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Se dice que la antigua Grecia había un hombre llamado Diógenes, quien en pleno
día llevaba una lámpara prendida, y cuando la gente le preguntaba por tan extraña
conducta él les respondía: “busco a un hombre justo”. Y no lo encontró. Cuando el
Eterno decretó destruir el mundo por medio de un diluvio, también buscaba a
hombre justo, a un tzadik.
Por ejemplo, una de las preguntas que uno podría hacerse es, ¿qué quiere decir
Moshé cuando escribe que Nóaj encontró gracia (jen) a los ojos del Eterno? Es
decir, ¿qué significa la palabra “jen” que generalmente se traduce como “favor” o
“gracia”? Por favor, siga este collar: (1) “Y el Eterno dio gracia (jen) al pueblo a los
ojos de los egipcios” (Shemot 12:36). (2) “Y sucedió que, cuando el rey (Asuero) vio
a la reina Ester, que estaba en pie en el patio, ella halló gracia (jen) ante sus ojos”
(Ester 5:2). (3) En el texto griego del NT encontramos una expresión similar que
tiene este mismo fondo hebreo: “Y Yeshua crecía en sabiduría, en estatura, y en
gracia para con Di_s y con los hombres” (Lucas 2:52).
Segundo, en cuanto a los hebreos, la Torá dice que “Di_s dio jen al pueblo a los
ojos de los egipcios” (Shemot 12:36), no queriendo decir que todos ellos que eran
justos sino que el Eterno hizo una obra especial en ellos, pues cambió la expresión
de sus rostros con la alegría de la salvación a fin de impresionar a los egipcios y
estos, ya humillados por los prodigios del Eterno, miraron a los israelitas con
simpatía y así los pudieron ofrendarles generosamente.
Una de las lecciones, entre tantas, que podemos sacar de acá, es que si en un
hogar hay un hombre justo y lleno de la Ruaj HaKodesh, éste hombre puede
salvar a su familia! Es decir, por medio de su unción, él puede propiciar la salvación
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de los suyos. De allí la promesa, “Cree en el Señor Yeshua el Mesías, y serás salvo
tú y tu casa” (Hechos 16:31). Esta promesa es para ti y para mí! ¡Ajá! Y si sucede
que haya un miembro de la familia de un tzaddik quien no crea, y decide hacer su
propia vida, ¿podemos decir que falló la promesa divina? De ninguna manera, falló
la persona quien se le ofreció la bendición de la salvación en su propia casa y, por
su necedad (porque no hay otra palabra), la rechazó.