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“Año de la unidad, la paz y el desarrollo”

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Curso:

Contratos

Tema:

La excesiva onerosidad de la prestación

Docente:

Eduardo Lavado Iglesias

Integrantes:

Albornoz Gutierrez, Zenaida Rubí

Arrieta Flores, Stefany

Baldeón Caldas, María Fernanda

Pastrana Isidro, Alessandra Mariory


Introducción

La inclusión de la figura legal de la excesiva onerosidad en los contratos es una


estrategia comúnmente empleada para salvaguardar a las partes involucradas ante
situaciones inesperadas que puedan perjudicar la efectiva ejecución de las obligaciones
acordadas. En muchos sistemas jurídicos, esta medida se ha incorporado como respuesta
a la necesidad de adaptarse a cambios imprevistos que pueden afectar el cumplimiento
de los contratos, de forma tal que se pueda garantizar la equidad y justicia para ambas
partes. Es bien sabido que, al firmar un contrato, las partes se obligan a cumplir con
ciertas prestaciones.
Estas prestaciones, en términos generales, deben ser recíprocas, onerosas y exigibles. La
palabra onerosa en este sentido es de gran relevancia, ya que implica que las partes han
asumido un compromiso que les exige un esfuerzo económico o laboral para cumplir
con su parte del contrato. Por tanto, cuando se produce una situación que hace que el
cumplimiento del compromiso adquirido sea desproporcionado, es necesario encontrar
una solución legal que equilibre las obligaciones asumidas por las partes.
La excesiva onerosidad en la prestación de los contratos se refiere a un cambio
imprevisible y significativo en las circunstancias que hace que el cumplimiento del
contrato sea excesivamente costoso para una de las partes. La excesiva onerosidad
puede ser objetiva o subjetiva, lo que significa que puede evaluarse desde la perspectiva
de un observador externo o desde la perspectiva de la parte perjudicada. Esta figura
puede aplicarse a cualquier tipo de contrato y pretende garantizar que las partes
cumplan con sus obligaciones bajo circunstancias razonables.
La excesiva onerosidad puede ser invocada como una excepción de incumplimiento del
contrato cuando el costo de cumplimiento se vuelve excesivamente alto. Esta excepción
se basa en el principio de que ninguna parte debe estar obligada a cumplir con una
obligación contractual que se ha vuelto considerablemente más onerosa de lo que se
esperaba originalmente. Las razones detrás de la excesiva onerosidad pueden ser muy
variada, por ejemplo, cambios económicos, desastres naturales, desequilibrios.
1. GENERALIDAD DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN 
1.1. ORIGEN
El principio fundamental que tienen las partes en un contrato es pacta sunt
servanda: los contratos están para ser cumplidos. La teoría de la imprevisión surge
en el Derecho Romano donde políticos como Séneca expresaban: “Para tener que
cumplir lo prometido, todo debe permanecer en el mismo estado de cosas que existía
cuando se formó la promesa”. (Torres Vásquez, 2012)
Durante la Edad Media surgió otro principio que es rebuc sic stantibus. Es
cierto que los contratos se deben de cumplir como lo señala el principio romano
pacta sunt servanda, sin embargo, estos se tienen que cumplir siempre y cuando las
cosas no hayan cambiado. Esto fue sostenido por autores como Graciano, Santo
Tomás de Aquino y Juan de Andrea.
La cláusula rebus sic stantibus implica que los términos de un tratado
público mantienen su vigencia, en la medida en que no varíen las circunstancias de
hecho bajo las cuales se negoció el acuerdo. Si dichas circunstancias de hecho
cambian hay lugar a que cualquiera de las partes demande la revisión.
Posteriormente, durante los siglos XVI y XVII se desarrolló en países como
Italia y Alemania para finalmente cobrar vigencia en la legislación moderna después
de terminadas dos guerras mundiales.

1.2. TERMINOLOGÍA

El Perú lo ha regulado con el nombre de excesiva onerosidad de la prestación


que también es conocida con las denominaciones de: teoría de la imprevisión,
cláusula rebus sic stantibus, teoría de la presuposición, etc. Sin embargo, cada una
de estas teorías presenta notables diferencias entre cada una de ellas que
explicaremos más adelante.

1.3. LA FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO

El artículo 1361 del Código Civil establece que: “Los contratos son
obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos”.
La Corte Suprema ha resuelto que el “artículo 1361 del Código Civil recoge
el principio del pacta sunt servanda, es decir la fuerza vinculatoria de los contratos
que se celebran para ser cumplidos y que están sujetos al deber de observancia, en
cuanto al carácter obligatorio del contenido de la declaración contractual y la
presunción de coincidencia entre esta declaración y la voluntad común, existiendo
un interés fundamental para que se cumpla la palabra comprometida, lo que confiere
seguridad a mérito del comportamiento leal y honesto de las partes”. (Cas. N° 1850-
97-Lima, 1998).
Estamos de acuerdo con lo resuelto por la Corte Suprema, no obstante,
consideramos que no siempre es factible que todo lo que se ha consignado en el
contrato se cumpla al pie de la letra lo que ocasiona que el contrato pueda ser
observado y modificado aplicando el principio de la excesiva onersidad de la
prestación.

2. CUESTIONAMIENTOS DEL ESTUDIO DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD

2.1. EL EQUILIBRIO CONTRACTUAL 


Las partes se encargan de elaborar el contenido del contraro a fin de que este
proteja de manera adecuada los intereses de cada una de las partes. El contenido del
contrato puede ser elaborado por ambas partes como en los contratos paritarios o por
una sola de las partes como en los contratos por adhesión. Tiene que existir un
equilibrio entre los intereses que buscan cumplir, es así que se origina el equilibrio
contractual. Que exista equilibrio contractual no se refiere a que las prestaciones del
contenido tienen que ser similares, las prestaciones pueden ser completamente
distintas y aun así las partes han accedido a celebrar el contrato puesto que esa es la
forma para satisfacer sus intereses.

2.2 LA RUPTURA DEL EQUILIBRIO 


El contrato se puede romper por distintas circunstancias ocasionando que no
se cumpla con la relación obligacional pactada. Existe la inejecución parcial o total
de las prestaciones por causas imputables al deudor o acreedor. El problema nace
cuando la ruptura del equilibrio contractual surge por la dificultad de la ejecución de
la prestación.
Es cierto que los contratos se deben de cumplir como lo señala el principio
romano pacta sunt servanda, sin embargo, estos se tienen que cumplir siempre y
cuando las cosas no hayan cambiado.
3. FUNDAMENTO DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN

3.1. TEORÍA DE LA PRESUPOSICIÓN O VOLUNTAD PRESUNTA 


La teoría de la presuposición fue planteada por Bernhard Windscheid
empleando el término «Voraussetzung», que traducida a la doctrina italiana significa
“presuposición”. La circunstancia a la que se refería la presuposición podía ser de
hecho o de derecho, positiva o negativa, pasada, presente o futura (Gavidia Sanchez,
1987).

El término Voraussetzung hace referencia a una condición no expresada la


cual podría ser de hecho o de derecho, positiva o negativa, pasada, presente o futura.

Por lo que se refiere a la eficacia reconocida a esa figura, Windscheid


sostenía que quien manifestara un querer bajo una presuposición querría, al igual
que quien emite una declaración de voluntad condicionada, que el efecto jurídico
querido llegase a existir y producirse solamente si se diese un cierto estado de
relaciones o de circunstancias. (Gavidia Sanchez, 1987). La teoría de la
presuposición ha tratado de presuponer todas soluciones posibles frente a problemas
cuando se perfecciona el contrato, no obstante, pueden surgir acontecimientos que
no estaban previstos dentro de la teoría de la presuposición lo que ocasiona que no
se lleven a cabo las expectativas de ambos contratantes.

No ha funcionado porque esto significaría instaurar un ritmo lento en la


conclusión de los negocios, ya que las partes se habrían encontrado en la necesidad
de mantener largas negociaciones con el fin de poder prever todas las circunstancias
o eventos, cuya realización o no permitirian a la parte cuyas expectativas hubieren
resultado defraudadas pedir la remoción de los efectos de la operación, en la mayor
parte de los casos. Es decir, el tráfico económico habría devenido lento o inseguro
(Gavidia Sanchez, 1987).

RECONSTRUCCIÓN DE LA TEORÍA DE LA PRESUPOSICIÓN


Windscheid hace una distinción entre la voluntad real y la verdadera. La
voluntad real permanece oculta dentro del interior de la declaración la cual estaría
subordinada a las circunstancias de la voluntad declarada. Para reconstruir la teoría
tenemos que tener en cuenta el concepto de error que hace el autor. Este se refiere a
que el error es la voluntad declarada. El error obstativo sería, a su vez, la
divergencia inconsciente entre la voluntad declarada y la voluntad efectiva o real;
aquí no es el error la causa de la invalidez de la declaración de voluntad, sino más
bien el no corresponder a la declaración una voluntad efectiva. (Gavidia Sanchez,
1987).
El que hace una declaración de voluntad quiere que esa declaración sea
eficaz tan sólo con darse determinada situación. En cambio, en la condición, la
eficacia de la declaración no depende de que se lleve a cabo la determinada
situación, pero si no se da la declaración no corresponde a la verdadera voluntad del
declarante.

CRITICA A LA TEORÍA DE LA PRESUPOSICIÓN


Las declaraciones de voluntad creaban efectos jurídicos debiendo ser
referidos a la voluntad tomándola como instancia legitimadora ya sea en la
producción como en la cesación de los efectos jurídicos.
La teoría de la presuposición busca desmentir la fuerza obligatoria que
poseen los contratos teniendo en cuenta dos sentidos:
a) Sentido positivo: las partes contratantes se obligan
mutuamente a lo que está acordado dentro del contenido del contrato.
b) Sentido negativo: es intrascendente tener en cuenta todas
las circunstancias o expectativas que no pueden ser deducidas
Anteriormente, esta teoría fue bien vista y considerada como un sustituto
para la cláusula rebus sic stantibus incluso estuvo a punto de ser consagrada
legislativamente en el primer Proyecto del Código alemán, a pesar de ello, la
segunda lectura del Proyecto dejó afuera esta teoría. Durante el siglo XVIII la teoría
de la presuposición fracasó ya que para la época el Derecho Privado era considerado
como el reino de la libertad e igualdad y entraba en conflicto con el Derecho Público
porque lo consideraban como el reino de la autoridad y subordinación, es decir, que
la voluntad de los particulares rige en procesos económicos ocasionando una lenta
circulación de la riqueza.

No es difícil, por consiguiente, explicarse el rechazo de la presuposición por


parte de la comisión que elaboró el texto definitivo del proyecto de Código civil
alemán, por considerar peligrosa tal teoría. Pero es que, además, como ya hemos
dicho, aunque la presuposición fuese conocida por la otra parte o, incluso,
comunicada a ella, tampoco así pasaría a formar parte, sin más, del contenido del
contrato, porque una cosa es conocerla y otra acordar una cláusula de garantía para
el caso de que no llegase a realizarse. La teoría de la presuposición no parece
encajar en los esquemas del tráfico oneroso (Gavidia Sanchez, 1987).

Esta teoría beneficiaría a las clases trabajadoras y hubiera perjudicado los


intereses de la clase alta puesto que lo que buscan las clases altas es consolidar
rápidamente los contratos. Esto posibilitaría a la nueva clase burguesa a decidir
cuándo y cómo pactar ocasionando el rompimiento del equilibrio contractual.

3.2. TEORÍA DE LA BASE DEL NEGOCIO JURÍDICO 


Existen tres versiones de esta teoría:
a) La teoría subjetiva: esta teoría fue desarrollada por Oertmann en la que
expresa que para celebrar un contrato las partes tienen que tener en cuenta las
circunstancias.
Esta teoría considera como base subjetiva del negocio “determinadas
represetaciones mentales comunes a ambos contratantes, sin las que estos habrían
emitido sus declaraciones de voluntad o, al menos, no las habrían emitido tal como
lo hicieron” (Torres Vásquez, 2012)
El tribunal del Reich ha estado constantemente de acuerdo con su teoría que
sostiene que la simple representación mental de una de las partes puede bastar para
la configuración de la base negocial, en tal caso en que la contraparte haya sabido de
esto y no lo hubiere rechazado (aplicado esto a los casos de contratos de
arrendamiento). Al respecto existen dos críticas que se le hacen a la mencionada
hipótesis, tanto por su extensión como por su limitación. En el primer momento, la
gran extensión de la teoría hace que puedan existir demasiadas permisibilidades
como por ejemplo en caso de la repartición del riesgo, es decir las partes deben pues
soportar la eventual frustración que a una de ellas le puede acontecer. Y por otro
lado, la teoría solamente abarca lo que las partes se han representado, sin tener en
cuenta la finalidad esencial de la relación contractual.
b) La teoría subjetiva: esta teoría fue planteada por Karl Larenz. Cuando se
refiere a la base del negocio jurídico subjetiva se refiere a la representación mental
de los contratantes por la que ambos se han dejado guiar al fijar el contenido del
contrato. La representación tiene que haber inducido a concluir el contrato no a una
sino a ambas partes y si no se realiza la representación se estaría incurriendo en un
“error de motivos” (Larenz, 2002)
Larenz hace una distinción entre la base subjetiva y la base objetiva. Cuando
se habl de la base subjetiva del negocio, se refiere a aquello que esperan ambas
partes contratantes lo que los ha llevado a concluir el contrato. En cambio, la base
objetiva sería cada circunstancia necesaria para el contrato.
Larenz, en este respecto, insiste en destacar que ni la Ley ni la doctrina de la
base del negocio autorizan al Juez para modificar los contratos conforme a la
equidad, y amonesta que proceder de tal modo no sólo vendría a poner en peligro la
seguridad jurídica, sino que llegaría a minar la confianza en la jurisprudencia. (De
Castro y Bravo, 1985)

c) La teoría ecléctica de Lehmann: esta teoría considera una circunstancia


como base de un negocio jurídico para lo cual exige tres requisitos:
 Que la importancia de dicha circunstancia para que una de las partes celebre
el contrato fuera conocida por el otro contratante
 Que una de las partes tuviera la certeza de la existencia, subsistencia o
producción posterior de la circunstancia
 En el supuesto de existir tal incertidumbre otro contratante hubiera aceptado
la imposición de la condición, hubiera tenido que acceder a ella procediendo
de buena fe (Torres Vásquez, 2012)

3.3. TEORÍA DE LA BUENA FE Y EQUIDAD

Se ejecuta la prestación considerada imposible por circunstancias extraordinarias


e imprevisibles que han ocasionado la ruptura del equilibrio contractual. Esto es
considerado violentar la buena fe y la equidad ya que la cláusula rebus sic stantibus se
basa en la buena fe y equidad.

Aristóteles le da la función de corregir o modificar la desigualdad originada por


la ejecución de un contrato. La justicia se encuentra personificada en el juez, pues
“cuando disputan los hombres recurren al juez: y dirigirse al juez es dirigirse a lo justo,
pues el juez pretende ser como la justicia dotada de vida. (Magoja, 2012)
La buena fe es un principio general que fundamenta todo el ordenamiento
jurídico, por consiguiente, todo acto jurídico, en general y todo contrato, en particular.
En donde no hay ley ni costumbre aplicable a un caso en concreto se llena la laguna con
el principio general de la buena fe, entre otros principios. (Torres Vásquez, 2012)

Para que el contrato sea revisado la buena fe tiene que ser investigada teniendo
en cuenta los fines del contrato, las conductas anteriores y simultáneas, el actuar
diligente de o negligente puesto que la parte deudora puede fundamentar que no se llevó
a cabo en contratos por causas no imputables a él cuando este puede haber actuado
negligentemente.

El uso de la equidad no procede en cualquier caso sino este sujeto a las


limitaciones impuestas por la ley, la costumbre judicial y la doctrina. Es necesario que
el juez realice un análisis exhaustivo de las circunstancias en particular del caso para
verificar si este encuadra dentro del artículo 1362 del Código Civil el cual establece que
“los contratos deben negociarse, celebrarse, y ejecutarse según las reglas de la buena fe
y común intención de las partes”.

3.4 TEORÍA DEL ABUSO DEL DERECHO


En el Derecho Romano, el jurista Gayo hizo un esboce de la teoría del abuso del
derecho expresando que los dueños estabas prohibidos de maltratar a sus esclavos por
más que eso fueran considerado como una res ya que no debemos hacer mal uso de
nuestro derecho.
La teoría del abuso del derecho está tipificada en el artículo II del Título
Preliminar del Código Civil el que establece: “La ley no ampara el ejercicio ni la
omisión abusivos de un derecho. Al demandar indemnización u otra pretensión, el
interesado puede solicitar las medidas cautelares apropiadas para evitar o suprimir
provisionalmente el abuso”.

Esta teoría sostiene que cuando el acreedor pretende el cumplimiento de la


obligación, sin embargo, por circunstancias extraordinarias e imprevisibles deviene en
onerosa, este estaría ejerciendo abusivamente su derecho y la ley no lo ampara.
La buena aplicación de la doctrina del abuso del derecho es, pues, la
individualización judicial de los derechos privados, lo que es muy encomiable como lo
es la individualización de las penas. (Rodriguez, 1940)
SIGNIFICADO DEL ABUSO DEL DERECHO EN EL CÓDIGO ALEMÁN DE
1896
Según el Código Alemán, cuando la actitud tiene por finalidad causar daño a
otro y atenta contra las buenas costumbres se confina en los límites del derecho. Para
Gustavo Cornejo hay abuso del derecho, según la fórmula alemana, cuando el derecho
es usado contra los fines sociales y económicos de derechos.

SIGNIFICADO DEL ABUSO DEL DERECHO EN EL CÓDIGO CIVIL SUIZO


DE 1907
La persona que ejerce abusivamente su derecho lo hace cuando contradice la
buena fe. No se trata de la intención de abusar sino del ejercicio del derecho contrario a
las reglas de la buena fe.

3.5 TEORÍA DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS


Es catalogada como una cláusula general y no un principio general del derecho.
A partir de la cláusula general rebus sic stantibus se concreta el mandato del principio
de la buena fe dirigido a ambos extremos negociales de cumplir con los deberes de
preservar el equilibrio de las prestaciones y de adaptar el negocio jurídico conforme a
las nuevas circunstancias en el evento en que las prestaciones se lleguen a alterar de
manera sobre- viniente por situaciones extraordinarias, imprevistas, imprevisibles y
extrañas a las partes, ocasionando a la parte afectada una onerosidad excesiva que
dificulta el cumplimiento de sus prestaciones. (Hurtado, 2015)

La buena fe se consolida a través de la cláusula rebus sic stantibus


considerándolo como el instrumento más importante para sostener el contrato. La buena
fe es entendida como fidelidad y obligación que no puede exigir el sacrificio de la
existencia patrimonial del deudor.

ORIGEN Y ELEMENTOS ESTRUCTURALES


Algunos autores afirman que la cláusula rebus sic stantibus fue creada por
juristas como Justiniano, Africano y Neracio. Africano determinó que la validez del
pago estaba condicionada a que la persona designada para recibir lo estipulado
permaneciera en la misma condición jurídica en que se encontraba cuando se realizó la
negociación (Neme, 2010). En la Edad Media, juristas como Bartolo de Sassoferrato,
Baldo de Ubaldis, entre otros, establecieron que la clásusula rebus sic stantibus se
aplique para todos los contratos. Posteriormente, el Código de Napoleón dio mayor
significación a la regla pacta sunt servanda siendo adoptados por los códigos
latinoamericanos.

ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE LA CLÁUSULA


i. La existencia y validez del negocio jurídico: este tiene que ser bilateral y
conmutativo puesto que la teoría encuenytra validez en la interdependencia de
las obligaciones entre las partes. En los contratos conmutativos las prestaciones
asumidas por las partes son eqivalentes. En cambio, en los contratos aleatorios
las prestaciones dependen del azar, la suerte donde una de las partes gana y la
otra pierde.
ii. Que el contrato sea de ejecución sucesiva, escalonada, periódica o diferida
iii. Que las circunstancias que afectaron la simetría prestacional acaezcan después
de celebrado el contrato, durante su ejecución y antes de su extinción
iv. Que los hechos sobrevinientes al contrato, además de extraordinarios, han de ser
imprevistos, imprevisibles y extraños a la parte afectada
v. Que el desequilibrio prestacional sea cierto, grave, fundamental, significativo y
no cualquiera.

3.6 TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN

Las guerras son sinónimo de muerte, destrucción y caos es por esto mismo que
en periodos de guerra suelen surgir un perdidas económicas que afectan de manera
directa las relaciones contractuales lo que ocasionan la imposibilidad del cumplimiento
de los contratos.

Uno de los casos más reconocidos fue el de la compañía de gas de Bordeaux. En


el año de 1904, se celebró un contrato entrela compañía de Gas de Bordeaux y el
municipio de Bordeaux. La compañía de gas, de acuerdo al contrato, debía prestar el
servicio de alumbrado público estableciéndose el precio y teniendo en cuenta el precio
del carbón. Para poder brindad el servicio de alumbrado era necesario utilizar el carbón.

Antes de 1914, el precio del carbón oscilaba entre 20 a 22 francos y nunca antes
había superado ese precio, sin embargo, cuando se declaró la Primera Guerra Mundial,
el precio subió ya que los alemanes invadieron la cuenca carbonífera francesa, lugar
donde se elaboraba el carbón, ocasionando que Francia no pudiera fabricar carbón
teniendo que recurrir a la importación. Este carbón importado oscilaba entre los 174
francos, un precio extramadamente alto a comparación del anterior.

Es así que la Compañía de Gas de Bordeaux demandó al Municipio de Bordeaux


para que se pudiera revisar el contrato y establecer nuevos precios teniendo en cuenta la
situación en la que el precio del carbón era demasiado alto. El municipio de Bordeaux
estuvo en contra de revisar en contrato basándose en el artículo 1134 del Código Civil
francés donde se estipula la obligatoriedad de las claúsulas.

El encargado de resolver el caso fue el Consejo de prefectura de Girondá


mediante la sentencia del 30 de julio de 1915. El Consejo falló a favor del Municipio de
Bordeaux. No obstante, la compañía de gas de Bordeaux apeló la decisión ante el
Consejo de Estado donde ordenaron de manera amigable la revisión de los términos del
contrato y en caso que no llegasen a un acuerdo el expediente sería remitido al Consejo
de la Prefectura de Girondá, para que proceda imparcialmente a la subsanación de las
nuevas condiciones.

El fundamento que tuvo el Consejo de Estado para tomar la decisión fue:

“Cuando ocurren acontecimientos que perturban profundamente la


economía del contrato, que ponen a los concesionarios en la imposibilidad de
ejecutar su obligación en las condiciones previamente estipuladas, es preciso
hacer frente a esa situación nueva, que las partes no pudieron prever; es preciso
enfrentársele mientras ella subsista; las necesidades del servicio público lo
exigen (...) la autoridad exigiría del concesionario que continuara prestando el
servicio conforme al contrato, pero lo ayudaría sea indemnizándolo o
reduciéndole la carga de sus obligaciones, a soportar el excedente de esas cargas
en cuanto ellas sobrepasen el máximo de las dificultades o el máximo de la
amplitud de las variaciones económicas que pudieron preverse cuando se
contrató”. (Pareja, 1939, como se citó en Jimenez, 2009)

3.7. TEORÍA DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN 


La excesiva onerosidad de la prestación corresponde a una figura que puede ser
invocada cuando de manera sobreviniente a la celebración de un contrato, se presentan
situaciones de carácter imprevisible y extraordinario, que justifican la necesidad de
replantear los términos y condiciones acordados inicialmente para fines de restablecer
el equilibrio negocional perdido o afectado como consecuencia de los indicados
eventos, siendo que solo de manera excepcional es posible resolver el contrato, ya que
nuestro ordenamiento legal privilegia la denominada “preservación del contrato”.
(Ortega, 2007)
Como señala Benavides la teoría de la excesiva onerosidad de la prestación es
similar a la teoría de la imprevisión, sin embargo, esta es más acertada puesto que
subsana los efectos que el acontecimiento sobreviniente provoca en la relación.

REQUISITOS DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN


 Dificultad extrema, manifiestamente onerosa para la ejecución de normal de la
prestación comprometida: este requisito se refiere a que se puede llevar a cabo la
prestación pero en un contexto distinto al principalmente acordado lo que
ocasiona que la parte interesada se vea afectada ya que el equilibrio contractual
se ha quebrado. Cuando se habla de afectar la dificultad extrema se refiere a que
nos encontramos en un proceso de ejecución de modo que solo se puede aplicar
esta teoría cuando la ejecución no se haya extinguido. Si las prestaciones ya han
sido ejecutadas entonces se extingue el vínculo obligacional y no se puede
someter a revisión puesto que el deudor ya ha cumplido e incluso si se hubiera
terminado el contrato por vencimiento de su plazo de vigencia no sería lógico
invocar a esta teoría.
 Que dicha dificultad extrema provenga de una situación ordinaria e imprevisible:
no existe una definición legislativa que defina los términos ordinarios e
imprevisible, sin embargo, se puede encontrar una definición aproximada dentro
del artículo 1315 del Código Civil el cual hace mención del caso fortuito y
fuerza mayor como eventos extraordinarioa, imprevisibles e irreversibles.
Además la norma exige que sea extraordinario, imprevisible e irresistible:
 Extraordinario: hecho anormal, raro y repentino, fuera de lo común, que
irrumpe en el curso natural y normal de los acontecimientos de tal modo
que el deudor no haya podido precaver contra ellos.
 Imprevisible: hace referencia a lo súbito, inesperado de un
acontecimiento a pesar de utilizar la normal diligencia , no pudo preveer
lo que ocurrirá.
 Irresistible: significa que el hecho imprevisto es fatal e inevitable al
punto que el deudor no puede evitar su acontecimiento haga lo que haga,
ni superar sus consecuencias.

DIFERENCIAS ENTRE CASO FORTUITO Y FUERZA MAYOR

Caso fortuito Fuerza mayor


Hechos de la naturaleza Hechos del hombre
Acontecimiento imprevisible Acontecimiento irresistible
Lado objetivo del hecho Lado subjetivo del hecho
extraordinario extraordinario
Obstáculo menor que el otro Obstáculo mayor
Acontecimiento producido en el Hecho extraño a la persona a quien se
interior del cículo obligatorio del obligó
deudor

Para Osterling y Castillo extraordinario es algo que se encuentra dentro del


campo de lo excepcional, de un acontecimiento que se produce por excepción,
lejos de lo que en forma normal o natural se espera que ocurra.
 Que la indicada situación extraordinaria e imprevisible sea sobreviniente a la
celebración del contrato y ajena a las partes: se refiere a que lo que genere la
causal que amerita revisión contractual debe ser sobreviniente, es decir, que
tiene que surgir una vez pactado el contrato. Lo que se busca no es favorecer a
una de las partes sino que ambas partes después del acontecimiento imprevisible
se encuentren dentro del equilibrio contracual.
 Que la dificultad extrema sea oportunamente invocada por el interesado: este
requisito hace referencia a que la parte que ha sido afectada debe reclamar por la
excesiva onerosidad de no ser así esto significaría una renuncia tácita. El
momento en el que la parte afectada tiene que recurrir al reajuste o
requerimiento es cuando el evento imprevisible ha finalizado.
3.8. TEORÍA DE LA DESAPARICIÓN DE LA BASE DEL NEGOCIO 
La base del negocio se refiere al conjunto de circunstancias y estado general
de cosas cuya existencia es necesaria para el contrato, según el significado de las
intenciones de ambos contratantes.
Larenz sostiene que la transformación de las circunstancias existentes a la
conclusión del contrato se considera como la desaparición de la base del negocio en
caso de que:
a) Ambas partess contratantes hubiesen celebrado el contrato
precisamente en atención a determinadas circunstancias cuya aparición o
persistencia era esperada de las partes.
b) La subsistencia de estas circunstancias es necesaria objetivamente
para que el contrato pueda existir como regulación dotada de sentido. (La
Puente, 2017)

4. SUSTENTO JURÍDICO DE LA POSICIÓN DEL CÓDIGO CIVIL 


El Código Civil peruano se basa en el Código Civil italiano específicamente
en los artículos 1467 y 1468 que hacen referencia a los contratos de ejecución
continuada, periódica o diferida y los contratos con obligaciones de una sola de las
partes. La doctrina de este país ha adoptado legislativamente la teoría de le excesiva
onerosidad de la prestación. Al igual que la doctrina italiana nuestro Código Civil ha
adoptado la misma teoría.
Para explicar por qué nuestro Código ha adoptado esta teoría se tiene que
precisar los términos justicia, equidad y seguridad jurídica para justificar las
posiciones que se han optado sobre el particular.
4.1. LA JUSTICIA
La justicia, desde el punto de vista contractual , se centra en las relaciones y
obligaciones que existen entre las partes de un contrato. Un contrato es un acuerdo
legalmente vinculante entre dos o más partes que establece los términos y
condiciones que deben cumplirse. La justicia contractual implica que todas las
partes involucradas en un contrato sean tratadas de manera justa y reciban lo que se
acordó en el contrato. Esto incluye el cumplimiento de las obligaciones
contractuales, tales como el pago o la entrega de bienes o servicios. Si alguna de las
partes incumple el contrato, la justicia contractual requiere que se tomen medidas
para remediar la situación, ya sea a través de una compensación financiera o
reparación.
4.2. LA EQUIDAD
La equidad, desde el punto de vista contractual, se refiere al trato justo y
equitativo que se espera entre las partes en un contrato. Esto significa que todas las
partes involucradas en un contrato deben ser tratadas de manera equitativa y recibir
lo que se estableció en el contrato. La equidad también implica que las partes deben
cumplir con las obligaciones que se establecieron en el contrato, incluyendo el pago
o la entrega de bienes o servicios. Si se produce un incumplimiento del contrato, la
equidad requiere que se tomen medidas para remediar la situación, ya sea a través de
una compensación financiera o reparación.

Larombiere critica la equidad de manera negativa, expresando que parece


tener una pretensión irracional de ser más sabia que la propia ley. Advierte sobre los
peligros que surgen cuando la autoridad de la ley y los contratos son atacados
violentamente en nombre de la equidad, la cual es apreciada de manera subjetiva por
cada individuo según su punto de vista, impresiones e incluso quimeras.

4.3. LA SEGURIDAD JURÍDICA


Busca garantizar que las partes de un contrato sean tratadas de forma
equitativa y que se cumplan las obligaciones establecidas en el mismo. La seguridad
jurídica es fundamental para fomentar la confianza en las transacciones comerciales
y empresariales, ya que proporciona un ambiente predecible y estable en el que los
contratos pueden ser creados y cumplidos con seguridad. Además, la seguridad
jurídica en el derecho contractual también está relacionada con la capacidad de hacer
cumplir los términos del contrato de manera efectiva, lo que asegura que las partes
obtengan los beneficios acordados.
Como se ha señalado previamente el Código peruano se ha basado en el
Código italiano de 1942 y diversos autores sostienen que han adoptado esta teoría ya
que consideran más importantes los intereses generales de la sociedad que los
individuales egoístas de los individuos.
ANÁLISIS EXGÉTICO DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD EN EL CÓDIGO
CIVIL PERUANO
ARTÍCULO 1140- EXESIVA ONEROSIDAD
En los contratos conmutativos de ejecución continuada, periódica o diferida,
existe la posibilidad de que una de las partes se encuentre en una situación de
excesiva onerosidad debido a eventos imprevistos y extraordinarios. En tales
circunstancias, esa parte tiene el derecho de solicitar al juez una reducción en la
prestación que debe cumplir o un aumento en la contraprestación que debe recibir.
El propósito de esta solicitud es aliviar la carga excesiva impuesta por el contrato y
restablecer un equilibrio razonable entre las partes. En esencia, se busca corregir los
efectos negativos que han surgido a raíz de dichos eventos inesperados, permitiendo
que la parte perjudicada pueda cumplir con sus obligaciones de una manera más
justa y equitativa.
En otras palabras, si las circunstancias imprevistas hacen que una de las
partes experimente dificultades económicas significativas en el cumplimiento de su
obligación contractual, tiene el derecho de buscar una modificación en los términos
del contrato para restaurar un equilibrio más justo. Esto implica la posibilidad de
solicitar al juez que se disminuya la carga de la prestación originalmente acordada o
que se incremente la contraprestación para compensar el desequilibrio económico.
Esta disposición busca proteger a la parte perjudicada de una situación de
excesiva desventaja económica y permite ajustar el contrato en base a las nuevas
circunstancias imprevistas que han surgido.
En caso de que no sea factible realizar modificaciones en la prestación o si
así lo solicita el demandado, el juez tomará la decisión de resolver el contrato. Es
importante destacar que la resolución del contrato no afectará a las prestaciones que
ya han sido ejecutadas.

En otras palabras, si no es viable realizar ajustes en la prestación original o si


el demandado así lo solicita, el juez tendrá la potestad de poner fin al contrato en su
totalidad. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la resolución del contrato
no afectará a las prestaciones que ya se han cumplido.
Esta disposición legal busca ofrecer una solución en casos en los que no sea
posible restablecer el equilibrio contractual a través de modificaciones en las
prestaciones. La resolución del contrato implica la terminación de todas las
obligaciones pendientes, pero no afectará a las prestaciones que ya se hayan
realizado correctamente hasta ese momento.
DEFINICIÓN DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN LA
EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN:
Teniendo en consideración con lo explicado anteriormente se empezará a
definir qué es la excesiva onerosidad, para ello diferentes juristas tanto nacionales
como internaciones definen la excesiva onerosidad de la prestación
(Torres, 2021) hace relación a la excesiva onerosidad como aquellos:
“Los contratos que involucran beneficios mutuos, son conmutativos y
requieren ejecución continua, periódica o pospuesta, pueden ser objeto de revisión si
una de las partes se encuentra en una situación excesivamente desfavorable debido a
circunstancias imprevistas y extraordinarias que ocurrieron después de la
celebración del contrato. Estos eventos deben ser ajenas a las partes y no estar
relacionadas con los riesgos normales del contrato. En tales casos, la parte dañada
tiene derecho a solicitar tanto judicial como extrajudicialmente una revisión del
contrato para restablecer la estabilidad original de las obligaciones, ya sea mediante
la reducción de sus propias obligaciones o el aumento de las obligaciones de la otra
parte.” (p. 1835)
De la misma manera Guido Alpa señala que:
“En los contratos en los que las obligaciones se realizan en un momento
posterior, existe la posibilidad de que, con el transcurso del tiempo, las obligaciones
asumidas se vuelvan excesivamente gravosas para una de las partes. En tales casos,
es apropiado que la parte más perjudicada tenga la opción de liberarse de las
obligaciones mediante la solicitud de resolución del contrato. Sin embargo, dicha
solicitud de resolución no puede ser presentada si la dificultad asumida está dentro
de los riesgos normales del contrato, ni tampoco si el contrato en sí mismo es de
naturaleza incierta. En estos casos, no habría motivo para proteger a la parte
solicitante.”
Por su parte Fort Ninamancco Córdova indica que:
La onerosidad excesiva de una obligación, a diferencia de un caso de fuerza
mayor, no impide su cumplimiento; es decir, la obligación es factible de ser
cumplida. Sin embargo, el obstáculo para llevar a cabo dicha obligación puede ser
tan significativo que no genere una imposibilidad absoluta, pero tenga un impacto
sustancial en el equilibrio económico del contrato.
El dogmático César Carranza Álvares señala que
“Esta figura legal entra en conflicto indudablemente con el principio de la
obligatoriedad de los contratos. Sin embargo, razones de justicia y buena fe
generalmente respaldan su aceptación como un mecanismo útil para evitar el
perjuicio económico del obligado a cumplir. El legislador en ese momento afirmó
que, aunque los contratos nacen con la obligación de ser cumplidos debido a su
fuerza vinculante, existen situaciones excepcionales donde, por razones de equidad,
es necesario y apropiado revisarlos para evitar la ruina económica o el
enriquecimiento desproporcionado, preservando así el equilibrio contractual.
Además, señaló que esta fórmula es bastante flexible, ya que permite la reducción de
la obligación, el aumento de la contraprestación e incluso, si no es posible o
conveniente, o si es solicitado por el demandado, la resolución del contrato.”.
De la misma manera Carlos Alberto Soto Coaguila menciona que:
La excesiva onerosidad ocurre cuando el equilibrio contractual se ve
fundamentalmente alterado debido a la aparición de ciertos eventos, ya sea porque el
costo de la obligación asumida por una de las partes ha aumentado o porque el valor
de la contraprestación recibida por una de las partes ha disminuido.
Manuel Miranda Canales señala que:
En un contrato de ejecución periódica, como el arrendamiento, puede darse
el caso de que la obligación resulte excesivamente gravosa para el arrendatario
debido a ciertas causas extraordinarias e imprevisibles, como por ejemplo una
devaluación drástica de la moneda que resulta en una pérdida total de su poder
adquisitivo. En tales circunstancias, el arrendatario tiene la opción de solicitar al
tribunal que se reduzca el monto del alquiler.
Y por último Félix Benito Osma indica que:
La figura de la imposibilidad sobrevenida es aplicable a todo tipo de
obligaciones. La imposibilidad sobrevenida puede ser objetiva o subjetiva y puede
deberse a un impedimento inherente a la naturaleza de la obligación o a
circunstancias relacionadas con la persona o su patrimonio. Sin embargo, para que
se considere una imposibilidad efectiva de cumplimiento, no basta con una simple
dificultad en el cumplimiento. Además, no debe confundirse con dificultades
económicas que surgen de manera extraordinaria.
REQUISITOS O ELEMENTOS DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD
CONTRATOS CONMUTATIVOS

Un contrato con prestaciones recíprocas es aquel en el cual todas las partes


involucradas tienen obligaciones y derechos correspondientes. Estas obligaciones y
derechos están interconectados y dependen unos de otros. Por ejemplo, en una
compraventa, el vendedor tiene la obligación de transferir la propiedad del bien
vendido, y el comprador tiene la obligación de pagar el precio acordado. Otros ejemplos
de contratos con prestaciones recíprocas son el arrendamiento, el suministro de bienes o
servicios, el mutuo con intereses, el mandato remunerado, los contratos de locación de
servicios y de trabajo, entre otros.
En resumen, los contratos con prestaciones recíprocas abarcan una amplia gama
de acuerdos comerciales en los cuales las partes tienen obligaciones y derechos mutuos.
Estos contratos establecen una relación de interdependencia en la cual cada parte
cumple con su prestación a cambio de la contraprestación recibida.
Un contrato con prestación a cargo de una sola de las partes implica que solo
una de las partes asume obligaciones, siendo esta parte acreedora y la otra parte
únicamente deudora. En este tipo de contrato, hay una prestación sin contraprestación,
como por ejemplo en el caso de una donación.
La exigencia de que el contrato sea de prestaciones recíprocas se deduce del
propio texto del artículo 1440, que establece que la parte perjudicada puede solicitar al
juez que reduzca la prestación o "aumente la contraprestación, a fin de que cese la
excesiva onerosidad". Solo en un contrato con prestaciones recíprocas existe una
prestación y una contraprestación mutua entre las partes.

El contrato es considerado conmutativo en dos sentidos principales. En primer


lugar, se dice que un contrato es conmutativo cuando existe una cierta equivalencia
entre la prestación y la contraprestación. Por ejemplo, en una compraventa, el precio
que se paga por el bien vendido se considera más o menos equivalente al valor real de
intercambio que tiene ese bien en el mercado. De manera similar, en un contrato de
arrendamiento, la renta que paga el arrendatario se estima aproximadamente igual al
valor de uso que tiene el bien en el mercado.
En segundo lugar, la conmutatividad también puede significar que los valores de
las prestaciones se establecen desde el principio, es decir, las partes conocen de
antemano si el contrato les proporcionará beneficios o no. Ejemplos de esto son la
compraventa (un contrato con prestaciones recíprocas) y la donación (un contrato con
prestación a cargo de una sola de las partes). Esta segunda interpretación de la
conmutatividad contrasta con los contratos aleatorios o riesgosos, en los cuales las
partes desconocen los efectos del contrato y no saben si les reportará beneficios o
pérdidas. En estos contratos, lo que es ganancia para una parte puede ser pérdida para la
otra.

DILACIÓN EN LA EJECUCIÓN

Correcto, para que se aplique la cláusula "rebus sic stantibus" según lo


establecido en el artículo 1440, es necesario que una de las prestaciones del contrato se
haya vuelto excesivamente onerosa. Esta situación se presenta cuando el contrato ha
experimentado modificaciones significativas debido a hechos posteriores,
extraordinarios e imprevisibles, que alteran el valor de las prestaciones originalmente
acordadas por las partes. Estos cambios ocasionan un desequilibrio inaceptable entre la
prestación y la contraprestación del contrato.
Así es, en el mundo de los negocios no importa que uno de los contratantes
obtenga mayores beneficios que el otro o que uno gane mucho mientras el otro sufra
pérdidas. Sin embargo, cuando ocurren eventos extraordinarios e imprevisibles que
hacen que una de las prestaciones del contrato se vuelva excesivamente onerosa, se
justifica la aplicación del principio de la excesiva onerosidad.
Es importante destacar que este principio no tiene como objetivo corregir malos
negocios o desigualdades económicas entre las partes, sino que es un remedio
excepcional que se utiliza cuando existe un grave desequilibrio entre la prestación y la
contraprestación debido a eventos extraordinarios e imprevisibles que alteran
sustancialmente la base económica del contrato.
En consecuencia, en estas circunstancias excepcionales, se pueden tomar
medidas como la revisión o la resolución del contrato con el fin de restablecer el
equilibrio entre las partes y evitar injusticias causadas por una prestación excesivamente
onerosa.

El mundo de los negocios no se rige por la equidad en términos de beneficios


obtenidos por cada contratante, sino por la consideración de eventos extraordinarios e
imprevisibles que pueden generar una prestación excesivamente onerosa. El principio
de la excesiva onerosidad no tiene como objetivo corregir situaciones de negocios
desfavorables, sino que es una medida excepcional que se aplica cuando se produce un
desequilibrio significativo entre la prestación y la contraprestación debido a eventos
inesperados y excepcionales que alteran de manera sustancial la base económica del
contrato. En estos casos, se busca restablecer la equidad contractual, ya que la parte
afectada se encontraría en una situación desfavorable si se le exigiera cumplir con una
prestación desproporcionada en comparación con la contraprestación recibida. El
principio de la excesiva onerosidad actúa como un remedio para evitar injusticias
cuando se producen circunstancias imprevistas que afectan el equilibrio financiero del
contrato
La excesiva onerosidad de una prestación, causada por hechos extraordinarios e
imprevisibles, puede llevar a una modificación significativa del equilibrio original del
contrato. Estos hechos pueden tanto aumentar la carga de la prestación como reducir
considerablemente o eliminar la utilidad de la contraprestación. En tales casos, no se
requiere una revisión del contrato si tanto la prestación como la contraprestación se
vuelven excesivamente onerosas debido a estos eventos imprevistos. Esto se debe a que
esta situación no altera el equilibrio contractual original y no genera una ventaja
desproporcionada para una de las partes a expensas de la ruina económica de la otra.
La evaluación de la excesiva onerosidad sobrevenida debe basarse en criterios
objetivos, teniendo en cuenta la situación real del mercado y no en la situación
específica de un deudor en particular. La ley no puede establecer reglas rígidas de
antemano respecto a la excesiva onerosidad, ya que en cada caso se debe determinar si
los eventos extraordinarios e imprevisibles han causado un desequilibrio significativo en
las prestaciones, al punto de que una de las partes se beneficiaría en exceso en
detrimento de la otra, que sufriría notables perjuicios, si se insistiera en cumplir
estrictamente el pacto.
En resumen, es necesario analizar de manera objetiva si los eventos
imprevisibles y extraordinarios han perturbado el equilibrio original de las prestaciones
en un grado tal que una de las partes se beneficiaría de manera desproporcionada en
detrimento de la otra. Cada caso debe evaluarse individualmente, considerando la
situación del mercado y los efectos concretos del desequilibrio en las partes
involucradas.
Si la situación de excesiva onerosidad surge después de que las partes hayan
cumplido con las obligaciones establecidas en el contrato, esto significa que el contrato
ya ha sido completado y ya no existe un equilibrio contractual original que se pueda
restablecer o un contrato que se pueda resolver. En otras palabras, una vez que ambas
partes han cumplido con sus respectivas prestaciones y contraprestaciones, el contrato
llega a su fin y no se puede modificar o rescindir en base a la excesiva onerosidad.
Es importante tener en cuenta que la teoría de la excesiva onerosidad se aplica
antes de la ejecución del contrato, cuando una de las partes se enfrenta a circunstancias
imprevistas y extraordinarias que hacen que la prestación se vuelva
desproporcionadamente gravosa. En estos casos, se puede solicitar la revisión o
resolución del contrato para restablecer un equilibrio justo entre las partes. Sin embargo,
una vez que el contrato ha sido ejecutado y las obligaciones han sido cumplidas, no se
puede invocar la excesiva onerosidad para modificar o terminar el contrato.
En resumen, la excesiva onerosidad solo puede aplicarse antes de la ejecución
del contrato, y una vez que las partes han cumplido con sus obligaciones, no se puede
recurrir a esta teoría para realizar cambios en el contrato.
- ACONTECIMIENTOS EXTRAORDINARIO E IMPREVISIBLES
 ACONTECIMIENTO EXTRAORDINARIO
Un acontecimiento se considera extraordinario cuando ocurre de manera
excepcional, desviándose del curso normal y regular de los eventos. Por ejemplo, una
guerra o una devaluación abrupta de la moneda son ejemplos de eventos
extraordinarios. Por otro lado, un evento se considera imprevisible cuando las partes del
contrato, al momento de celebrarlo, no pudieron anticipar su ocurrencia debido a su
incapacidad común de previsión. A pesar de haber actuado con diligencia, los
contratantes no pudieron prever que ese evento sucedería. Es importante destacar que no
todos los eventos extraordinarios son necesariamente imprevisibles. Por ejemplo, una
guerra puede considerarse un evento extraordinario, pero en ciertos casos puede ser
previsible. Tanto la extraordinariedad como la imprevisibilidad son requisitos
necesarios para que un evento tenga relevancia jurídica. No es suficiente con que solo
uno de estos elementos esté presente para que se cumpla el supuesto establecido en el
artículo 1440.
ACONTECIMIENTO IMPREVISIBLE
No se requiere de una imprevisibilidad absoluta, esa que el ser humano puede
representarse sin límites sobre sucesos futuros, o sea, que todo puede ser pensado y
previsto, hasta lo inesperado. Para la aplicación de la teoría de la excesiva onerosidad de
la prestación, basta que el hecho o hechos escapen a la habitual y prudente
previsibilidad de los contratantes. Debe tratarse de un suceso sobreviniente, posterior a
la celebración del contrato y anterior a la sobrevenida excesiva onerosidad, ajeno a la
voluntad de las partes, que supere su capacidad normal de previsión, por lo que ellas,
obrando con una normal diligencia, considerando las circunstancias del caso y las
condiciones personales, no hubieran podido evitarlo.
ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS
Es correcto que la teoría de la excesiva onerosidad no se aplica cuando el
desequilibrio en el contrato es causado por eventos que entran en el riesgo normal del
mismo. Por ejemplo, si el aumento de los precios de los materiales de construcción se
debe a la oferta y la demanda, o si la devaluación de la moneda es producto de una
inflación prolongada, estos eventos se consideran previsibles y comunes en el contexto
del contrato, por lo que no justificarían la aplicación de la teoría de la excesiva
onerosidad.
Además, cuando las partes han aceptado previamente un riesgo específico y lo
han incluido en el contrato, como en el caso de un acuerdo sobre el riesgo asegurable en
un contrato de seguro, no sería procedente revisar el contrato en base a la excesiva
onerosidad.
En resumen, la teoría de la excesiva onerosidad se utiliza en casos excepcionales
en los que eventos extraordinarios e imprevisibles provocan un desequilibrio
significativo en el contrato, pero no se aplica cuando el desequilibrio se deriva de
eventos previsibles o cuando las partes han acordado asumir un riesgo específico como
parte del contrato.

REMEDIOS

Como ya se ha venido indicando, la actual pandemia de coronavirus y las


medidas administrativas restrictivas actualmente en vigor podrían no ser elegibles para
el tratamiento de fuerza mayor.

En el ámbito legal, los "remedios" se refieren a las acciones o soluciones


disponibles cuando se produce un incumplimiento o una disputa en un contrato. Estos
remedios están diseñados para proteger los derechos de las partes y restablecer la
situación a una condición justa.

Sin embargo, se tiene como derecho comparado que en el derecho civil francés
ha adoptado ahora otro concepto que permite liberarse de un contrato en circunstancias
graves y adversas, cuando indica en su artículo 1195 del Código Civil.

En caso de negativa o falta de renegociación, las partes podrán acordar la


resolución del contrato en la fecha y en las condiciones que determinen, o solicitar de
común acuerdo al tribunal que lo adapte. Si no se llega a un acuerdo en un plazo
razonable, el tribunal podrá, a petición de una de las partes, revisar o resolver el contrato
en la fecha y en las condiciones que determine.

A diferencia de la fuerza mayor, la noción se aplicará siempre que la ejecución


del contrato se haya vuelto excesivamente onerosa, y la parte que sufre este sobrecoste
no lo haya aceptado de antemano; por ejemplo, mediante una cláusula de indexación de
precios.

Hay varios remedios por incumplimiento de contrato, como la concesión de


daños, el cumplimiento específico, la rescisión y la restitución. En los tribunales de
jurisdicción limitada, el recurso principal es la indemnización por daños y perjuicios.
Debido a que el cumplimiento específico y la rescisión son recursos equitativos que no
caen dentro de la jurisdicción de los tribunales de primera instancia, no se tratan en este
tutorial.

Asimismo, existen dos categorías generales de daños que se pueden otorgar si se


prueba una reclamación por incumplimiento de contrato. Ellos son:

1. Daños compensatorios. Los daños compensatorios (también llamados "daños reales")


cubren la pérdida en la que incurrió la parte que no incumplió como resultado del
incumplimiento del contrato. La cantidad otorgada está destinada a reparar o reemplazar
la pérdida causada por el incumplimiento.

A. Daños generales. Los daños generales cubren la pérdida directa y necesariamente


sufrida por el incumplimiento del contrato. Los daños generales son el tipo más común
de daños otorgados por incumplimientos de contrato.
Ejemplo: la empresa A entregó el tipo incorrecto de muebles a la empresa B. Después
de descubrir el error más tarde ese mismo día, la empresa B insistió en que la empresa A
recogiera los muebles incorrectos y entregara los muebles correctos. La empresa A se
negó a recoger los muebles y dijo que no podía suministrar los muebles correctos
porque no estaban en stock. La empresa B demandó con éxito por incumplimiento de
contrato.

B. Daños especiales. Los daños especiales (también llamados "daños emergentes")


cubren cualquier pérdida sufrida por el incumplimiento del contrato debido a
circunstancias o condiciones especiales que normalmente no son predecibles. Se trata de
pérdidas reales causadas por el incumplimiento, pero no de forma directa e inmediata.
Para obtener daños por este tipo de pérdida, la parte infractora debe probar que la parte
incumplidora conocía las circunstancias o requisitos especiales en el momento en que se
celebró el contrato.

Ejemplo: En el escenario anterior, si la Empresa A sabía que la Empresa B necesitaba


los muebles nuevos en un día en particular porque sus muebles viejos iban a ser
retirados la noche anterior, los daños por incumplimiento de contrato podrían incluir
todos los daños otorgados en el escenario anterior.

Tal como indica (Vasquez, 2012) es posible que el contrato adolezca de defectos que
van a determinar su invalidez o los que se producen en el curso de la ejecución del
contrato, los mismos que dan espacio a las acciones de cumplimiento forzoso, de
resolución, retractación, etc.

En la legislación peruana, dentro del curso del proceso de elaboración del artículo 1440
del Código civil, surgieron dudas sobre la solución a adoptar en el caso de la excesiva
onerosidad de la prestación. La doctrina, la jurisprudencia y la legislación ofrecían dos
soluciones, la resolución del contrato; y la revisión de los términos del mismo.

REVISION DEL CONTRATO


La revisión de un contrato es un remedio utilizado para examinar
minuciosamente el contenido y las disposiciones de un contrato existente. Este proceso
implica analizar detenidamente las cláusulas y términos establecidos para identificar
posibles problemas, inconsistencias o la necesidad de actualizar ciertas provisiones. Al
llevar a cabo una revisión contractual, se busca garantizar que el contrato refleje
adecuadamente las intenciones de las partes involucradas y que cumpla con los
requisitos legales y comerciales aplicables. La revisión contractual puede implicar
renegociación, adendas o incluso la rescisión y redacción de un nuevo contrato,
dependiendo de las circunstancias y las necesidades de las partes. Es importante tener en
cuenta que cualquier modificación contractual debe ser aceptada por todas las partes
involucradas y, en algunos casos, puede ser aconsejable buscar asesoramiento legal para
asegurarse de que se realice de manera adecuada y legalmente válida.

La revisión de un contrato es un proceso importante para garantizar que las


disposiciones contractuales sean claras, justas y equitativas para todas las partes
involucradas. Al llevar a cabo una revisión, es recomendable seguir estos pasos:

a. Lectura minuciosa: Lee detenidamente el contrato en su totalidad para


comprender todas las cláusulas, condiciones y obligaciones establecidas en el
documento. Presta atención a los detalles y asegúrate de entender completamente cada
aspecto del contrato.
b. Identificación de problemas: Identifica cualquier disposición ambigua,
contradictoria o que pueda plantear problemas en el futuro. Esto puede incluir términos
vagos, fechas límite poco realistas, falta de especificidad en las obligaciones o cualquier
otra disposición que pueda generar disputas o confusiones.
c. Evaluación de cumplimiento legal: Verifica si el contrato cumple con las
leyes y regulaciones aplicables. Asegúrate de que no existan cláusulas que sean ilegales
o contrarias a la normativa vigente.
d. Análisis de riesgos: Evalúa los posibles riesgos y contingencias asociados
con el contrato. Considera los escenarios en los que una parte pueda incumplir el
contrato y las posibles consecuencias legales y financieras.
e. Renegociación: Si identificas cláusulas problemáticas o aspectos que
necesitan ser modificados, puedes iniciar un proceso de renegociación con la otra parte.
Propón cambios específicos y discute las razones detrás de ellos. Trabaja en conjunto
para llegar a un acuerdo que sea mutuamente beneficioso.
f. Adendas y enmiendas: Si los cambios necesarios son menores, se pueden
hacer mediante una adenda o enmienda al contrato existente. Estos documentos añaden,
modifican o eliminan cláusulas o disposiciones del contrato original.
g. Rescisión y redacción de un nuevo contrato: En casos más significativos
de problemas contractuales, ambas partes pueden acordar terminar el contrato existente
y redactar uno nuevo con las condiciones y términos revisados. Esto permite establecer
una base contractual más sólida y evitar futuros problemas.

La facultad del juez en este sentido es muy importante ya que el tribunal está
facultado para modificar y adaptar todas las cláusulas existentes de manera que la
ejecución del contrato pierda el carácter excesivamente oneroso que desencadena la
aplicación del texto.

RESOLUCION DEL CONTRATO

La resolución del contrato es un remedio legal utilizado en situaciones en las que una de
las partes incumple de manera sustancial sus obligaciones contractuales. Este remedio
permite poner fin al contrato debido al incumplimiento y busca restaurar a las partes a
su estado original antes de la celebración del contrato.

Algunas situaciones que pueden dar lugar a la resolución del contrato incluyen:

a. Incumplimiento fundamental: Se refiere a un incumplimiento grave de una de las partes


que afecta directamente la esencia o el propósito del contrato. Por ejemplo, si una parte
no entrega los bienes o servicios acordados o no cumple con las fechas de entrega
fundamentales.
b. Incumplimiento reiterado: Se refiere a un patrón de incumplimientos por parte de una de
las partes a lo largo del tiempo, lo que demuestra una falta de voluntad o capacidad para
cumplir con las obligaciones contractuales de manera adecuada.
c. Imposibilidad de cumplimiento: Si una situación imprevista o un evento fuera del
control de las partes hace imposible cumplir con las obligaciones del contrato, se puede
considerar la resolución como un remedio.
Es importante destacar que la resolución del contrato generalmente debe seguir ciertos
pasos y procedimientos legales. Esto puede incluir notificar a la parte incumplidora de la
intención de resolver el contrato, brindar un período de gracia para corregir el
incumplimiento, o incluso buscar mediación o arbitraje si se incluyen cláusulas de
resolución de disputas en el contrato.

FRUSTRACION DEL CONTRATO

En el sitema anglosajon es distinto la frustración del contrato, aquí es posible las


prestaciones del mismo pero el fin de la frustración imposibilita su cumplimiento no se
da a diferencia del sistema neolatino con el civil law que si ocurre una de estas
circunstancias ajenas se invalida el contrato y consigo las prestaciones que se debe
hacer, pierde desde un inicio el cumplimiento de la obligación.

PLANTEAMIENTO DE BENAVIDES

Benavides plantea que la falta o desaparición de la base del negocio, ya sea


subjetiva u objetiva, puede dividirse en dos posibilidades:

a) La excesiva onerosidad de la prestación: Esto abarca no solo situaciones en


las que hay un desequilibrio económico significativo entre las obligaciones, sino
también cualquier caso en el que la prestación se vuelve excesivamente gravosa y va en
contra de la naturaleza del contrato y su propósito. Se refiere a situaciones en las que
existe un riesgo anormal que es incompatible con la esencia del contrato.

b) La frustración del fin del contrato: Esta es una situación en la que la


prestación se vuelve impracticable o ineficaz para satisfacer el interés del acreedor, a
pesar de ser factible de ser ejecutada y no ser excesivamente gravosa. Ambas partes
consideraron que el cumplimiento del contrato tenía como objetivo principal satisfacer
ese interés esencial, pero debido a circunstancias imprevistas, este objetivo no se
cumple.

Es importante destacar que se realiza una distinción precisa entre la teoría de la


desaparición de la base (ya sea objetiva o subjetiva) del negocio y la teoría de la
frustración del fin del contrato. Ambas teorías se refieren a situaciones en las que el
propósito o la esencia del contrato se ven afectados, pero se diferencian en las
circunstancias específicas que llevan a su aplicación.

Por otro lado, según Larenz, la base del negocio subjetiva se refiere a la
representación mental o esperanza compartida por ambas partes al momento de celebrar
el contrato. Es decir, ambas partes se han dejado guiar por esta representación o
expectativa al decidir contratar. No es suficiente que esta representación o esperanza
haya sido determinante en la voluntad de una de las partes, incluso si la otra parte tenía
conocimiento de ello.

Asimismo, la base objetiva se refiere al conjunto de circunstancias y al estado


general de cosas que son objetivamente necesarios para que el contrato, de acuerdo con
el significado de las intenciones de ambas partes, pueda subsistir como una regulación
con sentido. En resumen, la base objetiva se refiere a las condiciones y el contexto
general que hacen que el contrato sea viable y tenga sentido de acuerdo con las
intenciones mutuas de las partes.

Este autor señala que la base del negocio objetiva desaparece en dos situaciones:

a) Cuando la relación equitativa entre la prestación y la contraprestación


establecida en el contrato se ha deteriorado tanto que ya no puede considerarse
racionalmente como una "contraprestación". Esto implica que la equidad o equivalencia
originalmente esperada entre las obligaciones contractuales se ha visto destruida.

b) Cuando la finalidad común objetiva del contrato, expresada en su contenido,


se vuelve definitivamente inalcanzable, incluso si la parte deudora aún puede cumplir
con su obligación. Esto se conoce como frustración de la finalidad, donde el propósito
principal o el objetivo común del contrato se ha vuelto imposible de lograr de manera
permanente.

Es así que, la base del negocio objetiva desaparece cuando se rompe la relación
de equivalencia entre las prestaciones o cuando la finalidad común del contrato se
vuelve inalcanzable, a pesar de que una de las partes aún pueda cumplir con su parte del
contrato.
Es posible observar que la frustración del fin del contrato ocurre en el ámbito de
los intereses de las partes, ya que impide la consecución del resultado práctico que ellas
buscaban alcanzar en función de sus propios intereses particulares. Está estrechamente
relacionada con la desaparición de la base subjetiva del negocio, que se refiere a la
ausencia de aquellas circunstancias que llevaron a las partes a celebrar el contrato,
aunque no se hayan expresado explícitamente. Es importante tener en cuenta que Larenz
solo considera que la frustración del fin del contrato hace desaparecer la base objetiva
del negocio cuando la finalidad común también es objetiva y se expresa en el contenido
del contrato.

Por otro lado, la excesiva onerosidad de la prestación tiene un carácter objetivo,


ya que surge debido a la aparición de eventos extraordinarios e imprevisibles que
causan una alteración en las circunstancias y como consecuencia convierten a una de las
prestaciones en excesivamente gravosa.

Dado que la concepción de Larenz sobre la desaparición de la base del negocio


abarca tanto la base subjetiva como la objetiva, es razonable el planteamiento de
Benavides en el sentido de que incluye dos posibilidades: la frustración del fin del
contrato, que lleva a la desaparición de la base subjetiva y, en algunos casos
excepcionales, también la base objetiva; y la excesiva onerosidad de la prestación, que
resulta en la desaparición de la base objetiva.

Uno de los rasgos distintivos del contrato preparatorio es la anticipación del


contrato definitivo, lo cual implica que debe haber un intervalo de tiempo entre ambos.
Además, los contratos preparatorios deben incluir los elementos correspondientes a los
respectivos contratos definitivos, al menos los esenciales en el caso de un compromiso
de contratar, y todos ellos en el caso de un contrato de opción.

En estas circunstancias, es posible que, durante el lapso transcurrido entre la


celebración del contrato preparatorio y la celebración del contrato definitivo, ocurra un
evento extraordinario e imprevisible que cause que alguna de las obligaciones previstas
en el contrato preparatorio, y que deben ejecutarse de acuerdo con el contrato definitivo,
se vuelva excesivamente gravosa. Esta excesiva onerosidad se producirá
automáticamente al momento de ejecutar el contrato definitivo.
NECESIDAD DE JUICIO

Tanto el primer párrafo como el segundo párrafo del artículo 1440 del Código
Civil establecen que es necesario recurrir al juez para que este tome una decisión sobre
la reducción de la prestación o el aumento de la contraprestación, así como la resolución
del contrato. El juez es la única autoridad encargada de determinar si es procedente o no
llevar a cabo la revisión o la resolución, y solo la parte perjudicada por la excesiva
onerosidad tiene el derecho de acudir al juez para solicitar los remedios
correspondientes.

Por lo tanto, no es aceptable que la parte afectada por la excesiva onerosidad


tome la iniciativa de reducir o abstenerse de cumplir con su prestación invocando la
resolución del contrato, ya que esto podría llevar a que se la considere en mora, con
todas las consecuencias que esto conlleva.

En la doctrina se discute si la parte demandada en un contrato por


incumplimiento de la prestación que le corresponde, ya sea la ejecución forzada de la
prestación o la resolución del contrato, puede hacer una excepción invocando la
excesiva onerosidad de la prestación. (Lavalle, 2017)

Según nuestra legislación, que difiere de la italiana y argentina en términos de


conceder al perjudicado por la excesiva onerosidad solo la acción de revisión, no
encuentro objeción alguna para que, cuando se presente una demanda de resolución
basada en el incumplimiento según lo establecido en el artículo 1428 del Código Civil,
el demandado pueda presentar una reconvención para que el juez reduzca la prestación a
cumplir o aumente la contraprestación a cargo del demandante con el fin de desestimar
la acción de resolución. Sin embargo, considero que este planteamiento no sería válido
en los casos de resolución de pleno derecho contemplados en los artículos 1429 y 1430
del mismo Código.

SUSPENSION DEL CUMPLIMIENTO

Arias Schreiber señala, de manera acertada, que el artículo 1440 no ha tenido en


cuenta la posibilidad de que, mientras se discute la excesiva onerosidad de la prestación
en un litigio, esta no deba ser ejecutada. Esto se debe a que no se contempla
explícitamente la suspensión, lo que podría hacer que la disposición sea inútil.
Compartiendo esta preocupación, Benavides sugiere que sería deseable que el
juez tuviera la facultad de, al recibir la demanda y realizar un análisis preliminar de su
adecuación a la figura establecida en el artículo 1440 y siguientes, permitir al
demandante suspender el cumplimiento en el auto de admisión de la instancia. Esto se
basaría en los hechos alegados y las pruebas presentadas, siempre y cuando exista
apariencia de derecho y el perjuicio a causar sea irreparable, y siempre que el
demandante lo solicite. Aunque reconoce que esta posibilidad no está expresamente
contemplada ni en el Código Civil ni en nuestras normas procesales, el autor inclina
hacia la suspensión legítima del cumplimiento a partir de la notificación de la demanda,
hasta que se otorgue al juez la prerrogativa mencionada, a pesar de los riesgos que esto
implica.

En mi opinión, a pesar de la buena intención que respalda esta propuesta,


lamentablemente no es posible otorgar dicho derecho al demandante, ya sea mediante la
aplicación analógica de las normas sobre las acciones de habeas corpus, amparo y abuso
del derecho, o mediante una interpretación extensiva de los artículos 1440 y siguientes
del Código Civil.

SITUACIÓN DE LAS PRESTACIONES EJECUTADAS

De acuerdo con la última parte del segundo párrafo del artículo 1440, la
resolución del contrato no se aplica a las prestaciones que ya han sido cumplidas.

En realidad, esta disposición resulta superflua, ya que si la resolución no tiene


efectos retroactivos desde el momento de la celebración del contrato, es obvio que no
puede afectar a las prestaciones que se realizaron antes de que surgiera la causa de
resolución del contrato.

En relación con esto, es importante recordar que en el caso de la resolución por


incumplimiento de contratos con prestaciones recíprocas, López de Zavalía plantea que
la referencia a las prestaciones ya cumplidas debe entenderse en el sentido de que deben
ser ejecutadas por ambas partes y no solo por una de ellas. Por lo tanto, la formulación
de la ley debe interpretarse como si dijera que en los contratos en los que se haya
cumplido parte de las prestaciones, aquellas que hayan sido mutuamente cumplidas
permanecerán vigentes.
Extensión de la excesiva onerosidad de la prestación

En algunos sistemas legales, se basa la clasificación de las categorías


contractuales en la aplicación de ciertas figuras específicas, como lo establece el
artículo 1441 del Código Civil. Siguiendo esta línea, en el caso del Código Civil
peruano, el ámbito de aplicación de la figura legal de la excesiva onerosidad descrita en
el artículo 1440, se extiende a las categorías de contratos mencionadas en el artículo
1441.

1.   En el primer escenario, se refiere a contratos conmutativos en los que ambas


partes están obligadas a cumplir de inmediato, pero una de ellas ha pospuesto su
obligación debido a circunstancias fuera de su control. Los contratos conmutativos, al
igual que los aleatorios, son contratos en los que ambas partes buscan obtener beneficios
mutuos. En los contratos conmutativos, las partes tienen la libertad de establecer la
equivalencia entre las obligaciones contractuales. Según lo mencionado en el artículo
1440, la cláusula de excesiva onerosidad se aplica a los contratos conmutativos cuando
se pospone la ejecución de una obligación. Esto implica que el aplazamiento en la
ejecución de un contrato de ejecución inmediata debe ser acordado por ambas partes
(Lavalle, 1999).

No obstante, el contrato no es la única circunstancia que puede retrasar el


cumplimiento de los contratos. Según lo establecido en el artículo 1441, la cláusula de
onerosidad excesiva también puede aplicarse a contratos conmutativos de ejecución
inmediata cuando la prestación se ha pospuesto debido a causas imputables a una de las
partes. Esto incluye situaciones de caso fortuito, fuerza mayor y actuación diligente
según las disposiciones de los artículos 1314 y 1315 del Código Civil. Siguiendo lo
establecido en el artículo 1440, si la excesiva onerosidad afecta la ejecución de una
prestación que ha sido diferida debido a causas no imputables a la parte responsable,
dicha parte puede solicitar la revisión judicial del contrato para reducir o aumentar la
prestación, e incluso resolver el contrato.

Por otro lado, cuando el aplazamiento de una obligación es imputable a una de


las partes, especialmente a aquella que debe soportarla, no podrá invocar la excesiva
onerosidad para solicitar la revisión del contrato. En este caso, deberá asumir las
consecuencias y, posiblemente, responder por el incumplimiento y compensar los daños
causados.

En cuanto a la segunda parte de la norma, establece que las disposiciones del


artículo 1440 también se aplican a los contratos ocasionales cuando la excesiva
onerosidad se produce por causas externas al riesgo inherente del contrato. Los
contratos aleatorios, por definición, implican asumir un riesgo, ya sea por una o ambas
partes, debido a que la equivalencia de las prestaciones depende de una contingencia
incierta de ganar o perder. Al momento de celebrar el contrato, las partes son
conscientes de esta contingencia incierta que puede afectar la prestación, resultando en
una posible ganancia o pérdida. No se puede considerar esta contingencia como una
causa de excesiva onerosidad y, por lo tanto, no se puede solicitar la revisión del
contrato. Hacerlo sería ir en contra de los propios actos, lo cual no es aceptable.

En el Código Civil y Comercial argentino, a diferencia del Código de Comercio


colombiano según el artículo 868, también se permite la revisión por excesiva
onerosidad en contratos aleatorios si la prestación se vuelve excesivamente onerosa
debido a causas externas al riesgo inherente del contrato.

La disposición de la segunda parte de la norma es adecuada, ya que permite


aplicar la onerosidad excesiva a los contratos aleatorios cuando la onerosidad excesiva
se produce por causas externas al riesgo propio del contrato. Sin embargo, en casos
concretos, es necesario determinar qué se considera como causas externas al riesgo
propio del contrato para solicitar la revisión del contrato aleatorio y demostrar que las
causas que generan la excesiva onerosidad tienen esa naturaleza. El intérprete debe
identificar los riesgos precisos asumidos por cada una de las partes en relación con la
contingencia incierta para resolver esta cuestión, y debe tener en cuenta que cualquier
riesgo no inherente a dicha contingencia puede llevar a cabo una revisión del contrato
por excesiva onerosidad. Según el experto De la Puente y Lavalle (1999), para
comprender el punto 2 del artículo 1441 es necesario reconocer que los contratos
aleatorios no son completamente aleatorios. Aunque se basan en la incertidumbre, no
todas las cláusulas del contrato están sujetas a este elemento, ya que algunas se refieren
a aspectos conmutativos, y en ese sentido, se le aplican las reglas inherentes a esa clase
de contrato.
Excesiva onerosidad en el contrato con prestaciones a cargo de una sola de las

partes

Se encuentra regulado en el artículo 1442 del código civil, se basa directamente

en el artículo 1468 del Código Civil italiano, genera incertidumbre, ya que no está claro

a qué se refiere exactamente. Por un lado, se podría interpretar, como sostiene Pino

(1959), contratos de prestaciones correlativas donde solo una de las partes tiene la

obligación de cumplir dicha prestación. Pino establece una diferencia entre contratos

bilaterales o sinalagmáticos, que crean dos obligaciones, y contratos de prestaciones

correlativas, que generan dos prestaciones. De acuerdo con esta interpretación, el

contrato de prestaciones correlativas unilaterales, como el mutuo, estaría dentro de esta

categoría y por tanto se excluye del alcance de las disposiciones sobre la excesiva

onerosidad mencionadas.

Por otro lado, según la doctrina italiana, se sostiene que la excesiva onerosidad

permite la rescisión de contratos unilaterales, en los que solo una de las partes está

obligada, como, por ejemplo, la donación con ejecución diferida, sin requerir el

requisito de la correlatividad de las prestaciones. Esta también es la opinión de Betti

(1969).

Es comprensible tener estas inquietudes en el ámbito del Derecho civil italiano,

donde se encuentra la figura del contrato real. En este tipo de contrato, la celebración se

realiza mediante la entrega del bien como manifestación del consentimiento. Esto

posibilita la existencia de contratos onerosos con obligaciones para una de las partes,

dado que la prestación que representa la obligación de la otra parte ya se ha cumplido en

el momento de la celebración del contrato.


En el sistema legal de Perú, al eliminar la categoría de los contratos reales (de acuerdo

con el artículo 1352 del Código Civil), también se elimina el concepto de contrato

oneroso con prestación unilateral. Por lo tanto, el artículo 1442 solo puede aplicarse a

contratos en los que solo una de las partes tiene obligaciones, lo que implica que solo

existen prestaciones principales a cargo de esa parte. Pueden existir prestaciones

accesorias que una de las partes deba cumplir en el contrato, sin que esto afecte el

carácter gratuito del mismo, por ejemplo, si están sujetas a un modo específico. Esto

lleva a clasificar dichos contratos como contratos a título gratuito.

Siguiendo la interpretación que se ha dado al contrato con prestación unilateral, el cual

opera en dos niveles: uno en el que el contrato establece una o varias obligaciones para

una sola de las partes, y otro en el que la parte que asumió dichas obligaciones debe

llevar a cabo las prestaciones que forman su contenido, el artículo 1442 del Código

Civil se aplica a contratos de prestación unilateral.

No obstante, es importante considerar la posibilidad de que el artículo 1442 del

Código Civil también abarque contratos que originalmente eran conmutativos y

onerosos, pero en los cuales una de las partes ya ha cumplido con su prestación antes de

que ocurrieran eventos extraordinarios e imprevisibles que generaron una excesiva

onerosidad. Personalmente, no encuentro fundamentos para respaldar esta

interpretación. La doctrina civil italiana sostiene que el artículo 1468 del Código

italiano, que sirve de base para el artículo 1442 de nuestro Código, se aplica a contratos

unilaterales o con prestación unilateral. En este sentido, Arias Schreiber (1986)

comparte la misma opinión. Esto se confirma por el hecho de que el artículo 1442

menciona contratos en los cuales solo una de las partes asume obligaciones.
Aunque el artículo 1442 no lo especifica, es importante entender que se refiere a

contratos de prestación unilateral de ejecución continua (como el comodato), periódico

(como el suministro periódico por gratuidad) o diferida (como la donación aplazada).

En estos contratos, al igual que en los contratos conmutativos mencionados en el

artículo 1440, debe existir un período de tiempo entre la celebración del contrato y la

ejecución de la prestación, durante los cuales pueden ocurrir eventos extraordinarios e

imprevisibles que generen una excesiva onerosidad. Además, también puede aplicarse al

caso del punto 1 del artículo 1441. Asimismo, también puede aplicarse a contratos

ocasionales con prestación unilateral, como en el caso de la renta vitalicia gratuita.

En relación a la reducción de la prestación, este artículo establece que, si se

cumple las condiciones para su aplicación, es decir, en contratos con prestación

unilateral, únicamente la parte que ha asumido las obligaciones tiene el derecho

exclusivo de solicitar judicialmente la reducción de la prestación. Se ha observado que,

en contratos conmutativos onerosos, el artículo 1440 del Código Civil establece que la

parte perjudicada puede solicitar al tribunal la reducción de la prestación que se ha

vuelto excesivamente onerosa o la disminución de la contraprestación. Sin embargo,

este último recurso no es aplicable en el caso del artículo 1442, ya que no existe

contraprestación. Por lo tanto, la parte obligada únicamente puede solicitar la reducción

de la prestación para poner fin a su excesiva onerosidad.

Es importante tener en cuenta que en los contratos a título gratuito, el equilibrio


de intereses entre las partes no se determina por la proporcionalidad entre las
prestaciones que deben realizar, ya que solo una de las partes tiene la obligación de
cumplir con las prestaciones, sino que se basa en el equilibrio del interés de la parte
obligada, que generalmente es el espíritu de liberalidad (donación) o el espíritu de
complacencia (como en el comodato), y el interés de la otra parte, que es recibir las
prestaciones que la parte obligada debe cumplir.
Supongamos que, al momento de celebrar un contrato de donación diferida, el
interés del donante era beneficiar al donatario transfiriendo gratuitamente la propiedad
de un bien que en ese momento tenía un valor de US $10,000. Sin embargo, debido a un
evento extraordinario e imprevisible, al momento de ejecutar la prestación de transferir
la propiedad, el valor del bien aumenta a US $20,000. En este caso, la prestación a
cargo del donante ya no guarda la misma proporción con su espíritu de liberalidad que
tenía al momento de la celebración del contrato, volviéndose excesivamente onerosa y
perdiendo el equilibrio con el interés del donatario. En virtud del artículo 1442 del
Código Civil, la parte obligada puede solicitar judicialmente la reducción de esta
prestación como recurso contra la excesiva onerosidad.

Es importante señalar, como menciona Benavides (1990), que esta solución


plantea la misma crítica que se ha hecho al artículo 1440, en el sentido de que no se le
otorga al juez la facultad de modificar las condiciones de ejecución del contrato, lo que
limita su capacidad de tomar diversas medidas que podrán contribuir eficazmente a
cesar la excesiva onerosidad. Es relevante recordar que esta facultad estaba contemplada
en el artículo 1468 del primer Proyecto, pero fue suprimida sin una explicación
conocida en el artículo 1406 del segundo Proyecto, y esta supresión se transfirió al
artículo 1442 del Código Civil

Sobre el cese de la excesiva onerosidad, se debe hacer presente las posturas de


Borda y Llambías sobre cómo realizar la reducción de la prestación, que se han
mencionado en el comentario al artículo 1440. Estas posturas consisten en restituir a la
prestación la onerosidad que tenía al momento de la celebración del contrato, o reducir
la onerosidad de la prestación sólo hasta que deje de ser excesiva.

En mi opinión, la solución correcta es la que se expuso en dicho comentario, en


el sentido de que simplemente se debe llevar a cabo la reducción de la prestación hasta
alcanzar el límite del riesgo normal del contrato correspondiente

Sobre la resolución del contrato, se señala que El artículo 1406 del segundo
Proyecto incluyó un segundo párrafo que también se encuentra en el artículo 1442 del
Código civil, pero referido al segundo párrafo del artículo 1440. Esto significa que si no
es posible reducir la prestación debido a su naturaleza, a las circunstancias o si lo
solicita el demandado, el juez decidirá la resolución del contrato.
En el caso de que no sea factible reducir la prestación debido a su naturaleza oa
las circunstancias, la solución de resolver el contrato resulta apropiada, ya que, en
efecto, es mejor resolver el contrato para evitar que el deudor sufra daños como
resultado del cambio de la situación existente al momento de la celebración del contrato.
Si no es posible reducir la prestación, la resolución es la única manera de evitar esta
situación o, al menos, reducir sus efectos.

Respecto a la solicitud del demandado es diferente a la situación descrita en el


artículo 1440 del Código civil, ya que se refiere a contratos conmutativos con prestación
unilateral, donde la parte que sufre la excesiva onerosidad es la única que ha asumido
obligaciones. En este caso, es poco probable que el demandado solicite la resolución del
contrato, aunque se reduzca la prestación, ya que seguirá recibiendo algo sin estar
obligado a nada y perdería todo derecho con la resolución. En este sentido, Benavides
(1990) sugiere que este comportamiento del acreedor puede darse en contratos onerosos.

En mi opinión, la eliminación de los contratos típicos reales determina que en


los contratos onerosos, la entrega del bien realizado antes o al mismo tiempo de la
celebración del contrato no los convierte en contratos en los que solo una de las partes
asuma obligaciones, que es el supuesto de aplicación del artículo 1442. Teniendo en
cuenta que en el contrato oneroso cada parte tiene no obstante una prestación a su cargo
y que la prestación de una parte corresponde a la contraprestación de la otra, lo
planteado por Benavides es en realidad la celebración de dos contratos unilaterales
gratuitos vinculados. Sin embargo, no se puede descartar la posibilidad de que el
demandado prefiera la resolución en lugar de la ejecución de la relación jurídica
obligada surgida del contrato, en cuyo caso el juez deberá atender su solicitud de
resolución.

Improcedencia de la acción

Se encuentra regulado en el artículo 1443 del código civil, donde señala que, al
comentar el artículo 1440, habíamos señalado que, en principio, la única razón válida
para que el deudor justifique el incumplimiento de las prestaciones derivadas de un
contrato es demostrar la ocurrencia de un caso fortuito o fuerza mayor que impida su
ejecución. Aunque la excesiva onerosidad, en principio, no permite justificar el
incumplimiento, sí otorga a la parte afectada la posibilidad de solicitar judicialmente su
ajuste y, en casos extremos, podría llegar a declararse la resolución del contrato a
solicitud del demandado, según lo establecido en el artículo 1440 del Código Civil.

Asimismo, hemos afirmado que los eventos que generaron una excesiva
onerosidad en la prestación deben ser extraordinarios o imprevisibles y, de acuerdo con
el artículo 1443, es importante agregar que si el aplazamiento de la obligación se debe a
la conducta dolosa o negligente de la parte perjudicada, no podrá invocar la excesiva
onerosidad como motivo para no cumplir con lo debido, además de que estará obligada
a indemnizar los daños ocasionados por el incumplimiento de las respectivas
prestaciones. El sentido de esta norma puede ser el siguiente: si la obligación se hubiera
cumplido sin verse afectada por una excesiva onerosidad, entonces el acreedor no
tendría por qué soportar la percepción de la prestación ocurrida después del
incumplimiento doloso o negligente. Para comprender el significado de esta norma,

Según el primero, "se actúa con dolo cuando deliberadamente no se ejecuta la


obligación", es decir, cuando se incumple intencionalmente la prestación con mala fe.
Sobre este punto, es relevante mencionar los comentarios de un conocido doctrinario,
que señala : "El dolo civil coincide con la mala fe, para cuya existencia no se requiere la
intención de causar daño, basta con infringir voluntariamente el deber jurídico que recae
sobre el deudor , con la conciencia de que su conducta constituye un acto ilícito, y se
considerarán dolosamente queridos los resultados que, sin ser perseguidos
intencionalmente, sean una consecuencia necesaria de la acción” (Vasquez, 2000).

Por su parte, el artículo 1319 del Código Civil establece que "se incurre en culpa
inexcusable cuando, debido a una negligencia grave, no se cumple con la obligación".
El artículo 1320 también indica que "se actúa con culpa leve cuando se omite la
diligencia ordinaria exigida por la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar". Siguiendo la estructura del código, también se debe
tener en cuenta la disposición del artículo 1321, que establece que aquel que incumple
las obligaciones debido a dolo, culpa inexcusable o culpa leve también estará obligado a
indemnizar los daños y perjuicios causados al acreedor por dicho incumplimiento.

Además, la norma está en consonancia con el principio de que nadie puede


alegar sus propios actos para justificar el incumplimiento de la prestación debida. En
este sentido, Casiello, citado por De la Puente y Lavalle (1999), expresa que las
personas deben aceptar las consecuencias normales y previsibles de sus acciones, lo
cual refleja la aplicación del principio fundamental de responsabilidad personal. Es
importante señalar, siguiendo las consideraciones del profesor De la Puente y Lavalle
(1999), que esta norma incluye tanto la culpa inexcusable como la culpa leve, a las
cuales nos hemos referido, ya que el artículo en cuestión no hace distinción. También se
debe tener en cuenta lo establecido en el artículo 1329, que presume que el
incumplimiento total o parcial, tardío o defectos de la obligación se debe a una culpa
leve por parte del deudor.

Finalmente, aunque la norma no lo menciona, creemos que la improcedencia de


la excesiva onerosidad no solo se aplica en el caso mencionado en el artículo, es decir,
cuando la obligación se aplaza debido al dolo o culpa de la parte perjudicada, sino
también cuando esta misma parte, con su conducta dolosa o culpable, ha contribuido a
la ocurrencia del evento que origina la excesiva onerosidad de la prestación. Sobre este
punto, el profesor De la Puente y Lavalle (1999) indica lo siguiente: "Considero que no
hay justificación para limitar la improcedencia de la acción por excesiva onerosidad de
la prestación sólo al caso de aplazamiento doloso o culpable de la ejecución de la
prestación, sino que está improcedencia debe aplicar a cualquier acto doloso o culpable
del deudor que haga que la prestación a su carga se vuelva excesivamente onerosa".

Nulidad de la renuncia a la acción

Se encuentra regulado en el artículo 1444 del código civil, señala que las reglas
que regulan la excesiva onerosidad como motivo para la revisión o terminación de los
contratos son de carácter imperativo y no permiten acuerdos en contrario. De lo
contrario, el acuerdo sería declarado nulo si alguna de las partes renuncia a esta acción.
Es importante tener en cuenta que el artículo 219 del Código Civil establece las causas
de nulidad de los actos jurídicos en general, incluyendo los contratos, y, por lo tanto,
estas causas también se aplican a los contratos. En el numeral 7, se indica que el
contrato es nulo cuando la ley lo declara así. Por lo tanto, el artículo en cuestión es uno
de los casos que generan la nulidad del contrato. Además, es importante destacar que
esta causa de nulidad no puede ser subsanada o confirmada, según lo establecido en el
artículo 220 del Código Civil.
Es relevante señalar que, según el artículo 224 del Código, la nulidad de la
cláusula de renuncia a la acción por excesiva onerosidad no afectará la validez del
contrato en su totalidad, sino sólo la validez de esa cláusula en particular. Esta norma
también está en línea con lo establecido en el artículo 1354, que trata sobre la libertad
contractual y permite a las partes determinar el contenido de los contratos, dentro de las
limitaciones impuestas por la ley imperativa, entre otras.

En el Derecho comparado se ha debatido sobre la viabilidad y validez de una


cláusula en la que las partes renuncian a alegar la excesiva onerosidad como motivo de
revisión o terminación del contrato. Según Messineo, esta cláusula no sería válida, ya
que equivaldría a abandonar el efecto de acontecimientos extraordinarios o
imprevisibles sobre la suerte de las partes contratantes. En el Derecho argentino, Mosset
Iturraspe distingue entre situaciones en las que la renuncia es válida si se identifica la
causa de excesiva onerosidad y situaciones en las que una renuncia genérica no sería
válida.

En el nuevo Código Civil argentino, Borda argumenta que  la inclusión de una
cláusula que excluya la excesiva onerosidad sería inválida, ya que convertiría contratos
conmutativos en contratos aleatorios, ya que no se podría afirmar que el monto de las
obligaciones ha sido fijado de manera definitiva al momento de la contratación. De la
Puente y Lavalle (1999) se oponen a la validez de esta cláusula de exclusión,
argumentando que las normas que regulan esta institución buscan proteger la buena fe,
la moral y el orden público.

En cuanto a la prohibición de la cláusula de exclusión o renuncia a la excesiva


onerosidad, surge la pregunta de si esta se aplica sólo a las cláusulas contenidas en el
contrato inicial o también afecta a las cláusulas acordadas posteriormente o después de
que comienzan la causa de onerosidad excesiva. Aunque el legislador no hace esta
distinción, se podría argumentar que abarca cualquier cláusula pactada, ya sea en el
momento de

Caducidad

Se encuentra regulada en el artículo 1445 del código civil, donde señala que:
“La acción por excesiva onerosidad de la prestación caduca a los tres meses de
producidos los acontecimientos extraordinarios e imprevisibles a que se refiere el
artículo 1440.”

Respecto a ello, señalamos que, la acción para reclamar la excesiva onerosidad


de la prestación se extingue automáticamente tres meses después de que ocurran los
eventos que hayan causado el desequilibrio contractual. Según el artículo 1445, el plazo
para ejercer esta acción es de caducidad, no de prescripción, lo que significa que no
puede suspenderse ni interrumpirse, y no se puede pactar ningún acuerdo que reduzca,
extienda o modifique dicho plazo, ya que la norma establecida en el artículo 1445 es de
carácter imperativo. Dado que es un plazo de caducidad, el juez puede declararlo de
oficio o a petición de una de las partes involucradas.

Inicio del plazo de caducidad

Se encuentra regulada en el artículo 1446 del código civil, en esta disposición


complementaria lo establecido en el artículo 1445, especialmente en situaciones de larga
duración que afecten la prestación y conduzcan a una excesiva onerosidad. La solución
normativa consiste en que el plazo de caducidad comienza a contar una vez que se
pueda determinar objetivamente que los eventos extraordinarios e imprevisibles han
sido superados o, en otras palabras, han desaparecido.

Según el profesor De la Puente y Lavalle (1999), puede surgir una aparente


contradicción entre esta norma y el artículo 1445, ya que sugiere que "(...) el plazo de
caducidad no comienza a contar desde que ocurre el evento, sino desde que el evento
desaparece".

Consideramos que esta aparente contradicción puede superarse al entender el


propósito de la norma en casos en los que la causa de la excesiva onerosidad tiene una
duración prolongada. Así lo interpreta el profesor Arias Schreiber, quien señala lo
siguiente: "Esta disposición se estableció con el propósito de prevenir situaciones que
ocurren con frecuencia en el Perú, como inundaciones, sequías y otros factores
similares. Se sospecha generalmente que el plazo breve establecido en el artículo 1445
comienza a contar únicamente desde el momento en que desaparecen las circunstancias
que alteran los eventos, ya que durante sus ocurrencias no se puede tener certeza sobre
el fundamento de la aplicación de la excesiva onerosidad, ni se puede evaluar con
precisión".

Como nota final, queremos resaltar un punto extraído de los comentarios del
autor mencionado, que nos lleva a pensar, desde una perspectiva personal, que la norma
que establece un plazo exacto de caducidad, ya sea para eventos en los que la causa
opera de manera inmediatamente o en aquellos que se prolongan en el tiempo, es
imprecisa, ya que es posible que la excesiva onerosidad se presente tiempo después de
que los eventos extraordinarios e imprevisibles hayan ocurrido o finalizado, según sea el
caso. Las normas mencionadas no abordan esta cuestión, lo que nos lleva a señalar su
imprecisión.

Legislación Comparada

El derecho comparado reconoce la figura de la excesiva onerosidad en la


prestación de los contratos como una defensa para las partes que se ven afectadas por
circunstancias imprevistas y que hacen que el cumplimiento de sus obligaciones sea
desproporcionado o excesivamente costoso. Esta figura se encuentra presente en
muchos sistemas legales, y su aplicación depende de los requisitos y circunstancias
específicas de cada caso.

En algunos sistemas jurídicos, la excesiva onerosidad puede ser considerada una


excepción al cumplimiento del contrato, mientras que en otros sistemas puede ser una
justa causa para la revisión o modificación de los términos del contrato. En cualquier
caso, la excesiva onerosidad se suele evaluar desde una perspectiva objetiva,
considerando factores como los cambios en las circunstancias económicas, políticas o
sociales que hacen que el costo de cumplimiento sea desproporcionado.

En el derecho comparado, se han desarrollado ciertas reglas y principios para


determinar cuándo se puede invocar la excesiva onerosidad en la prestación de los
contratos. Por ejemplo, en algunos sistemas legales, la figura solo se puede aplicar si la
situación imprevista era inimaginable al momento de la celebración del contrato y si el
cambio de circunstancias es de una magnitud significativa. En otros sistemas, la
excesiva onerosidad solo se aplica si la parte afectada ha hecho todo lo razonablemente
posible por cumplir con sus obligaciones a pesar de las circunstancias adversas.
Legislación argentina

En la legislación argentina, el tema de la excesiva onerosidad de la prestación en


los contratos se encuentra regulado en el Código Civil y Comercial de la Nación,
específicamente en los artículos 1091 al 1093.

De acuerdo con el artículo 1091, si en un contrato conmutativo la prestación de


una de las partes se torna excesivamente onerosa debido a acontecimientos
extraordinarios e imprevisibles, que ocurrieron con posterioridad a la celebración del
contrato, y que no eran razonablemente previsibles al momento de su celebración, la
parte perjudicada tiene derecho a solicitar la revisión judicial del contrato o la
resolución del mismo.

El artículo 1092 establece que la parte afectada por la excesiva onerosidad debe
notificar a la otra parte su intención de solicitar la revisión o resolución del contrato.
Esta notificación debe hacerse dentro de un plazo razonable desde que se tuvo
conocimiento de la excesiva onerosidad y antes de que transcurra un plazo máximo de
seis meses desde que dicha excesiva onerosidad se manifestó.

En el artículo 1093 se fundamentan las consecuencias de la revisión o resolución


del contrato por excesiva onerosidad. Si se realiza la revisión, las partes deben negociar
de buena fe una adecuación equitativa de las prestaciones contractuales. Si no se llega a
un acuerdo, la parte afectada puede solicitar la resolución del contrato, en cuyo caso las
partes deberán restituirse, lo recibido, excepto los frutos percibidos legítimamente.

Es importante destacar que el Código Civil y Comercial establece la posibilidad


de que las partes pacten cláusulas que limiten la revisión o resolución por excesiva
onerosidad, siempre y cuando dichas cláusulas no sean abusivas ni contrarias a la buena
fe. Además, la ley no permite la exclusión total de la revisión o resolución por excesiva
onerosidad en los contratos de consumo.

Legislación Musulmana

La legislación musulmana, también conocida como la ley islámica o la ley


sharia, se basa en los preceptos del Corán y en la Sunnah (prácticas y enseñanzas del
profeta Mahoma). En el contexto de la excesiva onerosidad de la prestación en los
contratos, la legislación musulmana tiene principios y normas que abordan esta
cuestión.

En el Islam, existe el principio de "maqasid al-sharia", que se refiere a los


objetivos y propósitos de la sharia. Uno de estos objetivos es la muestra y promoción
del interés público y el bienestar de las personas. En relación con los contratos, esto
implica que los contratos deben ser justos y equitativos para ambas partes.

En la jurisprudencia islámica, hay una noción conocida como "gharar", que se


refiere a la incertidumbre o el riesgo excesivo en un contrato. El gharar está prohibido
en los contratos islámicos, ya que se considera perjudicial y puede llevar a cabo la
explotación de una de las partes. En el contexto de la excesiva onerosidad de la
prestación, si una de las partes se enfrenta a una carga financiera excesiva que no se
pudo prever al momento del contrato y que hace que el contrato sea injusto o
desequilibrado, se podría argumentar que existe un elemento de gharar en el contrato.

En la ley islámica, existe también el principio de "istishab", que establece que


las condiciones y términos de un contrato deben estabilizarse a menos que haya
evidencia clara y convincente de que han cambiado las circunstancias y se ha generado
una onerosidad excesiva. En tales casos, se puede permitir una revisión o modificación
del contrato para restaurar un equilibrio justo entre las partes.

Es importante tener en cuenta que las interpretaciones y aplicaciones de la ley


islámica pueden variar en diferentes escuelas de pensamiento y jurisdicciones
musulmanas. La jurisprudencia islámica es rica y compleja, ya menudo se requiere el
análisis detallado de textos legales y la consulta con expertos en fiqh (jurisprudencia
islámica) para obtener una comprensión completa y precisa de cómo se aborda la
excesiva onerosidad de la prestación en los dentro de los contratos del marco legal
musulmán.

Legislación Estado Unidense

La legislación de los Estados Unidos aborda la cuestión de la excesiva


onerosidad de la prestación en los contratos a través de principios generales de derecho
contractual y el marco legal establecido por los tribunales.
En los Estados Unidos, el principio general del derecho contractual es que los
contratos son vinculantes y las partes están obligadas a cumplir con los términos y
condiciones acordadas. Sin embargo, existe el concepto de "imposibilidad" o
"impracticabilidad" que puede aplicarse en situaciones en las que una parte se enfrenta a
una carga excesiva o dificultad que no se pudo prever al momento de la celebración del
contrato.

La doctrina legal aplicada en los Estados Unidos en relación con la excesiva


onerosidad de la prestación es conocida como "doctrina de imposibilidad" o "doctrina
de frustración del propósito". Según esta doctrina, si una parte enfrenta una dificultad
extrema o imposibilidad para cumplir con sus obligaciones contractuales debido a
circunstancias imprevistas y fuera de su control, podría haber una justificación legal
para liberar a esa parte de su obligación de cumplir con el contrato.

La aplicación de esta doctrina varía según el estado y las circunstancias


específicas del caso. En general, los tribunales analizarán factores como la
imprevisibilidad del evento que causa la excesiva onerosidad, la gravedad del cambio de
circunstancias y si la parte que busca la liberación de sus obligaciones ha tomado
medidas razonables para mitigar los efectos de la dificultad.

Es importante destacar que la legislación sobre contratos puede variar según el


estado en los Estados Unidos, ya que la ley contractual está principalmente regulada por
la legislación estatal. Además, las partes también pueden incluir disposiciones
específicas en sus contratos para abordar la excesiva onerosidad de la prestación, como
cláusulas de "fuerza mayor" o "imprevistos".
Conclusiones

Es importante destacar que la legislación peruana reconoce el principio de buena


fe contractual, que implica que las partes deben actuar de manera leal y honesta en la
celebración y ejecución de los contratos. La excesiva onerosidad puede ser considerada
una violación de este principio si una de las partes se beneficia injustamente o si las
condiciones son desproporcionadamente perjudiciales para la otra parte.

El Código Civil peruano establece disposiciones específicas para abordar la


excesiva onerosidad de la prestación. Según el artículo 1434, si una prestación se vuelve
excesivamente onerosa para una de las partes debido a circunstancias imprevisibles y
extraordinarias que ocurrieron después de la celebración del contrato, esa parte tiene
derecho a solicitar una revisión judicial del contrato o incluso su resolución.
Es importante destacar que la excesiva onerosidad no se refiere a un simple
cambio de circunstancias o a una mera desventaja económica para una de las partes.
Para que se aplique esta figura, deben cumplirse ciertos requisitos, como la
imprevisibilidad y la extraordinariedad de las circunstancias.
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