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No será un año fácil para la economía, pero

tampoco es el fin
Director de 'Portafolio' explica que a pesar de los complejos
retos, también hay señales positivas.
Por:  RICARDO ÁVILA | 
 5:41 a.m. | 10 de enero de 2016
 
La temporada de vacaciones en el territorio nacional se acaba oficialmente mañana, con el
festivo correspondiente a la llegada de los Reyes Magos, pero para más de uno el descanso
terminó hace rato. El motivo son las preocupaciones en torno a la economía, cuyas
perspectivas se han venido oscureciendo tanto por motivos externos como internos.
Un par de datos reflejan la magnitud de lo sucedido. Hasta el viernes, y en comparación con
el cierre registrado a finales del 2015, el índice Colcap de la Bolsa de Colombia perdió un
4,8 por ciento. Una acción emblemática, como la de Ecopetrol, cerró en 1.015 pesos, con lo
que alcanzó su mínimo histórico.

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Por su parte, el dólar retomó su carrera alcista. La tasa de cambio muestra un aumento de
120 pesos hasta los 3.270 por dólar, un ascenso de casi el 4 por ciento en una semana. (Lea
también: Semana de fuego marcó a Colombia en el inicio del 2016)
El sacudón ha sido de tal intensidad que el tono relativamente optimista con que se recibió
a mediados de diciembre la noticia sobre el crecimiento del producto interno bruto
desapareció. Por doquier se multiplican las predicciones en el sentido de que las cosas se
van a poner más duras, y más de uno hace pronósticos que rayan en lo apocalíptico.
Vientos de afuera

Como si la temperatura interna no fuera lo suficientemente alta –y no solo por el fenómeno


del Niño–, las cosas no pintan mejor por fuera. El miércoles, el conocido magnate George
Soros advirtió que las condiciones actuales se parecen mucho a las del 2008, cuando estalló
la crisis financiera internacional que desembocó en una pavorosa recesión global el año
siguiente.
El ejemplo más claro de que algo no anda bien es el de China, cuyas autoridades tuvieron
dificultades para contener el desplome de las acciones en el mercado de valores de
Shanghái. La turbulencia en la nación más populosa del planeta llevó a una fuerte
depreciación del yuan, alimentando la ya enorme incertidumbre que existe sobre su
verdadero estado de salud.

Básicamente, la preocupación es que la burbuja del crédito bancario en el país comunista se


reviente, poniéndole freno a una economía que es la segunda más grande del orbe y la
principal importadora de materias primas. La esperanza es que Pekín, con sus millonarias
reservas acumuladas en la época del auge, logre remontar la corriente.
Para colmo de males, la geopolítica tampoco ayuda. La ruptura de relaciones entre Arabia
Saudita e Irán complica todavía más la complicada situación en Oriente Próximo. A su vez,
el anuncio de Corea del Norte, en el sentido de que hizo explotar exitosamente una bomba
de hidrógeno, disparó las alarmas entre las grandes potencias, que tratan de verificar lo
dicho por Pyongyang. (Vea aquí: Cambios en el precio de gasolina revelan escasez de
etanol)
Además, el vecindario se encuentra en emergencia. Venezuela va en caída libre por la
escasez, la inflación y la inseguridad, en medio de una polarización política creciente.
Brasil es ahora sinónimo de fracaso, pues no solo sigue en recesión, sino que su Presidenta
busca mantenerse en el cargo, mientras los tentáculos de los escándalos relacionados con la
corrupción en Petrobras se extienden. Ecuador corre el peligro de entrar en una situación de
iliquidez que lo obligaría a abandonar el esquema de dolarización que sus habitantes desean
mantener.

En general, las cosas para América Latina pintan mal. El año pasado el PIB regional
experimentó una contracción, y para este año la expectativa del Banco Mundial es que tal
aumento sea cercano a cero. Con excepción de Centroamérica y parte del Caribe, a los
demás les irá muy regular (aparte de los casos críticos).

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