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DIVINA VOLUNTAD
Hemos recorrido tres temas, que nos ha llevado poco a poco a entender, a empezar a abrir
nuestra conciencia a lo que Dios nos está llamando en este tiempo, nos llama a vivir el Don
de la Divina Voluntad. Sabemos que en los primeros volúmenes Jesús le dice a Luisa que
es necesario que tengamos una Conversión radical. Esta Conversión radical implica el abrir
nuestra conciencia para poder comprender quienes somos y quien es Dios, es decir,
nosotros nunca podremos conocernos a nosotros mismos sino estamos recociendo frente a
la Divinidad nuestra nada y que Él es el TODO.
Este proceso nos va ir llevando a descubrir la fragilidad de nuestra naturaleza humana, pero
también es un proceso donde la fragilidad de nuestra naturaleza humana se enfrenta a la
Grandeza de Dios, y al ver la Grandeza de Dios nos vemos pequeñitos ante esa Grandeza;
y este es el inicio del camino de la humillación que vivió Jesús aquí en la tierra para poder
entender el ANONADAMIENTO, así como lo dice el Himno Cristológico que Jesús se
despojó, cargo con nuestro pecado para poder ponerlo en la Cruz y puesto en la Cruz con
su muerte nos dio la Salvación y la Vida. Con la muerte de nuestro “yo” descubriremos en
nuestra nada al TODO que es Dios.
Es necesario reconocernos en el Amor de Dios, no solo saber que Dios nos ama, sino
reconocernos dentro de ese Amor y reconocer también que el pecado nos distancia del
proyecto de Dios para el cual fuimos creados, que es poseer en plenitud el Don Divino,
porque así nos creó Dios, a imagen y semejanza Suya, pero hemos perdido su semejanza,
su imagen Divina, y al perderla por haber adquirido el pecado original y seguir actuando con
nuestra voluntad humana, Jesús tiene que tomar nuestra vida, hacerse carne para poder
rehacer todo lo nuestro, Divinizando nuestra vida con sus actos y al Divinizar nuestra vida
nos la deja como un camino para que nosotros podamos entrar. Pero nosotros no podemos
entrar a vivir el Don de la Divina Voluntad sin antes convertirnos y entender que esta
Conversión debe ser continua.
El primer paso para poder entrar a descubrir la Grandeza de Dios y nuestra nada es la
Conversión, pero no una conversión única sino que a lo largo de nuestra vida, la
Conversión se va transformando cada vez más en optar por Dios y reconocer que sin Él no
podemos hacer nada, no podemos vivir el Don de la Divina Voluntad. Para poder poseer la
Vida Divina, el Querer de Dios donde se encuentra la Eternidad, para ser nuestro ese
derecho de entrar a la Eternidad desde aquí en la tierra solamente Dios, porque sin Él no
podemos nada.
Antes de Luisa, antes del Conocimiento del Don de la Divina Voluntad, también se dieron
grandes Conversiones, podemos identificar a muchos Santos que teniendo una forma de
vida desordenada, han tenido un cambio que ha partido de la Gracia de Dios en donde ellos
han tomado una decisión radical. Estas Conversiones se deben a los actos de Jesús y de
Mamá Santísima, que fueron actos Divinos en el caso de Jesús porque Él es Verdadero
Dios y en el caso de Mamá María fueron actos Divinizados. Es decir, con sus actos que han
formados Soles Divinos que dan Luz se han dado las grandes Conversiones durante todo el
tiempo de la Redención.
Pero no solo son los actos de Jesús y de Mamá Santísima, sino también son los actos de
Luisa hechos en la Divina Voluntad, y los actos de todas las almas que ha decido vivir en la
Divina Voluntad y que han formado los Soles Divinos que vienen de una Gracia Esencial y
que su Luz queda en el Acto Único y Eterno de Dios y pueden ir al pasado, al presente y al
futuro para poder dar el Milagro de los milagros, ser el pie del misionero, la voz de los
profetas, las Conversiones estrepitosas, todo lo que puede hacer un acto en la Divina
Voluntad, no solo en el presente, sino en el pasado y en el futuro.
Entonces gracias a estos actos que se dan en la Divina Voluntad, gracias a los actos de
Jesús y de Mamá Santísima que fueron actos que dieron Luz a la Redención, se convierten
las almas, y lo hemos escuchado en la Palabra de Dios: “Sin Mí nada pueden hacer”.
Y ¿qué son los actos en la Divina Voluntad? Son los actos de Jesús, los soles que se
forman no son más que la Vida de Jesús, son la Vidas Divinas plenas que dan Vida a las
almas que estaban muertas a la vida.
Por eso Jesús está esperando nuestros actos hechos en la Divina Voluntad, nos está
esperando para hacerse Vida en nosotros, para que el cumplimiento de su Reino se dé en
todas las almas y venga el Triunfo de su Reino en Plenitud.
FILIPENSES 3, 8
“Considero como pérdida todas las cosas en comparación con lo incomparable que es
conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura a fin
de ganar a Cristo”.
Aquí se nos muestra el sentido de la Conversión, dejarlo todo por Cristo, porque todo lo del
mundo dice San Pablo es basura. Todo lo que envanece al hombre: posesiones,
adquisiciones, esfuerzos humanos, triunfos, etc. Todo esto es lo que nos ofrece el mundo
para mirarnos a nosotros mismos, mirar nuestros éxitos, mirar nuestras aprobaciones,
sentirnos amados por otros, pero cuando los perdemos, cuando no obtenemos se nos
desmorona el mundo.
Cuando hemos reconocido a Cristo, cuando hemos visto que su Palabra es lo único que nos
sostiene para poder seguir, es cuando el alma va empezando a valorar y dejarlo todo por Él,
esto no significa que dejes de trabajar, de estudiar, etc., significa que dejemos de poner el
corazón en ello, que dejemos de poner nuestras intenciones en ganar, en obtener, sino que
todo lo que hagamos sea para la Gloria de Dios, todo sea para darle a Dios nuestro Fiat,
nuestro continuo Amor por los que no lo dan, capaz de tomar la Cruz, de vivir a plenitud a
Jesús en nosotros.
Habrá almas que estén llamadas a dejarlo todo en una Vida Consagrada, Jesús también le
pide algunas almas dejarlo todo por el Reino, familia, casa, y esto es un llamado especial.
La Conversión es una decisión, es el primer paso para que podamos entrar a vivir el
Reino de la Divina Voluntad, esta decisión implica Amar y vivir el Don de la Voluntad de
Dios.
Si la decisión está en vivir este llamado a la Plenitud, esta decisión debe ser desde la
voluntad y en el Amor, porque decido vivir en la Voluntad de Dios, cumplirla, amarla y
hacerla mía, pero también decido amar a Dios, sabiendo que el Amor de Dios no es un
sentimiento, sino es una decisión continua a dar mi Fiat, sabiendo que también el Amor lleva
un compromiso para corresponder en ese Amor y sabiendo que viviendo en el Amor
también se puede vivir un estado de aridez, así como lo han vivido tantos Santos, que
siguen amando a Dios, a pesar de sentir en su interior un desierto. Jesús le dice a Luisa que
cuando el alma siente esta aridez y sigue amando a Dios, sin desfallecer y además
multiplica ese amor, dice Jesús que son las almas que Él más ama, son la almas que más le
agradan porque no se dejan llevar por sentimentalismos sino por el verdadero Amor, de
querer amar a Dios sin que haya algo externo o un sentimiento interno que las mueva, sino
que están firmes y fieles a pesar de todo.
Esta decisión es la opción de Vida por Cristo, que implica el conocimiento de sí mismo y el
conocimiento de Dios, es continuo, es el camino que ha mostrado Jesús a Luisa y que ha
trazado Dios a través de su Iglesia, a través de la fusión del Espíritu Santo, como San
Agustín decía “es necesario conocernos para amar”. Pero no reconocernos en nuestras
cualidades, sino reconocernos frente a Dios, en esa nada para vivir el TODO.
¿Cómo vamos ahora a convertirnos? ¿de qué manera vamos a pasar a una conversión
continua? Descubriendo la Verdad, y la Verdad está plasmada en la Escrituras, pero el fruto
completo está en la Obra de la Divina Voluntad, porque ahora la Verdad misma quiere que
la descubramos por dentro, no solo en las obras, sino en la interioridad, donde se hace
verdaderamente Vida, ahí se da la verdadera Conversión, porque buscamos una
continuidad de Conversión en el Fiat, porque si la Conversión es una decisión, entonces
nuestras decisiones deben de ser en cada acto, si queremos vivir el Fruto completo porque
estamos dando nuestros actos a Jesús.
Nosotros decimos que somos convertidos, pero seguimos cayendo porque no está nuestra
decisión, como lo vemos en San Pablo o muchos santos que tomaron esta opción radical,
tomando por basura el mundo. Nosotros decimos que somos convertidos pero
verdaderamente ¿hemos reconocido el mal en nosotros mismos? o, ¿hemos reconocido el
mal, pero seguimos coqueteando con él?
Entrar en la Divina Voluntad implica una decisión firme, implica tener conciencia de lo que
han afectado mis decisiones a mi propia alma, el tener a Jesús Crucificado, de tenerlo
inmóvil, de ponerle barreras a la Gracia Divina que se nos quiere dar continuamente en el
Amor, porque quiere desahogarse todo en Dios en mí y yo le he puesto barreras; y he
decidido convertirme SÍ, pero no plenamente.
Es todo o nada, como lo dijo la Hermana Clare, es todo o nada en tu vocación, en tu misión.
¿Hemos decido verdaderamente dejar el pecado? ¿Cómo ha sido nuestra conversión? ¿A
través del dolor, ungiendo las llagas de Jesús con ese bálsamo exquisito? Porque nosotros
mismos somos los que le provocamos esas llagas, nosotros seguimos lacerando en nuestro
interior a Jesús. Porque realmente tenemos un Jesús dentro, así se lo dice Jesús a Luisa,
tenemos un Jesús vivo, Él está latiendo dentro de nosotros, pero muchos lo tienen
crucificado, Jesús a penas se mueve; así como lo tenían en la prisión y en la Crucifixión.
Dolor por las llagas que nosotros hemos provocado en nuestra propia alma donde está
Jesús y que ahora este dolor no hace más que empezar a sanar nuestra alma, ungiendo las
llagas de Jesús en mí, dándole ese bálsamo de Amor, ese bálsamo con mis lágrimas unidas
a las de Jesús por el dolor de mi alma.
De este dolor debe venir un deseo ardiente por reparar, por querer acercarse ahora si al
Sacramento para reconciliarse con Dios, y de querer reparar la decisiones de nuestra vida,
que han afectado a otros y que también han afectado a nuestra propia alma y que es
necesario reparar en el interior y en el exterior. Es muy bueno reparar en el ad-intra con las
Horas de la Pasión, pero esta reparación interna nos debe impulsar a buscar la reparación
externa, con el perdón, con el abrazo, con el amor. Dios pone las circunstancias externas
para reparar de las dos maneras.
Y después de sentir ese deseo de reparar, ahora si sentir amor ardiente por tener un Dios
tan grande que nos da la oportunidad de vivir su Vida, pero no solamente su Vida
Redentora, sino también la Vida Divina.
Y en ese deseo ardiente de querer reconocer a todo un Dios y su bondad infinita,
quisiéramos dar la vida para decirle quiero testimoniarte mi Amor, que es verdaderamente
cierta mi Conversión, así quiero entregarme y no mirar hacia atrás para vivir el Reino en
Plenitud.
Estas son las características de la Conversión, no solamente es la lectura del Libro de Cielo,
sino empezar hacerlo vida desde el proceso de la Conversión, porque todos nosotros
debemos vivir un proceso de Conversión en el Amor de Dios, en el reconocimiento de
nuestra nada.
“El favor más grande que puedo hacer a un alma es el hacerse conocer a sí misma. El conocimiento
de sí y el conocimiento de Dios van de la mano, por cuanto te conozcas a ti misma otro tanto
conocerás a Dios. El alma que se ha conocido a sí, viendo que por sí misma no puede obrar nada
bien, esta sombra de su ser la transforma en Dios y de esto sucede que en Dios hace todas sus
operaciones. Sucede que el alma está en Dios y camina junto a Él, sin mirar, sin investigar, sin
hablar, en una palabra, como muerta, porque conociendo a fondo su nada no se atreve a hacer
nada por si misma, sino que ciegamente sigue las operaciones del verbo”.
El conocimiento de nosotros mismos no es como nos lo muestra la psicología, sino desde
nuestro interior. En este texto se nos muestra el Proceso del conocimiento de sí mismo y
del conocimiento de Dios:
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
¿De qué manera he vivido mi proceso de Conversión?
¿Vivo la experiencia de entregar a Dios mi Voluntad, reconociendo que soy nada y que Él
es Todo?
¿Vivo ese constante reconocimiento de querer tomar el Todo en mi nada?
¿Vivo en el esfuerzo de cada día por hacer mías las virtudes de Jesús y de Mamá
Santísima?
¿Miro el dolor de Jesús para repararlo en mis actos y disponerme a tomar su Voluntad?
Dice Jesús: “Hija mía lo que quiero de ti es que no te reconozcas más en ti misma, sino que te
reconozcas solamente en Mí; así que de ti no te recordarás más, ni tendrás más reconocimiento de
ti, sino te recordarás de Mí, y desconociéndote a ti misma adquirirás solo mi reconocimiento, y a
media que te olvides y te destruyas a ti misma, así avanzaras en mi conocimiento y te reconocerás
solamente en Mí, cuando hayas hecho esto, no más pensarás con tu mente sino en la mía, no
mirarás con tus ojos, no hablarás con tu boca, ni palpitarás con tu corazón, ni obrarás con tus
manos, ni caminarás con tus pies sino todo con lo mío, porque para reconocerse solamente en Dios
el alma tiene necesidad de ir a su origen y regresar a su principio, Dios, esto es, de donde salió y que
uniforme toda si misma a su Creador; y que todo lo que retiene de sí misma y que no es conforme a
su principio lo debe deshacer y reducirse a la nada. Solo en este modo desnuda, deshecha puede
regresar a su origen y reconocerse solo en Dios y obrar según el fin para el cual ha sido creada. He
aquí entonces que para uniformarse toda en Mí, el alma debe volverse indivisible Conmigo”.
Jesús permíteme ser todo tuyo, quita en mi todo lo que no pertenece a tu Divina Voluntad y
a tu Amor. Fiat, Fiat, Fiat.
Gloria al Padre…