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La teoría de la dependencia

Se llama "teoría de la dependencia" a un conjunto de teorías y modelos que tratan de explicar las
dificultades que encuentran algunos países para el despegue y el desarrollo económico. Surgieron
en los años sesenta impulsadas por el economista argentino Raúl Prebish y la CEPAL. Inicialmente
se dirigieron al entorno latinoamericano aunque posteriormente fueron generalizadas por
economistas neo-marxistas entre los que destacó Samir Amin, asociándolo al concepto de
desarrollo desigual y combinado.

La dependencia económica es una situación en la que la producción y riqueza de algunos países


está condicionada por el desarrollo y condiciones coyunturales de otros países a los cuales quedan
sometidas. El modelo "centro-periferia" describe la relación entre la economía central,
autosuficiente y próspera, y las economías periféricas, aisladas entre sí, débiles y poco
competitivas. Frente a la idea clásica de que el comercio internacional beneficia a todos los
participantes, estos modelos propugnan que sólo las economías centrales son las que se
benefician.

“El subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de


capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por
el contrario, el subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera
también el desarrollo económico del propio capitalismo.”

Andre Gunder-Frank: "América Latina: Subdesarrollo o Revolución", Editorial ERA, México, 1963.

Los mecanismos mediante los que el comercio internacional agrava la pobreza de los países
periféricos son diversos:

- La especialización internacional asigna a las economías periféricas el papel de productores-


exportadores de materias primas y productos agrícolas y consumidores-importadores de
productos industriales y tecnológicamente avanzados.

- La monopolización de las economías centrales permite que los desarrollos tecnológicos se


traduzcan en aumentos salariales y de precios mientras que en la periferia se traducen en
disminuciones de precios.

- La expansión económica tiene efectos diferentes sobre la demanda de productos industriales y la


de productos agrícolas ya que su elasticidad respecto a las rentas es diferente. Cuando los países
de la periferia crecen económicamente sus importaciones tienden a aumentar más rápidamente
que sus exportaciones.

Como consecuencia de estas ideas, los países latinoamericanos aplicaron una estrategia de
desarrollo basada en el proteccionismo comercial y la substitución de las importaciones. A la vez,
los bancos centrales latinoamericanos se esforzaron sobrevalorar sus propias monedas para
abaratar sus importaciones de tecnología. La estrategia funcionó satisfactoriamente durante la
década de los setenta en la que se produjo un crecimiento generalizado del precio de las materias
primas en los mercados internacionales que influyó muy negativamente en las economías
"centrales". Pero finalmente, la contracción de la demanda internacional y el aumento de los tipos
de interés desembocó en la década de los ochenta en la crisis de la deuda externa lo que exigió
profundas modificaciones en la estrategia de desarrollo.

Fuente:

https://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-
tic/14002996/helvia/aula/archivos/repositorio/250/271/html/economia/18/dependencia.htm
La Teoría de la Dependencia

La teoría de la dependencia es una teoría que niega los beneficios del comercio internacional
propuestos por la escuela clásica y explica el subdesarrollo por medio de la subordinación o
sometimiento que se produce hacia los países desarrollados.

Sin duda, esta teoría trata de buscar una repuesta teórica al por qué se dio un estancamiento
económico en los países latinoamericanos en el siglo XX. Empezó a formarse durante los años de
1950 a 1970, cuando un grupo de expertos latinoamericanos se preocuparon por el estancamiento
socioeconómico que se estaba produciendo en Latinoamérica.

Sobre todo, parte del supuesto que la economía mundial va generando un sistema de desigualdad
para los países subdesarrollados y por lo tanto resulta perjudicial. Las economías de los países
desarrollados crecen y se fortalecen cada vez más, mientras las economías de los países
subdesarrollados cada vez son más frágiles y débiles.

Además, afirma que existen un eje o un país que actúa como centro. Este es un país desarrollado
que está dotado de alto nivel de inversión en su infraestructura de producción. Por esta razón los
bienes y servicios que producen son manufacturados y con un alto grado de valor agregado.

Por otro lado, alrededor de este eje central existen muchos países periféricos o subdesarrollados,
y por su bajo nivel de industrialización solo producen alimentos y materias primas; que tienen muy
poco valor dentro del mercado y como consecuencia sus precios son muy bajos.

En consecuencia, los países subdesarrollados cada vez padecen un mayor grado de marginación
tanto industrial como tecnológica por parte de los países industriales, ricos o desarrollados.

Origen de la teoría de la dependencia

Al principio, esta teoría se originó en la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el
Caribe) durante los años entre 1950 y 1960. Especialmente con Raúl Prebisch, economista
argentino que fue secretario ejecutivo de la CEPAL. Lo que se buscaba era encontrar una
explicación del por qué se estaba produciendo el subdesarrollo en los países latinoamericanos.

Teoría estructuralista o desarrollista

Así que, fue formulada por Raúl Prebisch y explicaba la dependencia económica como una relación
centro-periférica que se daba entre los países.

En realidad, proponía que la creciente desigualdad se daba por la marcada disparidad generada en
las relaciones comerciales que se entablaban entre los países. Provocando, de este modo que las
economías de los países subdesarrollados estuviesen subordinadas a las economías de los países
desarrollados. Los cuales, comparaban los insumos y las materias primas a precios bajos en el
mercado mundial y los transformaban en productos tecnológicos o industrializados con alto valor
agregado.

Luego, estos productos que exportaban los países centrales se vendían en el mercado a precios
altos y cada vez crecían más y más sus economías, en contraposición con el deterioro que sufrían
las economías de los países periféricos.

Teoría neomarxista

Por su parte, la teoría neomarxista explica el subdesarrollo y la desigualdad que se produce no


sólo en los países latinoamericanos, sino a nivel de la economía mundial.

Ahora, para los neomarxistas la desigualdad que se marca entre los países subdesarrollados y los
desarrollados, se da porque los desarrollados actúan como países centrales en la gran metrópoli
del mundo capitalista y se sostienen por los países periféricos o satélites.
Por tanto, los países satélites no se pueden desarrollar porque cualquier excedente que se
produce pasa a la gran metrópoli que cada vez crece más y los subdesarrollados se hacen más
pobres. Consideran que se da como un efecto del sistema capitalista.

Fuente: https://economipedia.com/definiciones/teoria-de-la-dependencia.html
Premisas de la teoría de la dependencia

Una de las premisas principales de la teoría de la independencia es que, para que haya países ricos
que dispongan de un alto grado de desarrollo, es necesario que existan otros que se encuentren
justo en el extremo contrario, estando subdesarrollados y sin disponer de industria ni producción
en masa.

1. Relaciones desiguales de poder

Las relaciones entre los países centrales y los periféricos son desiguales. Existen relaciones
desiguales de poder, relaciones que no solo se expresan en forma de subordinación económica
sino también en el plano político y cultural. Estas relaciones determinan las relaciones comerciales
y el grado de dependencia entre la nación desarrollada y la no desarrollada.

2. Desarrollo y subdesarrollo

Raúl Prebisch consideraba que el subdesarrollo de los países del sur no había sido heredado de
forma natural. La razón por la que los países subdesarrollados lo eran era debido a que la forma
en cómo se habían desarrollado las naciones dominantes del norte lo habían implantado así.

En la teoría se contempla al desarrollo y al subdesarrollo como dos conceptos que no se deben


estudiar por separados, sino que se deben examinar en términos de causalidad. El hecho de que
las naciones industrializadas estén desarrolladas, de acuerdo con el modelo, es gracias al
subdesarrollo de los países pobres.

3. Flujo asimétrico del capital

Los países centrales obtienen materias primas y mano de obra barata explotando a los países
periféricos. Como los países desarrollados son los que tienen capacidad industrial y
manufacturera, estos devuelven lo que los países pobres les han dado en forma de bienes
manufacturados, producidos a partir de los mismos recursos naturales que los países pobres les
han dado.

Como resultado los países ricos obtienen más ganancias que los países periféricos, que siguen
suministrando a los países centrales la materia prima.

El flujo de capital va de los más pobres a los más ricos. Los países en desarrollo acaban
quedándose sin riqueza ni capital, viéndose obligados a pedir préstamos a los países desarrollados
o a instituciones internacionales. Esto hace que se vuelvan todavía más dependientes de las
naciones dominantes, haciendo que su deuda vaya a más y haciendo imposible romper lazos de
dependencia sin correr el riesgo a sanciones económicas (p. ej., corralito), crisis diplomáticas y
conflictos.

Las naciones pobres también son el destino ideal de la tecnología obsoleta e inutilizable usada en
los países desarrollados. Aquellas cosas que ya no interesan en los países desarrollados, bien sea
porque ya no funciona o porque es chatarra y ocupa espacio, es enviada al mundo subdesarrollado
que con los años se ha convertido en el gran vertedero de los países ricos.

4. Comercio internacional

El comercio internacional está pensado para beneficiar siempre a las naciones desarrolladas.
Tanto las corporaciones multinacionales como los acuerdos comerciales internacionales se idean
para satisfacer las necesidades y objetivos de las naciones dominantes, sin pensar en qué es lo que
necesitan los países subdesarrollados.

El comercio internacional y el libremercado benefician a los intereses de los países dominantes,


haciéndolos todavía más ricos, pero tiene el efecto contrario de hacer que los países periféricos se
vuelvan todavía más dependientes y más pobres.

5. El norte quiere que el sur sea pobre


Las naciones ricas buscan de forma activa perpetuar el estado de dependencia de los países
menos desarrollados para poder seguir con el nivel de vida que tienen y mantener la producción
y el grado de industrialización alcanzados. Esto se realiza por medio del control de los aspectos de
las naciones menos desarrolladas influyendo en su economía, política, medios, educación, cultura
y hasta en los deportes. Se manipula cualquier aspecto que influya de una u otra forma en el grado
de desarrollo humano.

6. Sabotaje de la independencia

Las naciones ricas buscan eliminar todo intento de las naciones dependientes de liberarse de su
influencia. Los países del norte llevan a cabo todo tipo de sabotaje a la independencia
económica, cultural y política de los países del sur mediante sanciones económicas, el uso de la
fuerza militar o el control del flujo migratorio y de mercancías.

7. Sustitución de importaciones y aplicación de proteccionismo

La teoría de la dependencia sostiene que, para enriquecer a los países en vías de desarrollo e
iniciar la independencia económica con las potencias centrales, se debe diversificar las
exportaciones y acelerar la industrialización mediante la sustitución de importaciones.

También se considera que deben aplicarse políticas proteccionistas, consideradas medidas


eficaces para limitar el poder del comercio internacional y hacer que el flujo de capital
unidireccional, de países pobres a países ricos, vaya debilitándose. Los países deben imponer
elevados aranceles con tal de reducir su dependencia de las manufacturas extranjeras y potenciar
su producción nacional para satisfacer el consumo propio.

Fuentes: https://psicologiaymente.com/cultura/teoria-dependencia
La teoría de la dependencia

A mediados de los sesenta, la Teoría de la dependencia surge como una respuesta a la teoría
modernizadora / desarrollista. Los teóricos de la dependencia cambiaron la percepción de la
realidad que tenían los desarrollistas, ya que para estos últimos, el desarrollo y el subdesarrollo
eran dos procesos separados, en el cuál uno ayudaba al otro a progresar, pues el subdesarrollo
carecía de capital, capacidad gerencial y tecnológica. La teoría de la dependencia, cambia el
concepto, y los académicos de esta teoría afirman que desarrollo y subdesarrollo, son dos caras de
un mismo proceso, en el cuál el país desarrollado (central) impide y controla el desarrollo del otro
subdesarrollado (periférico). Según Gunder Frank (1963, p. 38): “El subdesarrollo no es
consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de capitales en las regiones
que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por el contrario, el
subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el
desarrollo económico del propio capitalismo”. Raúl Prebisch aclarará que el error de los países
periféricos, es la aplicación del capitalismo central a las economías periféricas y que la solución a
este problema será la aplicación de un nuevo capitalismo adaptado a las circunstancias periféricas;
“El capitalismo periférico se inspira cada vez más en los centros y tiende a desenvolverse a su
imagen y semejanza. Este desarrollo imitativo se desenvuelve tardíamente en una estructura social
que presenta importantes disparidades con la estructura evolucionada del centro”. (Prebisch,
1981, p. 39).

El desarrollo autónomo conlleva una necesaria inversión de capitales nacionales; punto esencial
en la utopía de ésta teoría. Para lograr el crecimiento se debe buscar un cambio estructural que
abarcará todos los ámbitos, en el ámbito industrial, la periferia sufre de la división internacional
del trabajo “La dependencia se basa en una división internacional del trabajo por la cual el
desarrollo industrial se produce en algunos países y se restringe en otros, cuyo crecimiento está
condicionado por los centros de poder mundiales y está sometido a ese poder” (Dos Santos, 1973,
p.76), pues su tarea de proveer materias primas la relega en el mercado, la respuesta a este
problema provendrá de una nueva dirección industrial en la que deberán embarcarse los estados
periféricos, que consiste en dirigir sus esfuerzos hacia el desarrollo del sector industrial pesado –
preferencialmente- para lograr el avance nacional. En el ámbito social, el cambio es por demás
importante, la sociedad debe mantener su pensamiento nacional, con sus valores e ideas
autóctonas, no tiene que responder a cambios de mentalidad para el propio progreso. La
valoración de lo vernáculo es una parte importante para el desarrollo de la autonomía que no sólo
va a ser económica sino que también lo será ideológica. Según Rosa (1974, p. 9): “De ese modo, la
dependencia hiere lo más profundo de un pueblo: su ser nacional. Los valores autóctonos quedan
marginados y el mismo ser nacional resulta desfigurado, tullido. La dependencia, por tanto, corta
transversalmente toda la historia y marca horizontalmente todas las estructuras nacionales”.

Para la gestación del círculo virtuoso, el papel del Estado es fundamental en la utopía
dependentista, pues es el mismo Estado quien proveerá las condiciones para el desarrollo
nacional, será un Estado interventor que regulará las políticas económico-sociales y que lograría
aumentar los estándares de vida de la sociedad.

Con los cambios comenzará a gestarse un círculo virtuoso por el cual la industria ofrece desarrollo
interno y progreso económico que nutrirá a la sociedad de bienestar que cerrará el esquema
devolviéndole a la industria mediante un mayor consumo de los productos manufacturados. Todo
este proceso ser realizará libre de toda intervención foránea; idea muy similar a la primigenio
concepto de autonomía esgrimido por el primer gobierno peronista.

Fuente:
Sobre las teorías de la dependencia y la actualidad de América Latina. Porque “otro mundo es
posible”

Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda

El fin de la Segunda Guerra Mundial (1945) trajo grandes expectativas. Ello debido a un doble
proceso: los Estados Unidos se afianzaron como la nueva potencia central del sistema económico
mundial y, a la vez, se lanzaron en un “noble” esfuerzo por, en teoría, sacar al mundo
subdesarrollado de su “atraso”. Se trata de un contexto de Guerra Fría y competencia con el
comunismo soviético. De modo que el “noble” esfuerzo norteamericano tenía un trasfondo
político. Sin embargo, pronto fue evidente que los mecanismos de explotación se ajustaron y quizá
se perfeccionaron durante el periodo de la posguerra. Así, ya para los años sesenta y setenta, el
descontento social rebasó los límites instituciones que la democracia liberal supone para canalizar
los conflictos. Se trata, sin duda, del periodo de mayores protestas sociales de la historia reciente.
No por nada fue justo en ese contexto que comenzaron a desarrollarse las llamadas teorías de la
dependencia, un aporte particularmente latinoamericano para el análisis de la realidad social (de
manera especial, de las dinámicas del capitalismo).

El pilar analítico de las teorías de la dependencia es sus posturas sobre el origen del subdesarrollo
latinoamericano. Desde las perspectivas dependentistas, el subdesarrollo no se origina por un
“atraso” en las “etapas” del desarrollo respecto a los países centrales del capitalismo. Por el
contrario, para los teóricos de la dependencia, el subdesarrollo es una parte central y necesaria del
desarrollo europeo y norteamericano pues son las relaciones desiguales y de dominación de las
dinámicas económicas capitalistas las que generan el empobrecimiento de ciertas regiones (como
Asia, África y América Latina) para el beneficio de otras (por ejemplo, países de la Europa
Occidental y de América del Norte). Así, para las teorías de la dependencia el origen se encuentra
en “la estructura y el desarrollo del capitalismo, *que+ después de haber permeado y
caracterizado, desde hace mucho, a la América Latina y a otros continentes, continúa generando,
manteniendo y haciendo más profundo el subdesarrollo” (André Gunder Frank, 1987, Capitalismo
y subdesarrollo en América Latina. México: Siglo Veintiuno Editores, p. 1).

Resulta útil comparar estas propuestas con otra perspectiva con la que compiten las teorías de la
dependencia: los proyectos liberales modernizadores. El sustento ideológico de las teorías de la
modernización es el liberalismo político y económico. Como es bien sabido, los liberales proponen
el adelgazamiento del estado bajo el presupuesto de la “racionalidad” y la “autoregulación” de los
mercados. Pero, por más neutrales y universales que pretendan presentarse, estos modelos están
sustentados en perspectivas particulares para entender el mundo social. El liberalismo y el
proyecto civilizatorio moderno son de origen europeo y, por ejemplo, con regularidad los países
hoy desarrollados no aplicaron las medidas de libre mercado y economía abierta que ahora exigen
a los subdesarrollados durante sus propios procesos de industrialización (Han-Joon Chang, 2011,
Retirar la escalera. Desarrollo estratégico en una perspectiva histórica. Madrid: Instituto
Universitario de Desarrollo y Cooperación y Universidad Complutense de Madrid).

Las diferencias entre los teóricos de la modernización y los de la dependencia se antojan


fundamentales si pensamos que el debate sigue vigente. Aún hoy en día América Latina se debate
entre gobiernos de economía abierta y enfocada al exterior (al estilo Macri en Argentina),
proyectos nacionalistas que impulsan la industrialización interna (como el gobierno de López
Obrador en México) o movimientos políticos más radicales y más abiertamente antisistémicos
como el neozapatismo.

Por otra parte, las teorías de la dependencia también han sido susceptibles de algunas críticas que
habría que analizar para darle mayor sustento a la propuesta. Me detendré en una planteada por
Gilbert Rist y que, desde mi perspectiva, es especialmente interesante. En sus propias palabras, “si
la periferia es incapaz de asegurar su bienestar material, esto se produce [según las perspectivas
dependentistas] detrás de circunstancias históricas ligadas a la colonización y a los efectos de la
dominación del capitalismo central. Pero, a partir de este análisis, se admite simplemente que el
“desarrollo” de la periferia ha sido “bloqueado” e, implícitamente, que habría debido (o debería)
seguir su curso “natural” si no se le hubiese obstaculizado” (Gilbert Rist, 2002, El Desarrollo:
historia de una creencia occidental. Madrid: Catarata, p. 140, cursivas en el original). Al igual que
Rist, comparto la visión de que los teóricos de la dependencia son aún tributarios del proyecto
civilizatorio moderno y denuncian que las economías centrales del capitalismo niegan su acceso a
amplias capas de la población. Pero, ¿cómo sería nuestra realidad si todo el mundo tuviera los
hábitos de consumo que hay en los países “desarrollados”? ¿Si todos consumiéramos las
cantidades de energía que ellos consumen? O, incluso, imaginemos que los contextos rurales
tuvieran los niveles de producción de basura que existe en las ciudades, los espacios idealizados de
la modernidad capitalista. Seguramente el nivel de caos e impacto ambiental sería mayor.

Pero, con todo y las certeras críticas, a mi parecer, las teorías de la dependencia tienen un punto
central que sigue siendo válido: sus propuestas no tienen sólo efectos analíticos; por el contrario,
su aporte central es que, al cambiar la mirada respecto al origen del subdesarrollo
latinoamericano, cambia también el diagnóstico para una posible solución: si el subdesarrollo se
genera por las relaciones ventajosas que las economías centrales imponen a las periféricas,
entonces lo que hay que cambiar es esas mismas relaciones. Por ejemplo, Theotonio Dos Santos
señala que “la situación de dependencia a la que están sometidos los países de América Latina no
puede ser superada sin un cambio cualitativo en sus estructuras internas y sus relaciones
externas” (Theotonio Dos Santos, 1971, “La estructura de la dependencia”, en Paul M. Sweezy et.
al. Economía política del imperialismo, Buenos Aires: Ediciones Periferia, p. 41). Por su parte,
André Gunder Frank no dudó en afirmar que “para el pueblo latinoamericano la única salida del
subdesarrollo es, se entiende, la revolución armada y la construcción del socialismo” (André
Gunder Frank, 1987, Capitalismo y subdesarrollo en América Latina. México: Siglo Veintiuno
Editores, p. 304).

Creo que, si nos proponemos crear sociedades más justas, el cambio radical de las estructuras
políticas dominantes se vuelve ineludible (como bien señalaron las teorías de la dependencia). Por
ello me inclino —como Rist— por “inventar, en los intersticios de las imposiciones de la historia,
otras formas de problematizar el presente” (Ibid, p. 142). Sé que el camino aún se muestra difuso,
pero ya tenemos ciertas guías sembradas. Por ejemplo, si sabemos que el sistema moderno
capitalista se basa en ciertos valores sociales hegemónicos (como el individualismo competitivo)
podemos esforzarnos porque en nuestras relaciones cotidianas otros valores (de preferencia los
opuestos a los dominantes) sean más decisivos. Si queremos otro sistema para relacionarlos de
forma distinta, empecemos a hacerlo de otro modo en la medida de nuestras posibilidades.

Desde luego, ello no equivale a desvalorar las acciones combativas cuando están bien enfocadas;
no hay que olvidar que en nuestras circunstancias históricas hay grupos que se benefician del
actual estado de organización social, y sería ingenuo pensar que únicamente siendo más colectivos
y fraternales entre nosotros, las clases dominantes perderían su poder y sus mecanismos de
explotación.

Las relaciones cotidianas basadas en valores distintos a los dominantes me parecen un buen
camino, en conjunto con otros, hacia el objetivo de cambiar la realidad circundante para no caer
en un pesimismo estilo Rimbaud citado como epígrafe al principio del texto: “Es preciso ser
absolutamente moderno. Ni un solo cántico: mantener el paso ganado”;yo diría que no, no
seamos resignados modernos. Y mantengamos viva la poesía.
La Teoría de la Dependencia

Los años 50 marcaron la súbita aparición del debate mundial entre subdesarrollo y desarrollo.
Década y media después, el centro de las polémicas se trasladó hacia la Teoría de la Dependencia.
Sus orígenes teóricos más importantes se pueden ubicar en las concepciones estructuralistas, y la
influencia de la teoría económica marxista. Asimismo, la presencia de distorsiones en el modelo
ISI, contribuyó a debatir la superación del subdesarrollo por la vía de la industrialización. El
surgimiento del pensamiento dependentista, estuvo condicionado por una doble influencia: tanto
del keynesianismo sobre el estructuralismo, como del marxismo sobre los neomarxistas que
estaban ligados a la CEPAL.

Si la teoría del desarrollo y del subdesarrollo era el resultado de la superación del dominio colonial
y del surgimiento de burguesías locales deseosas de encontrar su camino de participación en la
expansión del capitalismo mundial, la teoría de la dependencia, surgida durante la segunda mitad
de la década de 1960, representó un esfuerzo crítico para comprender las limitaciones de un
desarrollo iniciado en un periodo histórico en que la economía mundial estaba ya constituida bajo
la hegemonía de enormes grupos económicos y poderosas fuerzas imperialistas, aun cuando una
parte de ellas estaba en crisis y abría oportunidad para el proceso de descolonización. (Dos Santos,
2002, p. 5)

La Teoría de la Dependencia constituye la continuidad de la economía política marxista, ajustada a


las condiciones del capitalismo subdesarrollado. Marx (1973a, 1973b, 1973c) dedicó su obra a la
investigación del capitalismo desarrollado, y presentó -salvo en el capítulo último del primer tomo
de El Capital- muy pocos espacios a la teorización de la periferia. No obstante, este esfuerzo
teórico incorpora a la economía política marxista la investigación del comercio mundial y su
incidencia en el proceso de acumulación capitalista.

La dependencia está condicionada por el acelerado proceso de cambio tecnológico, que tiene su
epicentro en los piases desarrollados. Su expresión histórica en las condiciones del capitalismo
periférico, ha quedado reducidas a una relación desigual en el comercio internacional, donde el
deterioro de los términos de intercambio ha sido la regla más que la excepción. Al mismo tiempo
la diferencia de ingresos por exportación entre ambos polos es progresiva, y la brecha tecnológica
muestra un distanciamiento importante. Las disparidades al interior de la región expresan una
heterogeneidad estructural, que fractura los frutos del cambio tecnológico, y los filtra hacia el
capitalismo desarrollado.

Marini (1973) sostuvo que las relaciones con el centro capitalista luego de la revolución industrial,
implicaron un importante cambio en América Latina. Por ello el proceso de desarrollo en la región
fue, la consecuencia de la inserción internacional en una dinámica ya definida por la división
internacional del trabajo. En consecuencia, se establece la dependencia.

Entre sus más importantes autores destaca André Gunder Frank. Él expuso el carácter capitalista
de América Latina desde sus orígenes, a partir de insertarse en el mercado mundial en el siglo XVI.
De acuerdo con Solorza y Cetré (2011) además de este autor, se ubican Theotonio Dos Santos, Ruy
Mauro, Vania Bambirra, Aníbal Quijano, Orlando Caputo entre otros, que adoptaron un enfoque
neomarxista en sus investigaciones. La utilización de la dialéctica fue una constante en todos ellos.

De modo general la problemática fundamental de estos pensadores fue demostrar que la


dependencia no es un fenómeno externo, sino que al interior de la periferia se articulan
estructuras internas, insuperables desde la perspectiva de la teoría del desarrollo. En este sentido
la formulación de estrategias de desarrollo como la ISI, eran vistas como intentos desesperados
por acceder a un desarrollo truncado.

La idea del desarrollo del subdesarrollo de André Gunder Frank, constituyó una diferencia
importante con otros pensadores de esta corriente -tal vez por ser idea fundacional-, ya que el
concepto alude a una satelización de los países subdesarrollados (Gunder, 1967). De acuerdo con
este autor, el subdesarrollo se corresponde con un estadio atrasado y anterior al capitalismo.
Sin embargo, Dos Santos (1971) entendió el subdesarrollo como una consecuencia del desarrollo
capitalista, que deriva en un capitalismo dependiente, en la que los países de América Latina no
pueden superar su condición sin un cambio cualitativo en sus estructuras internas y en sus
relaciones externas. Esta condición se origina por la conformación de estructuras internas a
imagen y semejanza de las relaciones externas, las que someten a su lógica de dependencia al
capitalismo periférico. Las medidas propuestas por la CEPAL y otras instituciones no parecen
permitir la destrucción de las terribles cadenas impuestas por el desarrollo dependiente (Dos
Santos, 1971). Se trata de:

[…+ trascender la teoría del desarrollo que busca explicar la situación de los países
subdesarrollados como consecuencia de su lentitud o de su fracaso en la adopción de patrones de
eficiencia característicos de los países desarrollados *…+ y que, si bien admite la existencia de una
dependencia "externa", es incapaz de advertir el subdesarrollo de la manera en que lo entiende
nuestra teoría, como consecuencia y parte del proceso de expansión mundial del capitalismo,
parte necesaria e integralmente ligada a este proceso. (Dos Santos, 1971, p. 44)

Como una variante más de la Teoría de la Dependencia se ubican a Fernando Henrique Cardoso y
Enzo Faletto. Aunque son considerados neomarxistas no ortodoxos, conciben la dependencia en
términos de relaciones de clase, lo que les permitió observar la posibilidad de conservar una
coexistencia entre desarrollo capitalista y situaciones concretas de dependencia (Solorza & Cetré,
2011).

La dependencia actúa en un solo sentido, solo encuentra solución fuera de los marcos del sistema
de relaciones capitalistas de producción. La unilateralidad del proceso de desarrollo capitalista
expande sus relaciones de poder hacia los países subdesarrollados, donde el escenario es propicio
para acceder a una fuente de recursos naturales relativamente grande, según la premura del
proceso de cambio tecnológico.

Fuente: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2308-01322018000100002

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