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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1402/2012

Sucre, 19 de septiembre de 2012

SALA LIQUIDADORA TRANSITORIA


Magistrada Relatora: Dra. Blanca Isabel Alarcón Yampasi
Acción de amparo constitucional

Expediente: 2010-22831-46-AAC
Departamento: Oruro

En revisión la Resolución de 08/2010 de 11 de noviembre, cursante de fs. 261 a 263, pronunciada


dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Walter Simón Rojas Rodríguez en
representación legal de Limbert Milton Rojas Rodríguez contra Hernán Ocaña Marzana, Juez Quinto
de Partido en lo Civil y Comercial del Distrito Judicial -ahora departamento- de Oruro.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA


I.1. Contenido de la demanda
Por memoriales presentados el 25 y 29 de octubre, y 5 de noviembre de 2010, cursantes de fs. 228 a
234, 238 a 244 vta. y 249, el accionante por su representado expone lo siguiente:
I.1.1. Hechos que motivan la acción
Inició demanda preliminar de reconocimiento de firmas y rubricas ante el Juzgado Cuarto de
Instrucción en lo Civil contra Rosa Prado Ávila de Morales, que concluyó con el Auto de 23 de
septiembre de 2009, el que aprobó el informe pericial presentado, reconociéndose la efectividad del
documento “cursante a fs. 2” condenándose a la “demandada” al pago de la pericia, habiéndose
ejecutoriado por Auto de 8 de diciembre de 2009.
Con esos antecedentes, citó y emplazó a Rosa Prado Ávila de Morales para que en el plazo de quince
días pague la obligación asumida de Bs7 350.- (siete mil trescientos cincuenta bolivianos), vencido el
cual quedaría constituida en mora; ante el incumplimiento de la obligación, formalizó proceso
ejecutivo contra la misma, por el referido monto más el pago de intereses legales y costas
procesales, admitida la demanda y citada la misma, la ejecutada opuso excepción de falsedad de
título que fue admitida por Auto de 8 de marzo de 2010, aperturándose el plazo de diez días
comunes y perentorios en cuya vigencia presentó copias de la etapa investigativa contra su
representado seguida por la ejecutada por la presunta comisión del delito de falsedad material y uso
de instrumento falsificado, ratificándose en un estudio pericial documentológico falso efectuado por
Marlon Rodolfo Luizaga Selaya que fue arrimado extemporáneamente en la etapa preliminar.
Clausurado el plazo probatorio, se pronunció la Resolución 36/2010 de 3 de mayo, que declaró
probada la demanda e improbada la excepción de falsedad de documento planteado por la
ejecutada conminándose a Rosa Prado Ávila de Morales al pago de Bs7 350.- más el 6% de interés
anual con costas; pero, fue apelada con el fundamento que el fallo es incompleto con relación a la
valoración de la prueba, que luego de ser respondida fue concedida en el efecto devolutivo, llegando
a radicarse en el Juzgado Quinto de Partido en lo Civil y Comercial, emitiendo el Auto de Vista de 4
de agosto de 2010, que haciendo uso del art. 15 de la Ley de Organización Judicial (LOJ.1993), anuló
obrados “hasta fs. 36 y regularizando procedimiento pronuncie resolución motivada declarando o no
la autenticidad de la firma y rúbrica sometida a investigación pericial conforme manda el art. 19 inc.
e) de la ley de Abreviación Procesal Civil y de Asistencia Familiar…”(sic).
Sostiene que el señalado Auto de Vista no resolvió el recurso de apelación y anuló obrados sin causa
legal justificada, resolviendo la causa de forma ultra petita y extra petita, debido a que el art. 247 de
la LOJ.1993 señala claramente los casos en los que es viable la nulidad de obrados, situación que no
es aplicable al haber consentido la ejecutada en el recurso de apelación de la sentencia; asimismo,
indica que no se puede declarar ninguna nulidad, si ésta no estuviera expresamente prevista por la
Ley, procediendo únicamente cuando se causa indefensión a las partes y en los demás casos al
apercibimiento y aún al juzgamiento del juez o tribunal culpable, pero jamás anular.
Añade que las partes no pueden pagar “los platos rotos” que realizan los funcionarios públicos y que
cuando el Juez o Magistrado es el culpable de la nulidad o del vicio, no hay porqué cargar con dicha
responsabilidad a los sujetos procesales, debiendo sancionarse al operador de justicia pero no
aplicar la nulidad del acto que causa indefensión, habiéndose efectuado la errónea interpretación
del art. 15 de la LOJ.1993.
I.1.2. Derechos supuestamente vulnerados

Señala como vulnerados sus derechos al debido proceso a la “seguridad jurídica”, y a la “cosa
juzgada”, sin hacer cita de normas constitucionales.

I.1.3. Petitorio

Solicita se conceda la tutela, disponiéndose la nulidad y/o revocatoria del Auto de 4 de agosto de
2010 para que el Juez “...con la absoluta pertinencia resuelva el recurso de apelación de fs. 184 a
185 de obrados…” (sic) con costas.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías


Celebrada la audiencia pública el 11 de noviembre de 2010, según consta del acta cursante de fs.
255 a 260, se produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación de la acción
El accionante por su representado, ratificó y reiteró los términos del memorial de demanda y
aclarando señaló que el Juez demandado, se excedió en sus atribuciones porque la nulidad de
obrados esta específicamente prevista en el art. 247 de la LOJ.1993.
I.2.2. Informe de la autoridad demandada

Hernán Ocaña Marzana, presentó informe escrito que cursa de fs. 253 a 254, en el que expresó lo
siguiente: a) A través del Auto de Vista de 4 de agosto de 2010, se anuló obrados para que se
pronuncie nueva resolución motivada decretando la autenticidad o no de la firma sometida a
investigación pericial, conforme manda el art. 319 inc. e) de la Ley de Abreviación Procesal Civil y
Asistencia Familiar (LAPCAF); b) Evidenció el incumplimiento de normas de carácter público que son
de cumplimiento obligatorio, como el caso del dictamen pericial que debe ser estimado por el juez a
los efectos de la determinación de la autenticidad de las firmas y rubricas sometidas a estudio
grafológico, máxime si en obrados cursan dictámenes contradictorios; c) En el recurso de apelación
se reclama que el informe pericial presentado por la parte ejecutada no ha sido considerado; d) En el
caso de un peritaje de estudio grafológico de firmas y rúbricas, lo que corresponde es declarar la
autenticidad o no de las firmas sometidas a estudio y aquello debe estar debidamente motivado y
fundamentado; e) La anulación es una sanción que se impone contra una resolución inválida, que
procede cuando la autoridad deja de cumplir con formalidades esenciales incurriendo en errores in
procedendo que por su importancia ameritan la sanción, debido a que se desconocen principios
generales del derecho, vinculados a la defensa y debida contradicción y otros; f) No se dio la debida
contradicción, con relación al tratamiento de los informes periciales, referidos a los estudios
grafológicos de firmas y rúbricas de la ejecutada, cuando de por medio existen peritajes
contradictorios, y que por el solo hecho de aprobarse el primer peritaje, ante la falta de
presentación oportuna dentro del plazo otorgado bajo conminatoria, éste ya no es considerado ni en
la instancia del trámite preliminar ni en el trámite del proceso ejecutivo, lo que atenta al derecho de
igualdad de las partes; y, g) Solicita que en aplicación del principio de subsidiariedad, se deniegue la
tutela solicitada, por cuanto ante la negativa del recurso de casación no interpuso el recurso de
compulsa previsto en el art. 283 del Código de Procedimiento Civil (CPC).

I.2.3. Intervención de la tercera interesada


Rosa Prado Ávila de Morales, en audiencia a través de su abogado, expresó: 1) En el proceso
ejecutivo observó el estudio pericial del contrario ofreciendo un documento que evidencia la
falsedad del título; pero, el Juez Cuarto de Instrucción en lo Civil nunca valoró el referido estudio
alegando que fue presentado fuera de tiempo; 2) El Tribunal Constitucional estableció la
obligatoriedad de los Tribunales superiores de revisar de oficio, deber que cumplieron las
autoridades demandadas; y, 3) La Jueza no se pronunció sobre la autenticidad de la firma; y, por
ende no hay título ejecutivo, habiendo presentado excepción de falsedad que no fue tomado en
cuenta en la sentencia, conculcándose así las reglas del debido proceso. En base a ello, pide se
deniegue la tutela.
I.2.3. Resolución
La Sala Penal Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial, -ahora Tribunal Departamental de
Justicia- de Oruro, constituida en Tribunal de garantías, por Resolución 08/2010 de 11 de noviembre,
cursante de fs. 261 a 263, denegó la acción tutelar manteniendo la “Resolución 363/2010”, bajo los
siguientes fundamentos: i) El Tribunal de alzada no se percató que la Jueza Cuarta de Instrucción en
lo Civil incumplió “el art. 190 inc. e) que dice: 'el dictamen pericial será estimado por el juez a los
efectos de la determinación de la autenticidad, si las firmas y rubricas fueren declaradas autenticas,
el falseareo será condenado al pago de las costas de la pericia'”(sic); ii) La SC 1620/2002 señala que
el recurso de apelación puede circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior que son objeto de
apelación; sin embargo, está en la obligación de revisar de oficio si el inferior observó leyes y normas
de la tramitación y conclusión de los procesos para en su caso aplicar las sanciones previstas por el
art. 15 de la LOJ.1993; iii) La Jueza Instructora no se pronunció sobre la petición de reconocimiento
de firmas y rúbricas del accionante que fue reiterada en varias oportunidades, siendo distinto al de
la aprobación del peritaje; y, iv) Cuando se vicia de nulidad un acto procesal no nace a la vida
jurídica, debiendo ser declarado nulo por la autoridad competente superior en grado en el marco del
art. 247 de la LOJ.1993.
I.3. Consideraciones de Sala

Por mandato de las normas previstas por el art. 20.I y II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; la
Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, conformó la Sala Liquidadora Transitoria,
posesionando a los Magistrados de la misma, el 15 de febrero de 2012, a objeto de la liquidación de
las acciones tutelares ingresadas a los Tribunales de garantías hasta el 31 de diciembre de 2011,
modificada por la Disposición Transitoria Segunda del Código Procesal Constitucional vigente desde
el 6 de agosto de 2012. Con la referida competencia, se procedió al sorteo de la presente causa,
dictándose resolución dentro de plazo.

II. CONCLUSIONES
De la revisión y compulsa de los antecedentes se llega a las siguientes conclusiones:
II.1. Mediante memorial presentado el 30 de abril de 2009, Limbert Milton Rojas Rodríguez
demandó el reconocimiento de firmas y rubricas, así como la efectividad del documento privado de
21 de marzo de 2008, suscrito con Rosa Prado Ávila de Morales por Bs7 350.- (fs. 8 y vta.),
mereciendo la providencia de 4 de mayo de ese año, emitida por Victoria Cecilia Bernal Aguilar,
Jueza Cuarta de Instrucción en lo Civil, que determina citar y emplazar a la mencionada
“demandada” (fs. 9).

II.2. El acta de audiencia de 13 de mayo de 2009, evidencia el apersonamiento de Rosa Prado


Ávila De Morales al Juzgado Cuarto de Instrucción en lo Civil, que afirmó: “…LA FIRMA Y RUBRICA
PUESTA A SU VISTA ESTAMPADA EN EL RECIBO DOMESTICO CURSANTE A FS. 2 DE OBRADOS NO ES
SUYA” (sic), habiéndose solicitado la realización de pericia caligráfica (fs. 11 y vta.); por dictamen
Pericial grafotécnico, elaborado por el perito Julio Cesar Gamboa Ancieta, se concluyó que la firma
indubitada y de comparación estampadas por Rosa Prado Ávila de Morales en la tarjeta prontuaria
de la División de Archivos de la Dirección Departamental de Identificación Personal y Acta de
audiencia de reconocimiento de firmas y rúbricas, guardan relación de correspondencia a una misma
autoría en sus trazos y rasgos con la firma y rúbrica dubitada (fs. 18 a 22), que fue observada por la
citada demandada mediante memorial de 4 de junio de 2009, ofreciendo al mismo tiempo como
perito de descargo a Marlon Rodolfo Luizaga Selaya (fs. 30).
II.3. A fs. 35 de obrados, cursa acta de juramento de perito de descargo efectuado el 10 de junio
de 2009; y, debido al transcurso del tiempo, a solicitud del apoderado del demandante, se pronunció
el decreto de 22 de julio de ese mismo año, que determinó conminar al perito de descargo Marlon
Rodolfo Luizaga Selaya para que presente su informe pericial dentro del plazo de cuarenta y ocho
horas (fs. 36 y vta.), notificándosele en forma personal el 25 de julio de ese mismo año (fs. 37).
II.4. Mediante Auto de 1 de agosto de 2009, a solicitud del accionante, se determinó aprobar el
informe pericial grafotécnico del demandante, “declarándolo el mismo común a las partes”,
haciéndose constar que el perito de descargo Marlon Rodolfo Luizaga Selaya no remitió su informe
(fs. 42 vta.), determinación que fue impugnada por la demandada a través de recurso de reposición
bajo alternativa de apelación (fs. 52 a 53), que al ser contestada (fs. 55 a 56) fue rechazada por la
Jueza de la causa, mediante Auto de 15 de agosto de ese mismo año, concediéndose el recurso de
alzada alternativamente opuesto (fs. 57 y vta.).
II.5. El Juez Cuarto de Partido en lo Civil y Comercial, mediante Auto de Vista de 4 de septiembre
de 2009, confirmó el Auto de 1 de agosto de 2009 (fs. 69 vta.); encontrándola ejecutoriada
expresamente por Auto de 17 de septiembre de ese año (fs. 72).

II.6. Devuelto el expediente, la Jueza Cuarta de Instrucción en lo Civil, mediante Auto de 23 de


septiembre de 2009, determinó: “Habiendo sido aprobado el informe pericial cursante a fs. 16 a 27
de obrados en fecha 1 de agosto de 2009, en observancia del Auto de Vista de fs. 68-68 vlta. y del
inc. e) del Art. 19 de la Ley de 1760, se tiene por reconocida la firma y rúbrica del recibo doméstico
cursante a fs. 2 de obrados, consiguientemente la efectividad del mismo. Se condena a la Sra. Rosa
Prado Ávila de Morales al pago de costas de la pericia…”(sic) (fs. 75 vta.), notificándose a la
demandada el 29 de septiembre de 2009 (fs. 76); determinación que fue ejecutoriada mediante
Auto de 8 de diciembre de ese mismo año (fs. 196).

II.7. Limbert Milton Rojas Rodríguez -ahora accionante-, a través de su apoderado, mediante
memorial presentando el 7 de diciembre de 2009, solicitó entre otros, la intimación en mora de la
demandada (fs. 105 y vta.), que ocasionó el pronunciamiento del Auto de 8 de diciembre de ese
mismo año, que dispuso entre otros, citar y emplazar a Rosa Prado Ávila de Morales para que en el
plazo de quince días pague al demandante la suma de Bs7 350.-, bajo alternativa de ser considerada
morosa (fs. 106).
II.8. Con esos antecedentes, mediante memorial presentado el 13 de enero de 2010, el ahora
accionante formalizó demanda ejecutiva contra Rosa Prado Ávila de Morales por la suma de Bs7
350.- (fs. 114 a 115), pronunciándose el Auto Intimatorio de 15 de “diciembre de 2009” que citó y
emplazó a la referida ejecutada al pago de la deuda dentro de tercero día de su legal notificación (fs.
115 vta.).
II.9. Citada la ejecutada mediante cédula el 26 de enero de 2010 (fs. 119), mediante memorial de
30 de enero de ese año, opuso excepción de falsedad del documento base de la ejecución (fs. 122 a
123), que fue admitida mediante providencia de 22 de febrero de ese año (fs. 139 vta.); contestada
la misma, mediante Auto de 8 de marzo de 2010, se dispuso abrir período probatorio de diez días
comunes e improrrogables a las partes (fs. 151), en cuya vigencia ambas ofrecieron y se ratificaron
en la prueba documental adjunta al expediente (fs. 160 y 163), clausurándose mediante Auto de 22
de marzo de 2010 (fs. 168).

II.10. Mediante Resolución 36/2010 de 3 de mayo, se declaró probada la demanda ejecutiva e


improbada la excepción de falsedad de documento planteada por la “demandada”, disponiéndose la
prosecución de trámites hasta que Rosa Prado Ávila de Morales pague a Limbert Milton Rojas
Rodríguez la suma adeudada de Bs7 350.- más el interés del 6% anual con costas (fs. 181 a 182); que
fue apelada por la ejecutada mediante memorial presentado el 14 de mayo de ese año,
argumentando: a) El fallo es incompleto en relación a la prueba de descargo, que no fue tomada en
cuenta y menos valorada; b) Se restringió su derecho a la defensa al no señalarse si el informe
pericial es o no un elemento de prueba idóneo que enerva el contenido de su excepción de falsedad
de título opuesta; y, c) La sentencia es incongruente con la excepción planteada y las pruebas
ofrecidas. En base a ello, pide se declare improbada la demanda y probada su excepción de falsedad
de título (fs. 186 a 187), que fue concedida en el efecto devolutivo mediante Auto de 21 de mayo de
2010 (fs. 190).
II.11. Mediante Auto de Vista de 4 de agosto de 2010, pronunciado por el Juez Quinto de Partido
en lo Civil y Comercial, se determinó anular obrados “hasta fs. 36” disponiéndose la emisión de
Resolución motivada que declare la autenticidad o no de la firma y rúbrica sometida a investigación
pericial conforme establece el art. 19 inc. e) de la LAPCAF, con el siguiente fundamento: 1) El Auto
de 1 de agosto de 2009, aprobó el informe pericial, empero, no declaró si es auténtica la firma
investigada conforme manda la Ley de Abreviación Procesal y Asistencia Familiar; 2) Al no haberse
declarado la autenticidad de la firma de la demandada, el documento base para el proceso ejecutivo
no es eficaz y carece de fuerza ejecutiva; y, 3) La Juez a quo omitió pronunciarse sobre la prueba
pericial ofrecida por la ejecutada, sea de aceptación o de rechazo, no habiéndose adecuado a la
previsión del art. 188 del CPC (fs. 3 a 4).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

El accionante por su representado, denuncia la lesión de su derecho al debido proceso, a la


“seguridad jurídica” y a la “cosa juzgada”, por cuanto la autoridad demandada, dentro del proceso
civil ejecutivo seguido contra Rosa Prado Ávila de Morales por cobro de Bs7 350.- que contaba con
sentencia, pronunció el Auto de Vista de 4 de agosto, que determinó anular obrados “hasta fs. 36”
instruyendo a la Jueza a quo emitir resolución motivada que declare la autenticidad o no de las
firmas y rúbricas estampadas en el documento base del proceso ejecutivo, apartándose con ello del
recurso de apelación planteado por la ejecutada, dejando sin efecto actos procesales que se
encuentran ejecutoriados.
En consecuencia, corresponde en revisión, verificar si tales extremos son evidentes a fin de conceder
o denegar la tutela solicitada.
III.1. Naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional
La acción de amparo constitucional, prevista en el art. 128 de la Constitución Política del Estado
(CPE), tendrá lugar contra actos u omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de
persona individual o colectiva, que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir los
derechos reconocidos por la Constitución y la ley; esta acción de tutela podrá ser interpuesta por la
persona que se crea afectada o por otra a su nombre con poder suficiente, ante cualquier juez o
tribunal competente (art. 129.I de la CPE).
Asimismo, el art. 51 del Código Procesal Constitucional (CPCo), establece que la referida acción de
defensa, “tiene el objeto de garantizar los derechos de toda persona natural o jurídica reconocidos
por la Constitución Política del Estado y la Ley, contra los actos ilegales o las omisiones indebidas de
las y los servidores públicos o particulares que los restrinjan, supriman o amenacen restringir o
suprimir”.
El reconocido profesor constitucionalista boliviano José Antonio Rivera Santiváñez señala que: “Su
esencia tutelar hace que esta acción tenga un alcance preventivo y correctivo; en el primer caso, se
acciona frente a la amenaza de una inminente restricción o supresión de los derechos
fundamentales o garantías constitucionales, situación en la que la persona afectada solicitará al Juez
o Tribunal competente la adopción de las medidas necesarias para preservar o precautelar su
derecho fundamental o garantía constitucional, de manera que la autoridad judicial competente
disponga la adopción de las medidas correspondientes para prevenir la consumación del acto o
resolución ilegal violatorio; en el segundo caso, se acciona frente a la consumación de una
restricción o supresión de los derechos y garantías emergentes de actos, resoluciones u omisiones
ilegales o indebidas, caso en el que, el Juez o Tribunal competente otorga la tutela respectiva,
disponiendo la anulación del acto o resolución, o la cesación de la omisión, a objeto de que se
restablezca, de forma inmediata, el derecho restringido o suprimido” (las negrillas son nuestras).
Por lo expuesto, se establece que la acción de amparo constitucional es un instituto procesal de
naturaleza constitucional que tiene por objeto garantizar la vigencia y el respeto de los derechos de
las personas reconocidos por la Constitución Política del Estado y la ley, cuando estos son
restringidos, suprimidos o amenazados por acciones u omisiones indebidas provenientes de
servidores públicos o de particulares, siendo su esencia el ser preventivo y correctivo.
III.2. El proceso civil y sus principios
Tomando en cuenta que en el modelo de Estado Constitucional de Derecho asumido por Bolivia -
establecido sobre valores universales y principios fundamentales- mantiene vigente la prohibición de
la justicia directa o la llamada justicia por mano propia, se ha consolidado el principio universal de
que los conflictos entre derechos serán resueltos por los órganos jurisdiccionales o las autoridades
legítimamente establecidas por ley; ello en razón a que, constitucionalmente, se ha establecido que
Bolivia es un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz (art. 10.I de la
CPE).
Con la finalidad de alcanzar ese objetivo y de garantía a las personas y colectividades el libre y eficaz
ejercicio de sus derechos, previstos en la Constitución Política del Estado, las leyes y los tratados
internacionales de derechos humanos (art. 14.III de la CPE), en materia civil, se encuentra en
vigencia el Código de Procedimiento Civil, que entre otros regula, la potestad de administrar justicia
de los jueces; los deberes, obligaciones y cargas procesales de las partes; las normas procesales de
iniciación del proceso, dirección y cumplimiento de sus disposiciones; desarrollo del proceso, sus
incidencias y formas de resolución, así como los medios de impugnación o remedios judiciales
conferidos a las partes para corregir las actuaciones erróneas de los juzgadores; actos procesales
que tienen como objetivo la materialización del derecho sustancial.
Como dice Lino Enrique Palacios, refiriéndose al significado del término proceso: “El vocablo proceso
(procesus, de procederé) significa avanzar, marchar hasta un fin determinado, no de una sola vez,
sino a través de sucesivos momentos”.
Es así que para resolver los obstáculos e incidencias, que pudieran presentarse en su inicio,
desarrollo, conclusión y ejecución, se desarrollaron principios procesales tendientes a la realización y
materialización del derecho invocado por las partes. Eduardo Couture, sostiene que para entender el
juicio civil es necesario comprender cinco principios fundamentales: “a) el principio de bilateralidad
del proceso; b) el principio dispositivo; c) el principio de impulso de cargo de la parte; y, e) el
principio del proceso escrito”.
a) Principio de bilateralidad.- El reconocido procesalista antes mencionado sostiene que este
principio se sustenta en que “nadie puede ser condenado sin ser oído; no hay juicio que se siga a
espaldas de la parte a quien eventualmente perjudica, y no hay sentencia válida si no se han dado a
las dos partes, por igual, las garantías de defensa necesaria”.
El citado principio no hace más que plasmar la garantía constitucional prevista en el art. 117.I de
nuestra Norma Suprema que indica “Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y
juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá sanción penal que no haya sido impuesta
por autoridad judicial competente en sentencia ejecutoriada”.

b) Principio dispositivo.- El art. 86 del CPC, establece que “La iniciación del proceso incumbirá a
las partes. El Juez lo iniciará sólo cuando lo estableciere la ley”. Lino Enrique Palacios, en forma
didáctica, resume la forma de manifestación de este principio, a saber: iniciativa, disponibilidad del
derecho material, impulso procesal, delimitación del thema decidendum, aportación de los hechos y
aportación de la prueba.

i. Iniciativa. “El proceso civil sólo puede iniciarse a instancia de parte (nenio iudex sine adore;
ne procedat iudex ex officio)”.

ii. Disponibilidad del derecho material. “Una vez iniciado el proceso, el órgano judicial se halla
vinculado por las declaraciones de voluntad de las partes relativas a la suerte de aquél o tendientes a
la modificación o extinción de la relación del derecho material en la cual se fundó la pretensión”.

iii. Impulso procesal. “Consiste en la actividad que es menester cumplir para que, una vez
puesto en marcha el proceso mediante la interposición de la demanda, aquél pueda superar los
distintos períodos de que se compone y que lo conducen hasta la decisión final”.

Sin embargo, ello no es exclusivo de las partes, pues el art. 2 del CPC, indica: “Los jueces y tribunales
tendrán a su cargo y responsabilidad el necesario impulso procesal, para que las causas no se
paralicen y concluyan dentro de los plazos legales”, disposición legal que guarda relación con el art.
128 de la Ley del Órgano Judicial (LOJ) que indica: “I. Se incurrirá en demora culpable por dictar
resoluciones en los procesos fuera de los plazos fijados por la ley. Igualmente importará demora
culpable el uso impropio y reiterado de providencias de sustanciación como traslado, vista fiscal,
informe y otras, fuera de los casos señalados en las leyes procesales, bajo responsabilidad. II.
Quedan prohibidos los decretos que dispongan informe sobre aspectos contenidos en el
expediente”.

iv. Delimitación del thema decidendum. “El principio dispositivo impone que sean las partes,
exclusivamente, quienes determinen el thema decidendum, debiendo el juez, por lo tanto, limitar su
pronunciamiento a las alegaciones formuladas por aquéllas en los actos de constitución del proceso
(demanda, contestación, reconvención y contestación a ésta)”.

Esto se encuentra plasmado en el art. 190 del CPC que señala: “La sentencia pondrá fin al litigio en
primera instancia; contendrá decisiones expresas, positivas y precisas; recaerá sobre las cosas
litigadas, en la manera en que hubieren sido demandadas sabida que fuere la verdad por las pruebas
del proceso; en ella se absolverá o condenará al demandado” (las negrillas están agregadas).

Su vigencia, en segunda instancia, está plasmado en el art. 236 del CPC, que indica: “El Auto de Vista
deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y que hubieren sido objeto de la
apelación y fundamentación a que se refiere el art. 227, excepto lo dispuesto en la parte final del
artículo 343” (las negrillas nos corresponden). Este principio es aplicable a toda la jurisdicción
ordinaria en el que se tenga que resolver las pretensiones de las partes, en especial a la actuación de
los Tribunales de alzada cuando tengan que resolver los recursos de apelación que hubieren sido
interpuestos.

v. Aportación de los hechos. “Como consecuencia del principio dispositivo, la aportación de los
hechos en que las partes fundan sus pretensiones y defensas constituye una actividad que les es
privativa, estando vedada al juez la posibilidad de verificar la existencia de hechos no afirmados por
ninguno de los litigantes. Igualmente le está vedado el esclarecimiento de la verdad de los hechos
afirmados por una de las partes y expresamente admitidos por la contraria”.

Este principio obedece a que “los conflictos entre derechos son resueltos por los órganos
jurisdiccionales en la forma determinada por las leyes de la República”. Art. 1281 del Código Civil
(CC).

vi. Aportación de la prueba. Si bien los arts. 4 inc. 4) y 378 del CPC, establecen que los jueces y
Tribunales tienen la facultad especial de “Exigir las pruebas que consideren necesarias, como
exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los testigos ofrecidos por las partes, efectuar careos y
emplear cuantos medios fueren conducentes al mayor esclarecimiento del proceso”, pudiendo
ejercer dicha facultad dentro del período probatorio o hasta antes de la dictación de la sentencia; sin
embargo, ello no debe entenderse como un deber del órgano jurisdiccional de producir la prueba,
pues ello únicamente es una facultad correspondiendo a las partes su ofrecimiento y producción.

Al respecto, el art. 1283 del CC concordante con el art. 375 del CPC, sostiene que la carga de la
prueba “incumbe al actor en cuanto al hecho constitutivo de su derecho y al demandado en cuanto
a la existencia del hecho impeditivo, modificatorio o extintivo del derecho del actor”, siendo ello el
reflejo del principio dispositivo que regula al proceso civil.

c) Principio de impulso procesal.- Dada su esencia de formar parte del principio dispositivo,
que ya fue desarrollado precedentemente.

d) Principio del proceso escrito.- Esta es una característica del proceso civil vigente en nuestro
país, por el cual los actos de las partes, del juez y los que se encuentran involucrados en el proceso
deben plasmar su peticiones a través de un escrito conforme señala el art. 92 del CPC.
Por otra parte, manifestar que los mencionados principios no son únicos sino que existen otros que
fueron creados precisamente para facilitar la resolución de los conflictos, entre ellos:
1) Principio de inmediación.- José Decker Morales señala que el referido principio “significa que
el juez debe encontrarse en relación directa con los sujetos procesales o partes que intervienen en el
proceso y, recibir personalmente las pruebas, prefiriendo entre éstas las que se encuentran bajo su
acción inmediata”.

2) Principio de preclusión procesal.- Una muestra de que el proceso implica avance, es el


principio de preclusión procesal, pues dentro de cada etapa procesal las partes cuentan con
facultades previstas por la ley que pueden ser ejercitadas, pero dentro del plazo establecido para el
efecto, bajo alternativa de extinguirse. “Por efecto de la preclusión adquieren carácter firme los
actos cumplidos dentro del período o sección correspondiente, y se extinguen las facultades
procesales que no se ejercieron durante su transcurso”.

Al respecto el art. 16 de la LOJ establece: “I. Las y los magistrados, vocales y jueces, deberán
proseguir con el desarrollo del proceso, sin retrotraer a las etapas concluidas, excepto cuando
existiera irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su derecho a la defensa
conforme a ley.

II. La preclusión opera a la conclusión de etapas y vencimiento de plazos”.

3) Principio de impugnación.- El principio de impugnación de los actos jurídico procesales no


sólo se encuentra vigente en el ámbito civil (art. 213 del CPC), sino hoy tiene rango constitucional,
así el art. 180.II de la CPE garantiza el principio de impugnación en los procesos judiciales, con la
finalidad de que las partes puedan exigir la reparación de su derecho o la enmienda del error
cometido por el Juez de la causa, garantizándose así el doble examen y el control que deben ejercer
las partes de las decisiones del órgano jurisdiccional.
Como dijo Jorge Peyrano: “Desconocer la normatividad de los principios procesales equivale a quitar
obligatoriedad a su aplicación”; y, siendo que su aplicación coadyuva en la aplicación e
interpretación de la ley procesal corresponde observarla a tiempo de la resolución de las causas, en
armonía con los principios, valores, derechos y garantías previstos por nuestra Ley Fundamental.
Por lo desarrollado, se concluye: 1) Los principios procesales no actúan de manera aislada, sino que
entre ellos existe una estrecha vinculación, así por ejemplo, junto al principio de impugnación está el
de preclusión procesal, que obliga a las partes a hacer uso oportuno de dicho derecho, pero dentro
del plazo previsto por ley, bajo alternativa de extinguirse dicha facultad; y, ambos guardan relación
con el principio dispositivo, que indica que su ejercicio y extinción depende de la voluntad de las
partes; y, 2) Para el libre y eficaz ejercicio de los derechos, las partes en materia civil no sólo cuentan
con las normas legales previstas en el Código de Procedimiento Civil, sino que también tienen a su
lado los principios procesales, que junto a la norma adjetiva, buscan la materialización del derecho
sustantivo o material invocado por ellas, que obliga a los juzgadores a buscar la prevalencia de la
verdad material sobre la formal; y, al interpretar la ley procesal “…el juez deberá tener en cuenta
que el objeto de los procesos es la efectividad de los derechos reconocidos por la ley sustantiva. En
caso de duda deberá atender a los principios constitucionales así como a los principios generales del
derecho procesal” (las negrillas nos corresponden) (art. 91 del CPC), pues como dijo el célebre
procesalista Eduardo Couture “Al hombre sediento de justicia hay que darle una respuesta”,
respuesta que en un Estado democrático de Derecho Constitucional debe guardar relación con los
derechos y las garantías establecidas en la Constitución, las leyes y los Tratados Internacionales.
III.3. Límites del deber de fiscalización de los jueces y rol del tribunal de casación
Para la conformación de una sociedad justa y armoniosa con plena justicia social (art. 9.1 de la CPE),
el legislador no sólo estableció, en el proceso civil, derechos, obligaciones y cargas procesales para
las partes, sino que para alcanzar dicho objetivo impuso también deberes a los jueces y tribunales de
apelación y/o casación, en relación con los de primera instancia y los de casación respecto de
aquellos.
Ello obedece en la noción de la falibilidad humana, pues el juez o tribunal que conoce la causa puede
equivocarse en la aplicación del derecho, en la valoración de la prueba o en cualquier otro elemento
esencial de la tramitación de la causa; sin embargo, su labor fiscalizadora no es absoluta ni
discrecional, ya que se encuentra limitada por la propia ley. Así, el art. 17 de la LOJ establece:
“Artículo 17. (Nulidad de actos determinada por tribunales)
I. La revisión de las actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos
previstos por ley.
II. En grado de apelación, casación o nulidad, los tribunales deberán pronunciarse, sólo sobre
aquellos aspectos solicitados en los recursos interpuestos.
III. La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la
tramitación de los procesos.
IV. En caso de nulidad de obrados o una reposición de actuados, el tribunal deberá comunicar
de oficio la decisión al Consejo de la Magistratura a los fines de ley” (las negrillas son nuestras).
Por su parte, la SC 0863/2003-R de 25 de junio, determinó:“…el Juez o tribunal ad quem, no puede ir
más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos
y garantías constitucionales como cuando la nulidad esté expresamente previsto por ley” (las
negrillas son nuestras); bajo ese entendimiento, la SC 1800/2011-R de 7 de noviembre,
indicó:“Ahora bien, la nulidad, conforme a lo establecido en la SC 1644/2004, de 11 de octubre,
consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con violación de los requisitos,
formas o procedimientos que la Ley procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la
nulidad se controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso” (las negrillas están agregadas).
Corresponde tener en cuenta que si bien el art. 247 de la LOJ.1993 establecía que: “La nulidad o
reposición de obrados sólo será procedente por falta de citación con la demanda, notificación con la
apertura del término de prueba y notificación con la sentencia. En materia penal, además de las
anteriores, sólo será causal de nulidad o reposición de obrados la falta de defensor del procesado en
las audiencias”; empero, al estar abrogada por la puesta en vigencia de la Ley del Órgano Judicial, las
nulidades procesales sufrieron un cambio, limitándose su procedencia únicamente cuando existan
irregularidades reclamadas oportunamente en la tramitación de la causa, conforme señala el art.
17.III de la LOJ.
Es así que ahora la facultad de fiscalización es ejercida únicamente por los tribunales de casación; en
efecto, el art. 252 del CPC, prevé: “El juez o tribunal de casación anulará de oficio todo proceso en el
que se encontraren infracciones que interesan al orden público”.
Por lo expuesto, se concluye que, bajo la nueva normativa legal, la facultad de fiscalización
corresponde únicamente al tribunal de casación, que podrá anular de oficio las actuaciones
procesales que infrinjan al orden público o lesionen derechos y garantías constitucionales; y,
respecto a los jueces y tribunales de segunda instancia, únicamente podrán anular obrados cuando
las irregularidades procesales fueron reclamadas oportunamente, es decir, que si la nulidad no fue
cuestionada por las partes debe limitarse a resolver el recurso de apelación planteado, observando
el principio de congruencia previsto por el art. 236 del CPC, que indica “El Auto de Vista deberá
circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que hubieren sido objeto de la
apelación y fundamentación a que se refiere el artículo 227, excepto lo dispuesto en la parte final
del artículo 343”.
III.4. Análisis del caso concreto

Debido a que la autoridad demandada, a tiempo de presentar su informe, sostuvo que correspondía
aplicar el principio de subsidiaridad de la acción de amparo constitucional, en razón a que el
accionante ante la negativa de conceder el recurso de casación planteado contra el Auto de Vista de
4 de agosto de 2010, pudo plantear el recurso de compulsa previsto por el art. 283 del CPC,
corresponde señalar que al haberse derogado el art. 255 inc. 1) del Código Adjetivo Civil por la
disposición especial tercera de la Ley de Abreviación Procesal Civil y Asistencia Familiar -que
establecía entre otros, la procedencia del recurso de casación contra Autos de Vista que resolvieren
las sentencias definitivas en procesos ejecutivos- los procesos ejecutivos no pueden ser recurribles
en casación; con esa aclaración, se pasa al análisis de fondo de la problemática planteada.
En el caso de Autos, el accionante por su representado, denuncia la conculcación de su derecho al
debido proceso a la “seguridad jurídica”, y a la “cosa juzgada”, por cuanto la autoridad demandada,
dentro del proceso civil ejecutivo seguido contra Rosa Prado Ávila de Morales por cobro de Bs7
350.- que contaba con sentencia, pronunció el Auto de Vista de 4 de agosto de 2010, que determinó
anular obrados “hasta fs. 36”, ordenando a la Jueza a quo a emitir resolución motivada que declare
la autenticidad o no de las firmas y rúbricas estampadas en el documento base del proceso
ejecutivo, apartándose del recurso de apelación planteado por la ejecutada al dejar sin efecto actos
procesales que se encuentran ejecutoriados.
En cuanto al debido proceso y la cosa juzgada, previsto en el art. 115.II de CPE, entendido por el
Tribunal Constitucional, en la SC 2798/2010-R de 10 de diciembre, que cita la SC 0418/2000-R de 2
de mayo, como: “…el derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus
derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a todos
aquellos que se hallen en una situación similar, comprende el conjunto de requisitos que deben
observarse en las instancias procesales, a fin de que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus derechos"
(las negrillas nos corresponden), cabe señalar que de la compulsa de antecedentes, se advierte que
el ahora accionante inició demanda preliminar de reconocimiento de firmas y rúbricas del
documento de 21 de marzo de 2008, contra Rosa Prado Ávila de Morales, quien luego de ser citada y
emplazada en la audiencia pública realizada el 13 de mayo de 2009, negó la autenticidad de sus
firmas estampadas en el citado documento, habiéndose solicitado la realización de pericia
documentológica, que luego de ser presentado por el accionante fue aprobada mediante Auto de 1
de agosto de 2009, confirmado por Auto de Vista de 4 de septiembre de ese mismo año, emitido por
el Juez Cuarto de Partido en lo Civil y Comercial, ocasionando que la Jueza de Instrucción Cuarta en
lo Civil pronunciara el Auto de 23 de septiembre de ese año que dice: “Habiendo sido aprobado el
informe pericial cursante a fs. 16 a 27 de obrados en fecha 1 de agosto de 2009, en observancia del
Auto de Vista de fs. 68-68 vta. y del inc. e) del Art. 19 de la Ley de 1760, se tiene por reconocida la
firma y rúbrica del recibo doméstico cursante a fs. 2 de obrados, consiguientemente la efectividad
del mismo. Se condena a la Sra. Rosa Prado Ávila de Morales al pago de costas de la pericia…”(sic)
(las negrillas están agregadas), que luego de ser notificada fue ejecutoriada mediante Auto de 8 de
diciembre de 2009.
Con los referidos actuados; y, luego de haberse constituido en mora judicial a Rosa Prado Ávila de
Morales, el accionante formalizó demanda ejecutiva contra ella exigiendo el pago de Bs7 350.- más
intereses legales, pretensión que fue resistida por la ejecutada a través de la excepción de falsedad
de titulo, habiéndose pronunciado la Resolución 36/2010 de 3 de mayo, que declaró probada la
demanda e improbada la mencionada excepción conminándose a la deudora al pago del adeudo y
los intereses; empero, fue apelada por la ejecutada alegando: i) El fallo es incompleto en relación a
la prueba de descargo que no fue tomada en cuenta y menos valorada; ii) Se restringió su derecho a
la defensa al no señalarse si el informe pericial es o no un elemento de prueba idóneo que enervar el
contenido de su excepción de falsedad de título opuesta; y, iii) La sentencia es incongruente en
relación a la excepción y las pruebas ofrecidas.
Sin embargo, la autoridad demandada haciendo uso del art. 15 de la LOJ.1993, determinó anular
obrados “hasta fs. 36” instruyendo se emita Resolución motivada que declare la autenticidad o no
de la firma y rúbrica sometida a investigación pericial conforme prevé el art. 19 inc. e) de la LAPCAF,
que señala: “El dictamen pericial será estimado por el juez, a los efectos de la determinación de la
autenticidad. Si las firmas y rúbricas fueren declaradas auténticas, el falsario será condenado al pago
de las costas de la pericia”.
Al respecto, expresar que el Auto de 23 de septiembre de 2009, el cual aprueba el informe pericial
de 1 de agosto de ese mismo año, no está fundamentado ni motivado conforme prevé el art. 188 del
CPC, limitándose a indicar: “…se tiene por reconocida la firma y rúbrica del recibo doméstico
cursante a fs. 2 de obrados, consiguientemente la efectividad del mismo…” (sic); sin embargo, la
demandada luego de ser notificada dejó que se ejecutoríe mediante Auto de 8 de diciembre de
2009, revistiéndose así al indicado Auto con la inmutabilidad y firmeza que caracteriza al acto judicial
que goza de la cualidad de cosa juzgada, hecho fáctico que no podía ser cuestionado por la
autoridad demandada, ya que conforme se desarrolló en el Fundamento Jurídico III.2 de la presente
Resolución, el proceso civil se caracteriza por la existencia de principios procesales, entre ellos el de
disposición y de preclusión por el que Rosa Prado Ávila de Morales tuvo la potestad de objetar la
falta de motivación y fundamentación del Auto de 23 de septiembre de 2009, pero, como no hizo
uso de su derecho dentro del plazo legal dejó que precluyera su derecho, situación que no afecta al
orden público como erróneamente sostiene la autoridad demandada, en razón a que ella no estuvo
en estado de indefensión ni se encontraba restringida de ejercer su derecho de impugnación.
Asimismo, formalizada la demanda ejecutiva mediante memorial presentado el 13 de enero de
2010, citada y emplazada la ejecutada Rosa Prado Ávila de Morales, no cuestionó la falta de fuerza
ejecutiva del documento base del proceso ejecutivo sino simplemente se limitó a oponer excepción
de falsedad de documento asintiendo, nuevamente bajo el principio dispositivo desarrollado en el
Fundamento Jurídico III.2, en la competencia del Juez del proceso ejecutivo, en sus actuaciones
realizadas, así como en estar a las resultas del fallo judicial, habiéndose desarrollado etapas
procesales que no pueden retrotraerse por estar vigente el principio de preclusión procesal. Ahora
bien, pronunciada la Resolución 36/2010 de 3 de mayo, que declaró probada la demanda e
improbada la excepción de falsedad de documento la ejecutada cuestionó entre otros, que el fallo
era incompleto y que no existe relación con la prueba de descargo ofrecida, debiendo el Tribunal de
alzada resolverla observando el principio de congruencia previsto por el art. 236 del CPC, mas no
anular de oficio las actuaciones procesales que no fueron cuestionadas por la ejecutada.
Sobre este último punto cabe manifestar que la facultad de fiscalización que se encontraba prevista
en el art. 15 de la LOJ.1993 no era absoluta ni discrecional, conforme se desarrolló en el
Fundamento Jurídico III.3 de la presente Sentencia, ya que la nulidad sólo procedía por falta de
citación con la demanda, notificación con la apertura del término de prueba y notificación con la
sentencia. En materia penal, la falta de defensor del procesado; situaciones que no se dan en el
presente caso, habiéndose vulnerado así el derecho al debido proceso del representado del
accionante, así como a la efectividad de la cosa juzgada.
En cuanto a la “seguridad jurídica” mencionar que al ser un principio constitucional que sustenta la
potestad de administrar justicia (art. 178.I de la CPE), su vigencia y respeto se realizó al analizar los
derechos del accionante denunciados como conculcados.
Por lo expuesto, el Tribunal de garantías al denegar la acción tutelar, no ha actuado correctamente.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Liquidadora Transitoria, en virtud de lo previsto
en el art. 20.II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011; en revisión, resuelve:
1º REVOCAR la Resolución 08/2010 de 11 de noviembre, cursante de fs. 261 a 263, pronunciada por
la Sala Penal Primera de la Corte Superior del Distrito Judicial -ahora Tribunal Departamental de
Justicia- de Oruro; y, en consecuencia, CONCEDER la tutela solicitada.
2º Se dispone anular el Auto de Vista de 4 de agosto de 2010, pronunciado por el Juez Quinto
de Partido en lo Civil y Comercial del Distrito Judicial -ahora departamento- de Oruro, debiendo
pronunciarse uno nuevo, fundamentado y motivado que observe el principio de congruencia
previsto por el art. 236 del CPC, y los fundamentos expuestos en la presente Sentencia
Constitucional Plurinacional.
3º Debido al transcurso del tiempo, se determina que la presente Sentencia anulatoria se
efectivizará siempre y cuando no exista sentencia judicial ejecutoriada.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

Fdo. Dra. Blanca Isabel Alarcón Yampasi


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Macario Lahor Cortez Chávez


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Carmen Silvana Sandoval Landivar


MAGISTRADA

Fdo. Dra. Edith Vilma Oroz Carrasco


MAGISTRADA

Fdo. Dr. Zenón Hugo Bacarreza Morales


MAGISTRADO

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