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La ética de la virtualidad

El ciclo escolar para los alumnos de licenciatura y posgrado de la facultad de


Ingeniería terminó sin jamás imaginarlo, dentro de una pandemia causada por el
Covid-19 que obligó a realizar la gestión académica y administrativa, así como
todas las actividades de docencia, investigación y extensión en modalidades a
distancia, remotas o en línea, hoy requerimos incluso definir un término o vocablo
que identifique con toda claridad la forma y modalidad en que se gestiona la
educación.

Todos los actores implicados en la educación hemos pasado una fuerte prueba y
un reto personal, comunitario e institucional al demostrar que podemos y que
somos capaces de aprender, re-aprender, coordinar, dirigir, dialogar,
comprometer, crecer y lograr desafiando las tecnologías de información y
comunicación, pero ningún actor más sometido a estrés que los docentes y los
estudiantes. Fueron sorprendidos por esta inesperada situación que nos ha
llevado al confinamiento por más de quince semanas consecutivas, sin contar con
los suficientes ni los más adecuados materiales educativos, los docentes tuvieron
que planear, organizar, programar, elaborar, redactar, grabar, evaluar comunicar,
retroalimentar y medir con la mayor justicia, equidad y sobre todo objetividad lo
aprendido por los estudiantes. Un serio compromiso de sensatez, honestidad, para
otorgar a un estudiante una calificación que denote lo aprendido pero que sobre
todo garantice la formación, conocimientos, habilidades, y elementos para la
continuación del ciclo de vida académica

La pregunta es si la sensatez, la honestidad y el compromiso por parte del


estudiante fueron recíprocos a los del maestro. Sin duda en la gran mayoría de los
casos es obvio y natural que sí, los hechos, las evidencias son contundentes, las
manifestaciones en todo momento nos demuestran que el esfuerzo fue equitativo
y que, derivado de la experiencia, los límites de control y apreciación se fueron
afinando para lograr objetivos comunes.

Sin embrago los datos nos sorprenden, al cerrar y considerar indicadores


estadísticos nos damos cuenta que la reprobación bajó más del cincuenta por
ciento, en relación al mismo ciclo del año 2019, que el número de estudiantes
inscritos a exámenes extraordinarios bajó igualmente por el orden del cincuenta
por ciento con la misma referencia, que el número de estudiantes inscritos a
cursos intersemestrales tuvo el mismo comportamiento, que el número de
estudiantes con situación irregular con causal de baja académica por reglamento
académico manifiesta indicadores de la misma proporción. Por años los
indicadores de aprovechamiento y comportamiento académico de los estudiantes
de las ingenierías habían sido consistentes y hasta “tradicionales”, estudiar una
ingeniería siempre había implicado tasas de reprobación estandarizadas, en
México y en el mundo. Ahora se rompió el paradigma.
La pregunta entonces es si este efecto es producto de la modalidad de
enseñanza, de los métodos y pruebas para evaluar, de los parámetros para medir
los aprendizajes, de las condicionantes del docente, de las habilidades para
enseñar, de los temores y dudas frente a un nuevo medio para comunicar, de los
alcances logrados, de los ajustes hechos por razones forzadas a un programa
temático, de las carencias y ausencias de la experimentación que no se dio y que
deja a un lado los deberes aprendidos o de la sustitución de la misma por
esquemas de simulación y virtualización que cumplieron en su justa dimensión un
determinado objetivo. Todo parece conjugarse para encontrarnos con nuevos
indicadores de aprendizaje que los estudiantes deberán demostrar cuando la
cercana realidad los encuentre: el Examen General de Egreso de Licenciatura y la
demostración fehaciente de sus atributos, conocimientos y habilidades ante la
empleabilidad que de ahora en adelante será concedida solo a los mejores y bajo
muy ardua y feroz competencia. Hablar de sensatez, honestidad y valores para la
enseñanza es hablar que los estudiantes se desempeñaron por igual para el
aprendizaje, bajo los mismos principios y compromisos éticos que sus profesores,
que su esfuerzo ha sido reconocido por ellos y ellas e incluso por los resultados
logrados, este esfuerzo ha sido revalorado y resignificado.

 Resumen:El objetivo de la investigación fue analizar las percepciones sobre comportamientos


éticos en los ambientes virtuales de aprendizaje de educación superior. Se utilizó un enfoque
metodológico mixto con técnicas cualitativas para comprender las impresiones de sus estudiantes,
profesores y egresados sobre la autenticidad, alteridad, sentimientos y conductas en los procesos
formativos; además, se usaron técnicas estadísticas para conocer las opiniones extrínsecas sobre su
credibilidad y confianza. Se aplicaron dos encuestas, tres grupos focales y nueve entrevistas en
profundidad. Los resultados mostraron que hacia afuera de la educación virtual hay desconfianza
sobre la autenticidad y conducta de los participantes, mientras que internamente se hallaron
perspectivas sobre los compromisos éticos de los participantes en procesos de aprendizaje y gestión
institucional. Se encontró que, en los ambientes virtuales, los profesores, estudiantes, directivos y
gestores deben demostrar autonomía responsable consigo mismos y con los otros. Con base en los
hallazgos se propuso un código de ética para la educación virtual.

Palabras clave:aprendizaje en línea, enseñanza programada, ética, método de


aprendizaje, responsabilidad del docente, tecnología educacional.

Método

Se aplicó un método de enfoque mixto con técnicas cualitativas y cuantitativas. La


indagación cuantitativa se utilizó con dos propósitos: apoyar la construcción de
instrumentos cualitativos aplicados en las entrevistas y grupos focales, y recoger
percepciones de público extrínseco sobre la confianza que genera la educación virtual.
El componente cualitativo utilizó un diseño fenomenológico para reconocer
experiencias y sentimientos de profesores, estudiantes y egresados de la educación
virtual, así como de expertos en educación superior sobre dinámicas formativas y
comportamientos en la educación virtual. Se buscó entender el significado que los
actores le dan a la subjetividad y a la ética en los ambientes virtuales, a partir de sus
experiencias, conocimientos y opiniones. Para la propuesta del código de ética se hizo
una revisión documental sobre declaraciones de código en 30 organizaciones, con el
objetivo de estudiar sus estructuras, concepciones y perspectivas diversas.

Introducción

Los ambientes virtuales de aprendizaje son escenarios para intercambiar


conocimientos, distribuir información, aplicar enseñanzas, evaluar la consecución de
logros y garantizar la autenticidad y transparencia de los actores (Cando, Alcoser, Villa
y Ramos, 2017). En estos ambientes los estudiantes seleccionan de manera autónoma
sus entornos personales de aprendizaje (PLE, por sus siglas en inglés) con recursos
físicos, tecnológicos, procesos de aprendizaje y comunicacionales (Leiva, Cabero y
Ugalde, 2018). De igual modo, seleccionan e integran los PLE para ampliar
conocimientos y desarrollar sus actividades de aprendizaje (Chaves-Barboza y Sola-
Martínez, 2018). Estos entornos tienen mayor trascendencia formativa que las
plataformas o sistemas de gestión de aprendizaje (LMS, por sus siglas en inglés),
porque están sustentados en la autodeterminación de los estudiantes, mientras los otros
concentran contenidos y decisiones del profesor. Al construir los PLE, los estudiantes
deciden sobre sus compromisos, los cuales, en algunos casos, están condicionados por
la evaluación y, en otros, por su gusto. De manera indistinta, son necesarias actitudes
reflexivas sobre la veracidad de las fuentes de información (Serrano et ál., 2019).

Otro activador es el comportamiento del profesor en el ambiente virtual. Las


tecnologías de la información y la comunicación (TIC) facilitan la transformación
consciente de sus papeles y competencias para orientar, comunicar y complacer al
estudiante. Asimismo, deben utilizarlas de manera hábil para el aprendizaje
colaborativo, pluralista, significativo y diseminado en nodos. El docente no es un
técnico integrador de informática, sino que sus compromisos esenciales son organizar,
dinamizar intersubjetividades y promover el trabajo colaborativo. La médula de los
cursos virtuales es el aprendizaje y no la tecnología; es un acuerdo implícito y, por
ende, es responsabilidad ética del profesor utilizar mediaciones para el ser estudiante.
Su actitud constructiva es un cometido que involucra la pedagogía y la conducta de los
profesores (Martínez et ál., 2018). El constructivismo implica que los estudiantes
elaboran sus propios procesos de aprendizaje, experimentaciones y creatividades
(Cañón, 2018), característica que naturaliza los ambientes virtuales

La sociedad actual está implantando el fenómeno Internet a un ritmo vertiginoso, incomparable


temporalmente al de la implantación de otras tecnologías anteriores. Pero, como diferencia,
Internet, la Red, crea un espacio de relación poco explorado en el que la interacción –a tiempo
real o en diferido, y de forma personal o multidireccional– así como el  acceso a la información
desempeñan un papel determinante.

Existe una presencia ética en la virtualidad. La virtualidad, concretada en espacios de


interacción, la formamos personas, seres humanos capaces de sentir y de manifestarnos
valorativamente, en otras palabras, sujetos éticos. En ese espacio relacional las personas nos
comunicamos, interactuamos e intercambiamos información. Si observamos adecuadamente nos
daremos cuenta de que las personas actuamos en la virtualidad de forma similar a como
desarrollamos nuestras acciones en otros espacios de nuestras vidas, ya que la virtualidad de
por sí no nos hace diferentes.

El marco de referencia cambia en la virtualidad y ello, sin duda, configura un nuevo espacio en el
que las reglas, las costumbres, las formar de hacer y de comunicarse no serán las mismas.
Ahora bien, de ahí no podemos deducir que exista una nueva ética en Internet. En todo caso
debemos concluir que, si bien los valores, la moral, continua siendo la misma porque
forma parte de las personas, lo que sí puede cambiar es el modo de manifestarla y de
expresarla. El nuevo espacio que la Red configura conduce a nuevas posibilidades
comunicativas y relacionales.

2.1. Entornos virtuales: un nuevo espacio relacional

No debemos olvidar que los entornos educativos, ya sean presenciales (escuelas)


o virtuales (campus virtual, por ejemplo) se gestionan. Y la gestión de un
entorno educativo, como de cualquier otra actividad, no está exenta de carga
valorativa, de ética. Sabemos que la gestión de una escuela que favorezca el
diálogo entre todos los miembros de la comunidad educativa es la de una
escuela que opta por la transmisión del valor del diálogo entre sus
componentes. La gestión en un colectivo condiciona más de lo que podemos
imaginar, especialmente si existe poder sobre ese colectivo como existe,
obviamente, en el marco escolar o educativo (Bottery, 1990, 1992). En este
sentido y si entendemos los entornos relacionales que configura Internet como
espacios de aprendizaje también debemos convenir que su gestión, desde el
inicio, desde su creación como entorno afectado por una determinada
tecnología, va a afectar directamente a las posibilidades valorativas de sus
miembros, de las personas que formen la comunidad de aprendizaje.
Los espacios educativos como las escuelas establecían diferentes marcos en donde existía
sensaciones y emociones capaces de modelar la ética moral personal de cada uno. Las
escuelas deben estructurar y dar campo de valores morales en lo que se puedan percibir y
estudiar. El internet también es una herramienta importante en el que se puede investigar y
aprender varias cosas siempre que sea usado de una buena manera.

El comportamiento del profesor también influyo bastante en el ambiente virtual ya que, con
su diferente forma de enseñanza, los estudiantes aprendían de formas distintas, algunos
docentes orientaban, comunicaban al estudiante. Los valores por parte de los estudiantes
hacia los profesores fueron recíprocos, pero hubo pequeños casos en los que la falta de ética
abundo en las clases virtuales. Uno de ellos fue la irresponsabilidad de los estudiantes,
expresada mediante las faltas a clases y también la entrega de deberes. El irrespeto también
existía debido a las burlas de los alumnos a sus maestros. Estos antivalores tuvieron sus
consecuencias que fue la suspensión para los estudiantes que lo hicieron. También existió
los valores y la ética en la honestidad, puntualidad y el buen comportamiento de los
estudiantes en clases virtuales. La educación virtual dejó ventajas y desventajas que por una
parte fueron malas y buenas

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