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DICTAMENES RELACIONADOS
FUENTES LEGALES
ley 18575 art/56 inc/2 ley 19891 art/2 ley 19896 art/5 dl 1263/75 ley 20407 ley 19891
art/12 ley 19891 art/21 ley 19891 art/14 ley 19891 art/13 dto 151/2005 educa dto
art/12 ley 19891 art/21 ley 19891 art/14 ley 19891 art/13 dto 151/2005 educa dto
587/93 educa ley 19891 art/22 pol art/8 dfl 1/19653/2000 sepre dto 100/2005 sepre
MATERIA
DOCUMENTO COMPLETO
Manifiesta la señalada autoridad que, en su concepto, la norma del artículo 56 de la mencionada ley N°
18.575, sólo debiera aplicarse a dicho personal dentro del ámbito territorial en que ejercen sus
funciones, ya que en las situaciones que allí se presenten es donde podrían ejercer su influencia,
generándose eventuales conflictos de intereses.
Añaden, que el criterio sustentado en el dictamen recurrido afecta el cumplimiento de los principios de
eficiencia y eficacia en el cumplimiento de la función que dicho organismo desempeña, puesto que, por
una parte, quienes trabajan ad-honórem se ven impedidos de participar en los concursos financiados
con los distintos fondos que administra el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, lo que desincentiva
la participación en tales órganos y, por otra, impide la contratación a honorarios, como jurados o
evaluadores en los señalados certámenes, a quienes se encuentren ejecutando proyectos de cualquiera
de los aludidos fondos, quienes suelen ser los profesionales más idóneos para desempeñar tales
labores.
Al respecto, cabe recordar, en primer término, que la ley N° 19.891 creó el Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes, como un servicio público autónomo, descentralizado y territorialmente
desconcentrado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, que se relaciona directamente con el
Presidente de la República, y cuyo objeto, según lo dispone el artículo 2° de la referida ley, es “apoyar el
desarrollo de las artes y la difusión de la cultura, contribuir a conservar, incrementar y poner al alcance
de las personas el patrimonio cultural de la Nación y promover la participación de éstas en la vida
cultural del país”.
Enseguida, y en cuanto a la solicitud de reconsideración formulada, cabe señalar que el inciso segundo
del artículo 56 de la ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado -cuyo texto refundido, coordinado y sistematizado, fue fijado por el decreto con fuerza de ley N°
1/19.653, de 2000, del Ministerio Secretaría General de la Presidencia-, establece, en lo que interesa,
que “son incompatibles con el ejercicio de la función pública las actividades particulares de las
autoridades o funcionarios que se refieran a materias específicas o casos concretos que deban ser
analizados, informados o resueltos por ellos o por el organismo o servicio público a que pertenezcan”.
En relación con lo anterior, la jurisprudencia administrativa de esta Entidad de Control, contenida, entre
En relación con lo anterior, la jurisprudencia administrativa de esta Entidad de Control, contenida, entre
otros, en los dictámenes N°s. 22.349, de 2007 y 37.454, de 2008, ha precisado que la incompatibilidad
prevista en el inciso segundo del citado artículo 56, supone la concurrencia de dos condiciones
copulativas, cuales son, tratarse del ejercicio privado de una actividad por parte de un funcionario
público en relación con una materia específica o caso concreto, y que tal materia o caso sean
analizados, informados o resueltos por esos mismos servidores o por el organismo o servicio público al
que pertenecen.
Así entonces, la libertad en el ejercicio profesional, industrial o comercial que garantiza el mencionado
artículo 56, se encuentra limitada por el amplio principio de probidad administrativa, conforme al cual los
empleados públicos tienen el deber de evitar que sus prerrogativas o esferas de influencias se
proyecten en su actividad particular, aun cuando la posibilidad de que se produzca un conflicto sea solo
potencial, lo que ocurre, según se ha precisado por la jurisprudencia de este Órgano de Control, entre
otros, en los dictámenes N°s. 44.864, de 2000 y 22.349, de 2007, cuando esa actividad incide o se
relaciona con el campo de las labores propias de la institución a la cual pertenece el empleado de que
se trate.
Como puede advertirse, la incompatibilidad comentada alcanza a todas aquellas materias que, atendida
su competencia, deban ser conocidas por la respectiva entidad, tal como lo ha señalado la
jurisprudencia administrativa contenida en los dictámenes N°s. 34.796, de 2000 y 9.064, de 2002, entre
otros.
De lo expuesto, es dable señalar que el citado artículo 14 debe interpretarse en el contexto del amplio
principio de probidad anteriormente analizado, de manera que los servidores que realizan labores ad-
honórem, al igual que los contratados a honorarios, si bien no son funcionarios públicos, sí cumplen una
función pública y, por ende, respecto de ellos, rigen, asimismo, las normas de probidad por las cuales se
consulta, especialmente el artículo 56 a que se ha hecho mención.
Atendido lo expuesto, no cabe sino concluir que los servidores ad-honórem no pueden participar en
concursos que se financien con fondos administrados por el Consejo, pues ello conlleva un eventual
conflicto de intereses que podría ir más allá del ámbito territorial en que deban cumplir sus cometidos,
ya que sus esferas de influencia podrían abarcar a personas del mismo organismo, pero que laboran en
distintas regiones del país, por lo que debe confirmarse también en este aspecto el dictamen cuya
reconsideración se solicita.
En armonía con el criterio expuesto, cabe señalar que el dictamen N° 22.594, de 2008, de este Ente
Contralor, para resolver el caso que allí se planteó, analizó las modificaciones que tuvo el artículo 21 de
la ley N° 19.891, relativo al período que duran en sus funciones los integrantes de los Comités
Consultivos Regionales, indicándose que una de ellas -en orden a que no podían ser designados para un
nuevo período consecutivo-, tenía por objeto limitar el tiempo de aquéllos en el referido Comité a fin de
que, luego de finalizado su período, pudieran participar en los concursos públicos para la asignación de
los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, a que se refiere el Título II de la misma
ley.
Similar es la situación que se presenta respecto de los Fondos de Fomento Audiovisual y de Fomento
del Libro y la Lectura, cuyos reglamentos, contenidos en los decretos N°s. 151, de 2005 y 587, de 1993,
ambos del Ministerio de Educación, respectivamente, previenen que existirán comités de especialistas
encargados de efectuar la evaluación técnica, financiera y artística de los proyectos y postulaciones,
denominados “los comités evaluadores”, debiendo añadirse que sus miembros serán designados por el
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y, a su turno, de acuerdo con los aludidos artículos 12 y 22 de
la referida ley N° 19.891, tales Consejos son órganos asesores del directorio nacional y de su presidente
en las materias que señala, pudiendo hacer sugerencias sobre la marcha general del servicio y emitir
opinión sobre cualquier materia consultada por aquéllos.
En torno a las dificultades que tendría el Consejo para cumplir con sus fines propios, y con los deberes
de eficiencia y eficacia dada la aplicación estricta de las normas sobre probidad a los servidores por los
que se consulta, es menester insistir en que el artículo 8° de la Constitución Política de la República,
que se consulta, es menester insistir en que el artículo 8° de la Constitución Política de la República,
expresa que el ejercicio de las funciones públicas obliga a sus titulares a dar estricto cumplimiento al
aludido principio en todas sus actuaciones y, en ese sentido, esta Contraloría General debe salvaguardar
aquél en uso de sus atribuciones legales, correspondiéndole a la autoridad garantizar el cometido de los
objetivos que la ley le ha asignado.
Por consiguiente, no cabe sino desestimar la solicitud de reconsideración formulada por la autoridad
recurrente, debiendo confirmarse el dictamen N° 49.700, de 2009, de esta Contraloría General.