Fuente: ISSTD News

Vol. 25 Nº5 Septiembre- Octubre de 2007

Critical Issues -
Trabajando con el mundo externo del niño.
Sandra Wieland, PhD, RPsych
Center of Councelling and Therapy
Victoria, British Columbia, Canadá

Traducción: Andrea Calleja. Revisión: Sandra Baita.

Cuando las personas llegan a padre de acogimiento o

terapia, lo hacen llevando a su
familia como un séquito. Parte
de la familia es interna
(dinámicas familiares
tempranas) y parte de la
familia es externa (eventos del
presente). Al trabajar con
adultos, el terapeuta trabajará
indirectamente con ambas
familias. De modo similar, al
trabajar con niños, el terapeuta
trabajará indirectamente con la
familia interna, pero en cambio,
el trabajo con la familia externa
deberá ser directo. Este trabajo,
inevitablemente, implicará
nuevos desafíos para el
terapeuta.
Como terapeutas formados en
trauma, sabemos bien acerca
de la necesidad de tener en
cuenta las múltiples e trauma no resuelto. Si el
inestables representaciones de
la madre interna
(perseguidora/víctima/cuidad
ora) (Liotti 1999), pero muchas
veces, asumimos, erradamente,
que el padre del presente – sea
de nacimiento, padrastro,
adoptivo - que es quien trae al
niño a nuestro consultorio es
una figura estable. Ese padre ha
reconocido el malestar, la
necesidad del niño de iniciar
una terapia, ese padre desea
que su hijo se encuentre más
estable. Este reconocimiento y
deseo pueden indicar que el
padre es él mismo estable, o
bien, pueden provenir de su
propio sentimiento de
inestabilidad.
En el caso de un niño con
disociación, es poco probable
que la terapia sea exitosa a
largo plazo (esto es, que se
sostenga más allá del tiempo de
la terapia) si el niño regresa de
la terapia a un entorno en el
cual alguno de los padres está
respondiendo desde su propio
padre/madre responde al niño
de muchos modos diferentes (a
veces asustándolo, otras
asustándose, por momentos
cuidándolo), el niño, por
necesidad, deberá mantener los
múltiples modelos internos
(víctima, perseguidor, niño como separados de sí
cuidador) (Liotti, 1999). Como mismos y de sus propias
terapeutas del niño debemos cuestiones infantiles), el
señalar a esos padres su terapeuta infantil queda
necesidad de iniciar una expuesto al desafío de crear
terapia personal. una nueva experiencia de
Nos encontramos entonces con relación para un individuo que
dos obstáculos importantes: la todavía se encuentra atrapado
financiación y la disposición de en su pasado.
los padres. Usualmente es más Mientras el padre habla acerca
sencillo encontrar quien cubra del niño y sus experiencias con
económicamente la terapia del él, el terapeuta puede
niño que ha sido victimizado, escucharlo y validarlo. Este
que un financiamiento para la escuchar y validar coloca al
terapia del padre, siendo esta terapeuta en el rol de un “otro
mucho menos accesible. La que sostiene” al padre.
terapia puede requerir (1) Debemos ser muy cuidadosos
dividir los honorarios de la al brindarle al padre una
terapia del niño con algún experiencia de un modelo
colega que acepte tratar al positivo único y consistente de
padre por un honorario más otro como opuesto al modelo
bajo o (2) proveer en el marco de apego temprano
de la terapia del niño un desorganizado (modelo
espacio de procesamiento múltiple) que podemos
terapéutico para el padre. La presumir que este padre ha
primer alternativa sería la tenido. Si comenzáramos a
ideal, pero implica no solo señalar errores acerca de su
colegas generosos, si no modo de criar, nos podríamos
también padres deseosos de convertir en un “otro
trabajar sus propias crítico/perseguidor”. Educar
experiencias e sobre trauma y disociación, que
internalizaciones. Con la es una parte importante del
segunda alternativa, el niño, primer tramo de la terapia de
desgraciadamente pierde algo un niño con disociación, puede
de su tiempo mientras que el permitirle al terapeuta
terapeuta dependerá de la mantenerse en un rol de
apertura del padre para sostén. Al educar se brindan
trabajar sobre sus cuestiones ideas apropiadas sobre las
personales. necesidades del niño mientras
Cuando el padre no desea hacer el terapeuta mantiene cierta
una terapia, (y estos son los distancia de las conductas
padres menos capaces de ver al actuales del padre. Sin
embargo, muchos padres,
debido a sus experiencias en el
pasado, pueden no ser capaces
de comprender las ideas que se
les presentan o no ser capaces
de hacer un uso personal de
estas ideas.
Preguntas del estilo: ”¿Cuándo
se sintió usted de este modo
siendo un niño?” “ ¿Tal vez usted
se haya sentido de este modo
siendo un adulto? – ¿cómo lo
vivió?” “¿Cómo piensa usted que
debe ser sentirse de ese modo?”
“¿Qué desea o hubiera deseado
en ese momento que sus padres
hubieran hecho por usted?” “Si,
usted hubiera tenido que tener
eso,” pueden permitirle al
terapeuta mantenerse como
una figura de apoyo mientras
promueve una identificación
interna con el niño. “Cuando el
niño hizo eso, ¿a qué supone
usted que estaba
reaccionando?” “¿Con qué
piensa usted que los
sentimientos/ sensaciones /
pensamientos de su hijo están
relacionados?” “¿Qué podría
ayudar a su hijo con esa
experiencia?” Es preferible
hacer estas preguntas
sugeridas cuando el terapeuta
se reúne solo con los padres y
cuando se tiene el tiempo para
trabajar con cualquier
contenido que surja de parte
del padre.
El terapeuta querrá evitar
preguntas del estilo “¿Cómo
logró usted atravesar esas
experiencias?” “¿Cómo le
gustaría a usted que su hijo sea
diferente?” Ya que las ideas
generadas por este tipo de
preguntas podrían reforzar
conductas negativas o
disociativas.
Cuando trabajamos con los
padres y su hijo juntos, el
terapeuta puede pedirle al niño
y a los padres que identifiquen
las emociones y las
sensaciones corporales que
acompañan un tema o situación
en particular. Este método le
permitirá tanto a los padres
como al niño tener mayor
autoconciencia y habilitará a
aquellos padres que pueden, a
tener una mayor conexión con
el niño. Se puede prestar
atención a estas sensaciones,
modificarlas lentamente,
(Levine &Kline,2007) para que
luego vuelvan a ser descriptas
tanto por los padres como por
el niño. Esta técnica provee
algún procesamiento de
antiguos miedos y ansiedades,
al mismo tiempo que le brinda
a los padres herramientas para
usar con el niño (y consigo
mismos) en casa.
Es importante encontrarse con
los padres, sin los niños, para
clarificar sus expectativas
respecto del comportamiento
del niño y su modo de
reprenderlo y enseñarle. Los
padres que han venido
experimentando situaciones
caóticas en casa generalmente
aprecian la estructura que
estas sesiones les pueden
aportar. En estas sesiones, el
terapeuta también aprende
mucho sobre el modo en que
los padres fueron criados. Si los
padres desean que la vida de
sus hijos sea parecida o
diferente de la suya, también
puede ser un tema relevante.
Se puede trabajar en conjunto
ideas para que esto suceda. La
explicación que el terapeuta
brinda tanto verbalmente como
a través de su conducta
enfatizará que los padres
puedan ser consistentes así
como consecuentes, (ej. El
terapeuta deberá ser
consistente y consecuente con
el padre del mismo modo en
que desea que el padre lo sea
con su hijo)
El ayudar a los padres a
identificar disparadores que
desencadenan los cambios en
el niño y brindarles frases para
calmarlo (grounding) refuerza
al terapeuta en el lugar del
“otro que sostiene”. Al
comienzo de la terapia los
terapeutas pueden ayudar a los
padres a modificar o eliminar
aquellas cosas que funcionan
como desencadenantes. Más
adelante el padre y el terapeuta
podrán trabajar en equipo para
lentamente volver a introducir
esos disparadores. El padre,
como parte del equipo,
aprenderá a hablar sobre la
seguridad del presente y las
diferencias entre el pasado y la
actualidad. A medida que los
padres le hablan al niño sobre
estos cambios positivos, los
padres también se están
hablando a sí mismos y
construyendo una sensación de
seguridad propia. A medida
que los padres tienen más claro
qué es lo que desencadena
cambios en el niño, pueden
también ser más conscientes de
cuales cosas son las que los
disparan a ellos. El terapeuta
puede jugar un rol de
observador en este proceso
(“Me pregunto si eso podría ser
un disparador también para
usted” “Me di cuenta que se
quedaba callado, tal vez mi
comentario disparó algo en
usted”)
Los terapeutas pueden enseñar
a los padres un lenguaje
integrador para que ellos lo
utilicen con sus hijos. “Me doy
cuenta que cuando te ves con
tus hermanos te puedes enojar
mucho, pero yo necesito que tu
parte pensante este allí
presente, al igual que la
enojada, para que nadie salga
lastimado de la visita. Después
de la visita tu parte enojada me
podrá contar todas las
emociones, pensamientos y
sensaciones que tuvo” “La parte
tuya que ha estado segura aquí
por los últimos seis meses puede
hacerle saber a tu parte
asustada que esta casa es
segura” “ Este abrazo es para ti,
para todas tus partes, para la
parte que rompe cosas y la parte
que las cuida” Estos
comentarios ayudan al niño a
calmarse, y a los padres les da
la sensación de progreso y de
estar ayudando a su niño.
Nuestros comentarios y mensaje frena al niño en su
señalamientos sobre cualquier
pequeño cambio logrado por
los padres (aún cuando sea
momentáneo) son importantes.
Apoyar a los padres a través de
los servicios de protección, el
sistema escolar, y de salud,
también refuerza el rol de
sostén del terapeuta. Otros
temas adicionales aparecen
cuando el niño está en una casa
de acogimiento o un hogar de
convivencia y recibe visitas
(supervisadas o no) de sus
padres de origen. Es
importante que el terapeuta se
reúna con los padres.
Reconocer el dolor y tal vez la
vergüenza que estos padres
pueden sentir porque sus hijos
han sido removidos de su
hogar, es un punto de inicio
importante. El terapeuta aquí
juega un doble rol: El terapeuta
quiere apoyar y ayudar al
padre, y al mismo tiempo, está
mirando si el contacto entre
ellos deberá continuar y qué
tipo de contacto será
beneficioso para el niño. A
partir de los comentarios del
niño, el terapeuta usualmente
puede reconocer qué tipo de
mensaje es el que el padre le
está dando al niño. Por
supuesto un padre desea
decirle a su hijo que quiere que
regrese a casa y que está
trabajando para que esto
suceda. Y el niño quiere
escuchar eso. Pero este
construcción de apego con la
nueva figura parental. La ayuda
que se pueda brindar a un
padre para que pueda
reconocer si esto será posible o
no, y el cómo se hable con el
niño acerca de estas
posibilidades será importante
para la estabilidad del niño y
para establecer una base
segura sobre la cual la
integración pueda ocurrir.
Cuando no sea posible discutir
acerca de estos temas,
entonces el terapeuta deberá
trabajar con el niño para que él
pueda reconocer las
limitaciones de sus padres.
Cuando el terapeuta, en su
trabajo con el padre, se
coloque en un rol correctivo (e
inevitablemente esto sucede
tanto en las palabras como en
la actitud), es importante que el
terapeuta pueda hablar acerca
de lo que hizo y le pregunte al
padre cómo experimentó ese
cambio. El padre puede
minimizar lo sucedido, pero, es
trabajo del terapeuta corregir
su posición y hacerse
responsable (nuestro trabajo es
sostener, educar, explorar,
desarrollar ideas, pero no
corregir). Entonces será
nuestro trabajo restablecer la
relación de apoyo. El
mantenimiento de una relación
de sostén consistente es
esencial si deseamos que el
padre pueda experimentar
(mas allá que esta sea una
pequeña experiencia en el
mundo del padre)una relación
de estabilidad, de apego
seguro. Será este apego seguro
y estable el que brindará, la
base para un yo integrado
positivamente o para que
múltiples aspectos del yo se
integren. Con un yo único e
integrado, el padre le podrá
proveer al niño una mayor
estabilidad.
Toda esta discusión puede
llevarse a cabo mientras los
padres se encuentran en la
oficina con el terapeuta y el
niño, al principio o al final de la
sesión o cuando el padre está
solo con el terapeuta al
comienzo de la entrevista, o en
una sesión aparte. Sí, es tiempo
que se quita a la sesión del
niño. Pero es tiempo que
permitirá que la terapia del
niño sea exitosa.
Mantener una postura de
sostén puede resultar
extremadamente difícil cuando
las conductas o las actitudes
del padre hacia el niño son
destructivas. Nosotros somos
ante todo, y primordialmente,
los terapeutas del niño. Es
esencial contar con
supervisiones donde el
terapeuta pueda expresar su
frustración y hasta su enojo
hacia el padre. Procesar esto le
permitirá al terapeuta,
reconsiderar la importancia de
la experiencia de su relación
con el padre. Es útil para que el
terapeuta recuerde que el
padre no elije lo que Siegel y
Hartzell (2003) denominan la
“calle lateral” de la crianza, esto
se da por las experiencias
pasadas que los padres no ha
podido procesar. Para que el
niño se vea beneficiado con una
terapia a largo plazo, el padre
necesita una nueva experiencia
en el modo de relacionarse. Las
supervisiones – con colegas y
con nuestra propia mente – nos
permitirán volver a nuestra
próxima sesión de terapia sin
estar juzgando críticamente.
No importa cuánto nos
esforcemos como terapeutas,
no siempre vamos a poder
prevenir que ocurran algunas
situaciones destructivas: el
malestar de un padre que
mantiene a un niño en un
estado de ansiedad, las
conductas ansiosas del niño
que desencadenan los temores
del padre y quien a su vez
responde con una multiplicidad
de respuestas negativas.
Necesitamos estar alertas a
estas interacciones y al
momento en que llegan a un
punto en el cual ni el padre ni el
niño van a poder aplacar esa
situación. En ese punto, sea que
el niño viva en un hogar de
acogida o un hogar adoptivo o
con su familia de origen, ese
movimiento necesitará ser
considerado por el niño. La
seguridad y estabilidad del
niño son nuestro primer
objetivo. Ninguna terapia será
efectiva sin ello.

Referencias
Levine, P & Kline, M, (2007) El trauma desde los ojos de un niño.
Berkeley, Calif.: North Atlantic Books

Liotti,G. (1999). El apego desorganizado como un modelo para

comprender la patología disociativa. J. Solomon & C. George (Eds.),
Desorganizaciones del Apego. NY: Guilford Press

Siegel, D.& Hartzell,M. (2003). Criando al niño de adentro hacia

afuera. NY: Tarcher Putnam.