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Argumento 2: Formación social

Desde un propio criterio hasta la formación social que ese criterio pueda establecer en
cada persona. Los seres humanos están predispuestos a ser seres sociales, sin embargo,
la manera en la que estos mismos se logran manifestar libremente y conformar sus
capacidades es algo exclusivo que, si bien puede ser algo alentador para denotar una
particularidad que diferencie al ser libre del ser dependiente, puede también denotar que
existe un libre albedrío que no puede ser cambiado y/o alterado. Seguidamente se
evidenciará este argumento a través de la construcción de virtudes y conductas, así
como también del desarrollo de libre expresión y elección.

Respaldo 2.1: Construcción de virtudes y conductas

Una formación colectiva va a imponer el progreso de las virtudes y conductas


características del ser humano para así catalogar a este mismo como un ser “libre” en
todo aspecto. Igualmente, es oportuno resaltar que, en un contexto social como una
conversación, debate, exposición, etc., se presencia estas características al momento de
explayarse con total respeto. Es por ello que Toledo (2012) menciona que:

Referirse a la construcción identitaria implica incorporar la dimensión de


trayectoria. Una continuidad que permite afirmar que alguien a través del
tiempo mantiene una igualdad consigo mismo y al mismo tiempo es
diferente a otro. Además, el sujeto tiene conciencia sobre su propia
existencia. (p. 47)

Lo que hace referencia este autor es a la estructuración de la identidad, y en como esta


misma puede consolidar virtudes consigo mismo a través del tiempo, es decir, que este
individuo puede tener un entendimiento sobre su propia realidad y adjudicar una
reflexión crítica acerca de sí mismo, teniendo en consideración las conductas que
corresponden a la individualidad del sujeto en cuestión. En mi opinión, la identidad es
una característica del ser humano que lo hace ser único en su especie, no obstante, el
poder construir una autenticidad es lo que hace más interesante la capacidad que
tenemos todos nosotros. Por lo cual, la construcción de virtudes y conductas están
implícitamente distribuidas en esta construcción identitaria, puesto que es parte de la
personalidad de cada uno. Lo que realmente es preponderante entre el poder afirmar las
igualdades y diferencias entre uno y otro individuo es la conciencia ecuánime
desarrollada a través de distintos saberes que se van forjando a través del tiempo. Es
aquí donde surge una interrogante esencial para poder conceptualizar la reflexión:
¿Serán la identidad y personalidad valores innatos o de construcción social? Es preciso
mencionar que hay una relación entre el innatismo y la sociabilidad al momento de
forjar nuestra conducta, que en este caso maniobra distintas características particulares.

De igual modo, Magleb (2012) nos dice que “Las conductas sociales implican la
cohesión con otros seres humanos en relación a los ámbitos o subsistemas en que puede
dividirse la sociedad para su estudio y comprensión.” (párr. 2). Lo que expresa Magleb
es la conexión que existe en la facultad de poder entender y razonar con otras personas,
así como también, el entender cómo y cuándo utilizar esa relación que existe para
modificar el contexto social. Cada forma de la conciencia transforma distintos aspectos
que nos hace quienes somos, adecuando virtudes, conductas, carácter y moral a nuestro
ser. En mi opinión, esas conductas sociales han ajustado la voluntad de observar nuevos
modos de vida actuales, con una infinidad de estímulos influyentes en nuestra manera
de pensar, aunque, eso es lo que nos hace ser libres de verdad, puesto que el sistema
social está convenientemente enlazado con nuestro carácter de integridad y
comportamiento teniendo un mecanismo que, de hecho, hace que uno obtenga bienes
comunes inmateriales.

Asimismo, Trigo (2010) manifiesta que “Las virtudes, al adaptar y asimilar las
facultades humanas a los actos buenos, connaturalizan a la persona con la conducta
virtuosa, de modo que ésta se convierte en algo natural que causa el gozo y la
satisfacción” (p. 12). Aludiendo a esta cita e infiriendo su contenido, el autor habla
sobre como las actitudes buenas pueden causar en una persona diferentes conductas que
tengan en su estructura interna el sentimiento de deleite y placer, teniendo en cuenta que
el ser humano y las virtudes están ligadas a un proceso de autorrealización y
autodestrucción. Del mismo modo, se menciona sobre la conducta virtuosa, la cual tiene
que ver mucho con la persona justa, valiente y templada originando en nosotros ser
protagonistas de nuestra vida. En mi opinión, estas distintas construcciones sociales nos
hacen enfatizar en nuestra naturaleza biológica, que está caracterizada por comprender
conductas y comportamientos inherentes a la interioridad de la formación integra.
Ahora, también se vienen priorizando los propios principios que se proyectan para la
cohesión de la moral y la conducta, teniendo a su disposición el saber que está bien y
que está mal. Simultáneamente, en el ámbito de la educación, ¿se deben formar a las
personas para la libertad? Sería muy acertada la respuesta, ya que una educación en
valores y virtudes van a definir cuan libre es esa persona, acercándolos a la realidad
misma de poder ser ciudadanos solidarios.

Respaldo 2.2: Desarrollo de libre expresión y elección

Tanto la libertad de expresión como la libre elección son derechos importantes de


cada persona en este mundo, ellos representan el desenvolvimiento de cada persona
en el factor social, el libre albedrio es parte de estos dos derechos, los cuales tienen
que ser para todos ya que cada persona busca dar un poco de sí mismos a la sociedad,
porque la libre expresión y la libre elección generan aunque sea algo mínimo en la
sociedad, ya sea un buen aporte o algo que nos haga ver diferente nuestro entorno.

Asimismo, Alvear (2016) nos menciona que:

En el ámbito individual, la libertad de expresión gira, entonces, en


torno a la genuina libertad humana. En cuanto libertad en el fuero
externo es amplísima por su correspondencia con el libre albedrío,
con la facultad de elegir lo conveniente a los propósitos
personales. (p. 652)

Lo mencionado por el autor tiene un enfoque muy interesante acerca de su visión de la


libertad de expresión, ya que al mencionar que todo gira en torno a “la genuina libertad
humana”, hace referencia a que, en sí, nosotros no somos verdaderamente libres, así
como también, no todo lo que queremos expresar puede ser escuchado o no se nos
permite expresarlo. En mi opinión, nosotros tenemos una gran libertad al tomar
decisiones, ya que al fin y al cabo las elecciones que tenemos no afectan a nadie y
podemos elegir lo que deseemos, desde algún sabor de paleta hasta decisiones grandes
como el que estudiar, donde trabajar y que plan de vida queremos. ¿Realmente
podremos elegir libremente? Muchas veces, hay personas que influyen en nuestro
proceso de elección, teniendo una alternativa diferente a nuestro propio concepto.

Citando a Lynch (2013): “En cada decisión hay siempre implicada una elección previa;
y precisamente porque la elección sostiene –pero no fundamenta– una decisión, ésta se
propone como la condición para que podamos asignar o atribuir responsabilidad a una
conducta.” (párr. 1). Lo que menciona el autor hace referencia a que antes de cada
decisión se nos presentan diferentes alternativas, cada una de ellas nos puede llevar a un
diferente camino, cada una puede significar mucho para nosotros como para los demás,
por cada decisión que nosotros tenemos debemos poner nuestra responsabilidad ya que
somos los que decidimos y cada elección nos lleva por un camino. En mi opinión, se
sabe que muchas veces las decisiones no son tomadas por nosotros, ya que puede haber
padres controladores, familiares o parejas que intervienen en nuestra libre expresión y
esto no es correcto, ya que las decisiones deben ser propias, además de que nosotros
también debemos perder el miedo a tomarlas; arriesgarse pase lo que pase, uno tiene
que dar todo de sí mismo.

Del mismo modo, Minkowicz y Garchtrom (2015) nos mencionan que: “El libre
albedrío es la capacidad de elegir entre el bien y el mal, quedando en manos de los seres
humanos decidir el camino correcto a partir del concepto internalizado de que es justo y
que es injusto.” (p. 8). Lo que sostienen los autores tiene algo demasiado sugestivo para
lo que se pretende explicar; se refiere a que cada persona puede elegir su camino a
seguir, ya sea malo o bueno, puesto que tienen esa potestad de libre albedrío a la hora de
conformar su decisión y emitirla a través de sus acciones. En mi opinión las personas
únicamente pueden intervenir en el proceso de elección, dando ideas o exponiendo su
punto de vista, porque es mejor escoger una alternativa por su cuenta, a que el otro elija
por nosotros; sin embargo, la decisión final la toma uno mismo, ya sea basándose en sus
principios o en lo que este mismo sujeto en cuestión crea necesario. El propio ser
humano es el que construye su propio camino hacia donde ve que estará mejor, y
aunque se equivoque y falle en la decisión ¿El ser humano estará listo para ser un
mediador entre sus emociones y sus propios intereses? Quedará en cada individuo esa
capacidad que considera necesaria la verdadera libertad humana, entendiendo estas
oportunidades como la transparencia de realizar comparaciones entre el objetivo y las
preferencias.

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