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El eslabón
perdido entre el enseñar y aprender. 1er edición. Horsori. Barcelona. España
COMENTARIOS Y PROFUNDIZACIONES 1
Tenemos una bolsa de caramelos que queremos repartir a partes iguales entre unos amigos.
Lo primero que podemos hacer es pedir a los amigos que se sitúen en corro o en fila, dar un
caramelo a cada uno haciendo una primera ronda y repetir tantas rondas como sea necesario
hasta quedarnos sin caramelos –teniendo en cuenta que, si en la última ronda no conseguimos dar
un caramelo a cada uno, entonces habrá que retomar los últimos caramelos distribuidos–. De esta
manera podemos realizar el reparto sin necesidad de ninguna noción matemática explícita.
Este primer procedimiento es simple y eficaz, pero de alcance limitado: tenemos que
suponer que todos los amigos están presentes y: bastante cerca los unos de los otros.
Consideremos entonces otra solución. Vamos a representar a los amigos por círculos en el suelo en
los que iremos distribuyendo los caramelos. Una vez distribuidos, recogeremos los caramelos de
cada círculo y los entregaremos a cada amigo.
Al realizar este procedimiento nos hemos alejado un poco de la realidad inicial del
problema, reemplazando a los amigos por un modelo de más fácil manipulación: unas figuras que
los representan. Esta representación aumenta bastante la eficacia y fiabilidad del procedimiento:no
importa si los amigos están quietos o jugando al escondite, ni si están cerca o, al contrario, viven
Extraido de: Chevallard, Y; Bosch, M. & Gascón, J. (1997). Estudiar Matemáticas. El eslabón
perdido entre el enseñar y aprender. 1er edición. Horsori. Barcelona. España
en otra ciudad. Podemos trabajar tranquilamente con los nombres de nuestros amigos, los círculos
y los caramelos. Nos estamos acercando a las matemáticas.
Podemos ampliar un poco el modelo anterior asociando una piedrecilla a cada caramelo
para no tener que manosearlos tanto. Al final, bastará con sustituir cada piedrecilla del círculo por
un caramelo y hacer llegar a cada amigo lo que le corresponde. El procedimiento ha mejorado,
pero sigue siendo limitado: ni el número de amigos ni el de caramelos puede ser muy elevado, a
menos que dispongamos de una habitación muy grande para que quepan todos los círculos y de
mucha paciencia para ir repartiendo las piedrecitas.
Demos, pues, un paso más. En el caso de tener muchos caramelos y muchos amigos, lo
mejor es dividir el número de caramelos por el número de amigos para saber de antemano cuántos
caramelos le corresponde a cada cual. En este procedimiento se tiene que contar y se necesitan
cifras para designar los números obtenidos y efectuar la división. Una vez realizada la operación,
sólo queda interpretar el resultado en términos de "caramelos" y de "amigos" para hacer llegar a
cada amigo su paquete de caramelos. Si alguien nos ve recurrir a este procedimiento, no dudará en
afirmar que estamos haciendo matemáticas.
Supongamos ahora que queremos saber a qué distancia está el horizonte cuando lo
contempla desde la orilla del mar en un día claro de primavera. Aquí no disponemos de ningún
método material para efectuar concretamente la medición y deberemos recurrir a un modelo
gráfico de la situación: la Tierra será "un círculo" (considerando un corte transversal), el
observador estará en lo alto del círculo y la distancia al horizonte vendrá determinada por la
visual o línea imaginaria que parte de los ojos del observador y es tangente a la Tierra.
sentados en la orilla, cuando nos levantamos de repente vemos el horizonte desaparecer a lo lejos.
¿Significa lo que acabamos de decir que hacer matemáticas sirve únicamente para estudiar
sistemas no matemáticos como el constituido por la Tierra y el horizonte, el formado por los niños
y los caramelos o el que constituyen los tendederos del Episodio?
Naturalmente que no. Desde hace más de 25 siglos la actividad matemática ha servido para
estudiar tanto cuestiones no matemáticas como cuestiones que surgen dentro del trabajo del
matemático. Existen multitud de problemas matemáticos nacidos de cuestiones puramente
matemáticas, lo que podemos llamar problemas intramatemáticos. Tomemos un ejemplo. Existe una
manera un tanto extraña de encontrar el cociente entero de un número dividido entre otro. Se trata
de un método simple y aparentemente eficaz aunque, a diferencia del algoritmo habitual, no se
obtiene el resto de la división. Para describirlo, lo mejor es ver cómo funciona en dos casos
concretos. Supongamos que queremos dividir 71 entre 6. Como 6 = 2 x 3, dividimos primero 71
entre 2 y dividimos el resultado 35 entre 3, hallando 11. Entonces podemos afirmar que el resultado
de la división de 71 entre 6 es 11. También hubiéramos podido empezar dividiendo 71 entre 3 para
obtener 23 (ignorando el resto) y luego dividir 23 entre 2 llegando de nuevo al cociente 11.
Tomemos otro ejemplo. Supongamos que queremos dividir 527 entre 42. Como 42 = 7 x 6 =
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7 x 3 x 2, dividimos 527 entre 2, obtenemos 263 que dividimos entre 3, lo que da 87; finalmente
dividimos 87 entre 7 y obtenemos 12. Por lo tanto, 527 dividido entre 42 es 12. ¿Funcionará
siempre esta técnica? ¿Por qué? ¿Es posible justificarla? Si, en vez de considerar que 42 = 7 x 3 x
2 tomamos 42 = 2 x 21, ¿También funcionará la técnica? ¿Por qué? (Ver PEM 6.)
Como acabamos de ver, hacer matemáticas también sirve para estudiar sistemas en los que
los objetos involucrados son objetos matemáticos (números y operaciones, figuras, expresiones
algebraicas, etc.). Para ello, lo que tendremos que hacer es construir modelos de estos sistemas, es
decir, modelos matemáticos de sistemas formados a su vez por objetos matemáticos.
Supongamos, por ejemplo, que queremos calcular un valor aproximado de √ 3 y nos
hemos dejado la calculadora en casa. √ 3 es aquí el objeto que queremos estudiar, como antes lo
era el reparto de caramelos o la distancia al horizonte. Necesitamos, pues, un modelo matemático
de este objeto. Vamos a utilizar como modelo la ecuación a ²=3 .
Una manera habitual de manipular este modelo consiste en aislar la a de la ecuación para
obtener a=√3 . Pero haciendo esto no avanzamos nada, puesto que no obtenemos ninguna
información sobre el valor numérico de √ 3 . Veamos otra manera de trabajar con el modelo
construido. Escribimos en primer lugar la serie de igualdades equivalentes:
2 2 2
a ²=3⇔ a −1=2⇔(a+ 1)( a−1)=2 ⇔a−1= ⇔ a= +1
a+1 a+1
1 1 1 2 2 2 5 2
1<a<2 ⇒2< a+1<3⇒ < < ⇒ < < ⇒ < +1<2
3 a+1 2 3 a+ 1 2 3 a+1
2 2
Ahora como a= +1 sustituimos +1 por a en la última desigualdad y
a+1 a+1
llegamos a la conclusión de que a, es decir √ 3 , esta comprendido entre 5/3 y 2.
Lo importante entonces es ver que podemos afinar más el cálculo repitiendo el proceso a
partir de los datos obtenidos:
El modelo
La manera de utilizar este modelo se inspira en una Luego a esta comprendido entre 1,66 y
técnica más general basada en la construcción de un 1,75.
método interactivo del tipo x = f(x) (con f función
racional) a partir del polinomio mínimo
a=√3 sobre Q[x] Siguiendo el proceso, obtendremos
del número algebraico a.
Aquí tenemos que el polinomio mínimo de a
es x -3, de donde deducimos que a es la solución.
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Extraido de: Chevallard, Y; Bosch, M. & Gascón, J. (1997). Estudiar Matemáticas. El eslabón
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sucesivamente:
5 7
< a< ⇒ 1,66<a <1,75
3 4
19 7
< a< ⇒1,72<a< 1,75
11 4
19 26
< a< ⇒1,72< a<1,73
11 15
71 26
< a< ⇒ 1,73170<a<1,73737
41 15
La última desigualdad determina un valor aproximado de √ 3 con 2 cifras decimales
exactas 1,73..., resolviendo así el problema planteado inicialmente.
El primer gran tipo de actividad matemática consiste en resolver problemas a partir de las
herramientas matemáticas que uno ya conoce y sabe como utilizar. Es el caso del matemático que,
al igual que el fontanero, utiliza sus conocimientos para resolver problemas que le aparecen como
"rutinarios", ya sean pequeños problemas parciales que surgen de sus investigaciones, ya sean
cuestiones que le plantean otros (como el caso del problema del número de elementos de una tabla
simétrica, propuesto por la profesora de biología a la Tienda de Matemáticas).
También se encuentran en esta situación el Estudiante de los Diálogos cuando resuelve el
problema que le plantea su prima, el profesor de matemáticas que resuelve un ejercicio para sus
alumnos o el alumno de secundaria cuando, en medio de un problema, tiene que realizar una
multiplicación de dos números de dos cifras y se ha dejado la calculadora en casa. Y también suele
ser el caso del ingeniero, biólogo o economista, que utiliza sus conocimientos matemáticos para
modelizar situaciones muy "típicas" que aparecen en su trabajo.
Al igual que el fontanero, después de examinar un reventón de una cocina, tiene a veces que
ir al taller a por otras herramientas, también puede ocurrir que nos encontremos ante un problema
de matemáticas que no podemos resolver por falta de instrumentos apropiados. En ese caso, la
mejor solución es hacerse con estos instrumentos, ya sea por nosotros mismos, ya sea recurriendo
a algún material didáctico para que nos facilite la tarea.
Este segundo aspecto del trabajo matemático es muy conocido por los propios matemáticos,
así como por los "usuarios" habituales de matemáticas (el físico, el biólogo o el economista),
cuando se encuentran con un problema matemático nuevo para ellos y que no saben como abordar.
Una posible actuación consiste en consultar a algún matemático para ver si aquel problema es
"conocido" y si se puede obtener fácilmente la solución. Existe también otra posibilidad: la de
consultar artículos y libros en busca de lo que uno necesita para abordar el problema en cuestión.
En todos estos casos, el estudio de un sistema matemático o extramatemático genera
cuestiones que pueden ser abordadas mediante instrumentos matemáticos que ya existen, pero que
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son desconocidos para el que desarrolla la actividad. Surge así la necesidad de aprender
matemáticas para poder responder a las cuestiones propuestas. Y aparece en consecuencia la
actividad de enseñar matemáticas.
El profesor de matemáticas ayuda a sus alumnos –matemáticos en apuros– a buscar y
poner a punto los instrumentos matemáticos que éstos necesitan para modelizar y resolver ciertas
cuestiones desconocidas para ellos aunque clásicas para un matemático profesional.
En un sentido estricto, el tercer tipo de trabajo matemático se presenta como una actividad
reservada a los investigadores en matemáticas. Son muy numerosos los nuevos tipos de situaciones
matemáticas y extramatématicas que van surgiendo y para las que hay que crear nuevos modelos
para estudiarlas o bien imaginar nuevas utilizaciones de antiguos modelos para estudiarlas o bien
imaginar nuevas utilizaciones de antiguos modelos. Y es este aspecto del trabajo matemático el que
explica que, hoy en día, dispongamos de las matemáticas de que disponemos. Por ejemplo, los
números racionales y los decimales, o los números enteros (positivos y negativos) fueron creados
por los matemáticos que tenían problemas pendientes de resolución y para los que no existían
instrumentos adecuados.
Igual que se inventó la rueda, la imprenta y la máquina de vapor, hubo de crear estos
números, así como las ecuaciones algebraicas, la geometría cartesiana y las funciones
trigonometricas. Ahora bien, en un sentido más amplio puede decirse que todo aquél que hace
matemáticas participa de alguna manera en un trabajo “creador”. En efecto, el que utiliza
matemáticas conocidas para resolver un problema matemático clásico, muy a menudo tendrá que
modificar ligeramente el modelo matemático que maneja para adaptarlo a las peculiaridades de su
problema, lo cual comporta además la posibilidad de enunciar y abordar problemas nuevos.
Análogamente, el que enseña matemáticas se ve llevado a reformular los conocimientos
matemáticos que nos enseña en función de los tipos de problemas que sus alumnos deben aprender
a resolver.
Por último, y aunque parezca sorprendente, también podemos decir que el que aprende
matemáticas “crea” matemáticas nuevas. Basta en efecto con relativizar el adjetivo “nuevas”: los
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alumnos no crearán conocimientos nuevos para la humanidad, pero sí podrán crear matemáticas
nuevas para ellos en cuanto grupo de alumnos.
Cuando un alumno demuestra que la suma de dos números impares consecutivos es un
múltiplo de 4, acaba de establecer un pequeño teorema nuevo –para él –.
Una vez descritos estos tres aspectos del trabajo matemático, se entiende mejor la cuestión
de la "enfermedad didáctica" que introduce la Profesora en los Diálogos. Podemos decir ahora que
esta "enfermedad" consiste en reducir la actividad matemática a una parte del segundo aspecto
considerado: el enseñar y aprender matemáticas previamente construidas. Esta reducción
comporta además que el aprendizaje y la enseñanza pasen a ser un fin en sí mismos, en lugar de
ser consideradas como un medio para responder a ciertas cuestiones.