Está en la página 1de 8

LA EVALUACIÓN EDUCATIVA, ASPECTOS DE SU PROBLEMATIZACIÓN Y APORTES

María Guadalupe Beltrán Medina*


María del Carmen Beltrán Medina

Introducción
Las políticas económicas internacionales, propiciaron reformas que establecieron como un
imperativo la creación de instancias nacionales de evaluación, para dar cuenta de las competencias
que los sistemas educativos de cada país forman en sus ciudadanos; asimismo, dieron lugar a la
creación de organismos que se han situado como pioneros y líderes en la creación de enfoques,
métodos y técnicas para el desarrollo del trabajo evaluativo.
Las evaluaciones desarrolladas en los últimos años dejan entrever aún espacios de discusión sobre
aspectos contradictorios y éticos, que si bien orientan ciertas líneas del aporte de la evaluación a los
sistemas educativos, también cuestionan su sentido y actualidad. Algunas tensiones inherentes a la
evaluación, pueden entenderse como espacios de problematización de algunas experiencias en
Jalisco.
El contexto internacional y nacional de la evaluación
El gran interés sostenido por las naciones más avanzadas en la segunda mitad del siglo XX y la
imperiosa necesidad de compararse en términos no sólo de desarrollo económico, sino también
humano, dio lugar a la creación de instancias de evaluación en diversos países. La Internacional
Association for the Evaluation of Educational Achievement (I.E.A.), creada con sede en Holanda,
desde 1958, inició el despliegue de estudios orientados no sólo a la medición de los resultados
educativos, sino también a la identificación de aquellos factores medibles, susceptibles de influir en
los resultados educativos, entendidos estos como el conocimiento, las actitudes y las capacidades
de participación en sociedad. Asimismo, desde su integración, la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE), ha mantenido el interés por desarrollar un sistema de
indicadores sociales cualitativos, que después de algunos intentos pretende consolidar en el
proyecto Indicadores Internacionales de la Educación (INES), a través del cual edita su Education at
a Glance que incluye aspectos teórico-prácticos sobre la construcción y cálculo de indicadores.
El alto énfasis que instancias internacionales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el
Fondo Monetario Internacional, entre otros, u organismos como la ONU, que a través de la UNESCO
ha perfilado líneas para las políticas educativas en todo el planeta; llevaron a la constitución de
sistemas nacionales de evaluación en una gran cantidad de países.
En México, con el propósito de evaluar el nivel de aprovechamiento de los educandos, se creó
desde 1972 en la SEP, el Departamento de Estudios Cualitativos, ahora Dirección General de
Evaluación de Políticas (DGEP). Sus primeras experiencias de evaluación a gran escala se aplicaron

*
María Guadalupe tiene a su cargo la Dirección de Evaluación del Sistema Educativo Estatal en la Dirección General de
Evaluación Educativa (DGEE) de la Secretaría de Educación Jalisco; obtuvo el grado de Maestra en Ciencias de la
Educación en ISIDM. María del Carmen ocupa la Jefatura de Evaluación de Programas y Proyectos en la misma
DGEE y es pasante en la licenciatura en Ciencias de la Comunicación, por parte de ITESO.
para decidir el ingreso de aspirantes a secundaria. Realizó diversas evaluaciones muestrales en
nivel primaria cuyos resultados no se dieron a conocer. A principios de los 90, aplicaba exámenes
estandarizados para el ingreso a la educación normal y el Instrumento Diagnóstico para Alumnos de
Nuevo Ingreso a Secundaria (IDANIS). En 1993 con la creación del programa de Carrera Magisterial,
se amplió el volumen de sus acciones hacia toda la república al ante la necesidad de evaluar el
factor de preparación profesional del docente, así como el de aprovechamiento escolar de los
alumnos; lo que dio lugar a la creación de áreas estatales de evaluación, entre ellas la Coordinación
de Evaluación en Jalisco en 1997, ahora Dirección General de Evaluación Educativa (DGEE). En la
última década, la DGEP de la SEP realizó diversos estudios cualitativos en la búsqueda de
identificar factores que permitan explicar los resultados educativos, tanto como el reconocimiento de
buenas prácticas educativas. En 2006, se aplicó la prueba Evaluación Nacional del Logro
Académico en Centros Escolares (ENLACE), de carácter nacional y censal para los grados de 3°,
4°, 5° y 6° de primaria y 3° de secundaria, orientada a presentar un diagnóstico del logro educativo,
dirigido a padres de familia, docentes y autoridades educativas.
El Programa Nacional de Educación 2001-2006, reconoció que, a pesar de la existencia de la DGEP,
se carecía de un sistema nacional de evaluación que definiera e instrumentara políticas para elevar
la calidad de la educación en todos sus niveles educativos. Para este fin, se creó en agosto del 2002
el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Durante los primeros años asumió las
pruebas nacionales de lectura y matemáticas desarrolladas por la DGEP y la aplicación de las
evaluaciones internacionales. Posteriormente diseñó sus Exámenes de la Calidad y el Logro
Educativos (EXCALE) enfocados a detectar debilidades y fortalezas de la aplicación del currículo
nacional, considerando variables como niveles y modalidades educativas, grados escolares, género
y estrato social. Integra un Sistema Nacional de Indicadores en coordinación con la Unidad de
Planeación y Evaluación de Políticas Educativas de la SEP.
Las tensiones de la evaluación
El interés sostenido por ya casi cincuenta años, en la evaluación de los resultados que los sistemas
educativos logran en sus educandos y el impacto de este aprendizaje en el desarrollo humano,
cívico y económico; se extiende como un campo rico en experiencias exitosas y fracasos que, a
pesar del avance, plantea más cuestionamientos que certezas en el ámbito de la evaluación.
Entre los trabajos latinoamericanos que cuestionan el sentido epistemológico de esta tarea, el de
Margarita Poggi retoma y analiza, de entre la literatura especializada, ciertas tensiones de la
evaluación, algunas generales, otras relativas a la evaluación de los sistemas educativos y a la de
los aprendizajes de los alumnos. Sus reflexiones establecen un marco problemático, desde el cual
pueden analizarse los trabajos expuestos y discutidos en los Seminarios de Formación e
Investigación (SFI) y en el Congreso Estatal de Investigación Educativa1 (CEIE).
Desde la definición misma de la evaluación, entra en controversia; expone que la evaluación “puede
expresar una cosa y su contrario, lo preciso y lo aproximado, lo cuantitativo y lo cualitativo” (Poggi,
2004: 68); es decir, este concepto refiere tanto las mediciones precisas y pretendidamente objetivas,
como el acercamiento a la comprensión de los objetos evaluados para presentar sus cualidades y
apreciar las posibilidades para su transformación.
En este marco, sitúa la primera tensión de la evaluación en general, aquella que contrapone al
referente con el referido, ambos construidos por el evaluador durante el proceso. Detenerse en esta
tensión, permite ver con claridad que ambos son inexistentes en la realidad. El objeto que se
pretende evaluar es inasible en sí mismo, por lo que es necesario identificar algunos aspectos
observables que se recortan de éste para hacer posible el proceso de acercamiento. Considerar
demasiados complejiza la posibilidad de evaluar, la sobresimplificación cae en la
descontextualización. De ahí la importancia de la serie de decisiones que el evaluador establece en
su trayecto, pues a partir de ellas se delimitan criterios que hacen posible la construcción del objeto
referido o valorado. Pero la evaluación es una contrastación con elementos externos (él o los
referentes); éstos, conscientes o inconscientes, ideales y vigentes desde el deber ser, toman el
papel de normas o parámetros, con base en los cuales se formulan los juicios para calificar su
distancia con el referido (objeto de la evaluación).
Esto conduce a otra tensión, en tanto nos planteamos si el referido debe corresponder en su
totalidad al referente, es decir si debe contrastarse con un modelo dado, un solo patrón de medida,
una norma homogeneizadora, un ejercicio de control. Esta visión se contrapone a la evaluación
entendida como la problematización acerca de los valores y sentido de la situación observada, al
intento de aprehensión de significados a partir de referentes múltiples e inacabados, también en
proceso de construcción y comprensión. La evaluación reducida a control, desvirtúa la función
pedagógica; abrir el concepto del control cuestionando los referentes que le dan origen, puede
conducir a la significación de prácticas, al seguimiento de aprendizajes y a la documentación de
nuevas experiencias que enriquezcan incluso los criterios desde los cuales la evaluación se realiza.
En el ámbito específico de la evaluación del sistema educativo, se enuncia la tensión entre la
medición (en tanto descripción cuantitativa que presenta una lectura lo más objetiva posible sobre el
objeto recortado) y la evaluación estimativa destinada a emitir juicios de valor que expliquen el por
qué de la cifra a partir de los datos de la medición. Los instrumentos estandarizados (pruebas de
rendimiento, cuestionarios, formularios para evaluar el desempeño) tienden a ser mecanismos para
posicionar al objeto de la evaluación (sujeto, escuela, sistema) en el continuo de una escala que
parece asignar valores por sí misma, desvinculada del proceso, concepciones y marcos de
referencia que le dieron origen. Los resultados se emiten a través de indicadores sobre diversos
aspectos del sistema orientados a dar cuenta detallada de los insumos, procesos y productos, e
identificando cada vez más, aspectos muy específicos. La evolución de los valores de cada
indicador, sólo tiene sentido en tanto es confrontada con un estándar, con la situación deseada y el
estándar sólo es comprensible en el seno de una conceptualización dada de la calidad.
La necesidad actual de competitividad internacional en todos los espacios del hacer humano, ha
acentuado la recurrencia a ejercicios de evaluación institucional con base en diversos modelos, tanto
a partir de indicadores para procesos y productos específicos, como aquellos fundados en
concepciones sistémicas de la organización y que desglosan indicadores para identificar la situación
de todos sus ámbitos. Estas prácticas suponen una primera experiencia de autoevaluación para
detectar las áreas de mejora y el contexto interno (debilidades y fortalezas) y externo (oportunidades
y amenazas) para trazarse un camino propio hacia la calidad. Nos toca entonces la tensión entre
referente y referido que nos presenta como riesgos los extremos de considerar el proceso como
simplista e instrumental acotado a la búsqueda de la excelencia en algunos indicadores, frente a la
complejidad insalvable de evaluar efectivamente un sistema educativo.
Es prioritario trascender la cultura evaluativa centrada a la competencia entre actores e instituciones
bajo los mecanismos propios del mercado que la trastocan (para obtener un recurso o una
certificación), evitar la simplificación de variables a resultados y procesos, alejar de los fines la
búsqueda de culpables; trascenderla hacia la comprensión de las complejas tramas de las prácticas
educativas, de la convivencia laboral, de los sentidos que construyen la cultura organizacional en la
cual tienen significado todas las acciones de los participantes.
Otra serie de controversiales tensiones, se presenta en torno al aprendizaje como objeto de la
evaluación. La primera de ellas, responde a un dilema común en el aula: ¿se evalúa respondiendo al
proceso de aprendizaje del alumno o se acredita de acuerdo a la lógica institucional que certifica el
logro de determinados conocimientos? La evaluación supone el reconocimiento de condiciones
diferenciales (socioeconómicas, culturales, geográficas, familiares, trayectoria escolar, etc.) de
acceso a la educación por parte de cada alumno y se asocia la posibilidad del mismo para
desarrollar y fortalecer habilidades en diversos dominios cognitivos (conceptual, procedimental y
actitudinal). Pero este proceso debe ceñirse a la advertencia de alcanzar, en tiempos
preestablecidos, una serie de saberes reglamentarios que definan la promoción (o retención) del
alumno a un nuevo grado o nivel educativo o que le acrediten para incorporarse a un mercado
laboral. La certificación de conocimientos constituye un deber, un poder delegado por la sociedad
para establecer, respetando cortes formales (semestre, fin de ciclo, nivel), la asignación de una
calificación al resultado del trabajo educativo; sin embargo, se asocia a jerarquías de excelencia que
profundizan las desigualdades2.
Esta tensión entre evaluación y acreditación resulta aún más severa si consideramos nuestras
prácticas al respecto, en las cuales se sitúa otra tensión: una tríada que inicia con el juicio informal,
hacia la evaluación espontánea y la institucionalizada. Es parte de nuestra vida cotidiana la
formulación de juicios de manera implícita, que orientan las propias decisiones y acciones;
normalmente no los expresamos, pero podemos identificarlos por sus efectos. Durante la actuación
laboral el docente (y cualquier otro trabajador) enjuicia implícitamente objetos, sujetos o situaciones
sin la necesidad de algún instrumento o técnica de evaluación; sin embargo, los requerimientos de
comunicación y relación en estos ambientes nos llevan a explicitar la razón de nuestras acciones,
consecuentemente algunos de esos juicios (y criterios) por los cuales las aprobamos o
desaprobamos algo. Este ejercicio de evaluación espontánea, realizado a partir de la interacción con
el otro, tiene la ventaja de crear la posibilidad del cuestionamiento de dichos juicios, de orientar hacia
su confirmación o reformulación; y, considerando el alcance y afectación hacia otros, de llevar a la
construcción de dispositivos de evaluación para situaciones y acciones específicas. Accedemos así
al ámbito de la evaluación institucionalizada, aquella que se sustenta en metodologías explícitas,
más o menos rigurosas, y que establece juicios de valor con base en dispositivos de evaluación
(técnicas e instrumentos). La evaluación en el aula (y en otros ámbitos) es resultado de acciones en
estos tres niveles: en gran parte la apreciación que hacemos de los alumnos es resultados de juicios
informales, ni siquiera conscientes, que implican una acción rápida de respuesta a los
requerimientos del alumno o de la escuela; los colegiados promueven la evaluación espontánea, en
tanto explicitamos en ellos las razones de nuestras decisiones en la práctica áulica y escolar, pero
poco llegamos a un ejercicio sistemático de evaluación institucional, como una política interna a la
escuela, la zona o el sector, que se oriente a una medición seria del logro curricular, tanto como de
los avances y requerimientos de los alumnos, mediante técnicas diversas (exámenes, tareas,
presentaciones orales, observación directa) bien organizadas entre sí.
Pero la evaluación del aprendizaje nos enfrenta aún a otra tensión: no todo lo que valoramos es
susceptible de observarse. Si bien se tiene la expectativa de que a través de un instrumento de
evaluación se dé cuenta de comportamientos, solución de tareas y de situaciones problemáticas;
sabemos que existen otros aspectos que no pueden observarse, los cuales inferimos e
interpretamos. Pensando en los observables que se toman como evidencia de procesos mentales
más complejos, Poggi (2004: 81) distingue al menos tres niveles que la evaluación puede pretender:
En el primero, si lo que se espera de un instrumento de evaluación, puede expresarse con relación a
la presencia o ausencia de comportamientos, se encuentra en un plano de constatación a través de
lo observable; sin embargo, la formulación de juicios de valor acerca de ellos, supone la elaboración
de inferencias y la interpretación con relación a referentes conceptuales y normativos quizá ya no tan
simples cuando se quiere trascender el mero control, así como a la consideración de factores
implicados en la presencia o ausencia de dichos comportamientos. En un segundo nivel, podemos
observar procedimientos y tareas realizadas por los alumnos frente a situaciones problemáticas,
pero no el proceso de selección de estrategias que fue utilizado; asimismo, en un tercer nivel,
podemos aludir a los procesos cognitivos (y valorales) del trabajo intelectual que escapan de lo
observable y que tendemos a inferir de cierto tipo de tareas realizadas.
Estas tensiones, referente-referido, control-evaluación, medición-evaluación, acreditación-
evaluación, juicio informal-evaluación espontánea-evaluación institucionalizada, observable-no
observable; identificadas desde la conceptualización de las prácticas evaluativas, explicitan aspectos
de la problematización3 en este ámbito, que establecen límites al trabajo evaluativo y orientan a la
presentación de resultados como hipótesis de trabajo y no como hechos definitivos, explicitando la
construcción conceptual, metodológica y técnica.
Los trabajos presentados en los SFI y en el CEIE desde la problematización de las tensiones
de la evaluación
Con la realización de los dos seminarios y de la mesa del congreso destinados al debate de trabajos
en materia de evaluación e indicadores educativos, se recabaron 16 trabajos que se clasificaron de
acuerdo al ámbito de aplicación: seis hacen referencia a experiencias en evaluación del sistema
educativo, tres a la de organizaciones, tres a la de programas y cuatro a la evaluación del
desempeño. Hemos querido retomarlos desde las tensiones que problematizan el desarrollo de las
investigaciones.
Consideramos seis de estos trabajos vinculados a la tensión entre el referente y el referido: dos de
ellos descriptivos, uno de un proceso de autoevaluación institucional (reflexión acerca de las
actitudes de los participantes y de las dificultades para la aplicación de la metodología) y otro de la
participación en la evaluación de un programa nacional (describe lineamientos y acciones) dejando
supuesta la construcción del objeto de la evaluación, tanto como los criterios para realizarla.
Los otros cuatro explicitan problemáticas surgidas específicamente de esta tensión: el primero de
ellos refiere el proceso seguido para el seguimiento y evaluación de prácticas docentes a partir de un
modelo dado de indicadores y dinámicas de grupo; sin embargo, al recabar información respecto a
cada indicador, encuentran que les hacen falta elementos para interpretar estos datos; es más, se
preguntan si realmente son éstos los que necesitan para mejorar su práctica. La aplicación
instrumental de un modelo (referente) sin cuestionar su calidad conceptual tiende a generar estos
vacíos y nos enfrenta al sinsentido de la información. Al decidir y construir el referente, se establecen
o no las adecuaciones a la circunstancia específica y se va perfilando el referido: qué voy a observar
y para qué, en mi objeto de evaluación. En este entendido se desarrolla el trabajo relativo a la
reorganización de la vida académica de una unidad de la UPN, si bien toma un modelo como punto
de partida, desarrolla reflexiones acerca de su aplicabilidad a la circunstancia específica de
autoevaluación, es decir, cuestiona la validez del referente (el modelo) a partir de sus escenarios
prospectivos (otro referente) y de la construcción de su referido (las necesidades de autoevaluación,
los participantes, los ámbitos de trabajo de su organización). La conciencia de esta necesidad es
muy clara en el trabajo que aborda la evolución de los paradigmas para la evaluación de directivos
pues polemiza sobre las consecuencias de conceptualizar las categorías desde el eficientismo
funcionalista o desde orientaciones sustentadas en la intersubjetividad, sus contextos situacionales y
dilemas éticos; dependiendo de estos referentes el acercamiento al referido (práctica directiva) se
califica (o descalifica) o se promueve su mejora real. El último trabajo, orientado a la evaluación de
programas de mejora escolar, se detiene en ambos polos de esta tensión: detalla que la creación del
referente debe partir de la definición de ideales educativos y de su operativización a través de
criterios e indicadores de éxito, los cuales tendrán que vincularse a la construcción del referido para
y especificar el recorte de lo observable.
La problemática que surge de la tensión entre evaluación y control se aborda desde dos trabajos.
Uno de ellos citado en el párrafo anterior, analiza la concepción orientada al control desde el
eficientismo funcionalista, frente a la apertura de modelos orientados a la comprensión intersubjetiva,
contextual y ética del ejercicio directivo. El segundo, detalla el estudio longitudinal (tres años) de la
evaluación cualitativa del PEC en primaria. Si bien refiere conceptos fundantes de la evaluación y
detalla indicadores para el seguimiento, se orienta a la identificación de especificidades de las
escuelas muestra que pueden ser indicativas de la madurez en sus procesos pedagógicos y
organizacionales y que pueden explicar los valores agregados (no esperados por la participación
misma en el programa) que se perciben en ellas gracias a su capital social.
La problemática entre la medición y la evaluación, se aborda desde el trabajo que describe la
evolución de las políticas nacionales y estatales de evaluación así como el que expone algunas
dificultades para la elaboración y aplicación de pruebas estandarizadas. En esta tensión clasificamos
también la descripción de la elaboración del Catalogo Estatal de Indicadores Educativos y la
exposición acerca de la utilidad y representación de los indicadores educativos. Si bien se exponen
aspectos técnicos y se documentan circunstancias prácticas, se esbozan algunas reflexiones sobre
las posibilidades de la medición y su vinculación con la evaluación estimativa o interpretativa de sus
resultados.
El cuestionamiento de la elaboración de juicios implícitos, explícitos e institucionales se desarrolla
desde tres trabajos: el primero da cuenta de procesos de autoevaluación en el aula, el segundo
considera la interacción grupal en 6° como promotora de un cambio metodológico y el tercero
describe el surgimiento y desarrollo de talleres de capacitación para la evaluación de reactivos. Los
dos primeros reflexionan acerca de los juicios que realiza el docente respecto del trabajo y situación
de sus alumnos, así como de los procesos que entran en juego durante la autoevaluación. El último
explícita elementos técnicos que pueden ser base para la institucionalización de la elaboración de
pruebas en escuelas, zonas y sectores educativos.
Es un trabajo de evaluación institucional vinculado a la producción de materiales educativos el que
situamos en la tensión observable-no observable. Éste detalla algunos problemas para la
construcción de indicadores que permitan la valoración de sus productos, si bien aspectos
observables, perfila la creación de los no-observables (inferencias, uso supuesto) que permitan la
creación de referentes de calidad.
Esta exposición, de alguna manera deja ver que los trabajos presentan profundidad y extensiones
diferentes, pero todos ellos constituyen una constancia del interés por sistematizar investigaciones y
experiencias acerca de la evaluación. La problematización no se alcanza en todos los trabajos, sin
embargo se abordan, en algunos de ellos, aspectos cruciales de las tensiones evaluativas.
Los aportes de la evaluación
Las limitaciones que estas tensiones establecen, llevan a la necesidad de perfilar los rumbos de la
evaluación. Las dificultades inherentes a los procesos evaluativos, de ninguna manera merman la
conciencia de la necesidad de llevarlos a cabo o de las expectativas que forjan para ellos.
Se ve a la evaluación como un instrumento de conocimiento y diagnóstico del sistema educativo
(Tiana, 1996: s/p): A partir de ella se recaban datos y se realizan análisis e interpretaciones para
formarse una idea precisa acerca de su estado, situación y componentes; para satisfacer la
demanda social de información y para la toma de decisiones, en cuanto a la conducción de procesos
de cambio, como respecto a la valoración de los resultados de la educación y el desempeño de los
centros escolares.
Los trabajos presentados reiteran la expectativa en la evaluación como medio para conducir a
procesos de cambio. La profundización en este ámbito, nos acercaría a la sistematización de
experiencias en aspectos educativos estructurales (división, secuencia y duración de las etapas
educativas), curriculares (definición, diseño y desarrollo del currículo) y organizativos (condiciones
en que se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje).
Por otra parte, el interés en la evaluación ha centrado el foco de la atención en la pregunta acerca de
cuáles son los logros que pueden presentar los sistemas educativos; tanto como sistema, de manera
global o como competencias que debieran formarse en los educandos y en la sociedad
(conocimientos, habilidades, cultura, inserción profesional, valores ciudadanos, reducción de
desigualdades).
Asimismo, se ve a la evaluación, en tanto autoevaluación, como medio para la mejora de la
organización y funcionamiento de los centros educativos. Los procesos en este sentido, orientan a la
transformación de ideales y criterios abstractos en la operación y valoración a través de indicadores
precisos, que descubren aspectos microscópicos de la educación y se constituyen en una base para
la propuesta y adopción de programas individualizados de mejora.
Ciertamente los aportes de la evaluación se matizan a través de sus tensiones, la conciencia de las
mismas puede arrojar luz acerca de las posibilidades de llevarla a efecto y enfatiza la imperiosa
necesidad de detenerse en la conceptualización y metodología para que obtenga sentido. Incluso la
evaluación más objetiva, expresable en mediciones, requiere de este proceso para dotarse de
significado. La reflexión acerca de estas tensiones, fortalece la concepción de las evaluaciones en
tanto acercamientos y la validez de los resultados como hipótesis de trabajo.
BIBLIOGRAFÍA:

ANAYA, María de Jesús


(2005) La planeación por competencias un camino a la formación de nuevos docentes. Antología de
seminarios de Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de Educación Jalisco.
BELTRÁN, María del Carmen
(2005) Los problemas de las evaluaciones estandarizadas: dominio de contenidos y medición de habilidades
básicas. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de Educación Jalisco.
BELTRÁN, María Guadalupe
(2005) Políticas nacionales y estatales de evaluación. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación
2005. Secretaría de Educación Jalisco.
CRUZ J. Carmen
(2005) Hacia un cambio metodológico, basado en el desarrollo procesual de los alumnos de 6º grado de
primaria a partir de la interacción grupal. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación. 2005.
Secretaría de Educación Jalisco.
CORONA, Adán
(2005) Evaluación y Acompañamiento en Pec-Preescolar. Congreso Estatal de Investigación Educativa.
Secretaría de Educación Jalisco.
ESCUDERO, Tomás
(2003) Desde los tests hasta la investigación evaluativa actual. Un siglo, el XX, de intenso desarrollo de la
evaluación en educación. RELIEVE:, v. 9, n. 1, p. 11-43 http://www.uv.es/RELIEVE/v9n1/RELIEVEv9n1_1.htm
FLORES, R. y SÁNCHEZ, R.
(2005) Indicadores Educativos, su Utilidad y Representación. Antología de seminarios de Investigación:
Evaluación. 2005. Secretaría de Educación Jalisco.
GUTIÉRREZ, Victoria
(2003) “Panorama de los Estudios en torno a la evaluación en México, 1990-200” en Zorrilla Fierro, Margarita,
La evaluación de la educación básica en México, 1990-2000. Una mirada a contraluz, Universidad Autónoma
de Aguascalientes, México. pp.407 a 471.
LLAMAS, L. Y BOLAÑOS C.
(2005) Evaluación Institucional. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de
Educación Jalisco.
MARTÍNEZ, Rigoberto
(2006) Formas y procesos de autoevaluación en el aula. Congreso Estatal de Investigación Educativa.
Secretaría de Educación Jalisco.
NAVA, José María
(2004). Construyendo la reorganización de la vida académica en la Unidad UPN 141, a partir de la
autoevaluación. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de Educación Jalisco.
NAVARRO, Micaela
(2006) ¿...Y la Autoevaluación? Congreso Estatal de Investigación Educativa. Secretaría de Educación Jalisco.
POGGI, Margarita
(2003) “Temas y problemas clave en torno a la evaluación educativa”, en Ornelas, Carlos (comp.) Evaluación
Educativa: Hacia la rendición de cuentas. Memoria del Segundo Encuentro Internacional de Educación.
México. Editorial Santillana.
PONCE, V., ALCÁZAR, M. y MACÍAS, M.
(2006) Evaluación de programas de mejora escolar. Antología de seminarios de Investigación: Mejora Escolar.
2006. Secretaría de Educación Jalisco.
RUIZ, Myrna Beatriz
(2005) Retos de la evaluación cualitativa del programa escuelas de calidad. Antología de seminarios de
Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de Educación Jalisco.
TIANA, Alejandro
(1996). “La evaluación de los sistemas educativos”en Revista Iberoamericana de Educación, nº 10, pp. 37-61,
http://www.campus-oei.org/oeivirt/rie10.htm.
VALENCIA, Ana Cecilia
(2006) La evaluación de los directivos: un paradigma en cierne. Congreso Estatal de Investigación Educativa.
Secretaría de Educación Jalisco
ZAMORA, Liliana
(2005) Catálogo Estatal de Indicadores Educativos. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación.
2005. Secretaría de Educación Jalisco
ZAMORA, Liliana
(2005) Curso Taller de Evaluación. Antología de seminarios de Investigación: Evaluación. 2005. Secretaría de
Educación Jalisco.

1
La Dirección de Investigación de la Secretaría de Educación Jalisco, ha convocado a la realización de los seminarios,
entre ellos los de Evaluación e Indicadores Educativos, en la intención de que se establezcan como foros de
intercambio entre investigadores y usuarios de la investigación, así como un espacio de reconocimiento de la
documentación de experiencias en los distintos ámbitos de acción de la SEJ, las cuales pueden constituirse en punto
de partida para nuevas investigaciones. Asimismo, coordinó la realización del Congreso Estatal de Investigación
Educativa, realizado los días 4 y 5 de diciembre de 2006, en las instalaciones del Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Occidente (ITESO). Tanto los seminarios como el congreso, ofrecieron la oportunidad de reunir algunos
trabajos recientes acerca de experiencias de evaluación en la Secretaría de Educación Jalisco.
2
A esta situación sólo puede responderse desde la equidad para generar opciones educativas atendiendo a las
condiciones diferenciales de acceso a los servicios educativos, así como de permanencia y de egreso.
3
Ciertamente el espacio de problematización no se agota con estas tensiones, podríamos pensar en otras no exclusivas
de esta área disciplinar como las existentes entre lo esperado y lo posible de la evaluación, lo conceptualizable y lo
implementable, el uso pedagógico y el político, etc.

También podría gustarte