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zr 5.

El fracaso del autoritarismo


desarrollista y de los populismos
(1966-1976)

En un contexto mundial signado por la transición entre los


"do­rados años sesenta" y la crisis mundial que estalló a
mediados de los años setenta, entre 1966 y 1976 la Argentina
transitó un período de marcados contrastes. En 1966, se
estableció una dictadura militar que, en respuesta a los ciclos de
stop and go, aplicó una política económica con rasgos
heterodoxos, destina­da a frenar la inflación, acelerar la
integración vertical del sector manufacturero y dotarlo de mayor
eficiencia económica. Tres años más tarde, el Cordobazo desató
una crisis de legitimidad del Onganiato e inauguró un período de
movilización popular y radicalización política. Este proceso
alcanzó su culminación durante el tercer gobierno peronista.
Entre 1973 y 1974, Perón implementó el Pacto Social, un
acuerdo entre capital y traba­jo destinado a quebrar la
dinámica inflacionaria, promover la redistribución progresiva del
ingreso y alentar el crecimiento económico. El fracaso de este
plan renovó la puja por la dis­tribución del ingreso en un
contexto de inestabilidad política y deterioro de las condiciones
económicas mundiales. El estalli­do de la hiperinflación en 1975
marcó el fracaso de este nuevo programa. Ni el autoritarismo
desarrollista ni el retomo de las políticas peronistas lograron
resolver los dilemas de la econo­mía semiindustrializada.
Entonces, el golpe militar de 1976 abrió el camino para un cambio
radical del perfil económico del país.

El período de madurez del modelo mercadointernista

A mediados de la década de I 960, la economía argentina


comenzó a superar las trabas que, desde la década de 1950, habían
limitado su desarrollo. Por un lado, el agro pampeano dejó atrás su
estancamiento e inició un período de crecimiento sobre la base de
1 96 H'storia económica de la hgerítir:a en el siglo XX E' fracaso c:e: auto�ta.'isr:10 desarrollista y de les popu,:Smos (i 966� i 976) 1 97

Las políticas económicas desafíos que enfrentaba el país podían ser tratados por etapas sucesivas,
asegurando el férreo control del estado sobre la sociedad. Prirnero ven­
El Onganiato y ºel tiempo económicon dría el tiempo econórnico. la hora de impulsar la estabilización de la
El 28 de junio de 1966, las Fuerzas Annadas derrocaron al presidente econotufa y el crecímiento. Luego, el país podría emp render la etapa
Arturo Jllia. Lajunta militar dictó un "'Estatuto de la Revolución Argen­ sociat entendida como un p eríodo de redistribución y de conforma­
tina", cuyas disposiciones primaban sobre la Constitución,. y designó ción de nuevas organizaciones sociales, amparadas por el estado. Fi­
aJ general Juan Carlos Onganía presidente de la nación. Se instauraba nalmente, cuando la economía y la sociedad alcanzaran la ansiada mo­
así una dictadura militar de nuevo tipo. La denominada "Revolución dernización, se podría encarar el tiemp o político. La ingenuidad de la
Argentina" se proponía obj etivos más ambiciosos que las intervencio­ teoría de los tres tiem pos quedaría expresada con dramatismo a finales
nes militares previas. No se trataba de un gobierno provisional, sino de de la década, con la explosión de nuevos conflictos sociales y la puesta
un régimen "sin plazos ni términos", cuyo propósito fundamental era en evidencia de intereses sectoriales p ropios de una sociedad compleja.
transformar la estructura económica y el orden político. Tal como había ocurrido en 1930, 1943 y 1 955, los militares y civiles
El golpe militar se produjo en un contexto percibido como una crisis q tomaron el poder no constituían un grupo homogéneo. Onganía
ue
profunda. Las pronunciadas fluctuaciones de la actividad económica, y sus colaboradores :más cercanos provenían de los grupos católicos
los desequilibrios cídicos de la balanza de pagos, las violentas transfe­ integristas de clara rafa autoritaria y conservadora, en tanto que- otra
rencias de ingresos intersectoriales y la alta inflación eran concebidos corriente estaba constituida por niilitares y civiles liberales. En un p rin­
como síntornas de problemas económicos que requerían soluciones cipio, Onganía intentó retener p ara su grupo los estratégicos. ministe­
estructurales. �;.\l mismo tiempo, se entendía que la democracia de p ar­ rios de Econornía y Trabaj o, y de Interior. En el primero fue designa­
tidos (conocida despectivamente como "partidocracia") no garantizaba do Jorge Salimei, un joven empresario católico que lideraba el grup o
la estabilidad imp rescindible p ara asegurar el progreso económico. El SASETRU, pero carecía de vínculos aceitados con los círculos financie­
sistema político instaurado en 1955, cuya legitimidad resultaba cuestio­ ros y económicos internacionales.
nada debido a la proscripción del peronismo, debía ser reen1p lazado Durante el breve 41inísterlo de Salimei, la p olítica económica oficial
por un nuevo orden autocrático q�e se ele\.iara más allá de las presiones no sufrió cambios 1e relevancia. Se dispuso una devaluación modera­
sectoriales y alentara políticas económicas modemlzadoras. El empate da, lo cual no evit(7' el riesgo de una crisis de la balanza d� pagos hacia
entre los actores económicos y políticos debía destrabarse. Para el1o, se finales de 1 966. 'I}tm poco se logró revertir la recesión económica, la
sostenía que era preciso disciplinar a los sectores populares y sus orga­ caída de la inve/sión ni la aceleración de la inflación, que alcanzó
nizaciones, en especial los sindicatos. una tasa anual/del 32% . La p olítica salarial y laboral del gobierno
El empresariado, los militares y grupos políticos conservadores y li­ provocó la deÍilusión de los empresarios y el capital extranjero. En
berales adhirieron con rapidez a estas ideas y propuestas. El diagnósti­ efecto, la dictadura militar no sólo no dero gó la Ley de Asociaciones
co fue secundado con una terapéutica que p:roponía una "'Revolución" Profesionales, con10 reclainaban las corp oraciones empresarias, sino
como solución. En tiemp os de la Revolución Cubana, esta idea tenía un que se lanzó a conquistar la adhesión de algunos sectores del sindi­
atractivo incontrastable; sin embargo, la "Revolución Argentina" tenía calismo. Por entonces, el campo gremial estaba fracturado entre el
objetivos n1uy distintos. El Onganiato era una reacción frente a los pro­ vandorismo, las 62 Organizaciones "de Pie Junto a Perón", lideradas
blemas del capitalismo periférico, la industrialización incompleta y los por Alonso. los grupos indep endientes y la corriente comunista. Sa­
desafíos de la modernización social. Guillermo O'Donnell ha utilizado limei obtuvo el apoyo de los sindicalistas proclives a la negodación 7

el concep to de estado burocrático autoritario para designar este tipo de denominados "'partidpacionistas", y cierto respaldo p or parte del van­
regímenes que se instauraron en Brasil (1964) y la Argentina ( 1 966) . dorismo y los grupos sindicales leales a Perón. La UOM y el sindicato
La eliminación de los obstáculos al crecimiento económico y el con­ que agrupaba a los obreros textiles lograron la an uencia oficial a sus
trol de los actores sociales demandaban del gobierno una atención es­ redamos durante la renovación de los convenios colectivos. que tuvo
pécífica. Por ello) Onganía y su equipo concibieron la idea de que los lugar en agosto de 1 966. Si bien no faltó una dura represión oficial
202 Historia económica de la Argentina en e l siglo XX El fracaso del autoritan'smo desarrof/ista y de los populismos (1966-1976) 203

los productores agrícolas y ganaderos a la oposición. El atraso cambia­rio Por su parte, aunque el gobierno fue respaldado por las entidades
tan1bién afectó las exportaciones de productos manufacturados, ya que los empresarias que representaban al capi tal extranjero y nacional más
subsidios otorgados no compensaron la apreciación monetaria, aunque no concentrado, otras �rganizaciones expresaron su desagrado por el
podía esperarse que estas exportaciones resarcieran el es­tancamiento de con­tenido de las políticas oficiales y la ausencia de espacios de negociación.
las primarias. La propia Sociedad Rural acentuó sus criticas frente a un programa
En forma paralela, la reactivación económica y el aliento a la inver­sión económico que no parecía contemplar los intereses de los productores
de capitales extranjeros condujeron a un notorio despegue de las pampeanos. La imagen del general Onganía ingresando a 1a
i�portaciones. El saldo de la balanza comercial cayó de 368 millones de Exposi­ción Rural de Palermo en 1966 en una carroza tirada por cuatro
dólares en 1967 a 200 en 1968 y a sólo 36 millones en 1969. Para em­peorar la llos hackney no deberia ocultar que su progr
caba­ a
ma económico privilegia­ba
situación, el endeudamiento externo ascendió de unos 3300 millones de el desarrollo de un sector industrial "eficiente" y se mostraba poco
dólares en 1967 a unos 5000 millones en 1969. Las reservas del Banco dispueSto a beneficiar los intereses del sector primario exportador. El
Central, que habían aumentado gracias a1 aporte de los cré­ditos propio Onganfa había afirmado que el país de las vacas y las mieses
internacionales, descendjeron de 776 millones de dólares a 574 en el había quedado definitivamente atrás. La sanción de una nueva ley de
mismo periodo. arrendamientos, que permitía a los propietarios expulsar a los
La apertura económica y el atraso cambiario también afectaron a la industria arrenda­tarios, generó una dura censura de la Federación Agraria. Por su
que elaboraba productos para el mercado doméstico. Duran­ parte, la CGE abandonó pronto su posición de apoyo inicial para pasar a
r una postura crítica frente a Ia apertura externa y Ia desnacionalización de
te esos años, se fortaleció el ingreso de g andes firmas extranjeras que,
a diferencia de lo ocunido durante el gobierno desarrollista, adquirían empresas. Pronto las expresiones de descontento que se dejaban oír
empresas ya instaladas. La desnacionalización de un amplio sector de la desde la cúpula de las corporaciones económicas serían acalladas por el
industria local atizó las críticas de las entidades empresarias. vendaval de la protesta social, que marcarla el signo de nuevos tiempos.
Los límites y riesgos de esta estrategia económica oficial se vieron
acentuados por la naturaleza del gobierno militar. La implantación de un El Cordobazo
régimen autoritario, la prohibición impuesta a la actividad política y la falta de El 29 de mayo de 1969 es talló el Cordobazo, una verdadera rebelión
canales de participación orgánica de los intereses sectoriales debilitaban el popular de obreros y estudiantes, que inauguró un ciclo de
plan de Krieger Vasena. En definitiva, la tregua impuesta por el moviliza­ciones sociales que se prolongaría hasta 1975. El suceso desbordó
congelamiento de precios y salarios no podía extenderse por tiempo a las organi zaciones que lo habían convocado -la CGT local y otros
indefinido. sindi­catos cordobeses- y derribó el mito del orden, principio fundador
Una extensa fracción del sindicalismo había apoyado el derrocamien­to de del Onganiato.
lllia, con la ilusión de que podría construirse una nueva alianza con las A nadie pasó inadvertido que, en esa explosión de repudio popular, los
Fuerzas Armadas y que, en cualquier caso, se convertirian en interlocutores trabajadores de la industria automotriz habían desempeñado un pa­pel
privilegiados a la hora de delinear la política económica. Sin embargo, el considerable. El escenario de los sucesos, la ciudad de Córdoba, era el mejor
congelanüento salarial y la suspensión de las paritarias redujeron ejemplo de las transformaciones sociales que acompañaban los programas
considerablemente su papel. A.finales de la década de 1960, estos sectores de industrialización. Una nueva industria había permi­tido el surgimiento,
sólo podían exhibir como resultado no haber seguido 1a suerte de los en la clase obrera, de un sector compuesto por trabajadores estables,
partidos políticos. Muy pronto surgió una línea de oposi­ción frontal dirigida calificados, que percibían remuneraciones relati­vamente elevadas. Las
por el dirigente gráfico Raimundo Ongaro y poco después, en 1968, la CGT grandes terminales habían alentado 1a negocia­ción directa con los
se dividió. El ascendente predicamento de esta corriente implicaba un duro trabajadores mediante la creación de nuevos sin­dicatos, incluso
cuestiona.miento, no sólo a los sindi­calistas "participacionistas", sino también organizados por planta, que se mantuvieron fuera de la influencia de los
a la posición del vandorismo, siempre proclive al diálogo y la negociación. sindicatos nacionales controlados por los dirigentes peronistas, los cuales
muy pronto serían conocidos como "la burocracia
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un programa de contención de la inflación, no es factible pensar que fue dispar, ya que, tras una contracción del PBI en 1976, al año siguien­
puedan tener vigencia las condiciones ideales de libre contratación te se observó una recuperación del 5%. El incremento de la producción
entre la parte obrera y la empresarial para !a fijación del nivel de los agraria -resultaqo de la maduración de transformaciones productivas
salarios. Debe, pues, suspenderse toda actividad de negociación entre de largo plazo y la caída del consumo doméstico-, sumada a la reduc­
los sindicatos y los empresarios, así como todo proceso de reajuste ción de los salarios reales, permitió una mejora sustancial del sector ex­
automático periódico de los salarios en función de determinados terno. Por otra parte, la reforma aduanera no tuvo un impacto destaca­
índices prefijados. Será el estado el que establecerá periódicamente e! ble en términos del volumen de importaciones, ya que los productores
aumento que deberán tener !os salarios teniendo en cuenta la elevación locales se veían indirectamente protegidos por un tipo de cambio alto,
del costo de vida". _¿¡¡y que encarecía las importaciones y el mantenimiento de un conjunto de
restricciones paraarancelarias.
Como ha analizado Adolfo Canitrot, la aplicación de la política econó­ Sin embargo, el cambio de la coyuntura no fue acompañado de la
mica tuvo dos fases diferenciadas. La primera, que se extendió entre reducción de la inflación, uno de los objetivos proclamados de la po­
1976 y 1977, se caracterizó por su enfoque ortodoxo y por la puesta en lítica económica. La tasa de inflación minorista, que había alcanzado
mar.cha de reformas graduales. Como la moneda había sido reciente­ en 1976 un nuevo récord histórico ( 446%), descendió sólo hasta un
mente devaluada, Martínez de Hoz no aplicó una nueva devaluación, 176% anual al año siguiente. La combinación del levantamiento de los
aunque se propuso mantener el tipo de cambio real. La liberalización controles y las retenciones con el congelamiento de salarios y jubilacio­
económica adoptó la forma de eliminación de las retenciones, el re­ nes se tradujo en una caída del salario real del 40% durante el piimer
corte del gasto público y el levantamiento de los controles de precios. año. Otro fenómeno que anticipaba los rasgos que asumiría la econo­
También se dispuso una actualización de los impuestos y créditos oficia­ mía argentina después de 1977 fue la marcada elevación de las tasas de
les, con el objetivo de revertir la erosión que provocaba la inflación. En interés, provocada por una emisión monetaria inferior a la inflación y
cambio, los salarios y las jubilaciones fueron congelados y se anularon por la decisión oficial de obligar a las empresas públicas a concurrir al
indefinidamente las negociaciones paritarias, al tiempo que quedaba mercado local de capitales para solventar su financiamiento. La eleva­
prohibida toda actividad sindical. ción de dichas tasas alentó el ingreso de capitales extranjeros, el endeu­
La crítica situación del sector externo resultó aliviada por dos cré­ damiento externo de las firmas y la emisión monetaria, conspirando
ditos del FMI, que mejoraron la disponibilidad de divisas. A finales de contra el objetivo oficial de contener la inflación.
1976, se unificaron los tipos de cambios para operaciones comerciales
y financieras, y se inició una reforma arancelaria que redujo las tarifas
nominales de un 94% a un 53%. Martínez de Hoz dispuso también la AiT AiT AiT AiT Al" Al" Al" Al" Al" Al" Al" Al" Al" AY Al" AY
derogación de la ley peronista de inversiones extranjeras. Las privatizaciones de la dictadura
A mediados de 1977, el ministerio puso en marcha una reforma En marzo de 1976, Martínez de Hoz identificó como uno de los obstácu­
financiera mediante la puesta en vigencia de la Ley 21 495, que anuló los al desarrollo de las fuerzas productivas la inteNención del estado
la nacionalización de los depósitos, y la Ley 21 526, que flexibilizó las como empresario. Bajo el lema "Achicar el estado es agrandar la nación",
condiciones para el funcionamiento de nuevas entidades financieras. el equipo económico se propuso llevar adelante un programa de refor­
Un aspecto clave fue la liberalización de las tasas de interés, cuyo ob­ mas. En e! caso de las empresas públicas más grandes, donde se
jetivo declarado era estimular la competencia y la transparencia en consideraba inconveniente o impracticable la privatización, se aplicó un
el sector financiero. Esta decisión tendría profundos efectos en años plan de "privatización periférica", con el traslado de ciertas actividades a
posteriores. la esfera privada, como la concesión de áreas de explotación petrolífera,
Con excepción de la reforma financiera, las medidas tomadas por contratación de construcciones de gasoductos, reparación de material
Martínez de Hoz eran relativamente pocas y respondían al tipo de po­ ferroviario, entre otras. En las firmas comerciales e industriales que el
•líticas de ajuste tradicionales aplicadas en los años sesenta. Su impacto estado había absorbido durante las décadas previas, se procedió a la
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nómica originada por la política de apertura externa y el incremento


de la tasa de interés convirtió a estos grupos en actores destacados de
los procesos económicos de las siguientes décadas.

Cuadro 1 O. Deuda externa argentina total, privada y pública


(1975-1981)
. {en millones de dólares corrientes)

Deuda privada
Deuda Bienes
Año Finan- Importa-
pública Total de
ciera cienes
capital
1975 5 295 3 854 - - -
1976 5189 3 090 - - -
1977 6 044 3 634 - - -
Revista Somos, febrero de 1981. Durante 1980 comenzó a derrumbarse
1978 8357 4139 851 2343 945
el programa cambiario de la dictadura.
1979 9 960 9 074 1180 5 785 2898
1980 14 459 12 703 1367 8 912 2442
1981 171 70 15 647 1113 12 888 1646 Después de Martínez de Hoz
En marzo de 1981, el general Roberto Viola asumió la presidencia y
Fuente: Jorge Schvarzer, La polítíca económica de Marlínez de Hoz, Buenos Aires,
Hyspamérica, 1986. Lorenzo Sigaut, un conocido opositor a la política de Martínez de Hoz,
fue nombrado al frente del Ministerio de Economía. Su designación
fortaleció las expectativas de un cambio brusco de las reglas de juego.
A comienzos de 1980, era inminente una crisis financiera y cambiaria. Por desgracia, las tensiones sobre el tipo de cambio eran muy graves.
En marzo de 1980, la decisión del Banco Central de intervenir y liqui­ Durante 1980, la emisión monetaria había crecido de manera extraor­
dar el Banco de Intercambio Regional (BIR), el Banco Los Andes, el dinaria para cubrir los depósitos de los bancos intervenidos y los ade­
Banco Oddone y el Banco Internacional provocó una corrida bancaria. lantos concedidos a otras entidades. Al mismo tiempo, la fuga de capi­
La confianza en el mantenimiento del tipo de cambio se había que­ tales había consumido gran parte de las reservas del Banco Central. La
brado. El retiro de depósitos y la compra de dólares que se giraban al demanda doméstica de dólares condujo al gobierno a incrementar la
exterior se acentuaron durante el resto del año. El equipo económico deuda pública de manera extraordinaria.
se vio obligado a restaurar la garantía oficial sobre los depósitos- del En abril de 1981, las autoridades económicas dispusieron una deva­
sistema bancario y conceder un apoyo especial mediante adelantos del luación monetaria del 30%; sin embargo, la especulación no se detu­
Banco Central. Nada de esto frenó la presión sobre el tipo de cambio, vo. En junio de ese año, Sigaut efectuó dos devaluaciones adicionales.
ni la elevación de la tasa de interés. La crisis financiera se vio agravada El año finalizó con una inflación superior al 100%, un nivel similar
por la inestabilidad política que generaba la designación del nuevo pre­ al alcanzado en 1980. Pero lo peor fue la aguda crisis de la economía
sidente entre los miembros de lajunta militar. No obstante, el gabinete real: el PBI cayó un 6% en 1981, empujado por una severa crisis in­
económico eludió cualquier medida destinada a frenar la fuga de capi­ dustrial, que afectó en particular a las industrias metalúrgicas, textil
tales y corregir la apreciación cambiaria. y electrónica.
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para reactivar la economía, Grinspun puso en marcha políticas mone­ A finales de 1984, la política económica mostraba signos de agota­
tarias y crediticias expansivas. Pero estas políticas no tuvieron el efecto miento. Si bien se había logrado una mejora de los salarios reales, el
buscado: ya no eran compatibles con las restricciones impuestas por la costo de vida se ha.bía elevado un 627%, el déficit público continua­
pesada deuda externa, el fuerte desequilibrio de las cuentas públicas ba creciendo y el ritmo de la actividad económica se desaceleraba.
y el ritmo de la inflación. Para empeorar las cosas, el gobierno había fracasado en su estrategia
En este marco, la deuda externa se convirtió en el condicionante de desplazar a la cúpula sindical peronista mediante la sanción de
más importante para el éxito de una estrategia económica. El feroz en­ una ley, redactada por el ministro de Trabajo Antonio Mucci, que
deudamiento de los años de la última dictadura militar, la elevación de disponía una profunda democratización de la vida sindical. Aunque
las tasas de interés internacional y la imposibilidad de obtener nuevo el proyecto fue aprobado en la Cámara de Diputados, donde el radi­
financiamiento luego del estallido de la crisis de la deuda mexicana calismo tenía mayoría, fue rechazado por la cámara alta por un voto, a
imponían restricciones inusuales. Es probable que, en un principio, el sólo dos meses de la inauguración del mandato presidencial. Por otra
gobierno radical confiara en que la restauración de la democracia sería parte, la tentativa sirvió para unificar al movimiento obrero peronista
acompañada de gestos favorables por parte de los acreedores privados contra el gobierno radical.
y públicos internacionales. Sin embargo, ello no ocurrió. Por el con­ Luego de la renuncia de Mucci, Alfonsín debió negociar una nueva
trario, muy pronto los organismos internacionales de crédito reclama­ ley para normalizar los sindicatos y devolver el edificio de la CGT, inter­
ron al país la pue_§ta en marcha de políticas ortodoxas. El pago de los venido desde 1976. En este proceso, los sindicatos peronistas -principal
intereses de la deuda exigía a la economía un esfuerzo titánico, sólo organización estable del partido opositor- se vieron fortalecidos. En
alcanzable en medio de condiciones excepcionales. Se calculaba que septiembre de 1984, la CGT declaró el primer paro general y un mes
entre un 6% y un 8% del PBI debía destinarse al pago de los intereses, después acordó con el oficialismo la normalización de los sindicatos.
un monto que, según Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, constituía una En los años siguientes, bajo el liderazgo de Saúl Ubaldini, la CGT se
carga más pesada que la impuesta en 1919 a la República de Weimar. convertiría nuevamente en un actor político insoslayable.
Estas transferencias requerían que la Argentina obtuviera superávit co­
mercial permanente, a costa de los niveles de consumo e inversión. En El plan Austral, las restricciones políticas
el caso de la Argentina, este requisito era imposible de cumplir debido y el fracaso de Alfonsín
al ya mediocre desempeño durante la década de 1970. En febrero de 1985, Grinspun fue reemplazado por Juan Vital Sou­
Para empeorar la situación, la mayor parte de la deuda externa pri­ rrouille, un economista sin filiación partidaria que se desempeñaba
vada había sido estatizada, por lo cual el gobierno nacional debía en­ como secretario de Programación Económica. La situación económica
frentar esos compromisos. Para ello, el estado debía lograr un superávit empeoró notablemente durante el primer semestre del año; el ritmo
considerable en su presupuesto, pero el desequilibrio de las cuentas de la inflación se aceleraba hasta alcanzar niveles del 30% mensual,
públicas hacía que fuera imposible pensar en una corrección de corto la actividad industrial caía y la desocupación se mantenía en niveles
plazo y permanente. cercanos al 5% de la población económicamente activa (PEA). Algunas
El gobierno no desconocía la importancia de la deuda externa. Aun­ provincias, con sus presupuestos desbordados, optaron por la emisión
que inicialmente se aseveró que el país sólo pagaría los compromisos de bonos, lo que ponía de relieve el fuerte deterioro de la situación
legítimos, esta propuesta fue olvidada muy pronto. Los bancos se nega­ monetaria.
ron a cualquier negociación previa a un acuerdo con el FMI. Como los Con una economía al borde de la hiperinflación, el equipo económi­
vencimientos de la deuda eran a corto plazo, la estrategia de Grinspun co se lanzó a la aplicación de un ambicioso programa. El diagnóstico
de negociar encontraba límites precisos. En marzo de 1984, el gobierno oficial era que el incremento del ritmo inflacionario y la profundización
se vio obligado a aceptar un crédito de otros países latinoamericanos y de la recesión debían ser atacados por medio de una política de shock
del Tesoro norteamericano para hacer frente al pago de los intereses que, combinando medidas ortodoxas y heterodoxas, lograra detener la
y evitar la cesación de pagos. inflación, revertir las expectativas inflacionarias de los actores econó-
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dualismo pennitieron un avance desordenado de los programas de mercado laboral. El programa de privatizaciones avanzó a pasos agigan­
reformas neoliberales. tados, mediante la transferencia de las áreas petroleras, las empresas
que generaban y distribuían energía eléctrica, Gas del Estado, los puer­
El sueño de la convertibilidad tos, las rutas nacionales, el subterráneo de Buenos Aires, SOMISA y la
A comienzos de 1991 se produjo una nueva estampida del dólar, la ter­ petrolera YPF. La venta de las empresas se realizó con gran celeridad,
cera desde el verano de 1989. El atraso cambiario acumulado el año concediendo enormes ventajas financieras y garantizando a los conce­
anterior y un anunciado déficit en las cuentas públicas alentaron este sionarios el control monopólico de los mercados. En total, el estado
nuevo golpe especulativo. El episodio puso en evidencia que las medi­ nacional recibió poco más de 1O 000 millones de dólares en efectivo y
das tomadas durante el primer bienio eran insuficientes para alejar el 14 000 millones en títulos de la deuda externa en valores nominales. Si
peligro de la hiperinflación. Gónzalez fue reemplazado por Domingo bien se trató de sumas significativas, no representaban el valor real de
Cavallo, quien dispuso una serie de medidas destinadas a reducir el los activos transferidos y, además, el estado se hizo cargo de las deudas
déficit fiscal y logró estabilizar el valor de la moneda. de esas empresas y del personal excedente.
En abril, se anunciaron reformas más drásticas, que modelarían la
macroeconomía argentina durante la siguiente década. Se sancionó la
Ley 23 928, que estableció la convertibilidad de la moneda nacional con
respecto al dólar a un tipo de cambio fijo. Para ello, la ley establecía
que el Banco Central se vería obligado a mantener reservas en dólares
por el 100% de la base monetaria (es decir, los billetes y monedas en
circulación). La convertibilidad buscaba la estabilización de los precios
a la paridad establecida en el tipo de cambio, pero, al limitar la base
monetaria a las reservas del Banco Central, renunciaba al empleo de la
política monetaria como instrumento de política económica. Al mismo
tiempo, la ley y la autonomía conferida al Banco Central clausuraban la
posibilidad de que en el futuro el déficit del Tesoro _fuera cubierto con
emisión monetaria.
La Ley de Convertibilidad -pieza clave de la política de estabiliza­
ción- logró aplacar la hiperinflación. La tasa de inflación minorista,
que había alcanzado el 2314% anual en 1990, descendió al año siguien­
te al 172%, al 25% en 1992 y a sólo un 4,2% en 1994. Sin embargo, la
paridad entre el peso y el dólar, y la inflación residual provocaron una
sobrevaluación monetaria que, en ausencia de deflación o de fuertes
incrementos de la productividad, perjudicaron al sector real de la eco­ Domingo Cavallo, ministro de Economía entre 1991 y 1996, disertando
nomía. En efecto, los costos internos de producción se mantuvieron sobre medidas para bajar el gasto público. Banco Nación, 27 de febrero
muy altos, e impactaron en forma negativa sobre la competitividad en de 1995. Fotografía: gentileza Agencia Télam.
el mercado mundial.
La· política de estabilización fue acompañada de la reforma del es­ El gobierno justicialista de Menem también decidió impulsar una re­
tado, la desregulación de los mercados y la apertura de la economía. forma laboral que comenzó a desmontar las regulaciones que el fun­
Dos áreas clave para los postulados económicos del peronismo fueron dador del peronismo había instaurado en los años cuarenta. La Ley
objeto de revisión y se implementaron políticas inspiradas en el neoli­ 24 013 de 1991, elaborada entre el gobierno y la UIA, autorizó a los
beralismo: el papel del estado empresario y las regulaciones sobre el empresarios a emplear trabajadores en forma temporaria y redujo los

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