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En Elvira Narvaja de Arnoux y Verónica Zaccari (coords.

) (2015) Discurso y política en


Sudamérica. Buenos Aires: Biblos. ISBN 978-987-691-359-1

José Mujica y la memoria discursiva del artiguismo:


reformulación de las Instrucciones del año XIII y
actualización de su ideario

Andrés Buisán

1. Introducción

En los últimos años se destaca en Latinoamérica el giro político-económico de la región


respecto del neoliberalismo de fines del siglo pasado. Esta modificación fue favorecida por el quiebre
del mundo unipolar debido a la emergencia de países del sudeste asiático que condicionaron un
cambio en la configuración económica global.1 Por otra parte, el ciclo de los bicentenarios de las
independencias ha activado una memoria histórica en celebraciones que han contado con la presencia
de los principales mandatarios del continente. Su importancia no es, por cierto, ajena al primer punto
señalado, ya que, aun con disidencias ideológicas, los países latinoamericanos se han nucleado en la
Unasur y han logrado ocupar una posición estratégica en el marco de las relaciones (y decisiones)
políticas y económicas mundiales. En este contexto, y también debido a la figura emblemática del
fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, quien cumplió un rol protagónico en el proceso
de construcción regional y activó en el imaginario la memoria de la figura de Bolívar y su sueño de la
Patria Grande y lo ligó a la presente coyuntura de integración, la reflexión sobre el período de las
independencias se ha vuelto necesaria.
En 2013 se celebró en Uruguay el bicentenario de las Instrucciones del año XIII, redactadas por
José Gervasio Artigas para ser presentadas en la Asamblea Constituyente de Buenos Aires. Entre otras
conmemoraciones y homenajes, el presidente uruguayo, José Mujica, dedicó principalmente a
aquellas, pero también a las ideas y a la figura de Artigas, varias emisiones del mes de abril de su
columna radial en M24. De esta manera, se produjo un hito más en la construcción discursiva del
héroe nacional. El interés de su estudio radica entonces en comprender la configuración de esta nueva
imagen en el marco de los procesos sociopolíticos actuales.

1 Mouffe cuestiona a quienes no creen en la posibilidad de un proyecto de mundo multipolar, contrario al unipolar liderado
por Estados Unidos, al afirmar: “De hecho, la emergencia de China como un superpoder demuestra que tal dinámica de
pluralización, lejos de ser irreal, ya está funcionando. Y esta no es la única señal de que se están formando bloques
regionales cuyos objetivos son lograr cierta autonomía y poder de negociación. Este es, por ejemplo, claramente el rumbo
que están tomando varios países en América Latina” (2011: 125).

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2. Marco teórico metodológico

El presente artículo se inscribe en el campo del análisis del discurso en la medida en que, por un
lado, se lo considera producto de una práctica interpretativa (Arnoux, 2006) que opera con materiales
de diversos campos, y por el otro, busca articular una organización textual con un lugar social
(Charaudeau y Maingueneau, 2005: 33). Además, partimos de una categoría que está en la base del
campo, que es el concepto de dialogismo de Bajtín (1979). Presentamos una relación dialógica entre
los documentos históricos artiguistas y las emisiones radiales, consideradas especialmente como
discursos políticos en tanto son enunciadas por el presidente de Uruguay y son un homenaje al prócer
nacional. Se entrelaza así el análisis lingüístico con el saber histórico y con los posicionamientos
políticos.
Para abordar el diálogo entre enunciados nos centramos en dos categorías: la de memoria
discursiva, siguiendo a Maingueneau (1984), y la de reformulación, propuesta por Catherine Fuchs
(1994). A la primera el autor la define en relación con las formaciones discursivas. Sostiene que estas
se ven captadas en una doble memoria: una externa, en la medida en que los enunciados se filian en
formaciones discursivas que le son anteriores, y otra interna, ya que la producción de enunciados va
construyendo una memoria dentro de la misma formación discursiva. En este sentido, afirman
Charaudeau y Maingueneau: “El discurso se asienta, pues, sobre una Tradición pero crea poco a poco
su Tradición propia” (2005: 38).
El artiguismo es un movimiento histórico muy complejo en Uruguay debido a la centralidad que
tiene en el imaginario nacional. Este lugar medular ha llevado a que sea evocado por diversos actores
que se inscriben en formaciones discursivas diferentes.2 Por esto, se han construido múltiples
significaciones sociopolíticas e historiográficas en torno suyo.3 Así, cada nuevo enunciado se filia en
la memoria discursiva artiguista en su conjunto. Dentro de ella se asienta sobre una tradición y dialoga
y polemiza con otras. En este sentido, las palabras de Mujica remiten a la memoria discursiva del
artiguismo en general, se inscriben en la memoria externa de la izquierda uruguaya, dentro de la cual
sus enunciados contribuyen a crear una memoria interna, y discuten con otras tradiciones.

2 Seguimos la definición de formación discursiva propuesta por Michel Pêcheux. Él la vincula al decir del sujeto
determinado por su formación ideológica, es decir, por el lugar social que ocupa en una coyuntura dada. Pêcheux
sostiene: “La primera (tesis) consiste en afirmar que el sentido de una palabra, de una expresión, de una proposición, etc.,
no existe ‘en sí mismo’ (esto es, en su relación transparente con la literalidad del significante), sino, al contrario, es
determinado por las posiciones ideológicas que están en juego en el proceso sociohistórico en el cual las palabras,
expresiones y proposiciones son producidas (esto es, reproducidas). Podríamos resumir esta tesis diciendo: las palabras,
expresiones, proposiciones, etc., cambian de sentido según las posiciones sustentadas por aquellos que las emplean, lo
que quiere decir que ellas adquieren su sentido en referencia a esas posiciones, esto es, en referencia a las formaciones
ideológicas (en el sentido definido más arriba) en las cuales esas posiciones se inscriben. Llamaremos, entonces,
formación discursiva a aquello que, en una formación ideológica dada, esto es, a partir de una posición dada en una
coyuntura dada, determinada por el estado de la lucha de clases, determina lo que puede y debe ser dicho (articulado bajo
la forma de una arenga, de un sermón, de un panfleto, de una expresión, de un programa, etc.)” (Pêcheux, 1997: 160). La
traducción me pertenece.
3 Estas diferencias se pueden observar en el apartado sobre las representaciones historiográficas de Artigas.

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Para caracterizar su inscripción en este amplio espectro, hemos trabajado con el concepto de
reformulación. Este supone la relación de dos textos, uno de los cuales, el texto meta (T’), se presenta
como una derivación de otro, el texto fuente (T). En el caso de la reformulación explicativa, según
Fuchs, el enunciador de T’ se muestra como quien posee un conocimiento sobre T, que le permite
reconstruir su sentido y hacerlo legible a otros interlocutores. A su vez, la autora sostiene que este tipo
de reformulación puede tender a la amplificación o condensación del texto fuente. En el presente
análisis, nos interesa observar qué información retoma Mujica de las Instrucciones, cómo la reformula
y la amplificación que realiza al situar históricamente el texto.
En este sentido, el objetivo de este trabajo es indagar en el modo en que el presidente uruguayo
recupera la figura de Artigas y cómo se inscribe en su memoria discursiva. Nuestra hipótesis es que, en
la reformulación, Mujica asigna a Artigas una visión ideológica excepcional, pero clausura en el
pasado el carácter revolucionario de las ideas al no articularlas con la práctica política presente, con el
fin de neutralizar conflictos de intereses tanto políticos como económicos. Por ello, las actualiza
matizadas, atendiendo a la audiencia radial local, cuidando la unidad nacional y regional y en
consonancia con la política reformista de su gobierno.

3. Corpus

El corpus de este trabajo está conformado por las Instrucciones del año XIII redactadas por
Artigas y las alocuciones radiales del presidente José Mujica de abril de 2013. A continuación,
comentaremos algunas de sus particularidades.

3.1 Instrucciones del año XIII


Para las Instrucciones, hemos consultado los siguientes textos: Etchegoimberry y Piccininno
(2011), O’Donnell (2012), Pigna (2010) y Rath y Roldán (2013). Las citas han sido tomadas del
último porque es el único que indica la fuente consultada.4 Los textos presentan mínimas diferencias
entre sí, excepto en el comienzo, donde se puede observar el problema de determinar el enunciatario.
En el texto de Rath y Roldán (2013), se dice: “Primeramente pedirá [la diputación oriental]”. Este
inicio establece como destinatario de las Instrucciones la delegación enviada; mientras que el de
Etchegoimberry y Piccininno (comp.) (2011) dice: “La Asamblea pedirá”. En este comienzo, en
cambio, se señala a la Asamblea como destinatario del texto. También O’Donnel (2012) titula el
capítulo dedicado a ellas “Instrucciones para la Asamblea del Año XIII”. Por su parte, René Orsi
señala: “A la semana siguiente (del Congreso de Tres Cruces) Artigas extendió la carta de
instrucciones a que debían ajustarse los mandatarios nombrados en la ‘reunión del pueblo Oriental’”

4 Según se precisa, el documento fue extraído de Mariano Pelliza (1878), Dorrego en la historia de los partidos unitario y
federal, Buenos Aires.

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(1975: 39). De esta cita, se pueden inferir las situaciones enunciativas que articula el texto: Artigas las
redacta para los diputados, respetando lo dicho en el Congreso, quienes “debían ajustarse” a ellas en la
Asamblea. Esta superposición de situaciones abre diversas posibilidades de sentido, ya que cada una
de ellas presenta diferencias jerárquicas respecto a las relaciones entre los interlocutores: no es lo
mismo que las Instrucciones, cuyo discurso se basa en la asimetría de los participantes, explicitada en
el acto de habla “orden”, estén destinadas a los diputados, quienes reconocían una superioridad en
Artigas –podría decirse también, quien a su vez respetó la voluntad general del congreso–, a que estén
dirigidas a la Asamblea, en la que tanto el jefe oriental como la embajada iban a participar como una
delegación más. En este último caso, hubiese sido adecuado presentar las demandas como solicitudes
o pedidos sujetos a consideración y no como órdenes. Otras palabras de Orsi alumbran esta confusión,
al sostener que el caudillo oriental exhortó “a los diputados de su provincia (a) que pidiesen…” (1975:
40). Según sus palabras, Artigas “ordenó” a los diputados que, en el marco de la asamblea, soliciten
que se consideren las ideas plasmadas en el documento. Sin embargo, como veremos, el texto
redactado por Artigas presenta el tono imperativo típico del discurso instructivo en su articulación
verbal e incluso lo refuerza con otras expresiones modales. Estas últimas, curiosamente, son retomadas
por Mujica en su reformulación, quien a su vez utiliza verbos que indican el pedido, en detrimento de
la “exhortación”.

3.2 Alocuciones radiales


El presidente Mujica tiene su columna radial en M24 desde hace aproximadamente nueve años,
desde antes del primer triunfo presidencial del Frente Amplio en 2005. En las emisiones se abordan
problemáticas coyunturales del gobierno, principalmente locales, aunque a veces también regionales e
internacionales. El tema depende, en la mayoría de los casos, de la agenda presidencial. Esta elección
muestra una característica propia del discurso periodístico radial, a saber, el tratamiento de una
cuestión de actualidad.
Mujica establece una relación afable con un enunciatario uruguayo que sigue habitualmente las
emisiones. Esto es explicitado en los comienzos de muchas de sus columnas, en los cuales se hace
referencia a temas tratados con anterioridad. A su vez, reconoce que una parte de la audiencia lo
escucha desde hace muchos años. Esta caracterización se puede observar en las alocuciones que aquí
analizamos: “Es un gusto poder retomar este intercambio a través de la onda amiga con la cual
llegamos a una audiencia, parte de la cual hace muchos años nos acompaña” (05/04/2013); o “Amigos,
como habíamos anunciado, entendemos necesario seguir insistiendo en algunas consideraciones que
rodean a este cuasi primer documento constitucional de la historia política y social de nuestro país”
(09/04/2013). Se evidencia así un enunciatario cercano y familiar, definido por el apelativo “amigos”,
cuyas relaciones se ven acentuadas por las características informales propias de las palabras de Mujica
en general, es decir al margen de las situaciones enunciativas particulares.

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El corpus está integrado por las alocuciones del 28 de marzo de 2013, la primera en que
menciona el tema de las Instrucciones, y las de abril, que incluyen las de los días 5, 9, 11, 18, 23 y 30.
La alocución del 25 de abril la hemos excluido porque no hace mención al tema de nuestro trabajo.
Para el análisis se utilizaron las transcripciones de la página oficial de la presidencia.
Respecto de su contexto, creemos pertinente comentar que el 4 de abril se produjo lo que se
conoció por los medios de comunicación como el “exabrupto” de Mujica respecto de la presidenta
argentina Cristina Fernández y el fallecido expresidente Néstor Kirchner. Aquel afirmó antes de
comenzar una rueda de prensa en el Departamento de Florida, sin advertir el micrófono abierto, “Esta
vieja es peor que el tuerto”, en alusión a los mandatarios argentinos. Esto generó un malestar
diplomático, a su vez difundido y acrecentado por los medios de comunicación tanto argentinos como
uruguayos. En la emisión del 11 de abril, Mujica justifica lo dicho apelando a una forma de hablar
propia del lenguaje carcelario y conspirativo, que experimentó años pasados. El presidente ligó el
homenaje a Artigas con el suceso al concluir dicha columna recordando que la falta de unidad en el
artiguismo tuvo consecuencias negativas.5
A continuación, realizaremos una síntesis de los hechos históricos centrales del período
artiguista, posteriormente comentaremos las diversas representaciones historiográficas de Artigas y
por último desarrollaremos el análisis del corpus.

4. Breve itinerario del artiguismo

El accionar político y militar del caudillo oriental se enmarca en el amplio y complejo proceso
de la independencia hispanoamericana.6 La actuación de Artigas en el período revolucionario se puede
fechar entre 1811, año en que se entrevista con integrantes de la Junta en Buenos Aires, y 1820,
cuando se exilia en Paraguay, luego de una serie de enfrentamientos con quien había sido aliado suyo
en Entre Ríos, el caudillo Francisco Ramírez. Este es un período muy intenso en el que se presentan
tanto conflictos bélicos contra los realistas, como divisiones internas, ideológicas y políticas, que
desencadenaron fuertes hostilidades e incluso batallas civiles. Ejemplos de estas diferencias son las
disidencias entre el sector de José de San Martín y el de Carlos María de Alvear por declarar de forma

5 El problema de la falta de unidad se desarrollará en el análisis.


6 Como momentos claves del inicio de este amplio proceso se destacan dos hechos ocurridos en 1806 en Sudamérica. En el
Río de la Plata, la primera invasión inglesa tras la cual el virrey Sobremonte huye de Buenos Aires. Y en el norte, la
primera campaña de Francisco de Miranda en Venezuela. Hacia el cierre del período encontramos las batallas de Junín y
Ayacucho en 1824, en las que Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, respectivamente, derrotaron a los últimos ejércitos
españoles de Sudamérica. Entonces, Uruguay se encontraba bajo el Imperio de Brasil. En el proceso de su independencia
hay tres años importantes: 1825, año en que, en abril, desembarcan los “Treinta y tres orientales”, al mando de Juan
Antonio Lavalleja, y el 25 de agosto se realiza la “Declaratoria de independencia” o “Declaratoria de Florida”. La
segunda fecha relevante es en 1828, ya que se conquista la independencia con la Convención Preliminar de Paz entre las
Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio del Brasil, auspiciada por la mediación británica. Por último, la jura de
la primera constitución el 18 de julio de 1830.

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inmediata o no la independencia, la búsqueda de una salida republicana o monárquica y las disputas
por una organización confederada de las Provincias Unidas u otra centralizada. Además, estos
conflictos y el proceso de emancipación continental estuvieron fuertemente influenciados por los
acontecimientos en Europa,7 a la vez que vehicularon intereses extranjeros, no solo españoles sino
también ingleses y portugueses.8 Este complejo escenario, sobre el que existe una vasta bibliografía
que ofrece múltiples interpretaciones, nos debe advertir sobre la dificultad de situar y evaluar cada
acontecimiento protagonizado por el líder oriental.
Durante este agudo período, se destaca la participación de Artigas en varios sucesos relevantes.
El primero de ellos se produce apenas él se incorpora a la lucha revolucionaria. Dos días después del
gran triunfo contra los españoles el 18 de mayo en Las Piedras, Artigas llega a sitiar Montevideo.9 Las
tropas del caudillo oriental y las de Buenos Aires ejercían el control, prácticamente, sobre todo el resto
del territorio de la Banda Oriental. Pero el virrey Francisco Javier Elío, instalado en Montevideo,
busca el apoyo de los portugueses y trama la invasión a la Banda Oriental, que lleva a cabo el general
De Souza, autorizado por la corte de Río de Janeiro. En tanto en Buenos Aires, debido a las derrotas de
sus tropas10 y por la presión británica encauzada por el embajador en la corte de Brasil, lord
Strangford, se comenzó a pensar en un armisticio, que finalmente concretó el Primer Triunvirato en
octubre de 1811.11 El documento dice en su artículo seis que “las tropas de Buenos Aires desocuparán
enteramente la Banda Oriental del Río de la Plata hasta el Uruguay, sin que en toda ella se reconozca
toda otra autoridad que la del excelentísimo señor virrey” (cit. en Luna, 1999: 41).
Este suceso genera una primera fricción entre Artigas y el gobierno porteño. Restablecida la
autoridad española en ese territorio, los orientales levantaron el sitio de Montevideo y se retiraron.
Luego de haber recorrido un extenso trayecto llegaron al Ayuí, Entre Ríos, en diciembre de 1811. Allí
acamparon durante varios meses. Esta marcha, imborrable del imaginario uruguayo, es conocida como
el “éxodo oriental” o “La redota”. En ella se destaca la legitimidad de Artigas como jefe oriental.
7 Es bien conocida la importancia que tuvo la invasión de Napoleón a España en 1808, como antecedente de la Revolución
de Mayo y el establecimiento de la Junta en 1810. Pero luego esta situación cambiará. Las consecuencias de la derrota de
Napoleón son, principalmente, la restauración monárquica en Europa y la asunción de Fernando VII en España, dos
hechos que tuvieron mucha repercusión en América. Según Busaniche (1965), la conformación en 1814 del Directorio se
debió al retroceso de los franceses que dejaba abierta la posibilidad del regreso de Fernando VII, por lo que era preferible
concentrar y fortalecer el poder ejecutivo, en este caso en el Director Supremo.
8 Tras el avance de Napoleón sobre la Península Ibérica, la corte portuguesa encabezada por el rey Juan VI huye y se
instala en 1808 en Río de Janeiro, junto con el embajador británico lord Strangford. Por un lado, los portugueses
deseaban expandir la frontera hacia el sur. Por el otro, Inglaterra buscaba comercializar sus productos en el continente.
Por esto, cada uno, motivado por sus intereses, mediará en la política del Río de la Plata. Además, algunos sectores
rioplatenses buscaron aliarse con ellos, de acuerdo con las circunstancias, y muchas veces favorecieron más al país
extranjero que al propio. Ejemplo de ello es la invasión portuguesa a la Banda Oriental en 1816, permitida por el
Directorio. Jorge Abelardo Ramos prefiere denominar las disputas de entonces “guerras nacionales” en lugar de “guerras
civiles”, precisamente por el hecho de que involucraron intereses extranjeros y por lo tanto trascendieron las divisiones
internas (2012: 40).
9 Luego se unirá al sitio José Rondeau con las fuerzas porteñas.
10 Manuel Belgrano es derrotado en Paraguarí y Tacuarí. Además, se pierde la batalla de Huaqui en el Alto Perú.
11 Según Rath y Roldán, la Junta de Buenos Aires habría rechazado la mediación británica y el Primer Tirunvirato la
permitió (2013: 94). En cambio, Luna sostiene que este último solamente “estableció las negociaciones finales”
(1999:50), continuando el planteo de la Junta.

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En 1812 se reanudan las hostilidades entre Buenos Aires y las autoridades españolas en
Montevideo12 y se empieza a planear el segundo sitio a la ciudad. Manuel de Sarratea, que entonces
era miembro del Primer Triunvirato, se dirige a donde se encontraba Artigas, con la intención de
declarar al ejército encabezado por el oriental auxiliar de las tropas porteñas en la nueva empresa. Por
la conspiración tramada para conseguirlo, se genera una disputa entre Artigas y Sarratea que deriva en
que este último declare “traidor a la Patria” al oriental. Ante la creciente hostilidad, José Rondeau y
Domingo French intervienen para que Sarratea regrese a Buenos Aires. A su vez, Rondeau parte al
Arroyo de la China hacia octubre de 1812, formalizando el Segundo sitio a Montevideo. Mientras
tanto, Artigas emprende su regreso a la Banda Oriental y en febrero de 1813 se suma al sitio.
En octubre de 1812 se produce en Buenos Aires la caída del Primer Triunvirato y la
conformación del segundo. Este último convoca luego a la Asamblea Constituyente. En este nuevo
marco, Rondeau invita a Artigas a que envíe diputados para que participen en ella. Por eso, el caudillo
oriental realiza el Congreso de Tres Cruces, en el que se determinan los representantes que irán y a
partir del cual Artigas redacta las Instrucciones. Sin embargo, la Asamblea rechazó a los diputados
orientales que lo iban a presentar alegando pretextos formales que escondían el temor de que se
construya una alianza entre ellos y el sector de San Martín con el fin de declarar de forma inmediata la
independencia, propuesta que desechaba el sector de Alvear. Luego de este nuevo conflicto, en enero
de 1814, Artigas se retira del segundo sitio. En junio de ese año capituló Vigodet, entonces
representante español en Montevideo y el ejército porteño entra en la ciudad oriental.
Entre 1814 y 1815 se constituye la Liga Federal o de los Pueblos Libres que reconoce a Artigas
como Protector.13 A causa de su creciente influencia en el litoral, Alvear, ya como Director Supremo,
le ofrece a Artigas la independencia de la Banda Oriental. El caudillo la rechaza y la considera una
ofensa. En febrero de 1815 las tropas de Buenos Aires abandonan Montevideo y se abre el período de
gobierno artiguista, que concluirá con la invasión portuguesa a la Banda Oriental en agosto de 1816.
Durante su gobierno, Artigas redacta el “Reglamento provisorio para el fomento de la campaña y
seguridad de los hacendados”, donde formula lo que se conoció posteriormente como la Reforma
Agraria, que también consideraremos aquí.
Por último, cabe mencionar la derrota de Artigas en enero de 1820 en Tacuarembó ante los
portugueses y el triunfo de Francisco Ramírez y Estanislao López, caudillos de Entre Ríos y Santa Fe,
respectivamente, en Cepeda el mismo año ante Buenos Aires. Pero esta victoria se opaca luego por la
firma del Tratado de Pilar entre los caudillos y Sarratea. Este tratado generó la hostilidad entre
Ramírez y Artigas porque aquel no cumplió con el pedido de este de incorporar al acuerdo la
declaración de guerra contra los portugueses. Luego de los enfrentamientos con el caudillo entrerriano,
el oriental cruza el río Paraná hacia el exilio en Paraguay el 5 de septiembre de 1820.

12 Para entonces, Gaspar de Vigodet había reemplazado a Elío en su cargo de virrey.


13 Artigas conforma la Liga de los Pueblos Libres en alianza con las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y
Córdoba.

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Este escueto marco histórico nos introduce en los hechos de la época, pero también en las pujas
que se produjeron entre los diferentes sectores y los motivos que tuvo cada uno, vinculados siempre a
sus intereses políticos y económicos.

5. Representaciones historiográficas de Artigas

Es muy conocido el devenir de los caudillos en la historiografía liberal argentina, establecida


por Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López. Enfoque regido por la dicotomía civilización/barbarie,
antipopular, que construía héroes, representantes de una elite, que eran los únicos responsables de los
destinos de la revolución y relegaba a la anarquía y a lo “salvaje” a líderes populares, como los
caudillos (Galasso, 2004). Esta perspectiva general, y sobre Artigas en particular, comenzó a gestarse
durante el proceso revolucionario, favorecida por la imprenta en Buenos Aires. En 1818 Pedro
Feliciano Cavia, escribano del Cabildo de Montevideo en 1805 y secretario de Sarratea en 1812 y
1813, escribió la primera obra que difama al caudillo oriental, titulada “El protector nominal de los
pueblos, don José Artigas, clasificado por el amigo del orden”, cuya publicación de 65 páginas circuló
anónima, pero que se conoció como el “Libelo de Cavia”. En ella se destaca al Protector como militar,
pero se le quita mérito en las batallas. Además, se enfatiza su carácter manipulador y se lo acusa de
promover “atrocidades y asesinatos” (Olivero y Otero, 2012: 103). Esta, junto con la obra de otro
rioplatense, Nicolás de Vedia, “Apuntes biográficos sobre don José Artigas”, escrita en 1841, han sido
dos textos centrales de mucha difusión e influencia que incidieron en la construcción de la “leyenda
negra” artiguista, consumada por Mitre y López.
Mientras la historiografía argentina ratificó su sentencia hasta incluso mediados del siglo XX,
ya que los primeros revisionistas argentinos se ocuparon fundamentalmente de Juan Manuel de Rosas,
la uruguaya comenzó a cuestionar la representación de la “leyenda negra” artiguista ya a mediados del
siglo XIX. En esta época se evoca la figura de Artigas con una función unificadora. Se buscaba un
héroe que trascendiera el conflicto interno entre Blancos y Colorados.14 Entre las décadas de 1830 y
1850 aparecen los primeros reconocimientos a Artigas. Incluso el presidente Fructuoso Rivera, en
1841, lo invita a que regrese a la Banda Oriental desde Paraguay, donde estaba exiliado, pero no lo
consigue. Artigas fallece en 1850 y a los pocos años sus restos son trasladados a Uruguay, donde, por
decreto el 15 de noviembre de 1856, se establece que se colocará una lápida con la siguiente

14 Luego de la independencia se fundan en Uruguay los dos partidos políticos tradicionales que se alternarán en el gobierno
hasta el triunfo del Frente Amplio en 2005: el Partido Colorado, representado por Fructuoso Rivera, primer presidente
constitucional que asumió en 1830, y el Partido Nacional (Blanco), cuyo líder fue Manuel Oribe. Ambos se enfrentaron
ya en la década de 1830 y en lo que se denominó la Guerra Grande (1839-1851). En ella, Rivera se alió con el sector
Unitario argentino y Oribe con el Federal. En este contexto de guerra civil, Artigas era evocado por uno y otro bando,
principalmente por el apoyo popular que aún conservaba su nombre. Hasta que falleció en 1850, Artigas se mantuvo
ajeno al conflicto. Terminado este, el antiguo jefe oriental comienza a erigirse como símbolo de la nacionalidad,
favorecido por no haber intervenido en las disputas internas.

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inscripción: “Artigas fundador de la nacionalidad oriental”. Cuando fue llevado al cementerio, Joaquín
Requena, ministro de Gobierno, y Juan José Aguilar, antiguo lugarteniente artiguista, enunciaron
discursos laudatorios que reivindicaban a Artigas ya como héroe nacional y a quien se le atribuía el
inicio de la independencia del país (Olivero y Otero, 2012: 152). Luego, fundamentalmente en la
década de 1880, es conocida su consagración como prócer fundador de la nacionalidad. Desde esta
época hasta mediados del siglo XX Artigas pasó a ocupar una “zona de concordia”, que iba más allá
de las diferencias políticas entre Blancos y Colorados. Si bien el uso de su figura estuvo siempre sujeto
a la coyuntura y cada partido introdujo matices en su evocación, prevaleció el “Artigas de la
concordia”, fundamentalmente vinculado a valores democráticos y republicanos que trascendían las
diferencias partidarias y se erigían como parte del imaginario nacional.
Esta visión tendrá un punto de inflexión recién entre 1960 y 1970 en obras en las que se
recuperará su figura vinculada a las luchas por la Liberación Nacional y el Socialismo de entonces.
Esas obras se inscriben en las corrientes historiográficas revisionistas y marxistas. Mientras la primera
revaloriza, entre otras cuestiones, la base popular del artiguismo, la segunda presenta una visión
socialista, pero liberal en términos historiográficos, es decir anclada en la dicotomía
civilización/barbarie (González, 1996: 137 y 138). Esta inscripción la conduce a despreciar “las
montoneras” que acompañaban al caudillo. Olivero y Otero sostienen acerca de la recuperación en
esos años de la figura de Artigas respecto de un texto de gran influencia en la época, Las montoneras y
el Imperio Británico, publicado en 1961 por el revisionista Vivián Trías:

Negación del concepto de “concordia” de clases en el marco de una “patria” unificadora, utilizado hasta
el momento en la figura de Artigas. Se lo humaniza, pero para considerarlo dentro de la dialéctica de la
lucha de clases y de la revolución permanente de los pueblos oprimidos (Olivero y Otero, 2012: 318).

Y sobre el libro Artigas, tierra y Revolución, de Julio Rodríguez, Nelson de la Torre y Lucía
Sala de Touron, afirman: “Herencia popular, el legado artiguista dejaba de ser un bien de las clases
dominantes, perdiendo el aspecto de ‘concordia’ para expresar parte del reclamo de clase” (Olivero y
Otero, 2012: 321). Si bien los autores de aquel libro tenían vínculos con el Partido Comunista, se
distanciaron de la historiografía marxista antes mencionada. El historiador Wilson González asevera
sobre el trabajo de ellos:15

Esta nueva visión del agrarismo artiguista resultó decisiva en la difusión de la imagen revolucionaria y
popular del caudillo, que tanto influyó en los movimientos y partidos de izquierda. En cuanto a los
miembros del MLN, parecen haber leído esta obra con ciertas reservas, originadas tal vez en ese pasado
“mitrista” de la historiografía marxista y en discrepancias políticas actuales (González, 1996: 139).

15 El autor considera, además del nombrado precedentemente, otros tres trabajos de los autores: Evolución económica de la
Banda Oriental, Estructura económico-social de la colonia y La revolución agraria artiguista.

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Para el MLN-Tupamaros, según González, Artigas era un “verdadero revolucionario”, luchador
continental, militar, que se jugaba a “todo o nada”, sin medir las consecuencias sobre el enemigo. Esta
recuperación de Artigas involucra una actualización plena de la lucha revolucionaria, que enfatiza la
división social y la lucha de clases. En el documento de la agrupación “Artigas y el Movimiento de
Liberación Nacional-Tupamaros”, se afirma: “Pero el pueblo no se ha dejado engañar, y cuando los
Tupamaros hablamos de las luchas del pueblo oriental conducido por Artigas, comprende que no es
sino la misma lucha de hoy, Pueblo contra Oligarquía, Patriotas contra Cipayos” (1989: 7). Esta
actualización de la lucha artiguista, marcada por el deíctico, también se observa en la evocación del
jefe oriental de parte del líder del Frente Amplio,16 Liber Seregni. Este busca apropiarse de la figura
del caudillo, bajo el lema “Artigas es nuestro”, pero no deja de reconocer la trayectoria que hasta el
momento tenía. Por eso, José Rilla asevera que la recuperación de la figura del “prócer” por Seregni se
inscribe en un “Revisionismo relativo”:

El costo de usar la historia en beneficio de una nueva tradición política, la frenteamplista, residía en la
aceptación de los códigos, periodizaciones, panteones existentes y disponibles, desde los cuales y a los
cuales transferir nuevas significaciones. Más que revisar, Seregni se ofrecía como continuidad de una
historia interrumpida, recolocaba las piezas en torno a un eje que tendía oposiciones retóricas
funcionales a un discurso político que era a la vez rupturista y tradicional, populista y ciudadano:
oligarquía-pueblo, amigo-enemigo, nacional popular-extranjero extranjerizante (Rilla, 2013: 240).

La serie de oposiciones que se observan al final de la cita señalan una división social y política
que se relaciona con la construcción de una imagen de Artigas alejada de la “figura de concordia”, la
cual representaba a toda la sociedad. Sin embargo, esta imagen luego se irá desvaneciendo, para volver
a dar lugar a una figura democrática, aun a pesar de los usos singulares que los partidos políticos
hicieron de él y la pretensión de cada uno de apropiárselo. En el análisis retomaremos y en algunos
casos ampliaremos cuestiones aquí planteadas relativas a la historiografía.
A continuación, desarrollaremos la recuperación que realiza el presidente uruguayo de la figura
de Artigas. En primer lugar, veremos cómo se reformulan sus ideas; luego, observaremos, a partir de la
categoría de amplificación explicativa, cómo se contextualiza el pensamiento artiguista. Analizaremos
la base social del movimiento y cómo se nombran los diferentes actores de la época, se definen sus
roles y se señalan las consecuencias de sus acciones en el proceso revolucionario. Esto nos permitirá
ver, por último, la actualización del ideario artiguista, o sea observar su “lección histórica”.

6. Análisis

16 El Frente Amplio se funda y se presenta por primera vez a elecciones en 1971. Respecto de las elecciones, Magdalena
Broquetas San Martín sostiene: “Su importancia desde el punto de vista histórico radica en que marcaron el comienzo del
fin del tradicional bipartidismo blanco y colorado” (AA.VV.: 181).

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6.1. La figura del ideólogo: las ideas de Artigas y la reformulación de Mujica
Durante la primera mitad del siglo XX, se llevaron a cabo diversos homenajes, ya que se
cumplía el centenario de diferentes acontecimientos vinculados con la independencia uruguaya y con
la figura de Artigas. En las primeras celebraciones, en 1911 y 1913, encontramos dos hechos centrales,
la batalla de Las Piedras y las Instrucciones. Estos homenajes pusieron de relieve una doble
representación que recaía sobre la figura de Artigas:

En el proceso de los centenarios, dos fueron los hechos que tuvieron trascendencia: la batalla de Las
Piedras y las Instrucciones del año XIII. El primero de estos hechos fue el que acaparó mayor atención
por la preeminencia militar atribuida a Artigas, que fue el estratega y el encargado del peso de la batalla.
Pero al unir esta batalla con las Instrucciones se estaban conjugando dos aspectos que aparentemente los
estudiosos del tema procuraban mantener separados, dando preeminencia a uno u otro de acuerdo a las
circunstancias: el jefe militar victorioso y el ideólogo, ambos en pugna por una exclusividad que el
primero tuvo por mucho tiempo (Olivero y Otero, 2021: 215).

En este sentido, es esperable que se dé mayor importancia, en los textos que analizamos, a la
figura del ideólogo, aunque no deja de ser llamativa la ausencia de referencias a las batallas. Esto
ubica la figura de Artigas recuperada por Mujica, claramente, en la tradición del “ideólogo” o civilista
y traza una distancia con la del “militar”. En principio, entonces, analizaremos el pensamiento del
artiguismo que activa el presidente uruguayo. Para esto, confrontaremos las ideas centrales plasmadas,
a excepción de la Reforma agraria, en las Instrucciones, con la reformulación realizada por Mujica en
su columna radial. Aquellas son: la declaración de la independencia, la organización republicana, el
federalismo y las ideas liberales relativas tanto al comercio, como a la libertad religiosa y ciudadana.
El primer tópico indicado es el de la independencia, que precisamente está presentado al inicio
de las Instrucciones. Como indicamos anteriormente, seguimos la edición de Rath y Roldán (2013),
según la cual aquellas empiezan de la siguiente manera: “Primeramente pedirá [la diputación oriental]
la declaración de la independencia absoluta de España y familia de Borbones, y que toda conexión
política entre ellas y el estado de España es, y debe ser totalmente disuelta”. En la cita, se puede
observar el carácter imperativo de la instrucción, que se refuerza con la adjetivación, “independencia
absoluta” y la modalización deóntica, enfatizada aun por el adverbio: “(toda conexión) debe ser
totalmente disuelta”. En la reformulación de Mujica este tópico es recuperado con mayor intensidad:
“Es el primer documento que habla con claridad, en 1813, de pedir la independencia irrestricta de
todos los territorios del Río de la Plata, la independencia de España, la independencia total y absoluta”
(28/03/13). En la reformulación se destaca que es “el primer documento que habla con claridad, en
1813, de pedir la independencia”. En esta frase, el sintagma preposicional asigna una significación
especial a las ideas y a la visión de Artigas, que se opone a la de los sectores que “dudaban” en
declararla. También, se refiere el acto de habla de las Instrucciones, en este caso, como “pedido”, a la
vez que se destaca el carácter enfático por medio de la expresión redundante “total y absoluta”, que
introduce un cambio de clase de palabra en el primer término (totalmente/total), respecto del texto

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fuente, y reproduce el segundo adjetivo. Además, se agrega “irrestricta”, que acentúa la necesidad de
la declaración sin condicionamientos.
El segundo tópico es el de la organización republicana. Esta es explicitada en el artículo 20 de
las Instrucciones:

La Constitución garantirá a las Provincias Unidas una forma de gobierno republicana y que asegure a
cada una de ellas de las violencias domésticas, usurpación de sus derechos, libertad y seguridad de su
soberanía, que con la fuerza armada intente alguna de ellas sofocar los principios proclamados. Y
asimismo prestará toda su atención, honor, fidelidad y religiosidad a todo cuanto crea o juzgue necesario
para preservar a esta provincia las ventajas de la libertad, y mantener un gobierno libre, de piedad,
justicia, moderación e industria.

En este artículo, lo republicano se define en relación con la soberanía, tanto de las Provincias
Unidas en su conjunto, como de la de sus partes integrantes. En su enunciación se presupone la
organización federal, tercer tópico, y el posible ataque de un “enemigo”, más interno que externo, que
intente “sofocar los principios proclamados”. Aquel aspecto está supuesto en los artículos 4 y 7, en los
que también está implicada la idea federal, y en los 5 y 6:

Artículo 4°: Como el objeto y fin del gobierno debe ser conservar la igualdad, libertad y seguridad de
los ciudadanos y los pueblos, cada provincia formará su gobierno bajo esas bases, además del gobierno
supremo de la Nación.
Artículo 5°: Así, éste como aquel se dividirá en Poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial.
Artículo 6°: Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí y serán independientes en sus
facultades.
Artículo 7°: El Gobierno Supremo entenderá solamente en los negocios generales del Estado. El resto
es peculiar al Gobierno de cada Provincia.

En los cuatro artículos, los verbos señalan el acto de habla “orden”, a la vez que indican la
modalización deóntica: “debe ser”, “formará”, dividirá”, “podrán” y “entenderá”; estos últimos
reforzados por los adverbios “jamás” y “solamente” respectivamente. En ellos, la organización
republicana se define en relación con la “igualdad, libertad y seguridad de los ciudadanos y los
pueblos”, así como con la división de poderes. Ambas condiciones, en el contexto de la época, se
destacan por su oposición a una monarquía buscada por algunos sectores de Buenos Aires. Mujica
retoma esto en su reformulación. En la siguiente cita se puede observar esta oposición entre la
organización republicana y la monárquica, que enfrenta, en este caso, a las ideas de los orientales con
las de algunos sectores de Buenos Aires:17

17 Recordemos que en Buenos Aires también había un sector que apoyaba la causa republicana. Uno de sus representantes
fue Manuel Dorrego, quien se opuso a la política de Juan Martín de Pueyrredón, a pesar de que unos años antes había
combatido contra los orientales. El Director Supremo ordenó el destierro de Dorrego y de otros opositores como
Feliciano Antonio Chiclana, Domingo French, Manuel Moreno.

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[...] van a aparecer en estas propuestas del Congreso de Abril la idea definitiva de organización
republicana –que va a demorar muchísimo tiempo. Va a haber delegaciones de Belgrano, de
Pueyrredón, andando por Europa buscando príncipes en las casas europeas y va a haber documentos
como las declaraciones de Lavalle: “está visto que la república es una merienda imposible para nuestros
pueblos” pensando con los cambios que se habían dado luego de la Revolución Francesa en Europa,
pensando que la república era inviable para la organización americana (28/03/13).

En el fragmento precedente, por un lado, se destaca un nuevo adjetivo, “definitiva”, que señala
el carácter anticipatorio de las ideas de Artigas, ya que, como se aclara, la “idea definitiva [...] va a
demorar muchísimo tiempo”, espíritu a la vez subrayado por el superlativo. Además del sentido
concluyente, el adjetivo adquiere el matiz enfático que venimos destacando. Por otro lado, se
deslegitima la declaración de Lavalle de que es “imposible” establecer una República, al atribuir dicha
afirmación al pensamiento o creencia del autor, y consecuentemente plantear la posibilidad de su
realización material. En este sentido, se observa cómo en la reformulación se hace evidente
nuevamente el conflicto de la época, en este caso, entre quienes buscaron una salida monárquica,
como Alvear en 1815, quien buscó la incorporación a Inglaterra, o el sector de Juan Martín de
Pueyrredón, quien, luego de que se declaró la independencia, negoció primero la subordinación a la
corte portuguesa y después pretendió coronar al duque de Orleans y establecer un Protectorado
francés. Según Orsi, el triunfo de los caudillos López y Ramírez en la Batalla de Cepeda de 1820 tuvo
como consecuencia la caída del sistema directorial y el abandono de las ideas monárquicas (1975: 61).
Esto implica que dicho conflicto fue clausurado hacia ese año. Por otro lado, el presidente uruguayo
vincula la República con la división de poderes y la inscribe en la discursividad ilustrada:

El segundo aspecto central, la recomendación de una definición de organización republicana para todo
el Río de la Plata, era francamente revolucionario, porque incluía una nítida definición de separación de
poderes, como había levantado la enciclopedia y el pensamiento de Montesquieu en los albores de la
Revolución Francesa (09/04/13).

En esta cita, se mitiga la modalización deóntica y la fuerza ilocutiva de la expresión en el


documento, ya que se la refiere como “recomendación”; sin embargo, se la califica como
“francamente revolucionaria”. Por otra parte, la “nítida definición” se relaciona con la “claridad” de la
visión artiguista. Así como el republicanismo se inscribe en la discursividad ilustrada, el federalismo
ancla en la experiencia de Estados Unidos:

Y sorprende, además, y para entender esto habría que acudir a las Memorias de General Paz que visita a
Artigas viejo en el exilio en Paraguay, y más o menos Artigas le dice que basándose en la experiencia de
los Estados Unidos él quería que cada provincia se diera su gobierno y que todas en su conjunto
integraran la nación y el gobierno general nacional se ocupara de las cuestiones generales y los
gobiernos provincianos del gobierno de cada una de las provincias con autonomía. Y dice, más o menos
por ahí, que Buenos Aires pretendía gobernar a las provincias como el imperio romano mandando sus
procónsules a manejar militarmente la soberanía de las provincias (28/03/13).

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Mujica, en las dos citas precedentes, reformula el documento complementando las ideas en él
plasmadas con referencias a las fuentes. En el último fragmento citado, el enunciador utiliza las
Memorias de Paz, como bibliografía ampliatoria, para explicar el origen de la idea federal. A su vez,
recupera la voz de Artigas a través de Paz, e incorpora la analogía entre Buenos Aires y el Imperio
Romano para argumentar que la posición del primero iba contra el principio federal que establecía la
soberanía de las provincias. Por otro lado, se sugiere la excepcionalidad de la visión artiguista con el
subjetivema que indica el acto perlocutivo que conlleva la propuesta de las ideas: “sorprende”.
Singularidad que se destaca también en el siguiente fragmento:

La idea federal aparece con Artigas y es incuestionablemente Don José Artigas el fundador del
federalismo. El federalismo que, en última instancia, fue el gran derrotado en la historia política de
América del Sur porque recordemos que Bolívar también tenía una idea de organización federal de su
sueño: la gran nación latinoamericana. Esta cuestión del federalismo hace, y por eso vale la pena bucear
en estos viejos documentos que establecen por un lado la enorme modernidad y vigencia de Artigas,
porque esta idea federal que después fue mangoneada por la historia, la corriente unitaria en esta parte
heredó el centralismo español y no podía concebir la organización de un nuevo estado si no era
centralizadamente mandando desde un centro (28/03/13).

Aquí se refuerza la aserción de que Artigas es el fundador con el adverbio


“incuestionablemente”,18 a la vez que se inscribe, en este caso, al federalismo en la matriz discursiva
latinoamericanista al ligarla con las ideas de Simón Bolívar. Pero esta inscripción es marcadamente
diferente a la que realizó Hugo Chávez, ya que este activó a través del cronotopo bolivariano un
imaginario revolucionario abierto a la presente coyuntura (Arnoux, 2008). Mujica, en cambio,
menciona la “enorme modernidad y vigencia de Artigas”, pero se la confronta con un pasado
clausurado, “fue el gran derrotado”. Como observamos antes, el jefe oriental anticipa ideas que
“tardarán muchísimo” en concretarse. En este sentido, su instrumentación se consigue con
posterioridad y, podríamos suponer, es lo que le da un carácter anticipatorio a su pensamiento. De esta
manera, el conflicto se desplaza al pasado y en particular al otro lado del Río de la Plata, debido a que
el enemigo es “la corriente unitaria”. Sin embargo, se lo justifica atribuyéndole una causa al modo de
pensar, es decir fundamentando su accionar por una determinación cultural: “la corriente unitaria en
esta parte heredó el centralismo español y no podía concebir la organización de un nuevo estado si no
era centralizadamente mandando desde un centro”.
En cuanto a las medidas económicas proteccionistas planteadas por Artigas durante su gobierno,
en el marco del liberalismo de entonces, sostiene el presidente uruguayo:

18 La idea de una organización federal estaba presente en el imaginario de la época, debido a la experiencia de los Estados
Unidos. Según Busaniche, no fueron los orientales los únicos en querer plantearla en la asamblea. El historiador
menciona el caso del diputado tucumano Laguna y sugiere que circulaban varios “papeles” que reivindicaban la idea
federal. En su Historia Argentina (1965) afirma: “Muchos papeles de esta misma naturaleza y procedentes de diputados
de la asamblea, o de los cabildos de provincia, habrán desaparecido. El textos de las Instrucciones de los diputados
orientales fue hallado por casualidad en Paraguay, ¡cuántos se habrán perdido!” (337).

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El margen de proteccionismo selectivo que se planteaba Artigas parece la cosa más racional para ser
viable, un mercado en la región de carácter importante a lo cual se unía que él entendía que la actividad
comercial debería estar reservada a oriundos de la región. Artigas parece insinuar, y el artiguismo parece
insinuar bien claro, la idea de que la actividad comercial no debe dejarse en manos de extranjeros, pero
no definiendo lo de “extranjero” con el sentido que podemos tener hoy de uruguayos, sino con un
sentido francamente regional, americanos, como definían en la época (23/04/13).

El lexema “extranjeros” se abre a dos sentidos, a saber “no uruguayos” y “no americanos”, cuya
diferencia radica en el momento de uso de la palabra; el deíctico señala el significado presente,
mientras que el verbo en pretérito imperfecto indica el uso habitual “en [aquella] época”. Esta
discriminación se presenta como opuesta, a través del uso del adversativo, lo que indica la no
actualización del sentido de “no americanos”. De esta manera, el proteccionismo selectivo se califica
como medida “racional”, que debe ser complementada con la inversión de capitales no foráneos; en el
pasado, americanos y en el presente, uruguayos.
Los últimos tópicos del documento reformulados por Mujica son la libertad ciudadana y la
libertad de culto, los cuales son referidos en el artículo 3: “Promoverá la libertad civil y religiosa en
toda su extensión imaginable”. También, se la reformula con apreciaciones como las desarrolladas: “Y
sorprende también su visión liberal en el sentido profundo del término en cuanto a la tolerancia
religiosa y ciudadana de organización del futuro estado. Por ello, también su apego a tratar de desterrar
el despotismo militar” (28/03/13). La reiteración del subjetivema que señala el acto perlocutivo,
“sorprende”, junto con el adjetivo que califica el sentido “profundo” del término, indican, como el
resto, el carácter excepcional y radical de las ideas planteadas por el Protector de los Pueblos Libres.
Lo que se conoció luego como la Reforma Agraria impulsada por Artigas es la última idea a
tratar en esta primera parte. Esta se plasmó en el “Reglamento provisorio para el fomento de la
campaña y seguridad de los hacendados”, fechado el 10 de septiembre de 1815. En este documento se
establece:

Artículo 1º: El señor alcalde provincial, además de sus facultades ordinarias, queda autorizado para
distribuir terrenos y velar sobre la tranquilidad del vecindario, siendo el juez inmediato en todo el orden
de la presente instrucción.
Artículo 6º: Por ahora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedicarán a fomentar con
brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno, en sus respectivas jurisdicciones,
los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices sean
los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los
criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancia, si con su trabajo y, hombría de bien
propenden a su felicidad, y a la de la provincia.
Artículo 12º: Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores
americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la provincia para poseer sus
antiguas propiedades.19

19 Para comprender cabalmente el carácter revolucionario de la Reforma, además de los artículos mencionados en los que
claramente se privilegia a los sectores menos favorecidos, es preciso decir que en el artículo 22 se permitía incluso la
expropiación del ganado de los terrenos repartibles con el fin de que sea igualmente distribuido.

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Para observar la reformulación que de ella hace Mujica, hemos seleccionado un fragmento
extenso, pero que creemos que es lícito citarlo porque contiene muchos de los aspectos que venimos
desarrollando, por lo que nos servirá para abordar el tema de la Reforma a la vez que nos permitirá
sistematizar el análisis relativo a la amplificación de las ideas reformuladas:

Quiero señalar apenas al pasar, porque se me escapa el tiempo, que algunas de las definiciones que van
a aparecer un poco más adelante, en el año 1815, como el Reglamento de Tierras y el Reglamento de
Aduanas, terminan completando lo que es el pensamiento primigenio de la época, desde el punto de
vista revolucionario. Y quiero dejar una pica en Flandes, allí aparecen las ideas agrarias de Artigas, pero
ajustadas al momento y en su tiempo.
Lo que más sorprende, siguiendo los estudios de Campal es que los famosos repartos de tierra que va a
impulsar el artiguismo son, en términos de productividad, lo que necesitaba para vivir con modestia una
familia instalada en ese tiempo, porque era la cantidad de tierra, de acuerdo a los parámetros de la
época, que podían producir 100, 120, 140 cueros anuales, que era el producto que se vendía. Aprovecho
para cerrar esto. Esto va a levantar una enorme polvareda y resistencia de los sectores acomodados, que
le van a ir quitando apoyo a Artigas. Mientras que los analfabetos y los más pobres le dan su apoyo
hasta el final, los sectores acomodados se lo van sacando de a poco. Pero lo más notable es el sentido
común ajustado a los parámetros de la época, donde establece otra lección: las ideas agrarias no se
repiten, no se calcan y se transplantan así como así en cada época, porque las condiciones de
productividad y de medio ambiente y sociológicas cambian enormemente. Y este es un tema que
merece, a raíz de las medidas del gobierno artiguista que no tienen parangón en la historia de América
Latina, conviene ir recordando (09/04/13).

La adjetivación del pensamiento como “primigenio” y “revolucionario”, nos permite completar


el sentido de las expresiones enfáticas que venimos analizando; mientras que el hecho de no poder
comparar las medidas del gobierno de Artigas con otras de la historia continental –“que no tienen
parangón”– señalan el carácter excepcional del jefe oriental, que también hemos comentado. El tercer
aspecto a considerar de la cita es la cuestión de la actualización de la Reforma Agraria. En la cita los
adversativos señalan la imposibilidad de adoptarla. Se dice: “Allí aparecen las ideas agrarias de
Artigas, pero ajustadas al momento y en su tiempo”. En términos de Ducrot (2001), el punto de vista
del primer enunciador insinuaría que esas ideas pueden adoptarse; a esta concesión se opone el
segundo enunciador con el que se identifica el locutor, que clausura esa posibilidad. Esta conclusión es
explicitada, luego de la frase en que se utiliza el otro adversativo con la misma orientación, e
introducida como “lección”: “las ideas agrarias no se repiten, no se calcan y se trasplantan así como
así en cada época”. Negación polifónica que evidencia una argumentación destinada a anular la
posibilidad de implementar la Reforma en el presente.
En conclusión, observamos que la reformulación mitiga el acto de habla “orden”, propio del
discurso instruccional, ya que es referido como “pedido” y “recomendación”, adecuando la
articulación verbal y el acto a la situación enunciativa de los diputados ante la Asamblea. Esta
adecuación adquiere sentido en la medida en que se borra de las Instrucciones su carácter imperativo,
transgresor de las reglas institucionales que deberían regular la práctica democrática asamblearia. A su
vez, se enfatiza el carácter “revolucionario” de las ideas, no de las luchas, y la excepcionalidad del

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pensamiento de Artigas, acordes con la figura del ideólogo. Estas actitudes se relacionan con ideas que
han sido conflictivas en el pasado, cuyo costo de implementación ha sido mucha sangre derramada,
pero que formalmente están efectuadas: la Independencia, el carácter republicano y federal del Estado
y la libertad civil y de culto. En este sentido, “lo revolucionario” se clausura en el pasado y en la
singularidad de la visión artiguista. Algo similar sucede con respecto a la Reforma Agraria, que
también generó tensiones entre los diferentes sectores sociales de entonces, y que luego, durante 1960
y 1970 fue lema del “Artigas revolucionario”. Mujica clausura la eventualidad de implementarla al
plantear su adecuación a la época y la imposibilidad de “transplantarla”. Esta medida, junto a otras
adoptadas durante el período de gobierno, dieron al artiguismo una orientación “popular”:

A poco andar, esta revolución que fue abrazada por todos, una característica que va a tener en su base y
que está insinuada en estos documentos, pero se va a ir definiendo más adelante en un año o dos, es la
clarísima orientación popular del gobierno de Artigas en la Banda Oriental y donde tenga incidencia en
lo que va a ser la Liga Federal (09/04/2013).

Como hemos observado antes, también aquí aparecen modalizadores enfáticos que destacan, en
este caso, el carácter “popular” de la revolución artiguista, lo que señala una inscripción social al
movimiento. Esta “orientación” se evidenció durante el período de gobierno de Artigas, entre febrero
de 1815 y agosto de 1816 y tuvo consecuencias internas en la Banda Oriental. Para comprenderlas e
identificar su articulación con la actualización que realiza Mujica, desarrollaremos cómo el presidente
uruguayo explica el período artiguista, atendiendo a la figura del caudillo, su base social y sus
relaciones con otros actores de la época.

6.2. La base social del artiguismo: de la unidad a la división


En primer lugar, hay que destacar el eclecticismo presidencial, planteado en la primera
alocución, que invita a los uruguayos a indagar en las diferentes versiones:

Es bueno empezar a establecer un marco de referencia que no es otra cosa que una invitación a que los
uruguayos escudriñen en los textos de historia, en las distintas versiones que intentan reflejar
precisamente aquel tiempo y las vicisitudes que sobre él y con él se construyeron (28/03/2013).

En este acto de invitación se evidencia una ambivalencia en la actitud del enunciador hacia el
personaje de Artigas respecto a su inscripción en una versión historiográfica, aunque se rechace, como
veremos, la “leyenda negra”. Como observamos antes, se enfatiza el Artigas ideólogo más que el
militar. No solo porque no se hace mención a las batallas, ni siquiera a la de Las Piedras, sino porque
Artigas es agente sobre todo de verbos de decir: dice, definió, escribe, afirmaba, parece insinuar,
plantea –utilizado reiteradas veces–, rechazó. De esta manera, Artigas no es tanto un militar
revolucionario, sino un “civilista”. Olivero y Otero sostienen respecto de la obra de Eduardo Acevedo,
José Artigas, Su obra cívica. Alegato histórico:

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Como consecuencia, la obra se caracteriza por una actitud civilista, considerando secundario el Artigas
militar, idea que tienen sus antecesores y sucesores, pero que intenta romper con la imagen del prócer
uniformado conductor de hombres, para remarcar su acción intelectual [la obra] intenta “desmilitarizar”
a Artigas [Eduardo Acevedo] es un creador de una nueva forma de mito blanco de Artigas, el jefe
civilista, portador de ideas avanzadas para su época y prácticamente sin críticas (Olivero y Otero, 2012:
202).

Romper con la imagen del “prócer uniformado conductor de hombres” es una clara referencia a
la “leyenda negra”, que veía en los caudillos sujetos manipuladores de las masas. Vicente Fidel López,
en un párrafo exquisito por su verborragia y pasión, dice sobre “la redota”:

Pero como no tenía medios por sí solo para tomar las responsabilidades que quería echar sobre el
gobierno, se vio forzado a replegarse al Entre Ríos; y entonces fue cuando echando sobre la campaña
oriental multitud de partidas sueltas, al mando de foragidos como el negro Casavalle, como José Culta,
el mulato Encarnación, el cabo Gay, el indio Amicho, y otros que formaban su “Estado Mayor General”,
arrancó a la fuerza de los ranchos, aldeas y estancias, toda la población de aquella campaña, en número
de quince a veinte mil personas, mujeres, ancianos, niños sanos y enfermos. Hizo saquear y quemar las
casas, destruir todo lo que no podía moverse, hasta las aves caseras, y empujando por delante de sus
hordas ese inmenso rebaño, castigando y degollando a los renitentes, aunque fueran mujeres, les empujó
a la margen derecha del Uruguay, y formó en el Ayuí (¡de horrible recordación!) un campamento,
toldería o amasijo informe, monstruoso de entes humanos, desvalidos, débiles, postrados de miseria, y
sin amparo contra el bárbaro y los sicarios que allí los comprimían como a bestias, para amarrar a su ley
a sus padres, a los maridos y a los hermanos que pudieran tener la más leve intención de escaparse o de
regresar al hogar… al hogar no, porque había sido incendiado… a la tapera donde habían tenido su
paradero y sus bienes (López: 232).

Descripción hiperbólica que hasta el propio autor encontró necesario aclarar en una nota al pie
que “los que crean exagerado este resumen, que es perfectamente real y exacto, consulten el Memorial
de don Nicolás de Vedia” (López: 232). Siguiendo el consejo de López, habría que consultar el texto
de uno de los rioplatenses ya nombrados que escribió una de las fuentes que crearon la leyenda negra
del jefe oriental. Contrasta esta descripción con la carta que Artigas escribe a Mariano Vera durante el
momento del éxodo a quien le dice que “no quiero que persona alguna venga forzada” e incluso le
sugiere que trate de impedir que las familias lo sigan, porque las considera un obstáculo en la marcha
(cit. en Pigna, 2012: 27).
Aquella configuración omnipotente del caudillo es cuestionada en la versión de Mujica al
sostener que “un hombre no es responsable de una época y la época hace responsable también al
conductor, hay una mutua influencia entre el caudillo conductor y lo que está en la base de la
sociedad” (05/04/2013). Por eso, el presidente uruguayo afirma que hay que hablar del “artiguismo”,
más que de Artigas, aunque se refiera a él principalmente, como quien planteó y sostuvo las ideas.
Incluso, reiteradas veces, lo denomina el “fundador del federalismo”.
Alejado ya de la “leyenda negra” y del militar manipulador, surge el problema del “Artigas
fundador de la nacionalidad”. En este sentido, afirma Mujica: “Artigas no fue fundador directo de

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nuestra nacionalidad. Sin duda, que el peso de las luchas artiguistas fueron fecundando una matriz que
unido a otros factores va a explicar el origen de nuestra nacionalidad” (28/03/13). Se observa un
distanciamiento respecto de la consagración de Artigas como prócer fundador, especialmente
formulada durante la segunda parte del siglo XIX, con énfasis en la década de 1880. Sin embargo, le
asigna un rol importante en la conformación de la nacionalidad. Para comprender el alcance del
concepto de nacionalidad que plantea el presidente uruguayo, es preciso revisar antes la relación del
caudillo con los diferentes actores de la época.
Al comienzo, el artiguismo estaba constituido y respaldado por una base social compuesta por
diversos sectores. Incluso, en un inicio fue apoyado por Buenos Aires. Debemos recordar que Artigas
fue llamado por la Junta de Mayo y a partir de allí se une al proceso revolucionario, por lo que nunca
abogará por una separación con Buenos Aires. Esta amplia base social se fue fragmentando por varios
motivos. Revisaremos, entonces, cómo se nombran estos sectores y la relación que tuvieron con
Artigas a lo largo del proceso revolucionario.
Como es bien conocido, la idea federal estará en el centro del conflicto con sectores de Buenos
Aires. Mujica señala como problema central el económico y en menor medida el militar, pero los
justifica apelando a una generalización, a saber: que entender la política supone observar esos
aspectos.

El puerto de Buenos Aires, los intereses unidos al puerto quisieron, en principio aniquilar al artiguismo
y no pudieron; la contra ofensiva política se extendió rápidamente como una hoguera [...]. Entonces,
encerrados los intereses del puerto de Buenos Aires, van a tramar por abajo lo peor, la invasión
portuguesa. [...] Buenos Aires no vaciló, o mejor dicho, no la Argentina. Los intereses portuarios en el
fondo eran los que dominaban la cuestión; y no era para menos porque acá siempre hubo una lucha de
intereses. El puerto de Montevideo estorbaba, y vaya que estorbaba en esta lucha de supremacía, y
mucho tiene que ver. Por eso no se puede entender la política si no se ven los intereses económicos en
juego y los factores militares también entreverados (05/04/13).

Si bien se acusa a Buenos Aires de tramar “lo peor”, el enunciador no parece establecer un
juicio claro sobre el conflicto de intereses ni adopta una postura sobre él. Sostiene que “no era para
menos” y que el puerto de Montevideo “estorbaba”, pero el conector consecutivo señala su
justificación: hay que entender la política en relación con los intereses económicos. Sin embargo,
Mujica realiza una generalización –Buenos Aires/Argentina– que opone al puerto de Montevideo,
cuando, en verdad, el conflicto se produjo entre algunos sectores porteños, que vieron quebrado el
monopolio portuario, y la Liga de los Pueblos Libres, en la cual participaban provincias del litoral
argentino que comercializaban sus productos a través de los nuevos puertos habilitados en
Montevideo, Maldonado y Colonia.
Por otro lado, el enunciador realiza un desplazamiento metonímico que se explicita en la
siguiente frase y que le sirve para identificar con el lexema “Buenos Aires” a sujetos particulares que
detentaban los intereses: “Buenos Aires los Pueyrredones y otros querían mandar desde Buenos Aires,
mandando sus procónsules como Roma imperial para que mandaran militarmente y horadaran la

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libertad política en las provincias” (05/04/13). En este desplazamiento se produce nuevamente una
generalización que soslaya los opositores a Pueyrredón, como Dorrego.20 Los “otros” serán Belgrano,
Lavalle, Aguiar, Sarratea que, a excepción de este último, paradójicamente, son caracterizados como
“gente importante”:

Se vacilaba enormemente, y no fueron pocos los doctores que cuestionaban la posibilidad de una
independencia absoluta (05/04/13).

Lo hacía con una formulación de carácter republicano, sin vueltas, y esto a muchísima gente le resultaba
intolerable; se sostenía que era imposible que la organización republicana pudiera funcionar. Y sobran
las evidencias de próceres, como Aguiar, que buscaban príncipes ingleses, o los Pueyrredón que
buscaban príncipes franceses, u otras que buscaban alguna dependencia de otra casa. Anduvieron por
todos lados recorriendo Europa, nadie agarraba viaje mirando lo que pasaba en el Río de la Plata y lo
que estaba pasando en el incendio de América Latina. Pero lo cierto está en la idea de que fundar una
república perturbaba a muchísima gente importante y no era para menos (05/04/13).

Entonces, se observa una ambigüedad, entre una actitud crítica o distanciada y el modo de
nombrarlos sin una exaltada entonación irónica, “doctores”, “próceres” y “gente importante”, además
de que se justifica su actitud, “no era para menos”. Esto señala una vacilación del enunciador respecto
del lugar en que se posiciona para contar la historia, a medias entre una mirada propia del revisionismo
populista que condena a “doctores”, y otra liberal que los exalta. En el siguiente fragmento, se
representa a los letrados o la intelectualidad al servicio del poder; sin embargo, se matiza su accionar,
ya que también se lo justifica por las medidas del artiguismo:

Aparecen escribas, y en este caso la oligarquía porteña los tuvo, como van a existir en otras coyunturas,
que sirven de alguna forma al poder, intelectualidad al servicio del poder, y que va a utilizar el poder
económico que daban los medios de Buenos Aires, sobre todo la posición de la aduana, para difundir
materiales escritos. Era la única forma de comunicación importante de la época, que van a contribuir a
establecer las bases de lo que se llamó la “leyenda negra” sobre Artigas.
Por ser republicano definido, por pedirle independencia, por ser federal, por querer que cada provincia
mantuviera su autonomía con su gobierno, reglara sus fuerzas, en fin, por sus ideas sociales, definidas a
favor de los más postergados, permanentemente Artigas va a ir perdiendo el apoyo de la inteligencia
porteña y de buena parte de los letrados, no de todos, de los letrados de la época. Y por supuesto, la
ciudad de Montevideo, que siempre mantuvo un cierto grado de resistencia en sus sectores más
prominentes, va a mantener una especie de costumbre, de tendencia a obedecer sin cumplir (09/04/13).

20 La política de Pueyrredón como Director Supremo fue muy cuestionada por su oposición al artiguismo, pero sobre todo
por su complicidad con los portugueses, que se hizo evidente en la invasión de estos a la Banda Oriental. A la vez,
Pueyrredón dio provisiones a San Martín para que su Ejército de los Andes pueda continuar con la compaña a Perú. Rath
y Roldán (2013) sostienen que utilizó esta conducta como “gran excusa” para contrarrestar su política represiva hacia sus
opositores (210). Por otro lado, es conocido que Pueyrredón llamó a San Martín para luchar contra los federales, pero el
gran prócer nacional no solo se negó, sino que intentó mediar entre Artigas y el Director Supremo, enviando emisarios
desde Chile. San Martín, también, escribió al jefe oriental para que abandone las diferencias internas y luche contra el
enemigo extranjero.

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En el fragmento se menciona “la ciudad de Montevideo” como afectada por la influencia
porteña. Sin embargo, es lícito aclarar que “el libelo de Cavia”, fuente de la leyenda negra, como
mencionamos antes, fue escrito por Pedro Feliciano Cavia, primer escribano del Cabildo de
Montevideo en 1805 y luego secretario de Sarratea. También, en el fragmento se señalan “los sectores
más prominentes”, con lo que se incorpora una definición clasista. Sin embargo, en un inicio, los
“sectores prominentes” de Montevideo también apoyaron a Artigas. En ocasión de “la redota”, el jefe
oriental describe, en un oficio a la Junta de Buenos Aires, de esta manera a quienes se incorporaron a
las luchas:

No eran los paisanos sueltos, ni aquellos que debían su existencia a su jornal o sueldo los solos que se
movían; vecinos establecidos, poseedores de buena suerte y de todas las comodidades que ofrece este
suelo, eran los que se convertían repentinamente en soldados, los que abandonaban sus intereses, sus
casas, sus familias; los que iban, acaso por primera vez, a presentar su vida a los riesgos de una guerra
(cit. en Etchegoimberry y Piccininno, 2011: 50).

La adhesión al artiguismo de los sectores más “acomodados” se justifica, en la bibliografía,


principalmente por la normalización de los títulos de propiedad y la contribución exigida por el
gobierno del virrey Elío hacia fines de 1810 (Ramos, 2012: 48; Luna, 1999: 43 y 44). Por lo tanto, el
artiguismo será un movimiento que en su origen estaba conformado por diversos sectores sociales.
Esto lo retomará Mujica y lo vinculará a la cuestión nacional:

En el fondo, el Congreso de Abril que se va a dar a principios de 1813, porque en Buenos Aires se
empezaba a reunir la anunciada Constituyente y había que mandar los delegados de la Banda Oriental,
en realidad va a ser una reunión de gente calificada esencialmente de gente rica, esencialmente de
hacendados. Y nos han llegado noticias por algunos documentos que se conservan desde esa época, pero
ya en el fondo de esa multitud que rodeaba a Artigas y que es una especie de germen de nuestra
nacionalidad, está insinuada una verdadera ubicación de sectores muy distintos que, en la medida que
pasan años y años y años de lucha, los más poderosos que al principio rodearon el camino de la
revolución se van a ir apartando y van a ir quedando, rodeando al artiguismo la masa de los más pobres
(28/03/13).

La nacionalidad y el artiguismo, entonces, estarán identificados con “diversos sectores”


sociales. La causa por la que los “sectores prominentes” se separaron fue porque vieron afectados sus
intereses:

Si bien en el primer momento todos los sectores sociales se prendieron a favor de la revolución por la
enorme discriminación del poder español que había, en la medida que la llama de la revolución se
extendió en el tiempo y en el espacio, la afectación de fuertes intereses económicos y el mensaje social
profundo del artiguismo fue separando gente, sobre todo clases acomodadas importantes caudillos
terratenientes etc. (05/04/13).

Mientras que mantuvo el apoyo de los sectores menos favorecidos debido al “carácter popular”
de sus medidas:

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Y si bien en el primer momento hay una formidable unidad de apoyo al artiguismo, con el correr del
tiempo, este carácter popular de las medidas de Artigas lo van soldando hacia abajo y va perdiendo
apoyo hacia la pirámide de poder de la sociedad. Este factor va a jugar en estos siete u ocho años, hasta
el año 20, seguramente restándole poder al artiguismo y va a explicar muchos de los desencuentros y de
la gente que, hablando en lenguaje sencillo, “se dio vuelta” (09/04/13).

Esto va a levantar una enorme polvareda y resistencia de los sectores acomodados, que le van a ir
quitando apoyo a Artigas. Mientras que los analfabetos y los más pobres le dan su apoyo hasta el final,
los sectores acomodados se lo van sacando de a poco (09/04/13).

Esta división social dentro de la Nación y respecto de Buenos Aires es lo que Mujica recupera
como “dramas de la historia”: “Por eso, estos dramas nos iluminan pero también tienen que servirnos
con la sumatoria de otros dramas; si bien la historia nos separó, nada ni nadie puede descuajarnos esta
historia” (05/04/13).
División no deseada entre la Banda Oriental y Buenos Aires, Uruguay y Argentina –en el
presente–, pero también división interna. De esta manera, la lección del artiguismo se vinculará a esta
enseñanza. Así Artigas se recupera principalmente como figura de unidad nacional, pero también
rioplatense, en el marco del conflicto con Argentina por el exabrupto.21 Se recobra, entonces, la figura
del ideólogo y civilista, respetuoso de las reglas democráticas, es decir del “político” –no del militar–,
que quiso implementar una serie de medidas –no que lideró luchas– revolucionarias en su época. Pero
si atendemos a que detrás de lo político subyace lo económico, y las disputas en este terreno han
producido los grandes “dramas” históricos en el marco del propio país y en el Río de la Plata, habrá
que matizar el carácter radical de las medidas.
Así, recogiendo la lección de la historia, se buscará no fragmentar la unidad nacional. En este
sentido, en su actualización, se produce un desplazamiento de la “Revolución a la Reforma”, como
comentaremos en el siguiente apartado.

6.3. La actualización: las dos lecciones del artiguismo


Como señalamos, Mujica en las emisiones radiales invita a sus oyentes a indagar en las distintas
versiones de la historia. Este eclecticismo se articula con la figura del enunciador ambiguo. Por un
lado, se singulariza la visión artiguista y el carácter revolucionario de sus ideas. A la vez que se
identifican estas con la orientación popular del gobierno de Artigas y se cuestiona a los sectores “más
prominentes” y “porteños”, fieles a sus intereses económicos, del puerto o de las tierras. Pero, por otro
lado, como hemos visto, esa crítica es mitigada por la comprensión de dichas actitudes en la coyuntura

21 Mujica, en la alocución del 11 de abril, afirma: “Debo pedir sentidas disculpas a quienes pude lastimar en estos días por
mis dichos y sobre todo que son, como nosotros, integrantes del sueño de Patria Grande y Federal”. Y concluye: “Y en
estos días en que estábamos hablando del artiguismo, de su planteo histórico, recordemos las consecuencias de la falta de
unidad que tuvo el respaldo del artiguismo” (11/04/13).

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y fundamentalmente porque, según Mujica, el carácter revolucionario de las ideas condujo al “drama”
de la gran división:

[La semilla del artiguismo] generó el germen político de nuestra nacionalidad, pero por otro lado es
también la historia de las divisiones internas y fue el drama de las divisiones internas, porque
paralelamente, el carácter radical y muy profundo del artiguismo, si bien en el primer momento todos
los sectores sociales se prendieron a favor de la revolución por la enorme discriminación del poder
español que había, en la medida que la llama de la revolución se extendió en el tiempo y en el espacio,
la afectación de fuertes intereses económicos y el mensaje social profundo del artiguismo fue separando
gente, sobre todo clases acomodadas, importantes caudillos terratenientes etc., alguien diría por ahí: la
revolución nos prometió un paraíso y nos metió en un infierno, y no voy a dar el nombre de ese alguien
porque la unidad nacional es un factor importante. Por eso, estos dramas nos iluminan pero también
tienen que servirnos con la sumatoria de otros dramas; si bien la historia nos separó, nada ni nadie
puede descuajarnos esta historia. (05/04/13)

La primera lección del artiguismo, entonces, es cuidar la unidad nacional,22 para lo que es
necesario matizar “el carácter radical y profundo” de su pensamiento. Por esto, lo “revolucionario”,
como mencionamos, caracteriza las ideas ya consumadas, al menos formalmente, como la de la
República, la Independencia y el Federalismo. Consideración aparte merece la Reforma Agraria, sobre
la que se afirma que no se puede efectuar. En la última emisión considerada, la del 30 de abril, Mujica
cierra la cuestión del artiguismo asociándolo con las reformas sociales realizadas por el Frente
Amplio:

Desde 2005 hasta la fecha, siguiendo esa visión que nos viene desde el fondo de la historia del
artiguismo, se fue tratando de concretar sucesivos aportes en lo laboral: la protección de la libertad
sindical, generando más de 40 normas; la Ley de negociación colectiva; la Ley del trabajo doméstico,
las sirvientas olvidadas; la Ley de ocho horas para los trabajadores rurales; la de tercerización. Se
mejoró el acceso al seguro de desempleo, a las asignaciones familiares, a los beneficios jubilatorios
hacia las mujeres. Pegó un salto el salario mínimo, que de $ 1310 en el 2004 ahora está casi en los
$ 8000 y el aumento de ese salario mínimo mucho tiene que ver con haber atacado la pobreza y la
desigualdad, sobre todo en las áreas más profundas de la ruralidad del Uruguay, el Uruguay olvidado,
donde paradojalmente hoy existe la tasa de pobreza más baja de todo el país, cuatro y algo por ciento.
(30/04/2013)

La visión que viene desde el fondo es aquella célebre frase del artículo 6º del “Reglamento de
tierras” ya citado que explicita la segunda lección artiguista: “Que los más infelices sean los más
privilegiados”. Pero Mujica afirma luego: “Semejante afirmación traducida a nuestro lenguaje, a
nuestro tiempo, tiene una magnitud de consecuencias a veces muy difíciles de entender y que
naturalmente tienden inexorablemente a dividir la sociedad” (30/04/13). En este sentido, la memoria
discursiva del artiguismo se actualiza en dos lecciones, la de mantener la unidad nacional y la de

22 Esta idea también está presente en el discurso de asunción, que se realiza frente al monumento de Artigas: “¿Qué
simboliza este monumento? Este monumento simboliza para los uruguayos dos cosas: unidad nacional y concepción
latinoamericana”.

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privilegiar a los más necesitados. Esto puede lograrse solamente abandonando el carácter
revolucionario de las ideas y promoviendo reformas sociales que no lastimen intereses económicos
que desgarren la sociedad uruguaya. En este punto, creemos que se articula la configuración discursiva
de Artigas con la práctica política del gobierno del FA. En este sentido, seguimos la hipótesis
propuesta por Traversa, quien analiza las políticas del FA en el gobierno hasta 2008, en relación con
las reivindicaciones tradicionales de la izquierda:

Nuestra hipótesis fundamental es que el contexto económico y político del Uruguay, y su inserción en el
mundo, han favorecido un progresivo decantamiento programático del FA en favor de propuestas de
redistribución progresiva del ingreso, por encima de propuestas maximalistas de reestructuración radical
del aparato productivo (Traversa, 2010: 213).

7. Conclusión

Entonces, Mujica se inscribe en la memoria discursiva del artiguismo, rechaza la versión de la


leyenda negra y presenta un Artigas ideólogo, democrático y republicano, como figura de concordia.
Retoma pulida la versión revisionista –similar a la del “revisionismo relativo” de Seregni, según Rilla–
y de la izquierda en relación con las demandas de los más “postergados”. Se asienta sobre la memoria
externa de la izquierda uruguaya y contribuye a ella con su enunciación a través de la cual introduce
una inflexión respecto de esa tradición que tiende a crear una memoria interna. Esta modificación se
relaciona con que le atribuye a Artigas responsabilidad en los dramas de la historia, debido al carácter
revolucionario de sus ideas. Esta múltiple inscripción se aúna con la configuración de un enunciador
vacilante y ambiguo que duda entre explicar, comentar, comprender y justificar al menos parcialmente
los conflictos, para evitarlos en el presente. En este sentido, Mujica recupera la figura del prócer,
desplazando los conflictos al pasado y proyectando la necesidad de prevenirlos en el presente. De esta
manera, las reformas sociales son medidas acordes a la coyuntura que deben favorecer cautamente a
los menos privilegiados, pero que deben ser prudentemente negociadas con “los diversos sectores”
para no fragmentar la sociedad, que celosamente escucha su columna radial o recoge sus declaraciones
a través de los medios gráficos y/o televisivos de un lado y del otro del Río de la Plata.

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Fuentes
Alocuciones del presidente José Mujica disponibles en:
http://www.presidencia.gub.uy/presidente/palabras-del-presidente/inicio-palabras-del-presidente

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