Está en la página 1de 14

Nueva Babilonia

Constant Nieuwenhuys

Un pueblo nómada
Somos los símbolos vivos de un mundo sin fronteras, un mundo de libertad, sin armas, en el
que cada uno puede viajar sin trabas ni obstáculos desde las estepas de Asia central hasta la
costa atlántica, desde el altiplano de Sudáfrica hasta los bosques de Finlandia.

-- Vaida Voivod III, Presidente de la Comunidad Mundial de Gitanos (citado de una


entrevista publicada por Algemeen Handelsblad, Amsterdam, 18 de mayo de 1963.

Durante muchos años, los gitanos que se detenían un tiempo en la pequeña ciudad piamontesa de Alba
tenían la costumbre de acampar bajo el techo que, una vez a la semana, el sábado, albergaba el
mercado de ganado. Allí encendían sus hogueras, colgaban sus tiendas de los pilares para protegerse o
aislarse, improvisaban refugios con la ayuda de cajas y tablones que dejaban los comerciantes. La
necesidad de limpiar el mercado cada vez que los zingari pasaban por él había llevado al ayuntamiento
a prohibirles el acceso. En compensación, se les asignó un trozo de pradera a orillas del Tamaro, el
pequeño río que atraviesa la ciudad: ¡la más miserable de las parcelas! Es allí donde, en diciembre de
1956, fui a verlos en compañía del pintor [Guiseppe] Pinot Gallizio, propietario de este terreno
desigual, fangoso y desolado, que se lo había cedido. Habían cerrado el espacio entre algunas
caravanas con tablones y bidones de gasolina, habían hecho un recinto, un "poblado gitano".
Ese fue el día en que concebí el proyecto de un campamento permanente para los gitanos de Alba y ese
proyecto es el origen de la serie de maquetas de Nueva Babilonia. De una Nueva Babilonia en la que,
bajo un mismo techo y con la ayuda de elementos móviles, se construye una residencia compartida; un
espacio vital temporal y en constante remodelación; un campamento para nómadas a escala planetaria.

Definiciones

Sociedad utilitaria
El término designa todas las formas de sociedad conocidas, incluido el Estado moderno capitalista y
socialista. Afirma una realidad fundamental, la misma para todas estas formas de vida comunitaria,
antiguas y nuevas, a saber, la explotación de la capacidad de trabajo del ser humano. La "utilidad" es el
criterio principal para apreciar al hombre y su actividad. El hombre creador, el Homo Ludens, sólo
puede reclamar sus derechos en raras ocasiones.
Lo contrario de la sociedad utilitaria es la sociedad lúdica, donde el ser humano, liberado por la
automatización del trabajo productivo, está al menos en condiciones de desarrollar su creatividad. Los
términos "sociedad de clases" o "sociedad sin clases" no expresan, o lo hacen de forma imperfecta, este
conflicto. Pero está claro que una sociedad lúdica sólo puede ser una sociedad sin clases. La justicia
social no es garantía de libertad, ni de creatividad, que es la realización de la libertad. La libertad no
sólo depende de la estructura social, sino también de la productividad; y el aumento de la productividad
depende de la tecnología. La "sociedad lúdica" es en este sentido un nuevo concepto.
Homo Ludens
Término utilizado por primera vez por Johann Huizinga en un libro de ese título, subtitulado: "Un
estudio del elemento del juego en la cultura". En su prólogo, Huizinga habla del hombre que juega en
términos todavía medidos: 'Con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que, después de todo, no
somos tan razonables como suponía el siglo XVIII, con su culto a la razón y su ingenuo optimismo; de
ahí que la moda moderna se incline por designar a nuestra especie como Homo Farber: el hombre
hacedor. Pero aunque faber no sea tan dudoso como sapiens, es, como nombre específico del ser
humano, aún menos apropiado, ya que muchos animales también son hacedores. Sin embargo, hay una
tercera función, aplicable tanto a la vida humana como a la animal, e igual de importante que el
razonamiento y la creación: el juego. Me parece que junto al Homo Faber, y quizás al mismo nivel
que el Homo Sapiens, el Homo Ludens, el hombre jugador, merece un lugar en nuestra nomenclatura".
Esta discreción en el uso del término puede explicarse quizá por la escasa importancia que la
sociedad utilitaria concede al juego. El Homo Ludens sólo ha sido una modalidad raramente
manifestada del Homo Sapiens, una condición que, a diferencia de [la condición del] Homo Faber,
pasa en gran medida desapercibida. Huizinga, para quien el juego es una huida de la vida "real", no se
distancia en su interpretación de las normas de la sociedad utilitaria. Y, en su análisis histórico del
tema, sitúa muy acertadamente al Homo Ludens en las altas esferas de la sociedad, más
concretamente en la clase propietaria del ocio, y no en
las masas trabajadoras. Sin embargo, al separar la capacidad de trabajo y de producción, la
automatización ha abierto el camino a un aumento masivo del número de Homo Ludens. No obstante,
Huizinga tuvo el mérito de señalar el Homo Ludens latente en cada uno de nosotros. La liberación del
potencial lúdico del hombre está directamente vinculada a su liberación como ser social.

Espacio social
Los sociólogos extienden este concepto al conjunto de relaciones y vínculos sociales que definen la
libertad de movimiento del hombre en la sociedad, y también, y sobre todo, sus límites. No
compartimos esta interpretación simbólica del espacio. Para nosotros, el espacio social es
verdaderamente el espacio concreto de los encuentros, de los contactos entre los seres. La
espacialidad es social.
En Nueva Babilonia, el espacio social es la espacialidad social. El espacio como dimensión psíquica
(espacio abstracto) no puede separarse del espacio de la acción (espacio concreto). Su divorcio sólo se
justifica en una sociedad utilitaria con relaciones sociales detenidas, donde el espacio concreto tiene
necesariamente un carácter antisocial.

Nueva Babilonia: Esbozo de una cultura

El modelo social
La cuestión de saber cómo se viviría en una sociedad que no conociera ni el hambre ni la explotación
ni el trabajo, en una sociedad en la que, sin excepción, cualquiera pudiera dar rienda suelta a su
creatividad -- esta inquietante y fundamental cuestión despierta en nosotros la imagen de un entorno
radicalmente distinto a cualquiera que se haya conocido hasta ahora, a cualquiera que se haya
realizado en el ámbito de la arquitectura o el urbanismo. La historia de la humanidad no tiene ningún
precedente que ofrecer como ejemplo, porque las masas nunca han sido libres, es decir, libremente
creativas. En cuanto a la creatividad, ¿qué ha significado nunca sino la producción de un ser
humano?
Sin embargo, supongamos que todo el trabajo no productivo puede ser completamente automatizado;
que la productividad aumenta hasta que el mundo ya no conoce la escasez; que la tierra y los medios
de producción se socializan y, como resultado, la producción global se racionaliza; que, como
consecuencia de esto, la minoría deja de ejercer su poder sobre la mayoría; supongamos, en otras
palabras, que el reino marxista de la libertad es realizable. Si lo fuera, ya no podríamos plantear la
misma pregunta sin intentar responderla al instante e imaginar, aunque sea de la manera más
esquemática, un modelo social en el que la idea de libertad se convirtiera en la práctica real de la
libertad, de una "libertad" que para nosotros no es la elección entre muchas alternativas sino el
desarrollo óptimo de las facultades creativas de cada ser humano; porque no puede haber verdadera
libertad sin creatividad.
Si situamos todas las formas de sociedad conocidas bajo un mismo denominador común, el
"utilitarismo", el modelo a inventar será el de una sociedad "lúdica", término que designa las
actividades que, despojadas de toda utilidad así como de toda función, son puros productos de la
imaginación creadora. Ahora bien, es como creador, y sólo como creador, que el ser humano puede
realizarse y alcanzar su más alto nivel existencial.
Al imaginar una sociedad en la que cada hombre es libre de crear su vida, de darle forma según sus
aspiraciones más profundas, no recurriremos a las formas e imágenes de este largo período de la
historia en el que el hombre ha tenido que sacrificar la mayor parte de su energía creativa en una lucha
incesante por la existencia. Nuestro modelo social será, en efecto, fundamentalmente diferente de los
modelos precedentes; será también cualitativamente superior.
Empecemos por lo más básico:
-La automatización de todas las actividades "útiles" y repetitivas libera, a nivel de la masa, una
energía que puede dirigirse en adelante hacia otras actividades.

-La propiedad colectiva de la tierra y de los medios de producción, y la racionalización


de la producción de bienes de consumo, facilita la transformación de esta energía en
actividad creativa.

--Al desaparecer el trabajo productivo, el control de tiempo colectivo ya no tiene rasion


d'etre; las masas, en cambio, dispondrán de una cantidad considerable de tiempo libre.

La red
Es evidente que una persona libre de utilizar su tiempo durante toda su vida, libre de ir a donde quiera
y cuando quiera, no puede hacer el mayor uso de su libertad en un mundo regido por el reloj y el
imperativo de una morada fija. Como forma de vida, el Homo Ludens exigirá, en primer lugar, que se
responda a su necesidad de juego, de aventura, de movilidad, así como a todas las condiciones que
faciliten la libre creación de su propia vida. Hasta entonces, la principal actividad del hombre había
sido la exploración de su entorno natural. El propio Homo Ludens tratará de transformar, de recrear,
ese entorno, ese mundo, de acuerdo con sus nuevas necesidades. La exploración y la creación del
entorno coincidirán porque, al crear su dominio para explorar, el Homo Ludens se aplicará a explorar
su propia creación. Así asistiremos a un proceso ininterrumpido de creación y recreación, sustentado
en una creatividad generalizada que se manifiesta en todos los dominios de la actividad.
A partir de esta libertad en el tiempo y en el espacio, llegaríamos a un nuevo tipo de urbanización. La
movilidad, la fluctuación incesante de la población -consecuencia lógica de esta nueva libertad- crea
una relación diferente entre ciudad y asentamiento. Sin horario que respetar, sin morada fija, el ser
humano se familiarizará necesariamente con un modo de vida nómada en un entorno artificial,
totalmente "construido". Llamemos a este entorno Nueva Babilonia y añadamos que no tiene nada, o
casi nada, de "ciudad", en el sentido tradicional del término.
La ciudad es una forma de urbanización característica de la sociedad utilitaria: un lugar fortificado
para protegerse de un mundo exterior hostil, se convierte, como centro mercantil, en una "ciudad
abierta"; luego, con la llegada de
mecanización, centro de producción -- y en todas estas diferentes etapas es el lugar donde reside una
población estable, arraigada allí por un modo de vida particular. Hay, por supuesto, excepciones a la
regla: ciertas relaciones entre ciudades permiten a un pequeño número de individuos cambiar de lugar
de residencia, y al hacerlo desencadenan un proceso de aculturación en el que la ciudad adquiere,
además de su función utilitaria, la función de centro cultural. Pero este fenómeno es relativamente
infrecuente y el número de individuos implicados no es grande.
La cultura de la Nueva Babilonia no es el resultado de actividades aisladas, de situaciones
excepcionales, sino de la actividad global de toda la población mundial, cada ser humano
comprometido en una relación dinámica con su entorno. No hay vínculos a priori entre nadie. La
frecuencia de los movimientos de cada hombre y las distancias que recorrerá dependen de decisiones
que tomará espontáneamente y a las que podrá renunciar de forma igualmente simultánea. En estas
condiciones, la movilidad social sugiere la imagen de un conjunto caleidoscópico que acentúa los
cambios repentinos e inesperados, una imagen que ya no se parece a las estructuras de una vida
comunitaria regida por el principio de utilidad, cuyos modelos de comportamiento son siempre los
mismos. En nuestro caso, lo urbano debe responder a la movilidad social, lo que implica, en relación
con la ciudad estable, una organización más rigurosa en el nivel macro, y al mismo tiempo una mayor
flexibilidad en el nivel micro, que es el de una complejidad infinita. La libertad de creación exige en
todo caso depender lo menos posible de la contingencia material. Supone, pues, una vasta red de
servicios colectivos, más necesaria para la población en movimiento que para la población estable de
las ciudades funcionales. Por otra parte, la automatización conduce a una concentración masiva de la
producción en centros gigantescos, situados fuera del espacio de la vida cotidiana.
Los centros de producción fuera de este espacio y las instalaciones colectivas dentro de él determinan
las líneas generales de la macroestructura en la que, bajo la influencia de movimientos
indeterminados, se definirá una microestructura más diferenciada y necesariamente más flexible.
De estas dos condiciones previas -la organización óptima de las condiciones materiales y el desarrollo
máximo del sentido de la iniciativa de cada persona- se deduce lo esencial de una estructura que ya no
se compone de núcleos, como en el asentamiento tradicional, sino que se organiza en función de la
cobertura individual y colectiva de la distancia, de la errancia: una red de unidades, enlazadas unas con
otras, y que forman así cadenas que pueden desarrollarse, extenderse en todas las direcciones. En estas
cadenas se encuentran los servicios y todo lo relativo a la organización de la vida social, en los
"eslabones" de la red, las unidades de producción totalmente automatizadas, de las que el hombre está
ausente.
Los elementos básicos de la red, los SECTORES, son unidades autónomas de construcción que, sin
embargo, se intercomunican. La red de sectores se percibe desde dentro como un espacio continuo.
La Nueva Babilonia no termina en ninguna parte (puesto que la tierra es redonda); no conoce fronteras
(puesto que ya no hay economías nacionales) ni colectividades (puesto que la humanidad es
fluctuante). Todos los lugares son accesibles a uno y a todos. Toda la tierra se convierte en el hogar de
sus propietarios. La vida es un viaje interminable por un mundo que cambia tan rápidamente que
parece siempre otro.
Realización
La construcción de la Nueva Babilonia sólo podrá comenzar cuando la economía se dirija
exclusivamente a la satisfacción de nuestras necesidades, en el sentido más amplio del término. Sólo
una economía así permite la completa automatización de las actividades no creativas y, por
consiguiente, el libre desarrollo de la creatividad.
La implantación de la Nueva Babilonia es un lento proceso de crecimiento de un mundo sectorial
que sustituye progresivamente las estructuras urbanas preexistentes. Al principio se ve que, entre los
conglomerados, aparecen sectores aislados que se convierten en polos de atracción para los primeros
hasta el punto de que, al disminuir el tiempo de trabajo, el asentamiento se desorganiza. Durante
este
tiempo, los sectores son lugares de encuentro,
centros socioculturales de un tipo; luego, al aumentar su número y los vínculos que los unen, la
actividad dentro de los sectores se vuelve especializada y cada vez más autónoma en relación con las
zonas residenciales.
Comienza entonces a definirse un modo de vida neobabilónico, que despega cuando los sectores
reagrupados conforman una red: una estructura que puede competir con las estructuras de asentamiento,
cuya importancia se reduce progresivamente a medida que el hombre deja de participar en el proceso de
producción. Al producirse el mismo fenómeno en muchos lugares, se verá cómo muchos sectores se
agrupan, se unen y forman un todo.
A partir de ahí, la fluctuación aumentará.
En la primera fase, la distancia entre sectores y grupos de sectores aumenta la demanda de medios de
locomoción rápidos. El cruce de zonas residenciales de un sector a otro debe ser lo más breve posible.
Más adelante, cuando el mundo sectorial se unifica y la fluctuación se intensifica, ya no es necesario
moverse rápidamente para cambiar de medio. La flexibilidad del espacio interior de los sectores admite
múltiples variaciones de entorno y ambiente a través de superficies relativamente limitadas. En cuanto
a los medios de transporte, no serán tan indispensables para el movimiento. Surge una nueva función
que amplía su función original: de ser una herramienta de trabajo pasan a ser herramientas de juego.

Topografía
Dada la escala del espacio social en la red sectorial, y su continuidad, el espacio de movimiento rápido
ya no coincide con el modo de vida de la Nueva Babilonia. Este último está atravesado por un flujo
lento y continuo, siendo el desplazamiento sólo una de las formas de actividad dentro de los sectores.
Pero, sin duda, todavía se busca el desplazamiento rápido de vez en cuando, por tierra para distancias
más cortas, o por aire. Para el transporte aéreo se puede imaginar, en los tejados de las terrazas, pistas
de aterrizaje y helipuertos. En cuanto a la circulación rápida por tierra, hay que imaginar una red de
carreteras lo más independiente posible de la red de sectores. Un trazado en varios niveles garantizaría
la autonomía de las redes y las vías.
La mejor solución para descongestionar el suelo consiste en levantar los sectores sobre pilotis,
espaciados lo más posible. Una de las ventajas de esta construcción es que permite la disposición de
una secuencia ininterrumpida de techos de terraza. De este modo, se crea un segundo nivel al aire
libre, un segundo paisaje artificial por encima del paisaje natural.
Dadas sus enormes dimensiones, los interiores del sector dependen del sistema de distribución de la
energía necesaria para la iluminación, la ventilación y la climatización, pero esta "dependencia" implica
una cierta libertad: liberarse de la monótona alteración del día y la noche, que la humanidad ha buscado
desde la noche de los tiempos.

En su conjunto, Nueva Babilonia se presenta como una red de enormes enlaces, la mayor parte de ellos
elevados sobre el suelo. En el suelo, una segunda red, el tráfico. Los "enlaces" son zonas generalmente
desprovistas de edificación, aunque con la excepción de los centros de producción y las instalaciones
que no tienen cabida en el espacio social del sector, como, por ejemplo, las antenas de transmisión, y
quizás las plataformas de perforación, los monumentos históricos, los observatorios y otras
instalaciones para la investigación científica. Una parte de estas zonas vacías se destina a diferentes
labores del propio terreno y a la cría de ganado; otra parte a reservas naturales, parques arbolados.
La estructura de la red facilita el acceso a los mismos, ya que las distancias intermedias son cada vez
relativamente pequeñas.
El levantamiento topográfico de Nueva Babilonia plantea problemas que no pueden resolverse con los
medios tradicionales de la cartografía. Dada, por un lado, su organización en muchos niveles (suelo,
interior del volumen sectorial, techos de las terrazas), las conexiones entre niveles, la naturaleza de las
comunicaciones y las soluciones de continuidad creadas entre los niveles sólo pueden surgir en forma de
maqueta. Por otra parte, las estructuras son todo menos permanentes. En efecto, se trata más bien de una
microestructura en continua transformación, en la que el factor tiempo, la cuarta dimensión, desempeña
un papel considerable.

En consecuencia, cualquier representación tridimensional sólo tendría, en sí misma, el valor de una


instantánea,
ya que incluso admitiendo que el modelo de cada sector pueda reducirse a varios planos y secciones de
los diferentes niveles, y que se consiga así constituir una especie de atlas detallado de los sectores,
seguiría siendo necesario, de un instante a otro, registrar, mediante anotaciones simbólicas como en un
cuaderno de bitácora, todas las modificaciones topográficas que se produzcan. El recurso al ordenador
será sin duda necesario para resolver un problema tan complejo.

El sector
El sector es el elemento más pequeño, la unidad básica de la red neobabilónica, uno de los
"eslabones" de las cadenas que la componen. Como es de esperar, sus dimensiones son notablemente
mayores que las de los elementos (edificios) que componen las ciudades, tal y como se conocen. La
escala de estos elementos depende del sistema de relaciones sociales. En las comunidades rurales,
donde las relaciones humanas y los lazos familiares están estrechamente vinculados, el elemento
básico es la residencia familiar independiente. En las ciudades industriales, dado el carácter social del
trabajo de producción, las relaciones se establecen en la escuela, en el lugar de trabajo o de ocio, en
las reuniones políticas y de otro tipo, que complementan los vínculos familiares. Así, cada miembro
de una familia crea vínculos personales fuera de ella. En estas condiciones, aparecen unidades
residenciales más amplias, bloques para muchas familias, a veces dotados de servicios comunitarios.
Pero allí, como en las comunidades rurales, se trata de una población sedentaria, de un modo de vida
regular.
Cuando el grupo familiar se desintegra y la división del tiempo y el espacio deja de estar socialmente
determinada por el trabajo productivo, cuando uno puede decidir el lugar y la duración de su estancia,
los vínculos absolutos se rompen. Con todo, las relaciones más o menos duraderas entre las personas
no habrán desaparecido, pero las relaciones sociales restrictivas habrán sido sustituidas por vínculos
afectivos más variados y cambiantes.
Más que en las comunidades estables, la sociedad fluctuante favorece los contactos y encuentros
fortuitos.

El sector es una construcción básica (macroestructura) en la que un entorno


construido. Qua soporte, la macroestructura debe permitir la mayor libertad en la construcción
permanente (microestructura) del espacio interior. En su forma más sencilla, el sector incorpora una
serie de espacios horizontales superpuestos, unidos entre sí y al suelo por elementos verticales, y uno o
varios núcleos fijos de servicios. Este espacio podría ser ocupado por una estructura más compleja
resultante de la articulación de espacios menores variables. Como alternativa a la estructura de
soporte, también se puede imaginar una estructura "flotante", un sector suspendido fijado a uno o
varios mástiles. Otra alternativa posible, la estructura autoportante, requiere un número limitado de
puntos de apoyo, lo cual es una ventaja, pero, como el módulo y las dimensiones de la microestructura
dependen más directamente de la macroestructura, la organización del espacio interior ya no es tan
libre. La elección de una u otra solución -un sector sobre pilotis, o un sector suspendido o
autoportante- depende también en cierta medida de la posición geográfica.
La macroestructura, pues, alberga una estructura interior móvil. Dado que las dimensiones del sector son
importantes, cualquier demolición o transformación de la estructura básica es necesariamente una
empresa ambiciosa. Sin embargo, la vida lúdica de los habitantes de Nueva Babilonia presupone la
transformación frecuente del interior de los sectores. Para que esto tenga lugar sin problemas, la
estructura contenedora tendría que ser lo más neutral posible y, desde el punto de vista de la
construcción, la estructura contenida variable [tendría que ser] completamente independiente de la
anterior.
La estructura variable surge de los sistemas de montaje móviles (paredes, suelos, terminales, puentes,
etc.), ligeros y por tanto fáciles de transportar, que pueden montarse y desmontarse con la misma
facilidad, lo que los hace reutilizables. Cualquier proyecto de montaje requiere tanto la normalización
del módulo como la estandarización de la producción. Las dimensiones de la macroestructura vienen
determinadas por el módulo de elementos normalizados. Pero esto no significa, por supuesto, limitar las
posibles combinaciones o simplificar los formularios, ya que un gran número de tipos y sistemas de
montaje estándar pueden combinarse de múltiples maneras.
Con estos pocos datos se puede llegar a una idea esquemática del sector. Se trata de un esqueleto
principalmente horizontal, que se extiende a lo largo de diez o veinte hectáreas a unos 15-20 metros del
suelo: la altura total oscila entre 30 y 60 metros. En el interior, uno o varios núcleos fijos contienen un
centro técnico y un centro de servicios que es también un centro de recepción de hoteles con
habitaciones individuales. Algunos de los sectores están dotados de instalaciones sanitarias y de
enseñanza, de almacenamiento y de distribución de artículos de uso cotidiano. Otros, con bibliotecas,
centros de investigación científica y todo lo que sea necesario. Los núcleos ocupan una parte del sector;
el resto, la parte más importante de Nueva Babilonia, es un espacio social con articulaciones móviles: el
patio de recreo del Homo Ludens.
Un volumen con la envergadura de un sector de Nueva Babilonia es más independiente del mundo
exterior que una construcción a menor escala. La luz del día, por ejemplo, sólo penetra unos pocos
metros allí, ya que gran parte del interior está iluminado artificialmente. La acumulación de calor solar
y la pérdida de calor en caso de frío se producen tan lentamente que los cambios de temperatura
ambiental apenas influyen en la temperatura interior. Las condiciones climáticas (la intensidad de la
iluminación, la temperatura, el estado higrométrico, la ventilación) están todas bajo control técnico. En
el interior, se puede crear y modificar a voluntad una gama variable de climas. El clima se convierte en
un elemento importante en el juego del ambiente, tanto más cuanto que el aparato técnico es accesible
a todo el mundo y la descentralización (de la distribución) favorece una cierta autonomía del sector o
grupo de sectores. Se prefieren centros más pequeños a un centro único, lo que facilita la reproducción
de los climas más diversos y, por qué no, la invención de otros nuevos como contraste, cambiando las
estaciones, transformándolas según una sincronización infinitamente variada acordada a la
metamorfosis del espacio.

Los medios audiovisuales se utilizarán con el mismo espíritu. El mundo fluctuante de los sectores
exige instalaciones (una red de transmisión y recepción) descentralizadas y públicas. Dada la
participación de un gran número de personas en la transmisión y recepción de imágenes y sonidos, las
telecomunicaciones perfeccionadas se convierten en un factor importante del comportamiento social
lúdico.

Los nuevos babilonios

Creatividad y agronomía
Deambulan por los sectores de Nueva Babilonia buscando nuevas experiencias, ambientes aún
desconocidos. Sin la pasividad de los turistas, pero plenamente conscientes del poder que tienen para
actuar sobre el mundo, para transformarlo, recrearlo. Para ello disponen de todo un arsenal de
instrumentos técnicos, gracias a los cuales pueden realizar los cambios deseados sin demora. Al igual
que el pintor, que con un simple puñado de colores crea una infinita variedad de formas, contrastes y
estilos, los neobabilonios pueden variar infinitamente su entorno, renovarlo y variarlo utilizando sus
implementos técnicos. Esta comparación revela una diferencia fundamental entre las dos formas de
crear. El pintor es un creador solitario que sólo se enfrenta a las reacciones de otra persona una vez
terminado el acto creativo.
Entre los neobabilonios, en cambio, el acto creativo es también un acto social: como intervención
directa en el mundo social, suscita una respuesta inmediata. La creación individual del artista parece, a
los ojos de los demás, escapar a toda restricción y madurar de forma aislada. Y sólo mucho más tarde,
cuando la obra adquiere una realidad innegable, tendrá que enfrentarse a la sociedad. En cualquier
momento de su actividad creativa, el neobabilonio está en contacto directo con sus compañeros. Cada
uno de sus actos es público, cada uno actúa en un medio que es también el de los demás y suscita
reacciones espontáneas. Toda acción, pues, pierde su carácter individual. Por otra parte, cada reacción
puede provocar a su vez otras. En este
Las intervenciones en el camino forman reacciones en cadena que sólo llegan a su fin cuando una
situación que se ha vuelto crítica "explota" y se transforma en otra situación. El proceso escapa al
control de una persona, pero poco importa saber quién lo ha desencadenado y por quién se verá
influido a su vez. En este sentido, el momento crítico (el clímax) es una auténtica creación colectiva.
La vara de medir, el marco espacio-temporal, del mundo de la Nueva Babilonia es el ritmo en el que
cada momento sucede al anterior.
Desde el punto de vista del Homo Faber, la Nueva Babilonia es un universo incierto en el que el
hombre "normal" está a merced de todas las fuerzas destructivas posibles, de todo tipo de agresiones.
Pero observemos que la "normalidad" es un concepto ligado a una determinada práctica histórica; su
contenido es, por tanto, variable. En cuanto a la "agresividad", la psicoanálisis le ha concedido una
importancia considerable, llegando a definir un "instinto" de agresión. El ámbito de estudio se ha visto
así reducido al hombre que lucha por su existencia, al ser humano comprometido en ese combate
inmemorial que, como otras especies, sigue librando.
La imagen de un hombre libre que no tiene que luchar por su existencia carece de base histórica. El
instinto de autodefensa también se ha postulado como el instinto primordial del ser humano, y de todo
lo que vive. Y es con ese instinto con el que se relacionan todos los demás.
La agresividad es una manifestación de la voluntad de poder, que es el atributo de un ser altamente
desarrollado (el hombre) capaz de prever y que, en un mundo en el que su existencia está amenazada,
puede organizar a tiempo, es decir, según un plan, un lugar seguro para sí mismo.

Por eso, la agresividad del hombre no desaparece con la satisfacción de sus necesidades inmediatas.
Es, aparentemente, en los países más industrializados y "ricos" donde el comportamiento agresivo
retrocede menos, sobre todo entre la clase propietaria. Para arrojar luz sobre esta aparente
contradicción entre la seguridad material y la persistencia de la agresividad, quizá habría que admitir la
existencia de un "instinto" distinto del de autodefensa: el instinto creador, que aparece con la
sublimación del instinto primordial siempre que las condiciones materiales son lo suficientemente
favorables para que la autodefensa se transforme en abierta espontaneidad.
La imposibilidad objetiva de realizar una vida creativa en el seno de la sociedad utilitaria, basada en
la supresión de la creatividad pero que, sin embargo, contiene todas las condiciones favorables para
su desarrollo, permite comprender por qué la agresividad se encuentra al margen de la lucha por la
existencia. En la sociedad contemporánea, la propia clase propietaria no puede actuar de forma
creativa, y es fácil comprender que se sienta más frustrada que las masas, que no poseen nada y sin
embargo luchan por su libertad futura. Siendo el objetivo de estas luchas la transformación de la
sociedad existente, el conflicto mismo es creación.

El instinto creativo
Al especular sobre el posible advenimiento de una sociedad lúdica, se presupone desde el principio
que todo ser humano siente la necesidad latente de manifestar su creatividad, y que ésta aparece en la
sublimación de las formas instintivas primarias. Esta necesidad no se satisface en nuestra sociedad
estática, donde su realización a través de la creación sólo puede ser potencial. Toda la educación que
prepara al futuro adulto para el papel "útil" que desempeñará en la sociedad tiende a reprimir el
instinto creativo. Sin embargo, a menudo ocurre que la "utilidad" desaparece con el desarrollo de la
tecnología, incluso antes de que el niño llegue al final de sus estudios. En estas condiciones, la
"educación" sólo puede desempeñar un papel negativo en la represión de toda creatividad espontánea.
Si no fuera así, el adulto sería más creativo que el niño, mientras que en realidad ocurre lo contrario.
Pero, ¿se puede concebir una educación que tenga como objetivo el desarrollo de la creatividad? Es
lícito dudarlo y preguntarse si toda educación, o lo que se designa con ese término, no es
extremadamente limitada, si su función principal no es frenar la libertad, que es la condición
fundamental de la creatividad. El
La única educación favorable a la creación es la que desencadena el desarrollo de la creatividad. Pero el
Homo Ludens prescinde de la educación. Aprende jugando.
Los que no pueden adaptarse a las estructuras de la sociedad utilitaria se condenan al aislamiento. Son
los tipos "asociales", un término que suele ser sinónimo de "criminal". La "criminalidad" presupone la
transgresión de las relaciones sociales constituidas, lo que explica las diferentes interpretaciones de las
que ha sido objeto. El delito, "el acto criminal", perturba el orden de estas reaciones y la sociedad
reacciona eliminando al culpable. Cuando, desde una perspectiva totalmente diferente, se considera "el
acto criminal" como expresión de una voluntad de poder frustrada, y al admitir que, sublimada, la
voluntad de poder se transforma en creatividad, el "crimen" no pasa de ser un intento frustrado de
creación. La actitud del criminal frente a la realidad no es más pasiva que la del artista, ya que él
también interviene en una situación determinada. Pero mientras que el acto creativo aúna destrucción y
construcción, dándoles equilibrio, el criminal privilegia la destrucción. Sin embargo, la intervención
del artista muestra, al menos en lo que respecta a la sociedad utilitaria, una actitud "asocial" cuyo
efecto apenas se distingue del del delito.
En Nueva Babilonia, donde no se respeta ningún "orden", la vida de la comunidad toma forma dentro
de la dinámica de situaciones permanentemente cambiantes. Esta dinámica activa fuerzas que en lo
utilitario son reprimidas o, en el mejor de los casos, toleradas. Por eso es impensable que una vida
como la de Nueva Babilonia pueda imponerse en la sociedad contemporánea, aunque sea por un

breve periodo de tiempo. Cuando se dejan de respetar las convenciones sociales, como en el caso del
carnaval, no aumenta la creatividad sino la agresividad: una agresividad directamente proporcional a
la presión ejercida sobre la creatividad por la sociedad.
En la Nueva Babilonia se ha eliminado todo motivo de agresividad. Las condiciones de vida favorecen
la sublimación, y la actividad se convierte en creación. Esta forma superior de existencia sólo es
posible en un mundo de total libertad en el que el ser humano ya no lucha por mantener un
determinado nivel, sino que concentra su actividad en la creación permanente de su vida, que dirige
hacia un nivel aún más elevado.

La Nueva Babilonia
La lucha por la subsistencia ha dividido a la humanidad en grupos de interés que a menudo compiten,
pero que siempre se oponen a la idea de unirse en grandes grupos, más difíciles de defender. La
prolongada división en razas, tribus, naciones y clases sociales se explica también por las condiciones
históricas de esta lucha. En una sociedad que ya no conoce la lucha por la subsistencia, la competencia
desaparece tanto a nivel individual como grupal. También desaparecen las barreras y las fronteras. Se
abre el camino a la intermxión de las poblaciones, lo que da lugar tanto a la desaparición de las
diferencias raciales como a la fusión de las poblaciones en una nueva raza, la raza mundial de los
neobabilonios.
El neobabilonio dispone de una completa libertad de acción, pero esta libertad sólo se actualiza en las
relaciones de reciprocidad con todos sus semejantes. Una sociedad lúdica basada en la comunidad de
intereses de todos los seres humanos no conoce ninguno de los conflictos individuales o colectivos
que caracterizan a la sociedad utilitaria. El conflicto de intereses, la competencia y la explotación son,
en este contexto, nociones vacías de contenido. La comunidad neobabilónica comprende la totalidad
de los habitantes de Nueva Babilonia, y es su actividad simultánea la que crea la nueva cultura
colectiva.
Incluso cuando recorre enormes distancias, el Homo Faber se mueve en un espacio social limitado
por las obligaciones de volver a una morada fija. Está "atado a la tierra". Sus relaciones sociales
definen su espacio social, que incluye su hogar, su lugar de trabajo, el hogar de su familia y el de sus
amigos. El neobabilonio escapa a estas ataduras. Su espacio social es ilimitado. Como ya no está
"arraigado", puede circular libremente: mucho más libremente, ya que el espacio que recorre cambia
sin cesar de espacio y de atmósfera, por lo que se renueva constantemente.
La movilidad, y la desorientación que conlleva produce, facilita los contactos entre las personas. Los
lazos se hacen y deshacen sin ninguna dificultad, dotando a las relaciones sociales de una perfecta
apertura.

Sobre algunos elementos de la cultura de Nueva Babilonia


La esencia de la cultura de la Nueva Babilonia es el juego con los elementos que componen el
entorno. Dicho juego es posible gracias al control técnico integral de todos esos elementos, que se
convierten así en una creación consciente del entorno.
Los componentes del medio ambiente son numerosos y de diferentes tipos. Para imaginarlos en toda su
diversidad, habría que empezar por distinguir varios grupos, partiendo de dos criterios distintos: un
criterio objetivo y un criterio subjetivo.
A. Elementos de la construcción espacial que determinan su aspecto y son objeto de una
planificación previa. Pueden agruparse dentro de la categoría de "elementos
arquitectónicos". (Ejemplos: la forma y las dimensiones del espacio, los materiales de
construcción, su estructura, sus colores);

B. Elementos que definen la calidad del espacio. Al ser más maleables, no pueden
planificarse en la misma medida. Son las "condiciones climáticas" (temperatura, humedad,
atmósfera, etc.);

C. Elementos que, sin decidir la calidad del espacio, influyen en la percepción del
mismo. Su utilización es aleatoria y su efecto de breve duración. Son "elementos
psicológicos". (Ejemplos: el movimiento, comer y beber, el uso de la comunicación
verbal o de otro tipo, etc.).

Otra clasificación, que utiliza criterios más subjetivos, distribuye los elementos ambientales según la
influencia que ejercen sobre nosotros. Aquí se distinguen elementos visuales, sonoros, táctiles,
olfativos y gustativos.
Pero sea cual sea el criterio, es difícil aislar un elemento, separarlo del resto. Y un gran número de
elementos importantes pueden formar parte de muchas categorías diferentes. Así, entre los elementos
elegidos según el primer criterio, la estructura del espacio está ligada a las condiciones climáticas, así
como a los movimientos en el espacio. El placer de comer y beber no es el mismo en todos los
espacios, sea cual sea el clima. En cuanto al segundo criterio, nos permite descubrir asociaciones aún
más complejas. Una estructura, por ejemplo, puede ser percibida por la vista y por el tacto; el
lenguaje se dirige igualmente al oído y a la vista. La comida y la bebida al gusto, pero también al
olfato, a la vista y al tacto. A estos elementos se añaden otros que actúan unos sobre otros en estrecha
interdependencia.

El análisis disociativo sólo se justifica desde el punto de vista del control técnico. Al ser sensible a un
entorno, a una atmósfera, uno no imagina distinguir entre los elementos que lo componen, al igual que
al contemplar un cuadro no separa los distintos materiales utilizados por el pintor.

Formas de comportamiento
Es bien sabido que el comportamiento está fuertemente influenciado por elementos ambientales. En
psiquiatría, la manipulación de estos elementos se denomina "lavado de cerebro". En Nueva Babilonia,
donde cada persona puede utilizar libremente el aparato técnico y participar activamente en la
organización colectiva del espacio, estos elementos no pueden ser elegidos en función de un objetivo
preestablecido. Cualquier iniciativa en una u otra dirección puede, en cualquier momento, ser
desvirtuada por iniciativas diferentes, incluso opuestas.
Si el neobabilonio puede transformar el entorno y el ambiente utilizando el material técnico
disponible, si al hacerlo puede influir temporalmente en el comportamiento de los demás, él a su vez
sufre su influencia. En cualquier caso, el efecto de su intervención no dura mucho, ya que al ser una
provocación cada intervención no puede quedar sin respuesta.
Se podría objetar que, al no ser la creatividad igual para todos, la influencia de los más activos y
dotados será más fuerte que la de los menos enérgicos e inventivos. Esta objeción, sin embargo, es
propia de una mentalidad utilitaria, que ve en la superioridad de la inteligencia y la energía el medio
más seguro de acceder al poder. En una cultura colectiva, el acto individual se entremezcla con la
actividad social general. No puede ser aislado y el resultado no lleva ninguna huella. La cultura
colectiva es una cultura compuesta, producto de la estrecha y orgánica interdependencia de toda la
actividad creativa. Es lo contrario de la cultura competitiva que conocemos, que toma la superioridad
absoluta del más fuerte, del "genio", como unidad de medida de toda actividad, lo que da lugar a un
despilfarro sin parangón de las energías creativas.

Imaginemos, pues, que en un momento dado X número de individuos se encuentran dentro de uno de
los sectores. Que el sector está dividido en muchos espacios de diferente tamaño, forma y ambiente.
Que cada uno de estos espacios está a punto de transformarse: ser construido, destruido,
montado,...desmontado.Que que todos los individuos presentes participen activamente en esta
actividad incesante.
Que cada persona puede circular libremente de un espacio a otro. Que el sector es atravesado
incesantemente de una parte a otra por nuevas personas y por aquellas que, tras haber permanecido
allí un tiempo, se marchan. Esta complejidad móvil tanto de las condiciones espaciales como de la
composición de la "población" determina la cultura de Nueva Babilonia.
Los sectores cambian constantemente de forma y ambiente según las actividades que se desarrollan
en ellos. Nadie puede volver a lo que había antes, redescubrir el lugar tal y como lo dejó, la imagen
que había retenido en su memoria. Nadie cae ahora en la trampa de la costumbre.
Los hábitos, cuyo conjunto constituye un "modelo de comportamiento" social, son los que, en la
sociedad utilitaria, privilegian un modo de vida estático: son otros tantos automatismos. Sin embargo,
el dinamismo de una vida de creación permanente excluye todo automatismo. Al igual que un artista
no puede ni quiere repetir una de sus obras, el neobabilonio que crea su vida no puede mostrar un
comportamiento repetitivo.

El laberinto dinámico
Mientras que en la sociedad utilitaria se busca por todos los medios una orientación óptima en el
espacio, garantía de eficacia y economía temporal, en Nueva Babilonia se privilegia la desorientación
que favorece la aventura, el juego y el cambio creativo. El espacio de Nueva Babilonia tiene todas las
características de un espacio laberíntico, en el que el movimiento ya no se somete a las limitaciones de
una organización espacial o temporal determinada. La forma laberíntica del espacio social de Nueva
Babilonia es la expresión directa de la independencia social.
El ambiente de un entorno que posee ciertas características plásticas y acústicas específicas depende de
los individuos que se encuentran en él. Un solo individuo puede someterse pasivamente a este
ambiente o modificarlo según su estado de ánimo en ese momento. Pero con la entrada de una segunda
persona, se siente una nueva presencia y la interacción de las dos presencias excluye toda pasividad.

La calidad del entorno y de su ambiente ya no depende únicamente de los factores materiales, sino de
la forma en que se habrán percibido, apreciado y utilizado, de la "nueva forma de verlos". Y cuando
una tercera o cuarta persona viene a ocupar su lugar junto a las demás, la situación, al ser más
compleja -- escapa al control de cualquiera de los presentes. A medida que el número de visitantes
aumenta gradualmente y la composición del grupo se altera, la complejidad también aumenta,
mientras que el control individual del espacio disminuye.

El uso colectivo del espacio conlleva un cambio cualitativo, ya que tiende a reducir la pasividad. La
actividad de los ocupantes de un espacio es parte integrante del ambiente que, siendo estático, se vuelve
dinámico. En un espacio social en el que el número de individuos cambia incesantemente, junto con las
relaciones entre ellos, cada persona se ve impulsada a cambiar su ambiente personal. Todos estos
impulsos, reunidos, representan una fuerza que actúa manifiestamente sobre la ordenación del espacio,
y en Nueva Babilonia, donde el espacio es público, actúa continuamente.

El espacio en su totalidad se someterá así a las influencias más inesperadas, y se puede imaginar que un
proceso similar se desarrolla simultáneamente de forma infinitamente diversa en una multitud de
espacios, cuyo número es tan variable como los vínculos creados entre ellos. Se llega así a la imagen de
un inmenso espacio social que es siempre otro: un laberinto dinámico en el sentido más amplio del
término.

Tecnología
La tecnología es la herramienta indispensable para realizar un colectivismo experimental. Pretender
dominar la naturaleza sin la ayuda de la técnica es pura ficción. Como lo es la creación colectiva sin
los medios de comunicación adecuados. Un medio audiovisual renovado, reinventado, es una ayuda
indispensable. En una comunidad fluctuante, sin base fija, los contactos sólo pueden mantenerse
mediante una intensa actividad de telecomunicaciones. Cada sector estará dotado de equipos de última
generación, accesibles a todos, cuyo uso, hay que señalar, nunca es estrictamente funcional. En Nueva
Babilonia el aire acondicionado no sólo sirve para recrear, como en la sociedad utilitaria, un clima
"ideal", sino para variar el ambiente al máximo. En cuanto a las telecomunicaciones, no sirven sólo, ni
principalmente, a intereses de tipo práctico. Está al servicio de la actividad lúdica, es una forma de
juego.
Para entenderlo, tomemos el ejemplo de una cafetería local, una cafetería muy tranquila cuyo ambiente
se anima de repente cuando algún recién llegado pone dinero en la gramola. En New Babylon, cada
persona puede, en cualquier momento y en cualquier lugar, alterar el ambiente ajustando el volumen
del sonido, el brillo de la luz, el ambiente olfativo o la temperatura. Si un pequeño grupo entra en un
espacio, la ordenación de ese espacio puede convertirse en otra cosa. Al articular muchos espacios
pequeños, se puede crear un espacio de dimensiones más amplias, o viceversa. También se puede
cambiar la forma de un espacio con nuevas entradas, o bloqueando las antiguas; añadiendo o quitando
escaleras, puentes, escaleras, rampas, etc. Con un mínimo esfuerzo, se puede llegar a cualquier
modificación deseada. Además, se dispone de una variada gama de tabiques de diferentes materiales,
texturas y colores; diferentes también en sus cualidades termoacústicas. Las escaleras, puentes y
tuberías son a su vez de construcción y forma variadas.

Por la combinación de superficies irregulares, apenas practicables, de rampas lisas, pasillos


estrechos, ángulos agudos, etc., ciertos espacios se vuelven selectivos. Este sería el caso de aquellos a
los que se accede por una escalera de cuerda o una pértiga, y que serán los lugares favoritos de los
niños y los jóvenes. Los sectores marginales, que se posan en la ladera de una montaña o en el litoral
y que, dada su situación, son menos frecuentados, serán los preferidos de los jubilados o los
enfermos.
Los sectores deben ser lo más independientes posible desde el punto de vista de su construcción y sus
instalaciones técnicas. Esto es importante, ya que cualquier sector debe poder reconstruirse sin dañar
los sectores vecinos a los que está unido por puentes móviles. Las grandes centrales eléctricas o
nucleares que abastecen a los sectores se sitúan, por supuesto, lo más lejos posible de la red.

La intensificación del espacio


En Nueva Babilonia, donde la naturaleza y la estructura del espacio cambian con frecuencia, se hace un
uso mucho más intensivo del espacio global. El volumen del espacio social y de la actividad social en
el espacio tiene dos consecuencias: el espacio disponible para el uso individual es mayor que en una
sociedad con una población sedentaria; sin embargo, ya no hay espacio vacío, espacio no utilizado ni
siquiera por un breve tiempo, y, a medida que uno hace
uso creativo de la misma, su aspecto cambia tanto y tan a menudo que una superficie relativamente
pequeña ofrece tantas variaciones como un viaje alrededor del mundo. La distancia recorrida, la
velocidad, ya no son las varas de medir del movimiento; y el espacio, vivido más intensamente, parece
dilatarse. Pero esta intensificación del espacio sólo es posible gracias al uso creativo de los medios

técnicos, un uso que nosotros, que vivimos en una sociedad donde el uso tiene una finalidad, apenas
podemos imaginar.
Tener éxito en la vida es crear y recrear sin cesar. El hombre sólo puede tener una vida digna de sí
mismo si él mismo crea. Cuando la lucha por la existencia no sea más que un recuerdo, podrá, por
primera vez en la historia, disponer libremente del conjunto de su vida. Podrá, con total libertad, dar a
su existencia la forma de sus deseos. Lejos de permanecer pasivo ante un mundo en el que se contenta
con adaptarse, para bien o para mal, a las circunstancias externas, aspirará a crear otro en el que se
realice su libertad. Para poder crear su vida, le corresponde crear ese mundo. Y esa creación, como la
otra, conlleva la misma sucesión ininterrumpida de re creaciones.
La Nueva Babilonia es sólo obra de los neobabilonios, producto de su cultura. Para nosotros, sólo es un
modelo de reflexión y juego.
(Escrito por Constant, para el catálogo de la exposición publicado por el Haags Gemeetenmuseum, La
Haya, 1974).

Para contactar con NOT BORED!:


Info@notbored.org
ISSN 1084-7340.
Correo postal: POB 1115, Stuyvesant Station, Nueva York 10009-9998

También podría gustarte