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Tomasa y Andresito (PARTE 2)

Una noche se desató una lluvia muy fuerte. Por el agujero -ya de tamaño
mediano- empezó a entrar agua, mucha agua.

– ¡Me ahogo! Gritaba muy asustado ¡Que alguien detenga esto! ¡No sé
nadar!
Tomasa se despertó sobresaltada y viendo que otra vez su vecino
estaba en problemas fue a ayudarlo.

Se puso su pequeño piloto, subió al techo de la casita, retiró la suciedad


y reparó los daños. Cuando bajó muy enojada le dijo:

– ¿Qué no le dije que cuidara de su techo? El techo de nuestro mundo


también nos protege y Ud. no cuidó el suyo ¿vio las consecuencias de no
cuidarlo?
– ¡Claro que las veo! Mirá, estoy empapado. Parezco un alga marina de
las que hay en las playas de mi ciudad.
– ¡Qué alga ni alga! -contestó muy enojada Tomasa-. Si yo no llego a
tiempo Ud. no cuenta el cuento ¿se entiende?
– Se entiende, se entiende -respondió Andresito con la cabeza baja y un
poco de culpa. No la suficiente para terminar de aprender la lección.
Al día siguiente y para secar todo lo que había quedado húmedo de la
tormenta del día anterior, Andresito decidió hacer una fogata. Una vez
más no hacía lo correcto, no sólo porque estaba encendiendo fuego
donde no debía, sino porque, en vez de recolectar las ramitas ya caídas
de los árboles, empezó a arrancarlas.

Los árboles, muy dolidos y enojados le contaron a Tomasa acerca de su


vecino. La hormiguita, quien no sólo protegía su mundito, sino el de
todos, una vez más fue a hablar con él.

– Relajate, Tomasa. ¿Qué hacen unas ramitas de menos? Ya les crecerán.


Dicho esto, se fue con sus ramas a hacer fuego donde no debía. De más
está decir que otra vez hizo lío, y prendió fuego a todo su alrededor,
poniendo en peligro a los árboles, las plantas, las flores y a todos los
bichitos del lugar.

Una vez más, y ya algo cansada, Tomasa fue en ayuda de su vecino. Ya


no sabía cómo hacer para que Andresito entendiese que había que
cuidar el mundo de todos.

– ¡No ha pasado nada! Nos hemos salvado, ¡aleluya, aleluya! Voy a dar
una fiesta en tu honor por haberme salvado una vez más. ¡Vení a festejar!
– No, gracias. No quiero una fiesta, sólo le pido que entienda y haga las
cosas bien. Nos pone en peligro a todos.
Estaba visto que no era el momento de entender para Andresito. Invitó
a todos sus amigotes, tan sucios y descuidados como él. Luego de la
fiesta, el vecindario quedó hecho un basural: latas, comida, envases,
cartones, todo tirado. Por supuesto, ninguno de ellos lo limpió.

Era tal la basura tirada, que se taparon cañerías, desagües y algún que
otro pozo que había en el pasto.

Como no es de extrañar, una vez más Andresito se metió en problemas.


Cayó dentro de uno de los pozos que estaba tapado por la gran cantidad
de basura que él y sus amigos habían dejado tirada. Empezó a gritar:

– ¡Me he caído! ¡Que alguien venga a socorrerme! ¡Esto huele horrible!


Todos en el vecindario escucharon los gritos. Árboles, flores, plantas,
pajaritos, vecinos y, por supuesto, Tomasa.

Como lección y para que de una vez por todas Andresito aprendiera,
decidieron entre todos no sacarlo enseguida del pozo.

– ¿Qué pasa chico que no viene nadie? ¿Se han ido todos? ¿Nadie me
ayudará a salir de esta inmundicia?
Tomasa, asomada desde arriba le dijo:

– Ahí se quedará, señor, a pensar cómo se ha comportado hasta ahora.


Justo ahí en medio de la suciedad, de la cual parece disfrutar mucho.
Allí lo dejaron el tiempo suficiente como para que esta hormiga
descuidada pudiese empezar a pensar en cómo se había comportado
hasta ahora.

En medio de ese oscuro pozo lleno de basura y mal oliente todo era muy
triste. Andresito no podía hacer nada más que pensar y taparse la nariz
de a ratos.

Cuando miraba hacia arriba y veía el cielo, la luz y el sol, y escuchaba el


canto de los pajaritos y las voces de sus vecinos, empezó a darse cuenta
que afuera existía un mundo. Un mundo lleno de cosas bellas que él
había arruinado. Era un mundo que merecía protección, cariño y
cuidado.

Pasó el tiempo y lo ayudaron a salir. Andresito ya no era la misma


hormiga. Ahora era el primero en cuidar el vecindario. Es más, se ofreció
recolectar la basura de todos los vecinos. Hacía su trabajo con un gorrito
puesto, protección solar y mucha alegría, mientras se lo escucha decir:

– ¡Qué locura! ¡Cuánta basura tira la gente!

Fin.
1) Leé este fragmento del cuento. ¿En qué tiempo están esas
acciones?

Una noche se desató una lluvia muy fuerte. Por el agujero -ya de
tamaño mediano- empezó a entrar agua, mucha agua.

– ¡Me ahogo! Gritaba muy asustado ¡Que alguien detenga esto!


¡No sé nadar!
Tomasa se despertó sobresaltada y viendo que otra vez su vecino
estaba en problemas fue a ayudarlo.

Ahora leé estos ejemplos y decime ¿cómo se usa cada tiempo?

 Ayer estaba leyendo y mi mamá me llamó por teléfono.


 Cuando era chica, me gustaba mucho mirar anime. Miré muchos:
Sakura, Detective Conan y Dragon Ball eran mis favoritos.

Estos verbos están conjugados en dos tiempos distintos: pretérito


perfecto simple y pretérito imperfecto.

 El pretérito perfecto simple se usa para narrar acciones


puntuales, que empezaron y terminaron en el pasado.

POR EJEMPLO:
Tomasa se despertó asustada. Escuchó gritos.
Tomasa ayudó a Andresito dos veces. Se enojó y lo retó.
Andresito no le hizo caso.
Los vecinos escucharon los gritos.
Andresito se asustó y aprendió una lección. Por eso cambió su
comportamiento.

 El pretérito imperfecto indica acciones que duran en el pasado


o que eran habituales (o sea, que se repetían bastante).
También se usa para describir personajes, lugares y objetos en
un relato.
POR EJEMPLO:

Tomasa era una hormiga muy trabajadora, pero Andresito era


muy vago.
Tomasa trabajaba todo el día, mientras que Andresito sólo
tomaba sol.
Andresito nunca ayudaba a Tomasa, pero Tomasa era muy buena
y ella sí socorría a sus vecinos.

VERBO PRET. PERFECTO SIMPLE PRET. IMPERFECTO


VIVIR Tomasa VIVIÓ Tomasa
DECIR Tomasa DIJO Tomasa
IR Tomasa FUE Tomasa
AYUDAR Tomasa AYUDÓ Tomasa
SOCORRER Tomasa SOCORRIÓ Tomasa
GRITAR Andresito Andresito GRITABA
TRABAJAR Andresito Andresito NO TRABAJABA
TOMAR SOL Andresito Andresito TOMABA SOL
BEBER AGUA Andresito Andresito BEBÍA AGUA
ESCUCHAR Los vecinos ESCUCHARON
DECIDIR Los vecinos Los vecinos DECIDÍAN.

Hablemos de género y número…


En español, las palabras tienen dos características a las que llamamos
género y número. El género determina si una palabra es de género
masculino o femenino.

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