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3 - ¿Qué aspectos considera la teoría de la dependencia que el Desarrollismo había pasado por
alto?
4 - ¿Qué modelo económico intentó poner en práctica la CEPAL en América Latina? ¿Por qué no
funcionó?
6 – Compare y explique cuales fueron los factores que impulsaron la industrialización en Brasil,
Bolivia y Chile.
7 – Responde y justifica: “En los tres casos – Brasil, Bolivia y Chile – La industrialización requirió
de un estado interventor de la economía”
Si – No ¿Por qué?
10 – Escribe dos o tres renglones con tu opinión al respecto del desarrollo en Latinoamérica.
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CENTRO Y PERIFERIA: LATINOAMÉRICA ENTRE EL DESARORLLISMO Y LA DEPENDENCIA
El desarrollo económico
El modelo o teoría de la ventaja comparativa fue desarrollado por David Ricardo en el siglo XIX.
Según este los países producen y exportan los bienes que fabrican con un costo más bajo
respecto al resto del mundo, en los que son más eficientes que los demás, e importan los
bienes en los que son más.
El problema que genera este modelo resulta del intercambio desigual entre países cuya
“ventaja comparativa” es la de producir materias primas o alimentos (generalmente más
baratos) y aquellos “aventajados” para producir manufacturas (Necesariamente más caras pues
su proceso es más costoso) En otras palabras, los países de la periferia productora de materias
primas o alimentos venden barato y compran caro, por lo que la balanza comercial siempre les
es desfavorable, en beneficio de los países del centro industrial. De allí que el desarrollismo
destaque la perjudicial relación centro-periferia y este fenómeno del deterioro de los términos
de intercambio y transferencias de valor favorables a los países industrializados y en perjuicio
de los países con economías primario-exportadoras. Asimismo, esta relación, que implica la
falta escasa industrialización de los países periféricos, genera una fuerte dependencia de los
países centrales, tanto para abastecerse de productos industriales y maquinarias (a precios
exorbitantes) como para acomodar sus exportaciones a los precios que le imponen esos
mismos países.
De todo esto resulta la necesidad, según la teoría del desarrollo, de la industrializar las
materias primas (trigo, soja, madera, petróleo, etc.) dándoles valor agregado a las
exportaciones y sustituyendo importaciones (Industrialización por sustitución de
importaciones), mejorando así los términos de intercambio y disminuyendo la brecha entre los
países.
La Teoría de la Dependencia
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financiar importaciones industriales utilizando divisas de exportaciones primarias, inversiones
de capital extranjero, radicaciones de empresas multinacionales y endeudamiento externo.
Estos desarrollos llevaron a algunos economistas de esta orientación a complementar sus
desarrollos teóricos. Se conformó así la llamada Teoría de la Dependencia.
Los principales economistas de esta tendencia son el argentino Raúl Prebisch, los brasileños
Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso, el chileno Aníbal Pinto Santa Cruz, así como
también el argentino Aldo Ferrer, y el mexicano Víctor Urquidi, entre otros.
Creación de la CEPAL
Luego de la Segunda Guerra Mundial, y siguiendo la Teoría del desarrollo clásica, que sostenía
que los países iban avanzando a través de fases cada vez más evolucionadas de desarrollo
económico (desde la economía agraria a la economía industrial de consumo masivo), las
Naciones Unidas crearon una serie de comisiones económicas para impulsar el desarrollo de
los países no desarrollados.
El Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC) creó en 1947 cinco comisiones
económicas regionales con el objetivo de ayudar y colaborar con los gobiernos de las
respectivas zonas en la investigación y análisis de los temas económicos regionales y
nacionales. Las áreas de trabajo escogidas fueron Europa, África, la región Asia-Pacífico, el
Medio Oriente y América Latina.
En diciembre de 1948 inicia, entonces su actividad la Comisión Económica para América Latina
(Cepal), cuya sede fue establecida en Santiago de Chile.
En la década de los cincuenta, la organización propuso una serie de reformas económicas a los
países de la región, particularmente enfocadas en la Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI), impulsando un desarrollo productivo dirigido por el Estado como forma de
fortalecer a las economías latinoamericanas frente a las vicisitudes del comercio internacional.
Asimismo, se planteó la necesidad de una reforma agraria en la zona, idea que sería fuente de
inspiración para diversos gobiernos, como el de Salvador Allende en Chile.
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Los intentos de industrialización en Latinoamérica
La CEPAL (Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas) trabajó siguiendo
las pautas lineales de la teoría clásica del desarrollo, pero a poco avanzar, algunos economistas
y sociólogos de la comisión fueron notando que en América Latina existían circunstancias
sociopolíticas que obstaculizaban el desarrollo y condicionaban la aplicación de los supuestos
puramente económicos de las teorías clásicas. Entre ellos el argentino Raúl Prebisch y el
brasileño Celso Furtado.
El análisis de las razones del subdesarrollo en los países de América Latina llevó a conclusiones
autónomas sobre las causas del desarrollo y las medidas necesarias para impulsarlo. Estas
teorías tomaron el nombre de desarrollismo.
La Alianza para el Progreso fue un programa de ayuda económica, política y social de Estados
Unidos para América Latina efectuado entre 1961 y 1970. Su origen está en la propuesta oficial
del presidente John F. Kennedy, en su discurso del 13 de marzo de 1961 ante una recepción en
la Casa Blanca para los embajadores latinoamericanos.
La Alianza para el Progreso duraría 10 años. Se proyectó una inversión de 20.000 millones de
dólares. Sus fuentes serían de los EE. UU. por medio de sus agencias de ayuda, las agencias
financieras multilaterales (BID y otros) y el sector privado canalizados a través de la Fundación
Panamericana de Desarrollo.
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Planificación económica y social.
Cuba se opuso a firmar la carta de acuerdo final. La negativa no era de extrañar, ya que la
Alianza del Progreso se creó como una forma de contrarrestar la influencia de su revolución y
apoyar medidas más reformistas. Tal era el modelo que EE. UU. veía en presidentes como
Víctor Paz Estenssoro (Bolivia 1960-1964), Rómulo Betancourt (Venezuela 1959-1964), Ramón
Villeda Morales (Honduras 1957-1963) Jânio Quadros (Brasil 1961), Arturo Frondizi (Argentina
1958-1962), Francisco José Orlich Bolmarcich (Costa Rica 1962-1966), Fernando Belaúnde Terry
(Perú 1963-1968), Eduardo Frei Montalva (Chile 1964-1970), Alberto Lleras Camargo (Colombia
1958-1962) y Guillermo León Valencia Muñoz (Colombia 1962-1966).
La opinión pública recibió con entusiasmo la declaración de la Alianza para el Progreso, pero el
programa fracasó debido a que, tras el asesinato de Kennedy, sus sucesores limitaron la ayuda
financiera estadounidense en América Latina, prefiriendo acuerdos bilaterales en los que
primaba la cooperación militar.
Hacia 1959, Brasil vivía un impulso de desarrollo económico sin precedentes, en el marco del
Plan de Metas elaborado por el gobierno de Kubitschek, cuyo lema era “50 años en cinco”.
Tuvo lugar por lo tanto la elaboración de un marco de industrialización planificada sobre la
base de un conjunto de instituciones y políticas focalizadas en fomentar el desarrollo industrial.
Se utilizaron instrumentos muy diversos, como aranceles aduaneros altos, tipos de cambio
diferenciados, el control a la salida de divisas, entrada de capital extranjero y participación
directa del Estado en inversiones en industria de base e infraestructura.
Algunos años después, superada una fase de inestabilidad política y económica en el inicio de
la década de 1960, tuvo lugar un segundo ciclo desarrollista, organizado en torno del primer y
el segundo plan nacional de desarrollo que el régimen militar instaurado en el país llevó a cabo
entre 1968 y 1979. Fueron los años del Milagro Económico y del gran salto para la
industrialización pesada. Con un alcance aún mayor, ese nuevo ciclo desarrollista conjugó
instrumentos que tornaron aún más visible la mano firme del Estado como coordinador de las
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inversiones, principalmente mediante un mayor protagonismo de las empresas estatales. Éstas
lograron un rango de acción mayor que el observado durante el Plan de Metas, actuando como
controladoras o asociadas relevantes en un gran número de emprendimientos en sectores
estratégicos, con el fin de proseguir con el proceso de industrialización acelerada del país.
Recién en la década del 40, a partir de la alianza con los Estados Unidos durante la Segunda
Guerra Mundial y la llegada de la misión Bóhan, la búsqueda del desarrollo productivo
diversificado adquirió relevancia en la agenda pública. Con el Plan Bóhan se inició un tímido
proceso de diversificación productiva. Este proyecto, además de fomentar la marcha al Oriente
-para desarrollar una agricultura empresarial productora de alimentos- impulsó a otros
sectores de la industria mediante la CBF (Corporación Boliviana de Fomento)
Una de las medidas más impactantes para el desarrollo productivo en general y de la Industria
en particular fue la creación de la Corporación Boliviana de Fomento que se consideraba
debería complementar a las agencias existentes como Banco Minero, Banco Central y Banco
Agrícola. Su objetivo debería ser alentar la compra por Intereses privados de proyectos
empresariales prósperos establecidos por esta Corporación.
La primera fase de crecimiento económico en Bolivia se inició durante la segunda mitad del
siglo XIX, con la reactivación y reinserción de la minería argentífera en los mercados
internacionales. En este periodo es que se realizan inversiones que modernizan la actividad
minera.
Juntó con la modernización tecnológica de las grandes compañías mineras del siglo XIX,
aparecieron empresas modernas en otros rubros que empezaron a utilizar maquinaria y formas
de organización capitalista en actividades tales como: generación de electricidad, ferrocarriles,
fábricas de bebidas, entre otras que paulatinamente fueron cambiando el panorama
productivo de base artesanal hacia un panorama de base técnica moderna, circunscrito a la
región minera y ciudades vecinas, en un entornó sumamente atrasado.
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Este hecho está directamente ligado al control internacional de la tecnología de avanzada que
detentan esas empresas. De una parte, el desarrollo tecnológico conlleva el desarrollo del
sector productor, que implica la necesidad de nuevos mercados en donde colocar la
sobreproducción. Por otro lado, el acelerado desarrollo tecnológico vuelve obsoletos
maquinarias y equipos muy rápidamente, equipos que aún podrían seguir prestando sus
servicios productivos por mucho tiempo más. Esta situación se vio agravada históricamente a
raíz de la gran crisis del 29. La mejor salida era destinar el equipo obsoleto a producir en
mercados extranjeros que garantizaran altas tasas de ganancias, maximizando la ventaja de
controlar tanto la nueva como la vieja tecnología. Estos mercados debían ser aportados por los
países periféricos. Para ello era necesario que estos desarrollaran un sector industrial que
hiciera efectiva una demanda de importaciones de maquinarias y equipos.
Asimismo, las potencias industriales instalaron en Chile sus propias subsidiarias en sectores
claves. Ya en 1920 se instaló la Compañía Sudamericana de Explosivos, subsidiaria de Dupont
de Nemours y la Compañía Chilena de Representaciones AGA, productora de oxígeno y gas de
acetileno, subsidiaria de Gasacumulator AGA. En 1921 la British American Tobacco Company,
subsidiaria de la empresa del mismo nombre; en 1927, la Compañía Chilena de Fósforos,
subsidiaria de Svenska Tandsticks Aktiebolages. Y muchas otras más.
Paralelamente a ello, las empresas se beneficiaban de una frondosa legislación cuyo único
objetivo era estimular la penetración del capital extranjero.
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(Poor Nations: Naciones Pobres; Rich Nations: Naciones Ricas)