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Los Lazos de Amor: un nuevo paradigma psicoanalítico 1

Article · November 2018

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Dra. Martha Alicia Sánchez Muñoz


International Psychoanalytical Association
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Los Lazos de Amor: un nuevo paradigma psicoanalítico1
Dra. Martha Alicia Sánchez Muñozi

Lo moral es no hacerlo todo bien,


o evitar todo tipo de sufrimiento,
sino tener la valentía de reconocerlo.
Benjamin, 2012

Introducción

En 1988 el aniversario de 25 años de la publicación del libro Los Lazos de Amor.


Psicoanálisis, feminismo y el problema de la dominación de Jessica Benjamin2, dio lugar
a la divulgación de una serie de trabajos en Studies and Gender and Sexuality Journal
en 2012 y 2013, reconociéndolo como un tratado acerca del estudio de las relaciones
humanas y la reexaminación del cometido psicoanalítico. El libro es una conjunción de
psicología, crítica social y ética como contribución en el campo del psicoanálisis.
En el texto se revigoriza y replantea el paisaje del pensamiento psicoanalítico
acerca del género. Su análisis corresponde a la cercana conexión entre lo social y
personal, lo cual lo hace extraordinario. Se trata de la aplicación del razonamiento
dialéctico en las relaciones de género. Se discuten los binarios:
reconocimiento/destrucción, autonomía/dependencia, razón/natura, sujeto/objeto y
masculino/femenino, examinando las polaridades del género que establecen las
posiciones del amo y el esclavo. (Celenza, 2012).
En lo personal, la revisión del texto, fue cautivante e impactante, pues desde una
visión crítica propone la deconstrucción de la teoría de Freud en relación a la feminidad
y la teoría del género clásica así como el vislumbrar los ejes conceptuales de lo que
pudiera dar lugar a un nuevo paradigma en psicoanálisis. Es una lectura particular del

1Versión resumida del trabajo con el mismo título presentado en el V Congreso Nacional del Centro de
Educación e Investigación de Psicoanálisis A.C. (CEIPMty) el 2 y 3 de Octubre 2015 en Monterrey, N.L.
Este artículo además ha sido publicado en la Revista Sui Generis de la UANL (2016) No. 38: 37-
42 https://issuu.com/suigenerisuanl
2Psicoanalista del programa de posdoctorado de psicoterapia y psicoanálisis de N.Y.U. Editora del Journal

de Diálogos Psicoanalíticos. Co-fundadora y Directivo del Centro Stephen Mitchell de Psicoanálisis


Relacional en N.Y. Fundadora y Directivo de la Asociación Internacional de Psicoanálisis y Psicoterapia
Relacional (IARPP).

1
psicoanálisis, el feminismo, la investigación infantil, el análisis y los cambios en la práctica
analítica.
Benjamin ha influido en mover una disciplina fragmentada en múltiples escuelas:
teoría clásica de los instintos; psicología del yo y del self; teorías de relaciones de objeto;
freudianos contemporáneos; kleinianos contemporáneos, neo y post kleinianos;
bionianos; jungianos y otros, hacia la intersubjetividad como su “nuevo campo común”
(Wallerstein, 1990 en Altmeyer, 2013). Este aspecto intersubjetivo refleja la
modernización de la psique. El self aislado ha sido reemplazado por la creciente evidencia
de que la mente humana está en relación con otros, correspondiendo a la cada vez mayor
interconexión de la vida global en el siglo XXI.
Después de la revisión de la serie de publicaciones por motivo del aniversario de
esta obra, la intención de este trabajo más que la realización de la reseña del texto o la
revisión de las contribuciones al género, tema que he abordado en otro lugar (Sánchez
Muñoz, 2010) tratará sobre algunos de los conceptos básicos en que considero se
fundamenta la contribución original al psicoanálisis de Jessica Benjamin, abriendo
nuevos horizontes en la teoría y la clínica. Esencialmente me refiero a los conceptos de
reconocimiento y mutualidad, intersubjetividad, terceridad y el análisis conflictos
interraciales a la luz de este marco conceptual. Dadas las limitaciones de espacio espero
hacer justicia en cuanto a la complejidad de tales temas

1. Reconocimiento y Mutualidad

En la temprana interacción de madre y bebé ya se pueden identificar los primeros signos


del reconocimiento mutuo. Las investigaciones sobre bebés han ampliado su foco al
incorporar la interacción madre e infante, la reciprocidad temprana y la influencia mutua.
Ello ha revelado la historia temprana del reconocimiento. Tal interacción incluye una
mezcla de alteridad y unidad: “tú me perteneces, pero ya no eres parte de mí. El gozo
que me da tu existencia debe incluir tanto mi conexión contigo como tu existencia
independiente: reconozco que eres real” (Benjamin, 1996, p. 27).
El desarrollo del reconocimiento tiene varios momentos: el primero es cuando el
infante y cuidador pueden compartir la experiencia similar de afectos. El placer es
experimentado cuando ambas partes comparten un afecto positivo como resultado del

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juego mutuo en donde cada uno reconoce la sonrisa en la cara del otro y se hablan. El
segundo momento es cerca de los 10 meses, es cuando el infante y cuidador pueden
mirar un objeto y disfrutarlo juntos. De manera alternada el cuidador disfruta el disfrute
del infante, es decir, el cuidador disfruta al contactar el estado mental del infante. Ambos
momentos se pueden resumir como sigue: “Nosotros estamos sintiendo esto. Yo sé que
tú, quien eres otra mente, estás sintiendo lo mismo que yo”. Sin embargo cerca de los 2
años, en el contexto de la separación y diferenciación, el infante se percata que su mente
y la del cuidador son independientes y esto precipita una crisis que establece la escena
de la mutualidad y la consecuente falla de la negociación es un terreno fértil para la
dominación y sumisión. (Benjamin, 1988; Straker, 2012).
Benjamin (1988) elabora el análisis de esta crisis desde la filosofía de Hegel (1952
en Benjamin 1988 y 2004) en la “Fenomenología del Espíritu” acerca del problema del
reconocimiento. Este autor demostró que el deseo de sí mismo de una independencia
absoluta entra en conflicto con la necesidad que tiene de reconocimiento. De ahí que la
necesidad de reconocimiento plantea una paradoja fundamental: “en el mismo momento
en que llegamos a comprender el significado de “yo mismo”, nos vemos forzados a
advertir las limitaciones de ese sí mismo” (Benjamin, 2006, p.68).
Con una influencia claramente winnicotiana y la revisión de otros autores como
Bowlby, Mahler, Kohut y Stern entre otros, ayudaron a la autora a dar una nueva
percepción del infante con características de activo y social capaz de responder a otros.
De aquí surge la “concepción intersubjetiva” la cual sostiene que el individuo crece en
relaciones con otros sujetos y a través de ellas. O todavía más importante, el otro con el
que el sí mismo se encuentra es también un sí mismo, un sujeto con derecho propio. Se
trata de una reorientación de la concepción del mundo psíquico desde las relaciones de
sujeto-objeto a las relaciones de sujeto con otro sujeto.
En una entrevista realizada en 2013, Benjamin respondió que en la elaboración de
su marco conceptual descubrió que encajó muy bien con el psicoanálisis relacional.
Elaborando los siguientes temas: la subjetividad materna y su relación con la idea de la
subjetividad del terapeuta; la idea de interacción entre el bebé y el cuidador y su relación
con la comprensión del procedimiento de interacción y la idea de ruptura y reparación y
su relación con el proceso de la terapia.

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2. Intersubjetividad

Benjamin, (1988, 2004) tomó el concepto de intersubjetividad de la teoría social de


Habermas (1970 en Benjamin 1988), quien utilizó la expresión “intersubjetividad de la
comprensión mutua” para designar una capacidad individual y un dominio social. El
término fue llevado por primera vez de la teoría de Habermas a la teoría del infante por
Trevarthen (1980 en Benjamin, 1988), quién documentó “un periodo de intersubjetividad
primaria, en el cual compartir intenciones con otros se convierte en una actividad
psicológica efectiva”. Posteriormente Stern, identificó en la infancia, el relacionamiento
intersubjetivo como un punto crucial del desarrollo de sí mismo, en el que el infante es
capaz de compartir las experiencias subjetivas, principalmente de tipo emocional. Dado
que la intersubjetividad es tanto una capacidad como una noción teórica, la autora se
refiere a la capacidad con la palabra “reconocimiento” a la que ya me ha referido,e
intersubjetividad para el concepto.
A diferencia de la teoría intrapsíquica, la concepción intersubjetiva alude a lo que
sucede en el campo del sí mismo y el otro. Lo crucial para la primera es el inconsciente
y para la segunda es la representación de sí mismo y el otro como seres distintos pero
relacionados. No son modos opuestos sino complementarios de comprender la psique
(Benjamin, 1996).
Benjamin (2004) entiende la intersubjetividad explicándola en términos de una
relación de reconocimiento mutuo en la que cada persona experimenta al otro como un
sujeto semejante, otra mente que puede ser cosentida (feltwith) aunque resida en un
lugar de sensación y percepción distinta y separada.
Altmeyer (2013) ha destacado que la publicación de “Lazos de amor” contribuyó a
un cambio paradigmático del psicoanálisis contemporáneo al giro llamado relacional o
intersubjetivo. Este giro relacional de las ciencias humanas incluyendo el psicoanálisis
está basado en el conocimiento más que en creencias. La investigación infantil y la teoría
de apego han demostrado empíricamente la naturaleza intersubjetiva del funcionamiento

4
psíquico (Trevarthen 1979; Stern 1985; Domes 2000, 2006, 2012 referidos por Altmeyer
2013).
La teoría de una intersubjetividad primaria ha sido apoyada por otras ciencias
como la antropología evolucionista, la filosofía social y más recientemente por los
avances de la investigación del cerebro y su descubrimiento de un sistema de “neuronas
espejo” el cual puede probar ser el equivalente neurobiológico de la capacidad de
relacionarse mentalmente. La neurobiología y el psicoanálisis coinciden en su objeto de
estudio y desde sus diferentes perspectivas, mente y cerebro, deben tratar de unir sus
conocimientos. A este descubrimiento del sistema de neuronas espejo intersubjetivo se
podrían agregar otros hallazgos relacionales e investigaciones del cerebro tales como el
supuesto de que las tempranas interacciones son internalizadas durante el desarrollo de
la psique, construyendo estructuras mentales en diferentes niveles de la memoria
incluyéndola implícita (inconsciente). Estas estructuras caracterizan el enfoque relacional
de la dinámica inconsciente.
Otro hallazgo relevante es el que reportó Damasio (en Altmeyer 2013) el cual
sugiere que el background inconsciente de nuestras emociones es llenado con escenas
visuales interactivas que retroceden a experiencias personales hechas por el self con
otras personas en el pasado, interacciones que transforman afectos innatos en
emociones humanas, lo cual podría indicar el carácter relacional de nuestros
sentimientos. (Altmeyer, 2013)
Se requiere de una buena investigación del desarrollo del paradigma relacional,
según lo han señalado Schachter y Altmeyer, (2013 en Altmeyer, 2013). En la cual la
dinámica inconsciente no consiste de sus impulsos y destinos sino de experiencias
relacionales incluyendo tanto el self y el otro en interacción. El psicoanálisis relacional
necesita una teoría del desarrollo basada en la investigación empírica de interacciones
entre el niño y sus cuidadores y el medio ambiente. El cambio teórico del psicoanálisis,
hacia el giro relacional, es desde la teoría del impulso a la relación.
Altmeyer y Hadar, (2013) han señalado a la teoría intersubjetiva de Benjamin como
paradigmática entre los enfoques intersubjetivos del psicoanálisis. A diferencia de
relaciones de objeto esta subjetividad del sujeto necesita ser reconocida para permitir el
desarrollo del propio posicionamiento de la subjetividad de uno mismo. La novedosa

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contribución de las formulaciones de Benjamin consiste en haber considerado la
subjetividad del sujeto y el otro quienes se encuentran en una asimetría para que tal
subjetividad sea establecida. La subjetividad del otro no había sido adecuadamente
considerada en psicoanálisis al referirse a la constitución de la subjetividad del self.

3. Terceridad

En Más allá de la dualidad agente-paciente: Una visión intersubjetiva del tercero,


Benjamin (2004) concibe a la intersubjetividad en términos de una relación de
reconocimiento mutuo, en la que cada persona experimenta al otro como un sujeto
semejante, otra mente que puede ser co-sentida aunque resida en un lugar de sensación
y percepción distinto y separado. En la clínica se da énfasis al modo en que es posible
sentir la experiencia del otro, como un ser separado pero conectado con el que actuamos
de forma recíproca. Y en este sentido, solo desde el lugar del tercero es posible captar la
doble circularidad fuera de la dualidad.
Benjamín (2004) define la terceridad como: “una cualidad de la experiencia de la
relación intersubjetiva que tiene como correlato cierto tipo de espacio mental interior; este
espacio está íntimamente emparentado con la idea de Winnicott de espacio potencial o
transicional” (p.8).
La terceridad también alude a la idea de la negociación, propuesta por Pizzer
(1998, referido por Benjamin, 2004) en la cual el analista y el paciente elaboran juntos,
una construcción de sus experiencias individuales. Benjamin reflexiona sobre esta idea y
escribe:
El tercero es aquello ante lo que cedemos, y la terceridad es el espacio mental
intersubjetivo que facilita la cesión o es el resultado de ella. Según mi concepción el
término cesión se refiere a un cierto dejarse ir del sí mismo y, por tanto, implica también
la capacidad para captar el punto de vista del otro sobre la realidad. La cesión nos lleva
al reconocimiento ser capaz de mantener la conexión con la mente del otro mientras se

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acepta su individualidad y diferencia. La cesión implica la liberación frente a todo intento
coercitivo o de control (2004, p. 9).

La meta de Benjamin es considerar la cesión del analista, de qué manera se facilita


nuestra cesión y la del paciente si trabajamos de manera consciente para construir un
tercero compartido o cómo nuestro reconocimiento de la influencia mutua nos permite
crear juntos la terceridad.
El desafío de la teoría intersubjetiva, ha señalado la autora, es alejarse de la
dualidad complementaria que se encuentra en mucho de los impasses o estancamientos
de los tratamientos, en cuya resolución se requiere del reconocimiento de la participación
del analista. La aceptación de la propia contribución, en un sentido bidireccional se
convierte en una experiencia vivida, en la cual se abre el espacio a la terceridad,
permitiendo negociar las diferencias y entrar en conexión con el otro exterior.
El concepto de tercero moral denota la creación de un espacio para reconocer y
negociar las diferencias a través de patrones de acomodación y reconocimiento
organizados simétricamente alrededor de las capacidades del adulto o analista. La meta
de un proceso cada vez más compartido para reparar las inevitables rupturas debido a
que de ese modo ambos en la pareja desarrollan su sentido de agencia, su convicción
de poder impactar en y responsabilizarse del otro, la fe en que la validez puede ser
restaurada.

4. Análisis de Conflictos Interraciales

El libro de Benjamin ofrece ideas novedosas sobre las relaciones humanas de gran
relevancia en la comprensión del racismo o conflictos interraciales aunque no se
encuentran de manera explícita en el texto (Straker, 2012 y Waintrater, 2012). Es posible
mencionar la aplicación de este modelo en el análisis de dos casos: el apartheid en
Sudáfrica y el conflicto palestino-israelí.
En el primero, Straker (2012), sostiene que las contribuciones de Benjamin sobre
la dominación y sumisión caracterizan a todo tipo de racismo. Refiere al "Apartheid
Archive Project" (2009) en el cual encuentra la responsabilidad ética para resistir la
sumisión y mantenerse como sujeto al pertenecer a un grupo de opresión; el sadismo y

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las formas más extremas de racismo vigentes en el post-aparteheid en Sudáfrica. Se
concentra en el rol de la institución de la nana en el desarrollo de las relaciones de
dominación y sumisión basadas en la raza.
El siguiente caso es descrito por Hadar (2013) el cual se elabora en torno al
conflicto palestino-israelí y el rol formativo, sobre la experiencia grupal en cuanto al daño
sufrido, incluyendo la pérdida de la vida y el hogar. Se hace mención del llamado "The
Mutual Acknowledgment Project" el cual coordinó Benjamin (2004 a 2010) y en el que
Hadar y un equipo de trabajadores de la salud mental de diferentes grupos étnicos
tuvieron participación. En este grupo se brindó asistencia a grupos israelíes y palestinos
y miembros de otros países, que habían estado involucrados en situaciones de conflicto
étnico para trabajar las repercusiones emocionales expresando su propio daño y el que
causaron a otros. El autor hace un análisis de acuerdo a las ideas de Benjamin acerca
de la terceridad que emerge en el trabajo con estos grupos.

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Conclusiones

 La capacidad de relaciones mutuas tiene sus raíces en la infancia. La mutualidad


está basada en el desarrollo de la capacidad de reconocimiento del otro.

 La concepción intersubjetiva alude a lo que sucede en el campo del sí mismo y el


otro; la representación de sí mismo y el otro como seres distintos pero
relacionados.

 El tercero es lo que puede permitir la habilidad para reconocer sentimientos del


otro, la agencia de uno mismo y lograr sobrevivir a la ruptura mediante el
reconocimiento mutuo.

 El análisis de experiencias de conflictos interraciales a la luz del paradigma de


Benjamín, tales como el Proyecto del Archivo Apartheid en Sudáfrica y el “Proyecto
de Reconocimiento Mutuo del conflicto palestino-israelí” están relacionados
respectivamente con supuestos como: la dominación y sumisión caracterizan todo
tipo de racismo, así como la función del tercero como testigo esencial para el
establecimiento del reconocimiento y promover la reconciliación.

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Referencias

Altmeyer, M. (2013) Beyond intersubjectivity; science, the real world, and the third in
psychoanalysis. Studies in Gender and Sexuality, 14:1, 59-77. doi:
10.1080715240657.2013.756783
Benjamin, J. (1996) Los lazos de amor. Psicoanálisis feminismo y el problema de la
dominación. Argentina: Editorial Paidós.
Benjamin, J. (2004) Más allá de la dualidad agente-paciente: una visión intersubjetiva del
tercero. Intersubjetivo. 1:6, 7-38.
Benjamin, J. (2006) Sujetos iguales, objetos de amor. Ensayos sobre el reconocimiento
y la diferencia sexual. Argentina: Editorial Paidós.
Benjamin, J. (2012) El tercero, reconocimiento. Clínica e investigación relacional, 6:2,
169-179. Recuperado de www.ceir.org.es
Benjamin, J. (2013) The bonds of love: looking backward. Studies in Gender and
Sexuality, 14:1, 1-15. doi: 10,1080/15240657.2013.756769
Celenza, A. (2012) Reading Jessica. Studies in Gender and Sexuality, 13:268-273.
Hadar, U. (2013) The Benjamin Chreode. Studies in Gender and Sexuality, 14:1, 16-34.
doi: 10.1080715240657.2013.756772
Sánchez, M. (2010). Aportaciones de las teorías psicoanalíticas del género en la
constitución de la feminidad. Tesis doctoral. México: Centro de estudios de
posgrado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.
Straker, G. (2012) The racialization of the mind in intimate spaces: The “nanny” and the
failure of recognition. Studies in Gender and Sexuality, 13: 240-252.
Waintrater, R. (2012) Intersubjectivity and French Psychoanalysis: A misunderstanding?
Studies in Gender and Sexuality, 13:295-302.

i Sobre la autora:

Psicoanalista Didacta y Dra. en Psicoterapia por la Asociación Psicoanalítica Mexicana A.C. (APM de API);
Presidenta (2014-2016) y Miembro Fundador del Centro de Educación e Investigación de Psicoanálisis de
Monterrey A.C. (CEIP Mty) Nuevo Grupo de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API); ex Directora
de Instituto de Psicoanálisis CEIPMty; ex Directora Académica del Instituto de Psicoterapia de Monterrey;
Profesora Invitada de la Maestría en Clínica Psicoanlítica de la Facultad de Psicología de la UANL.

Email: psicoanalisis.sm@gmail.com

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