Está en la página 1de 8

Cuando las esperanzas se secan.

Si tus sueños han muerto y la esperanza de alcanzar aquello por lo


que tanto luchaste se ha ido… ¡calma! no pierdas la fe… que la
ultima palabra la tiene Dios. No importa que tan seca pueda estar tu
vida, cuando Cristo llega florece la esperanza y resucitan los
sueños.

Facebook: https://www.facebook.com/Radio3IBN/
YouTube: https://n9.cl/radio3ibn
Instagram: https://www.instagram.com/3ibnradio/?hl=es-la
DLive: https://dlive.tv/Radio3IBN
VK: https://vk.com/radio3ibn
Twitter: https://twitter.com/Radio3IBN
VaughnLive: https://vaughn.live/radio3ibn
Ok.ru: https://n9.cl/red3ibn
Twitch.tv: https://www.twitch.tv/radio3ibn
DailyMotion: https://n9.cl/radio3ibn_dailymotion

Sabemos que los años de pandemia han sido duros en muchos


sentidos, problemas económicos, problemas de salud, separación
de seres queridos, planes no cumplidos, oraciones al parecer no
contestadas. Hoy quiero decirte algo: así como el año aún no ha
terminado y muchas cosas pueden aun pasar, así también tu
situación no es definitiva, como se dice en el boxeo: “aun no tires la
toalla”, pues mientras Dios no diga: “todo ha terminado”, nada está
terminado.

El hecho de que las cosas no salgan como las has planeado, no


quiere decir que Dios te ha abandonado. Dios está trabajando en tu
vida, con su plan que tal vez no sea el tuyo, pero de seguro será el
mejor. Quiero que salgas hoy de aquí con tu fe renovada, con la
esperanza que solo Dios puede dar, con la seguridad de que Su
amor por ti es para siempre, es real.
Quiero hablarte hoy de un joven que vio frustrada su carrera, que
tuvo que dejar a los suyos, que fue llevado a un exilio forzado
donde vio como destruían su ciudad. Su nombre era Ezequiel (Dios
fortalece) y profetizó en Babilonia para aquellos que estaban como
él en cautividad. Leamos juntos una de sus más conocidas visiones
y saquemos de ellas enseñanzas para hoy. (Ezequiel 37:1-7).

El Señor puso su mano sobre mí, y me hizo salir lleno de su


poder, y me colocó en un valle que estaba lleno de huesos. 2
El Señor me hizo recorrerlo en todas direcciones; los huesos
cubrían el valle, eran muchísimos y estaban completamente
secos. 3 Entonces me dijo: "¿Crees tú que estos huesos
pueden volver a tener vida?" Yo le respondí: "Señor, solo tú lo
sabes." 4 Entonces el Señor me dijo: "Habla en mi nombre a
estos huesos. Diles: 'Huesos secos, escuchen este mensaje
del Señor. 5 El Señor les dice: Voy a hacer entrar en ustedes
aliento de vida, para que revivan. 6 Les pondré tendones, los
rellenaré de carne, los cubriré de piel y les daré aliento de vida
para que revivan. Entonces reconocerán ustedes que yo soy
el Señor.' “7 Yo les hablé como él me lo había ordenado. (Dios
Habla Hoy).

Para comprender mejor este precioso texto del libro de Ezequiel,


conviene que situemos bien su contexto. ¿Para quiénes está
hablando el profeta? ¿Qué acontecimientos sociopolíticos están en
la base de lo que nos relata el libro? Remontémonos al final del
siglo VII a.C., al año 609. Ese año muere el rey Josías y con él
termina el esplendor del reino de Judá. A partir de ese
acontecimiento el pueblo de Israel pierde la independencia plena y
el país se ve abocado a un momento de crisis.

Tanto Egipto como Babilonia imponen sus gravosos impuestos; los


dos grandes partidos muestran tensiones continuas y las injusticias
se propagan fomentadas por el gobierno del momento. Por
desgracia, una realidad que se ha repetido y multiplicado a lo largo
de la historia y que no nos resulta tan desconocida.

El rey Joaquín, que subió al trono ese mismo año, se sometió


primero a Babilonia, pero luego dejó de pagar el tributo que le
pedían y ello provocó un primer asedio sobre Jerusalén y la
deportación de un importante grupo de judíos en el año 597. Parece
ser que, entre ellos, tuvo que marchar Ezequiel siendo aún joven.

Tras este hecho y según fuera el deseo del rey de Babilonia


Nabucodonosor, los reyes son erigidos y depuestos continuamente.
Acontecen conflictos, intrigas políticas, asaltos, violencia… La
situación religiosa es irregular y finalmente, en un nuevo asedio a
Jerusalén, son incendiados el templo, el palacio real y las casas.
Los babilonios saquean los tesoros, derriban las murallas y
deportan a un nuevo grupo de judíos. Las instituciones más
significativas y que hasta ese momento habían sostenido al pueblo
judío, desaparecen bajo el poder opresor.

¿Y el pueblo de Israel? Lo ha perdido todo: la tierra prometida, la


ciudad santa, el templo, la independencia. Ni siquiera le queda la
esperanza del retorno o la seguridad de ser el pueblo elegido y
amado por Dios. En medio de esta realidad se alzarán voces como
las de Ezequiel, que anuncian la inminencia de la catástrofe… pero
también la esperanza de la restauración. ¿Quién querrá
escucharle?
Ezequiel, por tanto, fue profeta del Exilio del pueblo de Israel. Como
fue deportado siendo aún pequeño, la vocación le fue dada ya en el
exilio, es decir, mientras experimentaba en su propia carne las
dificultades, el miedo y la tentación de la desesperanza. Sobresalió
como un varón capaz de escuchar a Dios y de transmitir su Palabra.
Muchos acudían a él para escucharlo como a “un trovador de voz
hermosa que sabe cantar” (33, 32), atendían a sus palabras, a su
invitación a cambiar de vida y a renovar la fidelidad con Dios, pero
luego no lo llevaban a la práctica (33, 31).

Parece que fue hijo del sacerdote Buzí y se piensa, por el lenguaje
que utiliza que quizás él mismo pudo serlo. Estuvo casado, sin hijos
y enviudó antes de la caída de Jerusalén. Ezequiel continuamente
tiene visiones y realiza acciones simbólicas y mímicas; es propenso
al abatimiento, aunque, al tiempo, no deja de animar a la esperanza
y la confianza. Por lo que podemos saber, durante un período
relativamente largo perdió el habla. Pero, una vez recuperada,
justamente en el momento del gran asedio a Jerusalén, Ezequiel no
tiene “pelos en la lengua”. Denuncia con claridad a los responsables
de la catástrofe: príncipes, sacerdotes, nobles, profetas,
terratenientes (22, 23-31), critica la corrupción, el mal uso que
hacen de su poder los influyentes.

En el capítulo 34 de su libro responsabiliza de la injusticia reinante a


los pastores (reyes) y a los poderosos. Pero, precisamente, este
capítulo nos abre el camino para una nueva visión. Después de
acusar a los responsables, Dios anuncia a través de Ezequiel que él
mismo “apacentará a sus ovejas” (34, 16). Y esto dará paso a un
mundo nuevo. Tanto en la naturaleza (cap. 36) como en el ser
humano: “Derramaré sobre vosotros un agua pura que os
purificará… Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu
nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré
un corazón de carne” (36, 25-28).

Pero vayamos a la visión… y quiero enfocarla en tres puntos


fundamentales.

1- Me llevó al valle (v 1-2): Es Dios mismo el que lo lleva en visión a


ese valle lleno de huesos secos. Lleno de planes no realizados,
lleno de enfermedades aun no curadas, lleno de necesidades
económicas, lleno de familias separadas, lleno también de estos,
nuestros huesos secos. El Señor conoce tu situación y El toma la
iniciativa para venir a encontrarse contigo. Dios también es el Dios
de los valles, de las partes bajas, de nuestro momento más oscuro.
Si, El está al lado del que está consumiendo drogas, del que está
en la cárcel, del que está enfermo. El no se olvida de los suyos.
Jesús no se quedó en el monte de la transfiguración, sino que bajó
de nuevo al valle y dio libertad al cautivo, escuchando la suplica de
un padre (Marcos 9).

2- ¿Vivirán esos huesos? (V 3): Una pregunta hecha para aquellos


que como Ezequiel reconocen su necesidad espiritual (Mateo 5: 3).
Los ojos se fijan en las circunstancias alrededor, humanamente no
hay solución. Él ha visto con sus propios ojos que el panorama es
desconsolador y ante la pregunta del Señor podría haber
contestado.: “Si, yo se la respuesta, yo puedo hacer que vivan yo
tengo la solución”. O podía haber contestado: No, no hay nada por
hacer todo está perdido. Pero el profeta escogió a mi entender, la
mejor opción: “Señor tu sabes. Aceptó la soberanía de Dios (El es el
dueño de todo, el dueño del bate y la pelota).

Puso la decisión en sus manos. Dejó al sabio de sabios, tomar la


iniciativa, dejar que El realice su plan en su vida. Oh Señor tu eres
el Único que puedes responder a esa pregunta, Tu eres el único
que puede dar vida a estos mis huesos secos. Tú eres el Único que
tiene autoridad y poder para cambiar lo que yo, ni ningún humano
puede cambiar. si, esos huesos vivirán porque: -Nada es imposible
para Dios. (Jeremías32:17). – Porque Dios es siempre fiel a sus
promesas (2Corintios1:20) – Dios tiene un proyecto y quiere que
participemos en él.

3- Habla en mi nombre a estos huesos (v 4): ¿Es lógico hablarle a


algo que está muerto? Con Dios, no hay hueso duro de roer, Su
lógica es la de la fe. Entonces, ¿por qué hablarles, por qué
profetizarle y enfrentar una situación que a tu parecer no tiene
remedio? - Háblales, porque Dios lo manda. Profetiza, da un
mensaje del Señor. Usa su Palabra como fuente de aliento, como
espada en esta batalla. Exclama junto con Job: “yo sé que mi
Redentor vive”, únete con el Apóstol Pablo: “Yo sé en quien yo he
creído...” –

Háblales, porque esos huesos no están del todo seco. Tu situación


no está acabada, aquí no hay nada escrito hasta el out 27. Hay
esperanza porque El es un Dios de esperanza contra esperanza.
Así le creyó Abraham (Romanos 4:18). El quiere establecer una
relación personal contigo. Vaclav Havel expresidente de
Checoslovaquia dijo:

"No soy un optimista porque no estoy seguro de que todo


vaya a acabar bien; tampoco soy un pesimista porque no
estoy seguro de que todo vaya a acabar mal. Yo solo llevo
esperanza en mi corazón... y le doy gracias a Dios por ese
regalo que es un regalo tan grande como la vida misma".

Esperanza… 9 letras que le dan sentido a la vida, la visión dice


“estos huesos son el pueblo de Israel”. ¡Son el propio pueblo de
Dios! Ha perdido toda su fuerza, su vigor y su esperanza pero
revivirá, Son muchas las razones que hoy podemos tener para el
abatimiento… También nosotros podemos decir: “nuestros huesos
están calcinados”. Quien no vive en su propia carne las secuelas de
la mil veces nombrada “crisis”, la sufre en personas queridas o la
teme en un futuro no muy lejano. También nuestras instituciones
políticas y religiosas se tambalean… ¿quién no puede ver entre los
huesos secos los suyos propios?

Dios a través de Ezequiel, nos alienta y regala una palabra de


esperanza. ¡Confiemos! La clave no es que todo se vaya a resolver
“en un soplo”… la clave es que el soplo del Espíritu, nos hace
convertirnos, volvernos al Señor y escuchar su Palabra. Y si la
escuchamos, oímos que nos invita a recuperar lo esencial: disfrutar
de lo pequeño y poner nuestra esperanza no en personas ni en
bienes materiales, sino sólo en Dios.

Entonces, nuestros huesos se unirán, se recubrirán de piel y se


llenarán de vida… el resucita las esperanzas, los sueños y le da
sentido a la vida… QUE NO SE TE SEQUE LA VIDA… y si ya está
seca, tranquilo, que la gracia de Dios hace reverdecer aun el mas
árido desierto…

También podría gustarte