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Tema 10

La guerra colonial y crisis de 1898

Historia de España
2º de Bachillerato
La guerra colonial y crisis de 1898

Tema 10
La guerra colonial y el desastre de 1898

1.- Introducción
2.- Antecedentes: orígenes del problema cubano
3.- Causas de la Independencia
4.- Aparición de los partidos
5.- Evolución de la guerra:
5.1. Guerra de Cuba
5.2. Guerra de Filipinas
5.3. Intervención de Estados Unidos: Guerra hispano-norteamericana
6.- El Tratado de París
7.- Consecuencias:
7.1. El desastre de 1898
7.2. El regeneracionismo
______________________________

1.- Introducción
Durante el último cuarto del siglo XIX, España sufrió la pérdida de los últimos res-
tos de su imperio colonial, frente al empuje irresistible del imperialismo norteamericano.
A principios del siglo XIX España solo contaba con las colonias de Cuba y Puerto
Rico en el Caribe, y con las Filipinas y algunas otras pequeñas islas del Pacífico.
Cuba era la principal posesión española, y concentraba numerosos intereses y ne-
gocios españoles y un gran flujo de emigración procedente de la metrópoli. La vida eco-
nómica de la isla se basaba en una agricultura de plantación, esencialmente azúcar de caña,
café y tabaco para la exportación. Esta actividad constituía una importante fuente de ingre-
sos para el Estado y algunas empresas españolas.
La política arancelaria que imponían los gobiernos españoles convertía a las islas en
unos mercados cautivos. Obligadas a comprar a elevados precios los productos españoles,
fundamentalmente el trigo castellano y los tejidos catalanes, la legislación española les
dificultaba la exportación hacia Europa o Estados Unidos..
El caso de Filipinas fue distinto, porque la población española era escasa y los in-
tereses económicos españoles se basaban en la producción de tabaco y en el hecho de que
el archipiélago daba acceso a intercambios con el continente asiático. Las Filipinas estaban
controladas por un contingente del ejército y contaban con una gran presencia de órdenes
religiosas.
Puerto Rico no planteaba serios problemas, pues en 1872 había conseguido su au-
tonomía, la esclavitud había sido abolida y tenía una economía saneada. El autonomismo
se dividió en dos corrientes, una más españolista y otra más radical, de base popular, que
dio lugar al nacionalismo antillano . Ambas se unieron en el Partido Autonomista en 1887.
La dominación española era efectiva porque la élite económica frenaba a los emancipado-
res
A nivel político, estos territorios recibían un trato colonial y no tenían ningún dere-
cho a enviar representantes a las Cortes españolas ni a tener instituciones de gobierno o a
intervenir en la elaboración de las leyes que afectaban a las islas.

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La guerra colonial y crisis de 1898

2.- Antecedentes: orígenes del problema cubano


Durante la etapa isabelina, las diferencias entre criollos 1 y peninsulares se habían
agudizado. Los productores de caña de azúcar y tabaco concedían cada vez más importan-
cia a Estados Unidos como mercado natural e iban dejando de lado el mercado español. El
93% de la producción de azúcar se vendía en Estados Unidos, mientras que solo el 7% se
destinaba al mercado español.

Desde 1868, comenzaron las insurrecciones separatistas en Cuba que se prolonga-


ron durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874). En esta etapa, la distancia y la inesta-
bilidad política hacían difícil el control de España sobre la isla. Los capitanes generales
gozaban de poderes absolutos y practicaban una política de dureza que desembocó en la
sublevación de 1868, que se inició con el Grito de Yara, dando pie a la Guerra de las
Diez Años, o Guerra Larga (1868-1878). Este conflicto resultó ser una guerra de desgas-
te, en la que los rebeldes, capitaneados por Antonio Maceo y Máximo Gómez, practica-
ron la técnica de la guerrilla, teniendo a su favor al campesinado cubano y coincidiendo
con la Tercera Guerra Carlista en España (1872-76). No obstante, el gobierno español de la
Restauración, envió al general Martínez Campos con un gran ejército y tras las promesas
de amnistía y de reformas (igualdad de derechos de representación política que los españo-
les peninsulares, participación en el gobierno de la isla, libertad de comercio, autonomía),
consiguió terminar con la guerra en la firma de la Paz de Zanjón (1878) donde se estable-
ció la capitulación del Ejército Independentista Cubano frente a las tropas españolas. Cuba
se convertía en una provincia española con derecho a elegir diputados a Cortes. Además se
concedía la libertad a los esclavos negros combatientes y un indulto colectivo a los inde-
pendentistas. Sin embargo, las reformas antes citadas no fueron aplicadas debido a la opo-
sición de los grandes propietarios, de los tratantes de esclavos y de los comerciantes penin-
sulares.

En 1879, se produjo un nuevo conato de insurrección por la presencia de España en


la isla. Es la denominada Guerra Chiquita, en la que su líder fue José Martí. En esta oca-
sión, los mambises 2 fueron derrotados al año siguiente ante la falta de apoyo, escasez de
armamento y la superioridad del ejército español.

3.- Causas de la Independencia


El proceso obedeció a una serie de causas, entre las que señalamos las siguientes:
a) Las corrientes ideológicas presentes en la Europa de la época eran conocidas en Améri-
ca, donde se convirtieron en el germen de las ideas independentistas.
b) La inexistencia de una política colonial española y el incumplimiento de lo acordado en
la Paz de Zanjón. Esto fue primordial para la formación de una conciencia de identidad
nacional, que se acentuó con la manifiesta desigualdad entre españoles y cubanos. Los
criollos quedaban excluidos de ocupar altos cargos de la administración (oidores, magis-
trados, intendentes…) cuya titularidad quedaba reservada para los españoles peninsulares.
Los criollos, en cambio, sí ocuparon puestos de responsabilidad en el ejército, lo que facili-
tó la adquisición de un sentimiento de defensa hacia la patria chica frente a la metrópoli.
c) El mantenimiento de la esclavitud, a pesar de lo acordado en Zanjón.
d) El proteccionismo económico de la metrópoli hacia los intereses económicos de los lati-
fundistas peninsulares. España tenía el monopolio 3 de la comercialización de los productos
cubanos (café, tabaco y caña de azúcar), lo que incluía la prohibición de comerciar libre-
1
Criollo. Descendiente de padres españoles nacido en los antiguos territorios españoles de América.
2
Mambises. Nombre con el que se conocía a los insurrectos cubanos.
3
Monopolio. Estructura de mercado en la que existe un único vendedor de un producto y abastece al resto
del mercado, imponiendo los precios a su voluntad. Era un privilegio real.
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La guerra colonial y crisis de 1898

mente con el extranjero (EE UU, sobre todo) y ello suponía la ruina de la burguesía criolla,
partidaria de un libre comercio, aunque para ello fuera necesario alcanzar la independencia
política.
e) El imperialismo de Estados Unidos, dentro del contexto imperialista del siglo XIX que
había llevado a las grandes potencias a repartirse el mundo. EE UU necesitaba nuevos
mercados donde colocar sus excedentes de producción y de capital y el Pacífico: Archipié-
lago Midway, Hawai (Pearl Harbour), Samoa; o el Caribe, fueron sus áreas de expansión
colonial. Además, se produce la compra a Rusia del territorio de Alaska y la invasión de
Texas, venciendo a México.

4.- La aparición de los partidos


Se crearon en Cuba dos grandes partidos:
a) El Partido Autonomista, integrado en su mayoría por cubanos. Pedía la autonomía
para la isla con un programa de reformas políticas y económicas pero sin llegar a la
independencia.
b) La Unión Constitucional, partido formado por la oligarquía española latifundista,
que obtenía grandes beneficios de la venta de café, caña de azúcar y tabaco. Era
partidario del proteccionismo y se opone a la autonomía que equivalía para ellos, al
separatismo o la independencia.

El Partido Liberal de Sagasta quiso introducir algunas reformas políticas en la isla,


pero solo concretó la abolición de la esclavitud den 1888. En 1893, el Plan de Reformas
Coloniales elaborado por el ministro Antonio Maura fue rechazado por la oposición de su
propio partido, el conservador, en las Cortes
El malestar de la población cubana se incrementó a partir de 1891, cuando España
introdujo en Cuba un impuesto a la importación de productos no procedentes de España, el
llamado Arancel Cánovas. Esta medida incomodó a Estados Unidos, que adquiría la ma-
yor parte del azúcar y el tabaco isleño, pero debía pagar fuertes aranceles por los productos
que vendía a Cuba..
La ineficacia mostrada por el gobierno español estimuló los deseos de independen-
tismo frente al autonomismo y en 1893, José Martí 4 fundó el Partido Revolucionario
Cubano, cuyo objetivo era lograr la independencia de Cuba. Contó con el apoyo de los EE
UU y rápidamente contó con el respaldo de los caudillos locales, como Antonio Maceo,
Máximo Gómez o Calixto García, que habían luchado
mente contra las tropas españolas en la Guerra de los Diez Años y
se negaron a aceptar las cláusulas de la Paz de Zanjón.

5.- El desarrollo de la guerra


5.1. Guerra de Cuba
El 24 de febrero de 1895 el Grito de Baire 5 dio comienzo
a un nuevo y definitivo levantamiento en la isla. La rebelión co-

4
José Martí (1853-1895) considerado como el padre de la independencia cubana, nació en el seno de una
familia humilde de origen español, destacando de joven por su actividad revolucionaria que le costaría la
cárcel y el destierro. Fu el fundador del primer gran partido independentista, el Partido Revolucionario
Cubano.
5
El 24 de febrero de 1895, domingo de carnaval, el capitán Saturnino Lora reunió en la hacienda Las Vegui-
tas, a todos los conspiradores del municipio de Juguani. Desde allí partió con 400 hombres, algunos arma-
dos con escopetas y otros con machetes y después de recorrer las calles del poblado de Baire, hizo alto en
una plaza, donde explicó a los presentes que había llegado el momento de ser libres e independientes y los
exhortó a lanzarse a la guerra. Públicamente declaró la ruptura con el colonialismo español, disparando su
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La guerra colonial y crisis de 1898

menzó en el este de la isla, en Santiago de Cuba, proclamando los rebeldes la República de


Cuba, extendiéndose rápidamente hacia la zona occidental donde estaba la capital, La Ha-
bana. Cánovas del Castillo, que entendía que la pacificación de la isla pasaba por una fuer-
te acción militar que tendría que ir acompañada de un esfuerzo político de conciliación con
los sublevados (política de mano de terciopelo), envió un ejército al mando del general
Martínez Campos, esperando que pudiese solucionar la situación como lo hizo en los años
70, pero ahora esa situación era diferente.
José Martí se
alió con Máximo Gó-
mez (Manifiesto de
Montecristo) para im-
pulsar la guerra contra
España (Texto 1). En
1895 ambos dirigentes
desembarcaron en Cuba
procedentes de Santo
Domingo, donde Martí
encontró la muerte un
mes después, durante
unas escaramuzas con
las tropas españolas.

Ante la imposi-
bilidad de Martínez
Campos de apaciguar la
situación, fue sustituido
por el general Vale-
riano Weyler, que
cambió de táctica e
inició una fuerte repre-
sión (política de mano
de hierro). Para evitar
que los insurrectos au-
mentasen sus apoyos en
el ámbito rural, dividió la isla en tres zonas por medio de trochas o líneas fortificadas, que
impedían el paso a los rebeldes y organizó a los campesinos en campos para evitar su apo-
yo a la guerrilla. Weyler trató duramente a los rebeldes, llegando a aplicar la pena de muer-
te a muchos de ellos y también a la población civil que padecía hambre y epidemias, lo que
provocó un desastre demográfico de primer orden. La dureza y crueldad empleadas por
Weyler provocó la protesta internacional que fue aprovechada por EE UU para intervenir
en el conflicto.

La guerra no era favorable para los españoles ya que esta se desarrollaba en la sel-
va, la manigua, y contra una fuerzas extendidas por todo el territorio que se concentraban y
se dispersaban con mucha rapidez. Ni los soldados españoles estaban entrenados para ha-
cer una guerra de ese tipo, ni contaban con los medios adecuados. El mal aprovisionamien-
to, la falta de pertrechos y las enfermedades tropicales causaron gran cantidad de bajas al
ejército español, haciendo la victoria final un objetivo cada vez más lejano. (Texto 2).

revólver al grito e ¡Viva Cuba Libre! , ¡Independencia o Muerte! Una vez más, la revolución anticolonial se
haría presente en la manigua cubana. Esa fecha quedó recogida como el Grito de Baire.
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La guerra colonial y crisis de 1898

Tras el asesinato de Cánovas en 1897, el nuevo gobierno liberal, consciente del fra-
caso de la vía represiva de Weyler, decide sustituirlo por el general Blanco. Al mismo
tiempo se inicia una estrategia de conciliación que llevase a los separatistas a aceptar una
fórmula que mantuviese la soberanía española sobre la isla y evitase un enfrentamiento con
los EE UU (Texto 3).

Se decretó la autonomía de Cuba y el sufragio universal masculino, la igualdad de


derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Sin embargo, estas re-
formas llegaban demasiado tarde e incrementaron la fuerza de los independentistas y ade-
más, no fueron bien vistas en el seno del partido conservador, ni tampoco por los EE UU,
que a partir de entonces ayudaría abiertamente a los rebeldes.

5.2. Guerra de Filipinas


Paralelamente al conflicto cubano, en 1896 se produjo la rebelión en las islas Fili-
pinas, donde la presencia de españoles fue menor y la presencia
militar era débil, si bien se contaba con un importante contingente
de misioneros de las principales órdenes religiosas.
El independentismo filipino fraguó en la formación de la
Liga Filipina, fundada por José Rizal, en 1892 y en la organiza-
ción clandestina Katipunán, ambas contaron con el apoyo de una
parte de la burguesía mestiza hispanoparlante y de grupos indíge-
nas.
La insurrección se extendió por Manila y el capitán general
Camilo García Polavieja, llevó a cabo una política represiva, con-
denando a muerte a Rizal en 1896. El nuevo gobierno liberal de
España de 1897 nombró capitán general a Fernando Primo de Rivera, que promovió la
negociación con los principales jefes de la insurrección, dando como resultado la pacifica-
ción momentánea del archipiélago.

5.3. Intervención de Estados Unidos: Guerra hispano-norteamericana


En 1891, el gobierno español aprobó el arancel Cánovas. El principal cliente de
Cuba era Estados Unidos que adquiría casi la totalidad de la producción de azúcar y taba-
co. En 1884, EE UU adquiría el 88’1% de las exportaciones cubanas, mientras que solo se
beneficiaba del 32% de sus importaciones, que seguían procediendo de España mayorita-
riamente. Ante esta situación, el presidente William McKinley amenazó con cerrar las
puertas de su mercado a los productos cubanos si no se cambiaba la política arancelaria. Al
temor ante una nueva insurrección independentista. se sumaba ahora el recelo a que esta
contase con el apoyo de los EE UU.

Estados Unidos había fijado su área de


expansión en la región del Caribe y en el Pací-
fico, donde ya había dejado sentir su influencia
en Hawai y en Japón. EE UU codiciaba Cuba
por sus minas, su caña de azúcar y por su posi-
ción geoestratégica para afianzar su dominio
sobre el mar Caribe, lo que le llevó a realizar
diferentes propuestas de compra 6 de la isla, que
España siempre rechazó.
6
En 1850, Estados Unidos propuso a España la compra de Cuba por 100 millones de $ y fue rechazada. al
igual que otra oferta que hizo en 1896 el presidente W. MacKinley, en esta ocasión por 300 millones de $
con idéntico resultado.
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La guerra colonial y crisis de 1898

El compromiso norteamericano con la causa independentista se hizo evidente cuan-


do MacKinley envió armas a los insurrectos por vía marítima.

La ocasión para intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado estadouni-


dense Maine, que estalló en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898, provocando
alrededor de 300 muertos. EE UU culpó falsamente del hecho a agentes españoles y envió
un ultimátum a España (Texto 4) en el que se exigía la retirada de os españoles de la isla.

El gobierno español negó cualquier implicación con el hundimiento del Maine, re-
chazando el ultimátum y amenazando con declarar la guerra en caso de invasión de la isla.
Los dirigentes españoles eran conscientes de su inferioridad, pero consideraron humillante
la aceptación, sin lucha, del ultimátum. El presidente MacKinley, en su mensaje del 11 de
abril consiguió del Congreso permiso para intervenir militarmente en Cuba. Comenzaba así
la guerra hispano-norteamericana. Las fuerzas eran desiguales: a la pujanza económica y
militar americana solo se oponía un viejo y mal dotado ejército.

Una escuadra mandada por el almirante Cervera partió hacia Cuba, pero fue fácil-
mente bloqueada en la bahía de Santiago, donde hubieron de enfrentarse a los modernos
navíos de guerra norteamericanos 7.
EE UU derrotó igualmente a la escuadra española en Filipinas, en la batalla de Ca-
vite (Manila).
Aprovechando las circunstancias de la guerra contra España, la flota norteamerica-
na desembarcó en Puerto Rico, donde no había ninguna rebelión contra España, y ocupa-
ron la isla sin ninguna oposición.
En agosto de 1898, se firmó el Protocolo de Washington, equivalente a un armis-
ticio, hasta alcanzar un acuerdo de paz definitivo.

6.- La Paz de París (Texto 5)


En la Paz de París se limitaron a ratificar lo ya estipulado en el Protocolo de Wa-
shington. Se trataron cuestiones territoriales: España reconocía la independencia de Cuba y
cedía Puerto Rico y Filipinas a EEUU ,así como la isla de Guam (Las Marianas), pero con-
servó las Carolinas y las Palaos. No obstante, las posesiones españolas en el Pacífico solo
se mantendrían durante un corto tiempo, porque en 1899 se firmó un tratado hispano-
alemán por el cual las Marianas (excepto la isla de Guam), las Carolinas y las Palaos pasa-
ron a manos de Alemania, a cambio de una compensación económica.
El tratado de París contenía además otras cuestiones referentes al trato de los pri-
sioneros de ambos países así como a las propiedades y derechos de los españoles residentes
en aquellos territorios.

La firma de este tratado representó para España su desaparición de la escena inter-


nacional, pasando a ser solo una pequeña potencia de interés estratégico y dejando de ser
una potencia con colonias repartidas por diferentes partes del mundo.

7.- Consecuencias

7.1. El desastre de 1898


La derrota y posterior pérdida de las últimas colonias fue conocida en España como
el “desastre del 98” o la “crisis de 1898” (Texto 6). Aunque la crisis del sistema político y

7
El balance fue absolutamente negativo para las tropas españolas: 300 muertos frente solo a un muerto
americano.
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La guerra colonial y crisis de 1898

en parte, de la sociedad y la cultura españolas, ya estaba anunciada, el desastre fue el sím-


bolo de la primera gran crisis del sistema de la Restauración.

a) Consecuencias económicas
Aunque la guerra supuso importantes pérdidas en la colonia, que quedó devastada,
no fue así en la metrópoli aunque se perdieron los privilegios de comprar los productos
cubanos (azúcar. café, tabaco) a bajos precios y en adelante llegarían al precio internacio-
nal.
Las repercusiones se pueden observar en todos los ámbitos de la economía:
- Pérdida de los mercados coloniales
- Repatriación de capitales con la vuelta de los colonos y su reinversión en otros
sectores productivos (sectores secundario y terciario)
- Subida de precios y pérdida de la capacidad adquisitiva de la población, siendo
un problema la escasa capacidad de compra de la población española
- La necesidad de hacer frente a las deudas contraídas por la guerra motivó una
reforma de la Hacienda con la finalidad de incrementar la recaudación a partir
de un aumento de la presión fiscal.

b) Consecuencias políticas
España pierde los últimos restos de su imperio colonial: cede a EE UU Cuba, Puer-
to Rico, Filipinas y la isla de Guam, en concepto de indemnización de guerra. Vendió las
pocas posesiones asiáticas que le quedaban a Alemania (Las Palaos, Carolinas y Marianas)
en 1899. En 1900 vendieron a EE UU las últimas islas (Sibutú y Cagayán de Joló). Ade-
más quedó excluida del reparto colonial que se estaba llevando a cabo en otros lugares.

No obstante, el sistema político de la Restauración siguió sobreviviendo, aseguran-


do la continuidad del turno dinástico. Sin embargo, el desastre del 98 afectó a ambos parti-
dos, pero sobre todo al Partido Liberal, ya que fue a Sagasta a quien le toco firmar la derro-
ta.
Consecuencia inmediata fue la pérdida de prestigio de los dirigentes que hubieron
de ceder el testigo a otra generación, como Silvela y Maura en el Partido Conservador; o
Moret, Montero Ríos y Canalejas, en el Partido Liberal. Algunos de los nuevos gobernan-
tes intentaron aplicar las nuevas ideas regeneracionistas o corriente muy crítica con el
sistema político de la Restauración.
La crisis política estimuló también el crecimiento de los partidos nacionalistas,
sobre todo en el País Vasco (PNV) y Cataluña (Lliga Regionalista en 1901), y en menor
medida, en Galicia, Andalucía y Valencia (Valencia Nova). El nacionalismo supuso la de-
nuncia de la incapacidad de los partidos dinásticos para desarrollar una política renovadora
y descentralizadora, presentando otra vía alternativa a la identidad española tradicional.
Lo que sí se produjo fue un cambio definitivo del estatus internacional de España,
que posó de ser una potencia mundial con posesiones coloniales en los cinco continentes, a
una pequeña potencia regional y sin aliados.

c) Crisis moral
Unos 50.000 soldados españoles perdieron la vida y fueron muy numerosos los sol-
dados que retornaron heridos, mutilados o tarados de guerra. A ello se une la desmoraliza-
ción de un país consciente de su debilidad, de su derrota y de lo inútil de su sacrificio.
De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica
que causó un fuerte impacto psicológico en la población. La derrota fue vista como un
trauma nacional que sumió a la sociedad y a la clase política en un estado de desencanto
y frustración porque significaba la destrucción del mito del Imperio español en el que no
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La guerra colonial y crisis de 1898

llegó a ponerse el sol y la relegación de España al papel de potencia secundaria en el con-


texto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación mo-
ribunda con un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompeten-
tes. Esta visión cuajó en buena parte de la población española.

7.2. El regeneracionismo
La derrota de la escuadra española, la superioridad norteamericana y la rapidez con
que se cedió el resto del imperio colonial al enemigo, causaron una gran impresión en to-
dos los sectores sociales de España. Cuando EE UU emite el ultimátum, en España hubo
una explosión de patriotismo potenciado por la prensa. Sin embargo, tras la rápida derrota,
a las preocupaciones de los industriales y exportadores vinculados con Cuba y Filipinas, se
unió un pesimismo y malestar en el ejército y en muchos grupos sociales, surge la sensa-
ción de haber sido traicionados y no saber por quién. Algunos sectores de la clase media,
pensadores y políticos se plantean por qué ha ocurrido el desastre (Texto 7)
Este era el sentido de un grupo de intelectuales reunidos en la Institución Libre de
Enseñanza (ILE) creada en 1876, cuando muchos catedráticos abandonan la universidad al
no permitírseles la libertad de cátedra. Esta institución, que tenía en sus filas a intelectuales
de la talla de Francisco Giner de los Ríos, estaba profundamente influenciada por el
Krausismo 8, fue una gran impulsora de la reforma educativa de España.

Algunos intelectuales formados en la ILE, consideraban que la sociedad y la políti-


ca españolas, influenciadas en exceso por la doctrina católica, no favorecían ni a la moder-
nización, ni a la cultura ni al desarrollo de la ciencia. Esta corriente que insistía en la rege-
neración de España, acabó conociéndose como Regeneracionismo. Su mayor exponente
fue el aragonés Joaquín Costa, cuyas ideas se reflejaron en una serie de conferencias que
se publicaron con el título de Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno
en España. Pretendía sustituir la política del régimen de la Restauración, que favorecía a la
oligarquía (Texto 8) por otro que favoreciese a las clases medias. Así proponía:
- Necesidad de mejorar las condiciones del campo español a través del reparto de
la tierra con la restauración de la antigua práctica española del colectivismo
agrario, eliminado con las desamortizaciones.
- Construcción de grandes obras hidráulicas para aliviar la agricultura de un país
con escasas precipitaciones y mal repartidas territorialmente.
- Elevación del nivel educativo y cultural con la extensión de un programa educa-
tivo, acompañado de la construcción de escuelas que sacara a las masas de su
tradicional ignorancia.

En definitiva, exponen la necesidad de modernizar España y olvidar las glorias pa-


sadas, lo cual se expresa de forma muy adecuada en la frase de Joaquín Costa escuela y
despensa y cien llaves al sepulcro del Cid.

DOCUMENTOS DEL TEMA

Texto 1
MANIFIESTO DE MONTECRISTI

8
Krausismo. Sistema filosófico ideado por el alemán Friedrich Krause a principios del siglo XIX que llegó a
tener gran difusión en España a través de la ILE. Defiende la libertad de cátedra y la tolerancia académica
frente al dogmatismo. Defendía también un contacto directo con la naturaleza y con cualquier objeto de
conocimiento, la laicidad y la libertad de conciencia.

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La guerra colonial y crisis de 1898

“La guerra no es contra el español que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a la patria
que se ganen, podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le
salgan, imprevisores, al camino. Nosotros, los cubanos, empezamos la guerra, y los cubanos y
los españoles la terminaremos […]. No hay odio en el pecho antillano, y el cubano saluda en la
muerte al español a quién la crueldad del ejército forzoso arrancó de sus casa y su terreno para
venir a asesinar en pecho de hombres la libertad que él mismo ansia. Más que saludarlo en la
muerte quisiera la Revolución acogerlo en vida, y la República será un tranquilo hogar para
todos los españoles laboriosos y honestos, que podrán gozar en ella de la libertad y de los bie-
nes que no habrían de encontrar aún por largo tiempo en la flaqueza, la apatía y los vicios polí-
ticos de sus país […]”.
Montecristi, Santo Domingo, 25-03-1895.
Firmado por José Martí y Máximo Gómez

Texto 2

Texto 3

PROCLAMA DEL GOBIERNO LIBERAL, 1897


El Consejo de Ministros cree llegado el momento de realizar por completo las
promesas hechas en el último discurso de la Corona en 1896, dotando a entrambas Antillas de
una personalidad administrativa y económica que, otorgando al país el control total de sus
negocios peculiares, mantenga los derechos de soberanía, a la vez que sancione de modo
definitivo la autonomía colonial (…)
Sea cual sea el juicio que se forme sobre la posibilidad de alcanzar la paz por la sola
acción de la guerra, sin que a ello contribuya la acción política ni la internacional, es un hecho
evidente que el ejército ha conseguido ya en el territorio cubano, no sólo cuanto pueda exigir
el honor de las armas, sino todo lo que racionalmente cabe esperar del empleo de la fuerza en
contiendas de índole semejante.
La pacificación ha de venir ahora por la acción política (…) todos los esfuerzos del
mundo no son bastantes para mantener la paz con el solo empleo de las bayonetas. Sin
perjuicio de lo cual, mientras quede un rebelde en armas, habrá de continuarse el esfuerzo
militar hasta lograr la sumisión completa.
Proclama del gobierno liberal, 1897

Texto 4

ULTIMATUM DE ESTADOS UNIDOS POR EL HUNDIMIENTO DEL USS


MAINE, 18 DE ABRIL DE 1898
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La guerra colonial y crisis de 1898

Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en Cuba durante los
tres últimos años, en isla tan próxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral del pue-
blo de los Estado Unidos, ha sido una deshonra para la civilización cristiana y ha llegado a su
periodo crítico con la destrucción de un barco de guerra norteamericano y con la muerte de
266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de la
Habana.
El Senado y la Cámara de Representantes, reunidos en Congreso, acuerdan:
Primero: Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente.
Segundo: Que es deber de los Estados Unidos exigir que el gobierno español renuncie
inmediatamente a su autoridad y gobierno en la isla de Cuba y retire sus fuerzas de las
tierras y mares de la isla.
Tercero: Que se autoriza al Presidente de los Estados Unidos, y se le encarga y ordena,
que utilice todas las fuerzas militares de los Estados Unidos para llevar a efecto estos
acuerdos.

Texto 5

TRATADO DE PAZ ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, 1898


(Documento incluido en anteriores PAU)

S.M. La Reina Regente de España, en nombre de su augusto hijo D. Alfonso XIII y los
Estados Unidos de América, deseando poner término al estado de guerra hoy existente entre
ambas naciones….Previa discusión de las materias pendientes han convenido en los siguientes
artículos:
1º) España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que
dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos […]
2º) España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que ahora están bajo
su soberanía en las Islas Occidentales y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o
Ladrones.
3º) España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas […] los
Estados Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares dentro de los tres
meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado.
4º) Los Estados Unidos, durante el término de diez años a contar desde el canje de ratificación
del presente Tratado, admitirán en los puertos de las Islas Filipinas los buques y mercancías
españolas, bajo las mismas condicioones que los buques y mercancías de los Estados Unidos
(…)

Texto 6

LA POLÉMICA DEL DESASTRE

“¿Qué quería S.S. que hubiera hecho? ¿Qué ante ese ultimátum requiriéndonos para
que abandonáramos Cuba hubiésemos cedido en el acto y les hubiéramos entregado Cuba
sólo porque los norteamericanos la querían? ¡Ah! Su Señoría que se lamenta de cómo ha
venido el ejército español, Su Señoría que se lamenta de la situación en que se halla España,
¿cómo se lamentaría… si hubiéramos cedido sin más ni más a la pretensión de los Estados
Unidos de despedirnos, como se puede despedir a un lacayo, de un país en que llevamos 400
años de dominación y en que teníamos 200.000 soldados y entre voluntarios y guerrilleros
otros 100.000, es decir, un ejército de 300.000 hombres? ¡Ah! ¿Era eso posible? Claro está que
nosotros no podíamos hacer más de lo que hemos hecho defendiéndonos de la agresión como
hemos podido y hasta donde hemos podido; hemos sido vencidos, pero después el vencido
no ha quedado deshonrado; en cambio, si nuestros soldados hubieran venido sin hacer la más

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La guerra colonial y crisis de 1898

mínima resistencia… ¡ah! entonces hubiera quedado borrada del número de las naciones
civilizadas y nuestro ejército no hubiera venido cubierto por la desgracia ni la nación sería en
estos momentos desgraciada; no, nuestro ejército hubiese venido cubierto de oprobio y la
nación española sería una nación despreciable, (…)
Diario de sesiones del Congreso,
23 de febrero de 1899

Texto 7
ESPAÑA SIN PULSO

Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarían, sin duda, el mal;
discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia
que preste atención a asuntos públicos observa este singular estado de España; dondequiera
que se ponga el tacto, no se encuentra el pulso...
Hay que dejar la mentira y desposarse con la verdad; hay que abandonar las vanidades
y sujetarse a la realidad, reconstituyendo todos los organismos de la vida nacional sobre los
cimientos, modestos, pero firmes, que nuestros medios nos consienten, no sobre las formas
huecas de un convencionalismo que, como a nadie engaña, a todos desalienta y burla...
El efecto inevitable del menosprecio de un país respeto de su poder central es el
mismo que en todos los cuerpos vivos produce la anemia y la decadencia de la fuerza cerebral;
primero, la atonía, y después, la disgregación y la muerte...
Si pronto no se cambia radicalmente de rumbo, el riesgo es infinitamente mayor, por
lo mismo que es más hondo, y de remedio imposible, si se acude tarde...
F. Silvela. Artículo aparecido el 16-08-1898

Texto 8
OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO

No es, no es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corrup-


telas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que
no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias. O, dicho de otro modo, no es
el régimen parlamentario la regla, y excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas
en la prensa y en el Parlamento mismo durante sesenta años; al revés, eso que llamamos des-
viaciones y corruptelas constituyen el régimen, son las misma regla...
Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gober-
nante, distribuida o encasillada en "partidos". Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese,
formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un
cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de los
Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y
cobrarlos.
Contener el movimiento de retroceso y africanización absoluta y relativa que nos arras-
tra cada vez más lejos, fuera de la órbita en que gira y se desenvuelve la civilización europea;
llevar a cabo una total refundición del Estado español sobre el patrón europeo, que nos ha
dado la historia y a cuyo empuje hemos sucumbido... o, dicho de otro modo, fundar improvi-
sadamente en la Península una España nueva, es decir, una España rica y que coma, una Es-
paña culta y que piense, una España libre y que gobierne...
Joaquín Costa, 1901

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