Está en la página 1de 5

EL SEÑOR ÁRBOL

Cuento Corto Infantil, creado por: Mayrelí Moya

ESCENA 1

APARECE ABUELO CAMINANDO ENTRE EL PÚBLICO CON LAS PIERNAS


TAMBALEANDO, AFIRMÁNDOSE CON UN BASTÓN HASTA LLEGAR A UNA
SILLA AL COSTADO DEL ESCENARIO.

ABUELO NARRADOR: Hola niños y niñas, madres y padres, gente presente. A


continuación les voy a contar una historia, una historia que pasó hace muuuucho
Tieeeeeeempo, y que sigue pasando ahora. La historia comienza así:

En una plaza recóndita de tiempos y galaxias paralelas y muy muy lejanas. La Plaza
del Hongo le decían. Vivía una vez un árbol, llamado El SEÑOR ÁRBOL, que se pasaba
quejando de sus calamidades, se quejaba de lo cansado de estar siempre en el mismo lugar,
sosteniendo sus ramas hacia arriba, soportando que las moviera el viento y que los pájaros
se posaran en él.

EN EL INSTANTE QUE EL ABUELO DICE “EL SEÑOR ÁRBOL”, APARECE


CAMINANDO DE LADO EL SEÑOR ÁRBOL, MIENTRAS OIMOS EL SONIDO DE
PASITOS COMO TOCADAS POR UN TECLADO.

SEÑOR ÁRBOL: Quizás ya sea tiempo de tener otro trabajo. Que me utilicen para hacer
una silla o algún mueble bonito. ¡Algo que valga la pena!

ABUELO NARRADOR: Había visto como todo el bosque se había transformado, muchos
de los árboles que crecieron junto con él ya no estaban. Otros nuevos habían crecido, pero
allí estaba él, en el mismo lugar de siempre.

SEÑOR ÁRBOL: Si tan solo pudiera hacer algo para que esos pájaros molestosos no se
me subieran más. Si se me cayeran todas las hojas y no me creciera ni una más, creo que
sería mejor.

ABUELO NARRADOR: Cierto día vio cómo se acercaba a él un leñador, se le paró en


frente, lo miro, lo acarició un poco, se sonrío y luego se fue, con su hacha en la mano, en
busca de algún árbol seco o podrido.

SEÑOR ÁRBOL: Pucha, pensé que al fin había llegado mi turno.

ABUELO NARRADOR: Se lamentó, aunque no podía negar que estaba un poco asustado.

APARECE MARGARITA POR UN COSTADO, SIN QUE SEÑOR ÁRBOL SE


DÉ CUENTA. CUANDO LO ESCUCHA HABLAR, AVANZA SIGILOSAMENTE.
SEÑOR ÁRBOL: El día en que mi turno llegue, finalmente le daré fin a este suplicio.

ABUELO NARRADOR: Continuaba quejándose el gran árbol.

SEÑOR ÁRBOL: ¿Y tú que me miras?. – Le preguntó con voz gruñona.

MARGARITA: Creí que te había escuchado hablar.

SEÑOR ÁRBOL: Pues así fue ¿y qué?

MARGARITA: Nada, es que no sabía que los árboles hablaran.

SEÑOR ÁRBOL: Bueno, todos los árboles hablamos, pero no todo el mundo nos sabe
escuchar, parece que eres uno de los pocos afortunados.

ABUELO NARRADOR: Contestó el árbol con voz un poco más serena.

MARGARITA: Pues te aseguro que eres el primero que escucho, ¿por qué te estabas
quejando cuando llegué?.

SEÑOR ÁRBOL: Por nada que te importé. – Le dijo el árbol como volteando la mirada.

MARGARITA: Probablemente si me importe ¿no será por eso que te pude escuchar?.

SEÑOR ÁRBOL: Bueno… de todas formas no creo que me puedas ayudar. – Le


respondió con notable tristeza el señor árbol.

MARGARITA: Vamos, dime, no quisiera irme sabiendo que estás tan triste, tal vez no
pueda ayudarte, pero podría escucharte por lo menos.

ABUELO NARRADOR: El árbol lo pensó un momento…

SEÑOR ÁRBOL: Bueno, ya que insistes tanto te lo diré. Soy un árbol muy viejo, llevo
aquí tantos años que ya perdí la cuenta, mis ramas están cansadas, pero los pájaros no lo
entienden, siguen viniendo a mí todos los días. He perdido las hojas cientos de veces y
siempre me vuelven a salir, estoy cansado de lo mismo, quisiera ser algo diferente, que
algún leñador me cortara y que hiciera algún mueble útil conmigo, que mis ramas sirvan
para avivar el fuego en alguna chimenea…, son tantas cosas diferentes las que podrían
hacer conmigo, más que estar aquí todos los días, aguantando el viento, el sol y la lluvia,
con mis ramas hacia arriba, sin hacer nada más.

ABUELO NARRADOR: Margarita lo escuchaba atentamente, esperando encontrar la


solución a su problema:
MARGARITA: Quizás podría hablar con mi abuelo, fue el leñador que pasó por aquí hace
un momento, si lo convenzo podría cortarte, y tu sueño pudiera hacerse realidad. – Decía el
niño mientras sus ojos se iluminaban al plantear su fabulosa idea.

SEÑOR ÁRBOL: ¿En serio?, ¿podrías hacer eso?

MARGARITA: Sí, claro, enseguida vuelvo, iré a buscarlo.

ABUELO NARRADOR: En eso, Margarita salió corriendo apresuradamente, pues sabía


que su abuelo le llevaba bastante ventaja. Mientras el árbol se quedó pensando en que por
fin podría hacerse realidad su deseo.
Horas más tarde ve como Margarita se acerca de nuevo, esta vez junto con su abuelo.

LLEGA MARGARITA CON SU ABUELO TIRÁNDOLO DE UN BRAZO.

MARGARITA: ¿Ves abuelo? Este es el árbol que te mencioné, el que te dije que quiere ser
cortado.

SU ABUELO, EL LEÑADOR LO MIRA Y SE SONRÍE.

LEÑADOR: Mi querida Margarita, no creo que pueda hacer eso.

MARGARITA LO MIRA NOTABLEMENTE SORPRENDIDA.

MARGARITA: Pero abuelo, tu eres un leñador, ¿por qué dices que no lo puedes cortar?.

LEÑADOR: Lo que pasa es que este árbol es muy especial para mí, y no puedo cortarlo
sencillamente porque diga que está cansado de estar en el mismo lugar.

MARGARITA: ¿Y por qué es tan especial para ti este árbol, abuelo?

EL ABUELO LEÑADOR MIRA HACIA ARRIBA, RESPIRA PROFUNDO Y LO


TOCA.

LEÑADOR: Este árbol lo sembramos mi padre y yo, cuando yo era mucho más pequeño
que tú, desde entonces he visto como ha crecido y cuan útil ha sido para todos.

MARGARITA: ¿En serio? Abuelo, nunca me dijiste me habías plantado un árbol.

ABUELO: En realidad he plantado muchos, pero este es el más especial, pues lo sembré
junto con mi padre y le prometí que siempre lo cuidaría.

MARGARITA BAJA LA MIRADA, APARENTEMENTE DESILUSIONADA PORQUE


NO PODRÍA CUMPLIR LA PROMESA QUE LE HIZO AL ÁRBOL.
MARGARITA: Entonces de verdad que es especial para ti, pero ¿por qué dices que ha
sido muy útil para todos?.

ABUELO NARRADOR: Mientras su abuelo el leñador y Margarita hablaban, el señor


árbol escuchaba atentamente la historia.

LEÑADOR: Bueno, piensa por ejemplo las veces en que muchos caminantes se han
sentado bajo esta gran sombra a descansar en un día caluroso. Como sus flores han servido
para alimentar a miles de insectos. O piensa en cuántos hogares le ha brindado a los
pajaritos que vienen a donde él a hacer su nido, seguro que muchas aves se sienten
agradecidas de haber podido hacer su nidito y calentar a sus huevitos aquí. También sus
hojas sirven de abono cuando caen al suelo y ayudan a fertilizar la tierra. Sin mencionar
que si no fuera por este, y por todos los árboles del mundo, no podría caer la lluvia y no
podríamos respirar el aire puro que respiramos ahora.

SE OYE UNA SUAVE BRISA QUE HACE QUE MARGARITA SONRÍA


SORPRENDIDA.

MARGARITA: Tienes razón abuelo, nunca había pensado en lo importantes que eran los
árboles para todos nosotros.

LEÑADOR: Sí que lo son, por eso todos debemos cuidarlos y no hacerles daño.

MARGARITA: Abuelo, pero tú eres un leñador, ¿no les estás haciendo daño a los árboles
con tu trabajo?.

LEÑADOR: No mi pequeña, porque yo solo corto los que ya están secos, además,
recuerda que te dije que he sembrado muchos, por cada árbol que he cortado, he tratado de
sembrar otro que continúe haciendo su trabajo. Cuando tu padre era un niño, sembré
muchos junto con él y si quieres podríamos sembrar muchos otros tú y yo.

MARGARITA: Claro abuelo, ¡me encantaría!

RESPONDIÓ MARGARITA MIENTRAS LEVANTABA LOS BRAZOS DE


EMOCIÓN.

LEÑADOR: Entonces no hay tiempo que perder, vamos, y dejemos que este árbol siga
haciendo su trabajo por muchos años más.

MIENTRAS LE DABA UNAS PALMADAS AL ÁRBOL EN SU TRONCO.

ENTONCES ABUELO LEÑADOR LEVANTÓ EL HACHA DEL SUELO, LA


COLOCÓ EN SU HOMBRO Y RETOMÓ EL CAMINO A CASA.
MARGARITA TAMBIÉN SE DISPUSO A SEGUIRLO, PERO ENTONCES
RECORDÓ QUE TENÍA UN ASUNTO PENDIENTE, DIO MEDIA VUELTA Y MIRÓ
AL ÁRBOL CON CIERTA PENA.

MARGARITA: Lo siento amigo, creo que esta vez no pude convencer a mi abuelo.

SEÑOR ÁRBOL: No te preocupes amiguita, creo que esta vez ha sido tu abuelo quien me
ha convencido a mí, vete tranquila que aún tengo mucho trabajo que hacer aquí.

LE RESPONDIÓ EL ÁRBOL MIENTRAS LE GUIÑABA UN OJO.

MARGARITA: Estoy segura de que lo que harás será para bien.

LE DIJO MARGARITA MIENTRAS LE DABA UN BUEN ABRAZO.

MARGARITA: Te prometo que siempre vendré a visitarte.

SEÑOR ÁRBOL: Aquí estaré amiguita, puedes estar segura.

FIN

También podría gustarte