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Algunas puntualizaciones sobre: la representación-objeto {Objekt vorstellung}, la

representación-palabra {Wortvorstellung} y la representación-cosa {Sachvorstellung}


Elena Lubián
A partir de 1900 Freud se aboca a producir un ordenamiento tendiente a dar cuenta del
modo de funcionamiento del aparato psíquico para explicar no sólo la producción de los
síntomas neuróticos, sino también a otras formaciones dejadas de lado por la ciencia tales
como el sueño, los olvidos, los actos fallidos....
Punto de inicio para el pasaje de una concepción descriptiva del inconciente a una
concepción sistemática. Ya no se tratará sólo de plantear la existencia de representaciones
que a pesar de no ser concientes pertenecen a lo anímico sino de situar la existencia de un
sistema: “el inconciente” que se constituye en el núcleo del psiquismo.
Es necesario mencionar los antecedentes de este ordenamiento. Las referencias ineludibles
son “Proyecto de una psicología para neurólogos”, texto que algunos autores caracterizan
como una “fisiología mitológica”, a partir del cual Freud esboza y teoriza un aparato
neurofisiológico capaz de producir los síntomas neuróticos y por otro lado la Carta Nª 52 ,
dirigida a Fliess.
Las distintas teorizaciones sobre el aparato psíquico parten de una separación radical entre
las funciones de la percepción y la memoria, al punto tal que Freud afirmará que percepción
y memoria se excluyen. Sostiene que de las percepciones que llegan a nosotros queda una
“huella mnémica”, la función atinente a esa huella recibe el nombre de “memoria”. En la
carta 52, considera que “el material psíquico se ha generado por estratificación sucesiva,
pues de tiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas experimenta un
reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción {Umschrift}. La tesis afirma que
la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple, y está registrada en diversas
variedades de signos” (Freud, 1896/1979, p. 274- 275). Propone al menos tres
transcripciones, articuladas con diferentes tipos de asociaciones: por simultaneidad, por
causalidad, por enlaces conceptuales. Las dos primeras transcripciones serán inasequibles a
la concienciai. A partir de estos desarrollos es evidente que la memoria no es una función
de la conciencia.
Esta carta anticipa a su vez dos conceptos centrales: la represión, definida como una
traducción denegada a fin de evitar el displacer que esa traducción produciría y la defensa
patológica, desplegada frente a sucesos sexuales acaecidos anteriormente pero que
desprenden sin embargo un displacer actual mayor al que comportaron en su momento.
Resaltamos: la memoria es planteada como un sistema de signos susceptibles de
retranscripciones y reescrituras, abordaje que lo aleja de una concepción figurativa de la
misma.
En el Capítulo VII de “La interpretación de los sueños” Freud postulará un primer esquema
del aparato en el que diferencia el polo perceptivo del polo motor y dos sistemas: el
inconciente, ubicado de detrás del otro sistema: el preconciente- conciente, que regula el
acceso a la motilidad.
Caracterizará luego el modo de funcionamiento de estos dos sistemas a través de
diferenciar el proceso primario, propio del sistema inconciente, del proceso secundario
atinente al sistema preconciente- conciente. Utilizará la referencia a la energía libre para dar
cuenta del desplazamiento y la condensación como modos de funcionamiento del proceso
primario.
En 1912 retomará la distinción entre tres instancias o sistemas: el inconciente, el
preconciente, y la conciencia; y establecerá distintas acepciones del término inconciente:
descriptiva, dinámica y sistemática.
El término inconciente, en sentido descriptivo, alude al estado de una representación que
está ausente de la conciencia. Una representación ausente de la conciencia pero susceptible
de ella es una representación latente, que pertenece a la instancia “preconciente”; el modo
de funcionamiento de este sistema seguirá las leyes propias de los procesos ligados a la
conciencia.
El sentido dinámico del término inconciente designa a representaciones intensas y eficaces
que no logran devenir concientes efecto de un proceso represivo llevado a cabo
anteriormente, por lo tanto estas representaciones no devienen concientes, no por una
eventual debilidad, sino porque una fuerza, efecto de la represión, se opone a ello. Estas
representaciones tienen poder patógeno, inciden desde lo inconciente en la vida del sujeto y
son las que se hallan en la base de los síntomas y de las restantes formaciones del
inconciente. Desde esta perspectiva, lo reprimido pasará a ser modelo de lo inconcienteii.
Freud señala que es necesario plantear la existencia de un sistema “inconciente” que se rige
por una legalidad propia, diferente a la de la conciencia, esa legalidad se sustenta a través
de las leyes del desplazamiento y la condensación, y opera en la producción de las
diferentes formaciones del inconciente: los síntomas, los olvidos, los sueños, los actos
fallidos, los chistes.
En 1915 teorizará una nueva dimensión de la represión: “la represión primordial”. Ésta es
considerada por Freud una operación constituyente del aparato psíquico que, al determinar
la producción del inconciente como una instancia de lo anímico presente de modo
estructural en el campo de las neurosis, sostiene y funda la distinción entre conciente e
inconciente. Esta operación es condición necesaria para que, luego, la represión, tal como la
verificamos en los síntomas neuróticos, nombrada ahora secundaria, pueda ejercerse como
una modalidad de la defensa.
La represión primordial consiste en que al representante de la representación de la pulsión
se le rehúsa aceptación en lo conciente, con esta operación hay “una fijación” el
representante de la pulsión, a partir de ese momento, queda inmutable y la pulsión ligada a
él. En rigor es esta operación la que permite que la pulsión adquiera su carácter de tal.
Lacan, entre otros, repara especialmente en que Freud utiliza en esta ocasión la expresión
“representante” y no representación, es decir que lo reprimido primordial no supone la
represión de ninguna representación sino una inscripción, una marca que funda lo
inconciente en correlación con la inscripción del representante de la pulsión en lo anímico.
Destaquemos entonces que lo inconciente no es un dato de estructura, su producción tiene
como condición la operación de represión primordial. Las psicosis darán testimonio de las
consecuencias que acarrea el fracaso de esa operación y permitirán situar la relación
existente entre la producción de esa operación y los avatares del lazo entre el sujeto por
venir y los otros que le han tocado en suerte.

Posteriormente a estas teorizaciones, en el artículo “Lo inconciente” Freud podrá precisar


la significación y la singularidad de una representación inconciente, es decir, reprimida.
Luego de desestimar distintas hipótesis, retomará dos categorías utilizadas en uno de sus
primeros artículos dedicado a la problemática de las afasias: las representaciones cosa y las
representaciones palabra. En esta ocasión se servirá de las particularidades que presenta el
uso del lenguaje en los pacientes esquizofrénicos, luego de situar diversos ejemplos,
caracterizado por que “las frases sufren una peculiar desorganización sintáctica que las
vuelve incomprensibles para nosotros, de suerte que juzgamos disparatadas las proferencias
de los enfermos” concluye “ellos tratan cosas concretas (las palabrasiii) como si fueran
abstractas" (Freud, 1915/1979), es decir tratan las palabras como representaciones cosa.
Freud observa que “En la esquizofrenia las palabras son sometidas al mismo proceso que
desde los pensamientos oníricos latentes crea las imágenes del sueño, y que hemos llamado
el proceso psíquico primario. Son condensadas, y por desplazamiento se trasfieren unas a
otras sus investiduras completamente; el proceso puede avanzar hasta el punto en que una
sola palabra, idónea para ello por múltiples referencias, tome sobre sí la subrogación de una
cadena íntegra de pensamientos”. “El sustituto fue prescrito por la semejanza de la
expresión lingüística, no por el parecido de la cosa designada”.
Concluye: “Si nos preguntamos qué es lo que confiere a la formación sustitutiva y al
síntoma de la esquizofrenia su carácter extraño, caemos finalmente en la cuenta de que es el
predominio de la referencia a la palabra sobre la referencia a la cosaiv.”. “Lo que pudimos
llamar la representación-objeto {Objekt vorstellung} conciente se nos descompone ahora
en la representación-palabra {Wortvorstellung} y en la representación-cosa
{Sachvorstellung}v que consiste en la investidura, si no de la imagen mnémica directa de la
cosa, al menos de huellas mnémicas más distanciadas, derivadas de ella. De golpe creemos
saber ahora dónde reside la diferencia entre una representación conciente y una
inconciente”vi. “La representación conciente abarca la representación-cosa más la
correspondiente representación-palabra, y la inconciente es la representación-cosa sola.”
“Ahora podemos formular de manera precisa eso que la represión, en las neurosis de
transferencia, rehúsa a la representación rechazada: la traducción en palabras, que debieran
permanecer enlazadas con el objeto”. (Es decir, que debiese conservar su enlace
conceptual). (Freud, 1915/1979)

A fin de esclarecer estos desarrollos, recurriremos a una referencia de 1905 acerca del
fenómeno del chiste. Freud afirma que: “En un grupo de estos chistes (los juegos de
palabras), la técnica consiste en acomodar nuestra postura psíquica al sonido y no al sentido
de la palabravii.” “Algunos estados patológicos de la actividad de pensar, de hecho
privilegian de esa manera la representación acústica de la palabra sobre el significado de
esta, ....esos enfermos en sus dichos avanzan siguiendo las asociaciones «externas» -según
la fórmula en uso-, en lugar de las «internas», de la representación-palabra”. viii. (Freud,
1905/1979, p. 115)
En rigor desde sus primeros trabajos, Freud plantea que en el inconciente la asociación
entre representaciones se lleva a cabo regida por una lógica diferente a la lógica de la
conciencia, ya que los enlaces se producen a través de cadenas de representaciones en las
que preponderan la materialidad fónica, propia de de llamada asociación externa,
caracterizada por prescindir del entramado conceptual, en contraposición a las
asociaciones internas que se establecen en torno a una significación conceptual.
Desplazamiento y condensación permiten verificar “una permutación de la expresión
lingüística de los pensamientos respectivos”. Subrayemos: el desplazamiento es el
mecanismo por el cual el acento de una representación se desliza sobre otras
representaciones próximas a la primera; la condensación, cuya condición es un
desplazamiento previo; supone que sobre una representación converge el acento derivado
de distintas representacionesix.
En sus trabajos sobre el olvido y el chiste se halla claramente ejemplificado este modo de
funcionamiento que da cuenta de la labilidad de la unión entre una palabra y su significado.
“La palabra, como punto nodal de múltiples representaciones, está por así decir
predestinada a la multivocidad. Las neurosis aprovechan tan desprejuiciadamente como el
sueño las ventajas que la palabra ofrece así a la condensación y al disfraz”. (Freud,
1900/1979, p. 346)
A pesar de no disponer de los conceptos lingüísticos xque distinguen el orden del concepto -
significado- del orden de la materialidad fónica de la palabra -significante-, Freud teoriza
acerca de estos dos órdenes atinentes a la palabra, los desarrollos expuestos sobre el
estatuto de representaciones cosa y representaciones palabra, en conjunción con los
términos: palabra puente, palabras encrucijada o palabra estímulo de complejo, presentes en
su obra, dan cuenta de la relación entre esta dimensión de la palabra y el modo de
funcionamiento del inconciente.
Advertimos entonces que las representaciones cosas remiten a la “palabra” a secas, es decir
a la materialidad fónica de las palabras, dimensión que, acorde con la polisemia de la
lengua, se presta al deslizamiento del sentido (desplazamiento) y en íntima relación con la
existencia del deseo inconciente, posibilita la producción de distintas significaciones
sostenidas a partir de una misma sucesión fónica. (Condensación).
Las representaciones palabras, al comportar un enlace conceptual que intenta detener el
deslizamiento del sentido, en articulación con la representación cosa, darán lugar a la
representación conciente, representación que al portar un significado establecido,
responderá a las exigencias de coherencia propias del yo y de la conciencia y funcionará
como soporte del lazo social y de la ilusión de la comunicación en términos de una
significación compartida.

Retomando las consideraciones del 1915, las representaciones son inconscientes en la


medida en que falta la asociación entre representación-cosa y representación-palabra.: La
"representación-objeto" conciente se caracteriza por la función propia de toda
representaciónxi, es decir, representar algo para una conciencia. Por contraposición, al faltar
alguno de sus componentes, resulta una "representación inconsciente"xii.
A partir de la elaboración y de la crítica que Jacques Lacan realiza en torno al signo
saussuriano, el término “significante” deviene un concepto relevante dentro de la teoría
psicoanalítica. En los comienzos de sus teorizaciones Lacan ubica a la lingüística como una
ciencia que puede servirle al psicoanálisis de guía, en tanto este es una práctica de la
función simbólica. Si bien posteriormente modulará el alcance de esta afirmación,
efectivamente encuentra en la lingüística, una ciencia humana, luego renombrada
conjetural, la producción de una matematización no cuantitativa respecto de los elementos
que conforman una lengua. Lacan, al leer a Saussure desde Freud, encuentra en él
elementos que le permiten retomar los desarrollos freudianos y esclarecer la particularidad
y la significación del término “representaciones inconcientes”.
Desde esta perspectiva, el soporte material de la lengua permite situar cuál es la legalidad a
la que responden las formaciones del inconsciente y por lo tanto dar cuenta de la lógica que
guía las intervenciones del analista allí donde se pone en juego el equívoco de la palabra
propio de las formaciones del inconsciente.

→ representación-palabra {Wortvorstellung}: -
Asociación interna- Enlace conceptual. Significado
Representación-objeto {Objekt vorstellung}
Signo

→ representación-cosa {Sachvorstellung}: Asociación


externa. Representación acústica. Significante

*Es relevante subrayar que Freud no equipara la ROC a la RP, sino que la misma se
constituye a partir del enlace entre la RC y la RP. Sirviéndonos de los desarrollos de
Saussure y teniendo en el horizonte las teorizaciones de Lacan, podemos establecer una
correspondencia entre la ROC y el signo, este comporta dos dimensiones el sdo en
correspondencia con rp y el significante representación cosa. Lacan se ocupa de remarcar la
primacia del ste sobre el sdo, esta primacia es esbozada en Saussure a t{aves del concepto
de valor, un signo adquiere sgnificación de acuerdo a su relación con otros signos, si varia
su ,lugar se modifica su valor y por ende su significaci{on, ese signo pasa entonces a
comportar otro sdo. La sucesión f{onica permace pero se e nlaza de acuerdo al contexto a
otro sdo. El lenguaje en tanto instrumento del lazo social exige la posibilidad de

Bibliografía

Braunstein N. (1982) .El lenguaje y el inconsciente freudiano. México: Siglo XXI.

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Jinkis, J. (1994). El inconciente freudiano. En La acción analítica. Buenos Aires: Homo
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Le Gaufey, Guy (1998). El lazo especular. Buenos aires: Editorial Edelp.

Sauval, Michel.( 2007). Sujeto y significante en psicoanálisis. Intervención como


"Comentador Externo" en las V Jornadas de Investigación de la Maestría de Psicoanálisis
(Directora: Amelia Imbriano) de la Escuela de Graduados de la Universidad Argentina John
F. Kennedy realizadas el 14 de abril de 2007, en
http://www.sauval.com/articulos/kennedy.htm
i
Sitúa en primer lugar a la percepción pero aclarando que el polo perceptivo no conserva huellas de lo acontecido, a la
primera trascripción de las percepciones, la denomina Ps [signos de percepción] por completo insusceptible de conciencia y
articulada según una asociación por simultaneidad, la segunda transcripción es Ic (inconciencia) ordenada según otros
nexos, tal vez causales. Las huellas, de igual modo inasequibles a la conciencia. Pre (preconciencia) es la tercera
retrascripción, ligada a representaciones-palabra, correspondiente a nuestro yo oficial. Desde esta Prc, las investiduras
devienen concientes de acuerdo con ciertas reglas, y por cierto que esta conciencia pensar secundaria es de efecto posterior
(nachtráglicb} en el orden del tiempo.

El encuentro con ciertos obstáculos particulares que surgen en la clínica lo llevarán luego a complejizar estos desarrollos.
ii

En 1923 propone una segunda ordenación metapsicológica a partir de la cual distingue y formaliza tres instancias: ello, yo
y superyó. Esta nueva formalización no excluye a la primera; constituirá un intento de abordar desde otros ángulos una
problemática clínica para la cual la conceptualización de lo inconciente como sinónimo de lo reprimido resulta insuficiente.
(Nota de la autora).

iii
La aclaración entre paréntesis corresponde a la autora.
iv
Es importante diferenciar las nociones de “cosa” y “representación-cosa”. “Cosa” a secas remite al plano conceptual,
mientras que “representación cosa” remite al soporte fonemático.
v
Se advierte la complejidad que reviste el modo en que Freud conceptualiza la representación- cosa cuando la define en
términos de:“consiste en la investidura, si no de la imagen mnémica directa de la cosa, al menos de huellas mnémicas más
distanciadas, derivadas de ella”.
vi
“Ellas no son, como creíamos, diversas trascripciones del mismo contenido en lugares psíquicos diferentes ( hipótesis
tópica), ni diversos estados funcionales de investidura en el mismo lugar (hipótesis funcional)” (Freud, 1915/1979)

En la cita completa de la traducción de Etcheverry es relevante marcar que los párrafos resaltados en negrita resultan
vii

contradictorios entre sí:

“De unos ejemplos apropiados de chiste inocente, en los que no cabía temer ninguna perturbación de nuestro juicio por su
contenido o su tendencia, debimos inferir que las técnicas del chiste, como tales, son fuentes de placer; ahora examinaremos
si ese placer no se deja acaso reconducir a un ahorro de gasto psíquico. En un grupo de estos chistes (los juegos de
palabras), la técnica consistía en acomodar nuestra postura psíquica al sonido y no al sentido de la palabra, en poner la
representación-palabra {Wortvorstellung} (acústica) misma en lugar de su significado dado por relaciones con las
representaciones-cosa-del-mundo {Dingvorstellung}. (ver nota) Efectivamente, estamos autorizados a suponer que ello
implica un gran alivio de trabajo psíquico y que al usar las palabras en serio un cierto esfuerzo nos obliga a prescindir de ese
cómodo procedimiento: podemos observar que algunos estados patológicos de la actividad de pensar, en que la
posibilidad de concentrar gasto psíquico en un punto probablemente se encuentre limitada, de hecho privilegian de
esa manera la representación acústica de la palabra sobre el significado de esta, y que esos enfermos en sus dichos
avanzan siguiendo las asociaciones «externas» -según la fórmula en uso-, en lugar de las «internas», de la
representación-palabra. También en el niño, habituado a tratar todavía las palabras como cosas, advertimos la inclinación
a buscar un mismo sentido tras unidades fonéticas iguales o semejantes, lo cual es fuente de muchos errores que dan risa a
los adultos. Entonces, cuando en el chiste nos depara inequívoco contento pasar de un círculo de representaciones a otro
distante mediante el empleo de la misma palabra o de otra parecida (como, en el caso de «home-roulard», del círculo de la
cocina al de la política), tenemos derecho a reconducir ese contento al ahorro de gasto psíquico. Además, el placer de chiste
que provoca ese «cortocircuito» parecerá tanto mayor cuanto más ajenos sean entre sí los círculos de representaciones
conectados por una misma palabra, cuanto más distantes sean y, en consecuencia, cuanto mayor resulte el ahorro que el
recurso técnico del chiste permita en el camino del pensamiento. Anotemos de pasada que el chiste se sirve aquí de un
medio de enlace que el pensar serio desestima y evita cuidadosamente.En poner la representación-palabra
{Wortvorstellung} (acústica) misma en lugar de su significado dado por relaciones con las representaciones-cosa-del-
mundo” {Dingvorstellung).
(Freud, 1915/1979)

López Ballesteros traduce:


“En un grupo de estos chistes (los juegos de palabras) consistía la técnica en dirigir nuestra atención psíquica hacia el
sonido de las palabras en lugar de hacia su sentido, y dejar que la imagen verbal (acústica) se sustituya a la significación
determinada por relaciones con las representaciones objetivas. Parece justificado sospechar que este proceso origina una
considerable minoración del trabajo psíquico y que, inversamente, el abstenernos de este cómodo procedimiento, en el
apropiado y riguroso empleo de las palabras, es cosa que no llevamos a cabo sin un cierto esfuerzo. Podemos asimismo
observar que, en aquellos estados patológicos de la actividad mental en los que se halla efectivamente limitada la
posibilidad de concentrar gastos psíquicos en un punto determinado, la imagen sonora de las palabras sustituye a la
significación de las mismas, y el enfermo avanza en su discurso siguiendo las asociaciones «externas» de la representación
verbal en lugar de las «internas». También en el niño, acostumbrado aún a manejar las palabras como objetos, observamos
la tendencia a buscar tras de un mismo o análogo sonido verbal igual significación, tendencia que es fuente de graciosos
errores que hacen reír a los adultos”.

“También en el niño, habituado a tratar todavía las palabras como cosas, advertimos la inclinación a buscar un mismo
viii

sentido tras unidades fonéticas iguales o semejantes, lo cual es fuente de muchos errores que dan risa a los adultos”. (Freud,
1905/1979, p. 115)

ix
Estos mecanismos son claramente ilustrados en los trabajos sobre, el olvido, el chiste, los sueños y por supuesto en los
desarrollos en torno al sentido de los síntomas. EJ: Respecto del olvido de nombres propios, el valor que cobra Boltraffio en
el ejemplo de Signorelli. En el historial de Elizabeth Von R: el valor de Stehen.
x
Los desarrollos llevados adelante por Ferdinand de Saussure respecto del signo lingüístico, en los cuales se diferencia el
orden del significado (concepto) del orden del significante (materialidad fónica), son contemporáneos a la obra freudiana.
Freud, sin embargo, no llegó contactarse con la obra de Saussure.
(Nota de la autora)
xi
En relación con el sentido que comporta el término representación en la filosofía y en las teorías lingüísticas.
xii
Ver Michel Sauval: Sujeto y significante en psicoanálisis. http://www.sauval.com/articulos/kennedy.htm. 2007

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