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Esta historia sigue un hilo común para este Evangelio (Barclay, 113).
• La persona lo malentiende.
“Vino á Jesús de noche” (v. 2). El hecho de que Nicodemo viene por la noche es
preocupante. Este Evangelio asocia la noche y la oscuridad con lo malvado y con
la separación de Dios (1:5; 3:19-21; 9:4; 11:10; 13:30). Seguramente, Nicodemo
viene por la noche para no ser visto. Naturalmente, es un hombre de reputación
importante, y Jesús, en cambio, es un recién llegado – una cantidad desconocida.
Además, Jesús acaba de crear un jaleo en el templo (2:13-23). Está por ver si es
un profeta o un alborotador.
“Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro” (v. 2). Nicodemo se acerca a
Jesús con respeto, llamándole “venido de Dios por maestro,” afirmando las obras
de Jesús como pruebas de que Jesús está operando por medio del poder de Dios
(2:23). Jesús, sin embargo, ha rehusado confiar en gente que creía a causa de
señales (2:24-25).
“El que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios” (v. 3). “El nacer se
puede considerar por el lado del padre, cuyo verbo es ‘engendrar’ o por el lado de
la madre, cuyo verbo es ‘parir.’ La metáfora Johanina usa el significado anterior,
‘engendrar’” (Howard, 505; véase también Brown, 138), entonces, Jesús está
diciendo que necesitamos ser engendrados dos veces, esta vez por el Padre
Celestial.
La palabra griega, anothen, tiene un doble sentido – “de nuevo” y “de lo alto” – una
ambigüedad que enriquece este versículo. ¿Debemos nacer de nuevo o nacer de
lo alto? ¡Ambos!
• Cristianos a menudo disminuyen el significado de “nacido anothen,” enfatizando
el tomar una decisión a favor de Cristo que resulta con un nuevo nacimiento – la
acción es nuestra.
“¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo?” (v. 4). Nicodemo interpreta las
palabras de Jesús como un renacer físico en vez de espiritual. Lo más probable es
que, dándose cuenta de lo radical que es la demanda de Jesús, Nicodemus
prefiera malinterpretar. Encontraría natural pensar de un prosélito renazca
después de convertirse al judaísmo, pero no sería natural pensar que los judíos –
el pueblo elegido – el pueblo de Dios – necesitaran nacer de nuevo. Encontraría
particularmente difícil imaginar que un fariseo, un líder del pueblo judío, necesitara
nacer anothen – de nuevo – de lo alto. Desde esta perspectiva, la salvación de
Dios se basa en la adhesión a la ley del Tora, y los fariseos superan es eso.
Consideraría a los judíos y los prosélitos como la única gente leal a la ley del Tora,
y se consideraría a si mismo entre los mejores judíos en esta cuestión.
Seguramente, para él, su entrada en el reino de Dios está asegurada.
Pero Jesús dijo que nadie puede ver el reino a no ser que él o ella
nazca anothen – de nuevo – de lo alto. Esto le roba a Nicodemus de la iniciativa y
la pone en las manos de Dios. No importa lo cuidadosamente que Nicodemus
obedezca la ley del Tora; se requiere algo más – su renacer. Esto es algo sobre lo
que él no tiene control – nadie controla su propio renacer. Todos encontramos
difícil perder control – hacer lo mejor que podemos y saber que con eso no llega.
Para alguien como Nicodemus, quien se ha adherido tanto a la ley – que ha
llegado a una alta posición religiosa en su comunidad – sería particularmente
difícil. No es raro que prefiera oír las palabras de Jesús pensando de un renacer
físico en vez de espiritual.
“El que no naciere de agua y del Espíritu” (v. 5). Hay tres maneras posibles de
entender el agua: aquí: purificación – procreación (nacimiento/renacimiento) – el
bautismo cristiano. Morris dice que la procreación (nacimiento/renacimiento) es el
significado más probable (Morris, 190-193).
Sin embargo, no parece necesario escoger solo uno de los tres significados. La
referencia de Jesús al agua y al Espíritu tiene sus raíces en Ezequiel 36:25-27,
donde Dios prometió rociar a la gente con agua para limpiarles y poner un nuevo
espíritu – el espíritu de Dios – dentro de ellos. Agua y espíritu también tienen
fuertes referencias al bautizo. En el bautizo morimos y somos resucitados –
nacidos de nuevo – nacidos de lo alto. En el bautizo también recibimos el Espíritu
(Rom 6:1-11; Hechos 2:38).
“Nacer de la carne significa estar contento con lo que uno puede observar y
controlar. El vivir en la ‘carne’ significa juzgar basándose en lo que uno siente (cf.
7:24; 8:15). Nacer en el Espíritu lleva a una manera diferente de ver y
comprender” (Moloney, 93).
“¿Cómo puede esto hacerse?” (v. 9). Éstas son las últimas palabras de Nicodemo
en este pasaje. No comprende a Jesús – o prefiere no comprender. Más tarde, sin
embargo, Nicodemo defenderá a Jesús (7:50) y asistirá a su entierro (19:39). En
algún momento, la luz amanecerá para él.
“Lo que sabemos hablamos” (v. 11). Cuando Nicodemo vino a Jesús, él dijo,
“Sabemos…” (oidamen) (v. 2). Ahora, Jesús dice, “lo que sabemos” (ho oidamen).
Nicodemo pensaba que conocía a Jesús dado todo lo que Jesús había mostrado,
pero su comprensión era incompleta. Jesús sí conoce cosas celestiales porque,
habiendo descendido del cielo, las ha visto (v. 13).
“…Así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; Para que todo aquel
que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (vv. 14-15). Hay varios
paralelos entre la historia de Moisés y la de Jesús. En ambas:
“Que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna” (v.
15). Ésta es la primera vez que se menciona la vida eterna en este Evangelio. Se
menciona diecisiete veces, quince de ellas de los labios de Jesús.
“La palabra ‘eterna’… ‘se refiere a una edad.’ Los judíos dividían el tiempo entre el
presente y la edad que está por venir. El adjetivo se usaba para describir la vida
en la edad que viene, no para la vida del presente. ‘La vida eterna’ entonces,
significa ‘la vida de la edad que está por venir.’ Es un concepto escatológico…
Pero como la vida que está por venir se concibe como una vida que nunca
termina, el adjetivo llegó a significar ‘para siempre,’ ‘eterno.’ La noción del tiempo
está ahí. La vida eterna nunca cesará. Pero también hay algo ahí más significante.
Lo importante de la vida eterna no es su cantidad, sino su calidad… La vida eterna
está en Cristo. Es una vida que quita a una persona de lo meramente terrenal”
(Morris, 201).