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Lo primero es la familia
(SESION 1)
PARTE 1
Isabella, médica residente de medicina interna, está hoy en los consultorios externos. Luego de despedirse
de Roberto, su primer paciente, leyó la derivación del siguiente:
Gina Mastropietro, de 34 años, ama de casa, con antecedentes personales de tiroiditis de Hashimoto e
infertilidad. Consiguió un embarazo mediante técnicas de reproducción asistida que cursó sin
complicaciones, con un parto normal hace 2 años. En la última consulta no precisaba tratamiento
sustitutivo tiroideo. Solo recibía como tratamiento crónico alprazolam por un trastorno de ansiedad
generalizada desde hacía muchos años. No presentaba antecedentes familiares de interés. Vivió en
Mendoza por unos años, pero por el trabajo de su esposo en una empresa petrolera, se mudaba
periódicamente.
Hoy acude a la consulta, remitida por uno de los tantos médicos que la había visto en las ciudades y pueblos
donde vivió. Relató que, un mes después del parto comenzó con diarrea, con heces semisólidas; alterna
periodos de varias deposiciones diarias, brillantes, que ocasionalmente quedaban flotando en el agua del
retrete, con otros periodos de una o dos deposiciones diarias. Con frecuencia se acompañaban de
molestias abdominales difusas y
flatulencia. Siempre pensó que era “por el agua”. Había recibido tratamiento con loperamida,
que le hacía mejorar los síntomas, aunque a los pocos días de su retirada volvían a aparecer.
Casi se había acostumbrado a eso… pero lo que la alarmó fue darse cuenta que la ropa le
quedaba holgada…y cuando se pesó, había perdido 6 kilos de peso, aunque no existía anorexia y ella comía
“como siempre”. Nunca había presentado fiebre. Negaba haber realizado viajes al extranjero y haber
ingerido alimentos de procedencia desconocida o dudoso estado de higienización.
PARTE 2
Gina trae algunos estudios (que ya tienen 6 meses) que le realizó el médico que la derivó: Laboratorio:
Hto. 38%, Hb.12,6 g/dL, microcitosis e hipocromía, VSG 20 mm 1°hora; TSH y T4 libre normales; un estudio
de parásitos en heces y un coprocultivo en los que no se identificaron microorganismos;
Radiografía de tórax y directa de abdomen, así como una ecografía abdominal, en los que no se
encontraron hallazgos patológicos.
En esa ocasión, el médico le diagnosticó síndrome del intestino irritable.