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Desde un propio criterio hasta la formación social que ese criterio pueda establecer en
cada persona. Los seres humanos están predispuestos a ser seres sociales, sin embargo,
la manera en la que estos mismos se logran manifestar libremente y conformar sus
capacidades es algo exclusivo que, si bien puede ser algo alentador para denotar una
particularidad que diferencie al ser libre del ser dependiente, puede también denotar que
existe un libre albedrío que no puede ser cambiado y/o alterado. Seguidamente se
evidenciará este argumento a través de la construcción de virtudes y conductas, así
como también del desarrollo de libre expresión y elección.
De igual modo, Magleb (2012) nos dice que “Las conductas sociales implican la
cohesión con otros seres humanos en relación a los ámbitos o subsistemas en que puede
dividirse la sociedad para su estudio y comprensión.” (párr. 2). Lo que expresa Magleb
es la conexión que existe en la facultad de poder entender y razonar con otras personas,
así como también, el entender cómo y cuándo utilizar esa relación que existe para
modificar el contexto social. Cada forma de la conciencia transforma distintos aspectos
que nos hace quienes somos, adecuando virtudes, conductas, carácter y moral a nuestro
ser. En mi opinión, esas conductas sociales han ajustado la voluntad de observar nuevos
modos de vida actuales, con una infinidad de estímulos influyentes en nuestra manera
de pensar, aunque, eso es lo que nos hace ser libres de verdad, puesto que el sistema
social está convenientemente enlazado con nuestro carácter de integridad y
comportamiento teniendo un mecanismo que, de hecho, hace que uno obtenga bienes
comunes inmateriales.
Asimismo, Trigo (2010) manifiesta que “Las virtudes, al adaptar y asimilar las
facultades humanas a los actos buenos, connaturalizan a la persona con la conducta
virtuosa, de modo que ésta se convierte en algo natural que causa el gozo y la
satisfacción” (p. 12). Aludiendo a esta cita e infiriendo su contenido, el autor habla
sobre como las actitudes buenas pueden causar en una persona diferentes conductas que
tengan en su estructura interna el sentimiento de deleite y placer, teniendo en cuenta que
el ser humano y las virtudes están ligadas a un proceso de autorrealización y
autodestrucción. Del mismo modo, se menciona sobre la conducta virtuosa, la cual tiene
que ver mucho con la persona justa, valiente y templada originando en nosotros ser
protagonistas de nuestra vida. En mi opinión, estas distintas construcciones sociales nos
hacen enfatizar en nuestra naturaleza biológica, que está caracterizada por comprender
conductas y comportamientos inherentes a la interioridad de la formación integra.
Ahora, también se vienen priorizando los propios principios que se proyectan para la
cohesión de la moral y la conducta, teniendo a su disposición el saber que está bien y
que está mal. Simultáneamente, en el ámbito de la educación, ¿se deben formar a las
personas para la libertad? Sería muy acertada la respuesta, ya que una educación en
valores y virtudes van a definir cuan libre es esa persona, acercándolos a la realidad
misma de poder ser ciudadanos solidarios.
Citando a Lynch (2013): “En cada decisión hay siempre implicada una elección previa;
y precisamente porque la elección sostiene –pero no fundamenta– una decisión, ésta se
propone como la condición para que podamos asignar o atribuir responsabilidad a una
conducta.” (párr. 1). Lo que menciona el autor hace referencia a que antes de cada
decisión se nos presentan diferentes alternativas, cada una de ellas nos puede llevar a un
diferente camino, cada una puede significar mucho para nosotros como para los demás,
por cada decisión que nosotros tenemos debemos poner nuestra responsabilidad ya que
somos los que decidimos y cada elección nos lleva por un camino. En mi opinión, se
sabe que muchas veces las decisiones no son tomadas por nosotros, ya que puede haber
padres controladores, familiares o parejas que intervienen en nuestra libre expresión y
esto no es correcto, ya que las decisiones deben ser propias, además de que nosotros
también debemos perder el miedo a tomarlas; arriesgarse pase lo que pase, uno tiene
que dar todo de sí mismo.
Del mismo modo, Minkowicz y Garchtrom (2015) nos mencionan que: “El libre
albedrío es la capacidad de elegir entre el bien y el mal, quedando en manos de los seres
humanos decidir el camino correcto a partir del concepto internalizado de que es justo y
que es injusto.” (p. 8). Lo que sostienen los autores tiene algo demasiado sugestivo para
lo que se pretende explicar; se refiere a que cada persona puede elegir su camino a
seguir, ya sea malo o bueno, puesto que tienen esa potestad de libre albedrío a la hora de
conformar su decisión y emitirla a través de sus acciones. En mi opinión las personas
únicamente pueden intervenir en el proceso de elección, dando ideas o exponiendo su
punto de vista, porque es mejor escoger una alternativa por su cuenta, a que el otro elija
por nosotros; sin embargo, la decisión final la toma uno mismo, ya sea basándose en sus
principios o en lo que este mismo sujeto en cuestión crea necesario. El propio ser
humano es el que construye su propio camino hacia donde ve que estará mejor, y
aunque se equivoque y falle en la decisión ¿El ser humano estará listo para ser un
mediador entre sus emociones y sus propios intereses? Quedará en cada individuo esa
capacidad que considera necesaria la verdadera libertad humana, entendiendo estas
oportunidades como la transparencia de realizar comparaciones entre el objetivo y las
preferencias.