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Las actividades de la primera unidad de la materia Ética y Desarrollo tuvieron como detonador el
problema prototípico siguiente:
¿Existe un desarrollo socioeconómico que no sea de suma cero, sino que implemente valores
universales como la ética, la apertura en la toma de decisiones y la participación de todos los
afectados, y respete a su vez las peculiaridades morales locales como la identidad y la cultura?
Este paradigma presuponía una situación económica de suma cero, donde las ganancias y
pérdidas de las naciones se equilibraban mutuamente de manera automática, logrando en el
largo plazo el desarrollo material del conjunto, con lo que se creía inminente la erradicación la
pobreza, producto del mero desarrollo material, en algún vago momento futuro.
Sin embargo, la realidad del desarrollo neoliberal y la economía global fue que solo unos cuantos
países ganaban mientras la mayoría perdía y el deterioro medioambiental, que se creía limitado
a los países “en desarrollo”, desencadenó crisis ecológicas de envergadura mundial
(calentamiento global).
Por su parte, la pobreza no cedió ante el inminente desarrollo tecnológico y material, las políticas
desarrollistas se volvieron cada vez más asistencialistas, y se perpetuó de hecho el ciclo de la
pobreza, eliminando a clases medias y agravando aún más la desigualdad entre sectores ricos
y pobres de la población local y mundial.
Entonces quedó demostrado que el desarrollo preconizado no era sustentable, sino que de hecho
comprometía la capacidad de generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades en
aras de un consumismo irracional. Y en el campo de la ética, se hizo patente que este modelo
hacía del ser humano un mero engranaje económico, encasillándolo alternativamente en el papel
de productor o consumidor, y privándolo de identidad y cultura propias.
De aquí que el problema prototípico (arriba enunciado) plantee la búsqueda de un paradigma de
desarrollo que no promueva solo la ganancia de unos pocos, con base en la persona humana y
su capacidad de decidir de manera racional, a partir de valores universales pero respetando las
particularidades de individuos y culturas, así como sus valores morales.
Por tanto, los conceptos analizados en la primera actividad encuentran su aplicación en todos
los ámbitos de actividad de la sociedad humana global. Esto supone una contribución directa a
la resolución del problema prototípico, que comprende valores individuales (ética de máximos) y
programas colectivos (moralidad mínima de la acción gubernamental y no gubernamental) para
la solución del problema práctico de satisfacer las necesidades humanas básicas.
Finalmente, la evidencia de aprendizaje enfoca los contenidos teóricos antes mencionados sobre
la realidad local del estudiante de Políticas y Proyectos Sociales, para la identificación de áreas
de oportunidad y mejora presentes en su comunidad, mismas que constituyen el ámbito laboral
del licenciado en esta carrera.
BIBLIOGRAFÍA
UNADM. (2015). Ética y desarrollo. Ciudad de México: Universidad Abierta y a Distancia de
México.