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INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS DE EMOCIONES

Compilación: José Carlos Castro y Ninoska Ninamango

Material didáctico reproducido en la Universidad César Vallejo, para uso exclusivo en


clase. Los textos contenidos en este documento han sido tomados de diferentes libros y
fuentes físicas y digitales.

I. PERSONALIDAD, TEMPERAMENTO Y CARÁCTER


La personalidad, el carácter y el temperamento son conceptos diferentes, aunque en el
lenguaje coloquial se confundan. En este artículo se explican las diferencias entre estos
tres términos, y se desmontan mitos acerca de los mismos, como el de que el
temperamento es inamovible y determinante.
Personalidad, carácter y temperamento son 3 conceptos que suelen utilizarse como
sinónimos, aunque la parte de su definición que los distingue sea importante. La
confusión es entendible. De hecho, ni siquiera los psicólogos de la personalidad logran
ponerse de acuerdo para definir su objeto de estudio.
Los términos carácter y temperamento se refieren a conceptos afines o relacionados
con la personalidad, aunque, por ejemplo, el temperamento está relacionado con la
dimensión más biofísica del sujeto. Estas y otras cuestiones serán expuestas a
continuación, después de tratar de entender qué significa esa palabra que tanto
utilizamos, pero de complicada definición: la personalidad.

1.1. El estudio de la personalidad: en busca de una definición


No existe una definición compartida de personalidad. De hecho, ni siquiera los grandes
intelectuales de dicha rama científica se han conseguido poner de acuerdo. Allport
(1960) consideraba que la personalidad era un conjunto de variables aditivas,
integradoras, jerárquicas, adaptativas y distintivas. Cada una de esas variables tiene una
función de respuesta al ambiente concreto de cada sujeto.
Eysenck (1987), por otro lado, entendía la personalidad desde una definición aditiva:

La personalidad es la suma total de los patrones de conducta, actuales


o potenciales, de un organismo en tanto que determinados por la
herencia y el ambiente.

La definición adaptativa que da W. Mischel (1987), profesor de la Universidad de


Stanford y Columbia, de la personalidad es:

Los patrones típicos de conducta (incluidas emociones y


pensamientos) que caracterizan la adaptación del individuo a las
situaciones de la vida.

Pelechano (1973), por otro lado, entiende la personalidad como lo que da identidad al
sujeto a lo largo de su ciclo vital, mientras que Guilford (1975) creía que esta era un
patrón único de rasgos. Ambas definiciones parten de la variable de distinción que
Allport expuso en su teoría.
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1.2. Características generales de la personalidad
A pesar de la falta de consenso, se han podido identificar en las distintas teorías tres
principios básicos que pueden aplicarse a la personalidad. Estos principios son:
 Totalidad: ningún sistema es igual que otro por la interacción de todos sus
elementos. Como reza la ley gestáltica, el todo es más que la suma de sus partes.
Por ello, la personalidad se entiende como una organización. A través de la
interacción del ser humano con su medio, van apareciendo nuevas dinámicas y
tendencias que son capaces de responder a sus demandas. El principio de
totalidad también refiere que uno de los aspectos más importantes de la
personalidad es la singularidad, y que cuanto más complejo sea ese sistema, más
necesidad de singularidad necesitará ese sistema.
 Retroalimentación y autoorganización: para mantener la identidad interna ante
el cambio externo constante existen procesos de autorregulación de la
personalidad. No se refiere a un simple proceso de homeostasis para mantener
el equilibrio. La personalidad está en constante contacto con el ambiente,
conjugando cambio y equilibrio. No obstante, a pesar de esos cambios, los
procesos de autorregulación garantizan una identidad y personalidad
constantes.
 Indeterminación: la personalidad es indefinida y abierta en tanto que no se
puede determinar el estado real inicial de sus elementos. El sistema, o la
personalidad, puede actuar de forma indeterminada hacia ciertos estímulos y
viceversa. Por ello, existen respuestas muy diferentes ante una palabra, una
conducta o un gesto.
Diferentes autores han entremezclado los 3 conceptos que nos ocupan. Por ejemplo, es
el caso de Eysenck y Pavlov, que desarrollaron teorías de personalidad basadas en la
biología.

1.3. El temperamento: la biofísica de la persona


La personalidad, carácter y temperamento no son lo mismo. Aunque no parece existir
un acuerdo para definir a la personalidad, sí se sabe que el temperamento hace
referencia a la dimensión biofísica del sujeto. La parte más condicionada por la biología,
por la genética.
En los tiempos de Hipócrates, se entendía el temperamento como el humor
predominante en la personalidad de un individuo. Para conocer dicho humor, se
buscaba en la saliva la presencia de sangre, bilis, agua y flemas; cada elemento alude a
uno de los cuatro temperamentos fundamentales: sanguíneo, colérico, melancólico o
flemático. Estos humores vienen definidos así:

 Humor sanguíneo: personas con un humor variables y muchos altibajos.

 Melancólico: individuos tristes pero risueños y soñadores.

 Colérico: sentimientos impulsivos y voluntad de hierro.


 Flemático: lentas, apáticas, pero con sangre fría.
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Rothbart, Posner y Hershey (1995) definen el temperamento como una respuesta a los
cambios del entorno, respuesta que puede ser somática y autónoma. El temperamento
también incluye el temor y la inhibición ante lo novedoso, la impulsividad, el ánimo
positivo o negativo, el nivel general de actividad o la atención constante.
Algunos, como Izquierdo (2002), entiende el temperamento como un concepto amplio
relacionado con las distintas dimensiones de la conducta, que surge en la infancia y que
da fundamento a la personalidad futura. Considera además que el temperamento es
bastante estable en el tiempo, en comparación con otros componentes de la conducta.
No obstante, no entiende el temperamento como un concepto cerrado e inamovible. El
temperamento puede modificarse a través de prácticas educacionales y por el entorno.

1.4. ¿Cómo influye el temperamento en la personalidad?


El temperamento puede considerarse las bases del desarrollo de la personalidad en
tanto que es el que inclina las elecciones de la persona en pos de una cosa u otra. En
función de esa elección, la persona se desarrollará de una manera diferente o de otra,
permitiendo a la personalidad construirse en un ambiente o en otro.
Así, por ejemplo, una persona con un temperamento sociable inclinará su elección (no
tiene por qué ser de manera consciente) hacia ciertas actividades que conlleven la
compañía de otros. Además, las características iniciales de un niño conllevan una
reacción en su entorno, reacción que podría haber sido diferente si esas características
también lo fueran. El niño se relaciona en un entorno, un microcosmos, muy particular.
Los mismos autores que hablan del temperamento como un factor con cierto peso en la
consecución de una personalidad estable huyen a su vez de posturas deterministas.
Aunque antes se entendía el temperamento como invariable, ahora se define como
relativamente estable.

1.5. El carácter: donde lo social es expresado


El carácter es el componente aprendido de la personalidad, creado a partir de las
experiencias que vive el sujeto. Se destaca el papel imprescindible de la interacción
social en este proceso de formación.
El término carácter proviene del mundo griego, y por ello está muy relacionado con la
ética. Así, autores como Hogan (1973), empapados de esta perspectiva, definieron el
carácter como los motivos, objetivos y disposiciones que dan cierta estabilidad a la
conducta social del individuo. El carácter de la persona está relacionado con cinco
dimensiones sociales:

 El conocimiento de las reglas sociales.


 El grado de respeto hacia las normas, valores y prohibiciones como mandato
personal.
 La empatía.
 La autonomía, donde la responsabilidad de las acciones es de uno mismo.

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 El juicio moral, el grado en el que la persona se involucra en con su conciencia
personal.
La diferencia entre carácter y personalidad es que muchas veces la personalidad viene
definida por adjetivos absolutistas como “fuerte”, “malo”, “simpático”. El carácter está
relacionado con aquella información proveniente de la observación continuada del
comportamiento de la persona. G. Berger (1971) entendía que el carácter era una parte
de la personalidad, más unida a la conducta moral y social que a lo fisiológico de la
persona.

1.6. La personalidad: la suma de todo


Aunque no existe demasiado consenso para definir la personalidad, carácter y
temperamento, sí parece claro que la personalidad se compone por la interacción de
todo lo expuesto anteriormente. Así, personalidad, carácter y temperamento no pueden
entenderse por sí solas.
Los diferentes tipos de personalidad quedan definidos por coaliciones particulares de
unos u otros sistemas, donde desde luego se encuentran incluidos los constructos de
carácter y de temperamento. Separarlos no tiene sentido en tanto que el desarrollo de
uno precede y sigue al otro, y muchas veces es muy difícil saber cuál fue primero.

1.7. Diferencias entre personalidad, carácter y temperamento


Para finalizar, resumiremos en 5 categorías las diferencias más notorias entre
personalidad, carácter y temperamento.
1. Origen. La primera de las diferencias entre personalidad, carácter y
temperamento es el origen. Así, mientras que la personalidad surge de la
interacción de factores genéticos, biológicos, sociales y cognitivos, el carácter
surge de un aprendizaje y el temperamento de factores biológicos.
2. Aparición. Al nacer ya contamos con un temperamento. Luego,
progresivamente, va apareciendo la personalidad y el carácter. La personalidad
se va configurando con los años y el carácter quizás tarde un poco menos.
Aunque, es pertinente tener en cuenta, que esto puede variar ligeramente de
persona en persona.
3. Consolidación. La personalidad se consolida aproximadamente al final de la
adolescencia. Esto no significa que en algunas personas se consolide antes o
después. Por su parte, el carácter se afianza un poco antes, aunque puede ir
variando con el tiempo. Finalmente, el temperamento se fija mucho antes, en la
infancia.
4. Grado de estabilidad. Otra de las diferencias entre personalidad, carácter y
temperamento es su grado de estabilidad. De esta forma, el temperamento es
muy estable en el tiempo. En cambio, el carácter puede oscilar, pues depende
del aprendizaje.

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Por su parte, la personalidad sufre pocas oscilaciones a lo largo de la vida, es
bastante estable después de la adolescencia. Aunque, esto no significa que no
sufra cambien con el tiempo.
5. Grado de permeabilidad. La permeabilidad hace referencia al grado en el que un
fenómeno, constructo o estructura se deja influenciar por factores externos
(modificando su propia estructura).
Dicho esto, el temperamento sería el constructo menos permeable de los tres,
por su alto componente biológico. Luego, le sigue la personalidad, también poco
influenciable (o difícil de modificar).
Carácter, personalidad y temperamento son conceptos similares, entremezclados por la
filosofía de muchos autores que los incluían en sus teorías, pero con diferencias notables
entre ellos. La gran complejidad de este tema reside en la dificultad para definir la
personalidad, una parte profunda, cambiante y a la vez estable de nuestro ser.

II. LA TRIADA PENSAMIENTO-EMOCIÓN-ACCIÓN


Observando a los alumnos en una clase de inglés, se puede comprobar de una manera
práctica la teoría de que primero viene el pensamiento y después la emoción.
Ese día en la academia entró una chica nueva en la clase equivocada. La clase a la que
entró era de nivel medio y la chica que se acababa de incorporar tenía un nivel inicial,
apenas entendía nada y estaba allí como una prueba, para ver el funcionamiento de las
clases.
Era una clase en la que los profesores hablaban todo el rato en inglés, no decían
absolutamente nada en español y se dirigían a la chica nueva en inglés y ella no les
entendía nada de nada. Se hablaban por señas y le dijeron que se sentara, que observara
la clase tranquilamente, que poco a poco, de tanto escuchar hablar en inglés, iría
entendiendo algo. Comenzó la clase, se iban haciendo diferentes ejercicios. Los que
tenían un nivel medio entendían perfectamente al profesor todo lo que hablaba en
inglés. En uno de los ejercicios, el profesor se dirigió a un alumno, le hizo varias
preguntas y, de repente, el alumno se ruborizó.
¿Por qué se ruborizó? Algo muy personal le preguntaron que le incomodó. La emoción
de la timidez apareció después de que su pensamiento le enviara información al
respecto.
Cuando recibimos cualquier información la mente, en cuestión de segundos, hace una
evaluación. Si esta es positiva, obtendremos una emoción positiva y si es negativa,
recibiremos una emoción negativa, pero sin pensamiento es difícil que haya emoción.
Prueba de ello es que cuando el profesor se dirigió a la chica nueva, que no entendía
nada de inglés, le hizo preguntas personales, como al otro chico, pero ella no sentía
ninguna emoción, ni buena ni mala. La sacaron a la pizarra y, sin entender nada, seguía
las instrucciones. Los compañeros le llegaron a decir que para ser nueva estaba
demasiado relajada y cómoda.

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Después, esta chica comentó que estaba muy sorprendida, que ella era una chica muy
tímida e insegura. Pero como no entendía nada, no se activaba ninguna emoción
negativa. Su mente no estaba recibiendo ninguna información porque no entendía
inglés, entonces su mente no podía hacer interpretaciones internas.

Las emociones dependerán de la interpretación interna que hagamos


sobre la información. Ahí entran en juego nuestras creencias y forma
de pensar

Ante alguien que nos halaga diciéndonos que estamos elegantes o guapos, una persona
que se guste a sí misma se sentirá bien cuando se lo digan. Sin embargo, una persona
que tenga complejos y no se guste, ante un halago así, sentirá malestar porque
interiormente estará interpretando que se lo dicen por cumplir o para animar.
Las emociones nos las creamos nosotros mismos con las interpretaciones interiores que
hacemos cada vez que recibimos información. Muchos dicen que no piensan en nada y
a pesar de ello sienten emociones negativas, por ello no creen que primero va el
pensamiento y después la emoción, pero lo cierto es que, aunque uno no se dé cuenta
de que está pensando, esos pensamientos y evaluaciones se hacen inconscientemente.
Por ello, la clave para tener controladas nuestras emociones está en hacer conscientes
esas interpretaciones internas y trabajar en ellas cada vez que recibamos información.
Plantéate cada vez que sientas malestar, ¿qué estoy pensando sobre esta situación o
sobre lo que me han dicho? En realidad, nadie nos hace daño, ninguna situación nos
provoca malestar, somos nosotros mismos quienes nos hacemos daño con las cosas que
pensamos.

El pensamiento es la principal facultad del hombre, y el arte de


expresar los pensamientos es la primera de las artes.

Étienne Bonnot de Condillac

Si algo te afecta es porque tienes una interpretación negativa interior y, aunque no seas
consciente de ella, la tienes. Si eres capaz de detectar esa evaluación negativa que haces
y la cambias, tus emociones también cambiarán. Entrar en la estructura del pensamiento
es una herramienta muy valiosa para cambiar las emociones, porque primero viene el
pensamiento y dependiendo de cómo sea, así será después la emoción.

2.1. ¿Por qué ocurre esto?


Saber que nuestro pensamiento genera emociones y conocer sus mecanismos hace que
tengamos una herramienta muy poderosa para poder manejarlas. Las emociones no
tienen una explicación sencilla, todos percibimos el mundo a través de un filtro formado
por nuestros sentidos y nuestras interpretaciones.
El proceso cognitivo es una suma de mecanismos que utilizamos los seres humanos para
incorporar conocimientos. La memoria, la inteligencia, el pensamiento, la atención o el
lenguaje forman parte de este proceso.

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Emociones y proceso cognitivo están íntimamente ligados en una doble dirección, ya
que un estado emocional negativo puede influir en el proceso cognitivo y al revés, una
errónea interpretación de una situación puede acarrear emociones negativas.
Imaginemos que alguien nos mira con el ceño fruncido. Podemos pensar que esa
persona tiene algo contra nosotros e interpretar la mirada como algo hostil cuando
puede que esté enfadada por algo totalmente ajeno que nada tiene que ver con
nosotros. Hemos observado un suceso, hemos procesado e interpretado la información
y hemos llegado a una conclusión. El estado emocional previo a la aparición de esta
situación hace que pensemos y la interpretemos de determinada manera y también la
conclusión a la que llegamos genera en nosotros una emoción que varía en función de
lo que hemos interpretado.
 Tiene algo contra mí, quiere hacerme daño y es más fuerte que yo. La emoción
que generan nuestros pensamientos es el miedo.
 Tiene algo contra mí, quiere hacerme daño, pero soy más alto y fuerte. La
emoción que generan nuestros pensamientos es la hostilidad.
 No sé por qué me mira de esa manera, parece enfadado conmigo, pero voy a
esperar a ver qué pasa. Generamos cierta preocupación y nos ponemos en
guardia, aunque sin alarmarnos demasiado.
 Parece enfadado, pero como no le conozco de nada es probable que no sea
conmigo, a lo mejor está así siempre. En este caso la emoción generada es más
bien de curiosidad.
Con este ejemplo se puede ver cómo el mismo suceso puede dar lugar a emociones muy
diferentes según nuestro pensamiento. Es importante pensar de manera lógica y realista
y cuestionarnos en muchas ocasiones las interpretaciones que hacemos, para lograr
tener pensamientos constructivos y libres de errores.
La doble relación entre proceso cognitivo y emoción se hace aún más fuerte cuando el
estado emocional es más intenso. Una persona que se pone muy nerviosa en
determinada situación puede llegar a bloquearse a nivel cognitivo. De manera inversa,
interpretar una situación de manera excepcionalmente amenazante puede hacer que la
persona sufra un estado grave de ansiedad.
Cuando hablamos de trastornos emocionales como los trastornos de ansiedad o las
depresiones dicha relación cognición-emoción se hace aún más estrecha. Las personas
con problemas de ansiedad presentan más sesgos cognitivos, es decir, interpretan las
situaciones de manera más centrada en la amenaza que las personas sin estos
problemas. Algo similar se observa en el caso de las emociones. Algunas personas
cuando sufren una pérdida importante, especialmente las personas propensas a la
depresión tienden a interpretar los hechos negativos en términos de:
 Causalidad de tipo interna, es decir, la culpa la tengo yo.
 Global, independiente de la situación.
 Estable, que se mantiene a lo largo del tiempo.

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Una frase que puede resumir esta situación es por ejemplo: “Ha sido por mi culpa, como
sucede con todo desde siempre”.
Hay otros problemas emocionales derivados de lo que se llama proceso o sesgo de tipo
atribucional. Es decir, aquellas personas que tienden a echar la culpa de los resultados
negativos a otras personas, a atribuirles las consecuencias, tienden a enfadarse más y a
experimentar más estados de ira.
En cambio, la culpa se caracteriza por un resultado negativo que se atribuye a causas
que podríamos haber controlado si nos hubiéramos esforzado y la vergüenza está
asociada a resultados negativos causados por procesos que se podrían haber controlado
si hubiéramos tenido mayor capacidad.

2.2. ¿Cómo nos relacionamos con el mundo?


A través del pensamiento, emoción y acción es como nos relacionamos con el mundo.
La conducta viene determinada por mi forma de interpretar la situación. La cual se verá
influida por éstos tres componentes.
Los tres aspectos están intrínsecamente relacionados y se influyen mutuamente.
Independientemente de cuál sea el desencadenante, ya que debemos contar con cierta
actividad automática. No toda actividad aprendida es consciente.
Nuestro cerebro piensa con la misma naturalidad con la que nuestro corazón bombea
sangre y nuestros pulmones mueven el aire. La mente está hecha para pensar.
No somos nuestros pensamientos, sino el pensador de los mismos. Creerse un
pensamiento como si fuera real, es engañoso. Si el pensamiento es negativo, creérmelo
será doloroso.
Lo que piensas solo es una propuesta de tu cerebro, el cual está a tu servicio. El
responsable de creer o no cosas sobre ti mismo eres tú. El responsable de cuestionar
ciertos pensamientos eres tú. El responsable de indagar otras alternativas eres tú. El
cerebro, como fiel escudero a tu servicio solo te dará más de aquello en lo que pones tu
atención.

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