempo y le han hecho perder años de
su vida.
Es el gran temor obsesivo del paciente lo que lo lleva a consultar, y este temor
ocurre estando en el ejército. El paciente le narra a Freud que hay un relato de un
capitán cruel, quien tortura a una víctima introducirle ratas por el ano a través de una
late. En ese entonces, el paciente pierde unos lentes, le escribe a su óptico y este le
manda unos nuevos. El capitán se le acerca diciéndole que el teniente A los pagó. En
este momento, al Hombre de las Ratas le asalta una primera idea: no los tiene que
pagar porque algo malo le va a pasar al padre o a la amada. Inmediatamente, ante
esta sensación, se le impone el juramento de que se lo tiene que pagar al teniente a sí
o sí, de lo contrario, sobrevienen temores, culpas, la creencia de que algo malo le va a
pasar al padre o a la amada, etc. Cuando se acerca al teniente A para pagarle la
deuda, este le dice que quien verdaderamente pagó fue el teniente B, y, en este
sentido, él no puede cumplir con su juramento, lo cual conlleva nuevamente
supersticiones, temores, culpas, algo malo va a pasar, etc.
Frente a este dilema, se inventa lo siguiente: ir a la oficina donde le mandaron
los ópticos con el teniente A y el teniente B, para entregarle el dinero al teniente A, que
este se lo de a la empleada de la oficina y ella le acerque el dinero al teniente B (aun
sabiendo que la disparatada idea). Freud no duda llamar esto como ideas
estrafalarias, disparatadas, sinsentido, delirantes. Todos estos pensamientos
abrumadores de que él ya pago pero que todavía sigue siendo deudor y, que, por
ende, algo malo va a pasar, lo agotan y lo llevan a un estado de aturdimiento, de
confusión; termina siendo preso de la angustia, justamente del afecto penoso que el
obsesivo quiere evitar.
En análisis se despliega el síntoma en dos tiempos, la duda, la anulación, las
hazañas del obsesivo, los autocastigos que se imponen, las ideas que se imponen de
cortarle el cuello a la abuela de la amada, etc. Frente a esta desorientación, Freud se
pregunta cómo orientar la cura, cuál es la dirección de la cura. Sabemos que mediante
la asociación libre hay un trabajo de historización: es para esclarecer.
En la historización separamos entonces dos cuestiones fundamentales: Estos
dos puntos es donde Freud nos va a dar la clave para esclarecer la engorrosa y
tediosa pareja de pensamientos obsesivos de defensas, a los que se le suman más y
más defensas constantemente, a partir del faso enlace de representación en
representación {ilimitado y compulsivo}.
1. Las vivencias sexuales infantiles (material que aporta al síntoma)
 De pequeño padece erecciones, ante lo cual se queja con su madre. Hay un
goce en el cuerpo y se dirige al Otro buscando respuestas.
 Entre los 4 y 5 años, le pide permiso a la empleada para deslizarse por debajo
de su falda para verla.
 Luego de los 6 años se le impone la idea, el pensamiento, de ver mujeres
desnudas, ante lo cual, se le presenta una idea que va en contra: si seguís
pensando eso algo malo le va a pasar a tu padre.

2. El complejo paterno. 
Freud, en este punto, empieza a delimitar el conflicto entre la sexualidad y
el padre. Nos remitimos al padre por algunas cuestiones que arman cierta matriz
identificatoria simbólica del Edipo que nos permitirá esclarecer un poco el síntoma,
comprenderlo… El padre también estuvo en el ejército donde también tuvo una deuda
con el teniente A y B, deuda paga e impaga porque no cumple con su juramento. Por
otro lado, en la familia se bromeaba que el padre se casa con la madre del paciente,
habiendo tenido que optar por la mujer rica (madre) o por la amada y pobre. Él elige no
desde una posición deseante, sino desde un cálculo; por interés elige a la madre del
hombre de las ratas, porque es rica.
En el relato del Hombre de las Ratas se vislumbra que tiene miedo de que algo
malo le pase al padre, pero éste estaba muerto hace nueve años y el paciente lo relata
como un padre vivo. Nos dirigimos, entonces, a una escena puntual de la infancia
donde está el padre: en el onanismo, en la practica de la masturbación, aparece el
padre como agente de la prohibición de la satisfacción sexual, como agente que
viene a perturbar esa satisfacción, a reprimirlo. El Hombre de las Ratas lo insulta, y el
padre le dice “seras un gran hombre o un gran criminal”, ocupando el lugar de un
padre que prohíbe y pone un límite al goce.
Llegamos al conflicto fundamental: moción sexual vs. figura paterna. Freud
dirá que un amor que deniega la satisfacción se muda en odio. Sin embargo, el odio
no desaparece, sino que es desplazado al inconsciente, teniendo, entonces, la
ambivalencia hacía la misma persona: el amor -corriente tierna- en términos
conscientes, y el odio el término inconsciente. Así, se logra ver que el deseo
inconsciente es el de eliminar al agente perturbador de la satisfacción sexual. Esto es
lo que genera la ambivalencia afectiva, la cual aporta el material que constituye la
base de la duda e indecisión, clásico del obsesivo que lo lleva a postergar
indefinidamente.
Una escena lateral que el paciente dice como al pasar, es que, muerto el
padre, él supo que estaban arreglándole un casamiento: esto fue lo que ocasionó la
enfermedad actual, puesto que encendió una escena de su prehistoria: el padre
eligiendo a la rica por sobre la amada y pobre. Entonces, el conflicto es casarse con
una mujer rica (siguiendo las huellas de la voluntad padre), o casarse con la amada.
Acá se esclarece aún más su síntoma: si se casa con la amada puede ocurrirle algo
malo a su padre en el más allá. Este era su temor: que le pase algo al padre muerto si
se casa con su amada.
Finalizando, Freud dice que enfermando es como el paciente se sustrae de la tarea de
enfrentar el conflicto. La clave es la incapacidad que presenta el obsesivo para
afrontar y decidir asuntos que tengan que ver con la vida, con el deseo, con el estar
presente en la escena (por ejemplo: casarse). Sabemos que, como consecuencia de la
ambivalencia, está la contradicción, la indecisión, la duda, y la postergación del acto
{del acto como sujeto deseante}. En este sentido, Naparstek dice en su libro: “El
deseo del obsesivo es imposible, y el obsesivo le hace imposible la vida al deseo.”

SEMANA 4
LDC Tato, C Semana 4

El Síntoma y las identificaciones


“Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921), Capítulo 7. 

Retomando algunas palabras preliminares del historial de Dora, Freud dice


que:
“En vista del carácter incompleto de mis resultados analíticos, no me queda
otra opción que seguir el ejemplo de aquellos exploradores que, tras largas
excavaciones, tienen la dicha de sacar a la luz los inapreciables aunque
mutilados restos de la antigüedad. He completado lo incompleto de acuerdo
con los mejores modelos que me eran familiares por otros análisis, pero, tal
como haría un arqueólogo concienzudo, en ningún caso he omitido señalar
dónde mi construcción se yuxtapone a lo auténtico” (p. 11).
Este fragmento llevo a un intercambio de palabras sobre lo que Freud llama
“auténtico” en este caso y sobre las construcciones que conforman al síntoma
como pieza testimonial del malestar de la paciente. La “construcción” es todo
aquello que colabora a la formación de síntomas (como la fantasía, la
identificación), y de lo que Freud llama el “edificio íntimo de las neurosis”. Nos
acercamos a la construcción subjetiva, que siempre será en términos de
deducción lógica. En cuanto a las identificaciones, Freud nos introduce sin más
a lo que el psicoanálisis sabe de las mismas, pronunciado ya en Introducción
del narcisismo (1914).
1. Identificación originaria
☛Freud en la página 99 del texto dice: “El psicoanálisis conoce en la
identificación la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con
otra persona. Desempeña un papel en la prehistoria del complejo de Edipo
(…) Se concilia muy bien con el complejo de Edipo, al que contribuye a
preparar”. Esta es la primera deducción lógica que encontramos.
¿Como prepara al Edipo? El varón toma al padre como modelo o ideal, “esta
conducta nada tiene que ver con lo pasivo o femenino, al contrario, es
masculina (activa) por excelencia” (p. 99) La madre, en tanto, será investida
como objeto. 
Es decir, hubo acciones previas al Edipo en tanto “querer ser como” u “obtener
algo” del objeto. Esto es previo al Edipo porque no hay conflicto, ya que la
conflictiva es resultado de la trama edípica.
Página 100: “Es fácil aclarar el distingo entre una identificación de este tipo con
el padre y una elección de objeto que recaiga sobre él.” En el primer caso el
padre es “lo que uno querría ser”; en el segundo, “lo que uno querría
tener”. La diferencia depende de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el
objeto del yo. 
La primera ligazón (identificación originaria) ya es posible, por tanto, antes de
toda elección sexual de objeto”. Como conclusión, la identificación es una
ligazón afectiva y aspira a configurar al Yo a semejanza del otro tomado
como modelo.
2. Identificaciones al rasgo
En el texto de las identificaciones encontramos un ejemplo clínico: el síntoma
singular de la tos de Dora, en los términos que indica el entretejido sintomático.
Esos términos son, por ejemplo, el cambio de vía, los nexos de sentido, las
diferentes orientaciones de la identificación que enlazan a distintos momentos
del síntoma, etc. El historial de Dora es singular porque abre a la pluralidad
y diversidad de las identificaciones en la histeria. La tussis nervosa, el
catarro, es el rasgo privilegiado que se recorta con el cambio de vía. Expresa
tanto al malestar materno como al malestar paterno: es una identificación al
rasgo de la persona objeto. Nos interesa la identificación al rasgo porque
participa de la formación de síntoma.
Ejemplo: Supongamos que una niña reciba el mismo síntoma de sufrimiento
que su madre, por ejemplo, tos constante, ello puede ocurrir por distintas vías.
☛La identificación puede ser la misma que la del complejo de Edipo, que
implica una voluntad hostil de sustituir a la madre. Y el síntoma expresa el amor
de objeto por el padre. Realiza la sustitución de la madre bajo el influjo de la
conciencia de culpa: ‘Has querido ser tu madre, ahora lo eres al menos en su
sufrimiento’”. 
☛O bien el síntoma es el mismo que el de la persona amada (Dora imitaba la
tos del padre). En tal caso, la identificación reemplaza a la elección de
objeto; la elección de objeto ha regresado hasta la identificación.  Dijimos que
la identificación es la forma primera y más originaria del lazo afectivo. Bajo la
constelación de la formación de síntomas (mediante represión y mecanismos
del inconsciente), sucede a menudo que la elección de objeto vuelve a la
identificación: o sea, que el yo tome sobre si las propiedades del objeto. 
En estas identificaciones el yo copia en un caso a la persona no amada y
en el otro a la persona amada. En los dos, la identificación es parcial, limitada
en un grado sumo, pues toma prestado un único rasgo de la persona objeto.”
(p. 100, 101).
3. Identificación masiva
☛Es frecuente un tercer caso donde la identificación prescinde por
completo de la relación de objeto con la persona copiada. Freud nos
propone un ejemplo, donde notamos que el mecanismo colabora activamente
en la formación de una “infección psíquica”, en términos del malestar: “Una
muchacha recibió en el pensionado una carta de su amado secreto, la carta
despertó sus celos y ella reaccionó con un ataque histérico, algunas de sus
amigas, que saben del asunto, pescarán este ataque, como suele decirse, por
la vía de la infección psíquica. El mecanismo es el de la identificación sobre
la base de poder o querer ponerse en la misma situación. Las otras
querrían tener también una relación secreta, y bajo el influjo de la culpa
aceptan el sufrimiento aparejado” (p. 101).
El termino de “infección psíquica” forma parte de las diferentes definiciones
que nos va ofreciendo Freud, para ubicar la participación de la identificación en
la formación de síntomas. En este caso, hay una identificación del tipo
histérico. En el material clínico que encontramos en la Interpretación de los
sueños, la función de la identificación histérica se establece, no por ser un
razonamiento posible para conformar una situación patógena, sino por ser una
identificación o apropiación sobre la misma reivindicación etiológica.
Freud quiere destacar aquí, el carácter de hacer propia una vivencia
significativa, que constituye la identificación de querer ponerse en la misma
situación. Proponemos pensar esta identificación como una creación cuyo
motor es un mecanismo que identifica, no al objeto a incorporar, sino a un
igual.: “Uno de los «yo» ha percibido en el otro una importante analogía en un
punto; crea así una identificación con punto y es influida por esa situación
patógena” (p. 101).
A Freud le sirve el ejemplo del pensionado para pensar la ligazón que se
produce en la masa, la idea del autor es que esta ligazón hace comunidad.
Existe un ideal en la conformación de la masa y cada uno de los «yo» no se
identificaría sólo con el ideal, sino con la relación que cada yo tiene con
ese ideal. Para la conformación de esta ligazón hay algo que el sujeto resigna.
Algo de lo singular de cada uno se resigna para conformar la masa. Lo
singular que queda callado ¿es la semilla de lo que va a elaborar después la
neurosis?
SEMANA 5
SEMANA 5 – CLC – Pérez Rean
Contrapunto el síntoma histérico y el síntoma obsesivo
❶ Primer eje: Síntoma y defensa (como mecanismo específico de la neurosis) 
☛En la histeria nos encontramos con el síntoma conversivo, alojado en el
cuerpo (“salto a lo somático”). El síntoma en la histeria funciona como
amalgama: en una figuración se satisfacen las dos mociones opuestas. Freud
plantea que la defensa es “exitosa”, porque en un solo punto se satisfacen dos
mociones opuestas. Por otro lado, el síntoma es un compuesto de elementos
heterogéneos: por un lado, lo pulsional y por otro el sentido.
☛En la neurosis obsesiva pensamos el síntoma en relación con el falso
enlace. Ubicamos el lugar preponderante del “aislamiento”, en términos de la
representación que ha quedado debilitada, a raíz del falso enlace y la
operación de la defensa. Sobre su mecanismo especifico, hemos trabajado la
hipótesis de Freud sobre su etiología en términos de la desmezcla pulsional:
regresión a la fase sádico-anal. 
En términos de la defensa, por el mecanismo de desplazamiento, la neurosis
obsesiva instala nuevas defensas contra lo reprimido, el síntoma se aloja en el
pensamiento. La representación debilitada (nimia, insignificante) que queda en
la consciencia recibe el monto de energía de la representación que fue
reprimida. Entonces a mayor desplazamiento, el Yo implementará nuevas
defensas contra la pulsión que se filtra en las representaciones sustitutivas.
Vemos que la defensa fracasa, la satisfacción pulsional -o goce- se filtra. Esta
vertiente Freud la denomina “erotización del pensamiento”.
Así como la histeria desbarata la idea de “cuerpo armónico de la anatomía”, la
neurosis obsesiva desbarata el “campo de representaciones psíquicas”,
apareciendo un pensamiento que queda invadido por la satisfacción pulsional. 
❷ Segundo eje: El complejo paterno y las identificaciones en juego. 
☛En la histeria podemos ubicar la vertiente del amor al padre. En el historial
de Dora, en el sueño del alhajero (primer sueño), hay algo que queda situado
en términos del retorno del amor al padre. Podemos pensar en un interjuego
entre el amor al padre y las identificaciones, que se articulan todo el tiempo. 
En cuanto a estas últimas, hemos trabajado el segundo tipo: la identificación
al rasgo. Dora se identifica al síntoma de su padre, al de su madre en tanto
objeto rival en el Edipo, a la otra mujer, etc. 
☛En la neurosis obsesiva podemos retomar lo que trabaja Freud en el historial
del Hombre de las Ratas, donde ubica al padre como perturbador de la
satisfacción sexual. Allí vemos todo el derrotero sobre el papel del padre y
también podemos pensarlo de la mano de las identificaciones. 
Encontramos la identificación al padre en dos puntos: la deuda de juego; que
aparece en el conflicto y desencadena la neurosis obsesiva del paciente. Y la
deuda de amor; siendo que el padre también había quedado bajo el conflicto
de elegir entre la mujer amada y la mujer rica. Por último, podemos detenernos
a considerar la identificación en el síntoma al significante “rata”. En el historial
surge el relato del paciente de “ser pegado como un ser roñoso que en la ira
muerde”.
❸Tercer eje: Puntos de fijación. 
☛En la histeria, según el historial de Dora, la fijación se da en torno a la
satisfacción del objeto oral (Dora la chupeteadora). 
☛En la neurosis obsesiva, en el Hombre de los Ratas el significante “rata”
despierta la sensibilidad del complejo anudado al erotismo anal. Lo
articulamos en relación con la hipótesis de la desmezcla pulsional, como punto
de fijación en la fase sádico-anal de evolución libidinal, que da cuenta del
mecanismo en juego para la neurosis obsesiva.
Caso clínico actual: “Del pánico a la obsesión” de Alejandra Glaze
Cita de Lacan en el texto La Tercera “El sentido del síntoma no es aquel con
que se lo nutre para su proliferación o su extinción, el sentido del síntoma es lo
real, lo real en tanto se pone en cruz para impedir que las cosas anden”.
En el historial de Freud del Hombre de las Ratas, desde el inicio del tratamiento
se expresa una neurosis obsesiva completa, en la primera consulta el paciente
ya se presenta el glosario de síntomas, representaciones y actos obsesivos.
Aquí, en cambio, encontramos una presentación en la que el síntoma obsesivo
parece construirse como punto de llegada. Se arma luego de atravesar ciertos
avatares al interior del tratamiento. Para situar el caso, hay que señalar la
lógica que la analista le imprime al construirlo, ubicando cuatro puntos
centrales:
1 📌 De la angustia a la inhibición: Se trata de un joven de 19 años cuyo
motivo de consulta tiene que ver con un “ataque de pánico”: un monto de
angustia que lo invade, que lo invade en el cuerpo, que no aparece mediada ni
ligada a ninguna representación, sino que remite a la emergencia de lo que es
nombrado como un trastorno actual, los trastornos de ataque de pánico.
Este primer momento se trata de hacer un pasaje desde ese síntoma en el
cuerpo/ angustia a la inhibición, que se presenta bajo lo que el paciente llama
“me paralizo”: así es como siente el funcionamiento de su vida que se ve
perturbada en casi todas sus actividades. Entonces, pasa desde este trastorno
de ataque de pánico -que le viene nombrado desde afuera como “ataque de
pánico”- hacia la inhibición (limitación funcional del yo). Además, en este primer
tiempo, la analista ubica y trabaja todas las perturbaciones y embrollos del
paciente en relación con la demanda. Ubica que el “paralizarse” queda ligado a
la frase “pedir de más”, que se le arma sobre todo en relación a las mujeres.
2 📌 Pasaje desde el punto de inhibición hacia lo un primer síntoma: “las
mujeres”: Comienza el trabajo de ligar la gran dificultad que se le presenta al
paciente en cómo aborda el tema de la sexualidad y su relación con las
mujeres. Es un trabajo de ligar algo con su posición fantasmática en relación
con deseo del Otro. Parece localizarse algo en el sentido del quedar “fuera de
lugar”. Esta es una cuestión que el paciente trabaja sobre sus recuerdos, en el
material que presenta al interior del tratamiento. Este quedar “fuera de lugar”
está ligado a la vertiente sintomática del “estar incómodo”. El “estar incomodo y
el “sentirse afuera” brindan la posibilidad de construir la neurosis infantil
propiamente dicha.
3 📌 Pasaje desde el síntoma de la “incomodidad” hacia el “sentirse
importante”: En tanto habla de su posición fantasmática, ubica algo en
relación al deseo, pero ya en otro punto: algo queda liberado de sus embrollos
con la demanda. Algo se separa de ese enganche al Otro, en términos de lo
que el Otro espera de él: “Cuando nadie esperaba nada de mí, me fue bien”.
Allí queda situado un momento particular dentro de su tratamiento.
4 📌 Pasaje desde la inhibición hacia el síntoma obsesivo: En un primer
tiempo apareció una angustia irrumpiendo en el cuerpo que lo llevó a consultar,
luego emergió una inhibición que comenzó a trabajar en el análisis y finalmente
se logró llegar a la estructura subjetiva del paciente articulada en torno al
síntoma obsesivo. La analista describe cómo aparece esto dentro de la cura, el
paciente comenzó a hablar de los pensamientos lo invadían: “La cabeza que no
puede parar, una máquina que tengo”. Nace la aparición de la neurosis
obsesiva como punto de llegada. No como una neurosis o síntoma obsesivo
que se presenta al inicio de la consulta (como en el Hombre de las Ratas) sino
como punto de llegada, como un síntoma que se construye al interior de
análisis mismo. Es interesante ver como ésta puede ser una modalidad de
presentación actual, donde no vemos de entrada una neurosis obsesiva
completa, sino que es algo que se arma. Y se verá como sigue, según la
singularidad del sujeto.
SEMANA 6
LDC Carpi, A Semana 6

Lecturas del sueño de la Bella carnicera

✒Freud. La interpretación de los sueños, capítulo 4


✒Lacan. Seminario 5, capítulo 20 parágrafo 2
✒Lacan. La dirección de la cura.

¿Para qué sirve el sueño de la Bella carnicera? La Histeria nos orienta sobre el
deseo insatisfecho, como estrategia para crearlo y mantenerlo vivo. La histérica
muestra su estructura en la característica del sujeto como sujeto deseante.
📌La lectura freudiana
Empecemos por la lectura que hace Freud en La interpretación de los sueños
(1900). Se corresponde al comienzo del segundo tiempo freudiano, donde
ubicamos las nociones de: inconsciente, represión, formaciones del
inconsciente, interpretación para hacer consciente lo inconsciente. En este
sueño, Freud nos habla del deseo por primera vez y su particularidad como
deseo insatisfecho, no realizado, no colmado. Este sueño le sirve a Freud para
presentar los síntomas histéricos sostenidos por la identificación y nos permite
apreciar la particularidad del deseo en la clínica.
Freud se confronta con una paciente “astuta”, que se presenta bajo la
modalidad del desafío histérico. Así como el Hombre de las Ratas había leído
Psicopatología de la vida cotidiana, la Bella carnicera conocía los trabajos de
Freud acerca de los sueños como cumplimiento de deseo. Se acercó
diciéndole que ha tenido un sueño que no coincide con su teoría en tanto
cumplimiento de deseo. Freud la invita a relatar el sueño y ella relata: quiere
dar una cena y en la heladera sólo tiene un trozo de salmón ahumado. Tras
varias dificultades, tiene que renunciar a la cena. “¿Dónde está el cumplimiento
de deseo allí?” Le pregunta. Freud responde que, en apariencia tiene razón,
pero la invita a trabajar el sueño, asociando.
🐷🍕La paciente empieza a asociar, comenzando por su marido, quien es
carnicero y está enamorado de ella. Aparece algo de lo que ella se priva hace
ya mucho tiempo: tiene deseos de comer todos los días un sándwich de caviar,
y está convencida que si lo pidiera, el marido se lo daría… pero no se lo pide
para que no se lo de. Freud dice que parece que la mujer se ve en la necesidad
de mantener un deseo insatisfecho. 
👧👗Esto también aparece en el relato con su amiga “la flaca”, de quien el
marido habla bien. Ella quien le pregunta: “¿Cuándo vuelve usted a invitarnos?
¡Se come tan bien en su casa!” (p. 166). Si recordamos el sentido en el sueño,
que es no dar una comida, el deseo de la paciente sería decirle que no a la
demanda de la amiga, no engordar a la flaca y satisfacer a su marido (a quien
le gustan las redondeces).
🐟🍣Por otra parte, Freud pregunta por el trozo del salmón ahumado. La
paciente dice que es el plato preferido de la amiga. Además, ubica que la
amiga se priva del salmón como ella del caviar. 
Ambas, rechazando su deseo de caviar o salmón, consiguen mantener su
deseo insatisfecho. Freud explica que el deseo de salmón ocupa en la
economía psíquica libidinal de la flaca, el mismo lugar que el caviar para
la Bella carnicera. Así, presenta la identificación histérica, la identificación por
infección psíquica vista en Dora y en Psicología de las masas y análisis del Yo.
Sin embargo, recordemos que este texto es previo a los mencionados. En
1900, en este sueño, ubica que la identificación histérica es la que hace
comunidad: en el inconsciente la Bella carnicera, ocupa el mismo lugar
que la flaca en el deseo.

📌La lectura lacaniana


Pasemos a la lectura que hace Lacan del sueño, que trabajaremos desde
Dirección de la cura y desde el capitulo 20 del Seminario 5, ambos son del año
1958, un año muy importante para Lacan, ya que está elaborando el concepto
de falo (también es la época del escrito La significación del falo). En esta
época, el falo es equivalente al significante de la falta.
Lacan va a tomar el deseo insatisfecho como concepto freudiano para darle
una vuelta más. Toma este sueño como paradigma de la estructura histérica,
pensada desde el deseo en tanto insatisfecho. La “Bella carnicera” es el
nombre que le da Lacan, remarcando en este sueño el deseo insatisfecho
como la modalidad del deseo que caracteriza a la histérica. Este sueño
sería ejemplar para dar cuenta del deseo en la Histeria.
Lacan señala que el deseo es deseo de deseo, no deseo de un objeto. La
histérica pone en evidencia una de las características del deseo que es la
insatisfacción (otra característica es la imposibilidad del deseo del obsesivo.) En la
Histeria se habla de deseo como deseo insatisfecho. La histérica está
siempre en relación con un deseo, pero a condición de que este no se cumpla.
❄El salmón ocupa el mismo lugar en la economía psíquica de la flaca, que el
caviar para la Bella carnicera. Pero más allá de los objetos que se traten
(salmón o caviar), hay que pensarlos como significantes privilegiados en la
cadena, ya que indican el lugar de la falta en el Otro. 
⤷ No se trata entonces de un objeto sino de significantes, lo que nos permite
decir que el deseo es siempre deseo de otra cosa. Hay “metonimia”: el deseo
se desliza en la cadena significante. 
⤷ Lacan nos dice que este sueño también es una “metáfora” de deseo, en
tanto es sustituto de un significante por otro produciendo un efecto de sentido.
Se trata entonces de un deseo que sustituye a otro: el deseo de salmón de la
amiga sustituye al deseo de caviar de la paciente. El salmón es la metáfora del
caviar, que representamos de la siguiente forma: Salmón  
        Caviar
Freud afirma que la identificación histérica se sostiene en esta sustitución, ya
que el salmón para la flaca desempeña el mismo papel y ocupa el mismo lugar
que para la paciente. Entonces, el deseo de caviar es un deseo de mujer
colmada… que no quiere ser una mujer colmada… entonces necesita una
falta, buscar algo que la descomplete para sostener la insatisfacción y
que el deseo siga vivo. 
¿Qué demanda la histérica? ¿Qué demanda la Bella carnicera? La demanda
es siempre demanda de amor. ¿Qué quiere la Bella carnicera? Quiere caviar.
¿Qué desea la Bella carnicera? Que no se lo den. Lacan dice que desea
caviar, pero en tanto que le falta.
➰❓El deseo es el deseo del Otro.
La pregunta del neurótico es siempre por el deseo del Otro. Es al Otro al que le
dirige la pregunta. Sabemos que el sujeto se constituye en el campo del
Otro y busca su reconocimiento. En la medida en que el Otro lo reconoce,
lo constituye como sujeto, pero el Otro no tiene todos los significantes.
Entonces, desde el grafo del deseo, ubicamos la Neurosis del lado de las
respuestas.
La histérica se pregunta por lo femenino, el obsesivo se pregunta por la muerte
y la existencia. Pero no hay un significante en el campo del Otro para
responder a esto. Lacan lo trabaja así: “El matema que ubica es el matema del
significante de la falta en el Otro, el significante del Otro barrado, el Otro
tachado.” Esto quiere decir que el Otro no está completo, le falta un
significante. El matema del significante del Otro barrado lo dibujamos

así: 
La noción del deseo insatisfecho y la noción de pregunta van de la mano,
enlazados entre sí, la Bella carnicera da pruebas de esto. Ella le señala al
marido su deseo, pero a la vez le indica que ese deseo no lo quiere satisfacer.
Entonces aquí tenemos que el deseo es el deseo del Otro. 
Vamos a leerlo con la dialéctica del deseo y la demanda. Lacan en La dirección
de la cura dice que el deseo está más allá de la demanda.
Necesidad 🙊, demanda 💬 y deseo 💫
Sabemos que la “necesidad” en el sujeto, en el ser hablante, está perdida
por ser sujeto del lenguaje 🙊. En el ser humano, la necesidad es puesta en
palabras: para comer hay que hablar, pedirlo con palabras. La supuesta
necesidad del sujeto se transforma en “demanda” a partir de ponerlo en
palabras💬. El bebé nace, y el que pone la necesidad en palabras es el Otro: el
bebé llora y el otro interpreta poniendo en palabras, “tiene hambre”. 
Pero no toda necesidad se puede decir, es por ello que se constituye el
“deseo”💫. Esta es la idea socrática de “solo deseamos aquello que nos falta”,
si lo tuviéramos no lo desearíamos. Cuando estamos en el campo del deseo,
siempre está la falta en juego: se desea porque hay falta 💲.
Así, la histérica misma se transforma en falta para un hombre, para que el
hombre la desee. Ella lo seduce, le llama la atención y cuando el hombre la
busca, ella se corre, asegurándose que él desee. Es lo que se llama la
sustracción histérica. La histérica se sustrae para generar el deseo.
🌊💰👀Lacan habla de Agalma, que podría representarse en los griegos como
un cofre en el fondo del mar, que hace creer que adentro hay algo valioso.
Podemos pensar a la histérica en este lugar agalmático que hace que crea que
hay algo valioso en tanto deseo. 
Sabemos que el deseo está articulado en los significantes de la cadena, pero
no es articulable en el sentido de que no puede ser puesto en palabras. Por
eso, Lacan dice que el deseo es articulado, pero no articulable.
¿Cómo se presenta la dialéctica de la demanda y el deseo en el
obsesivo?, ¿Y en la histérica? 
☛El obsesivo se evade del deseo, poniendo las cosas en el campo de la
demanda. La histérica intenta romper la demanda para hacer aparecer
algo del deseo. 
☛El obsesivo le hace la vida imposible al deseo. La histérica vivifica al
deseo en tanto insatisfecho. 
El obsesivo es especialista en matar al deseo del Otro, reduciéndolo a la
demanda. Él dice: “tus deseos son órdenes”, transforma los deseos en
órdenes, busca la completud del Otro para no confrontarse con la falta, que es
lo que lo angustia. El obsesivo intenta construir un Otro no tachado, completo;
por ello es especialista en matar el deseo del Otro.
En cambio, la histérica busca ubicar la falta en el Otro, está convencida de que
la manera de ser un ser deseante, es que ese deseo se mantenga insatisfecho.
Por eso produce situaciones en que el deseo se ponga en juego en relación
con el Otro. Se dedica a provocar el deseo del Otro para mantenerlo
insatisfecho. Es una trabajadora por el bien del deseo, por mantener vivo el
fuego del deseo. 
✒Voy a terminar con una frase de Lacan sobre el deseo, ubicado en el
Seminario 5 (página 374): “Por decirlo todo, cada cual tiene su pequeño deseo
más allá, tan solo está más o menos intensificado. Pero, en el caso especifico
del histérico, el deseo como más allá de toda demanda, es decir, en tanto
que ha de ocupar su función en calidad de deseo rehusado, desempeña un
papel de primerísimo orden. Nunca comprenderán ustedes nada de una o un
histérico si no parten de este primer elemento estructural.”
SEMANA 7
Semana 7 – Pablo Olivero

Lectura de casos. Actualidad clínica


En esta clase veremos dos casos clínicos: uno es el caso “Cristina”, de esta
semana, y el otro es el caso de “Más allá de la vitrina” de la semana 5.
Veremos estos casos teniendo en el horizonte el síntoma.
El síntoma según Miller
Para introducirlos, retomamos una definición de Jaques Alan Miller del síntoma.
La definición se ubica en uno de sus textos donde compara al síntoma con el
Dios Jano, el Dios de la mitología romana que tiene dos caras. El síntoma
tendría dos caras:
🙇💬 Síntoma-mensaje: Es una cara de verdad, que se presta al
desciframiento, a la interpretación. Se ubicaría en los registros lacanianos
simbólico-imaginarios. Es un síntoma que habla, un mensaje que se entiende al
descifrarlo.
🤐🤷 Síntoma-goce: Cara real, fuera de sentido, no se presta a la
interpretación. Hay un resto que la interpretación no puede descifrar. Ese resto
Freud lo va a llamar “resto sintomático”.
En esta lectura de casos, además de la dimensión clínica del síntoma vamos
a introducir la dimensión clínica de la fantasía. Lacan va a ubicar al fantasma
como una extracción de la fantasía freudiana, pero con una elaboración más
compleja. Lo que nos interesa destacar en la lectura de los casos, es la
implicancia de la fantasía en el síntoma. Como decía Freud: los síntomas
se encuentran determinados por la fantasía
❓ La clínica de la pregunta
Seguiremos dos vertientes: una es la clínica de la pregunta y la otra es la
clínica de la respuesta, en tanto el objeto está en el fantasma. Haremos más
énfasis en la primera.
Lacan, en su primera época, si bien pone en juego el síntoma en la clínica de la
pregunta, también trabaja otros ejes como: el deseo, la identificación, el lugar
del padre y la pregunta. Son ejes que hemos visto anteriormente en relación
con la estructura histérica y la obsesiva. 
Para comprender la clínica de la pregunta hay que recordar que las neurosis
tienen inscripto el significante del Nombre del Padre, por lo que es posible la
metáfora paterna. 
Cuando un sujeto se dirige al Otro, al campo del Otro, en el horizonte tenemos
una pregunta que Lacan ubica como “¿qué me quiere?”. Lo hemos visto en el
desarrollo de la metáfora paterna en relación con el deseo de la madre: ¿qué
quiere el deseo de la madre? El deseo de la madre es un antecedente de lo
que Lacan ubica más adelante como el deseo del Otro. Ese deseo que
implica un vacío de sentido, un Otro en falta, tachado. 
Esta pregunta sobre el deseo de la madre y sobre el ¿qué me quiere? tiene
una respuesta: el Edipo (que no es una respuesta completa sino fallida). Y esta
pregunta va a tomar diferentes formas según se trate de una neurosis histérica
o de una neurosis obsesiva. En la histeria va a estar dirigida a la feminidad,
y en la neurosis obsesiva va a estar dirigida a la propia existencia en el
mundo, relacionada a la muerte.
🤔 ¿Qué implica hacerse una pregunta? 
Lacan en el Seminario 3 ubica que en el neurótico la pregunta está
amordazada y es secreta, está dormida. Por más que el sujeto se haga esta
pregunta, lo hace sin saber de ella. Es verdad que esta pregunta se puede
hacer desde el Yo. Pero recordemos que el Yo desconoce la división subjetiva,
por lo que es posible que esta pregunta -secreta y amordazada- se despliegue
desde el síntoma. 
Podemos articular esa cara del síntoma que habla, que quiere decir algo, el
síntoma como mensaje. Es a partir del despliegue de esta pregunta que
podemos ubicar a la cara del síntoma como mensaje. Este despliegue de la
pregunta en el síntoma, Lacan la va a desarrollar en términos de movimientos
dialécticos: Se parte del planteo de una pregunta, se posibilita una inversión
dialéctica y se origina un nuevo desarrollo de verdad.
Todo sujeto llega a análisis con una hipótesis o un saber sobre su
padecimiento, y ese saber está, de algún modo, al servicio de su satisfacción.
Por eso, conmover alguno de estos saberes (por ejemplo, produciendo una
inversión dialéctica) tiene un impacto directo, en el tipo de satisfacción que
tiene el sujeto en el síntoma. Es decir, donde la pregunta se desencadena las
cosas no vuelven a ser como antes, ya que implican un nuevo desarrollo de
verdad. Principalmente, porque el sujeto se involucra, haciéndose responsable
de una satisfacción que obtenía.
Cuando la pregunta en relación con lo femenino de la histeria se hace desde el
Yo, nos encontramos con una respuesta anticipada. En Dora esto se puede
ver en el lugar que ocupa “la otra” mujer, en este caso la señora K. Dora le da
ese lugar: es la señora K “la que sabe” sobre la feminidad; para Dora ella
es una verdadera mujer. Es el lugar que tiene “la otra” mujer en la neurosis
histérica.
Es por esto que se puede enlazar la pregunta con el deseo insatisfecho. En la
histeria se mantiene el deseo insatisfecho, suponiendo en el horizonte la
satisfacción de otra mujer. Esto le sirve como estrategia, para que sea la otra
mujer la que responde por el enigma de la feminidad. Aquí nos encontramos
con una respuesta anticipada, que le otorga a otra mujer un saber, que
responde al enigma sobre la feminidad.
Entonces cuando se despliega la pregunta en el síntoma estos se ponen a
hablar, entonces es posible el descifrado. Esta es la cara del sentido del
síntoma, la cara de los desarrollos de verdad. Esto se puede ver en la tos de
Dora, que -además de ser una identificación- abre el terreno de la fantasía,
implicada en ese síntoma. 
El síntoma como compuesto. 
El síntoma para Freud tiene múltiples sentidos, pero al menos uno de ellos
realiza la relación sexual. Nuevamente aparece la importancia de la función de
la fantasía en el síntoma, como aquel elemento que permite soldar lo pulsional
con un sentido. Mejor dicho, la fantasía es lo que permite darle un marco a
eso pulsional, una escena y, a su vez, agregarle un objeto a la pulsión (la
cual carece de objeto predeterminado).
👻 La clínica de la respuesta. 
El fantasma es una respuesta -como comportamiento- ante la pregunta que
suscita el deseo del Otro. Lo interesante es marcar que, a diferencia de la
clínica de la pregunta, esta respuesta no es en términos significantes, sino
a partir de la prevalencia del objeto en el fantasma. 
En los casos de esta clase, vemos cómo se trabaja la dimensión clínica del
síntoma, luego de que la pregunta se despliega (en el síntoma). La pregunta se
despierta y el síntoma se trabaja bajo transferencia, lo que permite la
interpretación y el descifrado, es decir: la vertiente del síntoma como mensaje. 
También, en los casos se trabaja la dimensión clínica de la fantasía, para que
el sujeto logre percatarse de qué es lo que cubre la fantasía, de qué lo protege.
Una vez tocada la fantasía, puede surgir el confrontamiento del sujeto con los
restos sintomáticos, con ese goce que está presente en la cara real del
síntoma. La cara del síntoma como goce. 
Para llegar a esta cara real del síntoma, primero es necesario pasar el
síntoma-mensaje y su articulación con la fantasía.
💦 “Cristina”
Pasemos ahora a los casos, en los que vamos a ubicar algunas cuestiones
muy puntuales sobre la clínica de la pregunta. El caso que nos compete esta
semana es un caso de histeria donde la paciente se presenta con un síntoma
que la hace padecer de cierta urgencia a orinar. En ausencia de su partenaire,
aparece un fantaseo con una otra mujer, donde esta otra tiene el lugar de la
que responde el enigma. En esa otra mujer aparecería la satisfacción. 
Este es, justamente, uno de los puntos que la paciente ubica en sus
dificultades sexuales con su partenaire. Su insatisfacción sexual y el fantaseo,
le permite armar una “otra” que sí, sabe de satisfacción, esa otra se satisface.
Ese lugar donde aparece la función de la otra es uno de los puntos a
destacar. 
La paciente localiza el síntoma: este aparece cada vez que se separa de
alguien, o cuando alguien está alejado de ella. En análisis, surge la pregunta:
¿Por qué aparece este síntoma cuando el otro se aleja? Se despliega la
pregunta en el síntoma dando lugar al síntoma transferencial, que va a
hacer surgir un descifrado de recuerdos y escenas. 
A partir del despliegue de este síntoma, se vuelve posible localizar el síntoma
de la neurosis infantil, como así tambien el lugar del padre; que estaba
idealizado desde el amor, pero también se ve el punto de caída de este padre y
la elección amorosa -de objeto- de la paciente en relación con ese punto de
caída.
Hay un acontecimiento importante en donde su partenaire está más cercano.
Esto hace vacilar ese fantasma que ella ponía en juego: el fantaseo en relación
con la otra mujer, que lo ponía en juego en ausencia. Esa fantasía tenía como
condición el alejamiento del otro, por lo que ya no puede apelar a ella, entonces
se encuentra con el factor sexual, se plantea qué le ocurre a ella con la
sexualidad. 
La sexualidad aparece como un factor discordante, porque se recrudecen los
síntomas en este punto. Veremos que hay un cambio en las condiciones del
síntoma: antes, el síntoma se producía cuando el otro se alejaba y ahora hay
una cierta inversión. Hay que percatarse de esto: el síntoma aparece cuando
el otro llega, cuando ella llega o está por llegar. Esto permite una apertura
de un nuevo enigma en relación con el goce, comenzando a develarse el
punto de satisfacción anudado al síntoma.
Este trabajo del síntoma transferencial permite arribar a una escena
fundamental, donde se puede ubicar la función de la fantasía en relación con
enmarcar lo pulsional. Y, por otro lado, se presenta el agregado de un objeto a
esa pulsión. Una vez que se toca esa fantasía, esa escena infantil, es posible
que surja lo que Freud denomina “restos sintomáticos”. Estos resisten a la
interpretación, es aquello que no es posible descifrar. Aquí se ubica el sueño
del “desborde acuático”, eso que insiste y no logra ser descifrado. 
Este trabajo en análisis -a partir del síntoma y la implicación de la fantasía en el
síntoma- permite que la paciente pueda soltarse en lo sexual y habitar lo
femenino, sin necesidad de recurrir a este fantaseo con la otra.
👀 “Más allá de la vitrina” 
Este caso tiene coordenadas diferente, no todos los elementos vistos en el
caso anterior van a estar. En este caso, hay una prevalencia de la mirada y de
un significante (vitrina); que, por un lado, marca la relación con el goce de la
paciente y, por otro, condensa el mostrar y el esconder, que son sus
comportamientos en todo el caso. 
Aquí también hay un acontecimiento que hace vacilar la modalidad mostrar-
esconder (la imagen de belleza que le permite cubrirse): es un encuentro con
una otra mujer que le permite un instante de ver. Un instante presente en el
fantasma, donde la paciente puede “ver” -más allá de la imagen de belleza y el
amor que recubría esto- una escena fundamental: Su infancia, justamente,
está marcada por la mirada materna. 
Después de este trabajo en el síntoma y luego de tocar la posición
fantasmática de la paciente; fue posible ver que el síntoma que había
aparecido inicialmente, en relación al cuerpo, pudo ceder. También fue posible
producir un encuentro con un partenaire, de un modo donde no estuviera tan
implicada la mirada.

SEMANA 8
LDC Liberman, D Semana 8

✒Naparstek F., La época actual y la psicopatología 


✒Bousoño, N., Una culpa gorda. 
✒Gasbarro C., Habilitar al sujeto: una orientación del psicoanálisis aplicado.
Lecturas de casos. Actualidad clínica
Vamos a leer la actualidad del síntoma. El texto de Fabián nos va a introducir
en las nuevas modalidades en que se presenta el síntoma, y las consecuencias
que tiene la época en lo que respecta a las patologías y el síntoma.
El texto de Naparstek nos invita a ir a un texto freudiano, Tótem y Tabú, en el
cual Freud nos plantea el origen de la cultura. Ahí, plantea el mito de la horda
primitiva, la cual estaba dirigida por el protopadre, quien gozaba de la
satisfacción plena, de todas las mujeres. En función de esto, se organiza un
pacto entre hermanos (hermandad) en la cual se planifica el asesinato del
padre y la comida totémica, la cual se basa en ingerir, en incorporar al padre y,
por ende, la ley. Entonces, la ley se instaura y todos pactan someterse a ella:
“Ninguno gozara de ese lugar de satisfacción plena que gozaba este
protopadre”. 
Freud orienta a pensar que la cultura se basa en la renuncia a la satisfacción
plena, en una prohibición; para formar parte de la cultura, es necesaria una
renuncia a la satisfacción plena. El beneficio de formar parte de la cultura es
que va a dar un orden de convivencia; va a instaurar distintos tiempos.
A la incorporación de la ley paterna y la renuncia, Freud le otorga un valor
libidinal, que se va a sostener en la economía de la satisfacción que dictará dos
tiempos:
🚫 Un tiempo de prohibición, de postergaciones, de renuncia en pos de
grandes ideales
🥳 Un tiempo de fiesta en el que está permitido lo prohibido, un tiempo de
exceso -de tiempo acotado- en el cual se pueden infringir las leyes, en el cual
se da rienda suelta a la satisfacción.
Ejemplos: el carnaval se realiza en una determinada parte del año, hay que
atravesar todo el año para llegar a esta fiesta, que dura un tiempo determinado,
donde se puede lo que no se podía, se juega a disfrazarse y a ser otra cosa. 
En la semana, de lunes a viernes, se tiene un determinado horario para hacer
las cosas, una rutina, y el fin de semana es el tiempo del descanso, de la fiesta,
de hacer otra cosa, de romper con lo estipulado que se da durante los días
hábiles. 
☛De este tiempo de fiesta (que es para todos, que implica un exceso y que
está estipulado de inicio a fin) queda un resto que propicia la próxima fiesta.
📌Entonces, la cultura regula, bajo la Ley del Padre, el tiempo de las
prohibiciones que incluye el tiempo de fiesta, que también está regulado.
La época actual supone una inversión de los tiempos: Hay una caída de la
autoridad, de las creencias, hay un fuerte cuestionamiento a las instituciones
hegemónicas que regulaban la vida (matrimonio, patriarcado, leyes, etc.).
Lacan lo había advertido muy al inicio de su enseñanza, la decadencia de la
figura paterna y de la ley del Padre, que se fue acentuando en estos últimos
años.
Hay una inversión de los tiempos con un predominio en el exceso, con la idea
de que con este exceso se puede lograr una satisfacción plena, total. Se
empuja continuamente a este exceso. Se intenta que el tiempo de fiesta que
antes estaba regulado, empiece a desmarcarse de estos límites,
proponiéndose como ilimitado e interminable. Refiere a la fiesta que dura días,
que no se concluye, con las consecuencias que acompaña y con lo que a
nosotros nos respecta: el síntoma.
🙇Presentaciones del síntoma en la clínica de la época de la decadencia
del NP
El síntoma tiene un modo de presentarse diferente al tiempo freudiano. Son
síntomas que, en principio, no responden a un sentido. Son sujetos que al
consultar están identificados a las patologías de la época, a significantes de la
época: toxicomanías, alcoholismo, anorexia, bulimia. Son nombres que la
época brinda a las patologías actuales. Los sujetos cuando consultan, muchas
veces, vienen identificados con este nombre, con este significante de la época.
Freud describe al padre como una “función” que pasa al niño a través de la
versión materna: la versión del padre es transmitida a través del discurso
materno, a través de lo que la madre dice del padre, es la versión que ella tiene
del padre (por ejemplo, un padre impotente, idealizado, al que hay que temer,
etc.). Muchas veces estas versiones no coinciden con la versión de carne y
hueso, lo cual se verifica en la clínica: hay un determinado momento donde el
sujeto se despierta y dice: “esto que siempre creí nunca fue, o no es tal cual lo
creía”. 
Lacan retoma esto y propone el tercer tiempo del Edipo, el “no” del padre. Es
importante que el padre esté encarnado en carne y hueso; no importa tanto
quien es el padre biológico, sino que cumpla la función para el niño (lo veremos
con detenimiento cuando abordemos el caso Juanito y los tres tiempos del
Edipo).
En la época actual nos encontramos con patologías que Freud denominó
neurosis actuales, consideradas el “grano de arena” sobre el cual se monta el
síntoma. Si responden a la ausencia de deseo, las llamamos “neurastenias”; si
responden a la angustia las llamamos “neurosis de angustia”. Hoy en día, los
manuales la denominan “ataques de pánico”. Nosotros las leemos bajo esta
rúbrica freudiana.
📌Retomando, los síntomas en principio no estarían articulados al Nombre
del Padre y a la significación fálica, sino que habrá que hacer un trabajo
para que empiecen a cobrar un sentido y se anuden a ellos. Son síntomas
que no tienen un sentido para el sujeto, son “cosas que pasan”.
Entendiendo al síntoma como compuesto, verificamos que los actuales se
ubican más del lado pulsional, del lado somático; por lo que va a ser necesario
ponerlos “en forma” para que puedan ser analizables, para que dialecticen, que
cobren alguna significación fálica y se anuden al Nombre del Padre. 
Esta puesta en forma va a requerir de la obra del analista, de un análisis: es
necesario que el síntoma tome la forma de un enigma, de una pregunta, “algo
quiere decir”: ¿por qué me pasa esto? Se debe pasar lo pulsional al campo del
Otro, al campo de una pregunta, de un historizar. Se busca que cobren
significaciones para el sujeto, que este le pueda dar un sentido a eso que le
pasa.
La maniobra del analista, entonces, es hacer pasar este síntoma originario y
transformarlo en un síntoma artificial bajo transferencia para que cobre otro
sentido. Se debe pasar al síntoma autístico al campo del Otro. Esto lo veremos
con el contrapunto de los casos clínicos de esta clase.
🐷Casos clínicos
Son dos casos actuales de mujeres jóvenes que tienen entre 30 y 33 años.
Consultan por obesidad, identificadas al significante de la época: “ser gorda” o
“ser obesa”, significante que las  nombra y atrapa. En ambos casos,
encontramos el “no poder parar”, dicho de diferentes formas en el discurso de
cada una, esto refiere al modo de nombrar lo ilimitado de la pulsión, que pide
más y más, que cuanto más se le da más pide (circuito pulsional).
☛ En un caso se tratará de atracones, en el otro de comer hasta que “no entra
nada más”. Identificamos al objeto alimento indiferenciado, no hay un tipo de
alimento que se quiere, sino que es un comer vía atracón o hasta que no entre
nada más.
La compulsión (comer interminable) responde a la exigencia pulsional ilimitada.
El límite no es subjetivo, no está del lado del sujeto. No está del lado del sujeto
el decir que “no”, “basta”, el freno; sino que está en otro lado, en que “no entra
más”. 
En ambos casos, la zona privilegiada es la zona oral; que pone al descubierto
la cara muda del síntoma, lo pulsional, lo somático. El síntoma actual deja ver
la cara de la exigencia pulsional.
☛ La intervención del analista estará orientado a introducir, habilitar la palabra,
hacer hablar esto pulsional, historizarlo, enigmatizar, hacer una pregunta. Se
trata de intentar poner en la cadena significante esto fijo, esto que insiste, para
que pueda ser dialectizado, posibilitando que las sujetos pongan sus propias
significaciones, sus sentidos, sus razones. Freud y Lacan ya lo advertían: las
significaciones siempre son fálicas, es decir, tienen un sentido fálico, refieren
siempre a la constitución edípica (refiere al padre, a la madre, a las
identificaciones).
☛ En ambos casos, el padre aparece por la vía de los regalos: en un caso,
habilita el regalo del padre por vía del amor a servirse de este padre, a tomar
este don, esto que da el padre, a elevarlo en un lugar para la sujeto que va a
pivotear su vida alrededor de esto y va a poder proyectar y construir una vida.  
Al comienzo del análisis se encontraba aplastada y gracias a este se produce
un viraje hasta servirse del padre, ponerlo a su servicio, hacer uso del don del
padre. 
En el otro caso se encuentran los regalos desmedidos del padre a los que la
paciente, vía análisis, puede decir que “no”. Se habilita a limitar los regalos del
padre, que ni quería ni pedía. Se trata de ubicar un limite a lo ilimitado paterno,
que le permitirá distanciarse de esta identificación al rasgo al padre en lo
ilimitado. (El regalo ilimitado, excesivo, sin fin del padre, en ella se manifiesta
en el comer excesivo). A partir de que puede limitar al padre -decirle “no”-
puede servirse de él.
☛ En ambos casos, el análisis posibilitó tomar la palabra en las sujetos. En un
caso, será verificar que puede hablar sin la influencia del alcohol, sin esta
muleta o ímpetu. En el otro caso, cuando la analista le señala que con la
gordura “apaña” la insatisfacción de la cual se queja (esta inversión dialéctica
que produce un tapón), le posibilita pronunciarse, empezar a hablar de su
propia insatisfacción; entonces hay algo del deseo que empieza a funcionar y
deslizarse. En este segundo caso, también está la identificación a la madre:
una madre silenciosa, con plena gratitud, el “no decir nada” al padre. Se verifica
que puede separarse de esta identificación para posibilitar otra cosa. Pasa de
“ser una vergüenza”, a “tener vergüenza” de la mirada de un hombre.
☛En ambos casos, se pasa de “ser una nada” a “tener una culpa”, referida a la
gordura. Se produce un efecto terapéutico significativo: al comienzo, se percibe
el goce pulsional, solitario, autístico, sin lazo al otro y luego se produce el
pasaje a sintomatizar la obesidad; lo que implica poder hablar de eso
apuntando a la propia subjetividad. Los kilos, la gordura, la obesidad: significan
para cada una lo propio, lo singular, lo referido a sus propias marcas. Cuando
algo de esto se mueve el efecto terapéutico que acompaña, es la pérdida
significativa de kilos.
La época actual, entonces, requiere de la puesta en forma del síntoma: pasar
del síntoma original al síntoma bajo transferencia, que va a permitir
dialectizarlo, sintomatizarlo, poder empezar a hablar de él y ubicarlo en otro
lugar.

SEMANA 11
Semana 11 – CLC 
✒Tarrab. Producir nuevos síntomas
✒Berger. Del ataque de pánico a la angustia como brújula.

Lecturas de casos: Actualidad clínica


Introducción
Las clases de esta semana inauguran el último trayecto de la materia. A partir
de ahora, entraremos en la última unidad temática, en la que vamos a abordar
fobias y perversiones, junto con un articulador central: la angustia.
En este espacio, hemos estudiado las estructuras neuróticas (histeria y
neurosis obsesiva) siguiendo la pista del síntoma. En este trayecto de la
cursada daremos continuidad a ese trabajo.
Iniciaremos esta unidad temática trabajando sobre la actualidad clínica. Esto
representa una novedad ya que anteriormente partimos de casos clínicos
clásicos de los historiales freudianos. Ahora, en cambio, vamos a trabajar en
torno a la pregunta de ¿Cómo leemos la clínica actual?, ¿Cómo se presentan
los nuevos síntomas?, ¿Cómo se abordan estos? Estas preguntas ya se
habían enunciado alrededor de la Semana 8, en el video del CET y el espacio
de Teóricos. Allí se habían planteado cuestiones en torno a la época actual y el
síntoma-goce, que son líneas que están muy en continuidad con el planteo que
hace Tarrab en su texto. Retomaremos esas líneas, dando un paso más en la
pregunta por los síntomas actuales. Les propongo pensar lo actual en la clínica
no sólo en relación con la época, sino también en torno a aquello que Freud
conceptualizó como “Neurosis actuales”. ¿Qué relación podemos establecer
entre estas dos vertientes?
Tarrab. Producir nuevos síntomas
El texto de Mauricio Tarrab surge de una conferencia que da en el año 2005,
en el marco de unas Jornadas que centraban su trabajo en el tema de las
nuevas angustias y los nuevos síntomas. Allí, va a retomar el trabajo sobre tres
cuestiones centrales que pone en articulación: época, nuevos síntomas y la
novedad lacaniana.
☛ Época: En relación a la época, el autor advierte que se trata “de la época del
rechazo del saber, de la decadencia de las referencias ligadas al ideal, de la
vacilación de los semblantes en la cultura”. Señala que se trata de un “mundo
escéptico, increyente respecto de la eficacia del saber y cada vez más cínico”.
Recuerden que Eric Laurent hablaba época actual en relación con la caída de
los grandes relatos. Hay que decir que esta caída, esta vacilación, la puesta en
cuestión de las referencias simbólicas, tiene incidencia en la configuración de
los síntomas, así como también en la eficacia de los abordajes terapéuticos, los
tratamientos. Estas son las dos líneas que el texto propone a continuación.
La descripción que realiza de los nuevos síntomas está muy en sintonía con lo
que veníamos trabajando en la cátedra como síntoma-goce. Es decir, se trata
del síntoma que no pide nada, que se basta a sí mismo, que es fijación de
goce y no se dirige a Otro. Se trata de un “puro goce”, “que no sirve para nada”,
goce que se presenta opaco, y que no va acompañado ni recubierto por ningún
sentido. Se trata de la presentación de ese duro núcleo pulsional sin ningún
recubrimiento, sin envoltura. 
Recordarán la metáfora que Freud propone en el caso Dora, sobre el grano de
arena en torno al cual el molusco forma la perla. Aquí no encontramos perla.
Son síntomas que van a contramano de la vertiente simbólica (no invitan a
pensarlos como un mensaje a descifrar).
☛ Nuevos Síntomas: Tarrab propone una serie de estos nuevos síntomas:
toxicomanía, anorexia, bulimia y ataques de pánico. Además, señala la
proliferación de las variadas formas de manía y la inercia de la depresión.
Estos nuevos síntomas, que pertenecen a la época actual, no pueden ser
leídos desde la fórmula del síntoma como compuesto (donde la fantasía es el
marco que permitía sostener juntos -mediante una soldadura- aquellos
componentes heterogéneos del síntoma: pulsión y sentidos).
Nos encontramos con síntomas que rechazan el inconsciente y prescinden del
Otro. En este punto, nos acercamos a lo que Freud planteaba como los
síntomas de las “Neurosis Actuales”. Recordaran que, en determinado
momento, él distingue “Neurosis de Transferencia” de “Neurosis Actuales”.
Estas últimas, son neurosis que se caracterizan por presentar síntomas que no
son producto de un procesamiento psíquico. Allí no hay conflicto inconsciente,
ni instancias en pugna, no hay represión, ni su fracaso. Nos encontramos con
los síntomas que son, más bien, efecto directo (no mediado por procesamiento
psíquico) de un quantum de tensión sexual somática, no derivada de la manera
adecuada. Freud señala que estos síntomas son inasequibles al tratamiento
analítico (ya que no cuentan con tramitación psíquica ni hablan en el
inconsciente) 
☛La novedad lacaniana: Los síntomas de la época actual, también ponen
límite a la eficacia del psicoanálisis, evidenciando los límites de nuestra
práctica. En este punto Tarrab introduce “la novedad lacaniana”: la apuesta del
psicoanálisis por hacer entrar esos síntomas al campo analítico, pese a su
resistencia. 
↳♆ La novedad lacaniana ha permitido construir una clínica posible de estos
síntomas, una clínica que no será la del desciframiento: “a mi juicio no hay
desciframiento de la anorexia ni de la intoxicación, ni del pánico, ni de la
computadora, eso no se descifra”. Este es el punto de detención que él va a
ubicar en la operación freudiana; es decir, que si se intenta descifrar estas
prácticas -que son “más prácticas que sentidos”- vamos hacia el fracaso. 
Por el contrario, se trata de producir un corte en el funcionamiento de estos
síntomas, de conmover algo de esa fijación de goce, propiciando que estas se
enlacen a un Otro y que algún sentido se pueda hacer oír allí. El autor lo dice
de esta manera: “Si la época, si los síntomas actuales resisten al discurso, la
apuesta analítica es hacer que se traduzca en términos de saber, lo que se
realiza como goce. La apuesta es hacer entrar algo de eso que no quiere
saber, en el campo de una interrogación”.
Una joven que no era Otaku: Esta manera de leer la clínica y las maniobras
que involucra, se evidencian muy bien en las viñetas que forman parte del
texto. En “Una joven que no era Otaku”, se ve muy bien cómo hay una
maniobra inaugural: aquella donde el analista enfatiza, casi al extremo, esas
pocas palabras que la muchacha joven enuncia. Ella dice que se considera “un
caso perdido” y que cree estar “inutilizada”. A partir de la maniobra de enfatizar
esas pocas palabras, alguna interrogación puede empezar a desplegarse.
Tres cuestiones más respecto de la novedad lacaniana. (Decíamos que
consiste en haber construido una clínica posible para abordar los nuevos
síntomas) 
↳♆ Es una clínica que se caracteriza por no ser una clínica del consumo.
Esto quiere decir que es una clínica que no des-responsabiliza a los sujetos, ya
que, de esa manera, los tornaría inanalizables. 
↳♆ No se sirve de categorizaciones y tratamientos predeterminados y
estandarizados. Es una clínica que preserva la heterogeneidad, que va
contramano del empuje homogeneizante de la época, constituyendo una clínica
de lo singular. 
↳♆ Finalmente, se trata de una clínica que conviene ser leída a la luz de la
última enseñanza de Lacan. Porque es allí donde encontramos las
herramientas conceptuales que nos permiten orientarnos respecto de las
maniobras que hay que producir, para que esos nuevos síntomas consientan
ser abordados por un tratamiento analítico.
Berger. Del ataque de pánico a la angustia como brújula.
Tenemos, por un lado, los nuevos síntomas y la novedad lacaniana por otro. El
tercer eje surge de la lectura del caso de Andrea Berger. Se trata de extraer del
conjunto de los nuevos síntomas a la angustia, cuando esta se hace presente
bajo la forma del ataque de pánico.
😱 El ataque de pánico es un diagnóstico bien actual que nombra una de las
formas bajo las que se presenta aquello que Freud describió en 1894 como
“Neurosis de Angustia”. Freud define las Neurosis de Angustia como un
complejo de síntomas que se agrupa en torno a ese síntoma central, la
angustia, que da el nombre al cuadro clínico. Dentro de este complejo de
síntomas, se destacan: la irritabilidad general, la expectativa angustiada, el
ataque de angustia, el terror nocturno, el vértigo y el mareo.
En el inicio del caso clínico nos encontramos con muchos de estos índices,
como parte de la descripción inicial de su padecimiento. Se trata de episodios
que le producen un sobresalto, taquicardia, sudoración, falta de aire y mareo.
Lo resume de esta manera: “un tsunami que me pasa por encima”. 
📌Se trata de la angustia en su cara de angustia fisiológica o automática,
que irrumpe de manera totalmente imprevista y deja al sujeto pasivizado,
desvalido, frente a un exceso de excitación imposible de tramitar por el
aparato. Lo que se verifica en ese momento es la ausencia de palabras,
de representaciones, de significantes que puedan nombrar de alguna
manera a esa angustia.
Hay un detalle del caso, de la presentación clínica, donde nos detenemos: la
demanda de análisis no se produce por los ataques de pánico, sino que es
producto de la derivación del psiquiatra, quien inicialmente atiende a esta chica.
La demanda de análisis se produce en torno al malestar que a ella le genera la
intervención del psiquiatra que va en contramano de la primera intervención: la
de su padre. Éste le da una medicación para que ella se alivie, y el psiquiatra le
contraindica su uso, ofreciéndole otra. Sobre estas coordenadas, sobre “esta
célula inicial”, el trabajo analítico se comienza a desplegar. Este le permite
hacer una lectura de esos episodios a la luz de su historia y se va enlazando
esa vivencia disruptiva y paralizante con algunos sentidos. Se verifica la
insistencia de un mismo circuito: la puesta por complacer al Otro, por colmar su
deseo, haciéndose ella objeto; lo que la deja paralizada, mareada y encerrada.
Esta elaboración de saber se produce en análisis, y la habilita a ciertos
cambios. 🚦❗Finalmente, los ataques de pánico ceden, pero subsiste la
angustia bajo la forma de una inquietante extrañeza, angustia que ya no es esa
angustia automática, sino que es la angustia en su cara de señal: señal,
advertencia, de un peligro que permite un uso instrumental. Es una
angustia que orienta, por eso, es una angustia que nombramos como “brújula
de lo singular”. Orienta y permite hacer la extracción de esa causa singular a la
que hacía referencia Mauricio Tarrab.
Retomamos una frase del caso de Andrea: “la angustia, una función clave que
nos orienta en la construcción de un síntoma”. La orientación es, entonces, a
producir nuevos síntomas en transferencia, que sean abordables por el
discurso analítico, que supongan la presencia de un enigma que habiliten a la
interrogación, a desplegar un sentido, y que sea posible entonces, ponerlos al
trabajo en relación con un Otro.
SEMANA 12
LDC Rago, S Semana 12

✒Freud S. (1909), Análisis de la Fobia de un niño de cinco años

El síntoma fóbico en el caso Juanito

El lugar de la Fobia en las nosografías freudianas. 


Freud habla de las Fobias en este segundo momento de su nosografía
ubicándolas dentro de las Neurosis de Transferencia, junto a la Histeria y la
Obsesión. Esto ya nos dice algo en relación a la formación del síntoma fóbico,
ya que no se trata del síntoma sólo en su cara pulsional, como sucede con las
Neurosis de Angustia (pertenecientes a las Neurosis Actuales). 
El síntoma fóbico se trata de un síntoma-mensaje, un síntoma que llama al
Otro, que quiere decir algo. En realidad, tenemos que ubicar que Freud piensa
a toda neurosis como mixta: siempre hay algo de “actual” en toda neurosis,
entendiendo por actual a esa energía no ligada que no puede ser tramitada por
el aparato. Es decir, que lo simbólico siempre va a tener una limitación, no toda
la energía va a poder estar ligada. 
Esto lo vemos en el caso Juanito en las “fantasías conclusivas” que se ubican
como lo que dan cuenta de cierta cura. Freud ubica que allí queda un resto no
solucionado. Dice que todo saber es un fragmento y que, en cada estadio,
queda un resto no solucionado.
En el historial de Juanito (1909), Freud se refiere a la Fobia como “Histeria de
angustia”, porque allí opera el mismo mecanismo psíquico que en la Histeria,
salvo en un punto. Se parece en que la represión, escinde la representación
inconciliable del monto de afecto. Pero, mientas que en la Histeria el afecto va
al cuerpo, en la 6Fobia, se libera como angustia. Acá se observa lo que Freud
va a plantear en el texto Lo inconsciente (1915), donde dice que primero ocurre
el mecanismo de la represión y, luego, el monto de afecto se muda en
angustia. Más tarde, en Inhibición, síntoma y angustia (1925) lo revierte:
plantea que primero está la angustia y que luego opera la represión.
La Fobia en el historial de Juanito
Volviendo a Juanito, hay que ubicar a qué lugar viene la Fobia. Como primer
punto, el surgimiento de la angustia aparece en lo que sus padres refieren
como “perturbación nerviosa”. 
Pero, previamente, tenemos que ubicar que hay un tiempo donde Juanito no
presentaba ningún temor: era el tiempo donde se corroboraba la premisa
universal del falo (PUF: Como si dijéramos que “todo el mundo goza de la
misma manera”, una teoría delirante). Este tiempo es previo a la irrupción de la
angustia. Es un tiempo donde no hay diferencias, donde hay juegos con la
madre, donde ella está todo el tiempo, Juanito está tomado por la madre. Este
tiempo se puede seguir en el Capítulo 1 del historial, donde no hay miedo ni
angustia. 
Entonces Freud se pregunta: ¿Por qué aparece la angustia? Él va a dar dos
intentos de respuestas que mucho no lo convencen:
✂🍆 Amenaza de castración: La madre le dice a Juanito que, si se sigue
tocando, le van a cortar el hace-pipí.
👶❌Nacimiento de la hermana de Juanito
Son dos situaciones que se complementan porque, para que la amenaza tenga
efecto, se tiene que sumar la visión de que alguien no responda a esa premisa
universal del pene, es decir, que alguien no lo tenga. 
En estos dos intentos de respuestas, hay una cuestión cronológica porque esas
situaciones habían aparecido un año antes, de la irrupción de la angustia. Esto
no le cierra a Freud, pero sigue avanzando. Quedará un impasse freudiano
(que luego retomará Lacan). 
📌Lo que tenemos que ubicar, es que la angustia aparece como energía
libre que, en un momento posterior que se va a ligar a algo. 
Tenemos una angustia inespecífica en Juanito, que luego se va a ligar al miedo
a que un caballo lo muerda (aquí el objeto del miedo es el caballo). En Juanito,
la acrecentada ternura por la madre sucumbe a la represión y este afecto
liberado se vuelca súbitamente en angustia. Angustia que corresponde a una
añoranza erótica, reprimida, que al principio carece de objeto (y por eso es
angustia y no miedo). 
Freud agrega que aunque la añoranza por la ternura de la madre, pudiera ser
satisfecha, la angustia persiste. Juanito sigue angustiado, a pesar de poder
estar con su madre.
Freud agrega otro punto: los estados de angustia tampoco son provocados por
la masturbación. No aparece angustia por obtener una satisfacción; la
masturbación no provoca angustia.
😱 ☛Angustia traumática: En un primer momento la angustia irrumpe en el
aparato, sin estar ligada a nada. Esto tiene que ver con lo que Freud denominó
angustia traumática (no lo nombra así en este texto, es una conceptualización
posterior). 
🚦 ☛Angustia señal: En un segundo momento, el aparato va a tramitar algo de
la angustia, que se va a poder ligar. En el caso de Juanito, se liga a un objeto
específico: el caballo. Así, lo que aparece cuando Juanito dice: “el caballo me
morderá”, tiene que ver con una angustia señal, se prenden las alarmas. 
Si bien sigue estando el impasse freudiano de por qué aparece la angustia,
tenemos que resaltar que: tenemos una energía liberada por el mecanismo de
represión, que se muda en angustia. Y luego, con la Fobia, se va a ligar a un
objeto; es decir, entra al campo psíquico y se puede empezar a desplazar.
La Fobia como solución
La Fobia es un síntoma. Implica el pasaje de esa energía libre -mudada en
angustia-, al armando de un síntoma fóbico, que permite una localización. 
Con el síntoma fóbico (el miedo a los caballos), Juanito sabe por dónde ir y por
dónde no: el armado del síntoma fóbico permite una localización. Lacan va a
decir que la Fobia arma una “geografía del espacio”. Así como el síntoma
histérico localiza algo en el cuerpo (“geografía corporal”) y la neurosis obsesiva
arma una localización en el pensamiento (“geografía del pensamiento”), el
síntoma fóbico arma una “geografía del espacio”.
Podemos establecer una diferencia más respecto a los otros tipos clínicos de
neurosis (sobre todo con respecto a la neurosis obsesiva). 
☛En la Fobia, el afecto liberado se liga a un sólo representante: el caballo.
En la neurosis obsesiva, se va desplazando de representante en
representante. 
Aún así, Freud dice que en la Fobia hay un trabajo psíquico incesante para
poder ligar la angustia liberada. “Se bloquean cada una de las ocasiones
posibles para el desarrollo de angustia, mediante unos parapetos” (Freud,
1909, p. 95) ¿Qué son los parapetos? Construcciones protectoras que implican
desplazamientos de ese único representante. En efecto, Juanito pasa de
temerle al caballo, al caballo blanco, al carro enganchado, etc. En este punto
Freud dice que la Fobia se puede aparecer a la neurosis obsesiva. 
☛Podemos agregar una diferencia más con la neurosis obsesiva. La Fobia
ayuda a la buena relación con el padre: el odio puesto en el caballo -que
vuelve como miedo- permite amar al padre. No está presente la ambivalencia
afectiva, como en el armado del síntoma obsesivo.
Dijimos que la Fobia es una solución: La Fobia viene a ligar esa energía libre
que se muda en angustia, con un objeto. Toda la operación que hace Juanito
es ponerle un nombre a la angustia. Este es el punto fuerte a tener en
cuenta: 
❶ El intento de ponerle nombre a eso que irrumpe, es la elaboración vía
lo Simbólico de eso que viene desde lo Real. 
Lacan no va a considerar a la Fobia como un tipo clínico más (junto con la
Histeria y la Neurosis Obsesiva), sino que le da todo su valor para pensar la
estructura. La Fobia no debe pensarse como una entidad clínica, sino como
una “placa giratoria (…)  que vira muy frecuentemente hacia los dos grandes
órdenes de la neurosis: Histeria y Neurosis Obsesiva” (Lacan, 1968-69, p.
280). 
Esto también se lee en el historial de Juanito, donde Freud dice que, si uno va
a tomar a un neurótico adulto en tratamiento, averigua que su neurosis se
anuda a la angustia infantil. Algo de lo que se pudo armar en la infancia con la
Fobia, continúa en el neurótico adulto.
❷Lacan dice también que la Fobia es una tentativa de solución del goce. En
definitiva, va a ser una solución sobre qué hacer con el goce del órgano. 
En este punto, Lacan retoma el impasse freudiano de ¿Por qué aparece la
angustia?, permitiendo ubicar que Juanito se angustia por la irrupción de
ese pene Real, algo irrumpe en el cuerpo. En esa escena –al final del Capítulo
1- en la que la madre baña a Juanito y señala a su hace pipí como una
“porquería”, ubica algo que es separable del cuerpo. Señalando, también, algo
del tener: Juanito pasa de ser el Falo Imaginario de su madre a tener un pene
Real.
❸Podemos ubicar un tercer punto: la singularidad del síntoma fóbico.
Vimos que el síntoma tiene algo no generalizable, que no puede pensarse para
todos igual. El síntoma fóbico no escapa a esta regla e incluso la acentúa.
Veamos por qué…
Miller va a decir que, en el caso Juanito, el padre tiene una responsabilidad
mayor en el surgimiento del fenómeno de la Fobia: el padre como agente
terapéutico es un agente furiosamente patógeno.
En el mismo sentido, Lacan afirma que Juanito es abandonado a los 5 años
por las carencias de su medio simbólico. Juanito demanda al padre una
asunción más dura, porque este padre es demasiado gentil. Pero además este
padre, también es carente para con la madre, una madre que parece hacer lo
que se le da la gana. Entonces, Lacan ubica a la Fobia como un llamamiento al
Complejo de Edipo, a la sustitución del deseo materno por la metáfora paterna.
El padre tiene que operar allí para decir algo sobre este deseo de la madre. 
En el historial, uno puede leer algo de todo esto en relación a las fantasías de
las jirafas. Se puede observar que hay algo del padre que no opera separando
esta jirafa grande –padre- de la jirafa arrugada –madre-, y donde el niño actúa
ahí aplastando a la jirafa arrugada, sentándose encima. El padre no opera
separando.
📌Se La verdadera función de la Fobia, dice Lacan, es sustituir el objeto
de la angustia por un significante que atemoriza. Al ubicar un objeto que
atemoriza, se produce un efecto tranquilizador. Lacan hace del caballo, del que
se vale Juanito, un Nombre del Padre de recambio: el objeto fóbico es un
sustituto del Nombre del Padre. Hay allí una operación de sustitución que
permite ubicar un Nombre del Padre propio; una invención singular, para poder
arreglárselas allí donde el padre no alcanza.
El síntoma fóbico nos enseña que no se trata sólo del síntoma como retorno de
lo reprimido, sino que el síntoma fóbico es también invención.
SEMANA 13
CLC – Semana 13
Lectura de casos. Actualidad clínica.
Comencemos repasando el recorrido que hicimos durante el año…. 
 Vimos autores de psiquiatría clásica,
 Vimos los comienzos de la psiquiatría,
 Vimos los tiempos de las grandes estructuras psicopatológicas,
 Vimos, a través de Freud, el trabajo que hizo sobre la psicosis, para
luego ver el aporte desde Lacan, 
 Vimos el trabajo sobre las neurosis tanto desde Freud como desde
Lacan,
 Vimos la lógica del padre, la clínica de la pregunta, el tratamiento del
deseo que hace Lacan,
 Vimos casos que no entraban en esta lógica clásica, que no siempre en
encajaban (por ejemplo, cuando vimos la psicosis ordinaria, vimos esa
clínica de enganches y desenganches, también los casos de neurosis
actuales).
Llegamos a esta parte del año para ver fobia. Tomaremos solo algunos
elementos de lo expuesto en la semana pasada. Hoy vamos a ver
presentaciones actuales en clínica con niños, no fobias en niños, porque de
lo que se trata será de ver qué pasa cuando no se arma una fobia en un
niño.
Vamos a ver dos presentaciones de casos actuales de niños, donde lo que
ocurre no es exactamente una fobia, es decir, no es ni tan diferente de la fobia,
ni tiene las características para ser fobia.
Retomamos el tiempo cero, donde lo que rige para el niño es la premisa
universal del falo, premisa que no refiere únicamente a que todos tienen pene,
sino que todos gozan de la misma manera, que hay algo universal en esto. En
ese momento, el niño y la madre están en una relación imaginaria, el niño está
colmando a la madre en su falta {el niño queda en lugar del falo imaginario
de la madre}. Lo que ocurre allí, es que esto le genera un inconveniente al niño
(Juanito), inconveniente que aparece cuando una parte de su cuerpo empieza
a moverse, Esto puede ser enmarcado en la frase: “es el momento de la
emergencia del pene real”, donde el niño empieza a tener inconvenientes.
Este es el pasaje de ser el falo de la madre a tener el falo. Como Fabián
indicia en el teórico, el tener implica la posibilidad de perderlo. Es decir que,
en ese momento, el niño queda atrapado en la relación imaginaria con su
madre, porque él nunca está a la altura de poder satisfacerla por completo.
Empieza a pescar que hay un más allá de lo que él puede darle. El niño queda
prisionero, como un elemento pasivizado, a merced de los significantes del
Otro.
Luego del tiempo cero, aparece el tiempo 1 con la emergencia de la angustia
deslocalizada, esa angustia que siente Juanito incluso en presencia de la
madre. Posteriormente, aparece el tiempo 2 donde la angustia se engancha a
un objeto y se empieza a dar otro tratamiento a la angustia, se le da una
localización y se arma una geografía del espacio. Después, está en el tiempo
3, los parapetos fóbicos donde la cosa se especifica cada vez más.
Vayamos a los casos… Por un lado, tenemos una breve viñeta de Beatriz
Sureño (incluida en el libro Desarraigados, de Miller y otros). Por otro lado,
tenemos el caso de Roxana Vogler. Ambos casos tienen puntos en común. La
presentación es de niños que ya vienen diagnosticados con cuestiones
referidas a la alimentación, específicamente, con un cuadro de anorexia. Ahí
entra la mirada y la escucha del psicoanálisis, el escuchar qué hay de particular
en eso que, desde otros lados, pueden llamar anorexia. ¿A qué viene a
responder la anorexia? ¿Qué se hace con lo que trae el niño? ¿En qué lugar
está posicionado el niño?
Nos podemos hacer una pregunta: ¿por qué no es una fobia? Diremos que
no es una fobia clásica, porque no aparece un objeto con el que la angustia se
anude y localice. Lo que aparece es el arreglo particular que tiene que hacer
cada niño para poder continuar. Pensemos en que el análisis apunta a la
constitución del inconsciente, y tratemos de rastrear cuál es el arreglo posible
en estos casos…
El caso de Vogler es sobre una niña de 11 años que no solamente sufre de
anorexia, sino que también siente que un cuerpo no reconoce, aparece una
extrañeza, un cuerpo vivido con extrañeza. Esto nos lleva a la fobia como
elucubración de saber: ¿cuál será el saber en juego en esto? La niña está
transitando algo referido al saber sobre su pubertad, sobre la sexualidad, sobre
la feminidad, etc., y debemos interrogar en qué posición queda ella en relación
a esto.
En esta presentación inicial, donde la niña tiene un cuerpo que no reconoce,
donde llora, donde no quiere comer, aparecen otros datos: duerme con la
madre y, para ello, desplaza al padre, quien duerme en su habitación, Sobre el
padre se sabe poco, solo se sabe lo que dice la madre. Un padre que se lo
presenta como depresivo, que no aporta mucho en la casa, no se entera de las
cosas que pasan, etc. La niña presencia peleas entre los padres. 
Vogler retoma un significante que presenta la niña en las entrevistas, que es el
significante “separada”, significante que utiliza para marcarle a la niña que ella
no está separada de su madre, lo cual comienza a generar un movimiento en
análisis.
Este primer momento tal vez lo podemos enmarcar en algún título: Quedar
engullida en el goce materno, donde quedaba reducida al objeto nada, donde
quedaba en un estado de indeterminación (como en el caso Juanito), donde
queda pegada a su madre.
A medida que se van haciendo estos movimientos, con el significante
“separada”, empiezan a disminuir los síntomas en el cuerpo, y empiezan a
aparecer sueños, es decir, hay un inconsciente que está respondiendo al
análisis. En esos sueños, ella comienza a soñar con otra familia que le da
cosas dulces. Ahí, la analista le marca que cambió a sus padres por unos más
dulces. Esto de algo dulce empieza a generar algo, y se comienza a armar un
recorrido que podemos marcar como segundo momento, un recorrido en
torno al objeto oral.
En el primer momento, la madre mencionaba que su hija era muy fantasiosa, y
este término es algo despectivo, porque no tiene la misma connotación que
decir “es algo imaginativa”. Sobre esto, la niña puede definirse a sí misma, ya
no como lo hacía su madre, sino que se define como “imagiloca”. De esta
forma particular en la que se nombra, surgen algunos movimientos. Se hace
youtuber, arma un blog donde empieza a contar su camino, su tránsito de la
“imagiloca” a la “imagicura”. Aparece el rasgo de invención, la producción: el
síntoma como invención.
A partir de estos movimientos, ella y su cuerpo empiezan a cambiar. Empezó a
comer y su cuerpo reaccionó a ello. En medio de todo esto, sus padres se
separan. La niña comienza a hacer preguntas sobre su cuerpo; un cuerpo que -
en su momento- era vivido con extrañeza, ahora le genera preguntas. Esto es
un cambio, porque no responde a un cuerpo que se descontrola, sino que
empieza a darle un lugar. Preguntarse es darle un lugar a eso.
La niña empieza a armar una nueva ficción, empieza a duelar ese cuerpo de
niña que empieza a abandonar. Ahí, Roxana toma el significante “boca
cerrada”, respecto de que la niña no le contaba al padre las cosas que le
pasaban. Hay un pasaje del “boca cerrada” al empezar a contar: esa boca que
estaba cerrada para el alimento y para el decir, era una boca en la que no
entraba ni salía nada. No sólo entró el alimento, sino que empezaron a salir
cosas, empezó a hablar con su padre, a contarle lo que le pasaba con su
cuerpo. Se sorprendió por la respuesta de su padre, que había un Otro que
también escuchaba, no era solo ese “otro depresivo que no estaba al tanto de
nada”, sino que hay un Otro que también podía escuchar y opinar. Se le armó
una imagen de un padre, de un Otro, más vivificado. Había algo de deseo que
tal vez ella no estaba enterada, era un padre que también deseaba cosas. Esto
cambia la relación entre ellos, empiezan a salir los fines de semanas, empieza
a cambiar el vínculo con su padre, y esto permite que la niña pase de estar
pegada a la madre a moverse hacia otro lado…
A partir de esto vuelven a aparecer nuevos sueños donde sueña con Alicia en
el país de las maravillas: ella está comiendo con los personajes, y estos se
transforman en sus compañeros de clases (ella había mencionado que los
compañeros de clases se besaban). Ahí, la analista marca el quedarse
comiendo para no besarse con los compañeros; a ella le da vergüenza y dice:
“no se besar, tengo que aprender”. Claramente, una referencia al momento que
transita, una referencia de la pubertad.
Había un saber, o un no querer saber, dando vueltas. No querer saber sobre la
pubertad, no querer aprender a besar, no querer saber sobre aquello que se
venía, y la posición inicial de un poco más amarrada a la madre la dejaba en el
cuerpo de niña que empezaba a cambiar. El no comer podía ser un rechazo a
ese no saber sobre lo que venía.
Este caso sirve para ilustrar bien cómo esta niña tuvo que hacerse un arreglo
particular, que no fue vía fobia, pero no dejo de ser un arreglo. Tuvo que
reubicar –inconscientemente- algunas cosas vía trabajo de análisis.
Algunos breves comentarios sobre la viñeta de Beatriz Sudeño. También se
trata de una niña de 8 años que viene diagnosticada con una anorexia
complicada, y que en las breves entrevistas que tuvo con Beatriz (estaban por
mudarse a otra provincia), ella siempre interponía algún objeto. Primero fue un
pequeño pony, pero no tan pequeño. La analista le marca lo gigante que es el
muñeco y la niña narra que la abuela siempre le regala juguetes y que ya no
tenía lugar donde ponerlos, que estaba un poco tapado de juguetes.
Luego fue con un sándwich, que la analista le pide al padre que se guarde para
después. Ahí, ella habla de que todo el tiempo sentía ruido en la casa, tanto por
sus hermanitos como en general, sentía todo el tiempo ruido, y ella no podía
encontrar un lugar propio que no esté tapado de juguetes ni ruido. Comienza a
poder manifestar lo que le estaba pasando, el querer encontrar un lugar propio,
se sentía asfixiada/tapada de tanto ruido y juguetes. Esto que decimos, de
quedar en esta posición sin que haya una función de corte que la saque de ese
lugar.
SEMANA 14
SEM 14 – CLC – Megdy Zawady
Lecturas de casos. Actualidad clínica.
Victoria Paz – Elogio de la subjetividad
Introduce la temática de la depresión, que es un acuciante clínico de la época cada vez
con más extensión.
La autora parte de la felicidad como un signficante amo impuesto al amo moderno, y
que enlaza una promesa para todos en el siglo XXI. La idea es que la imposición de este
significante amo por el cuerpo médico y psiquiátrico, tiene como contracara la
multiplicación de la etiqueta depresión que, a su vez nombra múltiples fenómenos que
va a haber que desmenuzar. Pero, entendemos a la depresión como uno de los nuevos
nombres del malestar en la cultura.
Quiero decirles que no es novedoso el propósito de la depresión como fin teleológico de
lo humano. Ya Aristóteles en su ética planteaba una teleología dirigida al fin de la
felicidad. Esto, como ustedes saben, fue retomado por las éticas de tipo militarista y,
frente a esto, pero hoy tiene una posición bastante particular. En El malestar en la
cultura (1930), Freud se preguntaba lo siguiente: 
“¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y
propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? No
es difícil acertar con la respuesta: quieren alcanzar la dicha, conseguir la felicidad y
mantenerla. Esta aspiración tiene dos costados, una meta positiva y una negativa: por
una parte, quieren la ausencia de dolor y de displacer; por la otra, vivenciar intensos
sentimientos de placer. En su estricto sentido literal, «dicha» se refiere sólo a lo
segundo. En armonía con esta bipartición de las metas, la actividad de los seres
humanos se despliega siguiendo dos direcciones, según que busque realizar, de manera
predominante o aun exclusiva, una u otra de aquellas.” (p. 76)
La idea de Freud, entonces es que no hay nada en el hombre preparado para la
consecución de la felicidad. Leo un poco más: 
“Es absolutamente irrealizable, las disposiciones del Todo —sin excepción— lo
contrarían; se diría que el propósito de que el hombre sea «dichoso» no está contenido
en el plan de la «Creación». Lo que en sentido estricto se llama «felicidad» corresponde
a la satisfacción más bien repentina de necesidades retenidas, con alto grado de estasis,
y por su propia naturaleza sólo es posible como un fenómeno episódico. Si una
situación anhelada por el principio de placer perdura, en ningún caso se obtiene más que
un sentimiento de ligero bienestar; estamos organizados de tal modo que sólo podemos
gozar con intensidad el contraste, y muy poco el estado” (p. 76)
Fíjense, entonces, que la felicidad es situada por Freud como una experiencia que se
subjetiva por el contraste con el displacer, que es momentánea y que es disruptiva.
En este sentido entonces decimos que no hay nada en el hombre -por lo menos en el
hombre neurótico- preparado para la consecución de la felicidad. Esto sería como el
acceso a la repetición de la primera experiencia de satisfacción que, sabemos, una vez
que entró en el circuito del lenguaje, no produce más de una satisfacción menguada.
Pero, al ser la felicidad una experiencia de carácter evanescente (solamente percibida
por el contraste con momentos no satisfactorios), desde el psicoanálisis no podemos
menos que decir que el ideal de felicidad viene al lugar de desmentir la naturaleza
misma de lo humano, es decir, el desamparo al que somos arrojados por nuestra
condición de vivientes. 
Por otro lado, la experiencia psicoanalítica muestra –además- que el neurótico no está
preparado tampoco para la consecución de sus deseos, para el cumplimiento del deseo.
Esto es lo que Freud trabaja en un texto que se llama Algunos tipos de carácter
elucidados por el trabajo psicoanalítico (1916), dentro del cual hay un capítulo que se
llama “Los que fracasan con el triunfo”. Ahí, Freud dice:
“Tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando, como
médicos, hacemos la experiencia de que en ocasiones ciertos hombres se enferman
precisamente cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo
perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre
la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda” (p. 323)
Esta es la idea freudiana: cuando un accidente externo o determinada contingencia en la
vida acude al lugar de que el deseo de alguien pospuesto, imposibilitado, inhibido,
insatisfecho, por determinadas condiciones de su neurosis, llega a la instancia de
cumplimiento, lejos de experimentar felicidad o dicha, el sujeto manifiesta más bien
angustia, o empieza a desarrollar síntomas o enfermedades psíquicas graves.
Lacan reduplica este interrogante y, en el Seminario 7 “La Ética del psicoanálisis”,
reflexiona sobre la demanda de felicidad que, efectivamente, es algo que es suele
demandar un sujeto al iniciar la consultar con el analista o al realizar la consulta
psicoterapéutica. Lacan se interroga por el estatuto de esta demanda de felicidad del
paciente y, a su vez, crítica al psicoanálisis freudiano porque responde a esta demanda
con una promesa analítica de felicidad establecida bajo el modo de el logro de la
armonía genital con el otro cuerpo. En la 357 de la Ed. Paidós dice: 
“Esto es lo que conviene recordar en el momento en que el analista se encuentra en
posición de responder a quien le demanda la felicidad. La cuestión del Soberano Bien se
plantea ancestralmente para el hombre, pero él, el analista, sabe que esta cuestión es una
cuestión cerrada. No solamente lo que se le demanda, el Soberano Bien, él no lo tiene,
sin duda, sino que además sabe que no existe. Haber llevado a su término un análisis no
es más que haber encontrado ese límite en el que se plantea toda la problemática del
deseo.” (Lacan, 1959-1960, p. 357)
“Lo que el analista tiene para dar, contrariamente a la pareja del amor, es lo que la novia
más bella del mundo no puede superar, a saber lo que tiene. Y lo que tiene no es más
que su deseo, al igual que el analizado, haciendo la salvedad de que es un deseo
advertido.
¿Qué puede ser un deseo tal, el deseo del analista principalmente? A partir de ahora,
podemos de todos modos decir lo que no puede ser. No puede desear lo imposible.”
(Lacan, 1959-1960, p. 358)
Justamente, es a partir del concepto de deseo del analista, es decir, eso que apunta a
obtener del sujeto la diferencia absoluta, la singularidad de su deseo, es que Lacan
propone una ética del psicoanálisis que se reduce a la puesta en forma de una
pregunta, una pregunta sobre la conformidad del propio acto con el deseo que lo
habitan. En la página 373 del Seminario 7 dice lo siguiente:
“Aquí yace la experiencia de la acción humana y, porque sabemos reconocer mejor que
quienes nos predijeron la naturaleza del deseo que está en el núcleo de esta experiencia,
una revisión ética es posible, un juicio ético es posible, que representa esta pregunta con
su valor del Juicio Final - ¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que lo habita?
Esta es una pregunta que no es fácil sostener. Pretendo que nunca fue formulada en otra
parte con esta pureza y que solo puede serlo en el contexto analítico” (Lacan, 1959-60,
p. 373)
Lacan propone una ética que apunta a lo singular, que apunta al deseo de cada
cual y, por ende, no puede ser reducida a la generalización de una respuesta para
todos.
Esta es un poco en la disgregación que quería proponerles para abordar el artículo de
Victoria Paz. Ella agrega otra idea, y es que en la generalización del término depresión,
en el que empecemos a llamar depresión a todo tipo de fenómenos que involucran a las
pasiones tristes, se excluye la pregunta por la causalidad psíquica, se excluye la
pregunta por la etiología y, por ende, se excluye la pregunta por el inconsciente.
Más bien, el término depresión empuja al sujeto a identificaciones masivas en donde se
pierde de perspectiva lo singular.
Hay que decir tal como Lacan lo desarrolla en el seminario 10: En la clínica de los
afectos, cuando analizamos cuestiones de carácter emocional, afectivo, el psicoanálisis
lo que busca es situar la lógica en la que se sostienen cada uno de estos afectos.
Sabemos que, a excepción de la angustia (que es el único efecto que no engaña), todos
los afectos se fundan en una articulación significante, en un s1-s2 y, por lo mismo, son
engañosos, porque están sometidos a las leyes de combinatoria del significante. Pero,
así como les dije que la angustia es el único efecto que no engaño, dentro de los afectos
hay otros afectos a mencionar que tienen una función particular. Uno de ellos es la
culpa: este hay que destacarlo, porque Lacan afirma que sólo se puede ser culpable de
haber cedido en el deseo, es decir, indica la posición del sujeto frente a un deseo
resignado. Entramos acá en una cuestión compleja porque, como en otros momentos de
la cursada hemos afirmado, el deseo es el deseo del Otro. Cuando se resigna un deseo,
cuando se ha cedido en el deseo, ¿a qué deseo se ha cedido? ¿qué es lo propio en esta
dinámica en el que el deseo es el deseo del otro bueno? Esa es la pregunta de un
psicoanálisis, es la pregunta a poner en forma en un psicoanálisis.
Ahora bien, en cuanto al tema que nos concierne (depresión), Lacan tiene un texto que
se llama Televisión, que está en un libro que se llama Otros escritos (1973). En la
pagina 551 de este texto, Lacan afirma lo siguiente:
“La tristeza, por ejemplo, la califican de depresión y le dan el alma como soporte o la
atención psicológica (del filósofo Pierre Janet), pero no es un estado de ánimo, es
simplemente una falta moral, como se expresaba Dante o Espinoza, un pecado. Lo que
quiere decir, una cobardía moral, que sólo se sitúa en última instancia a partir del
pensamiento, es decir, a partir del deber de bien decir o de orientarse en el inconsciente
en la estructura” (p. 551)
Esta es la referencia que retoma Xavier Esqué en uno de los textos que tuvieron en el
primer cuatrimestre, que se llamaba La depresión vista desde la perspectiva
psicoanalítica, donde él hace un desarrollo de esta referencia. Pero, la idea básica, es
que la cobardía moral es el afecto depresivo resultante de la sesión del deseo, de la
renuncia al deseo. Cada vez que renunciamos al deseo (y con esto diferenciamos el
deseo del anhelo), nos estamos refiriendo fundamentalmente a la causa del deseo,
aparece el afecto depresión. Lo que hay en juego en la depresión es una pasión por la
ignorancia, es decir, fundamentalmente, un no querer saber o no querer reconocerse en
una posición subjetiva en el inconsciente. Más aún, con la identificación a esa etiqueta,
el sujeto se permite cesar en el propósito del bien decir, el bien decir, para Lacan, es un
decir pleno de verdad, algo que dice sobre la singularidad del deseo para el sujeto. 
Dicho esto, voy a entrar en la viñeta a la cual Victoria Paz denominó La mujer sin
deseo. Les resumo un poco la cuestión: Se trata de una mujer alienada al significante
‘depresión’. Lo obtuvo de parte de un médico hacía 30 años, a raíz de una separación
amorosa (su marido la abandonó con hijos pequeños). Y, la paciente ya identificada
hace 30 años con este significante, describe al analista todos los síntomas y signos de
los que padece por los cuales se valida su diagnóstico depresivo. Es decir, ella porta un
sufrimiento, que tiene un nombre y ese nombre la une al sufrimiento de todas las
mujeres que pasaron por lo mismo, sin que ella se interrogue o quiera saber sobre la
lógica de su propio sufrimiento. La cuestión es que, en la primera entrevista, la paciente
afirma que su depresión se ha tornado insoportable, y hace un recuento de todo su
recorrido en la búsqueda de un amo que certifique ese nombre propio eso que se ha
convertido en un nombre propio, depresión. Por supuesto todos los amos que la
atendieron realmente en la anterioridad, es decir, psiquiatras y psicoterapeutas de todas
las orientaciones posibles, lo que hicieron fue reforzar ese significante reduplicando la
alienación que ella tenía a la depresión. Ella pedía entonces a este analista que la
legitime en su posición depresiva.
El movimiento que la analista hace en esta primera entrevista es, un poco, desconocer el
diagnóstico depresión y, más bien, recortar el significante ‘insoportable’. Es interesante
que la analista no la toma en análisis como depresiva, sino que la toma en análisis en
relación a que a ella le pasa, algo nombrado por ella misma como insoportable. Al no
validar esa demanda de la paciente en que ella se reconozca en el término “depresión”,
se produce un primer efecto terapéutico, y la paciente sale de allí con un efecto de
sorpresa y de alivio. Este alivio va a hacer que en las entrevistas posteriores ella
despliegue la asociación libre y empiece a rememorar esa separación ocurrida treinta
años atrás que hizo que se sumiera en la tristeza. Eso la va a conducir a hablar de su
propia madre. Efectivamente, la mujer en su novela familiar relata una madre a la que
nombra “cobarde”, porque se abandonó a la melancolía cuando el padre de la paciente
la abandonó con sus hijos pequeños. Es decir, la madre durante muchos años funcionó
para la paciente como el modelo de mujer imposible de soportar. Pero, una vez que la
paciente es madre y se encuentra con esta encrucijada vital que es el abandono por parte
del marido, la cuestión de la maternidad la reencuentra con esa identificación madre a la
que nunca se quiso parecer.
Se dirige, entonces, de vuelta a un Otro que la nombra depresiva y que hace consistir la
identificación madre, entrando por muchísimos años en el circuito psiquiátrico, es decir,
tratando su padecimiento vía psicofármacos, no haciendo más que reforzar ese
diagnóstico que le impedía hacerse una pregunta por ella misma, que la eternidad
detenida en la inercia de la pulsión de muerte. 
Es interesante, porque, al ubicar en la madre ese modelo de mujer que nombraba lo
insoportable, ella empieza a historizar, y pasa de pensar su depresión como una
determinación hereditaria (algo que viene por la línea de mujeres, un padecimiento que
comparte con las mujeres de su familia) a dar curso a los pensamientos del inconsciente,
es decir, a interrogarse por su posición subjetiva. Es así como la paciente llega a
nombrar un affaire con el abandono, es decir, un romance con la posición de abandono.
Fíjense que acá ya aparece la veta de la responsabilidad subjetiva, aparece el goce en
juego. El affaire con el abandono que la paciente nombra es la subjetivación que
ella hace de ese destino inexorable de las mujeres, que es sumirse en la melancolía
ante el abandono de un hombre. Al menos es así como ella lo manifestaba en su escena
fantasmática.
Una vez nombrado esto, la posición de gozo de la paciente (es decir, ese affaire) con el
abandono que la empuja a ella la repetición de algo durante décadas, una vez nombrado
esto, apareció un sueño. Es un sueño bastante común en clínica de las neurosis, pero,
como sabemos, los sueños no se interpretan en clave universal, sino que apuntan a situar
lo singular de cada uno. Es un sueño en donde ella ubica el lugar vacío de un diente que
se le cae; ese el lugar vacío, esa falla, esa falta (sancionada por el analista) la hace
ubicar una cuestión en relación a cómo se posiciona frente al deseo. Se posiciona al
modo de la histeria, ella padece de insatisfacción en el deseo; cada vez que el deseo
aflora, ella ejecuta acciones para que esto no se cumpla o se mantenga en una posición
de insatisfacción. Sabemos por momentos posteriores de la enseñanza de Lacan -
particularmente en el seminario 17-, que la consecuencia, a nivel del goce, del deseo
insatisfecho, es un goce de la privación. El deseo insatisfecho es el énfasis en la
dimensión de la falta, pero esa falta, el regodeo en esa falta, se paga con un goce: es el
goce de la privación, el goce de privarse de lo que podría hacer.
Entonces, en esta en esta pequeña viñeta aparece un recorrido que va del ubicar la falla
moral, a que la paciente pueda reconocerse en el inconsciente como alguien que tiene un
affaire con el abandono. Eso nos lo dice la analista brevemente al final, la lleva a hacer
existir su modo singular de ser mujer más allá de esa identificación mortífera con la
madre y, eventualmente, la conducirá a preguntarse por un amor posible más allá del
estrago materno. Efectivamente, con esto cierra el texto.
Este es un caso donde lo nuevo no está tanto por la fenomenología que presenta la
paciente. Es un caso clásico que Freud hubiese podido citar en la Conferencia 33: La
feminidad, en donde ubicaba que para la mujer hay una ligazón madre prehistórica
hiperintensa,que, desde el comienzo, está teñida de ambivalencia, de hostilidad, y que,
en este caso, se puede leer muy bien. Pero, lo nuevo en este caso es la alienación del
sujeto a un significante tomado del cuerpo médico que la empuja a una identificación a
la masa de los depresivos y que elude la pregunta por su singularidad. El situar el
problema de la feminidad frente a el deseo insatisfecho lleva a situar esta analogía del
psicoanálisis.
Este es un caso que podemos nombrar de estrago materno. El estrago materno es un
fenómeno nombrado por Lacan en el Seminario 17 con la metáfora del cocodrilo.
Cuando Lacan está exponiendo la función del padre y la metáfora paterna, equipara el
deseo de la madre a un cocodrilo y al padre a un palo que impide que las fauces del
cocodrilo se cierren. La cuestión es que Lacan dice que, por más que ese palo esté, hay
un capricho en las fauces del cocodrilo, que nunca se sabe cuándo esa boca puede
llegar a cerrarse y que, en todo caso, la función del padre siempre es insuficiente
respecto del rol simbólico que está llamado a encarnar. Por ende, el deseo de la
madre siempre produce estragos (esto vamos a ampliarlo un poco más).
El estrago es algo estructural y tiene que ver con ese resto del goce de la madre que la
metáfora del padre no consigue procesar. Recordemos que la metáfora del padre lo que
hace es ponerle un nombre, a través del significante fálico, al enigma del deseo de la
madre. Pero, hay un resto de goce que no es subsumible a lo simbólico y eso es lo
que llamamos estrago materno.
Particularmente, en esta mujer lo que se puede ver es cómo ella persiste avalada en una
identificación materna, en buscar la sustancia de su goce como mujer, la sustancia de su
ser femenino en la relación con la madre, en esa identificación insoportable con la
madre. Por supuesto, el recorrido de entrevistas lleva a la constitución de un síntoma: el
deseo insatisfecho es nombrado por la paciente como su síntoma (ella misma lo dice
así), síntoma mantenido en secreto durante 30 años. Un secreto metido bajo la alfombra,
bajo el diagnóstico depresión.
Por supuesto, lo que se hizo en este recorrido de análisis fue justamente poner en forma
la pregunta que Lacan plantea sobre la ética: ¿Ha usted actuado en conformidad con el
deseo que la habita? Eso produce la apertura del inconsciente, produce un encuentro del
sujeto con su posición en el inconsciente, y desata una pregunta que hace a su goce
singular. Ese es el propósito de una dirección de la cura lacaniana, y esta es un poco la
puntuación que quería compartir con ustedes hoy.

SEMANA 15
CLC – SEM 15 – Lujan.
FREUD DESDE LACAN.
 Entrevista a Lacan (1974): Entrevista en la revista Panorama. En Revista
Lacaniana. Publicación de la EOL (pp.9-17). Año XII. Número 22. Abril de
2017.
Este texto se trata de una entrevista publicada en 1974, en la revista italiana Panorama y
está destinada a lectores no especializados. Es una entrevista realizada a Lacan, llevada
a cabo por Emilio Gran Soto. La revista panorama le ha solicitado a Lacan hablar de
psicoanálisis, hablar acerca de su método de la palabra como tratamiento de la neurosis,
de los miedos, las angustias y cuestiones muy ligadas a la época. Por otro lado, tome
algunas “palabras claves”, que me permiten guiar el desarrollo de esta presentación.
Hice una lectura con una mirada más bien integral de este material que se ajusta a
preguntas y respuestas. No nos detendremos en cada una de las preguntas, pero si
focalizaremos en algunos conceptos más relevantes que están en relación a la
sexualidad, síntoma, inconsciente y la clínica por la singularidad, que han sido los temas
centrales que han trazado como el mapa de nuestro programa.
Ya de entrada, vamos a ver cómo Lacan pone todo el acento en su reconocimiento a la
importancia de ese gran descubrimiento freudiano que es acerca de la sexualidad
infantil, como así también del inconsciente. Estos conceptos, estas ideas ya
desarrolladas en la obra freudiana es (un poco) lo que nos permite pensar la doctrina y
la clínica psicoanalítica como una práctica que se distingue de otras. Al respecto,
Lacan hará referencia y dirá que, el psicoanálisis es una práctica que se ocupa de lo
que no anda. En relación a esto, lo que no anda es este gran hastío; y con este gran
hastío vamos a ver cómo se liga al concepto de sexualidad como también al de la
civilización, al malestar en la cultura, ya presentes en sus formulaciones 
Esto es importante para que podemos pensarlo en relación a las cuestiones de la época, a
esta época actual y capitalista, a la época globalizada, que promueve y ofrece una serie
de objetos garantizando esa falsa promesa de satisfacer toda la demanda, sobre todo
con los objetos tecnológicos que, cada vez se escuchan más los efectos sintomáticos que
éstos producen. Esta relación del sujeto con el objeto, es bastante frecuente escuchar en
nuestro consultorio las angustia que provoca el estar enredados entre las redes sociales,
que se ponen esas entrecrucijadas.
Podemos pensar que la época, de algún modo, acompaña los movimientos, la época se
modifica según su singularidad y, en relación a esto, es importante cómo leer el
inconsciente a la subjetividad de la época. Esto un poco lo hemos hablado cuando
hemos transmitido y hemos trabajado los historiales clínicos, había que pensarlo según
la época en la cual Freud estaba allí formulando sus conceptos psicoanalíticos.
Además, Lacan dirá que este gran hastío viene a denunciar cierto malestar propio
de la civilización moderna, lo que se podría ubicar allí como esa gran fatiga de vivir.
Entonces, podemos decir que esto se enlaza a una época marcada por la caída de los
ideales, ideales poco potentes, que conlleva la dificultad en la transmisión del deseo.
Vemos que, cada vez más es posible ubicar el aislamiento de lo individual al ser social,
en esto donde los lazos sociales son bastante lábiles.
Entonces, las cuestiones que acabo de mencionar son: la sexualidad (donde no hay
complementariedad entre los cuerpos ni con el propio cuerpo), el malestar en la cultura,
en la civilización (este gran hastío inherente a la cultura y a la civilización). Estas son
las cuestiones por las cuales un individuo/persona/sujeto se ve motivado a consultar. En
principio, se solicita una entrevista con un terapeuta para poder hablar de esto que le
está sucediendo. Pensando en este contexto de pandemia, esto está muy a flor de piel,
así que es algo que nos toca muy de cerca. En ese primer pedido de consulta, vamos a
ver qué le está sucediendo, qué no comprende, qué lo angustia, sus miedos, miedos de
sus pensamientos, la pregunta por la muerte… ¿Por qué? Porque este contexto, este
fenómeno disruptivo para el psiquismo, está enlazado a la muerte, y recordemos que, en
el inconsciente, no contamos con esos significantes que puedan dar cuenta de la
sexualidad y la muerte. Además, de acuerdo a la posición subjetiva de cada quien,
vamos a poder escuchar un síntoma insatisfecho, la queja histérica, los pensamientos y
el temor obsesivo, todas estas cuestiones por las cuales se consulta pero que, además, en
esa primera consulta donde se conoce al terapeuta, tiene que haber un encuentro muy
particular, especial, de estrecha confianza, en la que permita poder construir un armado
y una demanda de análisis. Es decir, esa primera consulta es un poco llevar al campo del
Otro, a un Otro al que se le supone un saber, este Otro social, el poder hablar de esto
que le sucede, de esto de no comprender aquello que le sucede. 
Aquí, Lacan va a poner énfasis en el valor en la palabra del paciente, en la palabra del
sujeto en relación a la cura por la palabra. El autor dirá: “El neurótico es un enfermo
que se cura con la palabra, y sobre todo con la suya (…) La palabra es la gran fuerza
del psicoanálisis” (p. 10).
En relación a esto, la palabra no es hablar por hablar, no es sólo por hablar que uno se
cura, sino que es en el decir en análisis, es en el valor que toma ahí la palabra, esa
palabra enlazada a la transferencia. Es decir, el discurso psicoanalítico está sostenido
por los distintos significantes, en esa articulación sí de la cadena de los
significantes. Allí, el sujeto puede poner en juego sus S1, sus significantes amo. En
otras palabras, para que el discurso psicoanalítico se ponga en juego, es necesario que
el síntoma se ponga en transferencia, en ese lazo transferencial de características
amorosas, de lo amoroso con ese Otro. El analista ofrece su escucha y ese espacio
donde el sujeto se encuentra a solas con sus voces, con su falta y con aquello que le
sucede. Allí, se trata de una relación de estrecha confianza -dirá Lacan-, sobre todo, de
un intercambio en el sentido de que uno habla y el otro escucha, pero también hay
silencios. Además, ese que escucha no tiene ideas, no pone sentidos allí; está dispuesto
a dar respuestas a aquellas preguntas que provoca con sus intervenciones sutiles,
intervenciones que son parte de la estrategia. De este modo, en ese decir del paciente,
del sujeto, es lo que le va a permitir interrogarse por su posición subjetiva y poder
desplegar cierta pregunta en relación a su propio deseo.
Una cita de la pagina 11: “(…) en ese inconsciente, el que habla es un sujeto en el
sujeto, aquel que hace el verdadero trabajo en análisis es aquel que habla, el sujeto
analizante”. Bien, Lacan va a señalar también que “El descubrimiento del psicoanálisis
es el del hombre como animal hablante” (p. 13), no está inmerso en el discurso, en la
estructura del lenguaje, es decir, es un sujeto dividido efecto del significante en el
cuerpo y mortifica.
Retomo una cita de Conferencias en Ginebra sobre el síntoma, de Intervenciones y
texto 2, página 126: “(…) la manera en la que la lengua fue hablada y también
escuchada por tal o cual en sus particularidades. Es, si me permiten emplearlo por vez
primera, en ese materialismo (materialismo de la palabra) dónde reside el asidero del
inconsciente –quiero decir que es lo que hace que cada cual no haya encontrado otra
manera de sustentar lo que recién llame el síntoma”.
En relación a la sexualidad, esta sexualidad infantil perversa polimorfa, va a decir que
los síntomas neuróticos (en las distintas modalidades de presentación subjetiva y de
satisfacción sustitutiva) vienen como respuesta, como una defensa a ese goce de
carácter sexual. En el mismo texto y misma página, Lacan señala que Freud enfatiza que
“el niño descubre primero esa realidad sexual en su propio cuerpo (…) sus primeras
erecciones. Ese gozar primero (…) El inconsciente fue un invento de Freud. Un invento
en el sentido en que es un descubrimiento vinculado al encuentro que tienen ciertos
seres con su propia erección (…) El encuentro con su propia erección es lo más hetero
que hay (…) Su síntoma es la expresión, la significación de ese rechazo” (p. 126-8).
Aquí me parece que es interesante que podamos volver a evocar el caso Juanito para
poder describir y recrear esto con su historial. Juanito, conmocionado con su propio
goce, con ese pene que se mena, irrumpe su angustia. Ahí, Juanito, está a solas con su
goce. Posteriormente al surgimiento de la angustia, Juanito elabora una fobia como
síntoma, en relación a que esto le permite que la angustia pueda acotarse; esto le
permitirá arreglárselas un poco mejor y andar en la vida un poco menos angustiado.
También, en relación a la sexualidad, al inconsciente, a este malestar inherente, en
relación a la posibilidad de curar la neurosis, esa no complementariedad sería lo que
invalida -desde el punto de vista psicoanalítico- esa promesa de curación total y
vertiginosa de un tratamiento.
Esto puede pensarse en relación a la época actual, ya que no existe la receta de la
píldora mágica, sino que se trata de otra cosa. Es por el valor y la fuerza de (y en) la
palabra del paciente que se permite hacer algo, ciertos arreglos siempre singulares, con
aquello que le pasa y, de algún modo, encontrar en su decir en análisis algo en relación
a ese nudo de la verdad, ese rasgo singular para ese sujeto. Aquí, en las vueltas de un
análisis en el que el sujeto se interroga por su propia posición subjetiva y en relación
también al deseo y al inconsciente, se trata de poder encontrar allí una invención, el
saber hacer con aquello que le sucede y padece. Son creaciones singulares, sostenidas y
soportadas, por el entusiasmo; es el poder hacer con ese “gran hastío”.
De este modo, el poder hacer la vida más amigable, está en relación a cómo el análisis
empuja al imposible, al poder comprender y aceptar que ese ideal de felicidad no es
posible, que siempre hay un punto de imposibilidad, que aquello que queremos y
deseamos no siempre es permitido.
Para concluir, este saber hacer nos ha tocado muy de cerca en este contexto pandémico
que se presentó de una manera muy disruptiva; ese fenómeno incalculable que abre toda
esta cuestión de la incertidumbre, donde al discurso de la ciencia como discurso amo
nos ha dejado sin respuestas, al punto de que todavía no puede encontrar una solución, y
todas las problemáticas son del orden afectivo y emocional (enfrentarse a las pérdidas
de seres amados, dificultad de no acompañar). En este punto, hemos hecho lo que
hemos podido con eso que se presenta de manera compleja. Todas estas situaciones han
cobrado valor de trauma, ¿por qué? Porque sabemos que, en el inconsciente, los
significantes que den cuenta de la muerte y la sexualidad, no están. No hay allí
representación para estos significantes, con lo cual, esto nos confronta con esto tan
disruptivo; pero, hemos podido hacer.

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