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COAUTORES:
Claudia Roldán
Sonia Cadena
Beatriz Elena Calle
Diana Rodríguez
Mario Gutiérrez
Natalia Campo
Oswaldo Rodríguez
Lyda Peña
Angélica Bejarano
Holmes Sánchez
Francisco Velásquez
ASESORES Y COAUTORES:
Daniel Bogoya
Fabio Jurado
Gloria García
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PRESENTACIÓN
1. Producto de este espacio formativo, en 2015 se publicaron los Nos. 1 y 2 de la Serie Seminarios, titulados:
Miradas del enfoque de competencias y Ensayos sobre el enfoque de competencias, respectivamente.
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sobre las competencias para concretarlo en larealidad de las aulas y en la realidad
de la vida práctica cotidiana?
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un insumo para fundamentar el sistema y definir su proyección lo constituye el
análisis de los resultados de las pruebas aplicadas hasta el año 2016 y la actitud
cooperativa y de reflexión crítica de la comunidad educativa de la universidad;
se trata de un sistema que ya está en operación, con instrumentos robustos y
confiables, con estándares internacionales, que servirá para diseñar planes de
mejora y que podrá cohesionarse a partir de los acuerdos entre el profesorado,
las directivas y los estudiantes.
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1. LA PERSPECTIVA FILOSÓFICA Y SOCIAL DE
LA EVALUACIÓN
La evaluación es la práctica humana a través de la cual valoramos lo que percibimos2;
pero solo se puede valorar algo en contextos específicos y, en consecuencia, en
las interacciones comunicativas –para nuestro caso, el contexto de la educación
universitaria-. El pensamiento y el lenguaje nunca son neutros, se activan desde
la intersubjetividad con valoraciones o juicios que devienen de puntos de vista
sobre el mundo. La fuerza del lenguaje es lo que se manifiesta en la conversación
práctica o en el alegato académico y con esta fuerza circulan las representaciones
que cada uno hace del otro, de las cosas y de las acciones; algo semejante es
lo que ocurre en las aulas cuando se pone el acento en los aprendizajes, que
necesariamente surgen de la interacción comunicativa entre los estudiantes, sus
profesores y las fuentes primarias mediadoras en el proceso de aprender.
2. Esta versión del documento intenta acoplarse (cuando ha sido necesario), y responder, a observaciones
formuladas por miembros de la comunidad universitaria. En particular el profesor Ángel Espinoza Chavarria
escribió un documento amplio en torno a los planteamientos centrales de la versión preliminar de este
documento. Así mismo, en la semana del 11 al 15 de mayo de 2015, los profesores Espinoza, Jaime López
y Roberto Navarro intercambiaron puntos de vista sobre el tema a través de los correos electrónicos; el
detonador de la discusión fue el documento del profesor Espinoza, un documento polémico y de gran ayuda
para trazar horizontes deliberativos entre los miembros de la comunidad educativa de la UAO. Posteriormente,
en agosto de 2015 algunos coordinadores del Sistema señalaron nuevos puntos de vista frente al documento,
mismos que se han incorporado en las diferentes versiones.
3. El Diccionario del Uso del Español, de María Moliner, define la palabra evaluar (del latín valere: valer) como
el acto de “atribuir cierto valor a una cosa”. Evaluar es “valorar, apreciar, calcular, estimar, juzgar”. Este no es
el único significado de la palabra evaluar, pues las palabras se resemantizan continuamente según sean
los contextos de uso; en el contexto educativo circulan diversos significados sobre esta palabra, los cuales
serán objeto de análisis en el desarrollo del sistema.
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acentúan las valoraciones3, ya sea en las aulas, los laboratorios, los encuentros
académicos o las bibliotecas; son espacios propicios para determinar si lo que
se aprende sobre las ciencias, las tecnologías y las artes sirve para la vida. Pero
poco sabemos sobre los significados que subyacen en las estructuras profundas
de los discursos, más allá de las pruebas que aplicamos en las aulas. Como lo
mostraremos, solo una orientación evaluativa, planificada, que posibilite poner en
la superficie dichos significados, puede ayudar a tomar decisiones apuntando a la
cualificación de las interacciones mismas; esto no es más que hacer de la evaluación
un dispositivo que propicia la reflexión, es decir, la desautomatización/desalienación,
para construir los puentes entre la academia y las necesidades humanas.
4. En los contextos educativos se puede asociar el acto de comunicar con el acto de la retroalimentación,
término más recurrente cuando se aborda la evaluación como un proceso que involucra tanto al evaluado
como al evaluador; esto es, evaluado y evaluador se ponen de acuerdo sobre las tareas que es necesario
acometer para avanzar hacia los niveles esperados del aprendizaje; el evaluador proporciona la información
analítica (resultados comentados) al evaluado, quien reflexiona (es lo que se espera) y deduce por dónde va
y hacia dónde ha de apuntar: es lo que llamamos la evaluación como comunicación.
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En este paradigma (la evaluación como comunicación) y, en consecuencia,
la evaluación como práctica social, cultural y de lenguaje5, los docentes son
interlocutores y acompañantes, entre sí y entre los estudiantes; es decir, son
pares académicos, que también tienen dilemas y buscan dirimirlos en las
interacciones con unos y otros; es, en esencia, el trabajo en equipo. Los docentes
saben reconstruir el mapa de las aulas en las que trabajan e identifican los
climas de los grupos; un grupo de educandos se constituye según sean las
expectativas y se regula por las diferencias en el capital cultural; la identificación
de las diferencias en los ritmos para aprender, en el desarrollo de un curso,
taller o seminario, constituye uno de los retos de los docentes –es un reto
pedagógico saber proceder según los matices de los estilos de aprendizaje
de los estudiantes-. Hemos de considerar que la profesión más compleja hoy
es la de ser maestro, un sujeto con la versatilidad de las competencias para
hacer sentir en otros la necesidad de aprender la tradición epistemológica de
las disciplinas y las profesiones y para avizorar los conocimientos nuevos. Es
también la principal razón para asignarle sentido al trabajo docente: saber
proceder según las necesidades intelectuales de los grupos en el contexto de la
educación universitaria, para nuestro caso.
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autónoma”. Solo “la exploración, la investigación, la innovación y la creatividad
a nivel epistemológico, pedagógico y didáctico” (cfr. PEI UAO) en cada programa
académico, “de manera libre y responsable”, puede señalar los posibles caminos
para afrontar los problemas que la comunidad educativa en su conjunto considera
prioritarios. La evaluación y las pedagogías, en una sociedad inmersa en las
tecnologías digitales, son dos ámbitos en los que se nuclean los problemas más
importantes, no solo en la UAO sino en todas las universidades del mundo.
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La movilidad entre un programa académico y otro hace parte de la flexibilidad en la
educación superior pero no puede depender del azar. Un sistema institucional de
evaluación como el que se ha diseñado e implementado en la UAO ha de aportar en
esta perspectiva: ayudar a que el estudiante tome decisiones con criterio, solo es
posible desde un universo de saberes que está latente y que, con alta probabilidad,
una batería de pruebas que indaga por las competencias fundamentales puede
activar y hacerlos explícitos. El rol del docente es el de ser un interlocutor idóneo
que le ofrece al estudiante las ayudas para crecer intelectualmente porque,
reiteramos, cree en él. El Sistema, que comprende marcos holísticos, pone en
diálogo a varias áreas y permitirá hacer los ajustes curriculares del caso, para la
cualificación de las prácticas pedagógicas y evaluativas.
2. EL CONTEXTO DE LA EDUCACIÓN EN
COLOMBIA: UN REFERENTE NECESARIO PARA
LAS INICIATIVAS UNIVERSITARIAS
El reconocimiento de los contextos particulares de la educación en Colombia
es otro referente que un sistema institucional de evaluación ha de considerar,
precisamente para comprender las causas de los problemas que prevalecen en la
educación superior. Uno de esos contextos es el de la educación básica y media.
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todos aprenden lo mismo sin profundizar en una modalidad “vocacional”. De allí
la zozobra de los estudiantes al elegir una carrera en la educación superior y la
demora para entronizar con los códigos específicos de las disciplinas, cuando los
jóvenes de sectores sociales desfavorecidos logran ingresar a una universidad. Es
aquí en donde el Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes puede
contribuir aportando información para todo el profesorado universitario sobre
algunos elementos de los perfiles de los estudiantes al ingresar a la universidad o
al finalizar el primer semestre. Posteriormente y en la medida en que el sistema
escale, se espera que continúe brindando información robusta y confiable a lo
largo del trayecto académico del estudiante.
Las inercias intelectuales en el primer año de una carrera devienen en gran parte
de la ausencia de un ciclo de educación media en el que los docentes le ayudan
a los jóvenes a identificar las rutas según sus habilidades cognitivas. El problema
se agudiza cuando se trata de rutas académicas que implican ciertos dominios
básicos de la matemática y de las ciencias naturales. A este problema se asocia la
restricción temporal de la jornada escolar6, que no permite unos acompañamientos
más puntuales por parte de los docentes de los colegios, además de la calidad de la
formación del profesorado: en Colombia es natural que un docente se desempeñe
en sexto grado y a la vez en el grado undécimo, cuestión que no observamos
en los países de la región, en donde los docentes de educación media han sido
formados específicamente para dicho ciclo.
6. En el año 2015 el gobierno nacional anunció la decisión de asignar recursos para la “jornada única”,
acogiendo de nuevo recomendaciones de la OCDE y de otros organismos nacionales e internacionales;
pero es necesario llamar la atención sobre los criterios pedagógicos desde los cuales se planificará tal
decisión; uno de los criterios es ampliar los horarios para las áreas de ciencias y matemáticas, dado que
los resultados de las pruebas externas son muy bajos en estas áreas; sin embargo, desde el ángulo de
una pedagogía que reconoce, como lo dijera Parra Sandoval, una sociedad con ausencia de futuro para
los jóvenes, la estancia extendida en la escuela tiene que considerar las actividades extracurriculares y
sobre todo los tiempos para la vivencia artística, estética, deportiva y de exploración desde el desarrollo de
proyectos autónomos. Se trata de ampliar y fortalecer las áreas de ciencias y matemáticas pero ojalá desde
proyectos pedagógicos innovadores y no como acumulación de contenidos atomizados.
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Se trata pues de los desajustes del sistema educativo, que influyen en los problemas
de la educación superior, frente a lo cual un Sistema Institucional de Evaluación de los
Aprendizajes puede aportar, al identificar las competencias con las cuales ingresan
los estudiantes, por incipientes que ellas sean, y a partir de allí definir las estrategias
pedagógicas específicas. En esta perspectiva, las pruebas de entrada (primer
semestre) sirven para caracterizar los estados cognitivos, afectivos y socioculturales
de los estudiantes, desde los cuales el profesorado podrá contextualizarse y
construir los programas de frente a la realidad de sus estudiantes.
Es preciso insistir también en el valor estratégico de la evaluación para que las universidades
obtengan de manera confiable los insumos esenciales que nutren los ejercicios de
autoevaluación, con miras a la obtención o renovación de la acreditación, a nivel
institucional o de programas. Adicionalmente, en la perspectiva de lograr la acreditación
internacional de los programas, es indispensable contar con sistemas de evaluación del
aprendizaje de los estudiantes, coherentes y consolidados, técnicamente estructurados
y formalmente documentados, cuyos resultados se utilizan para rediseñar las prácticas
y los proyectos de aula, con el fin de alcanzar una meta fundamental: estudiantes con
mayores barreras de aprendizaje (detectados en forma oportuna, desde el primer
semestre) deben ingresar a programas de apoyo académico, con el propósito de afrontar
las debilidades y desarrollar las competencias también al más alto nivel. El criterio central
aquí es reconocer que todo ser humano tiene las capacidades potenciales para acometer
los retos de la complejidad, pero nadie puede aprender solo sino con otros.
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Inicialmente el término competencia se asumió desde la lingüística para evaluar
la comprensión de lectura y la producción escrita, dado que desde 1984, con la
Renovación Curricular de entonces, ya se insinuaba tal perspectiva considerando
la competencia comunicativa como determinante en el trabajo pedagógico en
el área de lenguaje. El concepto de competencia es asociado con el criterio de
calidad de la educación que se propuso en ese momento:
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quinto, séptimo y noveno; una experiencia semejante se insinuó en Manizales
y en Bucaramanga. Estas iniciativas intensificaron las deliberaciones en torno al
enfoque de competencias y aparecieron, entonces, voces distintas que veían la
evaluación externa como una amenaza a la estabilidad laboral de los docentes,
cuestión que nunca ocurrió, pues ningún docente ha sido destituido por tal
motivo. En ese momento, en Europa, se acentuaba la relación entre competencias
y educación para la productividad y el desarrollo económico.
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la “calidad de la educación”? Tal pregunta puede ser un referente de análisis
en el marco del Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes de los
Estudiantes de la Universidad Autónoma de Occidente. Por eso es importante
esbozar la perspectiva que sobre las competencias nos interesa promover, incluso
más allá de los modos de evaluar de SABER PRO.
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tres criterios de acción orientados a enmarcar la multiplicidad de estrategias y
acciones pedagógicas y didácticas:
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para la investigación en el ámbito de las pedagogías y las modalidades de evaluación
en el contexto universitario. Los seminarios de profesores llevados a cabo en los
últimos cuatro años, en la Universidad Autónoma de Occidente, son reveladores
de la capacidad analítica y reflexiva frente a los problemas profesionales de la
docencia en un momento histórico en el que las dinámicas de la comunicación
virtual han ido desplazando la visión unidisciplinar del conocimiento.
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No hay competencia sin la comprensión del conocimiento; dicho de otro modo no
hay competencias sin sustancias de contenido. También se podría plantear desde el
otro ángulo: si no hay comprensión sobre cómo se ha construido el conocimiento y
sobre cuáles son sus singularidades epistémicas7 (es la comprensión) es imposible
identificar competencia alguna. Barnett amplía la explicación al considerar el
potencial intuitivo e imaginativo del sujeto en el esfuerzo por comprender los
“conocimientos difíciles” y en el carácter emancipatorio que subyace en la acción
humana regulada por evaluaciones y autocríticas (el sujeto reflexiona sobre cómo
está aprendiendo o por qué no logra aprender lo que es necesario aprender).
Lo contrario a este planteamiento es la circulación de información que se va
acumulando en los contextos académicos y que el autor vincula con la perspectiva
unidimensional: se tiene mucha información pero poco procesamiento analítico o
poco uso práctico de dicha información.
7. La reconstrucción histórica de los conceptos y su explicación y ejemplificación es, por sí misma, una acción
pedagógica, porque tiene el propósito de ayudar a que otros comprendan los conceptos que son objeto de trabajo.
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Las preguntas de Barnett son puntuales para caracterizar la complejidad de la
evaluación de las competencias profesionales, sin duda las más importantes al
egresar de la formación universitaria y al ejercer en una profesión. La complejidad
es diferente cuando se pretende evaluar las competencias académicas, las que
prevalecen en el día a día de la educación formal a través de exámenes, reseñas,
ensayos, talleres, laboratorios, exposiciones orales y exposición de objetos
diseñados. Al respecto conviene señalar que existe una alta correlación entre los
dos tipos de competencias: egresados con competencias académicas altas tienen
un mayor potencial para desempeñarse en forma apropiada en el mundo del
trabajo; en el otro extremo de la escala, egresados con competencias académicas
débiles tienden a fracasar en el mundo profesional; pero también es observable
el caso de egresados que “cumplieron” con las competencias académicas
(la aprobación de cada curso, taller o seminario), pero en las competencias
profesionales revelan grandes vacíos; son casos que parecen extraños pero en
algunas ocasiones ocurren. Casos todavía más extraños son los de aquellos que
teniendo las competencias no actúan; es lo que Serrano (2003) caracteriza como
lo propio de los sujetos con competencia pero sin motivación.
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Saber Pro corresponden a profesionales que consiguen ubicarse en el mundo
laboral, progresan y reciben buenos salarios, mientras que egresados con bajos
puntajes en estas pruebas tienen dificultades para ubicarse laboralmente, para
recibir una remuneración justa y para conservar su trabajo.
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como procede el futuro cirujano en una sala de operaciones, o el trabajo
de campo del futuro antropólogo.
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el proceso de formación (evaluaciones al finalizar un primer ciclo o un primer año y
en tramos posteriores), para tomar decisiones pedagógicas y metodológicas en el
horizonte de lo esperado por el equipo académico de una carrera.
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dado que la competencia es una práctica (2000: 55) que existe en una variedad de
experiencias y que pone en juego un conjunto de capacidades en una variedad
de dominios y situaciones. Esta visión es coherente con la competencia propuesta
por PISA (2012) en tanto “constructo que sirve para caracterizar la actuación global
del sujeto dentro del modelo funcional de las organizaciones de las disciplinas
académicas”. En este sentido, los enfoques de competencia están relacionados con
las organizaciones interdisciplinarias del currículo, con el trabajo por proyectos o
con organizaciones curriculares por resolución de problemas8.
8. Para profundizar en el concepto de competencia desde la perspectiva de las teorías del discurso, remitimos
al texto de Eduardo Serrano: “El concepto de competencia en la semiótica discursiva”, en: Cuadernos del
Seminario en Educación, No. 2: Instituto de Investigación en Educación, Universidad Nacional de Colombia.2003.
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prueba) y develar las lógicas de razonamiento de los estudiantes según
sean las respuestas.
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6. OBJETIVOS DEL SISTEMA INSTITUCIONAL
DE EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES DE
LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS Y SUS
ENLACES CON LAS PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS
El sistema institucional de evaluación de los aprendizajes compromete
las funciones y las responsabilidades de los actores que conforman la
comunidad educativa universitaria, siempre en aras de favorecer las
dinámicas institucionales y propender por la calidad de los procesos de
formación. Así, tanto los estudiantes como los docentes y los directivos
han de apuntar, como lo señala el PEI, hacia los consensos, sin perder de
vista la autonomía y la actitud crítica; de allí la importancia de promover los
objetivos del sistema.
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4. Conformar un sistema de información que facilite la realización de estudios de
valor académico agregado, para establecer el progreso de los estudiantes, a nivel
individual y por grupos9.
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3. El análisis en profundidad de los resultados de las pruebas, como material
pedagógico que garantice el ejercicio metacognitivo en las aulas (identificar la
lógica del sentido en los modos de responder los instrumentos).
9. La escucha y lectura de los textos de los estudiantes en relación con sus juicios
argumentados acerca del sistema y de la evaluación en las aulas.
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Referencias bibliográficas
Barnett, R. (2001). Los límites de la competencia. Barcelona: Gedisa.
Beillerot, J., Blanchard-Laville, C., et al. (1998). Saber y relación con el saber.
Barcelona: Paidós.
Bogoya, Daniel, et. al. (1999). Hacia una cultura de la evaluación para el siglo XXI.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
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Chomsky, N. (1966/1969). Lingüística cartesiana. Madrid: Gredos.
Díaz Barriga, A. (2006). “El enfoque de competencias en la educación: ¿una
alternativa o un disfraz de cambio?”. Perfiles Educativos, Vol. XXVIII (111), 7-36.
Jurado, F, et. al. (2009) “El enfoque sobre competencias: una perspectiva crítica para
la educación”. Revista Complutense de Educación, Vol. 20, Núm. 2. Universidad
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Jurado, F., Bustamante, G., Pérez, M. (1998). Juguemos a interpretar. Bogotá: Plaza
& Janés-Asociación Colombiana de Semiótica.
Paquay, L, et. al. (coords.) (2005). La formación profesional del maestro. México: F.C.E.
PISA. (2012). Assessment and Analytical Framework. Recuperado el 7 de abril de
29
2015. Disponible en: http://www.oecd.org/pisa/pisaproducts/PISA%202012%20
framework%20e-book_final.pdf
UAO. (2015). Serie Seminarios, No. 1. Miradas del enfoque de competencias. Cali.
UAO. (2015). Serie Seminarios, No. 2. Ensayos sobre el enfoque de competencias. Cali.
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