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Metodologías
Lúdico-Participativas
Cuadernillo de contenidos
Módulo 3: Socioemocionalidad y
Metodologías Lúdico-Participativas
Línea Encargados/as de convivencia y/o
profesionales de la educación
Módulo y sesiones 8
Contenidos 9
1. Socioemocionalidad 9
2. Impacto de la educación socioemocional 11
3. Emoción, cuerpo y experiencia para un aprendizaje 13
significa�vo
4. La educación socioemocional para los desa�os actuales de 14
convivencia en las escuelas
5. Metodologías lúdico-par�cipa�vas 17
6. El juego como facilitador de la convivencia escolar 19
7. Consideraciones y desa�os 21
Referencias bibliográficas 23
Equipo de trabajo 26
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1. Presentación del módulo
Este documento presenta los contenidos del Módulo III Socioemocionalidad y Metodologías
Lúdico-Par�cipa�vas, el cual es un complemento teórico a las prác�cas forma�vas del curso
“Convivencia escolar y prevención de violencias de género en contextos escolares” que busca
significar un apoyo a las labores educa�vas de encargados/as de convivencia, equipos de
ges�ón y/o asistentes de la educación a través de herramientas para fortalecer sus prác�cas
pedagógicas relacionadas a la convivencia.
Las emociones de las y los estudiantes son parte fundamental de la experiencia que se vive en
la sala de clases. Diversa evidencia da cuenta de que el impacto de las emociones en el
aprendizaje, el desarrollo personal y la convivencia es complejo, por lo que no resulta posible
clasificar las emociones en posi�vas o nega�vas, sino que resulta más adecuado considerarlas
como señales valiosas que nos informan acerca de lo que sucede (Casassus, 2022). Lo posi�vo
o nega�vo sería aquello que detona la emoción, por ejemplo, algo que pueda presentarse como
placentero o una amenaza a la interpretación de quien está viviendo la experiencia.
Esto implica que, dependiendo del contexto, las emociones pueden resultar un facilitador u
obstaculizador para el logro de los obje�vos de educadoras y educadores y para el propio
bienestar de las y los estudiantes, impactando, entre otras dimensiones, en la ges�ón
pedagógica de la convivencia. El desa�o, entonces, no es cas�gar algún �po de emociones e
incen�var otras, sino habilitar el espacio del aula y la escuela como un lugar seguro para la
expresión de los sen�mientos, a la vez que se aprenden las competencias necesarias para la
iden�ficación de las emociones propias y ajenas y su comunicación aser�va.
La ges�ón consciente de las emociones y los vínculos afec�vos dentro del contexto escolar es
una oportunidad para transformar y mejorar la convivencia en las escuelas, pues las emociones
están involucradas en todos sus procesos: en las posibilidades de aprendizaje, en el desempeño
en las evaluaciones, en las relaciones entre pares, en la percepción iden�taria y la salud mental
de las y los estudiantes, en las expecta�vas de éxito o fracaso académico y en su
involucramiento en el aprendizaje (Pekrun, 2014); razones por lo cual resulta muy importante
que educadores y educadoras cuenten con herramientas para trabajar la dimensión emocional
de las y los estudiantes, obje�vo al que apunta la educación socioemocional.
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disímil habilidades blandas como la autorregulación emocional y la empa�a, así como también
se permiten de dis�ntamente desarrollar comportamientos abiertamente agresivos. Al
respecto, una inves�gación con estudiantes chilenos/as de enseñanza media, desarrollada el
2013, dio cuenta de la existencia de diferencias demostrables en desarrollo socioemocional que
favorecen a las mujeres, mientras que en lo que respecta a desarrollo cogni�vo no se
iden�ficaron diferencias significa�vas (Mathiesen, Castro, Merino, Mora, & Navarro, 2013).
Esto da luces de la directa relación entre la ges�ón de las emociones y los problemas de
convivencia asociados a la violencia de género, por lo que el desarrollo de habilidades
socioemocionales como la valoración y respeto de la diversidad se vuelven centrales para
desarrollar estrategias eficientes en la prevención de las violencias. Con esto úl�mo como
obje�vo, una estrategia concreta para trabajar habilidades socioemocionales con las y los
estudiantes son las metodologías lúdico-par�cipa�vas, las cuales permiten la inmersión en la
experiencia de aprendizaje al detonar la mo�vación intrínseca de las y los estudiantes mediante
el juego.
En defini�va, el desarrollo emocional no sólo resulta un propósito al que las escuelas deben
apuntar, sino que también cons�tuye un camino necesario de recorrer para el logro de
aprendizajes significa�vos. Esto quiere decir que el cerebro necesita emocionarse para
aprender y memorizar en el largo plazo los nuevos saberes adquiridos, obje�vo en el cual
resulta fundamental buscar didác�cas innovadoras que permitan a las y los estudiantes
mo�varse e involucrarse ac�vamente en la experiencia de aprendizaje, Por lo tanto, el juego se
plantea como una estrategia efec�va para el cumplimiento de los propósitos educa�vos, yendo
más allá de ser una forma de la mera diversión o el “jugar por jugar”.
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2. Obje�vos del módulo
1. Obje�vo general
2. Obje�vos específicos
Luego el módulo se enfoca en la discusión de los principios que guían el diseño y la u�lización
de metodologías lúdico-par�cipa�vas como estrategias didác�cas que permiten promover
aprendizajes significa�vos, par�cularmente en materia de habilidades socioemocionales
relacionadas con la expresión de emociones, el ejercicio de la empa�a y el reconocimiento de
la diversidad.
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3. Metodología del módulo
En el primer momento se realizará un Webinar o exposición de contenidos a través de la
plataforma Zoom, donde se presentarán los contenidos claves del módulo y se ga�llará la
conversación entre las y los par�cipantes sobre cada uno de los temas a trabajar.
El segundo momento consiste en trabajo offline por parte de cada par�cipante, el que se
basará en la revisión bibliográfica complementaria básica entregada en formato digital y la
realización de pequeños talleres de aplicación y transferencia de lo aprendido a la realidad de
cada establecimiento.
Webinar
(Exposición de Conversatorio
contenidos) Virtual
Trabajo
Offline
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4. Módulo y sesiones
MÓDULO 3 EDUCACIÓN SOCIOEMOCIONAL Y METODOLOGÍAS LÚDICO-PARTICIPATIVAS
Sesión 1 Webinar
Duración 90 minutos.
Conocer las caracterís�cas de la educación socioemocional y las metodologías
Obje�vos lúdico-par�cipa�vas como estrategias para promover la ges�ón pedagógica de la
convivencia escolar.
Trabajo offline
Duración 120 minutos.
Resultados Las y los par�cipantes son capaces de diseñar estrategias pedagógicas para la
Esperados ges�ón de la convivencia escolar u�lizando el juego como metodología.
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5. Contenidos
1. Socioemocionalidad
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Aprendizaje Social y Emocional (SEL, por sus siglas en inglés) y comprenden:
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2. Impacto de la educación socioemocional
Para lograr procesos educa�vos socioemocionales efec�vos es necesario tener en cuenta esta
dimensión, pues si no se realiza un análisis del contexto cultural y social en el que �ene lugar la
convivencia, la educación socioemocional corre el riesgo de poner el centro en la regulación
emocional de las y los estudiantes y su capacidad de manejar altos niveles de estrés y ansiedad,
con lo cual se volvería “un instrumento desde la educación básica para desarrollar mecanismos
de control, manipulación y reproducción de un sistema dominante” (Álvarez, 2020, p. 398).
En lo referido a la salud �sica, existen diversas inves�gaciones que dan cuenta de su relación
con la salud emocional, por ejemplo, al demostrar la existencia de un vínculo orgánico entre el
sistema nervioso y el sistema inmunológico que hace que el buen funcionamiento de uno
dependa del correcto funcionamiento del otro; al descubrir la influencia de las emociones
nega�vas en el debilitamiento del sistema inmunológico, mientras que emociones como el
buen humor, la esperanza y el op�mismo contribuyen a llevar mejor una enfermedad y facilita
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el proceso de recuperación; al dar cuenta de la existencia de relaciones significa�vas entre la
risa y el funcionamiento óp�mo del sistema inmunológico; así como los hallazgos que
evidencian los efectos nocivos para la salud del cor�sol y la adrenalina producidos por estados
constantes de estrés (Ader, 2007; Ader, Felten y Cohen, 1991; Godkin y Visser, 1999; Damasio
1996, 2001; Fernández Abascal y Palmero, 1999; Quesada y Pena, 1999, citado en Bizquerra y
Pérez, 2007).
Las interacciones complejas que se dan entre los factores sociales, psicológicos y biológicos
cuando se trabaja pedagógicamente las emociones le otorga a la educación socioemocional un
valor importante como herramienta para los establecimientos educacionales que se proponen
formar integralmente a sus estudiantes y que buscan constantemente contribuir a su bienestar
�sico, emocional y académico.
Pero, así como el pensamiento es inseparable de la emoción, también las emociones están
intrínsecamente vinculadas a los estados corporales. La emoción es alimentada y definida por
la disposición del cuerpo ante cierta experiencia, lo que implica que si las emociones son parte
importante del proceso de pensar, el cuerpo también lo es. Las inves�gaciones en el campo de
la neurociencia realizadas por Damasio y sus colegas dieron cuenta de que cuando el cuerpo y
las emociones se desvinculan del proceso de cognición, no hay aprendizaje ni conducta racional
(Hannaford, 2008).
En la misma línea, inves�gaciones sobre las conexiones del sistema límbico -la estructura
cerebral encargada de procesar las emociones y dirigir el comportamiento- han mostrado que
para lograr aprender algo y recordarlo, primero debe haber un es�mulo sensorial, una relación
emocional personal con el saber y movimiento (Hannaford, 2008). Otros hallazgos de la
neurociencia han dado cuenta de que para aprender es necesario emocionar al cerebro,
específicamente mo�vando la curiosidad y despertando la atención sobre aquello que se
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espera sea aprendido. Al desarrollar el aprendizaje en el marco de una experiencia agradable,
se ac�va el hipocampo y los nuevos saberes se registran en la memoria de largo plazo, mientras
que en las experiencias vividas como emocionalmente amenazantes se ac�va la amígdala,
preparando el al cuerpo para una lucha o huida y dificultando con esto la capacidad de retener
el aprendizaje (Goleman, 1995 citado en Álvarez, 2020).
Esto pone el desa�o a educadores y educadoras de reconocer las emociones que están
construyendo el clima de aula y probar diversas estrategias para ges�onarlas en función de los
obje�vos de aprendizaje. En este sen�do, Pekrun (2014) señala que existen cuatro ámbitos
emocionales que se desarrollan en los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro de la sala que
conviene que sean considerados para su manejo consciente. Estos son:
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4. La educación socioemocional para los desa�os actuales de
convivencia en las escuelas
En dicho contexto, bajo el influjo del pensamiento occidental racionalista, la escuela consideró
la razón como la más elevada de las cualidades humanas, relegando a un segundo plano al
cuerpo y a las emociones; llegando incluso estas úl�mas a ser consideradas como factores
disrup�vos del proceso de enseñanza-aprendizaje, centrado exclusivamente en la transmisión
de conocimientos y la imposición de normas sociales. De ahí que la escuela tradicional pueda
ser descrita como “an� emocional” y caracterizada a par�r de su función controladora: “se
controla el �empo, la mente, el cuerpo y por cierto se intenta controlar las emociones”
(Casassus, 2007, pág. 236). Lo cual �ende a generar un clima emocional de aula marcado por la
sensación de inseguridad y por la falta crónica de reconocimiento y sa�sfacción de las
necesidades emocionales del estudiantado.
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Desde un enfoque pedagógico socioemocional se releva la importancia de desplegar un
enfoque comprensivo de la conflic�vidad escolar que apunte primeramente a develar las
causas de los conflictos, yendo más allá de sus expresiones puntuales y visibles bajo la forma de
crisis; y que incorpore una perspec�va de género que permita visibilizar y problema�zar los
modelos de masculinidad y feminidad hegemónicos, evidenciando que se trata de expresiones
que responden a procesos históricos, culturales y de socialización más que a fenómenos
“biológicos” o “naturales”, pudiendo por ende ser transformadas con miras a construir
relaciones que permitan una mayor igualdad entre los diferentes géneros.
Para potenciar la convivencia escolar se debe construir una dinámica social basada en la
interrelación y la influencia mutua entre actores educa�vos en un proceso de constante
sinergia y retroalimentación. Esto significa desarrollar una pedagogía crí�ca que propicie
espacios de par�cipación y entendimiento mutuo: “la par�cipación incluye el fortalecimiento
del pensamiento democrá�co para asumir los problemas y las alterna�vas de solución del
mismo.” (Ramírez, 2008, p. 109). Así entendida, la par�cipación registra un reconocimiento
mutuo amparado bajo un ideal de reciprocidad dentro del ejercicio comunica�vo (Garrido,
2015). A par�r de nuestra experiencia, para conseguir condiciones de comunicación afec�va y
efec�va que permitan desplegar procesos de enseñanza-aprendizaje crí�cos y reflexivos, es
necesario promover el desarrollo de tres pilares socioemocionales: el reconocimiento de las
emociones propias y ajenas, el ejercicio ac�vo de la empa�a y la valoración de la diversidad.
Reconocimiento de emociones
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las comunidades educa�vas y un entendimiento más profundo de variables que afectan las
formas de socialización y que no siempre consideradas dentro de los marcos ins�tucionales. En
este sen�do, Duschatzky y Slkiar (2000) plantean que en la educación formal las emociones son
tratadas de manera subalterna con respecto a la razón. Si bien de manera tradicional el estudio
de las emociones es abordado como una cues�ón individual que responde a procesos químicos
o psicológicos, es fundamental que un ejercicio pedagógico orientado hacia una alfabe�zación
emocional comprenda estas como el resultado de procesos sociales y colec�vos que son
construidos en un marco cultural e históricamente situado. Por lo tanto, la ausencia de una
adecuada integración de la emocionalidad en el proceso educa�vo significa una debilidad en la
formación de actores sociales con compromisos solidarios y colec�vos en la medida que las
emociones responden a construcciones sociales (Ahmed, 2004). A par�r de allí, se plantea que
un trabajo en torno a la emocionalidad es un factor fundamental para erigir relaciones
pedagógicas más justas y dotadas de un mayor contenido dialógico.
Empa�a
Diversidad
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la interpretación del otro/a. La primera es cons�tuirlo como fuente de todo mal, en la que
prima una demonización y nega�vidad en base a una lógica binaria que establece un
afuera/adentro para pensar la normalidad. La segunda reconoce a los otros como sujetos
plenos de una marca cultural, predominando imaginarios sobre iden�dades universales y
homogéneas. La tercera es configurar al otro como alguien a quien tolerar. Ante este escenario,
entendemos que la diversidad implica necesariamente problema�zar la configuración de la
normalidad y la diferencia como elementos indisociables (Matus, 2005, Matus y Infante, 2011a,
2011b, Matus y Rojas, 2015). Esto supone observar crí�camente la naturalización de la
dicotomía centro/margen que históricamente ha producido el currículo y la escuela, pues se
cons�tuyen como disposi�vos productores de subje�vidades homogeneizadoras y esencialistas
que dificultan ver más allá del prisma dominante. También implica entender la promoción de la
diversidad como acción polí�ca, donde el respeto emerge como una opción reflexiva y no
inercial de aceptación del otro/a. La diversidad es una condición para la existencia de una
convivencia genuina pues propicia la posibilidad de diálogo entre actores reconocidos
mutuamente como dis�ntos entre sí, permi�endo la superación de situaciones de violencia
“toda vez que es contraria a la marginación, a la segregación, a la homogeneización, a la
discriminación, todas ellas ac�tudes perversas que obstaculizan o alteran la convivencia
humana en la sociedad y la escuela.” (Arístegui, et al., 2005, p. 147).
5. Metodologías lúdico-par�cipa�vas
Las metodologías que u�lizan el juego como medio para el aprendizaje significa�vo han
adquirido cada vez mayor repercusión en los contextos educa�vos debido a que los estudios
que han abordado sus impactos señalan múl�ples beneficios para estudiantes y docentes
(González & Blanco, 2008; Fitz-Walter, Tjondronegoro & Wyeth, 2011; González & Mora, 2014;
Or�z et al, 2018). La también llamada gamificación representaría un beneficio respecto a otras
metodologías en contextos educa�vos en al menos tres dimensiones: interés, mo�vación e
inmersión.
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ii) Las metodologías de juego en contextos educa�vos representan una forma mo�vadora de
aprendizaje. La mo�vación la diferenciamos del interés en la medida que la primera involucra
una decisión personal de compromiso hacia una ac�vidad y determina la intensidad del
esfuerzo y persistencia en dicha ac�vidad (Garris, Ahlers & Driskell, 2002). Según Soriano (2001)
la mo�vación no es constante y posee un permanente flujo, diferenciando dos �pos de
mo�vación: extrínseca e intrínseca. La mo�vación extrínseca proviene de es�mulos externos al
individuo, por ejemplo, la que se produce mediante el uso de premios o incen�vos al
aprendizaje tales como notas, premios o reconocimientos. Mientras que la mo�vación
intrínseca surge desde la persona misma, es decir desde lo que le reporta interés o atracción.
En este sen�do, “el juego nos permite crear situaciones de aprendizaje y experimentación para
desarrollar habilidades de inteligencia emocional y social” (Or�z et al. 2018, p.6). El juego
desarrolla un proceso de mo�vación intrínseca en la medida que los contenidos son entregados
en un contexto de persuasión e invitación en vez de imponerse como obligación.
iii) El juego representa una ac�vidad inmersiva, por ende, invita a “profundizar en ella, saber
más y lograr un nivel de conocimiento más amplio” (Or�z et al. 2018, p.6). Las ac�vidades
inmersivas logran captar la atención en toda su amplitud logrando establecer una
compenetración y complicidad con la acción que esté realizando. En una dinámica
tradicional de enseñanza la sensación de inmersión es muy di�cil de alcanzar debido a que
los contenidos provienen desde la figura de quien enseña, pero cuando los contenidos
provienen desde una mo�vación intrínseca, se facilita la experiencia inmersiva. Por esto el
juego es relevante pedagógicamente: “la gamificación es una herramienta que puede
conver�r el aprendizaje en una ac�vidad inmersiva ya que el hecho de aprender mediante
disfrute y diversión puede ser un medio para introducir a los alumnos en un estado de flow.
Este estado, traducido al español como flujo, refiere a la sensación de inmersión completa
en una tarea” (Or�z et al. 2018, p.7).
Ahora bien, la idea de sumarle lo par�cipa�vo a lo lúdico apunta a iden�ficar ciertos principios
que orientan el diseño y la u�lización de estas metodologías. Primero el principio de libertad,
rela�vo a que la decisión de par�cipar de cualquier dinámica lúdico-par�cipa�va debe ser
voluntaria, siendo concebida como una invitación y en ningún caso como una imposición.
Segundo el principio de horizontalidad, el cual se expresa en que quienes par�cipen del juego
lo hagan en igualdad de condiciones, dejando en suspenso las jerarquías asociadas a los roles
que ocupan. Tercero el principio de consenso, referido a que si se presenta alguna desavenencia
o desacuerdo respecto del funcionamiento de la metodología en cues�ón, estas sean resueltas
mediante la deliberación y el acuerdo del grupo.
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6. El juego como facilitador de la convivencia escolar
Si bien el uso del juego como estrategia didác�ca no cons�tuye una novedad, es posible
constatar que ha sido escasamente u�lizado para enfrentar las condiciones generadoras de las
situaciones de violencia que afectan a las escuelas en el contexto actual. Así, los abordajes
desplegados han estado marcados por el predominio de una perspec�va que pone el acento en
lo norma�vo y que se centra en lo cogni�vo, entendido como la internalización de valores y la
adopción de conductas posi�vas, planteamientos que �enen lugar dentro de una comprensión
del fenómeno que le otorga una centralidad casi exclusiva al bullying como realidad a intervenir,
poniendo énfasis en la adopción de medidas disciplinarias.
ii) La construcción social de los géneros cons�tuye una fuente de tensión permanente
debido a la vigencia de modelos de masculinidad y feminidad hegemónicos que hacen que
quienes se alejan de estos cánones estén más expuestos/as a ser víc�mas de violencia y
discriminación. Por lo tanto, puede afirmarse que las violencias escolares están marcadas
por la dimensión de género, lo cual se expresa, por ejemplo: en la feminización de los
insultos, en el refuerzo y la reproducción de estereo�pos de género, en las burlas de la que
son objeto quienes adscriben a iden�dades de género disidentes, en el uso diferenciado que
hacen de los espacios, etc.
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iii) El escaso manejo de habilidades socioemocionales por parte de los actores educa�vos
también se configura como un elemento generador de brechas y conflicto, al �empo que
obstaculiza su abordaje y posible resolución. Este déficit se manifiesta, por un lado, en la
escasa capacidad de los actores educa�vos para reconocer sus emociones y las emociones
de las demás personas con quienes interactúan, lo cual da lugar a disputas rela�vas al hecho
de sen�rse incomprendido en cuanto a lo que se siente frente a una situación dada, una
queja recurrente del estudiantado y del resto de los actores que conforman la comunidad
escolar; y por otro lado, en las dificultades que �enden a enfrentar los actores educa�vos
para desplegar una disposición empá�ca ante los demás, lo cual se explica en parte por las
diferencias de poder existentes entre estos/as y se expresa por ejemplo en que haya
estudiantes tes�gos de hechos de violencia que opten por no intervenir ni denunciar su
ocurrencia pues consideran que “no se trataría de algo tan grave”.
Ante este escenario, las metodologías lúdico-par�cipa�vas aparecen como una estrategia que
recurriendo a la experiencia de los y las integrantes de la comunidad educa�va permite
procesar las dis�ntas situaciones que están en la base de las manifestaciones y las relaciones de
violencia en las escuelas. En este sen�do, el juego se instala como medio de comunicación
propicio para superar las violencias y la despersonalización de los procesos educa�vos. Estas
instancias que en apariencia suponen ocio, caos y pérdida de �empo permiten realizar un
trabajo profundo y duradero que incide en los actores educa�vos para que la idea de juego
trascienda a la realidad y, por lo tanto, se incorporen gramá�cas necesarias para desenvolverse
en aquel registro.
Al respecto, bien se podría entender el ejercicio del juego como un acto comunica�vo que
comprende la necesidad y posibilidad de adoptar roles, canales y mensajes asociados al juego
mismo, los cuales permiten su realización. Así, se puede establecer el concepto de coincidencia
asociado al uso del juego como herramienta pedagógica. Comprenderemos este concepto en
relación a dos procesos vinculados a la pedagogía de la convivencia: como una situación de
coexistencia simultánea y también de mutua influencia. El juego permite abrir la posibilidad de
lo no-establecido hasta el momento, evidenciando así lo otro no vivido.
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jugar brinda la posibilidad de imaginar otra vida y obliga a quienes par�cipan de él a examinar
los riesgos asociados a cada una de sus decisiones, así como las consecuencias que se
desprenden de estas una vez adoptadas.
El juego como herramienta pedagógica permite resignificar la pregunta por las reglas que lo
cons�tuyen (normas sociales), por las relaciones esperadas entre quienes par�cipan de él
(comunidad educa�va) y por la responsabilidad que le cabe a cada jugador o jugadora respecto
de sus acciones (jóvenes-estudiantes). Todo esto mediante la reflexión acerca de la experiencia
que despliega y cons�tuye al propio juego en su dinámica interna. De este modo, ofrece la
posibilidad de generar espacios de encuentro entre quienes estudian que trasciendan los
límites del aula, que es donde regularmente interactúan según ciertos parámetros ya
establecidos. Por ello permite visibilizar otros modos de convivir, construir solidaridades y
relaciones de compañerismo.
7. Consideraciones y desa�os
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miedo, al mismo �empo que por la simpa�a-an�pa�a, y las menos de las veces, por la amistad
y la confianza” (Duarte 2002). A esto se añade que las relaciones entre jóvenes y personas
adultas �enden a estar permeadas por las imágenes estereo�padas que man�enen unos/as
respecto de otros/as, que en el caso de la escuela se ven reforzadas por los estereo�pos que se
asocian a cada grupo dependiendo del rol ins�tucional que desempeñan en su interior.
Ello hace que los/as docentes se enfrenten a un/a sujeto/a que parece dividido/a entre su
condición de joven, expresada en sus adscripciones culturales y construcciones iden�tarias; y
su rol de estudiante, materializado en las exigencias y en las expecta�vas asignadas al mismo
por parte de la ins�tución escolar. Por lo tanto, “un enfoque de educación que no comprenda y
no involucre una perspec�va integral del sujeto juvenil, su entorno y sus claves culturales, no
tendrá más efecto que el aportar a un buen nivel de instrucción. Pero si se incorpora la
capacidad del sujeto juvenil y con ello sus claves iden�tarias, será posible tener mayor certeza
acerca de las tareas, metas y desa�os significantes para cada individuo, para los grupos de
jóvenes” (Oyarzún 2000).
Esto vuelve indispensable desplegar una estrategia de vinculación con los y las jóvenes
sustentada en: una comprensión compleja de sus realidades e iden�dades, el reconocimiento
de la diversidad de maneras posibles de “ser joven”, la valoración de sus producciones
culturales y de sus experiencias co�dianas como expresiones de conocimiento legí�mas. Por
tanto se requiere realizar un ejercicio crí�co de cues�onamiento y deconstrucción de dichos
estereo�pos con miras a entablar relaciones sustentadas en el respeto mutuo y la valoración de
la diversidad. Esto implica desplegar intervenciones socioeduca�vas dirigidas a incen�var los
diálogos intergeneracionales (Duarte 2002).
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Equipo de trabajo
Romina Espinosa Socióloga, Universidad Alberto Hurtado, con especialidad en diseño y evaluación de
Segura proyectos sociales. Se ha dedicado al diseño, evaluación y sistematización de
programas y proyectos, construcción de instrumentos de medición, observación y
Coordinadora Equipo de
Sistema�zación análisis de la implementación de proyectos y de la Herramienta Pedagógica para la
Convivencia WAYNA, además de haber trabajado en las temáticas de juventudes y
movilidad urbana.
r.espinosa@fundacionsemilla.cl
Monserrat Mora Profesora de artes visuales, Universidad de Chile. Diseñadora gráfica, Universidad
Morales Arcis. Arteterapeuta, Espacio Sagrado. Magister (c) en Didáctica , Universidad de Chile.
Diplomado en producción gráfica, video y fotografía, Universidad de Chile. Diplomado
Equipo de Involucramiento
y Par�cipación Estudian�l en diseño editorial, Universidad de Chile. Se ha especializado en investigación en
educación en áreas de didáctica crítica y educación en contextos de encierro.
m.mora@fundacionsemilla.cl
FUNDACIÓN SEMILLA
Participación Convivencia Ciudadanía
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Nicolás Nieto Sociólogo, Universidad de Chile. Postítulo en Investigación y Acción en Mundos
Araos Juveniles, Universidad de Chile. Coordinador del Área de Investigación de Fundación
Semilla. Docente en la carrera de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado. Se
Coordinador de Proyectos
Equipo Convivencia e ha enfocado en temas de juventudes y epistemologías del Trabajo Social.
Inves�gaciones en Territorio n.nieto@fundacionsemilla.cl
Mariela Otaiza Psicóloga, diplomada en Mención Psicología Educacional Clínica Infanto Juvenil,
Pinilla Universidad de Santiago de Chile. Diplomado de Extensión: Teoría y Práctica del
Feminismo y Diplomado en Pedagogía Sistémica. Facilitadora de Biodanza y
Equipo de Involucramiento
y Par�cipación Estudian�l Constelaciones Familiares.
m.otaiza@fundacionsemilla.cl
Carolina Segovia Socióloga, Universidad Central de Chile. Se ha focalizado en el trabajo con juventudes,
Aravena así como en el diseño y la fundamentación de metodologías lúdico-participativas.
c.segovia@fundacionsemilla.cl
Coordinadora Logís�ca
Proyectos y Comunicaciones
Diego Villarroel Sociólogo, Universidad Central de Chile. Diplomado de extensión “Mundos Juveniles
Hernández y Políticas Locales de Juventud”, Universidad de Chile. Experiencia en Educación
popular y en coordinación de proyectos comunitarios.
Equipo de Involucramiento
y Par�cipación Estudian�l d.villarroel@fundacionsemilla.cl
FUNDACIÓN SEMILLA
Participación Convivencia Ciudadanía
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Fundación Semilla es una institución compuesta por un equipo
FUNDACIÓN SEMILLA multidisciplinario con la motivación común de impulsar
Participación Convivencia Ciudadanía
instancias y espacios de participación en el ámbito educativo y
territorial.