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Al-Farabí
Avicena
Ibn Hazm de Córdoba (994 - 1064)
AVEMPACE (IBN BAYYA)
Ibn Tufayl
Averroes
Maimónides
IBN JALDÚN (1332)
San Agustín
JUAN ESCOTO ERIÚGENA
SAN ANSELMO
Pedro Abelardo
TOMÁS DE AQUINO
Egidio Romano
DANTE ALIGHIERI.
MARSILIO DE PADUA.
Guillermo Navajas
Los antecedentes
inmediatos de la
escolástica los
encontramos en el final de
la patrística, momento en
FILOSOFÍA ISLÁMICA
Las fuentes base del Islam son por tanto el Corán, la tradición de
dichos y los hechos atribuidos a Mahoma, lo que exige una
metodología que otorgue el consenso popular y la aceptación de
estas normas por parte de toda la comunidad. La metodología es
muy variada pero siempre basada en la reflexión racional. Es una
justificación de la fe a través de la ciencia.
LA FILOSOFÍA JUDÍA
Sin embargo, en los tres casos se trata del mismo Libro; las
diferencias sólo tienen que ver con las formas externas, que en
cada época se han adaptado a la coyuntura. Los nuevos
conceptos que introduce el libro son: monoteísmo, creacionismo,
antropocentrismo, mandato divino, providencia, prevalencia de la
LA POLÉMICA SOBRE LA
FILOSOFÍA CRISTIANA
1
Émile Bréhier (1876-1952) fi lósofo francés. Se interesó en la fi losofía clásica, y la
historia de la fi losofía. Escribió A Histoire de la Philosophie , traducido a inglés en
siete volúmenes. Bréhier fue sucesor de Henri Bergson en la Sorbonne, en 1944. El
historiador Louis Bréhier era su hermano.
2
Léon Brunschvicg puede ser considerado como uno de los filósofos franceses más importantes de la
primera mitad del siglo XX. Su posición filosófica es definida como la de un "idealismo crítico". Para
Brunschvicg, la filosofía, si quiere ser un saber integral, tiene que comenzar con la inteligencia
misma, pues solamente la actividad intelectiva es completamente accesible para sí misma. El núcleo
de la actividad intelectiva es el juicio, a partir del cual se explican tanto el concepto como el
razonamiento. Lo que constituye la esencia del juicio no son sus componentes psicológicos, sino la
cópula (est). "El estudio de la actividad intelectual, que define a la filosofía, es entonces un estudio
del juicio, pero a condición de no entender el juicio como una operación particular dentro de la serie
de las operaciones lógicas; el juicio es el acto completo de la actividad intelectual, y el acto único; no
hay un más acá del juicio que sería el concepto, ni un más allá del juicio que sería el razonamiento."
El juicio entraña una referencia al ser, y por eso el estudio de la modalidad de los juicios (realidad,
necesidad, posibilidad) no es una tarea meramente lógica, sino también metafísica.
El juicio puede ser considerado como el comienzo y el fin del espíritu, como el espíritu mismo. A partir
del juicio Brunschvicg despliega el conjunto de su filosofía, caracterizada de este modo por un fuerte
racionalismo, y una gran integración de las ciencias exactas y naturales. Se puede decir por ello que
Brunschvicg es un de los pocos filósofos del siglo XX que se ocupó tanto del espíritu y de las
humanidades como de las ciencias naturales. Su idea de un universalismo de la razón está en el
trasfondo de su compromiso humanista. Su reinterpretación de Descartes ha sido determinante para
impulsar nuevas tendencias en el idealismo. Su formalismo ha sido en alguna manera continuado por
autores como Althusser, Lévi-Strauss y Lacan.
Brunschvicg intervino en la polémica francesa sobre la filosofía cristiana, en favor de Bréhier y contra
Gilson. Desde su punto de vista la religión es asumida en un nivel superior por la filosofía, y carece
por tanto de sentido la idea de una filosofía específicamente religiosa.
En todo caso hay que reconocer que también Gilson decía que,
más que una filosofía cristiana propiamente tal, lo que hay son
cristianos que hacen filosofía. Pero el filosofar, tomando en
consideración la religión cristiana, no implica que la revelación le
vaya a servir de norma positiva, de modo que asertos de ella le
sirvan de premisas sino de norma negativa, en el sentido de que
no puede ir en contra de ella, y eso le marca límites.
3
Teólogo dominico, nacido en Francia (1895 - 1990) y profesor de teología medieval.
Fue «rector» de la Escuela de Teología de Le Saulchoir en Bélgica. Su obra más
célebre es: "La fe en la inteligencia y El Evangelio en la historia".
EL MÉTODO ESCOLÁSTICO
Al-Farabí
apodado "El Segundo Maestro" por los historiadores árabes (el
Primero fue, naturalmente, Aristóteles), Al-Farabí, (nacido en
Bagdad hacia 870 y muerto en 950, aprox.) renovó la filosofía
adquirida por los seguidores del Estagirita, convenientemente
neoplatonizada, por medio de diversos comentarios a sus
obras.
En el capítulo X de su Tratado
acerca de las opiniones de la gente
de la ciudad ideal, titulado
literalmente como “De los Seres del Segundo Grado y como se Produce la
Multiplicidad” explica como del Ser Primero emana un ser de “Segundo Grado”
también incorpóreo e inmaterial y conoce al Ser Primero y se conoce a sí misma.
Por conocer al Ser Primero necesariamente resulta la identidad de un tercero,
mientras que constituida por su esencia necesariamente resulta la identidad del
primer cielo. Y así, de cada intelecto nace siempre un intelecto y un cielo, hasta que
llegamos a un intelecto carente de materia y que, por ello, no origina una nueva
esfera celeste. Este último intelecto es la causa de la existencia de las almas
humanas y, en colaboración con las esferas celestes, es causa de los cuatro
elementos que componen el mundo sublunar. Es el entendimiento agente.
El alma humana, según Al-Farabi, tiene varias potencias y las más elevadas son: la
imaginativa, relacionada a la memoria; la racional “con la que el hombre conoce los
inteligibles y distingue lo bueno de lo malo” y la cogitativa de la cual dependen la
reflexión y la meditación.
Este ser externo es el entendimiento agente cuya acción es análoga a lo que la luz
en la vista, es decir el entendimiento agente hace que los inteligibles en potencia, se
conviertan en inteligibles en acto y así se adquiere el entendimiento en acto. De ahí
se deriva el nombre de entendimiento agente que es el décimo intelecto en relación
al Ser Primero y el entendimiento en potencia que posee la potencia racional del
alma se denomina entendimiento paciente.
El artículo quinto del Catálogo de las ciencias versa sobre la Ciencia Política, el
Derecho y la Teología. Los tres saberes se subordinan a la filosofía. La Ciencia
Política se ocupa de las acciones y costumbres necesarias para ejercer el gobierno
virtuoso y alcanzar la felicidad. El Derecho o jurisprudencia es un saber auxiliar para
el gobernante. El jurista se encarga de completar las leyes y aportar los criterios de
acción en situaciones en las que la ley del fundador de la religión no es suficiente.
La teología o kalām se encarga de defender los dogmas de la religión. Aunque
menciona al-Fārābī la importancia de estos saberes, en realidad la filosofía es
superior. La subordinación de la religión a la filosofía, obviamente inusual en el
entorno islámico, ha ocasionado que muchos vean en al-Fārābī a un racionalista. En
obras como el Libro de la Religión, hay pasajes en donde dicha subordinación es
indiscutible. Las demostraciones de las opiniones teóricas que hay en la religión
pertenecen a la filosofía teórica, pero en la religión son aceptadas sin demostración»
Avicena,
Su nombre completo es Abu Ali al-Husain ibn Abdullah ibn Sina,
nacido en el año 980 en el actual Uzbekistán.
Zahirismo
5
Un hadiz o jadiz (árabe: «narración, referencia») literalmente significa un dicho o una conversación,
que para el Islam representa los dichos y las acciones del profeta Mahoma (y de los imanes en el
caso de los chiíes) relatadas por sus compañeros y compiladas por aquellos sabios que les
sucedieron.
Una simple ojeada a sus textos nos muestra que el centro del
sistema referencial de Avempace está ocupado por Aristóteles:
no por el Aristóteles tantas veces instrumentalizado en Oriente,
el de la Teología y otros textos apócrifos, sino por el auténtico
Aristóteles.
El régimen del solitario es una de las obras más importantes de Avempace, donde
el autor expone su utopía social y filosófica, describiendo una ciudad ideal, de clara
inspiración platónica. El «solitario» es todo aquel que se sienta
ciudadano del Estado ideal, pese a vivir en medio de una
sociedad imperfecta. Por tanto, sólo una vida que se atenga al
ideal de la auténtica sabiduría puede transformar al hombre y
realizar el Estado ideal, que es una realidad patente en el
corazón y en la existencia ética perfecta de sus ciudadanos, de
los «solitarios». Así, pues, el «solitario» deberá ajustar su vida y
sus relaciones con la sociedad y los hombres imperfectos de
acuerdo con ese grado supremo de la sabiduría. Porque si bien
es cierto que la sociedad y los hombres imperfectos son un
peligro para el «solitario», también lo es que ningún hombre, ni
siquiera el sabio, puede prescindir de su situación sociológica.
El solitario no huirá de la sociedad, vivirá dentro de ella, pero
sin participar de sus lacras; no prescindirá del trato con los
hombres imperfectos, pero tan sólo en aquellos casos en que
La Ingelilgencia Agente.
Avempace desarrolla una teoría de las formas espirituales. Distingue entre las
formas inteligibles abstraídas de la materia y las formas inteligibles esencialmente
separadas de ésta y que son percibidas sin necesidad de abstraerlas de la materia.
"Hay seres que son formas puras sin materia, formas que nunca están vinculadas a
la materia". Entre las formas del nivel corporal están las de las almas vegetativas y
animales. Entre las formas o inteligibles del nivel espiritual, las de los sentidos
internos (sentido común, imaginación y memoria), que también poseen los animales;
y la forma de la razón, que nos es exclusiva de los humanos. Todavía por encima de
esos inteligibles están las Formas del Intelecto:
Según Joaquín Lomba, traductor y estudioso de Ibn Bayya, Avempace salta desde
la perspectiva gnoseológica a la ontológica, pues esa esencia espiritual que es el
Intelecto Agente Universal acaba convertido en una Sustancia pensante que se
piensa a sí misma. Hace notar asimismo la rectificación que opera Avempace sobre
el Motor Inmóvil aristotélico: el Dios de Avempace se conoce a sí mismo, como el
noesis noeseos aristotélico, pero en ese mismo acto de autoconocimiento sabe
también de lo que Él ha creado y ordenado del mundo.
Para Avempace las virtudes y la vida moral tienen una función eminentemente
social, no son sino un simple medio, siendo la ciencia racional la verdadera vía
hacia el Intelecto. Si este Intelecto no es Dios mismo, resulta lo más próximo a El
para nosotros. Una vez lograda la unión mística, la vida moral y las virtudes son
trascendidas y se manifiestan inútiles. El hombre sabio, ascendido a esta cima, se
sitúa por encima de toda acción y más allá del bien y del mal. Esta es la quietud o
inmutabilidad de la pura contemplación y divinización.
Ibn Tufayl
was born in Guadix (Granada), at an unknown date but before the year 504/1110. He saw
that while most settled for the ‘symbolism’ in religion,
there were a few who dug deeper for ‘inner
meanings’ and enlightenment.
In his opus, the author highlighted how human reasoning could invent scientific knowledge as a way
to prepare for mysticism. He further demonstrated that while religious truth was the same as
philosophy, “the former is conveyed through symbols, which are suitable for the understanding of the
multitude, and the latter is conveyed in its inner meanings apart from any symbolism”. By advancing
such a view, Ibn Tufayl differentiated between those who required the use of symbols, and those who
relied on “instruments” to reach the truth.
The book has a lucky protagonist, Hayy Ibn Yaqzan. An infant who is all by himself on an uninhabited
equatorial island, he is discovered and nurtured by a doe which has just lost its baby. The doe takes
care of him until she dies when he is 7 years old. The doe’s death transforms Hayy, whose life
changes from one of dependency to one of exploration and discovery. By presenting this prototype
human being as a solitary soul, Ibn Tufayl illustrates how reason guides the human intellect and,
equally important, how learning follows a logical path.
Unsure about the reason for the doe’s death, Hayy dissects her and notices that the left side of her
heart is empty, which leads him to conclude “that the source of life must have been in this cavity, and
must have abandoned it”. This discovery creates a chain of reflections in his mind about the
correlation between the nature of living things and death, with the inevitable conclusion “that it was not
the body but this vital entity that was the deer and the source of its actions”. In other words, the body
is a mere apparatus, and there must be something else to govern life.
If Hayy’s early years are spent under the doe’s care, the child is taunted by other animals when his
“mother” is no longer there to protect him, which lead to further re-evaluations. He instinctively hides
in a cave where he discovers fire, which moves upwards — yet another critical detection. Hayy thus
sees fire as a symbol of inner life, a source that differs from natural things, which leads him to
conceptualise “matter and form, cause and effect, unity and multiplicity, as well as other general
concepts concerning the Earth and the heavens”.
Pondering such fundamental questions, he considers creation itself, and though he cannot decide
whether the Universe is created or eternal, Hayy concludes that a non-physical phenomenon must
exist to explain nature’s harmony with the heavens. “All bodies, whether they are animate or
inanimate, are one thing,” he writes, allowing him to affirm the existence of a
soul that is superior to any animal body. In Ibn Tufayl’s words, seeing the
whole Universe as one great being, and uniting all its many parts in his mind
by the same sort of reasoning which has led him to see the oneness of all
bodies in the world of generation and decay, Hayy wonders whether all this
has come to be from nothing, or emerged from nothingness but always
existed.
Since Ibn Tufayl wished to analyse the kind of thinking that could evolve outside societal pressures,
he successfully demonstrated in his opus that natural reason was sufficient to engender ethics, along
with the core knowledge of the Universe that must be in harmony with revelation. In other words, he
wished to illustrate the concord that existed between nature and revelation, a critical step.
As the narrative progresses, Hayy, who is 50 years old in the second part of the book, is confronted
with yet another test when he comes into contact with a society on a nearby island.
In this land lives a people ruled by a monarch Salaman. They practise a religion that provide the
masses with symbols, but not direct truths. Religion, which is an integral part of this culture, is
harmonious but largely mechanical. The reader is then introduced to Absal, a friend of Salaman, who
observes all of the rituals, like the masses, but also delves into the religion’s inner truths. Absal “loved
contemplativeness in law” and deeply “devoted himself to the quest for solitude,” even if the practical
Salaman accepts the necessity of the law to rule with security and stability in mind. In search of
solitude for inner contemplation, Absal moves to the island on which Hayy lives, where their paths
cross. Absal assumes Hayy to be “another anchorite who had come to the island in search of
solitude”. Absal is shocked that the two cannot communicate but then decides to teach Hayy human
language and, in turn, Hayy shares both his survival skills and his mystical insights. In what can only
be describes as a meeting of the minds, Absal and Hayy recognise their common purpose, which is a
poignant moment in the narrative.
Hayy is fascinated by Absal’s descriptions of the use of rituals and laws, which he finds to be
superficial, and the two agree to sail to Absal’s city, where Hayy teaches his spiritual methods. The
experience proves a huge mistake. Distraught that his efforts have come to naught, Hayy gives up
and concludes that society is nothing but “a catalogue of passions, worldliness, arrogance,
stubbornness and ignorance. People cling to factions and pass their lives in base materialistic
pursuits,” he writes.
In Ibn Tufayl’s words, Hayy saw clearly and definitely that to appeal to them publicly and openly was
impossible. He saw that most people are no better than unreasoning animals, and realised that all
wisdom and guidance, all that could possibly help them, was contained already in the words of the
prophets and the religious traditions. None of this could be different. There
was nothing to be added.
Hayy (Ibn Tufayl) thus surmises that for the overwhelming majority of
people, outward conformity to religious rituals and doctrines are sufficient,
since they simply cannot absorb philosophical questions. For them, no
interpretation is the best interpretation, and Hayy in fact recommends to
Salaman that they should hold fast to their observances “regulating outward
behaviour and not delve into things that did not concern them, submissively
to accept all the most problematical elements of the tradition and shun
originality and innovation”.
Ibn Tufayl adds an interesting twist to his analysis, noting that few believers
are willing to go beyond the literal meaning of their scriptures, because they
are preoccupied with commercial activities. This is an unsympathetic
assessment and, naturally, while Hayy understands why the masses behave in this way, he also
reaches the damning conclusion that such people were incapable of grasping the direct truth. Simply
stated, the learned could not teach or proselytise, because society is not interested in reaching new
heights. All it can possibly achieve is maintaining what is good in its culture, as religion is deemed
necessary for social stability and protection, while waiting for eternal salvation.
Consequently, Ibn Tufayl avows, social stability is not sufficient to secure happiness in the afterlife,
and his narrative ends with Hayy and Absal returning to the uninhabited island to resume their
hermitism where they “served God until man’s certain fate overtook them”. Both choose to be solely
preoccupied with the divine.
The manner in which Ibn Tufayl concluded his tale was a nod to Al Gazzali, who had recommended
withdrawal from society for reasons of conscience and moral consistency, and to avoid the inevitable
hypocrisies of social intercourse. It is worth recalling that Al Gazzali spent the last 16 years of his life
as a recluse from society and its activities, to follow the path of mystical experience, which Ibn Tufayl
emulated.
Inasmuch as both Al Gazzali and Ibn Tufayl were preoccupied with the ultimate truth and how to
distance mankind from darkness, it mattered that both affirmed that the truths of reason and revelation
were the same, even if “the majority of those adhering to the latter do so for worldly success and
hence achieve eternal misery”. Muslim thinkers, like their monotheistic counterparts, attempted to
enlighten those incapable of vision, though practically all separated the wheat from the chaff. Most
warned against indulgences in worldly matters, encouraging contemplation and advocating solitude as
well as prayer. Few reached the levels of mystics such as Ibn Tufayl, though many recognised their
benefits, enlightened by philosophers whose search for the truth gave meaning to life itself.
Dr Joseph A. Kéchichian is an author, most recently of, “Legal and Political Reforms in Saudi Arabia”,
London: Routledge, 2013.
Averroes
“Es más, debes saber que la relación del
intelecto agente con este intelecto [material] es
la relación de la luz con lo diáfano, y que la
relación de las formas materiales con él es
como la del color con lo diáfano. En efecto, lo
mismo que la luz es la perfección de lo diáfano,
así el intelecto agente es la perfección del [intelecto] material. Y lo mismo que lo
diáfano no es movido por el color ni lo recibe sino cuando luce, así este intelecto
no recibe los inteligibles que están aquí sino cuando es perfeccionado por aquel
intelecto e iluminado por él. Y así como la luz hace que el color en potencia lo
sea en acto, de modo que pueda mover lo diáfano, así también el intelecto
agente hace que las intenciones inteligibles en potencia lo sean en acto para
que el intelecto material las reciba. De este modo, pues, hay que concebir el
intelecto material y el [intelecto] agente.”
- Es una naturaleza que distingue y conoce, pues recibe formas universales (al contrario
que la materia prima que no distingue ni conoce, pues recibe formas diferenciadas e
individuales). Aristóteles ya establece que es una naturaleza distinta de la materia, de la
naturaleza de la forma y de la naturaleza del compuesto materia-forma (hilemórfico). Es una
naturaleza no engendrada, separable, sin órgano corporal, es simple y no sufre, es decir, no
experimenta cambio, es eterna y se encuentra en el alma.
- No es pasivo, y está en potencia (no tendrá sino esta naturaleza, es decir, el ser posible),
tal y como afirma al comienzo del texto de Aristóteles que se comenta. En su denominación,
el término “material” alude a lo que se concibe como pura posibilidad, para comprender en
él las formas universales abstraídas, al igual que la materia prima puede convertirse en
todas las cosas.
- Es la perfección primera del hombre, como se afirma en la definición de alma (el alma es
la perfección, “entelequia” de un cuerpo natural orgánico), y el intelecto especulativo es la
perfección última en el hombre, y siendo el hombre generable y corruptible, y distinto del
resto de los hombres en lo que respecta al intelecto especulativo de cada cual (“uno en
número por la perfección última de su intelecto”) , se deduce que éste intelecto especulativo
es asimismo generable y corruptible.
Para resolver tal contradicción, y en contra de lo que propone Alejandro de Afrodisia, que es
un intelecto material individual y generado individualmente en cada cuerpo, Averroes
encuentra una solución que pasa porque ya que estos inteligibles en acto están constituidos
de dos cosas, una de ella engendrada (lo especulativo) y otra inengendrada (intelecto
material + intelecto agente), es necesario que tengan dos sujetos: uno mediante el cual son
verdaderos (formas que son imágenes verdaderas) y otro mediante el cual los inteligibles
son un ente en el mundo (intelecto material). Explica lo anterior aludiendo a que no hay
diferencia entre la sensación y el intelecto salvo en que el sujeto de la sensación por el cual
ésta es verdadera existe fuera del alma, mientras que el sujeto del intelecto mediante el cual
es verdadero se encuentra dentro del alma (intelecto material).
Y desde lo anterior, utilizando la analogía del color y la luz, ya nos situamos en lo que es el
fragmento de texto a comentar, en su esencia misma; del mismo modo que el color (en la
analogía correspondería al inteligible en potencia o intención imaginativa) mueve a la vista a
través de lo diáfano (correspondería al intelecto material), pero solo bajo la influencia de la
luz (correspondería al intelecto agente), convirtiéndose así en acto, es decir,
perfeccionándose en sentido aristotélico.
Mis conclusiones:
- "El intelecto material es aquello que es en potencia todas las formas materiales
universales, y no es en acto ninguno de los entes antes de concebirlos".
- No es un cuerpo ni una materia de un cuerpo.
“Averroes se separa de los filósofos islámicos orientales, sobre todo de Avicena, al rechazar
que el intelecto agente sea una inteligencia separada de la que emanen las formas
sustanciales, en especial las animadas. El filósofo cordobés aplica aquí de modo ejemplar
Comentario de texto:
Se refiere en este texto el profesor Martínez Lorca a uno de los puntos fundamentales de la
teoría noética de Averroes: el del carácter interno o intrínseco del intelecto agente en el
alma humana.
Ciertamente, uno de los fragmentos más oscuros de la obra que nos ha llegado de
Aristóteles es el capítulo 5 del Libro III del "De anima", donde se refiere el estagirita a la
existencia de un "nous poietikós", "intellectus agens" o intelecto agente, y de un "nous
pazetikós", intelecto pasivo, potencial o posible (aunque Aristóteles no utiliza expresamente
esa terminología, ha cristalizado así en la tradición peripatética). Se alude así a la existencia
en el intelecto de la dualidad potencia-acto: existiría así un intelecto en potencia sobre el
que actuaría el intelecto agente para dar lugar a la aparición de las formas inteligibles en la
mente humana.
Este fragmento del estagirita dio lugar a diferentes interpretaciones que podemos agrupar
en tres corrientes:
1º) Inmanentista, seguida por Teofrasto y Temistio, según la cual el entendimiento agente
El debate alcanzó importancia en la Edad Media, al proceder a interpretar los textos del
Filósofo por antonomasia y conciliarlos con la verdad revelada de la existencia de un alma
inmortal.
texto que comentamos en que se contrapone Averroes a Avicena, señalando que para éste
el intelecto agente no sólo era "extrínseco al hombre", sino que es el actualizador de las
formas en la materia del mundo sublunar: es la doctrina de origen plotiniano de la
emanación del "Nous" a través de las sucesivas esferas, el "egressus" que conforma el
mundo.
Para Averroes el intelecto agente no tiene realidad trascendente, sino que es intrínseco al
alma humana. En realidad, como el propio Aristóteles, el filósofo andalusí no concebía los
diferentes intelectos (intelecto pasivo o material, intelecto agente, intelecto en hábito...)
como entidades diferentes, sino como distintas facultades de una sola unidad, que era el
alma humana. Pero, para producir la intelección, es precisa la actuación conjunta de todas
ellas, siendo el intelecto agente el que (como la luz en la visión) trae al acto la intelección,
actuando sobre el intelecto material (equiparable al ojo) que percibe así las formas
inteligibles (colores).
Aclaraciones, conclusiones
Más
De ahí la teoría de la doble verdad, el que los inteligibles son a la vez eternos y corruptibles,
eternos en cuanto están todos en potencia en el entendimiento material, y corruptibles en
cuanto pasan de la potencia al acto por la acción del entendimiento agente y son captados
por el entendimiento en hábito.
Así pues:
Pero es que además el intelecto material es el que permite captar las formas, es el sujeto
del pensamiento, el sujeto hipokeímenon. Si el sujeto de la sensación es el entendimiento
habitual que se forma en cada individuo con la reproducción de las imágenes de las formas
inteligibles en la mente, y por tanto está unido al individuo y desaparece con éste, el sujeto
del pensamiento es el intelecto pasivo. El entendimiento individual se forma por al acción
del entendimiento agente y la aprehesión del entendimiento en hábito, pero el
entendimiento agente es eterno y el habitual es mutable, sujeto al cambio, ¿cómo conciliar
lo eterno y lo mudable? Los inteligibles desde el punto de vista del entendimiento agente
son verdades eternas, pero desde el punto de vista del sujeto individual y en éste son
generables y corruptibles. Es necesario un hiato que de una solución a esta antinomia, y
ese nexum va a ser el intelecto pasivo.
Para Aristóteles el agens o noús poietikós es común y sólo el patiens o noús pathetikós es
individual, y para Averroes, el agente es común, y el paciente, que no es el noús pathetikós,
también es uno, lo que es individual es el intelecto habitual.
Maimónides
La Guía de perplejos iba dirigida a aquellas personas que, estando ya instruidas en filosofía
y en ciencias, se encuentran perplejas en cuanto al modo de conciliar éstas con la letra de
la Escritura. Siguiendo la ambigua línea de inspiración aristotélica y neoplatónica empleada
por los filósofos árabes, Maimónides considera que la revelación -la ley judía- y la filosofía
son conocimientos de distinta naturaleza, pero que necesariamente han de conciliarse. En
su esencia son idénticas; es más, la filosofía es presentada por el pensador judío como un
medio para asimilar el contenido de la revelación. La filosofía es un elemento religioso que
favorece el acceso a Dios.
Los temas de especial fricción eran los relacionados con el origen del mundo. Pero, puesto
que en estos conflictos la razón no puede probar ni una ni otra tesis y, por tanto, no puede
pronunciarse, debe darse prioridad a la revelación. No obstante, la mayoría de las veces,
sustenta Maimónides, la razón está en disposición de acudir en favor de las tesis de la fe.
Las pruebas que Aristóteles aduce a favor de la eternidad del mundo no son concluyentes,
que la creación no es racionalmente imposible y que, por tanto, si la razón queda indecisa
en ese punto, sería aconsejable aceptar la doctrina del Génesis: la creación en el tiempo, ya
que la afirmación bíblica de que en el principio Dios creó de la nada significa que tanto la
materia como la forma comenzaron a existir por esta acción creadora.
LA PROFECÍA
causa, que engloba al agente). Maimónides se alinea con los filósofos, salvo en el problema
de la temporalidad o eternidad del mundo.
Mística.
El alma puede reunir los dos grados de la conciencia mística (atributo de unicidad): el puro
conocimiento y la apropiación mística. La teología es una vía de tránsito hacia la mística.
Las dos estaciones de la confesión de la unicidad divina son el conocimiento proporcionado
por la teología y el estado místico proporcionado por el sufismo: no hay otro medio para
conocer de verdad a Dios que la vía mística, que conduce a la visión extática. Existe una
gran confusión entre filosofía y teología por parte de los teólogos, mientras que Abenjaldún
trata de diferenciarlas: los filósofos se interesan por la existencia en términos absolutos; los
teólogos, por la existencia en cuanto apunta al Causante. Pone en evidencia los límites in-
traspasables para el intelecto en las etapas de la evolución histórica, que son la herejía
mutazilí (rendición de la teología a la razón) y la
desviación acharí (fusión de teología con
filosofía y argumentación de base lógica). La
alternativa es la mística.
a la tradición islámica de buscar principios teológicos a través de la dialéctica. El término por lo general es
traducido, como una interpretación aproximada, por «teología natural», aunque de vez en cuando (y con menos
percepción sensible y experiencia, y de las visiones extáticas del alma a los datos de la
Revelación.
La lógica no se rechaza en sí, sino su uso en ciertos ámbitos (unicidad de Dios, vida futura,
naturaleza de la profecía y otras) en los que el intelecto viola sus límites y sus condiciones
lógicas de validez. La lógica no demuestra que los juicios generales que genera sean
conformes a la realidad individual, pues al ocuparse de los segundos inteligibles es
demasiado abstracta y se aparta de lo sensible.
Los filósofos han creído comprender toda la realidad mediante silogismos y deducciones a
través de un proceso analógico creciente, derivado de la metafísica griega, entre el hombre
y el universo (ambos poseerían alma e intelecto). Abenjaldún rechaza este paralelismo, la
analogía es inválida, pues las esencias espirituales escapan a nuestra capacidad
perceptiva.
En la física general, los filósofos han establecido sus ideas sobre el principio de abstracción:
de los seres individuales a los inteligibles primeros, a las ideas generales y así hasta
alcanzar las ideas simples y universales en las que concluye la abstracción. Abenjaldún
acepta la abstracción como fundamento del conocimiento pero critica que la concepción del
universo obtenida por abstracción progresiva equivalga realmente a la verdad del universo:
puede que en la materia exista algo que impida la adecuación entre lo inteligible universal y
lo externo particular.
La metafísica o ciencia divina es imposible, pues estudia los seres espirituales, cuya
esencia es desconocida, inalcanzable e incomprensible racionalmente por abstracción (ésta
sólo puede partir de la percepción sensible).
La percepción del mundo espiritual sólo se logra por el alma a través de la vía mística, que
“descorre el velo de los sentidos”. La unión al Intelecto Agente por el intelecto es falsa, pues
el intelecto humano no puede percibir ni unirse a los entes espirituales. Abenjaldún
interpreta de manera “mística” la teoría aristotélica de la unión con el Intelecto Agente. El
intelecto está constreñido por la percepción sensible y la experiencia, en tanto que el mundo
espiritual es suprasensible. El alma, que es espiritual, nos hace sentir la existencia del
mundo espiritual a través de sus estados y de los sueños.
Existe un vínculo entre el conocimiento especulativo y la formación de una clase social que
subsista del Estado para consagrarse a la actividad intelectual.
La impronta de las sociedades y Estados por los que han transitado las ciencias islámicas
varía desde Medina a Bagdad, de ahí al norte de África y de ahí a Alándalus.
La descripción del tránsito de las ciencias especulativas tienen su origen en los imperios
pre-islámicos (persas, griegos, romanos), consolidación del poder musulmán, las crisis de la
civilización oriental, el traslado a Marruecos y Alándalus y su nuevo florecimiento y la
mudanza posterior a Europa (francos, Renacimiento italiano).
Frente a la estrecha dependencia de las ciencias del desarrollo del Estado y del control de
este sobre aquéllas, aparece el carácter “impracticable” de las ciencias mágicas por no
estar sometidas al intelecto y por no ser toleradas por la religión dominante.
San Agustín
nació en el 354 en Tagaste, población de la Numidia, en África. Nacía así el
filosofar en la fe, nacía la filosofía cristiana, anticipada por los Padres griegos,
pero solo en Agustín llega a su perfecta maduración. Su producción literaria es
inmensa: La Trinidad es su obra maestra dogmáticofilosóficoteológica. La
ciudad de Dios es su obra maestra de apologética. Las Confesiones y las
Retracciones constituyen géneros literarios nuevos, que
son auténticas obras maestras, incluso desde el punto
de vista literario.
LA PSICOLOGÍA AGUSTINIANA
Para Agustín el gran problema no es el cosmos, sino el
hombre. En las Confesiones lo recoge así:
“Y pensar que los hombres admiran las cumbres de las
montañas, las vastas aguas de los mares, las anchas
corrientes de los ríos, la extensión de los océanos, los
giros de los astros; pero se abandonan a sí mismos...”
El verdadero misterio no reside en el mundo, sino que lo somos nosotros, para
nosotros mismos. Agustín no plantea al problema del hombre en abstracto,
sino que plantea el problema más concreto del “yo”, del hombre como
individuo irrepetible, como persona. Se transforma en protagonista de su
filosofía: Observador y observado.
Agustín habla continuamente de sí mismo. Saca a la luz hasta los lugares más
recónditos de su ánimo y las tensiones más íntimas de su voluntad. Es
precisamente en las tensiones y en los desgarramientos más íntimos de su
voluntad, enfrentada con la voluntad de Dios, donde Agustín descubre el “yo”,
la personalidad, en un sentido inédito hasta entonces. Nos encontramos muy
lejos del intelectualismo griego, que sólo había dejado un sitio muy reducido a
la voluntad.
Las claves del alma, para Agustín, son las claves de Dios. El conocimiento de
uno mismo es una clave necesaria para Agustín en tanto que somos imágenes
de Dios. Nuestro pensamiento es recuerdo de Dios, el conocimiento que se
encuentra con Él es inteligencia de Dios y el amor, que procede de Dios, es
amor de Dios.
Proporciona un criterio preciso para el amor.
Los bienes finitos deben ser usados como
medios y no como fines en si mismos. Así, la
virtud del hombre que los filósofos griegos
habían determinado en función del
conocimiento, a partir de Agustín es
reconsiderada en función del amor. La fe nos
enseña que la creación nació en un acto de
amor, de donación, y que la redención surgió también de una donación de
amor. Filosofar desde esta clase de fe lleva a una reinterpretación del hombre,
De civitate Dei.
Según San Agustín, los hombres pueden profesar amor a Dios por encima de todas las
cosas o amor a sí mismos por encima de todas las cosas. Las personas que aman a Dios
más que a sí mismos, son ciudadanos de la ciudad de Dios. Obviamente, lo son en un
sentido espiritual. Por su parte, las personas que se se aman más a sí mismos son
ciudadanos, desde un punto de vista espiritual, de la ciudad del diablo, civitate diaboli.
Aunque ni la ciudad de Dios ni la ciudad del diablo tengan una existencia temporal y
material, existen ciudades históricas que, a ojos de Agustín, encajarían hasta cierto punto
con sus ciudades espirituales: el equivalente terrenal a la ciudad de Dios es Jerusalén y el
equivalente de la ciudad del diablo, Babilonia.
En cualquier caso, ni la ciudad de Dios ni la del diablo coinciden con ciudades existentes en
la época de San Agustín. Y, en todo caso, para que una ciudad real se aproxime a la ciudad
de Dios, debería rendirle culto a Dios, ya que la justicia auténtica no se encuentra en los
estados terrenales.
EL CONOCIMIENTO
Aunque sin llegar a elaborar una teoría del conocimiento San Agustín se ocupará del
problema del conocimiento, tratando de establecer las condiciones en las que se puede dar
el conocimiento de la verdad, según el ideal cristiano de la búsqueda de Cristo y la
sabiduría.
Ante el desarrollo del escepticismo defendido por la Academia Nueva, con cuyas tesis había
simpatizado anteriormente, San Agustín considerará fundamental la crítica del mismo.
Niegan los escépticos la posibilidad de alcanzar certeza alguna. Ante ello San Agustín
replica afirmando la necesaria certeza de la propia existencia: ¿puedo razonablemente
dudar de mi existencia, aun suponiendo que todos mis juicios estuvieran siempre
equivocados? No, dice San Agustín, ya que aun en el caso de que me engañase no dejaría
de existir (al menos el juicio "si fallor, sum" sería siempre verdadero, asegurando la certeza
de mi existencia); pero la certeza es triple, ya que el hombre existe, vive y entiende. En ese
conocimiento cierto que tiene la mente de sí misma y por sí misma, en la experiencia
interior, asentará San Agustín la validez del conocimiento. Así, no puedo dudar de la certeza
de los principios del entendimiento, como el principio de no contradicción; ni de la certeza
de las verdades matemáticas. Tampoco puedo dudar de la certeza de la realidad exterior, en
la que vivo. No obstante la mente, buscando la verdad en sí misma, se trascenderá a sí
misma al encontrar en ella las ideas, verdades inmutables que no pueden proceder de la
experiencia.
También demuestra la existencia de Dios por el orden del universo, que requiere
un supremo ordenador, y, finalmente, por el consenso universal: la mayoría de
los seres humanos afirman que existe una divinidad, que creó el mundo.
Sobre la Creación, San Agustín defiende el ejemplarismo: teoría por la cual todos
los seres son creados conforme al modelo, prototipo o ejemplo que ofrecen las
ideas, previamente existentes en la Mente de Dios. Dios, que es trascendente al
mundo (que está situado más allá de la naturaleza, que actúa como su causa),
que es la sustancia eterna, inmutable y sobrenatural que ha creado el mundo, lo
ha creado de la nada tomando como prototipos las ideas que están en su Mente
y que actúan como ejemplares a los que se conforman los seres creados; estos,
no obstante, al incluir en su composición la materia, son más o menos perfectos,
según su género.
Por lo demás, no todos los seres existen desde el principio, sino que Dios
implanta en la materia las razones seminales de todos ellos, y luego van
desarrollándose en el tiempo preciso que la Providencia ha dispuesto para su
aparición.
Antropología
La concepción dual de la realidad se deja sentir también en la concepción
agustiniana del hombre. Éste es un ser compuesto de dos substancias
radicalmente distintas: el alma y el cuerpo, siendo el hombre propiamente su
alma, entendida cristianamente como imago Dei, imagen de Dios.
El mal físico depende de la mutabilidad y carencia de ser que hay en las cosas
creadas, siendo inherente a toda “creatura”. El mal moral, sin embargo, depende
del uso que hagan los hombres de su propia libertad.
7
Eríugena, que no quiso someter sus obras al control de la censura, entró en conflicto con el
papa Nicolás I. El rey Carlos le prestó su apoyo, aunque tuvo que vivir recluído en la corte
hasta la muerte del monarca en 877. Los concilios de Valence (855), Langres (859) y
Vercelli (1050) condenaron el tratado De Divina Praedestinatione (Sobre la predestinación
divina, 851), que defiende la creencia de Hincmar, arzobispo de Reims, sobre el destino
final de los individuos en el sentido de que éste no depende de Dios de una forma absoluta,
ya que la voluntad también tiene algo que decir sobre la salvación o la condenación. Por
otra parte, Eríugena afirma también en sus escritos que no existe nada semejante a la
condenación como se cree conforme a la tradición. Todos los seres humanos, afirma, se
transformarán por igual en espíritus puros. En su panteística obra De Divisione Naturae
(Sobre la división de la Naturaleza, 865-870), rechaza la creencia cristiana de que el
universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo
es una manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios.
Para Escoto, razón y fe eran fuentes válidas de conocimiento verdadero, y por ello
no pueden ser opuestas; pero si así fuera, la razón debe prevalecer. Esta
afirmación, junto al panteísmo (todas las cosas son emanación de Dios y vuelven a
Él) y al pandeísmo que sostiene su explicación Sobre la división de la Naturaleza, le
valió la condena eclesiástica por herejía, que pudo eludir gracias a la protección
real8.
8
Pandeísmo (en griego πάν) es una corriente filosófica que surgió de la mezcla del panteísmo con el
deísmo. Corriente religiosa sincrética (del griego: πάν (pan), "todo" y del latin dios, "dios") proveniente
de la unión del panteísmo (identidad de Dios con el Universo) con el deísmo (El Dios creador del
universo puede ser localizado con base en la razón), o sea, la afirmación concomitante de que Dios
precede al Universo, siendo su creador y, a la vez, su totalidad.
Para Escoto, ni siquiera Dios podría comprender su propia esencia en tanto que no
es todo lo que se le podría predicar o atribuir. Asimismo, Dios no puede comprender
su esencia porque si así lo hiciera, necesitaría verse a sí mismo en sus criaturas (lo
creado), esto es, en sus manifestaciones que están en el plano del ser. Si Dios se
se pensara a sí mismo, se limitaría.
El conocimiento de la Natura quae creat et non creatur se establece por las vías
afirmativa, el método afirmativo predica de Dios las cosas que “son” en cuanto que
la causa se manifiesta en el efecto, y negativa, que niega que la esencia divina sea
ninguna de las cosas que “son”.
es la totalidad de las cosas que son y las cosas que no son, el mundo natural y Dios (esfera
sobrenatural).
Establece varios criterios de división general (intelección o no, potencia o acto, objetos de
razón o generación y corrupción) y define cuatro especies de la Naturaleza:
centro es Dios, los radios en un punto cercano al centro son las causas primordiales, y los
radios de la circunferencia son los fenómenos.
Las cosas creadas según el modelo de las ideas. Estos fenómenos son
la “Naturaleza” en el tercer sentido, “que es creada y no crea”. La
corriente de la realidad, fluyendo desde el centro, Dios, pasando a
través de las ideas en la Palabra, pasa luego a través de todos, luego
entra en la región de los números y en el dominio del tiempo y espacio,
donde las ideas se vuelven supeditadas a la multiplicidad, a cambios,
imperfecciones y a la decadencia. En esta última etapa no son puras
ideas sino solo la apariencia de la realidad, esto es fenómenos. En la
región de los números las ideas se transforman en ángeles, espíritus incorpóreos puros. En
el dominio del tiempo y del espacio las ideas toman la carga de la materia, que es el origen
del sufrimiento, la enfermedad y el pecado. El mundo material, por lo tanto, de nuestra
experiencia está compuesto de ideas revestidas en materia y aquí Eriúgena intenta una
reconciliación del Platonismo con nociones Aristotélicas. El hombre, también está
compuesto de idea y materia, alma y cuerpo. Es la culminación del proceso de las cosas
desde Dios, y con él, como veremos, comienza el proceso del retorno de todas las cosas
hacia Dios. Él es imagen de la Trinidad en la medida en que se une en un ser con alma,
sabiduría y amor. En el estado de inocencia en que fue creado, él era perfecto en cuerpo y
alma, independiente de las necesidades del cuerpo y sin diferencia de sexos. La
dependencia del alma del hombre al cuerpo y la sujeción del cuerpo al mundo de los
sentidos, así como la distinción de lo masculino y femenino en los seres humanos, son
todos resultado del pecado original. La tendencia declinante de las almas hacia las
condiciones de la existencia animal solo tiene un remedio, la Divina Gracia. Por medio de
este regalo sobrenatural el hombre puede elevarse por encima de las necesidades de su
cuerpo sensible, colocar las demandas de la razón por encima de las del apetito corporal, y
desde la razón ascender, a través de la contemplación a las ideas, y desde allí por intuición
a Dios mismo. Las tres facultades aquí aludidas como razón, contemplación e intuición son
designadas por Eriúgena como sentido interno (dianoia), raciocinio (logos), e intelecto
(nous). Estos son los tres grados de perfección mental que el hombre debe alcanzar si él
quiere liberarse de la esclavitud en la cual él ha sido arrojado por el pecado, y alcanzar esta
unión con Dios en que consiste la salvación.
a Dios, comenzó. Ahora, como enseña Heráclito, las vías ascendente o descendente son
las mismas. El retorno a Dios sigue en un orden inverso a través de todos los escalones que
marcan el curso descendente, o el proceso de las cosas desde Dios. Los elementos se
transforman en luz, la luz se vuelve vida, la vida se vuelve sensible, lo sensible se
transforma en razón, la razón se vuelve intelecto, el intelecto se vuelve ideas en Cristo, la
Palabra de Dios, y a través de Cristo retorna a la identidad de Dios del cual todos los
procesos de la Naturaleza comienzan. Esta “incorporación” en Cristo tiene lugar por medio
de la Divina Gracia en la Iglesia, de la cual Cristo es la cabeza invisible. La doctrina del
retorno final de todas las cosas a Dios muestra muy claramente la influencia de Orígenes.
Escoto pretende mantener a la vez la distinción entre Dios y las criaturas y concebir a Dios
como realidad omnicomprensiva: Dios verifica las divisiones (1) y (4) de la Naturaleza,
mientras que las divisiones (2) y (3) se verifican en las criaturas. Las ideas han sido creadas
por el Padre en el Verbo y subsisten en él desde siempre. Son, por tanto, coeternas con
Dios, aunque no tienen su origen en sí mismas sino en él.
SAN ANSELMO
nació en el año 1033. Murió en 1109. Es la figura intelectual más
eminente de su siglo y uno de los pensadores más profundos de la Edad
Media. Ha sido llamado el último Padre de la Iglesia, el primer escolástico,
padre de la escolástica. Prepara el camino para las grandes síntesis de los
siglos XII y XIII, preludiando en sus escritos muchos de los grandes temas
que desarrollará la escolástica posterior.
El Ser Supremo no posee los atributos por participación, sino por su propia
esencia, y tales atributos son idénticos a la esencia divina. Dios trasciende
el espacio y el tiempo y está totalmente presente en todo.
El argumento ontológico fue llamado así por primera vez por Kant en el
siglo XVIII, y ha sido uno de los argumentos más polémicos de la historia
de la filosofía. Filósofos de la talla de Descartes y Hegel lo consideran
válido y lo introducen en sus respectivos sistemas. Otros, como Sto.
San Anselmo hace del realismo una condición necesaria para la sana
doctrina teológica, pues si no se comprende el hecho de que varios
hombres reunidos pueden formar un solo hombre, menos se comprenderá
cómo un solo Dios puede consistir en tres personas distintas.
Por esta razón Sto. Tomás rechazará la validez del argumento, eligiendo
un dirección totalmente opuesta a la de San Anselmo en sus cinco
pruebas en las que tomará la experiencia, la realidad sensible, como el
punto de partida de su argumentación, siguiendo su formación
aristotélica, que no acepta otro punto de partida del conocimiento sino la
experiencia.
Pedro Abelardo
Monje, filosofo, teólogo y poeta. (Bretaña 1079 - Chalons
1142) Su padre era hombre rico y le dio una educación
esmerada.
Sic et Non
«Puesto que en muchas obras, incluyendo la de los
santos, se sostienen no sólo opiniones diversas sino
incluso opuestas entre sí, no es de temer juzgar a
aquellos por los que el mundo mismo es juzgado».
Son textos contradictorios sobre ciento cincuenta y ocho cuestiones: discusiones sobre
afirmaciones y negaciones de la misma cosa, un método dialéctico, anticipación a la
quaestio escolástica. Proponía que la fe religiosa fuera limitada por "unos principios
racionales", ponía al descubierto las contradicciones irreductibles contenidas en los juicios
de las autoridades de la Iglesia, lo cual era de signo progresivo en las condiciones de
aquella época. Sus concepciones fueron condenadas como
heréticas de la Iglesia Católica.
(…) Nuestra búsqueda de la plena comprensión se ve obstaculizada sobre todo por los
modos inusuales de expresión y por los significados diferentes que se pueden conectar a
una sola y misma palabra, como una palabra se utiliza ahora en un sentido, ahora en otro.
Así como hay muchos significados también hay muchas palabras. Tulio dijo que la igualdad
es la madre de la saciedad o (hartura) en todas las cosas, es decir, que da lugar a disgusto
exigente, y por lo tanto es apropiado utilizar una variedad de palabras en la discusión de la
misma cosa y no para expresarlo todo mediante el uso de palabras comunes y vulgares ....
También hay que tener especial cuidado de no dejarse engañar por las corrupciones del
texto o las falsas atribuciones, cuando se citan dichos de los Padres que parecen diferir de
la verdad o es contraria a ella, porque muchos escritos apócrifos están establecidos bajo
nombres de los santos para reforzar su autoridad, e incluso los textos de las Escrituras
divinas son corrompidos por los errores de los escribas. El escritor más fiel y verdadero
intérprete, Jerónimo, por lo tanto nos advirtió: "Guardaos de los escritos apócrifos...". (...) Si
en los mismos evangelios hay cosas que son corrompidos por la ignorancia de los escribas,
que no es de extrañar que lo mismo haya sucedido algunas veces en los escritos de los
Padres (...).
Con el fin de que el camino no sea bloqueado y que la posteridad no esté privada de mano
de obra sana para tratar y debatir las preguntas difíciles de la lengua y el estilo, uno debe
distinguir entre la obra de autores posteriores, y la suprema autoridad canónica del Antiguo
y Nuevo Testamento. (...) Pero si algo parece contrario a la verdad en las obras de autores
posteriores, que se encuentran en innumerables libros, el lector o el auditor es libre de
juzgar, de modo que se puede aprobar lo que le agrada y rechazar lo que ofende, a menos
que la materia se establece por cierta razón o por la autoridad canónica.
(...) Este cuestionamiento excita a los jóvenes lectores al máximo de esfuerzo en investigar
la verdad, y esa investigación agudiza la mente. El cuestionamiento asiduo y frecuente es
en realidad la primera llave de la sabiduría.
(...) Con el objetivo de enseñarnos con su ejemplo, Jesús eligió, cuando tenía unos doce
años, sentado en medio de los doctores, cuestionarlos, presentando el aspecto de un
discípulo al cuestionar, más que de un maestro de la enseñanza, aunque se diera en él la
sabiduría completa y perfecta de Dios...
En su acepción general y primaria, la dialéctica se identifica con la lógica clásica. Por ello, la
dialéctica ayuda a distinguir lo verdadero de lo falso, ya que sobre el plano estrictamente
Quien cree en la radical objetividad de los universales confunde la realidad singular y carece
de control sobre sus afirmaciones. Al mismo tiempo, el que cree que a los términos
universales no les corresponde ninguna clase de realidad, se ve aquejado de un empirismo
fragmentario, incapaz de superar la fase puramente descriptiva y analítica de la realidad.
Por tal motivo Abelardo supera tanto la identificación entre res y vox como el dualismo
radical, optando por un realismo crítico según el cual el universal es un concepto o un
discurso mental, expresado a través de un enunciado discursivo oral, que tiene su origen en
un proceso abstractivo realizado por el entendimiento, que genera la intelección de las
cosas y que ha sido vinculado con la función de significar el status común de una pluralidad
de sujetos.
Por lo tanto, los universales no son conceptos vanos y falsos o fórmulas verbales vacías,
sino categorías lógico-linguísticas válidas que median entre el mundo del pensamiento y el
mundo del ser.
La ratio lleva a cabo una necesaria función de mediación con respecto al mundo de la fe.
Dicha función la coloca como enlace entre el pensamiento humano y el logos revelado. La
lógica o, mejor dicho, la dialéctica es una ciencia autónoma, una filosofía racional. La ratio
no es, en Abelardo, inmediatamente sirviente de la teología, ya que hay que cultivarla por sí
misma para poseer sus instrumentos y perfeccionar su utilización. Pero, ese empeño y esa
tarea resultan un factor auxiliar para la mejor comprensión de las verdades de la fe.
Todas las explicaciones de los filósofos, así como la de los Padres y las de los teólogos son
meras opiniones, más o menos autorizadas, pero jamás concluyentes. De aquí surgen los
conflictos con las autoridades y con la tradición, aunque estos conflictos no impidieron el
empeño de Abelardo en profundizar mediante la propia razón los más intrincados problemas
de la teología.
TOMÁS DE AQUINO
(1225-1274)
Santo Tomás niega (De Veritate) que la misma verdad pueda conocerse
filosóficamente y al mismo tiempo creída (por la fe) por el mismo hombre.
Es necesario distinguir, dentro de las verdades sobre Dios, las verdades
que no son artículo de fe (los praeambula ad articulos), como la unicidad
de Dios. Tales verdades pueden, sin embargo, ser objeto de fe para
quienes no pueden acceder racionalmente a ellas.
CONCEPTO DE SER
Los seres finitos deben proceder de Dios por creación, que debe ser a
partir de la nada (ex nihilo). La nada no es ni causa eficiente ni causa
material: Dios es la causa eficiente en la creación, en la que no hay causa
material. La creación no es un movimiento o cambio.
Conocimiento
Argumento Ontológico
"La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres.
Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y
nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el
más y el menos se atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo
máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que se aproxima al
máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo
óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el filósofo, lo que
es verdad máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en
cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe, y así el
fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente,
según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las
cosas causa de su bondad y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos
Dios. »
«La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos en efecto, que
cosas que carecen de conocimiento como los cuerpos naturales, obran por
un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre obran
de la misma manera para conseguir lo que más les conviene; por donde
se comprende que no van a su fin obrando al acaso, sino
El principio de individuación
La ética
1 Siguiendo, pues, sus raíces aristotélicas Sto. Tomás está de acuerdo con
Aristóteles en la concepción teleológica de la naturaleza y de la conducta
del hombre: toda acción tiende hacia un fin, y el fin es el bien de una
acción. Hay un fin último hacia el que tienden todas las acciones
humanas, y ese fin es lo que Aristóteles llama la felicidad. Santo Tomás
está de acuerdo en que la felicidad no puede consistir en la posesión de
bienes materiales, pero a diferencia de Aristóteles, que identificaba la
felicidad con la posesión del conocimiento de los objetos más elevados
(con la teoría o contemplación), con la vida del filósofo, en definitiva,
santo Tomás, en su continuo intento por la acercar aristotelismo y
cristianismo, identifica la felicidad con la contemplación beatífica de Dios,
con la vida del santo, de acuerdo con su concepción trascendente del ser
humano.
4 La misma razón que tiene que deliberar y elegir la conducta del hombre
es ella, a su vez, parte de la naturaleza del hombre, por lo que ha de
contener de alguna manera las orientaciones necesarias para que el
hombre pueda elegir adecuadamente. Al reconocer el bien como el fin de
la conducta del hombre la razón descubre su primer principio: se ha de
hacer el bien y evitar el mal ("Bonum est faciendum et malum vitandum").
Este principio (sindéresis) tiene, en el ámbito de la razón práctica, el
mismo valor que los primeros principios del conocimiento (identidad, no
contradicción ) en el ámbito de la teórica. Al estar fundado en la misma
naturaleza humana es la base de la ley moral natural, es decir, el
fundamento último de toda conducta y, en la medida en que el hombre es
un producto de la creación, esa ley moral natural está basada en la ley
eterna divina. De la ley natural emanan las leyes humanas positivas, que
serán aceptadas si no contradicen la ley natural y rechazadas o
consideradas injustas si la contradicen. Pese a sus raíces aristotélicas
vemos, pues, que Sto. Tomás ha conducido la moral al terreno teológico,
al encontrar en la ley natural un fundamento trascendente en la ley
eterna.
La política
Egidio Romano
Nacido en Roma, se dice que en 1243, ingresó
en los Ermitaños de San Agustín hacia 1260; fue
discípulo de Tomás de Aquino entre 1268 y
1272 en París. Se enfrentó al obispo Esteban
Tempier, autor de las condenas de 1270 y de
1277, por lo que algunas tesis suyas fueron
también censuradas en 1277. Luego, regresó a
Italia, y ocupó diversos cargos de su orden;
aceptó retractarse en 1285, y regresó a París.
Fue profesor de teología hasta 1292, cuando fue
nombrado prior general de su orden. Bonifacio
VIII lo nombró arzobispo de Bourges en 1295 (el
cargo lo tuvo hasta su muerte en 1316).
Más adelante, y en pleno conflicto del rey de Francia con el papa Bonifacio
VIII, publica De ecclesiastica potestate donde reflexiona no ya a partir
de una base aristotélica sino más bien agustiniana cambiando «civitas»
por «regnum» y desarrollando una eclesiología nueva de base monárquica
pero aplicado a la Iglesia y sobre todo al Papa, a quien todos han de
someterse: "nulli sunt sub Christo rectore, nisi sint sub summo pontifice".
El papa tiene poder pleno para crear obispos y puede hacerlo así sin
ninguna de las formas consuetudinarias de elección, aunque está obligado
a observar las formas jurídicas.
Plenitudo Potestatis
También Dios puede sin causa segunda todo lo que puede con ella, pues
el poder de todos los agentes se concentra en Él. Aunque hoy produce el
caballo mediante el caballo y el hombre mediante el hombre, al crear el
mundo hizo al caballo sin caballo precedente y al hombre sin hombre
precedente. Es decir, Dios puede todo sin causa segunda del mismo modo
como cuando hace un milagro salta por encima del curso común y de las
leyes regulares de la naturaleza, pero normalmente deja que las causas
segundas actúen según sus propias leyes.
DANTE ALIGHIERI.
Así como Dios es perfecto por su unidad, el gobernante para ser perfecto
tiene que comprender a todos los hombres bajo una sola autoridad. Lo
que tiene mayor realidad tiene mayor unidad y lo que tiene mayor unidad
es lo mejor.
Esta visión sostenía que la vida en la tierra era un peldaño para alcanzar
esa vida celestial a la cual todos los cristianos debían aspirar. En este
sentido, la Iglesia poseía una visión universal, y Dante va a tomar este
concepto de universalidad pero despojándolo su contenido religioso.
MARSILIO DE PADUA.
EL AVERROÍSMO POLÍTICO
DEFENSOR PACIS
Define al estado como una especie de "ser vivo" compuesto de partes que
desarrollan las funciones necesarias para su vida. Su "salud" o paz,
consiste en el ordenado funcionamiento de cada una de sus partes y la
lucha surge cuando alguna de ellas funciona mal o provoca interferencias
en la labor de otra.
Siguiendo a Aristóteles,
Marsilio enumera las
clases o partes que
contribuyen a formar
una sociedad. Hay
labradores y artesanos
que proporcionan
bienes materiales y los
ingresos necesarios
para el gobierno; y hay
soldados, magistrados
y sacerdotes que
constituyen el estado
en sentido estricto. La
última clase citada, el
clero, provoca la mayor dificultad y su lugar en la sociedad ha sido motivo
especial de diferencias de opinión, debido a la doble finalidad de la
religión y a que la finalidad ultraterrena no puede ser comprendida por la
razón. Sin embargo, todos los hombres, tanto cristianos como paganos,
están de acuerdo en que tiene que haber una clase especial dedicada al
culto. La diferencia entre el clero cristiano y los demás sacerdocios
consiste sencillamente en que, en materia de fe, el cristianismo es
verdadero, en tanto que las otras religiones no lo son, pero desde el punto
de vista de la filosofía esa verdad extrarracional apenas afecta la cuestión.
Reforma de la Iglesia
Modernidad de Marsilio
Solamente Dante al igual que Marsilio será animado por los mismos
ideales, pero allá donde Dante pierde el concepto de nación en el término
universal ‘’’imperio’’’ Marsilio une el concepto de nación a aquél de
Guillermo Navajas
PRECURSOR DE LA MODERNIDAD: LOGICISMO Y
EMPIRISMO
mirada hacia las cosas y recuperar una realidad que hasta entonces había ido
encubriéndose bajo una densa bruma conceptual, filosófica y teológica.
Si para Tomás los bienes son causas finales que el hombre debe
conseguir, aunque no estén mandados directamente por Dios, Escoto
rechaza la existencia de ese tipo de bien. Lo bueno para el hombre no le
viene dado por un mundo de interrelaciones en el que pueda insertarse,
tal y como intuían los romanistas. La humanidad es para Escoto algo
incomunicable, es la "última soledad del ser" que acoge la voluntad
divina. De esta postura deriva la semilla de un individualismo incipiente
que tendrá enorme importancia en los siglos siguientes.