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Concepto de evaluación

Todos los profesores durante su trayecto laboral se enfrentan a una


situación compleja, en la cual deben reconocer el aprendizaje que lograron
sus estudiantes después de realizar algunas actividades, es un proceso
complejo pues derivado de esto se deben tomar decisiones; dicho proceso
es la llamada evaluación.

Carlos Rosales, señala la evaluación como “una reflexión crítica


sobre todos los momentos y factores que intervienen en el proceso
didáctico a fin de determinar cuáles pueden ser, están siendo o han sido,
los resultados del mismo” (Rosales, 15, 2003). Por otro lado Emmanuel
Zavala en su libro La práctica Educativa. Como enseñar, menciona que
muchos de los actores implicados en los procesos educativos ven a la
evaluación como “un instrumento o proceso para valorar el grado de
consecución de cada chico y chica en relación con unos objetivos
previstos en los diversos niveles escolares” (Zavala, 203, 2000).

Como podemos observar existen diversos puntos de vista, desde


los cuales se puede expresar un concepto de evaluación, en algunos es
vista como una forma de reconocer los avances que se logran en el
proceso de aprendizaje, mientras que desde otra perspectiva se ve a
evaluación como una herramienta que sirve para orientas las acciones
futuras o bien realizar las adecuaciones necesarias en el procesos de
enseñanza. Por tanto, analizar este concepto tan variado, complejo,
profundo e inclusive subjetivo con mayor profundidad permitirá hacer un
análisis más exhaustivo de todas las implicaciones de la evaluación en las
prácticas pedagógicas.

Para realizar dicho análisis, se observaran las posturas de tres


autores diferentes los cuales contemplan el proceso de evaluación desde
diferentes aristas tomando en cuenta desde los rasgos propios de los
estudiantes, las cuestiones sociales o políticas, los contextos e inclusive la
subjetividad que presente este proceso para los docentes. Ángel Díaz
Barriga, José Gimeno Sacristán y Perrenoud, engloban diversas
características de dicho proceso, compartiendo algunas teorías pero
también presentando particularidades en sus tesis.

Actualmente la educación, así como la política y la economía han


sufrido grandes cambios, pero el principal, es la entrada de la
globalización lo cual ha permitido que exista cierta unificación de valores o
culturas, pero en cuando a la educación se ha visto que las instituciones
aplican nuevos proyectos educativos pensados en la creación de
programas que formen ciudadanos para el mundo, no solo seres aislados
en su país o localidad. Al estar dentro de esta globalización, los procesos
evaluativos también están inmersos y por tanto se ven afectados.

Diaz Barriga (2000), toma lo anterior como un referente para


identificar que existen dos corrientes que pueden modificar las políticas
educativas, las primeras siendo una exigencia a nivel nacional y las
segundas teniendo en cuanta las requeridas por organismos
internacionales con fines culturales o bien financieros. Derivado de lo
antes expuesto, podemos afirmar que “la evaluacion educativa forma
parte de las estrategias desarrolladas por tales organismos” (Barriga, 11,
2000).

Ambas corrientes detonan la presencia de dos paradigmas, el


académico – técnico y el político - institucional. El primer paradigma basa
la validez de sus resultados por medio la aplicación de instrumentos de
evaluación desde un método científico, lo cual produce cierta
discriminación, puesto que mediante a estos instrumentos se emite un
juicio de los aprendizajes de los estudiantes, el problema es que los
resultados no contemplan los procesos formativos que lleva acabo el
alumno, por tanto se genera una jerarquización entre los resultados de los
estudiantes y por ende, la exclusión.
El segundo paradigma: político – institucional como su nombre
señala, son todas aquellas implicaciones de exigencia de diversos
organizaos tanto naciones como internaciones que pretenden obtener
resultados de los procesos evaluativos, pero que prestan poca atención al
fondo del problema y solo se enfocan en la forma de los resultados, ya
que buscan hacer una globalización. La evaluación basada en este
paradigma no siempre es empleada para mejorar el funcionamiento del
sistema educativo, es más bien una justificación para hacer una exclusión
de aquellos que logran obtener resultados satisfactorios y por ende no
merecen formar parte del sistema educativo.

Como es visible, la evaluación se encuentra ligada a otros aspectos


de la vida social como el financiero o político, dichos aspectos hacen una
regulación del tipo de personas que requieren para las empresas o bien
para generar de cierta forma control social, esto resulta en la creación de
proyectos educativos que contemplen las necesidades de los mismos para
formar sujetos que sean capaces de incorporarse a la vida laboral con
éxito y que las empresas tengan personal capacitado según sus
necesidades.

A pesar de que el sistema educativo, tenga la mirada fija en la


mejora de los procesos de evaluación y que busque de calidad de la
educación, es un concepto que es complicado de aplicar porque muchos
de estos procesos no pueden ser evaluados en cuanto a la calidad de su
ejecución, ya que se encuentra inmersos en procesos simbólicos,
imposibles de medir o cuantificar, ya que el conocimiento y el aprendizaje
son procesos intangibles e incontables.

La evaluación entonces, no es vista como un proceso de mejora de


todos los implicados en los procesos, es más bien vista como una fuente
de resultados numéricos que hace una clasificación y segmentación, en la
cual los resultados definen al sujeto y donde no se toma en cuenta ni la
pertinencia de los instrumentos, las habilidades que se puede o no medir
con ellos y mucho menos características propias del usuario, solamente
son una fuente de resultados cuantitativos que de ellos emana un juicio
para compararlo con otros, ya sea a nivel nacional o internacional. Estas
formas de aplicación de instrumentos con un carácter técnico, permite que
se deje del lado el análisis de las causas y solo se concentre en los
resultados que representan un bajo rendimiento, donde las evaluaciones
no tomar en cuenta ni los procesos propios de nuestro país ni los
contextos en los cuales son aplicadas las diversas evaluaciones.

Barriga (2000), identifica tres diferentes ámbitos en los cuales se


observa la realización de evaluaciones educativas donde las políticas
educativas actuales se ven implicadas; la primera es la implementación de
diversos exámenes a nivel nacional, los cuales permiten “la
estandarización de instrumentos, constituye la nueva modalidad para
evaluar el desempeño estudiantil e indirectamente el trabajo de las
instituciones educativas” (Barriga, 18, 2000). La aplicación de dichas
evaluaciones estandarizadas solamente pone en evidencia una vez más,
la falta de conciencia acerca de todos los factores implícitos en este
proceso, ejecutando entonces una evaluación sumativa y no una
formativa. Actualmente la aplicación de dichas pruebas y sus resultados
solo genera una brecha mayor entre los que logran “pasar” los exámenes
y lo que no lo hacen, ya que de esta forma el sistema educativo se excusa
para hacer la exclusión de estos alumnos y permitir seguir con su trayecto
formativo a otros, por tanto segrega a ciertos estudiantes que no aprueba
y los obliga de cierta forma a desistir o cambiar sus trayectos formativos.

Otro ámbito es la evolución del desempeño de los docentes frente a


grupo, la aplicación de estas evaluaciones, en realidad no busca el
mejoramiento de los procesos de enseñanza de cada uno de los
profesores, mas bien es utiliza como una excusa para “motivar” a los
maestros por medio de la remuneración económica, tratando que
estimularlos en la participación de los mismos y a su vez mejorar su
formación y esforzarse para lograr obtener estos incentivos.

El último ámbito es la evaluación a las instituciones, especialmente


a la de educación superior, donde sus resultados solo se ven reflejados en
la cantidad de alumnos que ingresan y los egresados que se logran titular
y cumplir con el programa, sin tomar en cuenta las condiciones en las
cuales se lleven a cabo. El valor de la universidad entonces, desaparece
por las nuevas evaluaciones, donde no se da un verdadero valor a las
tareas educativas que van más allá, donde la formación holística de la
persona es la base y solo se utilizan modelos técnicos que cuantifican sus
resultados. La evaluación institucional se forma gracias a la integración de
otros modelos de evaluación, lo cual la vuelve poco significativa en el
trayecto formativo del estudiante.

En la actualidad, los procesos de evaluación han tenido mayor


importancia en el ámbito educativo, ya que tanto los maestros, directores,
supervisores e inclusive el propio sistema se ve sujeto a una serie de
evaluaciones que arrojan resultados cualitativos donde en realidad no se
buscar la mejora de los procesos, ni el realizar ajustes a los contenidos o a
dar una solución a las necesidades reales por las cuales atraviesan los
diverso actores, solamente fomentan una cultura de jerarquización y
clasificación como una especie de ranking donde siempre se buscar ser el
primero, pero no se requiere la mejora.

Aunado a esto podemos analizar que esta evaluación puede estar


vista desde dos perspectivas un tanto contrariadas, la evaluación formal y
la evaluación sustantiva. La evaluación puede ser formal; en la cual se
busca tener una mecanismo fundamentado para recolectar diversas
evidencias (bienes tangibles). Mientras que la evaluación sustantiva, se
observa como un proceso donde existe el análisis de los bienes tangibles
y no tangibles, digamos que es reconocida como esa recolección de datos
tanto cuantitativos como cualitativos. Se considera entonces “que la tarea
de la evaluación consiste en aportar elementos para que los actores de la
educación tengan condiciones para mejorar ese proceso; por tanto la
evaluación es un acto que se ejecuta con y desde los actores” (Barriga,
26, 2000).

Los resultados entonces de la evaluación tienden a tener un efecto


mas allá de lo mero académico, ya que se tomar como un punto de partida
para tomar decisiones de índole política, como lo es el reparto del
presupuesto o bien en del desarrollo social del país, puesto que se busca
la formación de cierto tipo de sujeto, con ciertos valores o bagaje cultural.
Para poder ampliar el panorama sobre los aspectos que se deben
considerar para realizar una evaluación más justa y equitativa será
necesario tener un concepción formativa, “cuyo objetivo sea la mejora in
situ de la tarea educativa” (Barriga, 28, 2000) es decir que no se busque
solo juzgar y dar un resultado numérico, sino que se gestionen las
acciones necesarias para apoyar en el progreso de los procesos
pedagógicos mas adecuados a las necesidades de los estudiantes y a su
vez identificar las fortalezas y áreas de oportunidad de los profesores para
apoyarlos en su tarea educativa.

Como ya se mencionó la evaluación, se debe analizar como un


proceso que tiene implicaciones en diferentes ámbitos y sobre todo que
está llena de aspectos tan complejos que deben ser observados desde
donde se realizan los trabajos que la emanan, es decir, desde el aula y la
propia escuela, para examinar de forma más minuciosa esta aplicación de
la evaluación el autor Gimeno Sacristán muestra algunas ideas
interesantes sobre su aplicación, aspectos e formas ya que “estudiar la
evaluación es entrar en el análisis de toda la pedagogía que se practica”
(Sacristán, 335, 1992).

Actualmente la evaluación es vista como una actividad que se


desarrolla con cierta técnica y que está condicionada por aspectos y
elementos de índole social, personal e institucional, para muchos
profesores la evaluación es una actividad vista como una exigencia de las
instituciones que solo es realiza para el cumplimiento de un reporte
administrativo o bien para dar información acerca de los avances de sus
estudiantes y no se hacer realmente para tomar acciones pedagógicas
que apoyen el trayectos de los estudiantes, inclusive los docentes pueden
tomar como excusa la evaluación para tener un fin de control más que de
razón de ajustes en sus prácticas.

Al ser una aspecto tan complejo, la evaluación según Sacristán


debe ser observada desde dos puntos de vista, contarios pero al mismo
tiempo que se interrelacionan. La evaluación vista como una herramienta
didáctica que permite poner la mirada en la evaluación como una fase
importante en el proceso educativo que permite analizar las
consecuencias de la misma para “pensar y planificar la practica didáctica”
(Sacristán, 336, 1993). Mientras que por otro lado existe un punto de vista
critico donde se observan todos los fenómenos que se desatan de la
aplicación de la evaluación dentro de la escuela, en los profesores y los
alumnos.

Derivado desde estos dos aspectos que se complementan,


Sacristán define la evolución como:

“El proceso por medio del que alguna o varias características del alumno,
de un grupo de estudiantes, de un ambiente educativo, de objetivos
educativos, de materiales, profesores, programas, etc., reciben la atención
del que evalúa, se analizan y se valoran sus características y condiciones
en función de unos criterios o puntos de referencia para emitir un juicio
que se relevante para la educación” (Sacristán, 338, 1993)

A lo largo de la historia, la evaluación ha cumplido con diversas


funciones tanto a nivel social como laboral, la primera vez que se empleo
fue en China en el Siglo II a. de C. la cual fue realizada para seleccionar
funcionarios públicos evitando que existiera presión por parte de los
grupos burocráticos por medio de evaluaciones orales. Otras formas de
aplicación de dicha evaluación fueron por ejemplo en la universidad
medieval donde prevalecía la exposición y el debate de un alumno con
sus profesores, también la pedagogía jesuita promovía la competitividad y
exigía demostrar los conocimientos por medio de escritos, y en la
universalización del sistema educativo se adopta la evaluación como una
práctica extendida para estimular y controlar a los estudiantes.

Con el paso del tiempo, se promueve la aplicación de una


evaluación educativa, tomando en cuenta diferentes aspectos como el
cambio de pensamiento sobre la educación y los métodos de enseñanza,
buscando que sea más atractivo y motivante más que una forma de
control, que la educación sea un servicio que pueda ser adquirido por
todos sin importar su ritmo o estilo de aprendizaje, la aplicación de
prácticas educativas que sean más apegadas a la realidad del docente y
el alumno para que sus resultados puedan servir como un explicación
aproximada de su contextos. Por tanto todo esto ha permitido que le
evaluación dejara de ser vista como una medición del estado del alumno y
se ponga la mira hacia la aplicación de la misma como una forma de hacer
un diagnóstico de los aprendizajes logrados explicando sus causas y el
enjuiciamiento del valor que tiene las realidades diagnosticadas.

Como ya he hecho mención, durante gran parte de la historia la


evaluación ha tenido un proceso evolutivo, este ha logrado gracias a
acontecimientos puntuales y significativos que han marcado un momentos
importantes en el desarrollo de los procesos de evolución del pensamiento
y de las prácticas de evaluación. El primer hito va en caminado acerca de
la forma en que se expresa un resultado numérico como conclusión del
proceso de aprendizaje de los estudiantes, el cual determina el
rendimiento escolar que logran los estudiantes supuestamente y que
gracias a esto puede terminar un nivel y tener una promoción o bien pasar
de un grado a otro. El profesor era visto como un “experto” pero que solo
realizaba una escala de puntuaciones en la cuales permitía determinar un
número que de cierta forma jerarquizaba el nivel de los estudiantes.

Un segundo hito es que existía cierta preocupación por que la


medición de los resultados fuesen objetivos, teniendo una perspectiva
positivista, apoyada en herramientas con bases psicológicas como son
los test psicométricos, con los cuales se buscaba evitar la subjetividad a la
cual están sujetas las pruebas tradicionales evitando asi la fluctuación de
las calificaciones asignadas a los estudiantes.

Otro acontecimiento que marco la trayectoria de la evaluación es


cuando se organizaba la practica didáctica basada en la teoría curricular
de Tyler, la cual tenían un fundamente conductista, esta buscaba realizar
una constatación de lo aprendido durante los procesos de enseñanza y
aprendizaje basando los resultados en el cambio de comportamiento de
los alumnos, algunos otros autores entre ellos Bloom (1975), citado en
Sacristán (1993) expresa que la evolución debía estar enfocada en la
comprobación de los cambios y en el grado de trasformación que este
sufría al asimilar los diferentes conceptos, reduciendo esto a la enseñanza
de contenidos de tipo factuales que es más fácil evaluar con pruebas
como test criteriales. Por tanto “cada parte de una prueba de evaluación
va dirigía a comprobar la consecución de un componente de un objetivo
concreto o todo el domino de el: el domino de una fecha, un dato, un
concepto, una regla, un principio” (Sacristán, 341, 1993).

El ultimo hito, fue la pretensión de precisar los objetivos y técnicas


en la pedagógica para convertirla en un practica más científica, lo cual
propicio que se volviera con más valor cuantitativo dejando de lado las
características propias del individuo como la personalidad o la
idiosincrasia, pero era importante reconocer que estos aspectos también
tienen un valor relevante al realizar la evaluación, por esta razón se
crearon métodos cualitativos, lo cuales permiten dar un seguimiento más
holístico de los procesos de aprendizaje y “se admiten como
procedimientos válidos para comprender los hechos educativos” (Cook y
Reichard, 1986, en Sacristán, 342, 1993).

Al unir todas estas causas de los cambios en la evaluación a los


largo del tiempo, se puede entonces valorar la evolución como un recurso
valioso que proporciona información sobre los procesos de enseñanza-
aprendizaje de los estudiantes y que se valora desde diferentes puntos de
vista, favoreciendo con los resultados la toma de decisiones en pro de los
estudiantes, pero también de los profesores o la institución (sacristán,
1993).

Como ya mencione, la evaluación es una forma de realizar una


valoración y emitir un juicio, pero realizarlo no es tarea sencilla, el profesor
se enfrenta a una práctica que puede ser analiza desde diferentes puntos
de vista que tienen valor y relevancia para los procesos de los estudiantes,
lo complejo no está en colocar una nota para calificar al alumno, lo
verdaderamente complejo está en saber: que, cuando, como, cuanto o
cual será la forma de evaluar. También en que es lo que se debe dar a
conocer a lo padres de familia o estudiantes que sea realmente relevante
para la trayectoria escolar. Para apoyar el desarrollo esta actividad tan
intrincada, Sacristán (1993), muestra una serie de operaciones que
pueden ser realizadas para tener un orden coherente en las acciones a
seguir y las decisiones que se pueden dar posterior al resultado de una
evaluación, el cual a continuación analizare.

1.- Enfoque de la realidad: La primera decisión que se toma en los


procesos de evaluación es la selección de los objetos a valorar, en los
ámbitos educativos pueden ser el alumno, el currículo, el cumplimiento de
las exigencias del marco educativo, etc.
2.- Seleccionar la faceta que hay que evaluar: Los profesores tienen
a centrarse en aspectos más técnicos o en adquisición de conocimientos
concretos para generar no solo una nota sino una verdadera valoración de
forma holística. Los aspectos a evaluar son seleccionados por cada
profesor de acuerdo a su realidad y a las necesidades que él cree
importante satisfacer. La objetividad en las evaluaciones resulta
prácticamente imposible por todos los factores que influyen desde los
aspectos sociales, las exigencias de las autoridades educativas y el
mismo contexto de la escuela así como la ideología del profesor.
3.- elaboración de juicios de evaluación: Evaluar no es medir, ya
que no se pueden medir las cualidades humanas. Por lo cual se requiere
hacer una comparación de la realidad con una idea o punto de referencia.
Los que conocemos como resultados educativos en realidad son
elaboraciones subjetivas del progreso de los estudiantes según criterios
externos. Los profesores hacer una simplificación de los procesos ya que
se realizan evaluaciones constantes a los estudiantes.
5.- Expresión del resultado de la evaluación: Buena parte de los
resultados de las evaluaciones están cargadas de las observaciones y
apreciaciones obtenidas en el trabajo diario. Dichas observaciones no solo
están encaminadas en la parte formal de los contenidos, sino también en
los registros informales que tiene el profesor sin las necesidad de
presentarlos en boletas de calificaciones, lo que lo convierte en una
evaluación continua.
La evaluación como ya es conocido es un proceso educativo que
tiene una repercusión social, ya que se ven implicados alumnos,
profesores y padres de familia. Por lo cual se identifican otros tipos de
evaluaciones como: interna, externa, heteroevaluacion o autoevaluacion
cada una con características propias que las hacen importantes en el
proceso. La evaluación interna es la más común, puesto que los en esta,
los profesores evalúan al alumno dentro de las actividades cotidianas o
bien asignan calificaciones que van a sus boletas las cuales permiten
justificar el cumplimiento de los requerimientos para el paso de un grado a
otro o bien de un nivel a uno superior. El resultado de estas evaluaciones
internas, “adquieren un valor público de consecuencias sociales
importantes” (Sacristán, 360, 1993).
En cuanto a la evaluación externa, como su nombre lo dice, es
realizada por agentes ajenos a la escuela, suelen realizarse para hacer un
muestreo a modo de diagnóstico o bien de comprobación de
competencias muy limitadas, esta evaluación está “encaminada a dar la
acreditación o títulos a los alumnos… es una forma de control sobre el
curriculum que se imparte que quita exclusividad de la evaluación de los
alumnos a los profesores, restándoles autonomía en el diseño y
realización de su práctica” (Sacristán, 60, 1993). Los exámenes de
admisión a las universidades podría ser un ejemplo claro de este tipo de
evaluación, pues cada una cuenta con lineamientos y criterios propios, los
cuales le alumno debe de comprobar sus conocimientos.
La heteroevaluacion permite que los estudiantes tengan un rol mas
activo en su proceso evaluativo, ya que permite que se realice entre ellos,
tomando aspectos como las cualidades sociales, el esfuerzo o bien las
colaboración, situaciones que generalmente para el profesor, son difíciles
de reconocer.
Otra forma de evaluación es la llamada autoevaluación, tal como su
nombre hace alusión, es permitir que los jóvenes analicen sus procesos
de asimilación de contenidos, volviéndolos responsables de ellos. Es
importante realizar este tipo de evaluación ya que existen aspectos que
solo el propio individuo puede valorar y controlar su progreso. Por lo
general este tipo de evaluación es una herramienta útil para enjuiciar las
propias cualidades sociales y personales.
Ahora bien, ya conociendo los diferentes tipos de evaluación es
importante reconocer la función de esta dentro de los procesos de
enseñanza y aprendizaje. La evaluación es multifuncional, ya que puede
servir para diversos objetivos, la función para la cual inicio su aplicación no
era realmente con motivos pedagógicos, mas bien se buscaba evaluar por
la función social que cumple. La multifuncionalidad puede propiciar la
existencia en algunos aspectos contrapunteados, ya que en el plano
pedagógico se prefiere disminuir la presión sobre el alumno, pero en su
contrario que es el aspecto social, esta funciona como una forma de
jerarquización de los estudiantes de acuerdo a sus logros meramente
académicos. Los profesores tienen una tarea difícil al tratar de encontrar el
equilibrio entre ambas posturas, ya que la entrega de dichos resultados
puede impactar de forma determinante en el desarrollo de los estudiantes,
al jerarquizar, se genera cierto poder de control sobre los evaluados, lo
que termina por impactar en sus procesos de aprendizaje y por ende en el
ambiente escolar, lo que permitirá también que el estudiante logre avanzar
en su trayecto formativo al culminar algún nivel o curso y logre la titulación
del mismo.
Sin duda, la evaluación al tener una función social tan marcada,
impacta en el desarrollo psíquico de evaluado, ya que sus resultados
suelen ser un parteaguas para el estudiante, afectando su motivación, el
auto concepto o sus actitudes ante esta parte de su procesos, la
evaluación entonces se convierte en un conjunto de premios y castigos
dependiendo de los resultados obtenidos, desdibujando el verdadero
sentido de la evaluación que es la valoración de su propio proceso que va
más allá de una clasificación, la cual le permite interesarse y ser participe
activo de su desarrollo integral.
Como es posible analizar, la aplicación de evaluaciones debe tener
un sentido mas profundo para todos los actores del proceso de enseñanza
y aprendizaje, debe englobar diferentes aspectos para poder conocer y
tomar decisiones en pro de los estudiantes, por esta razón, Sacristan
(1993), explica la importancia de la aplicación de evaluaciones con fines
formativos y las compara con las evaluaciones que son aplicadas
tradicionalmente llamadas sumativas.
Específicamente hablando de las evaluaciones formativas puedo
expresar que “sirve a la toma de concencia que ayuda a reflexionar sobre
un proceso” (Sacristan, 372, 1993), dicha evaluacion puede ser aplicada
con una perspectiva metodológica de investigación- acción, la cual cumple
con la aplicación de un espiral que busca la mejora. La planificación,
realización, toma de conciencia, intervención y evaluación son algunas de
las fases en la que se pretenden analizar el progreso sobre lo que los
sujetos evaluados atraviesan, solo así se podrán hacer las adecuaciones
pertinentes. Esta evaluación requiere de una aplicación constante, no solo
con instrumentos formales, si no con las actividades diarias que se
realizan en el aula de forma natural, las cuales podemos llamar,
instrumentos informales.
Estos procedimientos informales de evaluación, que realiza el
docente constantemente y sin la necesidad de procedimientos muy
elaborados o instrumentos demasiado técnicos, se le considera como una
evaluación continua.
Por otro lado, encontramos la evaluación sumativas la cual busca
“determinar niveles de rendimiento, decidir si se produce el éxito o el
fracaso. Hace pues un juicio final global de un proceso que ha terminado y
sobre el que se emite una valoración terminar” (Sacristán, 373, 1993).
Dicha evaluación tiene como blanco la selección y jerarquización de
resultados desde una perspectiva cuantitativa.
Sacristán (1993), menciona que los instrumentos de evaluación
dependen directamente del objetivo y los fines de dicho procesos,
teniendo en cuenta tres consideraciones: la selección de las técnicas
dependiendo de su objetivo, la función para la cual se ha creado y la forma
de aplicación de los profesores, es decir, que sea factibles y útiles.
Como es evidente, la evaluación busca generar un camino para la
comprensión y mayor conocimiento de los estudiantes en forma integral,
por tanto la exposición de los resultados debe ir más allá que la simple
clasificación. Muchas personas a lo largo de su vida se han enfrentado a
diversos procesos evaluativos los cuales se presentaron como malas
experiencias, inclusive estos resultados tanto positivos como negativos
tuvieron un impacto en sus orientaciones. La evaluación continua
transformándose pasando de un proceso rigorista a uno más flexible que
considera al niño como un ente lleno de complejidades y aspectos que van
más alla de lo académico, reconociendo la importancia de la
individualización y la aplicación de una pedagogía diferenciada según las
necesidades de los estudiantes (Perrenoud, 2008).
La evaluacion tradicionalmente es vista como una actividad que
jerarquiza y clasifica el desempeños de los estudiantes, donde los
profesores que son los evaluadores, crean criterios según las exigencias
que les hacen por medio de los planes y programas o bien lo hace como
una forma de o bien la necesidad de obtener cierto tipo de resultados. En
cuanto a la expresión de los resultados Philippe Perrenoud (2008),
comulga con la ideas de Sacristan (1993), puesto que tambien coincide
con el hecho de que comunicar los resultados al los participantes puede
propiciar que se generen dos posturas, una que busca continuar con su
trayecto y otra que sus resultados no son tan favorecedores y preferirá
desertar y desenvolverse mejor en el campo laboral, ya que estas
evaluaciones simplemente certifican los conocimientos académicos y
habilidades que se espera adquieran en cierto nivel propiciando una
desigualdad social. Es importante entonces modificar la visión de la
evaluación con una perspectiva más holística donde se contemple que “La
evaluación no es un fin en si. Es un engranaje en el funcionamiento
didáctico más generalmente, en la selección y orientaciones escolares”
(Perrenoud, 13, 2008).
La evaluación debe ser más que una medida para evitar las
desigualdades, al tener un cambio de mentalidas sobre este proceso y
convertirlo en algo mas holístico permitirá que los docentes obtengan mas
informacion que pueda ser utils para la detección de necesidades de los
estudiantes y por tanto que exista una trasnformacion de las practicas
educativas en los profesores.
Apoyando en esta tranformacion autores como Bloom (1988),
citando en Perrenoud (2008), incorpora la pedagogica del dominio, la cual
busca la exclusión de las jerarquías y promueve la aplicación del
razonamiento de cada estudiantes para mejorar su progreso, para que
esto se logre se debe implementar una verdadera evaluación formativa, la
cuales estará directamente relacionada con la modificación de las
intervenciones, convirtiéndolas en diferencias para lograr cierta igualdad y
aplicar el principio de educabilidad.
La aplicación de la evaluación formativa presenta ciertos obstáculos
como el número de alumnos, la sobre carga de los programas, los horarios
de trabajo, la administración de los espacios, entre otros, que desmotivan
a los docentes que tratan de aplicarla en sus aulas, “una evaluación
formativa parecería una tarea suplementaria, que obligaría a los docentes
a administrar un doble sistema de evaluación (Perrenoud, 17, 2008).
En las escuelas es común escuchar a profesores que señalan a sus
alumnos como exitosos o bien que tiene cierto atraso en la asimilación de
los contenidos curriculares, la evaluación tradicional propicia la
desigualdad, por esta razón se crean ciertas normas de excelencia que
son planteadas por los profesores con criterios que según para él, son
indicio de un dominio del contenido, pero no podemos dejar de lado la
subjetividad que esto representa y entender que el resultado de una
evaluación no es una medida de existo o fracaso real. Como ya se ha
indicado, los profesores son los principales creadores de la evaluación,
por ende, cada evaluación se vuelve de cierta forma personal, ya que
cada uno tiene una visión diferente de éxito o fracaso,
Perrenoud (2008), propone que para que exista cierto progreso de
los alumnos es necesario plantear actividad que tengan un enfoque
constructivista, que permita la movilización de saberes y que los vuelvan
actores activos de sus propios procesos de aprendizaje basándose en sus
interés y motivaciones, exponiéndolos en climas educativos donde exista
buena comunicación para que los docentes y los alumnos se puedan
conocer mejor y por ende, los profesores brinden las herramientas
necesarias para que los estudiantes tengan más confianza y logren un
mejor desenvolvimiento. La evaluación continua es una herramienta
eficaz, ya que el maestro, puede adaptarla a sus necesidades y a la de
sus estudiantes, donde se tiene un conocimiento más completo de lo que
hace el estudiante.
Todos los autores analizados en este ensayo, muestran la
importancia de la aplicación de una evaluación que busque la utilización
de la misma con el objetivo de mejorar el desempeño de los estudiantes e
identificar las áreas de oportunidad, la cual puede impulsar la
transformación de la practica pedagógica y el seguimiento de los
aprendizajes de los alumnos, así como los fracasos, los cuales son parte
del proceso de construcción de conocimiento y que estos deben
concebirse y usarse como fuente de mejora constante.
Como docente después de este extenuante análisis sobre la
evaluación, considero que es una herramienta fundamental para la
transformación de los procesos tanto de enseñanza como de aprendizaje,
ya que permite la mejorar, pero partiendo desde una perspectiva holística,
reconociendo la importancia de las intervenciones educativas acorde a las
necesidades e intereses de los estudiantes, apoyándose en la aplicación
de una didáctica individualizada y con una evaluación continua. La
renovación de las prácticas evaluativas, generaran un cambio en los
criterios y apoyaran en suprimir las desigualdades, jerarquizaciones y
clasificaciones evitando la exclusión en los contextos educativos.

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