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Pero eso tal vez tampoco sea lo que se me pregunta (aun cuando es cierto). Pensemos...

Se lee
fijando la vista sobre el papel. Sí, esto es importante. La lección es para nosotros una práctica
silenciosa (creo que fue San Agustín quien escribió su asombro cuando vio, por primera vez, un
alguien leyendo en silencio. Transformación importante). Esto puede pensarse así: por un lado
se puede fingir que uno lee (fijo mi mirada en una página y pienso en otra cosa: miento), pero no
se puede fingir que uno corre, o baila o escribe. Escribir es una práctica fuertemente muscular y
motriz. Leer implica, motrizmente, apenas el movimiento de los ojos.
Eso es importante. Los ojos. Los ojos no recorren la página letra por letra o palabra por palabra:
delimitan un campo visual que van recorriendo como por banido, moviéndose de manera
discontinua. Cuanto mayor es el campo visual, más rápido se lee. Esto es importante. Cuanto más
rápido se lee, mejor se lee, porque se retiene mejor la información y se correlacionan mejor las
cosas que se van leyendo. Entonces, cuanto mejor se lee, mayor placer se puede obtener de la
lectura. El placer de la lectura es un placer ligado con la visibilidad (una visibilidad transportable)
y con la velocidad. Es un placer bien moderno, visto de ese modo.
Ahora, en un Iibro de literatura yo debería insistir en cómo se lee la literatura. Bueno, se lee así:
de cualquier modo (acostado o sentado, etc…), de cualquier modo (imponiendo sentidos) y
rápidamente si es que uno quiere obtener placer. Bueno, ya sé, Ias preguntas que el alumno astuto
formularía serían las siguientes: ¿cuál es la posici6n más adecuada para leer rápido y bien y con
placer?, ¿cómo se impone sentido en un texto?, ¿qué es el placer aplicado a la lectura? Lo sé, de
nuevo estoy en problemas.

Estoy pensando... El placer, aplicado a la lectura, es un placer especifico. Tiene que ver con la
función estética, es un placer estético. Así como son diferentes el placer de una buena comida, el
placer de una caminata, el placer, en fin, de una buena charla, el placer estético es otra cosa.
Alguien pensara (ese alumno): El placer es la satisfacción de un deseo ¿Qué deseo satisface la
lectura? Horror.

Sigo pensando... En principio, es dudoso que el placer sea provocado, necesariamente, por la
satisfacción de deseos. EI placer es un poco más complicado que la mera satisfacci6n de una
necesidad o un deseo. En todo caso, el placer solo es provocado por el deseo de placer. a veces,
por ejemplo, los placeres se anulan: si siento placer al tomar alcohol, y lo hago, es probable que
anule el placer de pensar lógicamente. Si elijo el placer de pensar lógicamente, es posible que
deje de lado el placer de una buena charla.. En fin: el deseo de placer es necesario.
EI placer de la lectura, la literatura, satisface la necesidad de placer est6tico. Algunos buscan, y
encuentran, ese placer en la música, otros en la danza, otros en la pintura, muchos en el cine,
algunos en la moda, pocos en la lectura. No importa, no vamos a jerarquizar los placeres estéticos.
Si hablamos del placer literario es porque este es un libro sobre la literatura. Lo importante es que
tenemos deseo de placer estético y ese placer es específico.
No habría que confundir, por otro lado, ese placer con el placer intelectual. El placer por el
conocimiento es, en varios sentidos, coincidente con el placer literario, pero puedo obtener
conocimiento, por ejemplo, a partir de una conferencia. Puedo sentir placer por el conocimiento
que obtengo de una conferencia o de otra experiencia cualquiera (eso es un placer intelectual). El
conocimiento da (a quienes nos lo da) un placer bárbaro. Pero el placer de la literatura es otra
cosa. Digamos: es como la diferencia entre el sexo y el amor (diferencia que hasta Madonna
conoce): el sexo sería algo así como el conocimiento, el amor algo así como el placer estético.
Y, ya que estamos, digamos: la coincidencia de las dos cosas, verdaderamente, es de lo mejor. Si
este libro pudiera servir para suscitar ambos placeres, yo sería feliz, feliz, de verdad.
Pero, bueno, en fin, no era ese el tema. O no era ese el tema principal. Se trata del sentido y del
sentido de la literatura, en particular.
En relación con el sentido, varias operaciones de lectura son posibles. Frecuentemente se hablade
"interpretar" los textos. Es una actividad más o menos licita según las escuelas y corrientes
estéticas que se consideren. Interpretar un texto no es darle un sentido (más o menos fundado,
más o menos libre), sino por el contrario apreciar el plural de que está hecho… Porque el
texto es, en principio, plural y en él se pueden leer muchas cosas, es porque la interpretación no
debe perder de vista la pluralidad de interpretaciones posibles.
También están quienes no quieren interpretar: se limitan a la mera anotación de los sentidos de
un texto. Dicen: (a)noto tales sentidos en un texto. Y nada más que eso. No interpreto el texto.
Noto sentidos y veo cómo están organizados.
Y, por fin, están quienes hacen de la lectura una experimentación del texto. Van mucho más allá.
Dicen: uso el texto para esto (en general es para escribir: cartas, declaraciones de amor, novelas,
artículos críticos, teorías filosóficas). Esos (Freud, Marx, de quienes ya hemos hablado), en
sentido estricto, se desentienden de la legitimidad de una lectura. Están usando los textos, están
imponiéndoles ciertos sentidos con fines determinados. El texto, entonces, juega, engancha,
funciona, o con otros textos, ideas o sentimientos.
Si ordenamos jerárquicamente, obtendríamos tres formas de la lectura: la lectura como notación,
la lectura como interpretación y la lectura como experimentación.
Bien (creo que encontré la respuesta adecuada). Cada nivel de lectura implica al lector de manera
diferente (diríamos: cada nivel es más exigente para con el lector). Si hasta ahora aceptamos que
la literatura es una práctica, una producción de sentido, un artificio, entonces resulta evidente
que, además de las cuestiones retóricas ligadas con el lenguaje que antes analizamos, habrá otras
cuestiones ligadas con los diferentes géneros, por ejemplo, o modos de organización textual, de
los que los diferentes textos pueden participar. Una lectura que pretenda dar cuenta de esas
cuestiones es diferente del mero comentario, es una lectura analítica.
Todo texto tiene un locutor, independientemente de la forma que tenga. Ese locutor (textual) se
Ilama sujeto de enunciación. En el caso de relatos, ese locutor es el narrador. En el caso de poemas
no tiene un nombre claramente definido (algunos lo llaman "yo lírico", otros "rol textual", pero
no hay unanimidad). Lo cierto es que nunca hay que confundir al yo sujeto de enunciación con
el autor real del texto. Si leemos el final de Lolita1, resulta evidente que el narrador ha cometido
un asesinato. Sería ingenuo suponer que el autor, Vladimir Nabokov, ha cometido un asesinato.
Lo mismo podría decirse de las ideas y sentimientos "expresados" por el sujeto de enunciación.
Por una cuestión de coherencia, se trata de predicados planteados respecto de un sujeto cuya
única existencia es textual.
Esto tiene un corolario importante: la biografía de autor no sirve para explicar una obra. En todo
caso, la biografía es un contexto más que hay que tener en cuenta, pero nunca de manera decisiva.

Ya que estamos con las reglas: conviene precisar que todo el texto tiene un tema. Si se trata de un
texto narrativo, además, tendrá un argumento o trama. A veces, será útil dar cuenta de las unidades
narrativas que soportan toda la trama de un relato. Teniendo en cuenta el punto de vista narrativo
(el lugar desde el cual se narra) y las acciones nucleares (las unidades narrativas) uno puede
tener una buena descripción de cómo está armado un relato (es el soporte de los sentidos de un
texto). Las maneras de armar un relato son variables históricamente. Sólo comparando el relato
de dos batallas 2llegamos a la conclusión de que los modelos narrativos que en cada caso se tienen
en cuenta son muy diferentes. Esto tiene que ver con el sentido del texto.
Respecto del punto de vista, también resulta obvio que contar algo desde un punto de vista
cualquiera determina lo que se puede contar. Desde la perspectiva de un niño no podría escribirse
el comienzo de Madame Bovary3 tal como lo Hizo Flaubert. El punto de vista se relaciona con el

1
Novela escrita por Vladimir Nabokov
2
En la novela Salambó de Gustave Flaubert (siglo XIX) y en una Crónica Medieval (de varios siglos
anteriores)
3
Se narra lo que le sucede en una clase a un nuevo estudiante que recibe burlas y humillaciones.
foco: aquello que aparece destacado como en primer plano en un texto. Habría como una línea
imaginaria que une punto de vista y foco. Es lo que llamamos focalización.
¿Cuántas categorías, no? ¿Era eso lo que querían? ¿No? Pero es que ahora me entusiasmé. La
forma de un texto tiene que ver con la focalización, el punto de vista, los esquemas (narrativos o
poéticos) utilizados. Todo eso determina (condiciona) el tema de un texto, es decir, el sentido.
De modo que el sentido varía en relación con estas categorías formales, razón por la cual conviene
examinar cómo están armados los textos. Si se trata de poemas, habrá que ver los esquemas
métricos utilizados (durante el barroco, por ejemplo, los esquemas más libres se usaban para
composiciones de tema ligero; los esquemas más rígidos, como el soneto, para composiciones de
tema grave). Lo que se decía, en definitiva, dependía del lugar de enunciaci6n que se elegia cada
vez.
Respecto a los personajes, conviene tener en cuenta que con frecuencia nos referimos a ellos como
sujeto del enunciado, para diferenciarlos del narrador Los personajes, en fin, no existen. No
tienen, por lo tanto, otra consistencia psicológica que la de una colección, un conjunto (a veces
nada coherentes) de rasgos semánticos. Es importante observar los rasgos para determinar qué
tipo de personajes se construyen en cada texto (obviamente, en los textos que tienen personajes).
Esas colecciones de rasgos semánticos muchas veces tienen que ver con una ideología,
representan en el texto, en todo caso, una cierta ideología de la persona.
En los poemas no narrativos o líricos, también encontraremos rasgos semánticos, esta vez
aplicados no una persona sino a objetos o lugares o a lo que fuera: la poesía, en ese sentido,
es mucho más libre. También allí uno podría leer la representación de una cierta ideología.
Si quiero refinar mucho más el análisis debería introducir una cantidad cada vez más grande de
categorías, pero creo que estas pueden ser suficientes para empezar.
En síntesis: una buena lectura es una lectura, en principio, respetuosa de las características
materiales o formales de un texto porque es en esa materialidad textual que se nota la producción
literaria, aquello específicamente orientado a suscitar el placer textual. Desde el punto
estrictamente comunicativo toda repetición es redundante (está de más). Desde el punto de vista
de la producción de sentido, por el contrario, toda repetición es significativa. Dicho de otro
modo: solo habrá sentido en la medida de que una repetición exista o sea notada.
Las categorías fundamentales de una categoría analítica de la literatura son: el sujeto de
enunciación diferente del sujeto del enunciado, los esquemas formales (narrativos o poéticos), el
punto de vista y la focalización, los rasgos semánticos. Con todo esto se pueden fundamentar
determinadas notaciones, determinadas interpretaciones y determinadas experimentaciones
respecto de la literatura.

Este texto forma parte de la introducción al libro LITERATOR IV del Prof. Daniel Link.

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