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LUIS ALONSO RICO PUERTA

Magistrado ponente

STC5459-2023
Radicación n.° 11001-02-03-000-2023-02078-00
(Aprobado en sesión del siete de junio de dos mil veintitrés)

Bogotá D.C., siete (7) de junio de dos mil veintitrés


(2023).

Decide la Corte la acción de tutela promovida por María


Eugenia Riascos Rodríguez contra la Sala de Casación
Penal, trámite al cual fueron vinculados la Sala Penal del
Tribunal Superior del Distrito Judicial, el Juzgado Quinto
Penal del Circuito y la Alcaldía Municipal, todos de Cúcuta;
así como las partes e intervinientes en el proceso penal
radicado nº 2008-02660.

ANTECEDENTES

1. La solicitante, a través de apoderado, acude al


mecanismo de amparo para reclamar la protección de los
derechos fundamentales al debido proceso, igualdad,
libertad, acceso a la administración de justicia y «buena fe»,
Rad. n° 11001-02-03-000-2023-02078-00

presuntamente vulnerados por la Sala Especializada


convocada.

2. Se extrae del escrito inicial y los anexos que, la


aquí accionante fue imputada y procesada (junto a otras 3
personas) por los delitos de «prevaricato, por acción en concurso
heterogéneo con peculado por apropiación agravado» siendo
condenada en primera instancia por el Juzgado Quinto Penal
del Circuito del Cúcuta, que le impuso una pena de 120
meses de prisión, multa de «$3.015’381.975» e inhabilitación
para el ejercicio de derechos y funciones públicas por 136
meses.

Sin embargo, en fallo del 22 de marzo de 2018, la Sala


Penal del Tribunal Superior de ese Distrito Judicial, revocó
la sentencia de primera instancia para en su lugar absolver
a los procesados de todos los cargos y ordenar su libertad
inmediata. La fiscalía interpuso el recurso de casación.

Mediante auto de 21 de enero de 2019, la Sala de


Casación Penal, pese a considerar que la demanda de
casación adolecía de varios defectos en la técnica de
argumentación de las causales invocadas, decidió, de oficio,
superarlas y admitirla de cara a evaluar la posible incursión
en violación de las garantías fundamentales.

Y fue así como, con sentencia del 15 de marzo de 2023


esa Sala Especializada casó la providencia del ad quem y, por
lo tanto, resolvió ratificar, en los mismos términos, la

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condena impuesta por el juez a quo a los enjuiciados por los


punibles endilgados.

Acude la actora al presente mecanismo constitucional


para cuestionar, en concreto, el veredicto de la Sala de
Casación Penal confirmatorio de la condena que el juez penal
de primer grado le había impuesto.

En extenso escrito, la aquí tutelante dirigió diversas


críticas a la valoración probatoria efectuada por la Sala
accionada para establecer la responsabilidad penal en los
reatos que, en su calidad de alcaldesa de San José de
Cúcuta, cometió contra la administración pública.

Destaca que, los hechos que dieron origen a la


investigación penal acaecieron el 4 de abril de 2008, cuando,
fungiendo como burgomaestre de la mencionada ciudad
(junto al secretario de hacienda y a la jefe de la oficina
jurídica del municipio) suscribió un acuerdo de pago con el
abogado Álvaro Hernán Araque Chiquillo, comprometiendo a
la municipalidad que regentaba a pagar, a dicho profesional,
la suma de «$5.000’.000.000» por concepto de abono a la
condena impuesta en el proceso ejecutivo laboral (rad. 2005-
0254), a cambio de que aquél no solicitara los oficios emitidos
por el juzgado de dicho coercitivo, que informaban el
embargo a las cuentas y bienes del ente territorial.

Resalta que, el municipio fue objeto de siete (7)


demandas laborales por cuenta de extrabajadores, quienes
reclamaban la nivelación de su mesada pensional de

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conformidad con el aumento que previó la ley 6ª de 1992, y


no obstante que luego la Corte Constitucional declaró
inexequibles las normas que contemplaban dicho ajuste
(sentencia C-531 de 1995) dicha Corporación precisó que, su
decisión no afectaría a los trabajadores con el derecho
adquirido antes del fallo.

Señala que, quien ejercía como alcalde para el año


2005, celebró – el 23 de febrero de esa anualidad –
conciliación con los demandantes sobre esos reajustes,
representados por el abogado Araque Chiquillo. Refiere que,
como la administración finalmente no cumplió con lo
acordado, se iniciaron los respectivos ejecutivos y para el
momento en que fue elegida como alcaldesa e inició su
mandato, contra el municipio se había librado un
mandamiento de pago por el Juzgado Cuarto Laboral de
Cúcuta por una suma cercana a los seis (6) mil millones de
pesos, por lo que era inminente la paralasis de la alcaldía en
virtud de las medidas cautelares decretadas a las cuentas y
bienes que le pertenecen.

Por el escenario descrito, se vio obligada a reunirse con


el citado apoderado de los demandantes laborales, a fin de
llegar a un acuerdo o transacción, la cual se hizo el 4 de abril
de 2008, en la que se comprometió al pago de 5 mil millones
de pesos a cambio de que el mencionado profesional del
derecho se abstuviera de solicitar los oficios librados por el
juzgado laboral en los que se comunicaban las medidas
cautelares de embargo.

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Dirige varias quejas contra la sentencia de casación; la


primera de ellas es que, no fue observado por la Corte el
principio de limitación en relación con el recurso
extraordinario, ya que, la Sala no podía pronunciarse sobre
aspectos no impugnados, así como tampoco, podría fallar
teniendo en cuenta causales distintas a las invocadas por la
recurrente, y porque resolvió superar las falencias
argumentativas para decidir de fondo «con argumentaciones
propias de las oportunidades procesales».

Luego, acusa a la Homóloga Penal de incurrir en vía de


hecho por defectos fáctico, sustantivo y desconocimiento de
precedente; el primero porque, «erradamente tergiversó la
apreciación y valoración que acertadamente hizo el Tribunal Superior de
Cúcuta, acorde con la verdad procesal (…)», también porque omitió

la apreciación de las estipulaciones probatorias presentadas


en juicio, especialmente en lo que tiene que ver con al acta
de conciliación y las facultades del abogado para celebrar la
transacción. Del segundo defecto enunciado, dice que se
configura porque, «se aplicó a un acuerdo de pago de una obligación,
las normas de la conciliación del acto administrativo o de la transacción,
cuando era simplemente un acuerdo de pago […] se desconocieron
normas sobre estipulaciones probatorias […] artículos 10 inciso 4º, 356
numeral 4º, y 542 numeral 9, de la ley 906 de 2004»; y, finalmente,

del desconocimiento de precedente jurisprudencial porque,


habría desatendido las indicaciones dadas en materia de
estipulaciones probatorias en los pronunciamientos de
constitucionalidad de Corte Constitucional (C-592/05, C-
025/10 y C-127/11).

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Rad. n° 11001-02-03-000-2023-02078-00

3. Por lo anterior, pide que se deje sin efectos la


sentencia proferida el 15 de marzo de 2023 por la Sala de
Casación Penal (SP085-2023), providencia que ordenó casar
la dictada por la Sala Penal del Tribunal Superior de Cúcuta,
mediante la cual se la había absuelto.

RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS Y VINCULADOS

1. El Magistrado de la Sala de Casación Penal,


ponente de la providencia recriminada, defendió la decisión
adoptada por cuanto en el análisis del asunto, pudo advertir
que el tribunal «incurrió en varios yerros de valoración que no podían
ser soslayados», por lo que se resolvió casar la sentencia objeto

del remedio extraordinario formulado por la fiscalía. En


cuanto a las alegaciones de la tutela, sostuvo que el
apoderado de la accionante pretende utilizar esta vía como
una instancia adicional imponiendo su propia tesis, pero que
no logró acreditar los requisitos precisados en la
jurisprudencia constitucional, «para la procedencia excepcional de
la acción de tutela contra providencias judiciales».

2. Un magistrado de la Sala Penal del Tribunal


Superior de Cúcuta indicó que, mediante fallo de segunda
instancia en el proceso penal en cuestión, revocó la condena
impuesta por el a quo y procedió a absolver a los implicados,
entre ellos, a Riascos Rodríguez. Informó que, en virtud de la
decisión de la Sala de Casación Penal, el 18 de mayo de 2023
dispuso la devolución del expediente al juzgado de origen.

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3. El Juzgado Quinto Penal del Circuito Cúcuta


relacionó las incidencias de la causa penal que involucró a la
aquí actora, acusada por los delitos de «prevaricato por acción y
peculado por apropiación» y a quien condenó en sentencia de 15

de enero de 2018, decisión que ratificó la Corte Suprema de


Justicia en sede de casación. Señaló que, el expediente fue
remitido para el reparto a los juzgados de ejecución de penas
de esa jurisdicción.

4. La Fiscal 3ª Seccional de la Unidad de Delitos


contra la Administración Pública de Cúcuta solicitó se
deniegue el amparo pues, considera que la sentencia de
casación atacada por la accionante «respetó el marco
constitucional, legal y la normativa internacional de los derechos
humanos».

5. El Juez Coordinador del Centro de Servicios


Judiciales del Sistema SPOA de Cúcuta manifestó que, de
conformidad con las funciones administrativas que le asisten
a esa dependencia, realizó las diferentes comunicaciones y
remitió el expediente del proceso penal discutido el 30 de
mayo anterior al centro de servicios administrativos de los
juzgados de ejecución de penas y medidas de seguridad de
esa ciudad.

6. El jefe de la Oficina Jurídica de la Alcaldía de San


José de Cúcuta solicitó la desvinculación del trámite tutelar
por carecer de legitimación en la causa por pasiva.

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CONSIDERACIONES

1. Problema jurídico.

Corresponde a la Corte establecer si la Sala de Casación


Penal vulneró las prerrogativas invocadas por la quejosa con
la sentencia SP085-2023 de 15 de marzo de 2023, que casó
la del tribunal ad quem (absolutoria) para en su lugar,
confirmar la condena que le había sido impuesta en primera
instancia de 120 meses de prisión y multa de «$3.015’381.975»
del Juzgado Quinto Penal del Circuito de Cúcuta por los
delitos de «prevaricato por acción y peculado por apropiación
agravado», incurriendo con ello, supuestamente, en vía de

hecho por defectos fáctico, sustantivo y desconocimiento de


precedente.

2. Procedencia de la acción de tutela contra


providencias judiciales.

Acorde a los criterios jurisprudenciales de esta


Corporación, se ha dicho y reiterado, en línea de principio,
que la tutela no procede contra las decisiones o actuaciones
jurisdiccionales, toda vez que en aras a mantener incólumes
los principios que contemplan los artículos 228 y 230 de la
Carta Magna, al juez constitucional, no le es dable
inmiscuirse en el escenario de los trámites ordinarios en
curso o terminados, para variar las decisiones proferidas o
para disponer que lo haga de cierta manera.

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Por regla de excepción se tienen aquellos casos en


donde el funcionario ha incurrido en un proceder arbitrario
y claramente opuesto a la ley, o ante la ausencia de otro
medio efectivo de protección judicial, eventos que luego de un
ponderado estudio tornarían imperiosa la intervención del
juez de tutela con el fin de restablecer el orden jurídico.

Así mismo se ha dicho que tampoco es posible acudir


ante el Juez constitucional para debatir la valoración
probatoria que hizo el fallador y tratar de convencer sobre
cuál sería la más adecuada, pues, solo es posible activar este
mecanismo ante un desafuero en dicho ejercicio.

3. Caso concreto – la providencia atacada.

Al revisar la determinación sometida a escrutinio de


esta Corte, con el límite propio del juez constitucional, no
se observa procedente el amparo, puesto que la misma, en lo
que es objeto puntual de reclamo, no constituye desviación
del ordenamiento jurídico con aptitud para lesionar las
garantías superiores invocadas.

3.1. En primer lugar, en cuanto la supuesta


extralimitación de la Corte al resolver el recurso,
particularmente, al dar por superadas las falencias de la
sustentación y admitir para el examen de fondo el asunto,
precisó la accionada que, la Corte Constitucional en sentencia
C-890 de 2014, declaró la exequibilidad del artículo 184 de la
ley 906 de 2004, indicando que, resulta válido que esa Sala
en el examen de selección incorpore un «estándar de finalidades

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del recurso, como criterio para admitir una demanda de casación, pese a
que la misma no satisfaga los requisitos formales establecidos en la ley,
pues, las formas procesales de la casación, aunque importantes, no
pueden constituirse en un obstáculo o en el único requisito para su acceso,
dado que el recurso extraordinario ya no es concebido sólo como un
mecanismo para proteger la aplicación formal de la ley, sino un medio
dirigido a salvaguardar los derechos fundamentales de las personas y
las garantías procesales de las partes e intervinientes, a fin de privilegiar
el derecho sustancial sobre cualquier límite formal, a partir de la
constitucionalización del derecho penal.»

Explicó en ese punto que, pese a las deficiencias


argumentales que tuvo la fiscalía como recurrente, decidió
admitir la demanda ya que observó claro que la crítica
formulada estuvo orientada, «(…) al proceso de valoración
probatoria adelantado por el Tribunal, en tanto, considera que, contrario
a la decisión adoptada por el Ad-quem, en el presente asunto están dados
los requisitos para emitir condena; sumado a que la Sala encontró
necesario estudiar de fondo el asunto, de cara a los fines del recurso
extraordinario de casación».

3.2. Seguidamente, en el examen de responsabilidad


sobre el delito de prevaricato por acción, luego de efectuar un
detallado recuento de las pruebas practicadas y del contexto
fáctico y procesal, arribó la Sala accionada a las siguientes
conclusiones generales,

«De conformidad con lo expuesto, la Sala encuentra que el acuerdo


suscrito por los procesados MARÍA EUGENIA RIASCOS RODRÍGUEZ,
MARTÍN RICARDO RINCÓN USCATEGUI y MARÍA LORENA DURÁN
GUERRERO, el 4 de abril de 2008, es manifiestamente contrario a la ley,
dado que: (i) llevaron a cabo el acuerdo sin contar con la aprobación previa
del Comité de Conciliación, el cual era obligatorio de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 65B de la Ley 23 de 1991; (ii) celebraron el

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acuerdo con el abogado ÁLVARO IVÁN ARAQUE CHIQUILLO, sin que éste
hubiera probado que tenía capacidad para celebrarlo; y (iii)
comprometieron al municipio de San José de Cúcuta a pagar la suma de
cinco mil millones de pesos, sin tener claridad sobre el objeto de la
obligación.

La contrariedad con la ley es ostensible, pues, las normas que los


procesados no aplicaron eran claras y no admitían ninguna interpretación
contraria a aquella que se desprende de su tenor literal, más aún, cuando
la jurisprudencia ha sido clara en torno a estos precisos tópicos.

Además, no cabe duda de que los procesados MARÍA EUGENIA


RIASCOS RODRÍGUEZ, MARTÍN RICARDO RINCÓN USCATEGUI y MARÍA
LORENA DURÁN GUERRERO actuaron con conocimiento y voluntad de
realización de la conducta típica, pues, el acuerdo por ellos celebrado se
basó en argumentos caprichosos, arbitrarios y falaces, en tanto,
desprovistos de sustento fáctico, probatorio y jurídico, quedando en
evidencia que su propósito no consistía en acertar.

Por otro lado, se probó que con el actuar de los procesados se


lesionó de manera efectiva el bien jurídico tutelado, sumado a que MARÍA
EUGENIA RIASCOS RODRÍGUEZ, MARTÍN RICARDO RINCÓN
USCATEGUI y MARÍA LORENA DURÁN GUERRERO, contaban con la
experiencia y preparación suficientes para comprender la ilicitud de su
comportamiento, sin embargo, se determinaron para contrariar el
ordenamiento jurídico, a pesar de dicha comprensión, advirtiéndose que
no concurrió causal de exculpación en su proceder.

Se trata, sin duda, de personas imputables, de quienes era exigible


un comportamiento conforme a derecho, pues, de la prueba allegada no
es posible suponer, máxime que ello no fue alegado, la incapacidad de
ajustar su proceder a la normatividad vigente.

En consecuencia, dentro del presente asunto se demostró más allá


de toda duda razonable, la existencia del delito de prevaricato por acción
y la responsabilidad de María Eugenia Riascos Rodríguez (…)».

Luego, en cuanto a lo deducido por el ad quem respecto


a que los procesados no habrían desconocido norma alguna
al suscribir el acuerdo en cuestión, dijo la Sala tutelada que,

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«(…) el Fiscal cumplió con el juicio de tipicidad que le era exigible,


pues, identificó el acto contrario a la ley, definió las normas que, conforme
su tesis, fueron trasgredidas por los procesados, descartó que existiera
correspondencia entre lo que esas normas mandaban y el acto realizado
por los implicados, y argumentó por qué la ilegalidad denunciada era
ostensible; para demostrar su teoría del caso, se sirvió de pruebas
documentales y testimoniales, que fueron practicadas en el juicio.

Por lo tanto, le correspondía al Tribunal definir si la Fiscalía logró


su propósito de demostrar más allá de toda duda razonable su teoría del
caso, labor que en este caso el Ad-quem omitió, para lo cual recurrió a un
argumento circular y contradictorio, carente de contenido admisible».

En lo atinente al delito de peculado por apropiación, la


accionada razonó lo siguiente,

«(…) se probó que el acuerdo de pago celebrado por los procesados


se constituyó en el medio a través del cual MARÍA EUGENIA RIASCOS
RODRÍGUEZ y MARTÍN RICARDO RINCÓN USCÁTEGUI dispusieron de los
dineros del municipio por una cuantía de tres mil millones de pesos
($3.000.000.000), logrando que un tercero, ÁLVARO IVÁN ARAQUE
CHIQUILLO, se apropiara ilegalmente de dicho valor. Así, ÁLVARO IVÁN
ARAQUE CHIQUILLO recibió la suma referida a través de nueve cheques
que fueron girados a su nombre, los cuales cobró por ventanilla y en
efectivo, por un valor total de dos mil setecientos cincuenta y dos millones
quinientos mil pesos ($2.752.500.000). Y un cheque más, que fue girado
por un valor de doscientos cuarenta y siete

En conclusión, se acreditó la evidente relación de instrumentalidad


entre el delito medio (prevaricato por acción), el cual fue utilizado para
alcanzar el objetivo propuesto, que se logró cuando se esquilmó el erario
a través del delito fin (peculado por apropiación agravado), conductas que
ontológica, cronológica y jurídicamente son distintas.

Tampoco puede perderse de vista que el comportamiento


desplegado por MARÍA EUGENIA RIASCOS RODRÍGUEZ y MARTÍN
RICARDO RINCÓN USCÁTEGUI, estuvo articulado con el del interviniente,
ÁLVARO IVÁN ARAQUE CHIQUILLO, en la realización de las conductas
dirigidas de manera concertada a la apropiación de los dineros del
Estado».

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Más adelante, complementó que, las omisiones


advertidas en el acta suscrita entre los funcionarios y el
abogado Araque Chiquillo, fueron decisivas para que se
concretara el pago del dinero acordado a este último y,
además, no se habría acreditado que,

«(…) hubiere entregado a todos los demandantes el valor que


supuestamente les correspondía a cada uno de ellos, sin que sea posible
asumir que el documento reprochado, dadas sus ostensibles limitaciones,
pueda servir para librar al ente municipal del pago de obligaciones de
cualquier índole, con lo cual, entonces, se compensaría lo pagado, o mejor,
debería asumirse destinado a cubrir un fin legítimo.

Cuando, como se dijo ampliamente, el documento en mención


incumple mínimos legales, al punto de no precisar a quiénes o en qué
cantidad se cubren supuestas obligaciones laborales, ni la razón por la
cual se entrega la millonaria suma a un abogado que ninguna legitimidad
exhibe para el efecto, apenas puede concluirse que este se erigió en medio
ilegal para disponer alegremente de los dineros municipales, en auténtica
sustracción punible, pues, las explicaciones que en este sentido entregan
todos los acusados, cuando más componen la explicación de su actuar,
pero de ninguna manera entregan al acuerdo unos efectos legales de los
cuales carece.

En consecuencia, dentro del presente asunto se demostró más allá


de toda duda razonable la existencia del delito de peculado por
apropiación agravado y la responsabilidad de MARÍA EUGENIA RIASCOS
RODRÍGUEZ, MARTÍN RICARDO RINCÓN USCATEGUI y ÁLVARO IVÁN
ARAQUE CHIQUILLO, en su comisión».

3.3. Así, bajo el contexto que viene de verse, más allá


de que la Corte comparta o no la determinación atacada,
como aquella se basó en una motivación que no es producto
de la arbitrariedad, resulta improcedente la intervención
excepcional del juez de tutela, más cuando se tiene claro que
no se puede recurrir a esta vía para hacer prevalecer una
específica interpretación o valoración probatoria que coincida

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plenamente con la de las partes; a ese respecto, se ha


señalado:

«al juez de tutela le está vedado inmiscuirse en la actividad que le


es propia a cada jurisdicción (…) máxime cuando la determinación
sobre la cual gravita la censura está soportada en un admisible
examen de los hechos, así como de la prudente interpretación de
las disposiciones normativas contentivas de los supuestos al efecto
planteados, conforme así emerge de las razones expuestas en los
proveídos acusados» (ver entre otras, CSJ STC10726-2015,
STC1496-2016).

Lo anterior porque, en rigor lo que se observa es una


diferencia de criterio acerca de la forma en la que Sala de
Casación Penal apreció el contexto jurídico planteado y
concluyó que, las consideraciones a partir de las cuales el
juez de primer grado estableció la responsabilidad penal de
la enjuiciada, fueron fundamentadas de forma razonable.

Adicionalmente, esta Corporación ha sostenido que, «el


juez de tutela no es el llamado a intervenir a manera de árbitro para
determinar cuáles de los planteamientos valorativos y hermenéuticos del
juzgador, o de las partes, resultan ser los más acertados, y menos
acometer, bajo ese pretexto, como lo pretende la actora, la revisión
oficiosa del asunto, como si fuese uno de instancia» (CSJ STC, 7 mar.

2008, rad. 00514-01, STC4198-2016, 7 ab rad. 00052-01).

Y es que, sobre la pretensión de imponer al juzgador un


determinado raciocinio probatorio, la Sala en precedencia ha
indicado,

«el campo en donde fluye la independencia del juez con mayor


vigor, es en cuanto a la valoración de las pruebas. Ello por cuanto

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el administrador de justicia es quien puede apreciar y valorar, de


la manera más certera, el material probatorio que obra dentro de
un proceso, inspirándose en los principios científicos de la sana
crítica; por lo tanto, a juicio de la Corte, la regla general de que la
figura de la vía de hecho solamente puede tener una aplicación en
situaciones extremas debe ser manejada con un criterio restrictivo
(...) de forma que sólo es factible fundar una acción de tutela,
cuando se observa en el caso concreto, que de manera manifiesta
el operador jurídico ejecuta un juicio irrazonable o arbitrario sobre
la valoración probatoria por fuera de las reglas básicas de
realización, práctica y apreciación, las cuales se reflejan en la
correspondiente providencia. El error en el juicio valorativo, ha
dicho esta Corte, debe ser de tal entidad que debe ser ostensible,
flagrante, manifiesto y el mismo debe poseer una incidencia
directa en la decisión» (CSJ STC, 5 jul. 2012, rad. 01339-
00, reiterado, entre otros, en STC3479-2015, STC-
9611-2015, y, STC4546-2016, 13 ab. rad, 00770-00).

Por tanto, esta especial justicia sólo intervendría en esa


esfera, cuando, eventualmente, el «error en el juicio valorativo» sea
notorio, flagrante, manifiesto y con incidencia directa en la
disposición, lo que no ocurrió en este supuesto.

Finalmente, resulta evidente que los argumentos


expuestos por la promotora, así formulados son clara
evidencia que pretende anteponer su propia comprensión por
sobre la de la Sala accionada, finalidad que resulta ajena a
la acción de tutela, mecanismo que, dada su naturaleza
excepcional no fue establecido para erigirse como una
instancia más o paralela de los juicios ordinarios.

Ahora, si bien la actora señala varios «yerros» que en su


sentir cometió la Sala demandada al momento del ejercicio
deductivo y de hermenéutica, observa la Corte que en
realidad lo que hace es insistir en puntos que fueron

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agotados y resueltos de fondo en ese escenario de casación


en virtud de las específicas competencias que le asisten a la
tutelada; es decir, lo que contienen sus argumentos es un
recurso, pretensión que contraría el carácter residual y
subsidiario de la acción de tutela.

4. Conclusión

La decisión atacada no constituye arbitrariedad


susceptible de corrección por esta excepcional vía; además,
porque lo pretendido por la accionante es anteponer su
propio criterio al de la Sala demandada en el asunto puesto
a su consideración, finalidad ajena a la acción de tutela.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Civil y Agraria, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia y por autoridad de la
ley NIEGA el amparo incoado a través de la acción de tutela
referenciada.

Comuníquese lo aquí resuelto a las partes y, en caso de


no ser impugnado, remítase el expediente a la Corte
Constitucional para que asuma lo de su cargo.

MARTHA PATRICIA GUZMÁN ÁLVAREZ


Presidente de Sala

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HILDA GONZÁLEZ NEIRA

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

FRANCISCO TERNERA BARRIOS

17
Firmado electrónicamente por

Martha Patricia Guzmán Álvarez


Presidente

Hilda González Neira


Magistrada

Aroldo Wilson Quiroz Monsalvo


Magistrado

Luis Alonso Rico Puerta


Magistrado

Octavio Augusto Tejeiro Duque


Magistrado

Francisco Ternera Barrios


Magistrado

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