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(35) BETTI, Emilio. “Reflexiones sobre la noción de negocio jurídico”. En: AA.VV. Teoría general
del negocio jurídico. 4 estudios fundamentales. Lima: Ara, 2001, p. 31.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
(36) MESSINEO, Francesco. Doctrina general del contrato. Tomo I, Buenos Aires: Ediciones Jurí-
dicas Europa-América, 1986, p. 39.
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
(37) GALGANO, Francesco: El negocio jurídico. Valencia: Tirant lo Blanch, 2002, p. 65 y ss.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
(38) SANGUINETI, Wilfredo. El contrato de locación de servicios. Lima: Gaceta Jurídica, 2000,
p. 63.
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
(39) FERNÁNDEZ, Luis. Derecho Laboral guatemalteco. Guatemala: Óscar de León Palacios,
2000, p. 85.
(40) OSSORIO, Manuel. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales. Heliasta: Buenos
Aires, 1990, p. 237.
(41) ALBIOL, Ignacio; CAMPS, Luis et al. Compendio de Derecho del Trabajo. Valencia: Tirant lo
Blanch, 2006, p. 23.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
(42) SCOGNAMIGLIO, Renato. “El negocio jurídico: aspectos generales”. En: AA.VV. Teoría gene-
ral del negocio jurídico. 4 estudios fundamentales. Lima: Ara, 2001, p. 135.
(43) CABANELLAS, Guillermo. El Derecho del Trabajo y sus contratos. Buenos Aires: Mundo
Atlántico, 1945, p. 267.
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(44) DE LA CUEVA, Mario. El nuevo Derecho mexicano del trabajo. Tomo I, 11a ed., México D.F.:
Porrúa, 2000, p. 11 y ss.
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en los codificadores del siglo XIX, se explica por el hecho de que los autores
romanos y los académicos franceses nada habían escrito sobre este contrato.
Conviene tener en cuenta, para evitar posibles confusiones, el hecho de que a
principios del siglo XIX, cuando se redactó el Código Civil francés, la indus-
tria tenía una naturaleza incipiente y el cuerpo legal que se promulgaba debía
considerar principalmente el grave problema de la época: el de la propiedad.
En los inicios de la disciplina, cuando el desarrollo industrial era aún
limitado y el análisis del contrato de trabajo se hacía a la luz de la teoría gene-
ral de las obligaciones, se llegó incluso a discutir si se estaba frente a un con-
trato nominado o innominado. Esta duda se suscitaba en una época donde se
comenzaba a revelar la insuficiencia de las figuras contractuales vigentes, por
lo que comienzan a aparecer las primeras intuiciones que entendían que las
figuras civiles dejaban de lado importantes aspectos de la realidad del trabajo,
específicamente del trabajo subordinado. No obstante, la tradición jurídica
civilista era muy reticente a aceptar una entidad contractual nueva para regu-
lar este tipo de prestaciones, manteniéndose así fieles a la tipología heredada
del Derecho Romano. Solo unos pocos países, encabezados por Suiza, a prin-
cipios del siglo XX, optaron por situar la temática laboral dentro del código
de las obligaciones.
Paulatinamente, por la propia exigencia de la realidad social, comienzan
a aparecer las primeras propuestas de crear un ordenamiento justo de las rela-
ciones entre capital y trabajo, destacando de forma embrionaria las primeras
legislaciones en materia de riesgos profesionales y la introducción de políticas
sociales para contrarrestar las consecuencias de las crisis económicas. Como
menciona Mario de la Cueva(45), entre 1914 y 1918 se inició la transformación
de las bases de la sociedad individualista y liberal burguesa del siglo XIX por
los efectos que produjo la guerra en la economía de los países a nivel mun-
dial. Los Estados asumen un rol más activo al verse obligados a intervenir en
los procesos de producción y distribución, aunado al impulso de los trabaja-
dores en favor del reconocimiento de normas fundamentales para su protec-
ción y dentro de principios de justicia social.
Como consecuencia de ello, diversas constituciones comienzan a recono-
cer el trabajo como un derecho fundamental, siendo las pioneras la Constitu-
ción de Querétaro (1917) y la Constitución de Weimar (1919). A nivel interna-
cional, un suceso trascendente es la creación de la Organización Internacional
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
del Trabajo con el Tratado de Versalles de 1919, operándose así una transfor-
mación radical de las bases sobre las que se asentaba la legislación de las rela-
ciones patrimoniales, al adquirir la regulación laboral un rango superior al de
las leyes aprobadas por el Poder Legislativo de cada país. Se abre así el camino
para la constitucionalización del Derecho del Trabajo.
Esto conlleva reconocer al trabajo subordinado como una realidad inde-
pendiente a las instituciones de impronta civil, por lo que distintos juristas unen
sus esfuerzos para la aprobación de normas específicas de corte social y rela-
cionadas con la promoción de la dignidad de los trabajadores. Si bien el reco-
nocimiento de las instituciones del Derecho del Trabajo, entre ellas del con-
trato de trabajo, fue lento y gradual, puede aseverarse que a comienzos del
siglo XX ya se había instalado el germen que privilegiaba una tendencia pro-
gresista en la regulación de las relaciones de trabajo, preocupada por el bienes-
tar de la clase trabajadora y que dotaba a los sindicatos de una gran presencia
para la fijación de condiciones de trabajo.
Como consecuencia de la afirmación del Derecho del Trabajo como nuevo
Derecho en el siglo XX, cada vez resulta más palmario que el contrato de tra-
bajo, todavía anclado en esquemas jurídicos civiles, detenta una naturaleza
especial que supera los aspectos patrimoniales, por lo que corresponde la for-
mación de instituciones de corte autónomo que sean coherentes con princi-
pios más humanitarios que ven al trabajo no como una mercancía más, sino
que reconocen en él su valor social. A fin de establecer los aspectos que resul-
taban ajenos a la influencia civilista, la doctrina tuvo que distinguir entre los
elementos comunes (rasgos que posee todo tipo de contrato) y los elementos
propios (atributos indesligables). Destacando las peculiaridades del contrato
de trabajo frente a otras formas de contratación, Leonardo Graham analiza el
origen de la regulación laboral:
“Poco a poco, las constantes luchas obreras dirigidas contra los patro-
nes o los empresarios en primer término, y después contra los gobiernos
de los Estados, buscaron una reglamentación específica que recogiera
los derechos elementales a las justas aspiraciones de los trabajadores;
así son conocidos los movimientos cartistas en Inglaterra, la existen-
cia de asociaciones de hecho y los talleres nacionales en Francia y en
Alemania, las presiones que motivaron las primeras leyes sobre segu-
ridad social, acontecimientos que en su conjunto, aunados a docu-
mentos tan importantes como el Manifiesto Comunista de C. Marx y
F. Engels lograron darle una fisionomía propia al derecho del Trabajo
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(46) GRAHAM FERNÁNDEZ, Leonardo. “El contrato y la relación de trabajo”. En: Jurídica. Núm. 9,
1977, pp. 397-415.
(47) DE LA CUEVA, Mario. Derecho mexicano del trabajo. México D. F.: Porrúa, 1975, p. 185.
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
(48) BARAJAS, Santiago. Derecho del Trabajo. México D. F.: UNAM, 1990.
(49) Vide BAYÓN CHACÓN, G y PÉREZ BOTIJA, E. Manual de Derecho del Trabajo. Madrid:
Marcial Pons, 1962, p. 262; BUEN, Néstor de. Derecho del Trabajo. Vol. I. México D. F.:
Porrúa, 1974, p. 518 y ss.; CABANELLAS, Guillermo. Compendio de Derecho del Trabajo.
Buenos Aires: Omeba, 1968, p. 341.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
(50) CABANELLAS, Guillermo. El Derecho del Trabajo y sus contratos. Buenos Aires: Mundo
Atlántico, 1945, p. 271.
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(51) PÉREZ, Benito. Derecho del Trabajo. Buenos Aires: Astrea, 1983, pp. 94 y 95.
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1. Cuestiones introductorias
Con respecto a los elementos constitutivos del contrato de trabajo, Efrén
Córdova opina que al observar a través del tiempo las nociones sobre el con-
trato de trabajo y, por tanto, sus elementos, resulta patente que han ido variando
en virtud de las consideraciones de cada sistema jurídico:
“El estudio del concepto y elementos constitutivos del contrato de tra-
bajo ha experimentado una evolución notable a lo largo del siglo. En
una primera etapa, cuando el examen de la materia laboral aún era inci-
piente y se hallaba influido por la teoría civil de los contratos, se puso
el énfasis en discernir cuáles eran los que pudiéramos llamar elemen-
tos comunes del contrato de trabajo. Algún tiempo después surgieron
voces discrepantes que negaban la existencia del contrato y postula-
ban la tesis de la relación de trabajo. A esta reacción anticontractua-
lista pronto siguió una contrarreacción antirrelacionista que concluyó
ofreciendo una síntesis de ambas posiciones. Ya más avanzadas, las
reflexiones doctrinales se identificaron los elementos propios del con-
trato de trabajo y se llevó a cabo un esfuerzo por plasmar esos elemen-
tos en el derecho positivo. Por último, los años más recientes han sido
testigos de un cuestionamiento de algunos de esos elementos y de otros
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
2.1. Capacidad
Este es un elemento propio del contrato de trabajo y consiste en que pri-
meramente para poder desempeñar un trabajo se requiere tanto de la capacidad
de goce como de la capacidad de ejercicio. Doctrinariamente se conocen estas
dos clases de capacidad, siendo la capacidad de goce aquella que hace a la per-
sona como un ente sujeto de derechos y obligaciones, mientras que la capaci-
dad de ejercicio existe cuando hay facultad de cumplir por sí mismo deberes
y de ejercer derechos, por ejemplo, el mayor de 14 años es apto para contratar
en materia laboral únicamente. Además, se establece que la incapacidad, dis-
tinguiéndose en nuestra legislación como incapacidad relativa y absoluta, es
todo lo contrario a la capacidad, la cual se puede definir como la facultad de
cumplir por sí mismo tanto deberes como el ejercicio de los beneficios, esta-
blecidos por la ley.
2.2. Consentimiento
El consentimiento es la libertad que el trabajador tiene para contratar por
sí mismo un trabajo de acuerdo a las normas laborales. Se manifiesta cuando
las partes convienen en iniciar la relación laboral, a través de la celebración del
contrato de trabajo, o de forma tácita sin que sea necesario un consentimiento
escrito. Por ello, basta con que se dé la relación laboral para que se produzca.
Este elemento puede determinarse como el que da inicio al contrato de trabajo,
ya que si no existiera el consentimiento, no puede darse la relación laboral y,
por lo tanto, no podría nacer a la vida jurídica dicho contrato.
Como se observa en la realidad, el consentimiento, como expresión de
la voluntad de las partes, tiene escasa incidencia en el posterior desarrollo del
(52) CÓRDOVA, Efrén. “Naturaleza y elementos del contrato de trabajo”. En: DE BUEN, Néstor y
MORGADO, Emilio (coord.). Instituciones del Derecho del Trabajo y de la seguridad social.
México D. F.: UNAM, 1997, p. 297.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
2.3. Objeto
El objeto en el contrato de trabajo es una actividad idónea, un servicio
que presta el trabajador en beneficio del patrono, quien en compensación del
salario que paga tiene derecho a los frutos del trabajo. Toda relación de trabajo
tiene un objeto, que es, como dijimos anteriormente, una actividad en la cual el
trabajador va a desempeñar su función que queda establecida cuando patrono
y trabajador pactan el inicio de la relación laboral, que debe entenderse como
el vínculo jurídico entre ambos y que obliga a uno a dar su servicio y a otro,
otorgar una remuneración. A cambio de este vínculo, el trabajador estará pro-
tegido por la titularidad que el Derecho Laboral otorga a la parte más débil.
Al respecto, cabe indicar lo siguiente:
“Lo dicho aquí nos permite preguntarnos ¿cuál es el objeto del con-
trato de trabajo? La respuesta surge espontánea: la actividad del tra-
bajador, su hacer, el trabajo que este realiza al estar a disposición del
patrón para prestar su trabajo. La segunda pregunta ¿cuál es la causa
del contrato de trabajo? tiene una respuesta más compleja y es ‘(...) la
cesión inicial (permanente y constante) y remunerada de los frutos del
trabajo. La transmisión del producto o utilidad de la actividad del tra-
bajador a cambio de una remuneración’, el patrón tiene el derecho ‘de
retener para sí el producto del trabajo’, lo que da contenido a la carac-
terística del contrato de trabajo de ajenidad. ‘El resultado o los bene-
ficios del trabajo no llegan a pertenecer en ningún momento a quien
los elabora o produce’, estos pasan al patrón a cambio de la retribu-
ción que recibe el trabajador”(54).
En resumidas cuentas, el objeto lo constituye la actividad o el servicio
que presta el trabajador en beneficio del patrono, a cambio de una retribución
o salario que recibe en compensación a la prestación realizada por parte del
(53) DE BUEN, Néstor. Derecho del Trabajo. Derecho individual y Derecho colectivo. Vol. II,
México D. F.: Porrúa, 1976, p. 287.
(54) ORTIZ ESCOBAR, Jorge. “Breves reflexiones sobre el contrato de trabajo”. En: KURCZYN,
Patricia y PUIG, Carlos (coord.). Estudios jurídicos en homenaje a Néstor de Buen. México
D. F.: UNAM, 2003, p. 590.
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contrario, esto da origen a que los empleadores opten por contratar a perso-
nas jurídicas para que realicen el trabajo, desvirtuándose con ello la natura-
leza del contrato laboral.
De dicho texto legal, tal como afirma Javier Neves Mujica(55), se pueden
desprender los siguientes aspectos:
▪ El trabajador es una persona natural: el trabajador siempre será una
persona natural, a diferencia del empleador, que puede ser tanto una per-
sona natural (v. g., los negocios pequeños y familiares) como una persona
jurídica (bajo cualquier forma asociativa, con fin o sin fin de lucro).
Esta característica también lo diferencia de los deudores de trabajo en
orden a un contrato civil (contrato de locación de servicios y de obra). De
ese modo, el locador y el contratista pueden ser personas naturales o jurí-
dicas, v. g., las firmas profesionales o las empresas constructoras.
▪ Prestación personal y directa del servicio: el trabajador, en calidad de
persona natural concreta, debe ejecutar la prestación comprometida de
manera personal; es decir, no debe contar con la asistencia de dependien-
tes. También se descarta que el trabajador transfiera su actividad en todo
o en parte a un tercero.
Sin embargo, se admite por excepción que el trabajador sea asistido por
familiares directos dependientes. Por consiguiente, de lo expuesto con
anterioridad, puede afirmarse que si el trabajador se incapacita para el
cumplimiento de su actividad (de modo total o parcial), la relación labo-
ral se suspende o se extingue de acuerdo a lo dispuesto por la LPCL en
sus artículos 12 y 16.
En la actualidad, una de las tendencias que han adoptado algunos emplea-
dores es contratar con personas jurídicas en vez de individuos, evitando de esa
forma las responsabilidades y problemas propios del marco laboral. Por ejem-
plo, servicios de limpieza, seguridad, jardinería, mantenimiento, etc.
(55) NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. Lima: Fondo Editorial PUCP,
2009, p. 33.
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3.3. Subordinación
Muchas definiciones sobre el trabajo se refieren concretamente a la labor
subordinada, es decir, al trabajo que se presta bajo dependencia, bajo las órde-
nes, bajo la dirección o bajo la vigilancia de otro. La subordinación, por su raíz
latina (sub: bajo, y ordinare: ordenar), sugiere la idea de inferioridad jerárquica.
Como manifiesta un gran número de autores, entendemos por subordinación el
estado de limitación de la autonomía del trabajador, al cual se encuentra some-
tido en sus prestaciones, por razón de su contrato, el que proviene de la potes-
tad del patrono o empresario para dirigir la actividad de la otra parte. Por lo
tanto, se puede definir la subordinación como aquel vínculo jurídico entre el
deudor y el acreedor de trabajo, por medio del cual el primero le ofrece su acti-
vidad al segundo y le confiere el poder de conducirla. De acuerdo con la pers-
pectiva de cada una de las partes de la relación laboral, se puede decir que se
presenta el binomio sujeción-dirección.
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CONFIGURACIÓN DEL CONTRATO DE TRABAJO
(57) TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge. Los contratos de trabajo y otras instituciones del Derecho
Laboral. Lima: Gaceta Jurídica, 2008, pp. 50-51.
(58) DE BUEN, Néstor. Ob. cit., p. 528.
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
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4.2. Exclusividad
Al respecto, se señala que la exclusividad se puede definir así:
“La exclusividad significa que el trabajador se vincule con un solo
empleador y supone que es únicamente en esa situación que adquie-
ren valor los otros elementos. Tal exigencia colide, sin embargo, con
la realidad del multiempleo y la frecuencia con que hoy se utiliza el
trabajo a tiempo parcial. El hecho de que una persona preste servi-
cios para más de un patrono no elimina la posibilidad de que una de
esas actividades constituya un contrato de trabajo, de que coexistan
varios y sean todos merecedores de la tutela del derecho laboral”(59).
Aunque típica en el contrato de trabajo, nuestra ley no la considera esen-
cial. Según la doctrina, solamente podrá exigirse exclusividad cuando concu-
rran estas dos circunstancias: a) que haya incompatibilidad entre dos o más
relaciones laborales entre sí; y b) que se haya pactado expresamente en el con-
trato, de donde se colige que no podría invocarse en el caso de contrato verbal.
4.3. Estabilidad
Para que la relación de trabajo esté jurídicamente protegida y penetre en
el área del Derecho del Trabajo, una parte de la doctrina exige, como elemento
propio del contrato, la estabilidad en el empleo. El trabajador debe estar unido
a la empresa en virtud de una relación laboral estable. La estabilidad y la conti-
nuidad aparecen como términos próximos, pero no necesariamente unidos. Un
trabajador puede ingresar y desempeñarse en un puesto estable de la empresa
y no ser continuado su trabajo. La estabilidad requerida como elemento par-
ticular del contrato de trabajo consiste en que las prestaciones sean sucesivas,
prolongadas durante cierto tiempo.
Su importancia es vital, y se refiere a la seguridad que tiene un traba-
jador de conservar indefinidamente su relación laboral. El contrato de tra-
bajo es de tracto sucesivo, es continuo y las partes dan por sentada su estabi-
lidad en cuanto debe ser permanente el servicio a prestarse. De lo anterior se
resume que este es un elemento esencial en el contrato de trabajo, ya que la
estabilidad laboral es la que todo trabajador busca al momento de prestar sus
servicios, ya que al existir continuidad el trabajador asegura la recepción de
la remuneración pactada por un periodo indeterminado, y el patrono, por su
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LOS CONTRATOS DE TRABAJO
parte, asegura la prestación del servicio por parte del trabajador, es decir que
con base en este elemento del contrato ambas partes, empleador y trabajador,
se ven beneficiadas.
Una sola prestación, o varias prestaciones, sin continuidad en el tiempo
no configuran la estabilidad exigida como elemento del contrato de trabajo.
Dichas prestaciones de servicios no integran un vínculo de carácter laboral,
pues para que este se dé se necesita cierta permanencia en la actividad pres-
tada y que tal continuidad se considere por las partes contratantes, por razón
de la índole de la empresa a la que se prestan. Cuando la prestación es per-
manente, coincidiendo con la actividad principal desarrollada por la empresa,
y es además cumplida en forma continuada, el factor tiempo prevalece para
determinar que se trata de un auténtico trabajador, vinculado al empresario
por un contrato de trabajo. Por otra parte, es necesario distinguir entre esta-
bilidad en el empleo, como fin que persigue el trabajador en la prestación de
los servicios, y la estabilidad en la continuidad de los servicios como condi-
ción del contrato de trabajo.
En la estabilidad en el empleo hay un interés social y un interés econó-
mico, no solamente privativo del empleador y del trabajador, sino que alcanza
a la propia producción. El trabajador al perder su empleo, se encuentra sin ren-
dir el fruto que corresponde a la actividad desplegada en una situación nor-
mal. La anterior consideración se aquilata teniendo en cuenta que las partes,
al formalizar sus contratos, consideran como base la estabilidad en el empleo.
Tanto el trabajador como el empleador entienden, aun cuando no se exprese
formalmente, que el contrato durará mientras ambos cumplan las condiciones
estipuladas y subsista la empresa.
La estabilidad constituye un derecho muy importante dentro del contrato
de trabajo en razón de que se garantiza la subsistencia económica del trabaja-
dor y de las personas que dependan de su trabajo.
4.4. Profesionalidad
Por profesión se entiende el empleo, facultad u oficio que cada uno tiene
y ejerce públicamente. La profesionalidad es la condición inherente al trabaja-
dor en cuanto presta los servicios propios de sus facultades u oficios. La pro-
fesionalidad determina la condición de que el sujeto del contrato de trabajo
haga de la actividad que desempeña su medio de vida, o que el trabajo que
presta constituya una fuente de recursos o beneficios. El trabajador ingresa en
la empresa con un título profesional, por modesto que este sea; y se incorpora
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