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Los incendios forestales

Los incendios forestales, dice el doctor Rodolfo Rodríguez, ingeniero y director de la Estación Científica “Ramón Mugica” de
la UDEP, ocurren cuando una extensión de hierbas, arbustos y árboles se secan, sirviendo de combustible. El inicio de la
combustión de la vegetación seca puede producirse por causas naturales y artificiales. Entre las primeras, se identifican las altas
temperaturas asociadas a días muy soleados con fuertes vientos, que ayudados por el efecto lupa de vidrios o botellas, dejadas
por personas, pueden iniciar un incendio. Asimismo, señala, la caída de un rayo puede iniciar un incendio forestal.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), otra causa es la quema de residuos agrícolas y pastos naturales,
como parte de una práctica agrícola en la que se incinera la parcela para lograr una regeneración del terreno.

En el Perú, los departamentos más propensos a sufrir este tipo de incendios son aquellos que tienen mayor área de bosques; es
decir, los que están ubicados en la selva o selva alta como: Cusco, Apurímac, Ayacucho y Madre de Dios. En el caso de Piura, los
distritos con más riesgo de sufrir este tipo de incendios son Ayabaca, Huancabamba y Morropón, sobre todo, en el periodo post
El Niño ya que es cuando se tiene mayor masa vegetal seca generada en el tiempo de lluvia.

Consecuencias
La duración de un incendio forestal depende de la cantidad de biomasa de las especies vegetales y de la extensión del área
cubierta por estas. Contrariamente a lo que se piensa, explica Rodríguez Arisméndiz, los suelos se hacen más fértiles después de
una quema de pastizales; sin embargo, afectan la rápida regeneración de especies arbóreas. Además, traen consigo la muerte de
muchos animales silvestres, especialmente, pequeños roedores.

Las consecuencias ambientales de estos incendios son diversas, desde la contaminación del aire hasta la afectación de la flora y
fauna. La biodiversidad en el escenario del incendio, refiere el especialista, se ve directamente afectada por la quema de
pastizales que sirven de alimento y son refugio para diversas especies silvestres y la ganadería, lo que contribuye a la
desertificación. “Muchas de estas especies se queman o huyen del este escenario, quedando como un área completamente
eriaza”.

Asimismo, hay un aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera con la contribución de gases de efecto
invernadero. También, hay una mayor contaminación de los ríos, lagos y lagunas; se incrementa el riesgo de erosión y pérdida de
terreno, sobre todo de uso agrícola.

La población también es impactada por los efectos directos de estos incendios ya que el humo generado puede desencadenar
ataques de asma, dolores de cabeza y otros daños, de diversa magnitud, a las vías respiratorias. Del mismo modo, afecta los ojos,
provocando irritación de la conjuntiva y del globo ocular, lo que dificulta la visión y, en casos severos, puede causar ceguera.

Después de un incendio, dice Rodríguez, se debe reforestar con especies nativas para recuperar estos espacios afectados; por
ello, es importante que existan programas de reforestación en todas las regiones y que se cuente con viveros forestales de
especies nativas.

Por otro lado, sostiene que el cambio climático ha intensificado estos eventos ya que ahora existen condiciones más extremas,
tanto de niveles altos de temperatura como de sequía. “Estas condiciones favorecen la aparición de incendios, incluso en lugares
donde antes no se habían dado”.

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