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Cuando una persona está frente a un contrato, previamente ha tomado en cuenta las
circunstancias en las que va a cumplir dicho contrato; es decir, ha pensado en cómo
ejecutarlo, cómo pagarlo, qué tiempo tiene que esperar para que le entreguen la
mercadería, o en cuánto tiempo se demorará en entregarlo, o bien cuánto tiempo
le tomará llevar el servicio, con qué personal cuenta para realizar dicha actividad,
etc., así ha realizado un análisis costo beneficio del contrato si es que le conviene o no
llevarlo a cabo de acuerdo con las utilidades o ganancias que obtenga y con los gastos
que le originará cumplirlo. Así también, ha tomado en cuenta todas las previsiones
necesarias que pudieran ocurrir en la ejecución del contrato, para evitar cualquier tipo
de contingencia1 que pudiera ocurrir, esto se hace más notorio en los contratos
que difieren la ejecución de ambas o de alguna de las prestaciones, ya que, de
acuerdo con Bullard, involucran una dificultad mayor, principalmente porque deben
contemplar la asignación de aquellos riesgos vinculados al cambio de circunstancias
por el transcurso del tiempo (pérdida del bien, modificación del precio de mercado,
aparición de nuevas oportunidades para las partes, etc.)2
Sin embargo, una vez que ha decidido llevar a cabo la ejecución del contrato, y
efectivamente se encuentra desarrollando las actividades propicias para ello, un hecho
imprevisible hace que el costo de realizar la prestación empiece a ser más oneroso y ello
debido justamente a éstas circunstancias que al momento de realizar el contrato no se
encontraban.
1
Los economistas denominan “contrato perfecto” a aquel que prevé todas las contingencias que
puedan
suceder en la ejecución de un contrato, pero prepararlo incrementaría los costos del mismo, es por ello
que
el Código Civil rige de manera supletoria llenando todos esos vacíos que el contrato no puede llenar.
2
BULLARD, Alfredo. “Derecho y Economía. El análisis económico de las instituciones legales”. Ed.
Palestra, 2da Edición, pág. 355.
La onerosidad de las prestaciones debido a estos hechos hace que sean difíciles de
cumplir, dado que ya no resulta rentable realizarlas y por lo tanto el interés de la parte
se va reduciendo, porque ya no valora el bien o la contraprestación en la misma
intensidad que en un comienzo.
MARCO TEÓRICO
Como expresa Cossío, esta teoría tiene sus primeras manifestaciones en el Derecho
romano: Africano decía: Tacite enim inesse haec conventio stipulationi videtur si in
eadem cusa maneat.
Séneca expresó: “Para tener que cumplir lo prometido, todo debe permanecer en
el mismo estado de cosas que existía cuando se formó la promesa”. Después
encontró su brillante formulación en el Derecho canónico: Contractus qui habent
tractum successivum vel dependentiam de futuro rebus sic satantibus intelligitur.
En el s. XVI, Alciatus dijo que el principio standum est chartae, encontraba una
excepción “cuando sobreviene un acontecimiento imprevisto y que las partes no han
podido prever su eventualidad”. Los contratantes regulan sus intereses, adquiriendo
derechos y asumiendo obligaciones, de acuerdo a las circunstancias vigentes al
momento de la celebración del contrato, no pudiendo pensarse que habrían contratado
de esa forma si hubieran podido prever un cambio radical de tales
circunstancias. La justicia conmutativa no permite exigir el cumplimiento literal
de un contrato cuando circunstancias extraordinarias e imprevisibles rompen
dramáticamente el equilibrio de las prestaciones recíprocas, por cuya razón la ley
permite la revisión del contrato con el fin de restablecer el equilibrio de las prestaciones
o para resolver el contrato.
El Derecho comparado admite que los contratos obligan rebus sic stantibus.
El art. 1362 del C. C establece que “los contratos deben negociarse, celebrarse y
ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención de las partes”. La buena
fe exige que se corrija la injusticia sobrevenida con el rompimiento del equilibrio
contractual. Son, por ejemplo, casos de aplicación de esta teoría los siguientes:
LEGISLACIÓN COMPARADA
Art. 1134. Las convenciones legalmente formadas tienen fuerza de ley entre
aquellos que las han celebrado. No pueden ser revocadas sino por su mutuo
consentimiento o por las causas que la ley autorice. Deben ser cumplidas de
buena fe.
Código civil italiano:
Art. 1468. Contratos con obligaciones de una sola de las partes. En la hipótesis
prevista por el artículo precedente, si se trata de un contrato en el que una sola de las
partes hubiese asumido obligaciones, ésta podrá pedir una reducción de su prestación de
su prestación o bien una modificación en las modalidades de ejecución, suficientes para
reducirlas a la equidad.
Art. 1469. Contrato aleatorio. Las normas de los artículos precedentes no se aplican a los
contratos aleatorios por su naturaleza o por voluntad de las partes.
Art. 1197. Las convenciones hechas en los contratos forman para las partes una regla a la
cual deben someterse como a la ley misma. Art. 1198.4
3
Art. 1458. Efectos de la resolución. La resolución del contrato por incumplimiento tiene efecto
retroactivo entre las partes, salvo el caso de contratos de ejecución continuada o periódica, respecto de los cuales
el efecto de la resolución no se extiende a las prestaciones ya efectuadas.
La resolución, aunque se hubiese pactado expresamente, no perjudica los derechos adquiridos por los
terceros, salvo los efectos de la transcripción de la demanda de resolución.
4
Texto según ley 17.711.
En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y
conmutativos de ejecución diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las
partes se torna excesivamente onerosa, por acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución del contrato. El
mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad
se produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato.
ARTICULO 1440
PRECEDENTES HISTÓRICOS
Está dirigida pues a establecer la influencia que ejerce en la vida del contrato una
modificación sobrevenida de las circunstancias como el caso de una guerra civil,
fenómenos inflacionarios abruptos, el impacto de la subversión u otros sucesos que en
forma imprevista terminan por lesionar seriamente la estabilidad de las relaciones
contractuales, al extremo de que podrían conducir a la ruina o el descalabro económico
de una de las partes.
5
Denominaciones que de ningún modo son equivalentes puesto que unas se distinguen de otras.
6
En torno al nacimiento de la regla no todos están de acuerdo en que su nacimiento esté en las
Decretales de Graciano, en la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino, en los sermones de San
Agustín, en Baldo de Ubaldis, en Giasón de Mayno, en Bartolomé de Brescia o Andrés Alciatus.
Al iniciarse el Derecho moderno en el siglo XVII la clausula rebús sic stantibus
empezó a decaer mercerd a las impugnaciones de Grocio, quien afirmo que ella atenta
contra la, seguridad jurídica, desapareciendo prácticamente del panorama jurídico
durante los siglos XVIII y XIX por la gran difusión del liberalismo que invoca tercamente
la regla pacta sunt servanda y porque aquella regla significaba un peligro para la
estabilidad del orden contractual.
las que sin poseer textos legislativos cuentan con la existencia de cierto
principios generales que interpretados en forma teleológica, lógica y
"sistemáticamente permitirían la vigencia de la denominada “teoría de la
imprevisión “como ocurre en la legislación Chilena, Colombiana,
Ecuatoriana y Paraguaya que siguen la trayectoria del código civil
Francés
Las que la regulan en forma Expresa, bajo la denominación de “Excesiva
onerosidad de la prestación” como en el caso de la legislación argentina,
Boliviana y Peruana, Cada cual es Evidente con características peculiares.
7
ORDOQUI CATILLA, GUSTAVO. Teoría de la Imprevisión (aplicable a Chile, Colombia, Ecuador,
Uruguay). En tendencias Actuales y Perspectivas del Derecho Privado y el Sistema Jurídico
Latinoamericano. Lima. Cultural Cuzco S.A. 1990, p, 428
institución en el libro VII, Título VIII, Artículos 1440 al 1446. se inscribe de ese modo
dentro de los cuerpos jurídicos más avanzados del mundo.
Antecedentes
En este estado de cosas, el Derecho francés pensó que dado que el contrato era
ley para las partes y no podía terminarse, sino por alguna de las causales
señaladas, y teniendo en cuenta que ambas partes habían consentido de manera
libre y en situación de igualdad, no podía excusarse alguna de ellas del
incumplimiento de las prestaciones nacidas del contrato, alegando que
la prestación era difícil de cumplir por haber sobrevenido un cambio de
carácter económico que hiciere excesivamente onerosa dicha prestación.
La única posibilidad de justificar el incumplimiento sería cuando una causa
extraña –caso fortuito o fuerza mayor impidiere definitivamente el
cumplimiento8, razón que justificaría tal situación, y en consecuencia liberare
al deudor de la prestación alterada por la mencionada causa.
8
Así por ejemplo en el artículo 1604 del Código Civil colombiano se dispone que el deudor no es
responsable del caso fortuito, a menos que se constituya en mora, la que produce como efecto la
inversión de la carga del riesgo.
Sin embargo, con los adelantos tecnológicos, los efectos de las guerras y
el desarrollo de la economía de los dos últimos siglos se presentaron eventos que
no cabían dentro de los supuestos fuerza mayor o caso fortuito, dado que estos
no hacían que la prestación fuere imposible de cumplir, sino que por el
contrario, la misma era posible, solo que para efectuarla, el deudor debería hacer
esfuerzos originalmente no concebidos9.
9
ZWEIGERT. K. & KÓTZ, H. "An Introduction to Comparative Law". Translated by Tony Weir, third
edition, Oxford, New York, 1998, pp. 524-527. En esta obra puede verse un estudio de Derecho
comparado sobre los efectos supervinientes y su incidencia en los contratos. Igualmente
Famsworth sobre la evolución del tema en el Derecho anglo-norteamericano. FARNSWORTH, E. Allan.
"Contracts", Aspen Law & Business, United States, 1999, pp. 637 a 667. En este sistema jurídico, el tema
es desarrollado bajo la doctrina de la frustración de los contratos.
10
BARBOSA VERANO, Jeanety N EYVA MORALES, Ariel Ignacio. "La teoría de la imprevisión en el Derecho
Civil colombiano", Jurídica Radar Editores, Bogotá, 1992, p. 28.
11
LOUNG, Marceau, et. al, "Los grandes fallos de la jurisprudencia administrativa francesa".
Ediciones Librería del Profesional, Bogotá D.C., 2000.
Consejo de la prefectura de la Gironda, en decisión de 30 de julio de 1915,
absolvió al municipio, por lo cual la Compañía apeló ante el Consejo del
Estado francés, el cual mediante fallo al que hemos aludido, dio la razón
a la Compañía de gas ordenando la revisión de las condiciones del
contrato y ordenando la indemnización a cargo del municipio. Entre las
cosas que consideró el fallo, pueden destacarse las siguientes:
CONCEPTUALIZACION
El principio contractual pacta sunt Servanta, según el cual los pactos se han hecho para
cumplirse, tiene como excepción el principio Rebus Sit Stantibus que permitía la revisión
del contrato cuando un acontecimiento imprevisto hace gravoso el cumplimiento de
una de las prestaciones del contrato. Exigir su cumplimiento en estas circunstancias seria
injutos, puesto que importaría la ruina económica de una parte y el enriquecimiento
desproporcionado de la otra.
12
REZZÓNICO, Luis Maria. La Fuerza Obligatoria del Contrato y la Teoría de la Imprevisión. Buenos Aires:
Abeledo Perrot, 1959, p. 116.
13
BORDA, GUILLERMO, Ob Cit., P. 151.
Desde una perspectiva legal el artículo 1440 establece que en los contratos conmutativos
de ejecución continuada, periódica o diferida si la prestación llega a ser excesivamente
onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada puede
solicitar al juez, que le reduzca o aumente la contraprestación a fin de que cese la
excesiva onerosidad. Si ello no fuera posible por la naturaleza de la prestación, por las
circunstancias o si lo solicitara el demandado, el juez decidirá la resolución del contrato.
La Resolución no se extiende a las prestaciones ejecutadas.
DOCTRINA JURIDICA
Todos los razonamientos han sido objetados de uno y otro modo, pero
básicamente expresando que lo que interesa a los hombres no es cualquier
certeza o seguridad jurídica, sino precisamente aquella certeza y seguridad en lo
que se entiende como pautas de justicia, puesto que frente a los principios de
intangibilidad del contrato y seguridad debieran cederse siempre todas las veces
en que se encuentre comprometida la justicia. Por eso, hoy se considera esta
corriente de pensamiento, como definitivamente superada.
1) Los principios pacta sunt servanda y rebus sic stantibus son por igual
expresiones necesarias de la misma buena fe de la conducta contractual.
(Cossio).
2) El riguroso cumplimiento del principio de la obligatoriedad de los
contratos, por efecto de un azar (eventos extraordinarios e imprevisibles)
conduciría inevitablemente a la rutina del deudor y al enriquecimiento del
acreedor.
3) Los principios de la intangibilidad del contrato y la seguridad jurídica,
deben ceder todas las veces que se encuentre comprometida la justicia
(Masnatta).
4) Los contratos ya no interesan considerados sólo dentro de los intereses
estrictamente privados, sino ellos se encaran y valoran en función del
bienestar social.
B. Soluciones para evitar la excesiva onerosidad de la prestación: De otro lado, la
doctrina bosqueja alternativas para evitar la excesiva onerosidad de las
prestaciones, estimándola que son de tres tipos: convencional, legislativas y
judiciales.
FUNDAMENTOS
14
BENAVIDES TORRES, EDUARDO. La Excesiva Onerosidad de la Prestación. Lima: Cultural Cuzco S.A.,
1990, p. 168
La teoría de la presuposición.
La teoría de la base del negocio jurídico.
La teoría de la voluntad marginal.
La teoría del consentimiento.
La teoría del error.
La teoría del deber de esfuerzo.
La teoría de la distinción entre lo contractual y extracontractual.
La teoría del riesgo imprevisible, nombre con la cual también se denota esta
tesis junto a la teoría de la imprevisibilidad, no obstante sus virtudes y
aplicación en muchos cuerpos legislativos, también han sido objetadas por
explicar a medias el problema, ya que únicamente toman en cuenta una
parte del mismo: el acontecimiento imprevisible. Se requiere además
determinar los efectos que ese hecho imprevisible produce en el vínculo
obligatorio y también los efectos que ha de tener la intervención del juez.
Esta teoría es una construcción de los civilistas italianos, sostienen que en los
contratos de ejecución continuada, periódica o diferida, si un acontecimiento
extraordinario e imprevisible hiciera excesivamente onerosa una de las
prestaciones, corresponderá al juez decidir la resolución del vínculo; sin
embargo, la parte beneficiada podrá evitar dicha resolución con una oferta
de modificación equitativa.
La base del negocio, según Larenz, puede ser subjetiva y objetiva. Por la
primera, se entiende a la común representación de las partes sobre la
aparición o persistencia de ciertas circunstancias, representación que ha
determinado de un modo decisivo la voluntad de las partes al tiempo de
fijar sus obligaciones. La base objetiva del negocio, está conformada por el
conjunto de circunstancias, exteriores y un estado general de costas, cuya
subsistencia es objetivamente necesaria para que el contrato pueda continuar
existiendo como una reglamentación de intereses dotada de sentido.
15
BENAVIDES TORRES, EDUARDO.Ob. Cit., p. 168.
aumento de la contraprestación a fin de que cese la excesiva onerosidad de la
prestación y , si no fuera posible, por la naturaleza de la prestación, la resolución
de contrato, aclarando que la resolución no se extiende a las prestaciones
ejecutadas. En otros términos, nuestra sistemática prevé dos acciones: la revisión
del contrato y la resolución del mismo. La primera es la regla general y, la
segunda, la excepción.
Por último, los autores Peralta Andía y Peralta Zecenarro comparten la opinión
de Benavides Torres16, cuando expresa que la frase final del artículo resultó
innecesaria (la resolución no se entiende a las prestaciones ejecutadas) y
probablemente la Comisión revisoría no se percató que los efectos a futuro de la
resolución ya estaban siendo consagrados en el artículo 1372 del Código”
A. Posiciones Doctrinarias:
16
BENAVIDES TORRES, EDUARDO.Ob. Cit., p. 298.
sucesivo y que dependan del futuro, sobre todo los contratos bilaterales, por
tanto aquellos negocios en los cuales no existía la bilateralidad o en que la
reciprocidad de obligaciones no aparecía suficientemente clara (negocios
unilaterales, gratuitos y aleatorios) debían quedar excluidos de la influencia de
esta institución.
4. Contratos con una sola prestación: Sobre el particular se han dado varias
posiciones:
a. Los causalistas italianos creyeron que la excesiva onerosidad era
una figura típica de los contratos onerosos y que los contratos
unilaterales no estaban comprendidos,
b. Algunos autores argentinos llegaron a la misma conclusión e
impusieron un texto que incluía a los contratos unilaterales
onerosos excluyendo a los gratuitos y,
c. La doctrina más actualizada (jurisprudencia italiana y argentina)
han considerado que el mismo espíritu de justicia debía imponerse
tratándose de los contratos con una sola prestación.
El Código consagra la aplicación de la excesiva onerosidad a los contratos
unilaterales, por eso la excesiva onerosidad de la prestación prevista por
el numeral 1442 prescribe, que cuando se trata de contratos en que una
sola de las partes hubiera asumido obligaciones, le es privativo solicitar
judicialmente la reducción de la prestación a fin de que cese la excesiva
onerosidad; pero, si no se pudiera reducir la prestación, por la naturaleza
de la prestación, por las circunstancias del caso a bien si lo solicitara el
demandado, el juez decidirá la resolución del contrato.
REQUISITOS
17
En algunos países de economías estables una inflación que supera el 3, 4 ó 5% puede resultar
extraordinario; pero en países como el nuestro puede reputarse como hecho ordinario.
carácter sobreviniente de los acontecimientos mencionados. Por último, debe
puntualizarse que tales acontecimientos extraordinarios e imprevisibles deben
estar vinculados a la excesiva onerosidad en una relación de causa a efecto,
puesto que si la prestación se torna extremadamente difícil, es precisamente por
esos acontecimientos sobrevenidos.
Además la parte perjudicada debe ser un contratante de buena fe, que haya
empleado todos los medios a su alcance para evitar la excesiva onerosidad y que
no proceda con culpa ni dolo, porque el contratante que actúa de mala fe, por
descuido o negligencia provoca directa o indirectamente la excesiva onerosidad
no puede hacer uso de este remedio excepcional y deberá asumir la
responsabilidad que le compete. Con mayor razón tendrá que asumirlo quien
actuó con dolo.
IMPROCEDENCIA DE LA ACCION
Cuando este dispositivo habla de diferimiento por dolo o culpa de la parte perjudicada
debe interpretarse que no solo incluye aquellos casos en que el diferimiento es
producido directamente por el contratante, sino cuando los casos en que siendo ya
causa eficiente un hecho externo, un caso fortuito o fuerza mayor, dicho acontecimiento
resulta imputable al perjudicado: bien porque lo provoco con su dolo o culpa o bien
porque por dolo o culpa no evito los efectos que tal ocurrencia tuvo sobre la
prestación18.
Comentario
18
BENAVIDES TORRES, EDUARDO. Op. Cit.,p. 310.
tendría porque soportar la alteración de la prestación ocurrida después de la no
ejecución dolosa o culposa. Para entender el sentido de esta norma, deberá
atenderse a los conceptos de dolo y culpa, contenidos en el Código Civil. Según
el primero, "procede con dolo quien deliberadamente no ejecuta la obligación".
Esto es, quien de mala fe inejecuta la prestación. Sobre este particular, sea el caso
indicar los comentarios de Torres Vásquez, quien al respecto señala: "El dolo civil
coincide con la mala fe, para cuya existencia no se precisa la intención de dañar,
bastando infringir de modo voluntario el deber jurídico que pesa sobre el
deudor, con la conciencia de que con su conducta realiza un acto antijurídico,
debiendo entenderse dolosamente queridos los resultados que, sin ser intencional
mente perseguidos, sean consecuencia necesaria de la acción"
Por su parte, el artículo 1319 del Código Civil señala: "Incurre en culpa
inexcusable quien por negligencia grave no ejecuta la obligación". El artículo
1320, indica además que: "Actúa con culpa leve quien omite aquella diligencia
ordinaria exigida por la naturaleza de la obligación y que corresponda a las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar". Siguiendo el clausulado,
debe tenerse en cuenta, además, la previsión del artículo 1321 el cual indica que
quien inejecutalas obligaciones por dolo, culpa inexcusable o leve, estará además
obligado a indemnizar los daños y perjuicios causados al acreedor, con dicha
inejecución. La norma, además, va en consonancia con el hecho de que nadie
puede alegar sus propios actos, a efectos de justificar el incumplimiento de la
prestación debida. En igual sentido Casiello, citado por De la Puente y Lavalle,
quien expresa: "Es tono es otra cosa que una aplicación del principio de que toda
persona ha de soportar las consecuencias normales (previsibles) de sus actos".
Debemos indicar además, siguiendo las consideraciones del profesor De la Puente
y Lavalle, que esta norma incluye la culpa inexcusable y la leve, a las cuales
hemos hecho mención, toda vez que el artículo en mención no distingue.
Igualmente debe tenerse en cuenta lo previsto en el artículo 1329, norma que
presume que la inejecución de la obligación, o su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso, obedece a culpa leve del deudor. Finalmente, y aun cuando la
norma no lo prevé, creemos que la no procedencia dela excesiva onerosidad no
solamente cabe en el evento mencionado en el artículo, esto es: la obligación
diferida en el tiempo por dolo o culpa de la parte perjudicada, sino cuando esta
misma, con su conducta dolosa o culposa haya incidido en la ocurrencia de la
causal que origina la excesiva onerosidad de la prestación. Sobre el punto en
cuestión indica el profesor De la Puente y Lavalle: "Pienso que no existe
justificación alguna para que la improcedencia de la acción por excesiva
onerosidad de la prestación se limite al caso de diferimiento doloso o culposo de
la ejecución de la prestación, sino que tal improcedencia debe hacerse extensiva
a todo acto doloso o culposo del deudor que determine que la prestación a su
cargo se convierta en excesivamente onerosa"
En el Derecho argentino, el artículo 1198 del Código Civil, indica igualmente que
no procederá la resolución, si el perjudicado hubiese obrado con culpa o
estuviese en mora.
Ahora bien, el artículo 1444 determina que es nula la renuncia a la acción por excesiva
onerosidad de la prestación. La norma, a nuestro juicio, es de innegable importancia
pues esta destinado, como expresa Arias Schreiber 19 , a evitar que por acción del
contratante de mayor poderío psicológico o económico se imponga la renuncia a la
excesiva onerosidad, lo que l a dejaría en la mayor parte de las veces en la condición de
letra muerta.
Comentario
19
ARIAS SCHREIBER, MAX. Op. Tomo I. p. 234.
Tal como se puede advertir con la lectura de la norma, las reglas que regulan la
excesiva onerosidad, como causal para la revisión o resolución de los contratos,
tienen el carácter de imperativas, es decir: no admiten pacto en contra, so pena
de ser declarado nulo el acuerdo por medio del cual cualquiera de las partes
interesadas en ella, renuncie a la acción .Debe partirse de considerar que el
artículo 219 del Código Civil enumera las causales de nulidad de los actos
jurídicos en general, entre los cuales está el contrato y por ende tales causales se
extienden a él, y entre las mismas, indica en el numeral?, "Cuando la ley lo
declara nulo". El artículo en comento, es en consecuencia, uno de aquellos casos
que generan la nulidad del acto. Debe tenerse en cuenta, que esta causal de
nulidad no admite confirmación para la subsanación, como lo señala el artículo
220 del Código Civil. Debe tenerse en cuenta también, que según lo señala el
artículo 224 del Código, la nulidad de la cláusula de renuncia a la acción por
excesiva onerosidad, no afectará la nulidad de todo el contrato, sino tan solo la
de la misma. La norma también va en consonancia con la disposición del artículo
1354, relativo a la libertad contractual, el cual recoge un principio generalizado
en el derecho occidental heredero de la codificación napoleónica, según el cual,
las partes son libres para contratar o no hacerla, y determinar el contenido de los
contratos, con las limitaciones impuestas por la ley imperativa, entre otras.
"Este numeral tiene excepcional importancia, pues está destinado a evitar que
por acción del contratante de mayor poderío psicológico o económico se
imponga la renuncia a la excesiva onerosidad de la prestación, lo que la dejaría
la mayor delas veces en condición de "letra muerta". Si la institución que hemos
comentado está inspirada en razones de elemental justicia, resulta entonces
indispensable que esta prevalezca y no quede esterilizada por su renuncia previa.
Nada impide, como es natural, que quien se vea perjudicado por un contrato en
el cual la onerosidad resulte excesiva no haga valer su derecho y deje vencer el
plazo de caducidad a que se refiere el artículo 1445". No obstante las anteriores
autorizadas razones, y teniendo en cuenta que el comentario que sigue está fuera
de discusión ante la imperatividad del artículo en comento, no vemos cuales son
las razones de orden público que se pretende proteger y concretamente: por que
se entienda que es la única forma de proteger al posible afectado. Las razones de
nuestra postura son simples: consideramos que al único que le interesa alegar la
excesiva onerosidad, como causal para pedir el reajuste de la prestación, es al
contratante que eventualmente se pueda ver afectado con ella, y por
consiguiente, sería un interés renunciable. En cuanto al hecho de que se pretenda
proteger a dicho contratante, al asumir que la parte que está en posibilidades de
imponer su poderío económico, y en consecuencia "obligar" a la otra a renunciar
a su derecho a solicitar la correspondiente revisión ante la excesiva onerosidad,
para ello estarían otro tipo de normas y reglas, tales como la anulabilidad por
vicio en el consentimiento; la interpretación contra proferentem, que permite la
interpretación de las cláusulas ambiguas en contra del predisponente, y en
general todos los remedios para proteger a la parte que adhiere a un contrato de
adhesión. Finalmente, cabría preguntarse, si la prohibición contenida en la
norma conlleva aque la cláusula de exclusión o renuncia a la excesiva onerosidad
sea nula, requiere que la misma esté contenida en el contrato, o también
afectaría las cláusulas de renuncia pactadas con posterioridad al
perfeccionamiento del mismo, e incluso, posteriores a la ocurrencia de la causal
de excesiva onerosidad. Se podría argumentar que el legislador no ha distinguido
los supuestos mencionados, razón por la cual podría entenderse que abarca
cualquier cláusula pactada, sea en el momento de celebración del contrato, o
con posterioridad a él. No obstante esto, creemos no obstante no permitirse la
eventual renuncia, la parte que estaría interesada en la acción por excesiva
onerosidad podría dejar caducar la acción, según lo prevé el artículo 1445 y el
efecto sería el mismo a que hubiese renunciado a ella.
CADUCIDAD DE LA ACCION
Anota, Benavides Torres, que tratándose de una acción ex uno latere de carácter
excepcional y ante la cual se exige el comportamiento diligente de buena fe del
contratante perjudicado, se impone señalar un breve plazo a fin de que puede ejercer la
acción.
El artículo 1445, dispone que la acción por excesiva onerosidad de la prestación caduca
a los tres meses de producidos los acontecimientos extraordinarios e imprevisibles a que
se refería la excesiva onerosidad de la prestación. Se trata pues de un plazo de caducidad
que extingue el derecho y la acción dentro del plazo indicado, de tal modo que,
trascurrido este, no tendrá la posibilidad de ejercitar contra el Estado dicha acción.
Pero, el término inicial del plazo de caducidad a que se refiere el numeral 1445 corre a
partir del momento en que hayan desaparecido los acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles. Este precepto se dio, según la Exposición de Motivos, con el propósito de
prever situaciones que frecuentemente se presentan en nuestro país, como inundaciones,
sequias y otros factores análogos.
Comentario
El término inicial del plazo de caducidad a que se refiere el artículo 1445 corre a partir
del momento en que hayan desaparecido los acontecimientos extraordinarios e
imprevisibles.
Comentario
SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
El abuso del derecho tiene como sanción la indemnización del daño producido;
pero, la excesiva onerosidad no constituye una sanción ni exige reparación sino
la revisión o resolución de la relación obligatoria. El primero, es impugnado en
cuanto a su existencia como institución clara y distinta del derecho civil y opinan
que existiendo la responsabilidad extracontractual no queda sitio para algo tan
vago; mientras que la segunda, no ha sido rechazada ni se discute su importancia
como institución autónoma.
B. El error:
Algunos tratadistas han pretendido interpretar sustentar la excesiva onerosidad
(remedio para la alteración de las circunstancias) en la teoría de los vicios de la
voluntad, concretamente en el error como falsa motivación, no obstante, que se
trata de un problema de error en las previsiones, por tanto, existen diferencias
muy marcadas entre ambas figuras.
El error tiene un campo de aplicación muy vasto, se aplica a todo acto jurídico y
tiene por efecto la anulación del mismo; la excesiva onerosidad juega dentro del
campo restringido de algunos contratos (de ejecución continuada, periódica o
diferida) y su efecto consiste en la revisión o resolución del vínculo obligacional
nacido del contrato.
C. Imposibilidad de cumplimiento:
La imposibilidad de cumplimiento por caso fortuito y la excesiva onerosidad de
la prestación tienen un rasgo común que consiste precisamente en la
imposibilidad de su cumplimiento cuyo efecto es la liberación del deudor. Esta
tendencia a equiparar la excesiva onerosidad al caso fortuito y la fuerza mayor
parece haber nacido en Alemania, con ocasión de las grandes dificultades de
cumplimiento en los contratos a largo plazo en una época de gran inflación;
pero sus diferencias son ostensibles.
Por último los efectos en ambas figuras son disímiles, porque en la imposibilidad
de las partes quedan automáticamente liberadas de sus obligaciones; en la
excesiva onerosidad pueden o no quedar liberadas, ya que el juez podrá
aumentar o reducir la prestación y, si ello no es posible, decidir por la resolución.
D. La lesión:
Esta institución y la excesiva onerosidad de la prestación se asemejan porque
tienen elementos comunes como el perjuicio económico que resulta de la falta
de equivalencia de las prestaciones; y, además, porque ambas se fundan en el
principio de la buena fe y la equidad; sin embargo, difieren sustancialmente una
de otra.
E. Enriquecimiento indebido:
La doctrina francesa encabezados por Planiol y Ripert entienden que en los casos
de imprevisión (excesiva onerosidad de la prestación) se produce una ganancia
que es contraria a los dictados de la moral, pues una parte obtiene un lucro
indebido a costa de la otra que se empobrece injustificadamente. Este
razonamiento ha conducido a identificar el enriquecimiento indebido con la
excesiva onerosidad.
ARIAS SCHREIBER PEZET, Max. Exégesis del Código Civil peruano de 1984, Tomo " con
la colaboración de CÁRDENAS QUIRÓS, Carlos; ARIAS SCHREIBER MONTERO,
Ángela, y MARTINEZ COCO, Elvira. Segunda edición, Gaceta Jurídica, Lima,
2000.
FARNSWORTH, E. Allan. Contracts. Aspen Law & Business, United States, 1999.
TORRES V ÁSQUEZ. Anibal. Código Civil. Quinta edición. Idemsa-Temis, Lima- Bogotá,
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