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Al término de los ciclos de catequesis y después de recibir sus sacramentos, sólo hubo un caso de un joven
de 17 años quien se integró al grupo de CÁRITAS parroquial a instancias de su abuelo, el cual también
forma parte de dicho movimiento parroquial.
En lo pertinente a nuestro caso, planteamos la posibilidad de que los catequizandos descritos supra linea
vivan una cultura de libertad individualista, dislocada de libertades colectivas y según la perspectiva de los
derechos del hombre como individuo (robinsoniano); concepto que además es predicado en disyunción
de la noción de compromiso (hombre mónada). Es decir, los jóvenes se presumen sujetos de derechos
(“tienen derechos”), derechos absolutos, que sobreseen correlativas obligaciones y terminan por alienar
socialmente al sujeto, encasillándolo en última instancia como mero consumidor.
Dado que no es el propósito reflexionar aquí sobre el concepto jurídico de derecho subjetivo absoluto, se
propone la hipótesis de que la personalidad de los catequizandos está construida sobre “un vacío” de
compromisos existenciales. Si esto es así, se podría hablar de jóvenes con personalidades superficiales,
manifiestas por el hecho de que sus opciones personales sistemáticamente tienden a:
• descartar relaciones familiares, sobre la base de una percibida “inconveniencia” o simple disgusto;
• enfocarse a la satisfacción de necesidades creadas, aún a costa de necesidades primarias,
bienestar ajeno, límites socioeconómicos y medioambientales;
• vivir una afectividad insana, ya sea por falta de compromiso con el bienestar del ser amado, ya por
codependencia;
• explotar el propio cuerpo, como si se tratase de un recurso personal, económico o de estatus;
• despreciar el esfuerzo y el trabajo, como virtudes inherentes a un desarrollo personal armónico.
En esta tesitura, no se concibe una fidelidad a la persona hacia sí misma, dado que no habría una persona
propiamente, sino un individuo, esto es, un cúmulo de condicionantes externos a sí mismo. Por tanto, se
aniquilaría la posibilidad de optar por la autodeterminación, con la consecuencia lógica de perder
perspectivas de futuro y la esperanza, o viceversa, condenando a la persona al pesimismo y el nihilismo.
Ahora bien, este hipotético reto cultural propuesto por la libertad del individuo centrado en sí mismo,
incapaz de salir al encuentro de cualquier “otro”, en actitud hermética ante los demás y que no se concibe
libre para comprometerse (o que desconfía de todo compromiso porque lo considera como limitación de
opciones, debilidad o invitación al desencanto), supone según la propia perspectiva un obstáculo para ser
auténticamente uno mismo, pues la autenticidad pasa a través del compromiso personal:
El ser humano es un ser capaz de cuestionarse y responderse sobre sí mismo, antes que sobre cualquier
otra cosa. Tomando postura de quién fue, decidiendo quién es y quién quiere llegar a ser. Desde dicha
autodeterminación puede preguntar por el otro, por lo que no es él mismo y por quienes no son él mismo—
pero que son como él, capaces de autoexamen y autodeterminación (García Canchola, 2023).
Es pues claro, que el ser de Jesús como Cristo es un ser completamente abierto, es un ser “de” y “para” que
no se queda en sí mismo y que no consiste en sí mismo; en consecuencia, es también claro que este ser es
pura relación (no sustancialidad) y, como pura relación, es pura unidad (Ratzinger, 2005, pág. 68)
2.- El entorno cultural no equipa a los jóvenes con referentes (brújula moral) para navegar
la complejidad.
La complejidad es una de las características propias de nuestro tiempo, según Nelson Medina. Más allá de
toda duda, vivimos tiempos complejos: los referentes tradicionales e institucionales son despreciados
como anacronismos, la posverdad y la desaparición de los rituales (Han, 2019) han desarticulado nuestra
capacidad simbólica, dejándonos a merced de una vida sin sentido, intrascendente, igual que náufragos.
El relativismo moral que predica la pluralidad de verdades y la inviolabilidad del individuo para pensar sin
arreglo a ningún criterio exterior a sí mismo, dejan varadas a las personas en la inacción y la indolencia.
Nuestros jóvenes no son menos susceptibles a esta falta de “norte”, siendo los primeros en percibir la
irracionalidad de un mundo adulto predicado sobre la base de “deberes” pero plagado de impunidad,
favoritismo y doble moral. Aunado a lo anterior, se vive la proliferación de culturas y subculturas que se
presumen auténticas pero que no dejan de replicar modelos de explotación, por ejemplo, la narco-cultura,
la Santería y la necroreligión, y su antecedente histórico, la necropolítica. En medio de este “río revuelto”
la ganancia es para los pescadores, según el adagio popular. Sin desvirtuar el valor de las culturas
originarias, es necesario inculturar el mensaje de Jesucristo en cada contexto y circunstancia histórica para
derrocar los ídolos del lucro, la explotación del hombre por el hombre y el poder.
Referencias
García Canchola, M. A. (2023). Notas a Introducción al Cristianismo por Joseph Ratzinger. Irapuato,
Guanajuato: Sin publicar.
Han, B.-C. (2019). La desaparición de los rituales. Una topología del presente. Barcelona: Herder.
Hernández Galicia, O. (s.f.). 3. La cultura actual, reto para la catequesis. Cuadernos de catequesis, págs.
59-67.
INEGI. (2020). Mapa Digital de México. Retrieved from Instituto Nacional de Estadística y Geografía:
http://gaia.inegi.org.mx/mdm6/