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-b’ Jean

banana milk ★ taekook OS

𝘃𝗲𝗻𝗱𝗲𝘁𝘁𝗮: 𝘁𝗵𝗲 𝘀𝗲𝗿𝗶𝗲𝘀 | ❝Mientras yo me masturbo y meto este


enorme dildo dentro de mí, quiero ver tus manos al aire. No
puedes tocarte si yo no te doy permiso. ❞

Jungkook es el esposo mimado de Taehyung. Un adicto al


trabajo que aún en domingo no puede dejar su obsesión por el
trabajo atrás.

Cuando Jungkook despierta horas más tarde, se da cuenta que


alguien ha tomado la última leche de plátano y él tiene un plan
maestro para torturar al culpable.

ま (𝟎6) saga: "vendetta".

⿻🥛› taekook

taetop ! koottom

-b’ Jean
intro

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por bethgateer Following

❝—Sabes lo territorial que soy con mi leche de plátano. Tenía


muchas ganas de tomarme ese último cartoncito. —remarca—
Por loque hay un castigo que debes de pagar, ¿lo entiendes?❞

𝘃𝗲𝗻𝗱𝗲𝘁𝘁𝗮
La venganza debe su significado a la forma de castigo que es
aplicada por una persona que ha recibido maltratos, insultos o
cualquier acción que se considere dañina.
La víctima luego de haber recibido la agresión tras sentirse
afectado decide tomar represalias en contra de su agresor
realizando a su vez actos directos o indirectos que lo
perjudiquen.
tags / advertencias:
tae top / koo bottom / one shot / contenido explícito / smut /
Sexto libro de la serie "Vendetta" en colaboración con mi
querida glori (recomendadísimas todas sus obras de arte)

-b’ Jean
Cada uno de los libros tendrán diferente trama y son de
universos alternos, por lo que ninguno es continuación del
otro.
(La lista de libros pertenecientes a la serie se irá actualizando
en una lista de lectura que pueden encontrar en mi perfil.)

-b’ Jean
luxurious

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por bethgateer Following

Jungkook está aburrido. Hambriento también.


Ha pasado más de medio día encerrado en su habitación.
Revisa de tanto en tanto las repetitivas notificaciones en su
nuevo celular. Intercambia un par de mensajes en el chat
grupal con sus amigos de internet. Devuelve su atención al
televisor, donde se transmite la octava película del día que al
igual que las siete anteriores, no puede terminar de ver porque
son demasiado aburridas.
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Su estómago empieza a hacer ruidos, él se estremece por la
sensación.
Es domingo, su esposo -Taehyung- abandonó la habitación
desde muy temprano. Recuerda en una ligera memoria, lo
borroso de su figura dándole un cómodo beso que dejó al
menor deseando un mañanero. Pero Taehyung lo dejó
durmiendo, porque necesitaba ir a trabajar para seguir
manteniendo el hogar.
Ya es medio día, el personal de la mansión tomó su descanso
de la semana, por lo que Jungkook no ha recibido su desayuno
en la cama como de vez en cuando. Tampoco ha podido hablar

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por teléfono con Taehyung. Ha tenido ganas de charlar con él
todo este rato, pero una de las reglas que tiene Kim es no
interrumpirle mientras trabaja. Es un ergómano, o como él
prefiere llamarle al slang; workaholic.
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Ahh, vivir con una persona así es raramente atractivo.
Aunque debe de admitir que se preocupa también por él. Es
frustrante verle padecer con una extraña obsesión por
desgastar su cerebro o maltratar su vista tras un computador
en una oficina.
Se casaron cuando Jungkook cumplió los 21, hace
exactamente tres años. Muy joven, lo sabe bien (y sus padres no
dejan de repetírselo) pero había quedado enamorado de ese
hombre trabajador que lejos de estar dispuesto en cumplirle
sus caprichos o berrinches, siempre estaba para darle los
mejores ánimos cuando andaba bajoneado.
Jungkook tiene ahora 24, Kim 34. 10 años de diferencia que no
tiene peso en el amor indiscreto y sin prejuicios que se dan día
con día. (Además su esposo es como los buenos vinos, entre
más viejo se pone, se vuelve más bueno).
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Vuelve a revisar el celular, las mismas notificaciones de hace
diez minutos. Y la respuesta que ha estado esperando no llega.
Era un nene consentido. No lo negaba.
Le gustaba mucho que Taehyung le cumpliera sus caprichos, le
atraía la idea de saber que Kim siempre estaría dispuesto en
satisfacer esas pequeñas necesidades.

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Esta vez, le había pedido que le subiera la leche de plátano que
dejó refrigerando desde la noche anterior. Pero era ya muy
predecible que, al estar encerrado en su despacho, Taehyung
no iba a siquiera revisar su celular.
Sus entrañas hambrientas están rugiendo extremadamente
fuerte en busca de al menos una migaja de pan. No es que él no
cocine, lo hace, muy delicioso, de hecho. Siempre deja
encantado a Taehyung cuando lo sorprende con exquisitos
platillos en la mesa. El asunto cambia drásticamente cuando
tiene que cocinar para él, es completa y absolutamente
diferente. Le da pereza hasta de servirse un simple vaso de
hielo con agua.
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Se plantea por cuestionables minutos sobre qué es lo que debe
hacer. Si esperar a que su esposo se dé cuenta del mensaje
cuando ya haya muerto del hambre o, ganarle a la pereza que
le gobernaba su joven cuerpo y bajar por su propia cuenta a la
cocina para tomarse ese delicioso trago de leche de plátano.
Sí, era mejor hacer lo segundo.
Se levanta de la cama, dejando de lado el peluche de tigre que
abrazaba hace unos momentos y que le recordaba muy bien a
su esposo. Sentado en la orilla, busca tentativo con sus pies las
sandalias negras de lana. Cuando las encuentra, tapa bien sus
pies y se dispone en caminar con pesadez.

A pesar de que no hay nadie que haga la limpieza, cuando se


encuentra en el pasillo todo afuera está tan impecable. Puede
ver hasta su desastrosa figura mañanera en el blanco azulejo

-b’ Jean
marmoleado que escogió cuando Taehyung le pidió
sugerencias para una remodelación.
En ese gran espacio que habían adoptado ambos como hogar,
el color blanco protagonizaba la mayor parte del área.
Exceptuando los pequeños detalles de madera negra que
resaltaban a la vista como un moderno balance. Muy
minimalista para Taehyung, muy de "Pinterest" como lo
llamaba el menor. Todo fue elección por el más joven, el blanco
le traía bastante tranquilidad y Kim no se quejaba, le gustaba la
elección dada.
En su camino, se topó con la pared que tiene pegada la escalera
por la que tiene que bajar CASI todos los días, pues de vez en
cuando, Kim lo toma entre sus brazos y le ahorra el trabajo. En
ella, está una gigante pintura en óleo de la familia Kim-Jeon.
Dos hombres amantes, -que cualquiera que los viera pensaría
que son de la misma edad (Kim siendo un maldito traga años)-
y tres perros que aman tanto y cuidan como si fueran sus hijos
humanos. Tanto así, que los llevan a escuelas con profesionales
entrenadores, paseos por la ciudad o playa, y citas a lujosas
estéticas caninas bajo el cuidado de reconocidos estilistas. Son
igual de consentidos que su dueño.
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Entre más cerca se encuentra de la cocina, su hambre despierta
aún más. Encontrándose cada vez más deseoso, más ansioso
por abrir el refrigerador. De encontrarse con esa leche de
plátano y saborear cada gota milimétrica que la compone. No
lo pueden juzgar, aunque es un adulto, adora el dulce sabor en
su paladar desde que tiene apenas memoria.

-b’ Jean
¿Café amargo? No, leche de plátano.
¿Refresco? Gracias, él ya se ha servido leche de plátano.
¿Un vaso con agua? No, prefiere un cartón de leche de plátano.
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Taehyung es al trabajo como Jungkook a la leche de plátano.
Sin embargo, cuál es su trágica sorpresa, que despegar las
puertas del refrigerados, sus pupilas desesperadas se
encuentra con la repentina desaparición de la cajita. Sin darse
por vencido, explora desesperado cada rincón del refrigerador,
en cada posible escondite dentro del freezer, pero nada, sus
intentos son en vano. No hay rastro de lo que dejó la noche
pasada para el disfrute del día de hoy.
—Maldita sea, estoy seguro que lo dejé aquí.
Sus murmullos se quedan únicamente para él. Intentando
convencerse que no era un loco y que recuerda perfectamente
la posición exacta de la cajita llena del contenido.
La desesperación de su pecho empieza a manifestarse en su
bonito rostro. Sosteniendo un largo puchero, arrugando su
nariz y juntando en una línea sus pobladas cejas. Se pone rojo,
conteniendo las ganas de llorar ahí mismo y largarse a su
habitación a hacer un berrinche que nadie escuchará.
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—¿Y si...?
No, hyung no pudo haber hecho eso.
Atemorizado, camina hasta el cesto de basura plateado en una
de las esquinas. Aprieta sus ojos cuando presiona el pedal que
levanta la tapa que cubre la basura.

-b’ Jean
Parece que se ha topado con el mismo diablo en el infierno
porque grita en un berrinche.
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¡Su leche de plátano!
El cartoncito amarillo no sólo está completamente terminado,
habría sido cruelmente torturado. Se encontraba todo doblado,
apachurrado e imposible de reconocer a simple vista. No lo
contiene más y llora. Llora a mares porque ese era el último que
le quedaba de la semana. Esta triste y está enojado. Triste
porque no puede ir a comprar otro en esos momentos. Lo
segundo porque tomaron algo que era suyo.
¿Era por eso que no respondía los mensajes?
Él no planeaba dejarlo pasar por alto. Ese tonto hyung las
pagaría todas, le hará recordar en una sucia venganza que no
debió jamás tomarse su última leche de plátano.
De mala gana, y estando rojo todavía por las lágrimas
berrinchudas, termina sacando un par de huevos blancos, un
paquete nuevo de tocino ahumado y un unas cuantas verduras
que de mal genio se dispone en saltear. Su cara no deja de
demostrar fastidio ante su esposo, pensando cómo es que le
pudo hacer eso sabiendo lo egoísta que es con lo que considera
sus pertenencias. Especialmente su leche de plátano.
Eso que sabe que es prohibido. Eso que no se puede siquiera
ver o tocar ¡mucho menos bebértelo!
Se queda varios minutos en su celular, revisando de vez en
cuando la fotografía que tiene de fondo de pantalla. No deja de
pucherear y tampoco tiene una mente maestra que le guíe por

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un buen camino hacia grandiosas ideas que hagan llorar a su
esposo en el proceso de dulce venganza.
Navega por otras aplicaciones, intercambia mensajes en el chat
grupal de sus amigos y ya hasta habló por teléfono con sus
padres. Su mente sigue en blanco, es así hasta que el timbre
suena y lo hace despertar de su trance.
Aún en pijama, corre hasta la puerta. Al abrirla, sus orbes
canela se encuentran con un sonriente repartidor de
paquetería.
—¿Señorito Kim Jungkook?
Uhm, si tan sólo supiera que en esos momentos tiene absortas
ganas de sacarse el apellido contario.
—Ese soy yo, sí.
—Oh, hay un nuevo paquete para usted. La fecha de entrega
estaba pospuesta para la próxima semana, pero al ser usted un
cliente frecuente, el departamento ha hecho una excepción.
¿Entrega hasta la próxima semana? Es un aficionado a las
compras por internet, ha pedido tanto que ya ni siquiera
recuerda qué es exactamente.
—¿En serio? ¿Qué será? —dice sonriente. Se apresura en ver la
etiqueta de donde proviene dicho paquete, al terminar, sus
mejillas se tornan muy rojas. Dejando en evidencia que no era
tan inocente cómo el de paquetería anteriormente idealizaba.
—Necesito su firma aquí.
Jungkook hace caso, realizando todo el rutinario
procedimiento sin poder verle ya a los ojos. Se despide
amablemente, y entra de nuevo a su casa creyendo que ese ha

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sido el momento más bochornoso por el que ha tenido que
pasar en sus cortos días de vida.
Lleva los trastes sucios al fregadero, limpia muy por encima el
área que utilizo y con la caja en manos corre a su propia
habitación. Duda en si se tropezará por lo veloz que está
siendo. Le pone candado a la entrada, disparatado se sienta en
el escritorio. Busca su cúter, lo pasa entre medio de las cintas
adhesivas que mantienen bien resguardado el contenido.
El paquete provenía de "Peaches", una famosa tienda de
internet reconocida por sus artículos especializados en el
placer para adultos. Influencers con millones de seguidores han
promocionado la marca y admite que la ha visto
indiscretamente en videos porno que de vez en cuando ve
cuando su esposo sale de viaje y no tiene quien lo consienta
más que sus propias manos.
En el interior de la caja hay distintos trajes cortos que sirven
bien como lencería. El que más llama su atención y el del
porqué se había decidido en hacer la compra era un muy
diminuto traje de conejito playboy. Llevaba incluido unas
enormes orejas para colocarse en una diadema, al igual que
medias de rombos que cubrirían exóticamente sus enormes
piernas carnosas.
1
Eso es sólo la compra menos indulgente.
Porque bien resguardado, se encuentra dentro un par de
juguetes sexuales que lo estaban dejando con la emoción
resguardada en su estómago. Plugs anales de diferentes tipos
de cola de animales, anillos, un set de dildos de cristal con
ositos de diferentes tamaños, esposas de peluche rosas y un

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vibrador rosita pastel que lo dejó enternecido por lo lindo que
era.
Toda esa compra la había hecho muchos meses atrás,
pensando justamente que llegaría justamente en el tercer
aniversario de su boda y que podría jugar con ellos junto a
Taehyung. Alguna vez habían platicado sobre esa curiosa
experiencia, Kim dejó muy en claro que sería muy excitante
verlo jugar él sólo con los dildos, masturbándose para él y
dejando que aquel lo observara desde una distancia
considerada, tocándose a la par también.
Lo hizo pensando nada más que en eso, porque estaba
completamente dispuesto en complacer todos los fetiches de
ese hombre caliente, porque a pesar de ser un mimado, no se
negaba en complacer también. Sin embargo, la situación
problemática en la que su esposo lo había dejado esa mañana y
esa inesperada entrega le hizo reconsiderar qué es lo que haría
exactamente con la lencería y los juguetes.
No pasó mucho tiempo para que su maliciosa mente diera con
la venganza perfecta con la cuál haría al otro arrepentirse de
todos sus malos actos que lo dejaron con un vacío en su
estómago. Literalmente.
Mientras esteriliza personalmente y en silencio los juguetes,
deja preparando la bañera con agua caliente, con jabones
aromáticos y relajantes.
Está nervioso porque será su primera vez adentrándose en esa
lujuriosa tranvía, sus piernas no dejan de temblar al imaginar
que puede que haga todas las cosas mal. Pero hay otra voz en
su interior que se empeña en recordarle que todo resultará
justo como lo tiene planeado.

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Camina al cuarto de baño, retira su pijama rosada de seda. Se
adentra cuidadosamente a la bañera, aflojando sus músculos,
relajándose al instante. Pasó la esponja de baño por cada
rincón de piel, se afeito muy bien el cuerpo y lavó su cabello a
tal punto de poder hacer infantiles figuras de jabón sobre su
cabeza.
Quería pasar mucho tiempo ahí, disfrutaba como no tenía idea
el contacto del líquido caliente contra los poros de su piel. Pero
debía apresurarse antes de que se le pasara su enojo con
Taehyung.
Envuelve su cuerpo mojado con una bata con la textura que le
hará secar mientras se lava bien los dientes y desenreda su
sedoso cabello.
Gracias a la crema que compró la semana pasada, es que sus
piernas, brazos y rostro son muy bien humectados. Se echa su
loción favorita por detrás de sus orejas, en el cuello y sus
muñecas. También se maquilla, natural y simple. Quiere que
sus ojos resalten en un delineado de gato, sus pestañas
incrementan de volumen por el rímel y sus labios ahora se ven
más brillosos gracias al gloss.
—¿Qué debería probar? ¿El traje de playboy o la pequeña
minifalda rosada de cuadros?
Golpea su barbilla con su dedo índice.
La primera opción se supone que era estrictamente para su
aniversario de bodas, pero eso ahora ya no importaba.
Con dificultad por lo ajustado que era todo. Se sube las medias
de rejilla hasta su cintura, las cuales, tienen un enorme agujero
libre en el área de sus genitales. En especial en su trasero, no le

-b’ Jean
sorprende al tratarse propiamente de lencería, pero le hace
sentir expuesto.
Sigue el body completamente negro, es de terciopelo y en el
pecho, se destaca un provocativo encaje. Debe ajustarlo por la
parte de atrás, no es problema para él, tiene brazos muy
flexibles que le permiten hacer el moño. En el proceso, pellizca
la colita blanca de conejo.
Termina con las muñequeras, el cuello de tela en forma de
collar y la diadema con las enormes orejas de conejo. Una de
ellas, levemente doblada.
Ve su reflejo en el espejo de cuerpo completo, se ve tan sexy
que se cuestiona si sigue siendo el mismo que hace un par de
horas tenía una pijama vieja con un nido de pájaros como
cabellera.
Empieza el plan, cubre su cuerpo con una bata larga de seda.
Se echa a la cama, toma su celular y da inicio a la videollamada.
Al ser aceptada en cuestión de segundos, no dirige su mirada a
la cámara. Con un puchero sostenido, la dirige a otro punto de
la habitación con tal de no ver a Kim.
—Buenos días, mi amor, ¿se ofrece algo?
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¡AH! ¿Cómo puede?
—¿Y ese lindo puchero? ¿Pasa algo, nochu? ¿Tuviste otra
pesadilla en la cual te engañaba?
Já, de ser así ni siquiera se tomaría el atrevimiento de llamarle.
La primera vez que eso sucedió, no le dirigió la palabra por un
día entero.

-b’ Jean
—¿Por qué no hablas? ¿Se trabó la imagen? —Jungkook sigue
sin hablar. Está en serio conteniéndose las ganas de no caer en
esa dulce voz de su esposo— ¿Quieres que suba? Sigo en mi
despacho, en la casa. Te escuché hace unos minutos en la
cocina, supongo que ya desayunaste.
¿Así que lo escuchó y ni siquiera salió de su adicción para ir a
verlo o a pedir disculpas por tomarse su leche de plátano?
—No quiero que subas. —responde tajante.
—Pero ¡Hey! —Taehyung intenta llamar su atención tirándole
besos que el menor no planea doblegarse en recibir—. ¿Qué
hice, mi amor? Ya sé que llevo mucho aquí y que es domingo,
pero pronto acabaré.
—Te tomaste mi leche de plátano.
Ohhh, Taehyung ríe sincero creyendo que el reproche de
Jungkook, su lindo esposito, es nada más una broma.
—Estaba muy rica, hace tiempo que no tomaba una. Su textura;
similar a la nieve de lo helada que estaba.
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Okey, eso había hecho hervir su sangre más de lo que ya
estaba.
—¿Por qué lo hiciste, Taehyung? —Jungkook en el proceso de
pregunta, se levanta de la cama, enciende la computadora Mac,
traspasando la videollamada del celular a su laptop. Donde la
calidad de la imagen es mejor, donde se puede ver mejor lo que
lleva puesto. Sin embargo, sigue sin ver directamente a
Taehyung. Empeñado en su berrinche cual infante.

-b’ Jean
—Había un corazón dibujado con marcador negro en la corteza
de la caja, pensé que lo habías dejado para mí, adem- —calla
inesperadamente cuando Jungkook deshace el nudo de la
bata, dejando expuesto su lencería.
Taehyung ahora apenas puede ver a la cara al pelinegro. Sus
ojos se van de lleno al cuerpo de reloj de arena de Jeon, a su
cintura de avispa y los muslos blancos como la nieve que
apenas puede ver. Como si de magia se tratara, una erección
temprana aparece debajo de sus pantalones ocasionada por la
imagen tan irreal de la que está siendo testigo.
—Sabes lo territorial que soy con mi leche de plátano. Tenía
muchas ganas de tomarme ese último cartoncito. —remarca—
Por lo que hay un castigo que debes de pagar, ¿lo entiendes? —
finalmente sus orbes hacen contacto con los lujuriosos de
Taehyung.
—¿C-castigo?
¿Eso es un castigo? Taehyung cree que más bien lo están
recibiendo en el cielo al ver a Jungkook con ese trajecito que lo
está calentando sin siquiera tocarlo.
—Sí. Mientras yo me masturbo y meto este enorme dildo dentro
de mí, quiero ver tus manos al aire. No puedes tocarte si yo no
te doy permiso.
—Pero, Jungkook, mi am-
—¡Quiero ver tus manos al aire dije! —reprende mandón. Una
sonrisa se extiende abiertamente por todo su rostro—. No
quiero o que apartes la mirada, cierres los ojos, bajes tus
manos o te muevas de lugar. ¿Entendido? Quiero que
permanezcas en tu sitio, torturándote.

-b’ Jean
Efectivamente, Taehyung obedece a su travieso esposo. Sus
manos con palmas abiertas ahora se muestran en la
videollamada, siguiendo el divertido juego del que cree
ninguno va a resistir por mucho tiempo.
—¿Ves mi traje? —Taehyung alza sus cejas, asintiendo mientras
traga gordo.
Jungkook está sentado sobre sus piernas, reposando sus
glúteos sobre sus pies. Toma una de las almohadas y la coloca
debajo de su entrepierna, Taehyung ya está prediciendo en su
mente las averías del menor.
—Hyungie, oh~ hyungie —grita alto. Jungkook echa su cuello
hacia atrás, viaja ambas manos a la región carotidea, con sus
todos dedos apuntando a su mandíbula. Mientras lleva su
mano derecha a su boca para chuparse los dedos, su zurda está
paseando lentamente por todo su cuerpo.
—Mi amor, no puedes hacerme- —Taehyung vuelve a tragar
gordo al ver a Jungkook posicionándose mejor sobre la larga
almohada roja—. No puedes hacerme esto cuando he estado
pensando en ti todo el día.
Jungkook ignora el morreo de voz ronca, se concentra en que la
cámara de su laptop enfoque bien la frotación en pequeños
círculos de su miembro contra el cojín que le da soporte.
La vista ahora es lateral izquierda. Taehyung ve el enorme
trasero de su esposo y las lechosas piernas blancas que exigen
a gritos desesperados ser liberadas. Jungkook se impulsa hacia
enfrente con sus caderas, dando un comienzo de sube y baja
sin dejar de lado la parte frontal del cojín. Su pene ya está
resaltando prominentemente por debajo del body, que para

-b’ Jean
Taehyung, es insoportable. Le prohíben la vista completa al
cuerpo desnudo de su esposo.
La fricción es tan deliciosa que Jungkook no evita los gemidos,
quejidos suaves pero no indiscretos que ponen a Kim deseando
tener un poco más.
—Hyungie, todo es tan rico. —vuelve a echar su cabeza, aunque
eso ya no es suficiente para descontar el placer que se dispara
como dinamita en su interior.
Taehyung ve con detenimiento al menor quitarse
desesperadamente el body. Y desea ser él quien lo haga, desea
ser él quien deshaga los nudos delicadamente del corsé, anhela
que sean sus manos quienes pasen por su suave piel nívea
durante el proceso de desnudamiento. También necesita
desabrochar sus pantalones, bajar la bragueta y consentir,
aunque sea con sus propias manos a su pequeño compañero
de vida. Pero tiene que obedecerlo, tiene que seguir
soportando como su erección está a nada de romper sus
pantalones, y todo por tomarse un pequeño cartoncito de
leche.
Jungkook vuelve a frotarse contra la almohada, cada vez más
duro y cada vez más rápido.
El mayor es testigo de cómo el vengativo está ahora
derramando gotas de lubricante en el tronco de su pene y
masajea unos segundos hasta queda completamente
humedecido.
Ahora, mientras con una mano acaricia sus testículos, desliza
suavemente dos dedos hacia arriba y hacia abajo, a lo largo del
tronco del pene. Jungkook intenta mantener siempre el

-b’ Jean
contacto visual directo con sus ojos. Kim está a nada de
enloquecer.
Jeon gime fuerte y alto ante la sensación que golpea su interior
por el efecto secundario del tipo de humectante se echó.
—Por favor, déjame tocarme también, mi amor.
Se escucha un "mhm-mh" en tono de negación. Jeon vuelve a
su placentero acto. Sujeta la base de su pene firmemente y
rodea la punta, haciendo movimientos obscenos en círculos
con la palma de su mano ahuecada. Es ahí cuando todo parece
explotar, más para Kim, porque Jungkook no deja de jugar
provocativamente con el glande por la sensación tan eufórica
que está disfrutando.
—Taehyungie, ¿cuál era el animalito con el que me comparaste
hace unos días? —Jungkook desaparece de la vista de la
cámara.
Ahora a la vista del mayor, está su grande culo lampiño
expuesto, analizando directamente lo grande que se estaba
poniendo el pene del menor. Y aprovecha ese pequeño
descuido para desabotonar sus pantalones.
—No lo escucho, hyung. —oye apenas la voz dulce mimada.
—Conejito. Dije que eres mi conejito. —al ver a Jungkook en la
pantalla lleva sus manos a como un inicio, siendo bastante ágil
para los ojos del menor.
—¡Oh! Estamos de suerte, Taehyungie.
El menor no vuelve a decir nada. Echa un buen de lubricante en
el plug que ha escogido. Para la captura perfecta del lente de la
cámara, se ve perfectamente como se recuesta su abdomen y

-b’ Jean
pecho sobre el cochón, dejando su trasero alzado, se es
penetrado por el plug lentamenente hasta encajar
perfectamente en su culo. Jungkook desde lo lejos, asoma su
cabeza para corroborar que Taehyung no esté desobedeciendo.
—¿Te gusta, amor? ¿Te gusta verme con una bonita cola de
conejo?
—Jungkook, tu culo se ve tan hermoso. —elogia sincero, quiere
recurrir al dirty talk pero cree que de los dos, será él quien
menos resista.
Jungkook se veía jodidamente erótico, necesitaba tocarlo o iba
enloquecer. Ocupaba enterrar su verga al mismo tiempo que lo
hacía el plug en ese ano ahora tan dilatado.
—¿Me veo bonito, hyung? —la saliva se empieza a escurrir por la
barbilla de Jeon, sus mejillas están cada vez más rojas y su
cuerpo entra cada vez más en calor a tal punto de comenzar
sudar—. ¿Quieres tocarme? —cuestionó con diversión.
Taehyung ya no sabe ni cómo es que llega el aire a sus
pulmones o cómo es lo suficientemente fuerte para poder
articular con tranquilidad: —Mi amor, como no tienes idea.
Otra vez, otro pequeño silencio que fue interrumpido en
cuestión de nada con los jadeos del vengativo, al pasar unas
bolitas chinas entre medio de sus glúteos. El castaño mordió
sus labios al ver a Jungkook arquear su espalda, dejando
expuesto aún más su entrada.
Estaba doliendo ahora más que nunca.
—Quiero...¡ah! Necesito algo que me llene. —ya no es suficiente
el plug, necesita algo que lo penetre con determinación. Algo

-b’ Jean
que le toque repetitivamente su punto P. Sonrió cuando notó a
Taehyung aún seguir la mirada cuando él buscaba fuera de
cámara el enorme vibrador.
—Déjame ir arriba y follarte, Jungkookie. Mi enorme polla te
puede llenar muy bien. No seas tan cruel conmigo, no puedes
dejarme así sólo por un pequeño cartón de leche. —estaba
verdaderamente enloqueciendo con todo ese juego sucio
inesperado que el mimado se había armado contra él.
Aunque Taehyung insiste en dejar el castigo, ya es demasiado
tarde. Jungkook se acostó bocarriba, su ano seguía siendo bien
visto. Gimió mientras metía con una sola mano el humedecido
vibrador en su interior. Alzó su cabeza para ver a su esposo
pero fue tanta la excitación que golpeó su cabeza con las
almohadas, sus gemidos incrementaban al estar al tanto del
sonido del vibrador e imaginar la mirada de su esposo.
Quemado por los celos de no ser él quien lo penetrara o
mínimo poder darse autoplacer también.
Aprieta más sus pestañas porque se está retorciendo ahí mismo
en las sábanas blancas por los espasmos que le provoca su
pene bombear, abre cada vez más sus piernas, jugando con las
bolas chinas y el vibrador acabando con todo lo que le
compone.
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¿Cómo no había probado un juguete anteriormente? Entiende
ahora las razones del porque su lindo esposo quería verlo
satisfacerse así, era como entrar al cielo prohibido.
Ahora que conoce del placer auto-otorgado, ¿puede divorciarse
del enorme pene de su esposo y casarse con ese vibrador que le

-b’ Jean
pone las piernas como gelatina? Por que al menos, ese juguete
no va a terminarse su leche de plátano.
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Ya no sabe cuantas veces a gemido y desconoce
verdaderamente si Taehyung sigue presenciando el acto sin
tocarse, está sumergido de lleno en la exploración de ese
juguete rosado.
—Jungkook, abre la puerta, por favor.
Taehyung efectivamente ya no había resistido un segundo más.
Ni siquiera sabe como se las ingenió para llegar al segundo piso
sin que su pene explotara por el mínimo roce de sus pantalones
al caminar. Así que está esperando afuera, muy esperanzado,
de que Jeon le abra la puerta para dejarse follar como el animal
en el que se estaban convirtiendo ambos.
—¡Hy-hyung-g!~ —no, ni Jungkook puede estar al tanto porque
está a nada de correrse y llegar al orgasmo—. No lo dejaré
entrar. —grita rápido—. ¡Tampoco quiero que se toque!
Pero Taehyung ya no piensa seguir obedeciendo cuando los
gemidos de su esposos a escasos metros son tan insoportables
de escuchar. Así que lo hace sin más.
Está del otro de la puerta, tirando de su pene de arriba y abajo,
jugando con su punta, llevando a su mente el hermoso
recuerdo del culo esponjoso de su esposo siendo follado por un
juguete y lo erótico que escurría el lubricante entre sus piernas
atrapadas por las medias de cuadros. Esas orejas y cola de
conejo le ponen el toque, más cuando ha visto como los dedos
de sus pies se contraen por el placer.

-b’ Jean
Ninguno presta atención de las indicaciones del otro. Se
sumergen en el extasis de placer al que el propio Jungkook los
ha conducido. Y cuando el menor termina, abre de inmediato la
puerta, viendo justamente como su esposo termina en su
palma derecha. Sonriente, toma su mano y lame cada resto de
semen que pudo haber ensuciado a Taehyung.
+
No era la leche que esperaba esa mañana, pero que satisfecho
estaba.
6

-b’ Jean

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